[NINE]
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MOONFLOWER
—Estás demente.
Jimin cerró el locker a su espalda con un ligero golpe. Aún metabolizaba el hecho de que su mejor amigo había abofeteado a la jefa de los residentes delante de todo el año.
Mucho menos, que para colmo de males, el ligue de las fiestas de fin de año del rubio fuera el actual jefe de la administración del hospital.
—Minnie... no me mires como si fuera el culpable de esta historia.
—¿Cómo quieres que te mire entonces? Para mí es más que obvio que intentabas pagar tu frustración con Chae Young.
—¿Frustración? ¡Vaya forma que tienes de agradecer que salve tu trasero de las especulaciones ajenas!
—Tae...
Empezó Jimin pero el más joven negó antes de recuperar el estetoscopio que descansaba en una de las camillas de la sala común de los residentes.
—Ahórrate el tono compasivo, Chim. De todas formas, tengo suficiente con Min detrás de nosotros y la mala leche de la bruja de Chae Young.
El aludido chasqueó la lengua pero no insistió en hacer entender a su mejor amigo que no sacaría nada de nadar contra la corriente, cuando él era el epítome de la desobediencia.
Aún recordaba la expresión gélida de su tutor cuando había ido a llevarle las notas de la discusión del caso con la doctora Kang.
Por unos instantes tuvo la ilógica idea de que Min estaba enojado con él. Algo que no tendría sentido cuando por primera vez en su existencia había acatado las órdenes al pie de la letra.
—Cómo sea, hoy tendremos suficiente para no divagar.
Proclamó el joven castaño antes de sustituir su suéter por la camisa azul del equipo de trabajo. Veinte minutos después ingresaba al departamento de Urgencias, solo para comprobar que era más saludable tragar plomo que respirar el aire tóxico en la estancia.
—Los tiburones suelen nadar en torno a su presa, más aún si esta huele a sangre ¡Buh!
Haneul llegó para depositar un surtido de expedientes en el mostrador. Jimin chasqueó la lengua.
—Enfermera Lee, usted sí sabe cómo mantener vivo el espíritu de Noche de Brujas.
—Me sale natural. Por cierto, mi hermano envió esto hace dos horas. Dice que si no fuera por él, tú y Taeminie ya hubieran desaparecido. Tendré que visitarlos más que para recoger la colada.
Lee Haneul era la hermana del medio entre los compañeros de piso del castaño. Taemin había terminado la carrera de Enfermería también, pero su contrato como modelo profesional le había llevado a otros rumbos.
Haneul, aún seguía batallando por mantenerse a flote, cuando era madre soltera de un pequeño de dos años que cuidaba la progenitora de los Lee.
Felix era el tercero, y en esos momentos compaginaba la facultad de Administración Empresarial con su habilidad para la cocina y ser parte del staff de la cafetería del hospital. Los Lee, tanto como los Kim, eran unidos y Jimin les tenía una sana envidia.
Ni en sus momentos más felices, cuando su madre vivía, había podido tener aquel lazo. Por eso el sentimiento de desarraigo era como una piedra con la que tenía que lidiar la mayoría de las veces. Algo que se proponía cambiar cuando formara su propia familia.
—Créeme que no querrás ver cómo está aquello. Después de todo, somos tres chicos compartiendo el alquiler y yo tiendo a pegar memos en todas partes.
—Necesitas a alguien que te jale las orejas. Dile a Taeminie que mamá quiere cenar con nosotros este sábado y obvio que tú también estás invitado. Iré a comprobar los signos vitales de los pacientes de Observaciones. No incendien el sitio mientras no estoy.
—Solo lo espolvorearé con azufre. Hay una tensión del demonio en el aire.
Ella negó con diversión mientras iniciaba la ronda. Jimin chequeó los expedientes contra la información del computador. A su lado, Kim Jennie atendía la línea de las ambulancias y las consultas telefónicas que agendaban desde el sitio web del hospital.
A pesar del revuelo del martes, hoy había sido un día apacible para el joven doctor. Después de terminar de archivar se dedicó a revisar el programa de becas de la universidad. El rótulo azul y rojo que identificaba la filial de su facultad en el Colegio Médico de Harvard llenó la pantalla del computador.
"Excelencia académica, habilidades prácticas y recomendación para formar parte de un proyecto investigativo."
《Falta lo más importante, de lo que carezco y que no podré obtener antes de titularme... dinero.》
Pensó Park dedicándole una mueca aquel viejo sueño. Un destello azul marino lo obligó apartarse de la pantalla y minimizar la página.
—Doctor Park, diríjase al quirófano. El doctor Jeon necesita dos instrumentistas y creo que es la oportunidad perfecta para probar que está dispuesto a superar sus habilidades actuales.
Un nudo de tensión se construyó en el estómago del castaño. Aún así, se las arregló para asentir y encaminarse hacia los ascensores.
Min anunció que Hoseok sería el otro convocado para apoyar la cirugía de reconstrucción de cadera en una deportista de alto rendimiento que tenía programada Jeon en el quirófano siete.
No todos los días se veía a un prodigio de la Traumatología llevar a cabo semejante hazaña y era más que un honor pisar el mismo escenario.
—Mantenga las líneas habilitadas en caso de que la noche se complique.
Se dirigió Min a Jennie antes de dejar su impoluta firma sobre los folios archivados por Park. Había desarrollado el arte de la observación hasta convertirlo en una arma letal.
Por eso no le había pasado desapercibido el grado de ensimismamiento de su joven pupilo antes de comunicarle que estaría en el quirófano en esta ocasión.
Con deliberada indiferencia consultó el historial de navegación en el ordenador, solo para encontrar que ni siquiera había cerrado la ventana que monopolizaba su atención.
El escudo de la Liga Ivy le advirtió que Park ansiaba zambullirse en los mismos abismos turbulentos que lo habían cubierto a él años atrás.
Su chico más prometedor quería perseguir el tan alabado sueño de hacer historia y de pronto las palabras de Sunni regresaron para disgusto del más pálido.
El molesto escalofrío de reconocimiento que le recorrió la espina dorsal consiguió agriar aun más su humor. Tenía otra carta a su favor conociendo las predecibles ambiciones de Park, pero por otro lado, los recuerdos más oscuros y dulces de su vida le gritaban que se detuviera en el límite que dictaba su propia cordura.
Cuando era más joven, solía frecuentar con Woosung, su mejor amigo de infancia, las carreras ilícitas y los barrios problemáticos de Daegu.
El Yoongi de los diecisiete, fumaba hierba mientras los kilómetros corrían en su deportivo Mustang hacia el horizonte de una pista arenosa.
El Yoongi sin ataduras y responsabilidades, sin la máscara de perfección que debía interpretar, no tenía cuidado al escoger a sus amantes si eso le hacía volar.
El vacío interno de esa época lo había compensado la obsesión por la medicina cuando una última carrera privó a Woosung de caminar, por un tiempo mayor de tres años.
Para ese entonces, ya estaba en el pregado y por altruismo y rebeldía fijó su meta en devolverle la esperanza a su mejor amigo.
La adrenalina de sobrevivir en Emergencias lo hizo ascender con rapidez. Inteligente, astuto como un zorro, leal como un tigre.
Los Min se vanagloriaron de su hijo perfecto que consiguió devolverle el sentido de la vida al mayor de los Kim en Daegu. Namjoon, el hemano menor de Woosung,olo sabía perfectamente. Seok Jin y Taehyung, los primos terceros de esa rama, también estaban en la misma fila para alabarle.
Pero toda ecuación tiene una salida inesperada. La de Yoongi llegó cuando sus padres le ayudaron a conseguir una plaza en el Harvard Med.
Allí no solo conocería a Kang Sunni o a Shin Suran. Allí no solo aprendería de procederes de última generación e ilícitas noches donde tenía dos amantes a su disposición. No, el mundo de Min Yoon Gi solía anunciar tormenta antes de ver el arcoíris.
Por esa misma razón la vida se encargaría de cobrarle con intereses bajo las formas de un joven de ojos rasgados y tristes, dispuesto a demostrarle que la sexualidad podía tener muchas caras, justo como el amor podía mentir y engañar.
—¿Doctor Min?
Un parpadeo lo hizo salir de la turbulenta espiral de recuerdos. Kim Taehyung sostenía el auricular contra su mejilla mientras sus ojos parecían más grandes de lo usual.
—Dígame Kim.
—Doctor, tenemos un Código Azul en la tercera línea del metro de Gangnam. Reportan un intento de suicidio sobre las vías.
En cuanto esas palabras abandonaron la boca del rubio de los Kim, la adrenalina pulsó en el torrente de un hombre demasiado curtido por los años. Min no perdió tiempo mientras disponía un equipo en el que Taehyung y Chae Young estaban en la primera plana.
—Kim—se refirió a un atribulado Namjoon que había asumido el puesto de información junto a Jennie— A partir de este momento queda al frente del grupo de residentes. No me decepciones.
El tono acerado de Yoongi bien podría compararse con el de un General que despliega la infantería sobre el campo de batalla antes de asegurar la retaguardia. Namjoon tragó duro, pero le sostuvo la mirada.
—Daremos lo mejor de nosotros, doctor.
Con un asentimiento seco, el equipo dirigido por Min Yoon Gi abandonó el Hospital Universitario de Seúl. Sin importar diferencias o guerras internas, el sentido de preservar la humanidad se imponía por encima de cualquier lucha contra el poder o el amargo regusto del pasado.
Mientras la sección de Emergencias era puesta en toque de queda a la espera de la evacuación del metro de Gangnam, Jung Hoseok terminaba de lavar sus manos para ingresar al salón del quirófano número siete en compañía de un casi melancólico Park Jimin.
—Kim se dejó las uñas por ti esta mañana. Debes de tenerlo amarrado de tu meñique como para que monte semejante espectáculo.
Los ojos color marrón de Jimin centellearon con furia, pero ninguna palabra abandonó sus voluptuosos labios. Estaba allí para aprender, no para darle cordel al principito resentido que era Hoseok.
—¿No piensas contestar? Ah... lo olvidaba, su majestad el elegido por Min, es demasiado grande para hablar con la plebe.
Jimin contuvo el deseo de poner los ojos en blanco.
—Jung, dudo mucho que ser el saco de boxeo de Min sea un privilegio. Deberíamos concentrarnos en lo que importa y eso es asistir al doctor Jeon.
Estaba seguro que el otro castaño iba a replicar con algún comentario cargado de veneno cuando la figura alta del actual ligue de Kim Taehyung llenó el campo visual de ambos.
—Caballeros, si me hacen el honor.
Los aludidos intercambiaron miradas donde la animadversión le ganaba al sentido común, pero si Jeon detectó la rivalidad de los jóvenes lo supo disimular a la perfección.
El equipo de enfermería los siguió detrás de las puertas marcadas con un siete en la parte superior. Serían unas cuatro horas para devolverle la la oportunidad de vivir plenamente a Choi Beomgyu, un jugador élite de fútbol con fractura de la cadera derecha y luxación de ambos hombros.
Jimin decidió que dejaría la batalla por el primer lugar para honrar la promesa que había hecho sobre la tumba de su madre.
"Viviré mi vida para ayudar a los demás, serviré con mis manos para honrar la oportunidad que me diste... preservaré la existencia humana hasta mi último aliento. Mi único superpoder será ese... seré médico."
Al mismo compás de resoluciones, las sirenas de la ambulancia camino a la vía tres del metro de Gangnam marcan una estela de color rojizo que parece ralentizar el tiempo.
A bordo del vehículo, Min Yoongi inspecciona los rostros de sus acompañantes, como si ese ejercicio mental le librara de la opresión que golpea su pecho desde que recibieron el último informe de las autoridades que han aislado la escena donde un chico llamado Song Mingi ha decidido terminar con su mundo definitivamente.
Pese a que la ambulancia se mueve lo más rápido que puede en medio del tráfico de un jueves en la noche de uno de los circuitos más cosmopolitas de la ciudad, Yoongi pudiera decir que el cronómetro va más lento.
—Puesto de control a Unidad de Emergencias. Informe actual del estado del paciente... Joven de diecinueve años, etnia mongol, identificado por uno de sus amigos como Song Min Gi, está armado y ha amenazado con disparar si alguien intenta persuadirlo. Cambio.
—Unidad de Emergencias a Puesto de Control, nos acercamos al área de aislamiento. No confronten al paciente hasta que no se haya desplegado el grupo de apoyo. Cambio.
—Recibido, Unidad de Emergencias. Cambio.
La comunicación se cortó con el sonido habitual de las radios inalámbricas. Una sombra pesada envolvió a los tripulantes de la ambulancia.
Min Yoon Gi deseó que la noche se convirtiera en día cuando su instinto le gritaba que algo estaba a punto de cambiar, quizás de manera irreversible.
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MOONFLOWER
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