[SIX]

El Hospital General del distrito de Gangnam era una proeza arquitectónica. Los veinte pisos de la instalación describían un semiarco en torno a una nutrida red de jardines y plazoletas donde los pacientes y trabajadores podían tomar el tímido sol de las mañanas.

Además de contar con varias alas dedicadas a especialidades médicas, clínico-quirúgicas y alternativas, estaban los espacios destinados a la docencia.

Tres anfiteatros, un salón de reuniones, la biblioteca, una piscina olímpica en la segunda planta, la cual a veces hacía de balneario, la cafetería y el restaurante para todo aquel que pudiera permitirse un poco de lujo en la monótona rutina entre turnos de guardia y obligaciones.

Jimin nunca había puesto los pies en este último sitio. Ni siquiera cuando los padres de Taehyung pasaron a principios del semestre anterior con la intención de conocerlo en el almuerzo que convocara la familia.

Muy en el fondo, se sentía avergonzado. Sus sencillas ropas, sus rudimentarios modales en cuanto a la etiqueta que parecía fluir de cada uno de sus amigos o el hecho de no saber socializar sin cometer un error, le ponían de los nervios.

"Cuando termine la especialidad podré hacerlo. Tendré un nombre al que atenerme. Una reputación que cuidar. Sí, para ese momento podré seguirte, Tae."

Pero decirlo en su cabeza era más fácil que chocar de bruces contra la realidad. Ahora el destino, o lo que fuera que moviera a las personas, conspiraba en su contra, y, para colmo de males, sin posibilidad de rehusarse. Al menos la bata ocultaba su humilde origen mientras tomaba asiento a la mesa que el doctor Min había elegido.

Se encontraban al fondo de la desierta estancia, donde los primeros rayos del sol acariciaban la fuente de uno de los jardines del hospital.

Una vista que invitaba a relajarse mientras las delicias culinarias eran exhibidas en la carta de un menú que lo hizo atragantarse.

3000 wons, la ración de quishe de ternera.

El nudo de nervios que había nacido en el estómago del doctor Park ascendió unos centímetros más. Qué demonios de platos eran esos para el restaurante de un hospital.

Los más barato era el agua mineral y Jimin deseó hacerse diminuto. Ahora comenzaba arrepentirse de haberle pedido disculpas a Min. De todos los castigos que podía dispensarle, recordarle su ignorancia para la aristocracia era el más letal.

Aún así, Jimin se la arregló para pedir algo que no le dejara la billetera más agujereada: tostadas de pan integral con mermelada de arándanos y zumo de naranja. Con eso tendría suficiente para escuchar lo que sea que su nuevo y tiránico tutor quisiera confiarle.

Cuando el solícito camarero se alejó con sus pedidos, la mirada azul ciano del doctor Min volvió sobre la suya. Jimin apretó los puños debajo de la sedosa tela del mantel.

—Seré directo...

Empezó el mayor y Jimin asintió. La piel de porcelana de Yoongi resplandecía detrás de la cristalera donde estaba ubicada la mesa.

—Usted me preocupa. No hablo de algunas habilidades que por su inexperiencia son comunes—Min se inclinó ligeramente sobre la mesa para que solo su pupilo pudiera escuchar—Su estado de salud es deplorable.

Jimin intentó defenderse pero Min lo cortó con un gesto desdeñoso de la mano.

—No mienta, ayer lo comprobé con mis propios ojos. No se alimenta casi, hace turnos que ni siquiera le corresponden...

—Taehyung necesitaba mi ayuda, usted no tiene derecho a husmear en mi...

—¡Aún no termino!

El ceño fruncido y el ligero golpe que le había propinado a la mesa hicieron a Jimin morderse los labios. Su mirada despedía fuego en dirección del entrometido de su tutor.

—No justifique su descuidada manera de proceder. Míreme a los ojos cuando le hablo, doctor Park...

Yoongi moduló su tono, casi hasta el punto de una suave caricia acústica. Jimin tragó duro y a pesar de tener serias ganas de dejarlo con la palabra en la boca y largarse, terminó obedeciendo.

—¿Qué ha visto hasta ahora de mí? ¿Por qué cree que con solo unas palabras de mi parte todos me escuchan?¿Qué fue lo primero que pensó de mi persona hace unas horas, justo antes de convertirse en mi protegido?

"Eres endemoniadamente terco y aún así luces bien. Te tengo envidia, doctor Min."

Fue lo primero que atravesó la mente del menor. Eso y el recuerdo de la espalda del doctor Min mientras ajustaba el proyector del anfiteatro. Jimin entendía la analogía aún cuando se rehusaba admitirlo.

Las personas siempre juzgaban por lo que veían primero. Las personas ponían etiquetas sobre la frente ajena como si de un juego se tratara y él... qué horrible etiqueta tendría que cargar de por vida solo por soñar demasiado alto.

—Una imagen vale más que mil palabras.

Fue lo que dijo el residente antes que los platos del desayuno llegaran a su mesa. Yoongi agradeció en nombre de los dos antes de despedir al chico del restaurante. Jimin estaba seguro que ahora no podría comer nada.

—Es cierto—continuó el doctor cortando distraídamente aquel platillo que costaba 3000 wons—Pero usted tiene algo mejor que muchos de los que traen bien puesto el barniz social. Por favor, coma, está demasiado delgado para decir que no.

Jimin parpadeó. Las manos del doctor Min ya estaban sobre su plato de tostadas para cambiarlo por su costosa quishe.

—Pero esto...

—Yo lo invité a desayunar, no tenga miedo de reclamar el premio por su dedicación. Le dije que lo iba a guiar, no sea desagradecido y acepte.

—¿No va a dejar de insistir si no lo hago?-Jimin enarcó una ceja-Su esposa debe ser una mártir al soportar semejante tiranía.

Sin filtro. Jimin se dio cuenta que se le había escapado ese comentario personal demasiado tarde. Esperaba una reacción explosiva de parte de su interlocutor, pero fue todo lo contrario.

Con parsimonia Yoongi tomó una de las tostadas y la mordisqueó. Sus labios quedaron manchados levemente por la mermelada hasta que se encargó de retirar el exceso con la lengua.

—No creo que haya tal mártir de momento y creo que se está desviando, doctor. No tengo ningún interés en su vida privada más allá de lo que eso puede afectar su rendimiento laboral. Al convertirse en mi pupilo, usted será una extensión de mi imagen y naturalmente tengo cierto estándar. Sé que podrá comprenderlo mejor después de comer. Anímese, la quishe fría no es tan apetitosa.

Concluyó Min con una sonrisa gatuna y Jimin contuvo el impulso de gritar. Estaba jodido por culpa de su lengua suelta y su manía de provocar al diablo. Algo que tendría que aprender a controlar en lo adelante. Los siguientes minutos los dedicó a pelearse con los cubiertos y a masticar.

Aquel platillo iba a encabezar el top de los placeres culposos que algún día podría solventar. El doctor Min seguía mordisqueando sus tostadas con el aire superior que debe tener un aristócrata. Jimin decidió empujar lejos el cúmulo de preguntas que le atenazaban el cerebro. Aún estaba cansado y demasiado irritable para seguir con otra discusión.

Yoongi habitaba en su propia dimensión. Una en la que se sentía como un padre orgulloso porque su hijo estaba haciendo exactamente lo que él quería y por otro lado, como el ensimismado colegial que duda en enviarle una carta a su crush.

No tenía dudas en cuanto a que deseaba a su pupilo, quizás de una forma hasta cierto punto obscena, mientras lo veía relamerse los labios del otro lado de la mesa e imaginaba lo que se sentiría ser acariciado por él.

Estaba muy mal pensar de esa manera cuando él mismo había fijado la pauta en su relación profesional. No iba de bromas, tomaría a su primer pupilo hasta sacar la capa de carbón que rodeaba el diamante. Jimin era un proyecto demasiado ambicioso en muchos sentidos.

"Su esposa debe ser una mártir."

Aquella pequeña desviación lo hizo casi reír. Jimin asumía las cosas solo por la imagen que él quería proyectar y quizás medio servicio lo viera igual, como un esposo déspota que no se contentaba con solo llevar la batuta en el trabajo.

Pero Yoongi no era lo uno ni lo otro. Detrás de su máscara podía ser hasta cierto punto la persona más atenta del mundo, la familia de Kim Namjoon y Jeon Jungkook podían dar fé de ello. Sin embargo, Yoongi no buscaba que lo pusieran en un altar.

Sus mundanos deseos volvieron a chocar contra la imposibilidad de satisfacerlos cuando Jimin colocó los cubiertos sobre su plato vacío.

Una pequeña sonrisa estaba allí, centelleando sobre sus labios carnosos y enviando el mensaje con el que Yoongi se debía conformar. Sería su guía en la esfera profesional y secretamente, su esclavo al no poderlo profanar.

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La entrega de guardia estaba llegando a su final y Taehyung no podía estar más aburrido. Sin Jimin a su lado, presentía que la estadía en el servicio sería un amargo tour entre cobras y otras alimañas.

Solo entrar al salón donde ocurrían las intervenciones de todos los servicios del hospital y encontrarse con la expresión hosca de Hoseok, hacía que le bullera la sangre. Pero debía calmarse, nada sacaba con írsele a la yugular y quedar como el villano. No, ese gusto no pretendía concedérselo ni en mil años.

Casi terminaba con aquel tedioso momento cuando un nuevo mensaje iluminó la pantalla de su celular.

JJK

"Finalmente podré verte, bebé."

Taehyung estuvo a punto de contestar cuando las puertas dobles de la estancia se abrieron con un ligero golpe. Todos los presentes fueron atraídos por la presencia de un pelinegro de frente despejada y nariz algo respingona.

Jeon Jungkook sabía la reacción que provocaba en un espacio como ese, pero si era honesto no le importaba impresionar a alguien en especial, bueno, a menos que ese "alguien" tuviera el cabello dorado como el sol y unos impresionantes ojos azules abiertos de par en par.

Detrás de la comitiva que presidía Jeon, apareció el doctor Min y el resto de los ocupantes de la estancia comenzaron a murmurar teorías hasta que la voz del profesor Kim Hee Chul, quien se encontraba sobre el podio antes de la interrupción, volvió hacerse notar.

—Creo que eso es todo por parte del departamento de Pediatría, pero aprovechando la ocasión y con la presencia del Consejo Administrativo, quisiera darle la bienvenida oficial a dos doctores que sin dudas, ayudarán a mejorar la calidad del plantel. Es para mí un honor compartir la sala con el doctor Min Yoon Gi, cirujano traumatólogo, y con el doctor Jeon Jungkook, especialista en medicina de emergencias, quien a partir de hoy asumirá el puesto como director administrativo de este hospital.

Una lluvia de aplausos llegó después de la efusiva presentación que iniciara el doctor Kim. Los rostros estaban sobre el joven de impecable aspecto y brillantes ojos castaños que ahora subía al podio.

"He recibido una herencia. Seré el accionista mayoritario de uno de los hospitales de la familia, sigo flipando en colores."

Ahora esas palabras caían sobre Taehyung como un balde de agua helada. Las consecuencias de enredarse con un extraño estaban ahí, envueltas en la sonrisa franca y la voz varonil del nuevo director administrativo del hospital.

Tae se mordió el pulgar antes de bloquear su teléfono. De repente volvía a tener diez años y la claustrofobia regresaba para encerrarlo entre aquellos muros.

Respiró profundo. Agradecía estar sentado al final del auditorio, lo suficientemente lejos del foco de atención que ahora se pasaba sobre el doctor Min. Taehyung decidió distraerse con lo que había llenado su mente después de abandonar el vestidor de los residentes.

Si no supiera que Jimin era heterosexual habría apostado que entre él y Min había química. Una bastante avasalladora que podría envolver y destruir todo a su paso.

—Muchas gracias por la cálida bienvenida. Me esforzaré por corresponder a la confianza que depositan en mí dándolo todo desde mi puesto.

Culminó Jeon y otra salva de aplausos cubrió la estancia. Taehyung fue uno de los primeros en abandonar el salón de reuniones. Su teléfono móvil comenzó a parpadear como un desquiciado pero el joven lo ignoró.

Tomaría un taxi para llegar al departamento que compartía con su hermano y después se preocuparía de terminar el dichoso informe de Min. La cabeza le dolía a horrores mientras recolocaba sus efectos personales en el locker de la residencia cuando una mano adornada por curiosos tatuajes cubrió el marco de su taquilla.

Taehyung rechinó los dientes. La sonrisa arrogante de "su aventura de una noche" estaba a solo centímetros de su rostro.

—¿Qué pasa bebé, no te gustó la sorpresa?

El rubio bufó audiblemnte antes de arrastrar a Jeon al fondo del vestidor. El pelinegro lo observaba divertido mientras Taehyung parecía al borde del colapso.

—¿Estás demente, verdad?¡Cómo demonios iba a imaginar que este hospital era tu herencia!

Bramó el rubio y Jeon no perdió tiempo para rodearle la cintura con un posesivo brazo.

—Te juro que no sabía que estabas haciendo las prácticas aquí. Solo nos vimos un fin de semana Tae...

—Y eso, por lo visto, fue el peor error de mi vida ¡Y ya quita tus manos de encima!

Como un niño pequeño, que solo lo hace para molestar, Jeon afianzó el agarre sobre el rubio hasta tomarle el mentón entre los dedos. Taehyung le lanzaba dardos con sus orbes azules.

—No pienso alejarme ni un milímetro. Te lo dije en Daegu y lo reafirmo ahora, quiero algo serio contigo. A nadie tiene que importarle lo que pase entre nosotros, mientras estemos bien. No armes un drama de esto, cariño.

Aquellos dedos se movieron para acariciar la tersa mejilla del joven. Taehyung negó.

—No tendrás la misma confianza cuando el Consejo Académico sepa que sales con un residente... Olvídate de todo, Kook. Si me aprecias un poco y quieres hacer honor a tu discurso en el salón de reuniones, olvida que alguna vez... esto...

Pero lo que el de rizos rubios y coqueta nariz tuviera que decir quedó al margen de un beso de los firmes labios de Jeon Jungkook y su magnético perfume con toques amaderados.

Fue tarde cuando la chispa del deseo rodeó a Taehyung hasta hacerlo caer. La lengua de Jeon conquistaba su boca hasta que los sonidos en el pasillo presagiaron la llegada de alguien más. Como si fueran separados por la luz de un rayo, Taehyung regresó frente a su locker para subir la cremallera de la mochila y recibir a Chae Young con semblante imperturbable.

—Kim... el doctor Min extendió el plazo de entrega del informe hasta el jueves, debido a los acontecimientos de ayer. Creo que sólo faltas tú, así que debía decírtelo. Ah... doctor Jeon, bienvenido al servicio.

Por encima de su hombro, Tae observó a Jungkook. Este también parecía experto en el arte de fingir, y de los estragos del beso que habían compartido solo quedaba un leve brillo en su mirada. Con elegancia pasó de largo hasta estrechar la delicada mano que Chae Young le tendía.

—Como aclaré antes, señorita Hwang, el placer es todo mío.

Después que ella se sonrojara y Taehyung fulminara con la mirada a Jeon, el mejor amigo del doctor Park abandonó el vestidor, convencido de que en lo adelante tendría que medir sus actos con pies de plomo.

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