09 ━━━ Wake me up.
CAPÍTULO NUEVE
despiértenme
Norman Cousins dijo una vez: "La muerte no es la mayor pérdida de la vida. La mayor pérdida de la vida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos." Y quizás las personas le tienen miedo a la muerte porque saben que es un final inminente.
¿Algo acerca de la vida? No tienes que estar muerto para que algo llegue a su final. Peor aún: cuando mueres, eso es todo. Dejas de estar por completo. ¿Pero morir mientras aún sigues con vida? Eso, definitivamente, es peor. Pero, de nuevo, todos los días algo muere. Mueren nuestras ganas de seguir intentando, mueren sentimientos que en algún momento estuvieron llenos de vida, ¿y por qué no? También muere la creencia ciega que tenías en alguien.
Nada es más doloroso que una decepción.
M A N H A T T A N
Rogers Clare Residence
21:45 p.m.
—... Once wakandianos murieron durante el enfrentamiento de los Vengadores contra Mercenarios en Lagos, Nigeria, el mes pasado. Los antes aislados wakandianos estaban en una misión de divulgación en Lagos cuando el ataque ocurrió. El mismo día del suceso, en la ciudad de Nueva York, la explosión de una guardería causada por otro enfrentamiento de parte del lado restante del grupo de superhéroes dejó devastado a parte de la población de la ciudad. Ellos están operando fuera y por encima del derecho internacional, esa es la realidad y nosotros no estamos respondiendo a eso. ¿Qué autoridad legal tiene un ser mejorado como Wanda Maximoff para operar en Nigeria? ¿Y ante quién responde una personalidad como Beverly Blackwell después de la explosión en Nueva York? Si no actuamos ahora, luego será demasiado tarde.
Miré fijamente la pantalla del televisor. Las imágenes empezaron a cambiar progresivamente, mientras que en una esquina aún estaba a la vista la reportera que estaba dando el informe del día. Un segundo más tarde añadieron a un señor de gafas rojas, que sacó una abultada carpeta negra y empezó a mostrar una serie de estadísticas globales. Con suma rapidez, a esos dos reporteros se le añadieron dos más y lo que comenzó como una simple noticia se transformó en un debate acalorado entre ellos. Cuando las pruebas de las explosiones en Nigeria y Nueva York cesaron, dieron el pase a un nuevo video. Leí el título de la noticia.
REY T'CHAKA DE WAKANDA
EXIGE RESPONSABILIDAD DE PARTE DE LOS VENGADORES
—... Una victoria a costa de los inocentes no es victoria en absoluto.
Cambié el canal y la programación cayó directamente en Los Simpsons.
En primer lugar, ni siquiera debería estar viendo las noticias, pero de verdad no podía evitarlo. Comenzaba a preguntarme que, si alguien supiera de que yo lo había visto primero, ¿también resultaría tachada como responsable? Si alguna vez se me ocurría abrir la boca y decirle a alguien fuera de mi familia lo que había estado haciendo, ¿yo también me convertiría en un daño colateral? ¿Eso significaba que estaría obligada a prevenir, detener y alertar este tipo de situaciones siempre? ¿Y la responsabilidad caería en mí cuando las cosas no salieran bien? Automáticamente me encogí mucho más en medio de los almohadones.
La respuesta tenía que ser afirmativa, y por eso me había enfrascado en estas cuatro paredes las últimas semanas. No quería salir de aquí, no quería ir a Barcliff, pero tampoco quería hablar con ellos. No los soportaba. Steve y Victoria se habían ganado toda mi dosis de taciturnidad —incluso aunque no sabían la razón—, pero de verdad estaba molesta con ellos. Muchísimo, y no se me iba a pasar en un buen tiempo. Así que si bien eran los afortunados ganadores de mi ley del hielo, seguían intentando romper las paredes que me esforcé en crear a mi alrededor. Claro está que, después de un tiempo, empezaron a preguntarse si no tenía que ver con alguna de mis visiona —que evidentemente era así.
Ellos ya sabían que yo lo había previsto. Sabían de los vistazos, de los dolores de cabeza, del olor a lavanda y la luz blanquecina que desprendían algunas personas, así como también del hedor a sangre que había experimentado una vez. Bueno, tampoco es como si hubiera tenido opción de ocultarlo más tras lo sucedido esa noche en la cocina de la casa de Lauren Wells. Cuando regresaron y se dieron cuenta que era un manojo de histeria chorreando sangre y con cristales incrustados en mis manos, no pude hacer mucho más que empezar a contarles todo. Y bueno, ahora la familia Wells, Logan y Peter Parker creían que yo sufría de ataques de histeria y que por eso me había desplomado esa noche. Fantástico.
Claro que, Steve y Victoria sabían que yo podía ver, más no les había dicho qué había visto en realidad. Eso no lo podía decir.
Miré el reloj en la pared. Bueno, ya se habían enterado por causas naturales. Si la vista no me fallaba —y dudaba mucho que lo hiciera—, la noticia del fallecimiento de Peggy Carter debió haber llegado a sus manos al mismo tiempo que el debate acerca de los Acuerdos de Sokovia llegaba a su fin, hace unas cuatro horas, aproximadamente.
Es que ya ven que la vida es un asco. Después del incidente en la casa de los Wells, deseé con todo mi corazón que esa fuera la última vez que experimentaba algo así, pero por supuesto que no sucedió como yo lo quería. Ni de cerca. Lo que pasó fue que, de la manera más difícil, tuve que aprender a vivir con eso. Me acostumbré a ver cosas, a sentir otras más, y supongo que, en algún momento, hice las paces con ese hecho. Tampoco era como que si hubiera visto algo tan trascendental como lo fueron las primeras visiones —porque eso no había pasado en absoluto. Ahora, las visiones se comportaban de manera más moderada. Su función se había limitado a informarme de cosas triviales y sinsentido, pero claro, veía cosas... Muchas cosas.
Veía y veía, pero no soltaba palabra alguna. Me encerré en una burbuja y me desconecté de lo que sucedía a mi alrededor. En mi cabeza, las visiones no podían herir a nadie más que a mí. Y eso estaba bien, yo podía tolerar eso... e incluso si no podía tenía que hacerlo.
Apreté los labios sin dejar de mirar el reloj. La aguja cambió del nueve al diez. En treinta y siete segundos Victoria atravesaría la puerta de la sala y, entonces, la maldita pelea empezaría.
El portazo resonó justo a tiempo. Me levanté de la cama. Aparentemente, la conversación tenía rato de haber empezado; por eso lo primero que escuché cuando entraron a la casa fue la voz amarga de Steve. Bastaba con oírlo para saber que estaba enfadado.
—Todos los gobiernos tienen motivaciones personales que cambian. Su interés principal es mantener su poder y legitimidad frente a todo el mundo. Si firmamos esos acuerdos estaríamos aceptando que ellos nos manejen a su antojo, al igual que manejan todo lo demás.
—Incluso nosotros debemos aceptar limitaciones —repuso Victoria en tono beligerante—. ¿Cómo esperas que el mundo confíe en nosotros si a la primera de cambio les damos la espalda?
El rubio bufó.
—No les estamos dando la espalda, estamos protegiendo nuestra autonomía —le contestó con la voz filosa—. Esa autonomía es precisamente la razón por la que hemos podido ayudarlos en el pasado. Ahora déjame ponértelo de esta manera: el mundo está en llamas y Vera arde con el, ¿esperarás a que la Junta de las Naciones Unidas te dé una carta de aprobación? ¿O vas a saltar directamente a la batalla?
Se hizo el silencio por un minuto. Ya me imaginaba la cara que traía Victoria en ese momento.
—Esta es la única manera que tenemos de permanecer juntos —acabó murmurando. Ignoró por completo el punto anterior, así que asumí que había sido demasiado para ella—. Cometimos muchos errores, Steve. Personas inocentes murieron cuando era nuestro deber mantenerlos a salvo...
—Lo que pasó con Wanda...
—Lo que pasó con Wanda fue tanto tu culpa como la de ella, y la de todos —bramó Victoria—. Hasta este día aún no has sido capaz de aprender a controlar tus emociones en el campo de batalla. Conocías a Rumlow, debiste haber notado esa bomba mucho antes de que ella tuviera que encargarse de eso, pero no lo hiciste. No me des el discurso moral y no me hables como si fueras la encarnación de lo correcto cuando también has cometido errores.
Steve se calló momentáneamente.
—A diferencia de ti, Victoria, no todo el equipo fue criado para no sentir nada en absoluto.
—Tal vez. Pero al menos yo sí soy consciente de las consecuencias de todos nuestros actos.
—¿Y crees que yo no? —Steve dejó escapar un sonido de exasperación—. Lo que ellos quieren es transferir nuestra culpa a través de todos estos papeles. Podemos ser responsables de los hechos sin tener que someternos a la aprobación mundial, y tú, más que nadie, deberías saber que esa no es una buena opción a considerar. ¿Cuántas veces hemos visto a los altos mandos caer, voltearse en contra de lo que estamos luchando e incluso tratando de condenar? Tú has luchado a mi lado por años, Victoria. Desde que todo lo que quería hacer era servir y obedecer.
Oí a mamá suspirar.
—Si no firmamos esos papeles, las cosas se pondrán peor para todos. No quiero poner a mi hija en una posición en la que no se sienta segura.
—Lidiaremos con eso —le prometió él—. Pero, por favor, quédate de mi lado.
Me dieron unas ganas tremendas de darle un puñetazo a la pared en ese momento. Habían atravesado por problemas mortales en un lapso de casi setenta años, ¿y ahora unos papeles... Ahogué una maldición y me llevé las manos hasta la cabeza. Tuve que empezar a contar mis respiraciones, del uno al cien, o me iba a dar un ataque de histeria en verdad. Ya sabes qué va a pasar, no tienes por qué sorprenderte como si fuera algo nuevo, me dije a mí misma. Quise gritar, pero no tenía tiempo para hacer esas cosas.
Me moví hasta el clóset, abrí la puerta de un tirón y empecé a echar una buena cantidad de ropa sobre la cama. La puerta de mi habitación se abrió en ese momento.
Steve asomó la cabeza con cuidado.
—Vera...
—Ya lo sé. Estaré lista en diez minutos.
C H E L S E A, L O N D R E S
Liverpool Hotel
14:12 p.m.
Cuando yo solo era una niña, Peggy Carter ya era una persona mayor. Recordaba que mamá solía visitarla cada cierto tiempo, hablaban mucho y ella lo disfrutaba bastante. Conforme pasaron los años, las visitas disminuyeron y ella envejeció mucho más. Mamá nunca me lo dijo, pero yo sabía que la razón principal por la que empezó a prescindir de ir a ver a Peggy era porque le dolía, como todo lo había hecho con el paso del tiempo. A Victoria le dolía ver cómo se iban, poco a poco, las personas a las que habían conocido durante años. Eso la mortificaba, la ponía muy mal, así que tuvo que empezar a alejarse. Siempre me pregunté si esa era la razón por la que se llevaba terriblemente mal con Althea. ¿Acaso Victoria aborrecía tanto lo que era que ni siquiera podía soportar a la persona que le dio la vida? ¿O lo que más le molestaba era el paso del tiempo? Porque no había que ser un adivino para saber que ella no quería vivir miles de años; ella solo quería vivir. Pero en lugar de eso, estaba condenada a mirar cómo todos se iban... menos ella.
También tenía recuerdos de Peggy en mi memoria, pero estos eran muy difusos. Habían fotos de ella sosteniéndome de bebé, y alcanzaba unas cuantas conversaciones, pero nada más. Lo que yo pudiera sentir no se comparaba a cómo se sentían Steve y Victoria en ese momento, porque ellos la estaban pasando realmente mal.
Y, en realidad, yo vi esto venir con un mes de anticipación. Había hecho las paces con su muerte hace rato. El pecho me ardió. No quería que este día llegara a su fin, porque cuando eso ocurriera...
Para distraer mi mente un poco, me pregunté cómo estarían las cosas en Barcliff. Había visto en las redes sociales que Lauren y Logan habían obtenido los protagónicos en la obra de fin de semestre, y que además el baile de primavera había sido un rotundo éxito. Como empecé a hacer todo desde casa, me perdí de todas esas cosas, pero supuse que era lo mejor. No tenía ánimos de sufrir alguna visión espantosa en medio de las clases de matemáticas. También me hubiera gustado saber qué había sido de Peter Parker, pues mi información de él era completamente nula. Asumí que se encontraba bien y exhalé.
Estaba cavilando sobre mi plato de comida, así que levanté la cabeza. Fruncí el ceño hacia el elevador.
—Si sabes que a ella le gusta, ¿verdad? —le pregunté a Victoria, arrastrando las palabras sin ánimo alguno.
La castaña sacó los ojos de su celular y me contempló con las cejas alzadas. Luego, se fijó en lo que yo señalé con mi cabeza y negó lentamente. Steve y la rubia de nombre Sharon se sonreían encantadoramente del otro lado del vestíbulo.
—¿A qué dios debo pagarle ahora que decidiste hablarme?
—Pues si tanto te molesta, me callo de nuevo y ya.
Vi cómo se le crispaba el rostro.
—Ya está bueno, Vera —me siseó con enfado—. Estoy llegando a un límite en el que no pienso seguir aguantando tu actitud cínica. No sé qué demonios se te metió en la cabeza pero no planeo seguir tolerándolo. No te he hecho absolutamente nada para que me trates así.
—Sí, claro, al menos no aún —mascullé entre dientes.
Me quejaba de que la vida era un asco, pero yo también lo era. Un asco total. Me sentía terrible de comportarme de esa manera pero, por algún motivo, no podía evitarlo. Era como si el enojo se apoderara de los controles de mi cerebro y empezara a reproducir en repetición las imágenes de aquél horrendo vistazo que consiguió resquebrajarme esa noche en casa de Lauren. Mientras más lo recordaba, más me molestaba con Victoria y Steve. Tuve que empezar a considerar la posibilidad de que las visiones me dominaran a mí y yo no a ellas, pues no hallaba una respuesta coherente al respecto.
Me sentía muy enojada con todo y con todos. Qué desastre.
Tragué saliva y traté de hacer un esfuerzo.
—Lo siento —murmuré, pero igual sonó un poco inexpresiva. Ella no me contestó, se puso de pie y caminó lejos de la mesa, haciendo resonar sus zapatos de tacón en el trayecto.
Lo estás haciendo genial, Vera, me felicité de forma sarcástica.
No había dicho palabra alguna durante todo el funeral, siquiera me había limitado a asentir y saludar cuando era necesario, pero hasta ahí. Sam Wilson me había hecho unas preguntas y lo ignoré magistralmente. Natasha había ido para apoyar a Steve y a Victoria y pasé de ella como si fuera una hoja en el suelo. Y ahora que habíamos llegado al hotel, mi humor tampoco había mejorado nada.
De pronto me dieron ganas de ponerme a llorar y se me empaparon los ojos.
—¿Me puedo sentar?
Steve puso los dedos sobre el espaldar de la silla junto a mí y me observó a la espera. Yo sorbí por la nariz.
—¿No estabas muy ocupado con la rubia en el elevador?
—Respuesta equivocada —contestó, corriendo la silla para sentarse a mi lado—. Acabo de ver a tu mamá subir a la habitación.
Hice una mueca desganada.
—No quiero hablar de eso —musité.
—Sé que no te sientes bien, Vera. Sé que no te has sentido bien desde que regresamos de Nigeria, pero este día es sumamente difícil para ella y lo que más necesita es saber que estás a su lado y no en su contra —me dijo mientras evaluaba mi reacción ante sus palabras—. Victoria ha sido muy paciente contigo durante estas semanas, pero la manera en la que la has tratado... Nunca habías hecho una cosa así. Más que molesta, ella está asustada, Vera. Puede entender mejor que nadie lo que estás pasando con todo el asunto de las visiones, pero si no hablas, ni ella ni yo podemos ayudarte. Estás enojada con ambos por algo, pero no sabemos qué es.
Pestañeé.
—Solo hablas por ella, pero a ti también te he tratado mal.
—Me importa mucho más cómo se siente ella y cómo te sientes tú —respondió en voz baja.
La sangre me abandonó el rostro y el corazón me empezó a repicar con muchísima fuerza contra las costillas. Sabía que estaba siendo muy injusta con ambos, pero simplemente no podía sacarme aquello de la cabeza. Los lagrimones se me acumularon en los bordes de los ojos y tuve que morderme el labio inferior con fuerza y agachar la cabeza para no echarme a llorar.
Conocer el final solo me hacía sentir peor. Estaba derramando todas las lágrimas y estaba sacando todo el enojo antes de que llegara ese momento porque, cuando sucediera, no quería resquebrajarme. No podía.
—Si no hablamos de las cosas que nos agobian... —empezó de nuevo, examinando mi expresión perturbada—. Jamás podremos lidiar con ellas. Si no me dices...
Respiré hondo.
—No me quiero quedar sola. No quiero que te vayas, no quiero que ella se vaya. No quiero perder mi casa. No quiero ver a mi mamá llorar. No quiero verte... No quiero que Tony... Yo solo no...
Se me nubló la vista y se me atotaron las palabras en el fondo de la garganta, pero no fue sino hasta unos minutos después que me percaté que eso había ocurrido porque estaba llorando. Me llevé ambas manos al rostro y ahogué el sollozo justo a tiempo, porque estaba a punto de salir. Las imágenes empezaron a revolverse en mi cabeza y me dejaron hecha polvo.
Lo próximo que sentí fue sus brazos rodearme con fuerza. Movida por el devastador hueco de mi corazón y por la velocidad de las imágenes en mi cabeza, dejé escapar un alarido bastante alarmante.
Entonces vino de nuevo, y solo me dieron más ganas de llorar. Quince segundos antes de que sea demasiado tarde.
—¿Steve? ¡Steve! —exclamó la voz de Sam en la distancia—. Hombre, lo siento, probablemente no sea el mejor momento, pero tienes que buscar a Victoria. Tienen que subir a ver lo que están pasando en las noticias.
Saqué la cabeza de su pecho y lo miré horrorizada. Los ojos de Steve fueron de Sam hasta a mí y finalmente miró el elevador.
—Por favor, no lo hagas —le pedí con la voz quebrada. El rubio se me quedó viendo sin saber qué decirme.
No era necesario. Era obvio que lo iba a hacer de todas maneras, yo solo estaba tratando de retrasar más lo inevitable.
B E R L I N, A L E M A N I A
Land Berlin Village
10:35 a.m.
—Bucky Barnes es más importante para él que nosotras dos combinadas, ¿verdad?
Mi mamá no supo qué responderme. Se veía tan cansada, tan adolorida... todo lo que pudo hacer fue detener sus movimientos alrededor de la pequeña habitación y sentarse en el borde de la cama en la que yo estaba tirada.
Tony tenía una inmensa propiedad en Alemania, y esta había resultado siendo el punto de encuentro de los Vengadores que no estaban involucrados en la persecución de Bucarest.
Porque habían volado las Naciones Unidas, y la persona que lo había hecho resultaba ser nada más y nada menos que el amigo de la infancia del hombre al que yo usualmente le decía padre. Pero claro que eso yo ya lo sabía, así como también sabía que Steve Rogers iría contra cielo, tierra e infierno por él, sin importarle que le hubiera pedido que no lo hiciera. Sabía que Sam también se involucraría, y que como los Acuerdos estaban vigentes, todo esto sería un desastre. Por eso estábamos en Alemania, porque los habían atrapado y estaban por ser procesados. Fuera de esta habitación también estaba Tony, Natasha y Beverly, y junto con Victoria partirían a la Unidad de Fuerzas Especiales para ver qué sería del Capitán América y Falcon.
—Es diferente —contestó en voz demasiado baja.
—Es la verdad —refuté sin emoción alguna—. Pero, da igual, ¿no? Siempre fuimos tú y yo. Desde el principio.
Me di cuenta de que mi voz sonaba realmente apagada, y estuve segura de que ella también lo notó. Se inclinó sobre la cama y se recostó a mi lado, cubriéndome con su brazo, apegándome a su pecho y besándome la cabeza. No sabía cuánto necesitaba eso hasta que lo hizo y sentí que me rompía en pedazos, uno a uno, cayendo hacia un vacío.
—Perdón —cerré los ojos—. No he sido justa contigo. Todo lo que hice fue pensar en mí misma y no me detuve a considerar cómo te sentaba todo esto a ti, mamá. Perdóname.
—Está bien, calabaza. Todo va a estar bien...
Negué con la cabeza.
—No lo va a estar.
Por primera vez, ella no me discrepó ese hecho. No contradijo mi respuesta ni alegó algo más al respecto. Se quedó en silencio, como si estuviera exhausta —que probablemente era así—, y se limitó a abrazarme con más fuerza. Y en ese momento, mientras que mi madre me sostenía y en Berlín comenzó a llover, me di cuenta de algo.
Era el miedo el que me hacía sentir enojada, pero ahora que se estaba cumpliendo al pie de la letra lo que había visto, lo que más me pesaba era una profunda decepción. Me caló los huesos con saña y reventó mucho más los bordes de mi corazón, haciéndolo doler. No podía hacer nada para evitar este final... Era eso, ¿verdad? Tenía que aferrarme a él porque no había nada más, también tendría que aprender a vivir con eso. No había nadie que pudiera decirme que estaba equivocada, o que lo resolveríamos, porque ya habían echado las cartas al aire. Todos habían tomado sus decisiones y el destino acabó por escribirse. La realización de ese hecho casi me come viva.
—Tienes que irte —susurré con voz monocorde—. Cuarenta y cinco minutos —recité.
Mamá presionó sus dedos contra mi brazo.
—Voy a volver —me prometió.
—Lo sé.
La sentí besarme la cabeza otra vez, y después la vi abandonar la habitación. Recorrí cansinamente y con gesto sombrío la habitación. Empezó a llover a cántaros en ese momento, por inoportuno que pudiera parecer. Me acomodé más sobre la cama y le eché un vistazo al techo. Lo que ocurría a continuación era el punto clave de todo este desastre, y yo ya sabía cómo iba a funcionar. Sabía cómo se moverían, cómo actuarían, qué pasaría...
Qué pasaría, repetí en mi cabeza. Una idea descabellada me cruzó la mente al mismo tiempo. ¿Qué pasaría si alteras una situación que ya tiene final? Si tomas la probabilidad inminente entre tus manos y decides torcerla un poco para tu beneficio propio. ¿Estaba eso prohibido? ¿Se suponía que no debía hacer eso? Nadie me había entregado un manual de «Cómo emplear correctamente tus visiones del futuro», así que no lo sabía. Intentarlo era arriesgado. Había visto en un montón de películas y series cómo alterar el futuro traía consecuencias fatales para los involucrados.
Aunque tampoco podía basar mi vida en guiones de Hollywood. Suspiré. Ojalá pudiera alguien venir a despertarme de todo este mal sueño.
Sentí un pinchazo en la cabeza y parpadeé cuando una nueva visión irrumpió en mis pensamientos. Esta era borrosa, como si se tratara de una televisión en mala sintonía, por lo que me dolió de solo tratar de enfocar más la imagen. ¿Acaso eso era una...
—Ay, no —me senté de sopetón sobre la cama y jadeé—. No fue él. No fue Bucky Barnes.
NOTA ORIGINAL, 2018
***
N/A: ya se nos rompió una familia uwu
Aaaaa pinche storia me cae muy mal en CW 🙄
Día cinco de la #SemanaMoondust y oficialmente estamos a solo dos capítulos del final del acto uno ksksks los dos últimos son más intensos que los nueve primeros combinados uwu meper 🍩????
Vera está enojada y ya verán la razón 👀 aunque si ya leyeron Sapphire ya saben🥳
Also, no hubo Pera, ni Laura, ni Vogan ni nada en este capítulo 🥺 pero eso se recompensa lueguito
Me voy a ir porque esto ya quedó sad uwu
Nos leemos mañana mis corazones de melonesssssss 🤘🏻🤘🏻🤘🏻🤘🏻
Peters virtuales para todas 🖤
Ashly se despide xx
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top