11 ━━━ Adagio.

CAPÍTULO ONCE
final de la primera parte:
adagio

N U E V A Y O R K 
Stark Residence

22:56 p.m.

Había una mancha de sangre sobre el suelo de la palaciega habitación. El piso de inmaculado mármol blanco había quedado manchado por aquel líquido espeso, e incluso yo era capaz de percibir el hedor que emanaba de el. Me pregunté si Harper también era capaz de percibir el aroma, o si acaso se trataba de una cosa mía. La garganta me quemó, así que tomé la manga del suéter negro y comencé a estrujar la sangre a ver si salía.

—Vera —me llamó Harper.

Ignoré su llamado y continué estrujando la mancha. Tenía que salir ese apestoso olor, tenía que desaparecer de mis sentidos. Apliqué más fuerza.

—Vera —repitió de nuevo, pero no se produjo ningún cambio. Mis movimientos contra el mármol se volvieron mucho más frenéticos, tanto que la piel de mis manos comenzó a ponerse rojiza. La sangre desapareció, pero el olor aún era demasiado perceptible y eso me desesperó—: Ya basta, Vera. Demonios, Vera... ¡Ya basta, ya basta, te vas a partir la mano!

De un manotazo me apartó los dedos del suelo. La castaña me observó con ojos preocupados.

—El olor a sangre me da náuseas —mascullé entre dientes, volviendo a estrujar el suelo con más fuerza que antes.

—Suficiente —sentenció.

No la estaba mirando, así que no supe realmente cuándo o cómo pasó, pero solo alcancé a escuchar una exhalación profunda y entonces me dio un corrientazo cuando traté de poner mis manos sobre la manda de nuevo. Alcé la mirada para encontrarme con la de ella y me molesté.

—¿Qué demonios sucede contigo?

—Ya basta —pronunció las palabras con sumo cuidado, separando las sílabas para que yo las comprendiera a la perfección. Su mano derecha estaba alzada y alrededor de sus largos dedos se envolvía una imperceptible bruma de color negro. Maldita bruja tenía que ser—. Entiendo que te sien...

—¿Dónde están? —pregunté de manera pesada, dejándome caer en el suelo por completo.

Las facciones de Harper se descompusieron. Esa estoica postura suya también comenzaba a perturbarme. No era posible mostrar semejante fortaleza después de lo que acababa de experimentar. ¿De verdad era posible mantenerse así de tranquila o solo era una máscara? Momentáneamente me recordó a...

El pensamiento casi me provoca un ataque de histeria.

Harper trató de recomponerse y me extendió una mano para ayudarme a levantar del suelo.

—Victoria y Tony deben estar llegando a Suiza ahora mismo... —contestó con voz queda—. No estoy muy segura cómo terminaron las cosas en Siberia...

Mentira. Por supuesto que lo sabía, solamente no quería decirme nada al respecto.  Muy poco sabía Harper que, en realidad, yo había visto el final de la situación en Siberia mucho antes de que incluso Steve tomara la decisión. Consideré las implicaciones de esa palabra; «decisión». Quizas debería escoger mejor mi manera de organizar las ideas.

—¿Tú crees que estén bien? —le pregunté esta vez, asegurándome de que mi tono no filtrara ningún matiz esperanzado.

—Eso espero —replicó ella con sinceridad—. Lo hiciste muy bien al avisarles, Vera. Gracias.

Me encogí de hombros.

—Tú trajiste a Edward. También lo hiciste genial.

Harper negó lentamente con la cabeza, mostrando desacuerdo, pero me pareció que estaba tratando de evitar un estallido emocional así que se recompuso de inmediato.

¿Qué pasó? Para responder esa pregunta, quizás deberíamos evaluar los puntos claves de la visión que tuve aquella lejana noche en la casa de Lauren Wells. Después de todo, la misma había seguido un curso inexorable y ahora había llegado a su fin. Se cumplió sin contratiempos, sin alteraciones; trazó un camino perfecto entre sus líneas y tiñó de rojo el velo blanco con el que me cubría los ojos.

El olor a tierra seca. Ese aroma tan particular que fui capaz de olfatear momentos antes de que explotara la visión, encajaba correctamente con el hedor que había dejado Vladimir Volkov, el padre de Harper, por su paso por esta casa. En el sitio en el que habían estado sus pies despedía ese olor a tierra seca, similar al que suelen tener los cementerios. Como si fuera un muerto recién salido del ataúd.

Londres y el ataúd. Pertenecían al funeral de Peggy Carter.

El sonido de una sirena. La persecución en Bucarest a la que se había marchado Steve, dónde lo habían aprehendido no solo a él, sino que también a Bucky Barnes y a Sam Wilson. Intrínsecamente conectado a eso también estaba todo lo acaecido en Berlín; los acuerdos, la fuga, la división y también el posterior enfrentamiento en el aeropuerto. Las sirenas no solo representaban la primera captura, sino que también advertían el momento en el que todos los que ayudaron al Capitán América durante la pelea en el Liepizig, eran arrestados por los hombres del secretario de estado, Thaddeus Ross. Clint, Wanda, Sam y Scott Lang habían sido todos detenidos. Victoria se había marchado momentos antes, cuando partió con Steve a su próximo destino, en compañía de Bucky Barnes. Fue ahí donde la visión tomó un pequeño giro incircunstancial; porque nunca me avisó que Victoria daría el giro final para ayudarlo a escapar. Resultaba que aún había espacio para las sorpresas.

La silueta de un hombre forajido. Incluso aunque, al principio, mi mente relacionó este hecho con Bucky Barnes, resultó que no era él precisamente. Se trataba de alguien más, alguien a quien yo no conocía, pero que terminaba siendo el punto central de toda esta ruptura. El hombre forajido respondía al nombre de Zemo, pero eso no lo supe hasta que Harper me lo contó y su descripción encajó con mi visión. Yo había juzgado mal a Barnes en el inicio, y esta solo era una prueba de ello. Porque sí, yo también me dejé llevar por las partes rígidas de mis vistazos y no me di ni un poquito de oportunidad para leer entre las líneas. Justo como Victoria solía repetirme siempre; yo era demasiado radical.

Una tormenta. El sitio al que habían llevado a los Vengadores que no firmaron los acuerdos y ayudaron a Steve era constantemente azotado por una gruesa capa de lluvia torrencial. Había visto dónde iban a acabar, más no sabía quiénes eran las personas que estarían ahí. También estaba relacionado con Tony; ese fue el último lugar en el que estuvo antes de cambiar de rumbo hacia Siberia. Tony en Siberia, Beverly en Suiza. Habían estado tan lejos que, inevitablemente, los dos acabaron perdiendo. Me pregunté si acaso eso se hubiera podido evitar, pero no encontré respuesta.

Una ventisca helada. Siberia era frío a más no poder. Este lugar al que llegaron Steve, Bucky, Victoria y que luego se vio visitado por Tony también, era tan gélido porque representaba el congelamiento de algo. Cuando la nieve se asentó y el termómetro cayó en picada, fue cuando la mentira se reveló.

Victoria llorando. Nunca había visto a Victoria llorar. Puede que la haya escuchado en dos ocasiones, a lo lejos, pero jamás vi sus ojos rojos. Ahora, Victoria se había derrumbado mientras en medio del llanto les pedía a gritos a Tony y a Steve que dejaran de pelear. Se había paralizado y las lágrimas tomaron el control de su supuestamente imperturbable calma. Pero supongo que no pudo evitarlo. Steve sabía que Bucky —inconsciente, consciente, las manos eran las mismas— había asesinado a los padres de Tony. Howard Stark era el amor de la vida de Victoria en el pasado, incluso podía apostar que lo había querido al mismo nivel que a Steve Rogers, y ella también estaba al tanto de ese hecho, pero había hecho las paces con eso. ¿Cuál era la diferencia? Steve había sido honesto con ella, pero a Tony le había mentido. Victoria se resquebrajó porque, por mucho que amara a Steve, su corazón estaba irremediablemente roto por Tony. Era una situación complicada y que quizás solo ella comprendía.

El escudo de Steve en el suelo y el rompimiento inminente estaban bastante relacionados entre sí. Su efigie venía siendo la misma: lo dejó todo atrás por lo que él creía que era correcto, y no dudó nunca en hacerlo. Bucky era su prioridad, y eso ocasionó una ruptura. Yo era esa grieta.

La rosa roja que se marchita a toda velocidad tenía un significado bastante peculiar. Honestamente, yo sola no fui capaz de comprender su relación con todo esto, hasta que se me ocurrió comentarle a Harper al respecto. Ella me había dicho que, en su país de origen, Hiron, los brujos utilizaban cosas como un medio para canalizar los sentimientos. Para ella, la simbología de la rosa marchita representaba el desenlace de toda esta situación: Victoria violando los acuerdos, Steve escogiendo a Bucky Barnes, Tony deshecho, Beverly perdida y los Vengadores separados. La rosa intacta fue el inicio de todo, cuando era relativamente normal, pero a medida que marchitaba, la situación también empeoraba. Casi casi era como si yo fuera la rosa.

O quizás solo me tomaba las cosas demasiado a pecho.

—Vera, no quiero entrometerme en cosas que no quieras contar, pero realmente no hay nadie más aquí —comenzó Harper de nuevo, en un murmuro—. Comprendo que toda esta situación sea difícil para ti. Es decir, tu mamá firmó los acuerdos y los rompió, tu papá... Bueno, ya sabes. Sé que también eres muy apegada a Tony, y que esto es lo que conociste toda tu vida, además de que tuviste que ver cómo Vladimir nos llevaba a Beverly y a mí, pero... Olvídalo, sí tienes muchos motivos para estar así.

Sacudí la cabeza y me lancé de espaldas al sofá.

—¿Alguna vez te sentiste mal al escuchar los pensamientos de la gente? —quise saber.

Harper podía leer mentes, eso podía considerarse similar al ver el futuro, ¿verdad?

—Pues nací con eso, supongo que estoy acostumbrada —explicó de forma vaga—. Pero, en esencia, algunas veces sí. No lo controlo, ellos solo... se cuelan en mi cabeza. A veces hay cosas que no me gustaría escuchar. El lado bueno es que no puedo leer a todo el mundo, eso le da un cierto toque de privacidad a algunos.

Asentí distraídamente. Eso era sencillo para ella porque tenía una salida.

—¿Tú te sientes mal de ver el futuro?

Pregunta clave. ¿Me sentía mal de ver el futuro, me sentía mal en general o me sentía mal de las cosas que había visto?

—Sabes —alargué en voz bajita—. Hace unos meses conocí a este chico, se llama Peter, y puede hacer cosas bastante increíbles. Ayuda a la gente y se siente orgulloso de sus habilidades. Cuando era niña siempre quise tener algo que me ayudara a ser tan especial como mi mamá, pero es muy difícil tratar de vivir a la altura de una superheroína, así que simplemente me di por vencida. Entonces pasó esto y yo... No lo sé. Peter obtuvo su don de sorpresa, le cambió la vida por completo, pero es feliz con eso, ¿sabes? De verdad disfruta lo que hace. En cambio yo apenas puedo soportarlo. Me hace sentir mareada, me siento terrible y todo lo que quiero hacer es quitarlo de mi cabeza.

Harper meneó la cabeza lentamente.

—¿Ese es el niño de doce años que se estaba balanceando en el aeropuerto? —inquirió medio graciosa.

—Sí, lo sé, es un poco raro. Y no tiene doce, tiene mi edad.

—Vera, ese niño se volvió fuerte, aprendió a tirar puñetazos, tú puedes ver el futuro —repuso—. No puedes comparar tu travesía con la suya, ni con la de nadie, son completamente distintas. La razón por la que lo ves más feliz es porque él no sabe ni la mitad de las cosas que tú sí. Es normal que te sientas responsable, que nada de esto te guste y que lo rechaces de inmediato, pero hay mucho más en eso que solo lo malo. Ahora podrás verlo como una maldición, porque te está haciendo daño, pero solo es el principio. Incluso si no hubieras podido prever todo esto, hubiese sucedido de todas formas. Las sorpresas tienden a ser más dolorosas.

Apreté los labios.

—No quiero hacer esto más —musité.

—A veces las cosas se tienen que derrumbar para que algo bueno surja de ahí —contestó Harper.

Me volví para mirarle sin hablar. Sus ojos castaños me escrutaron cuidadosamente.

—No quiero quedarme sola —lloriqueé—. Y sé que eso es egoísta. Es egoísta porque Victoria y Steve tienen un futuro incierto, Tony está destrozado y Beverly... —ni siquiera fui capaz de pronunciarlo—. No debería sentir tanta pena por mí misma cuando todos la están pasando peor que yo.

Harper me puso una mano en el hombro a modo de consuelo.

—Tanto Steve como Victoria se buscaron estos problemas solos, Vera. Ellos no son tu responsabilidad. Lo que pasó con Tony y con Beverly no fue culpa de nadie, tampoco estoy segura de alguien hubiera podido evitarlo. No trates de minimizar tu dolor, porque se nota que te duele, y eso está bien. No puedes tomar el peso del mundo sobre tus hombros.

No, yo no tomé el peso del mundo sobre mis hombros. El peso de mi mundo se puso solito ahí encima.

"Los malos tiempos no han llegado aún", había dicho Althea. ¿Por qué tenía la sensación de que era cierto?

—Sí, pero esto es solo una causalidad —dije—. Toda causa tiene un efecto, Harper. Quizás no lo veamos ahora, pero estoy segura de que vendrá.

La castaña frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Esta no es la consecuencia, eso es lo que quiero decir.




E S T E D E N U E V A Y O R K 
Lago Erie
23:09 p.m.

La Constitución de los Estados Unidos de América define la tutela como: "la autoridad, que en defecto de la paterna y la materna, se confiere a alguien para cuidar de una persona y de sus bienes". En pocas palabras, a los menores de edad que no pueden ser cuidados por sus padres se les asigna un tutor que vele por su bienestar en todo momento, al menos hasta que cumplan dieciocho. Claro que estaba segura de que la CEU no contaba con un panorama parecido a este. Padres superhéroes infligen leyes de control del gobierno y se dan a la fuga, dejando a hija menor detrás de ellos.

Bueno, en realidad no me estaban dejando tan detrás de ellos. Aún permanecería en Nueva York, la custodia legal pasaba a manos de Tony Stark y... el resto era historia. Habían pasado dos semanas completas, y supongo que las opciones eran muy reducidas.

Saben, cuando comencé a contarles esto, mi historia debió empezar a verse un poco desgastada. El niña se separa de padres superhéroes y queda a cargo de otros superhéroes mientras ella misma trata de convertirse en una superheroína, es un tema trillado. La verdad es que yo no quería ser ninguna superheroína. Todo lo que yo quería era lidiar con mis visiones, tratar de no guardarle ningún tipo de rencor a Steve y Victoria por ser egoístas y graduarme de la secundaria, ¿acaso era tan difícil? Quería cumplir dieciocho con una mentalidad sana y ninguna responsabilidad añadida. Claro que la situación empieza a complicarse cuando puedes ver lo que yo veo, pero mis opciones eran bastante limitadas. En ese momento se sintió como si hubieran pasado años, cuando no era así para nada. Supongo que era tan estúpida e insensata porque me sentía lastimada, y estaba muy molesta. No me gustaban los cambios, y en un transcurso de tiempo muy corto toda mi vida dio un giro trascendental.

Por eso mi historia empezó con Steve y Victoria, pero en un inesperado giro del destino, tuve que aprender que, por más que me doliera, ellos no eran mi eje central. Ellos fueron los que me dieron alas y también los que me las cortaron.

Y recuerdo esa noche en particular como una de las peores de mi vida.

El auto se detuvo frente al Lago Erie minutos antes de la medianoche. Mi corazón se saltó un latido cuando, al mirar por la ventana, vi dos siluetas familiares aguardar debajo del roble más antiguo.

—Te esperaré justo aquí —anunció Beverly, sentada en el asiento del piloto. Sus manos temblorosas afianzaron su agarre en el volante.

Reprimí una mueca. Esta mujer no quería ver, no quería salir, mucho menos tocar a alguien, y sin embargo había recorrido todo el camino completo desde la seguridad de su casa hasta este inhabitado lago para esto. Bueno, tampoco era como si Tony pudiera hacerlo él mismo...

En el asiento del copiloto, oí a Harper resoplar.

—Yo puedo acompañarte —se ofreció. Entrecerré los ojos.

—Tú solo quieres ir a echarle una ojeada a Steve.

—Pues perdóname por querer memorizar las facciones del hombre más guapo con vida —contestó en tono socarrón—. Es mi alma gemela.

Rodé los ojos.

—Solo serán cinco minutos —mascullé insatisfecha—. Lamento que tengas que hacer esto, Bevs.

La pelinegra negó con la cabeza pero no se giró a verme. Sus labios permanecieron en una línea recta y sus manos aún temblaban.

—Está bien, Vera.

—Volveré rápido —prometí antes de bajar del auto.

Salí dando grandes zancadas e inhalando una buena cantidad de aire helado. Yo ni siquiera quería hacer esto, pero tenía. Ya me había despedido de Victoria hace días, ¿no pudimos conformarnos con una vieja videollamada? Supongo que la respuesta era no, de otro modo no estaría aquí.

En mi cabeza atestada de cosas aún era capaz de comprender que no debería ser tan dura con ellos. Que probablemente su manera de actuar había sido errónea, pero nunca lo hicieron con malas intenciones, ¿verdad? Pero era tan difícil. Habiendo llegado a este punto, ¿cómo podía no culparlos? No quería despedirme de ellos porque eso solamente lo haría más real de lo que ya lo era. No quería regresar sabiendo que le había puesto un fin a esta parte de mi vida, porque justo así era como se sentía, como si me estuvieran arrancando una de mis partes más sustanciales.

Me arrugué al pensar en eso, tanto que mis largas zancadas se detuvieron. Había llegado hasta el árbol y apenas era capaz de distinguir sus rostros en la penumbra. Me repetí que debía mantener la calma, aunque no estaba muy segura de conseguirlo.

—Hola, calabaza —Victoria pronunció las palabras con cuidado, mientras se deslizaba temerosamente hacia adelante—. Te he extrañado.

Me mordí el interior de la mejilla.

El peor atributo del cerebro humano es la capacidad tan insoportable que tiene de rememorar cosas que preferirías olvidar. La manera tan malintencionada con la que te hace pensar una y otra vez en esas cosas que te dan miedo, que te carcomen y te agobian. Toma esas partes indeseables y las hace brillar con mucha más fuerza sobre todo lo demás, sobre todas las demás memorias, las clava sobre los tejidos con el único propósito de hacerte sufrir.

Cuando era niña, Victoria y yo veníamos a este lago al final de la tarde. Ella se sentaba sobre el pasto y leía en voz alta cualquier cosa solo para que yo la escuchara mientras deambulaba cerca de la orilla. Lo hacía porque no me gustaba el silencio, no me gustaba estar sola y no me gustaba la oscuridad, así que ella siempre se aseguraba de que yo tuviera presente que no estaba sola. Si yo estaba en el baño y ella en la cocina, entonces me hablaría lo suficientemente alto como para que sus palabras no se distorsionaran, así era como lo hacía.

Ahora, ese bonito recuerdo se desvaneció. Inconscientemente, fue ella la que terminó dando el paso que me dejó sola, sin importar lo mucho que se esforzó en el pasado para asegurarme que no era así.

Asentí de manera silenciosa hacia mi madre. Luego, mis ojos se movieron en dirección al rubio detrás de ella.

—Te ves bien —comenté sin dejar de asentir—. Al menos tú no tienes un ojo morado —añadí en referencia al aspecto físico de Tony.

El gesto de Steve se crispó.

—Vera... —alargó Victoria.

—Está muy tarde, mamá —murmuré—. No es justo hacer que Beverly espere en el auto, sabes lo perturbada que se encuentra. Deberíamos hacer esto rápido y así todos podemos ir a donde queremos estar.

La castaña arrugó el entrecejo.

—Hija...

—No me refiero a ti, mamá. Al menos no completamente.

Tan solo pude mirarme los pies. Se me hacía duro mirarlos a la cara, pues sabía que me echaría a llorar en cualquier momento.

—Vera —Steve alzó un poco la voz—. Lamento mucho lo que sucedió. Sé que esto no es sencillo, y que...

—Tú lo sabías —lo interrumpí en un susurro.

Se quedó callado un momento.

—¿Cómo?

—Tú lo sabías —repetí—. En Londres te lo dije. Ya sabías que yo había visto venir esto, y te pedí que pararas, pero no lo hiciste. Y no fue suficiente con eso, tenías que arrastrar a tantas personas como fuera posible contigo. Siempre haces lo que crees que es correcto, pero quizás esta vez el sentido te falló. Hiciste lo correcto para ti. Incluso mi mamá es solo un daño colateral de tus decisiones, todo lo que hizo fue seguirte cuando se dio cuenta que nadie podría detenerte. Siento muchísimo todo por lo que tuvo que pasar Bucky, de verdad lo siento, y sé que va a encontrar la paz que necesita y me alegra muchísimo más que no sea contigo. Toda tu vida solo se ha revuelto alrededor de él, y quizás mi mamá te quiere tanto que es incapaz de darse cuenta que nunca será tu prioridad, pero ahora yo lo entiendo. En serio lo hago.

» Todo lo que hicimos fue mantenerte el corazón caliente hasta que encontraras a Bucky de nuevo. Ambos actuaron a sabiendas de lo que se desencadenaría y aún lo hicieron. No me pidan perdón ni me digan lo mucho que lo lamentan cuando yo fui la última cosa en la que ambos pensaron mientras todo sucedía. Voy a estar bien porque al menos unas personas sí se están preocupando por mi bienestar, así que no tienen que ponerme en sus consideraciones. Ninguno de los dos.

» Quizás estoy siendo muy dura —me encogí de hombros—, pero es justo como me siento ahora. No tenías la razón, Steve, por mucho que te cueste admitirlo. Ninguno la tenía. Solo espero que Victoria no se arrepienta de las decisiones que tomó y que tú, Steve Rogers, no la hagas más miserable de lo que ya es. Porque si de verdad se te pasa por la cabeza que ella se encuentra bien, entonces la conoces menos de lo que crees.

La mano de Victoria voló hasta su boca y entonces, por segunda vez en mi vida, la vi llorar.

Eché los hombros hacia atrás cuando Steve ladeó la cabeza.

—Lo siento, hi...

—No soy tu hija. De hecho, no tengo padre. Nunca lo tuve —murmuré. Se me cristalizaron los ojos y tuve que sorber por la nariz cuando el sollozo ahogado de Victoria inundó mis oídos.

Me debatí mentalmente por un largo minuto, pero al final terminé perdiendo la batalla. Me tembló el labio inferior cuando abrí los brazos y dejé que la castaña me apegara a su pecho. Casi era capaz de sentir el dolor lacerante que ella sentía, de verdad.

—Voy a estar bien, mamá —le aseguré, con la mejilla pegada a su hombro. Ella se estremeció.

—Nunca me voy a perdonar lo que te estoy haciendo —dejó caer con pesar en la voz—. Jamás debí haber tomado la llamada de Fury hace cuatro años. Jamás, jamás. Lo siento.

La llamada de Fury hace cuatro años, cuando le avisaron que habían encontrado los restos del avión de Steve en la Antártida. Oh, Dios...

Me separé de ella y le limpié los lagrimones con mis dedos.

—No te arrepientas de eso. Has salvado muchas vidas, mamá. Sé que no querías hacerme daño. Voy a estar bien, te lo prometo —musité, y después apreté los labios.

Victoria me dedicó una mirada de ojos agonizantes.

—Ya me tengo que ir —empecé a separarme un poco de ella, y mis ojos se encontraron con los del rubio. Me quedé estática, pero mi instinto me dijo que retrocediera.

Hace tres meses era incapaz de concebir mi vida sin la presencia de Steve Rogers. Ahora apenas soportaba sostenerle la mirada. El enfado y la decepción se mezclaban de manera muy profunda en mi corazón, imposibilitándome cambiar de postura.

El rubio apretó los labios, contrariado, y sus facciones se contrajeron.

—Si quieres que vuelva, si necesitas algo, lo que sea, dímelo. Aquí estaré —me prometió.

Tragué saliva.

—Adiós a ambos. Tengan cuidado —murmuré, dándome la vuelta para regresar al auto.

No me molesté en dedicarle una mirada a Harper o a Beverly. Me lancé en el interior del auto y cuando mi cabeza se encontró con la ventanilla, ya no fui capaz de retener el llanto.




N U E V A Y O R K
Stark Residence
1:23 a.m.

Inauguré mi nueva habitación con los perfectos condimentos de tristeza: tirada sobre la alfombra, con las lágrimas nublándome la vista y una borrosa fotografía en el piso. Bueno, en realidad estaba borrosa porque detallar se me había vuelto imposible después del tercer sollozo. Todo lo que deseaba era que el día llegara a su fin, y que con el se llevara todo esto. La peor y más larga noche de mi vida, sin duda alguna.

Agradecí mentalmente que todos se hubieran mantenido alejados de mi habitación, aunque estaba segura de que lo habían hecho porque nadie sabía realmente qué hacer o qué decir. Eso, y que cada uno tenía una pena distinta que morar. Tal vez yo no era la que sufría más, pero esa realización no disminuía el dolor. Quería hacerme lo suficientemente pequeña como para desaparecer y así no tener que lidiar con nada de esto otra vez.

Me aterrorizaba la posibilidad de experimentar otra visión, y ese fue el motivo principal por el que conciliar el sueño se volvió un deporte extremo para mí. El pánico estaba avivado en mi pecho, y casi no me dejaba respirar. Con solo eso había conseguido causar mucho daño, aunque realmente no era mi culpa. La promesa de que todo estaría bien de Althea ahora me parecía un chiste. Pero, quizás, yo solo sentía demasiado. Tal vez esto ni siquiera era tan grande para el luto que le guardaba...

Pero así era yo, ¿no? Un manojo de desastres, la personificación del desnivel emocional y también la persona más inútil del planeta tierra. Por supuesto que me iba a ahogar en un vaso de agua. Solo no estaba segura de que realmente fuera un vaso, porque me sentía en medio del Océano Pacífico. Lloriqueé un poco más, hasta que eso me frustró y acabé rompiendo la foto a la mitad. La grieta se abrió específicamente en medio de las caras de Steve y Victoria.

La gente decía que el tiempo lo curaba todo, ¿no? Ahogué un suspiro.

Se escuchó un golpe en la ventana. Confundida y desorientada, me puse de pie y avancé descalza hasta el ostentoso ventanal. Corrí las cortinas de color negro y di un respingo en mi lugar de la impresión.

—Hola —saludé con la voz ronca, quitando el seguro y empezando a abrirlas.

—H-H-Hola —Peter Parker, usando su nuevo traje de Spider-Man, se estremeció del otro lado—. Estaba en el vecindario y pensé que...

—¿Estabas en el norte de Nueva York a la una de la mañana?

Se sacó la máscara cuando aterrizó en el interior de la habitación.

—Es que vine temprano y la bonita, digo Harper, me dijo que no estabas. Yo solo quería saber si estabas bien, por todo lo que sucedió con tus papás y... —suspiró—. Por favor dime que no te estoy acosando o haciéndote sentir incómoda. No pude quedarme quieto. Han pasado dos semanas e intuí que la estabas pasando mal. Tú has sido muy amable conmigo, solo quería devolverte el favor.

Los ojos se me anegaron de lágrimas nuevamente, pero una sonrisa tironeó en mis labios hasta que mis duras facciones se rindieron ante ella.

Peter abrió los ojos de sopetón.

—Oh, ¿te hice llorar? ¡Lo siento, lo siento!

Negué con la cabeza y estiré una mano para tocarle la mejilla, haciéndolo estremecer. Al hacerlo, el olor a lavanda inundó mis fosas nasales y las luces blancas cegaron mis ojos cristalinos. Eso se sintió bien.

—¿Estabas preocupado por mí? —le pregunté sin aliento.

Peter relajó la postura.

—Tus papás estaban en bandos separados y luego tu mamá traicionó al señor Stark. Son fugitivos... Lo siento mucho, Vera. Quería ver si necesitabas algo.

—No, estoy bien —le aseguré, pasando un mechón de cabello castaño detrás de su oreja—. O al menos sé que lo voy a estar.

Me sonrió levemente.

—Eso está mucho mejor.

—Bueno, solo tengo una cosa rara con la que lidiar —admití, echándome hacia atrás.

—Si quieres hablar... —alargó cuidadosamente. Entonces, estiró la mano hacia adelante y me la extendió de manera sugestiva—. Ya sabes. Nos protegemos los secretos entre nosotros.

Sus ojos castaños me dedicaron la mirada más honesta que jamás vi en mi vida, y eso ocasionó que mi corazón revoloteara inquieto dentro de mi pecho. Y cuando su mano se desvió, y la usó para sacarme las lágrimas, fue cuando todo cambió.

En un de los peores momentos de mi vida vi por primera vez a alguien que luego se convertiría en mi columna. No tenía ni idea en ese momento de lo que sucedería después, y estoy segura de que ustedes tampoco se lo imaginan.

Déjenme decirles que mi vida nunca fue normal, y estaba bastante acostumbrada a lo extraño, pero cuando Peter Parker se abrió paso en mi vida, ahí fue donde la intensidad comenzó. Este es sólo el principio de toda la historia que viene junto con aquel día. El principio de los tiempos más locos y más emocionantes de todos. Mi vida empezó a revolverse alrededor Steve y Victoria, es cierto, pero no fueron ellos los que le dieron forma a mi camino. Sepan algo desde ahora: la Vera de Peter es mucho mejor persona que la Vera de los Rogers Clare, y eso es algo que con el tiempo comprenderán.

Peter aún tenía sus dedos contra mi rostro cuando atrapé su mano enfundada en el traje con la mía desnuda. Esbocé una pequeña sonrisa.

—Nos protegemos los secretos entre nosotros —reiteré.

Así sería... por mucho tiempo. 




NOTA ORIGINAL, 2018
***

N/A: por problemas personales se me retrasó la #SemanaMoondust y nos quedó un día pendiente uwu

Pero al fin pude subir el final de la primera parte yayyyy🥳🥳🥳🥳

Oficialmente, el acto uno de Moondust ha llegado a su fin mis amores bonitos 🤘🏻 espero de todo corazón que lo hayan disfrutado, pero les advierto que el segundo estará mucho mejor. Este solo ha sido una base para lo que se viene, pues el segundo estará mucho más emocionante y más largo que este👀🙋🏼‍♀️ además de que tendrá mucho más #Pera y más #Laura uwu

Cuéntenme, ¿cuál ha sido su momento favorito del acto uno?

Pues la verdad a mí ya se me hizo costumbre llorar con mis hijas así que no es sorpresa que haya andado moqueando con Victoria en la despedida e.e

Tal vez Vera ha sido muy dura con Steve, tal vez no, a ver cómo se recupere esa relación...

¡En fin! No tengo palabras para agradecerles el enorme apoyo que le han brindado a Moondust. Ver sus comentarios es mi parte favorita de subir capítulos, es lo que alegra mi experiencia y la manera en la que puedo conectar con todos ustedes 💥 no saben todo lo que significa para mí

Terminamos uno pero también comenzamos otro que estará más emocionante 👀 no saben todo lo que está por venir

¡Spider-Man: Homecoming, allá vamos! ¿Listos para ir conmigo? 🔥

Peters virtuales para todas 🖤


Ashly se despide xx
















VERA AND SPIDER-MAN WILL RETURN

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