Capítulo XXIII
Decir que los momentos con Yuuri eran los mejores, eran poca cosa para lo que Viktor sentía cuando estaban juntos. Desde que Yuuri no tenía obligaciones en el estudio de danza, el tiempo que invertía visitándolo, lo pasaba con él. Descubrió más cosas de las que sabía de Yuuri.
Ambos salieron en la mañana después de salir del departamento de Yuuri. Él usaba el abrigo azul que le regaló por su cumpleaños, con su cabello cubierto con un gorrito. Su bailarín sonreía mucho, realmente se veía feliz por compartir su tiempo con él. Aquellos ojos achocolatados tenían esos destellos de alegría que terminaba por contagiarse.
Comenzó invitándolo a todos los lugares que se le ocurrían. Desde el restaurante al cual no había ido en años, por su falta de interés; hasta cualquier otra cosa que deseara hacer con el japonés.
En un par de ocasiones fue Viktor pasó la noche en la habitación de Yuuri, mientras que en otras, el japonés pasaba en su departamento. De alguna manera, verlo caminar por aquel que desde hace años era su hogar, le resultaba cómodo. Era como los espacios silenciosos ya vacíos del lugar hubieran esperado a ser ocupados por la presencia del bailarín.
En uno de sus paseos por la ciudad, mientras hablaban, asaron por un camino de blanco. La nieve cubría la mayor parte de la calle y se encontraba sobre el follaje invernal.
Al pasar cerca de uno una pequeña porción de nieve cayó sobre el hombro y cabeza de Yuuri. Soltó una risa cuando un poco cayó en la punta de la nariz y se limpió con rapidez, exclamando por lo bajó por lo fría que estaba. Con cuidado, se aproximó a él, limpiando los restos de su cabeza y hombros.
Vio su rostro. Yuuri tenía las mejillas rojas, probablemente era una mezcla de rubor y un efecto de frío de ese día. De la misma forma, la nariz del japonés estaba ligeramente enrojecida. Posó sus manos sobre las mejillas ajenas, intentando calentar la piel unos segundos con el tacto de sus guantes.
—Hace mucho frío—dijo Viktor, sonriendo con amabilidad al chico de cabellos oscuros—. Debiste traer bufanda.
—No creí que bajaría tanto la temperatura—respondió,
Ambos siguieron con su camino después de eso, con sus manos sujetadas el camino frente a ellos que comenzaba a verse un poco más corto a cada paso que daban.
Una plaza iluminada a la cercanía tenía a las personas caminando de un lado a otro. El cielo no se encontraba enteramente despejado, sin embargo, las tonalidades anaranjadas que coloreaban el cielo, daban una hermosa visión al lugar.
Yuuri se detuvo, y por ende, Viktor. Miró al japonés, inmerso en sus pensamientos mientras observaba a detalle la calle con personas en sus asuntos. Para Viktor, no había nada interesante en una visión tan cotidiana, pero parecía que su amado bailarín veía algo que él no podía ver. Porque sus ojos parecían iluminados y sus labios se curvaban en una sonrisa sutil.
—¿Sucede algo?
—No...—respondió bajo el japonés—. Pensaba que en realidad es una bonita vista.
—Es sólo una calle...—comentó Viktor. Los dedos del japonés apretaron ligeramente. Yuuri hacía eso cuando tenía una idea fija en su mente, cuando estaba pensando en algo que iba a realizar o decir de improviso.
—Quisiera hacer algo para ti...—habló Yuuri.
—¿Y qué tienes en mente?
Recibió una sonrisa.
Llegaron al departamento de Viktor después de unos minutos, el humor de Yuuri oscilaba entre lo animado y lo pensativo. Viéndolo, Viktor podía asegurar que se estaba preparando mentalmente.
El japonés se encontraba rodeando el piano del centro de la mesa. Sus dedos acariciaban la superficie lisa, la tapa que permanecía cerrada y brillante gracias al mantenimiento que Viktor proporcionaba para mantenerlo en las mejores condiciones posibles. Sus dedos temblaban ligeramente, parecía dudar de sus acciones.
—¿Quisieras tocarlo?—preguntó.
—No estoy seguro si debería... Fuiste que tú quien dijiste que era algo familiar.
Viktor se acercó, posando su mano por encima de la contraria. Yuuri no se movió de su posición. Respiró profundo, enlazando sus dedos encima de los de Yuuri, manteniendo el agarre
—Tal vez planeo hacerte de la familia en un futuro...
El japonés volteó de repente, mirando a los ojos a Viktor. Abrió un par de veces la boca, buscando las palabras adecuadas a la confusión que se formó en su mente. No supo si las palabras tenían ese significado tan claro que el ruso había dado a entender.
—¿Qué... qué quieres decir?—preguntó, su voz sonó temblorosa. Sin embargo, Viktor únicamente sonrió, soltando una risa suave antes de moverlo. Levantó sus manos juntas y rodeó a Yuuri antes de levantar la tapa del piano para dar vista a las teclas del piano. Se sentó, guiando al bailarín para que tomara un lugar a su lado.
—Entonces... ¿tocarás algo para mí?
—Sí, pero...—murmuró—. Yo...
—No seas tímido, ya lo has hecho antes y tienes mi supervisión para seguir.
Yuuri dudó varios segundos antes de prepararse. Viktor se balanceó ligeramente hacía atrás, observando a detalle al japonés preparándose para tocar. Vio las diferencias que había de cuando él se preparaba para bailar, acomodando su cabello y retirando sus lentes del rostro. Mientras que en esa ocasión colocaba correctamente los lentes y se retiraba la chaqueta azulina para que no lo incomodara.
—Aún sigo sin ser un profesional...
—Eso lo sé—habló con cariño—, sólo quiero escucharte...
Lo vio a afirmar con la cabeza, aspirando profundo. Se preparó, mirando las teclas una y otra vez, repasando la manera en la cual había repetido la melodía decenas de veces para poder ayudar a Viktor. Sonrió levemente, observando el perfil del japonés antes de que comenzara la música.
De inmediato, se percató del principio. Aun con las notas en otro instrumento le bastó un par de segundos para saber que esa era una de las tantas melodías que compuso pensando en Yuuri. Pero él no recordaba haberle dado las partituras, tampoco que él las hubiera visto alguna vez. Fue entonces, cuando algo le pareció diferente y entendió lo que sucedía.
Las cosas entre ellos eran hermosas de esa manera. Viktor lo supo a la perfección. Se detuvo para escuchar la melodía, porque aun con las falencias o ligeros y casi imperceptibles titubeos de Yuuri, las notas que tocaba para él eran perfectas.
"Creo que el amor siempre hace eso. Las cosas imperfectas son perfectas por esa misma razón. Porque a pesar de encontrar esos leves defectos en él, lo amaba más cada día."
Cuando terminó, el japonés se mantuvo en su lugar.
—Sacaste la melodía de tu memoria...
—Después de escucharla, permaneció en mi cabeza.
Viktor sonrió antes de abrazar a Yuuri. La falta de cuidado con la fuerza provocó que ambos cayeran al suelo, y el ruso agradeció haber colocado una gruesa alfombra en el suelo bajó el piano hace meses.
Yuuri cayó encima de él, separándose de inmediato para observar con preocupación a Viktor. Él se rió cuando lo vio, volviendo a abrazar al japonés por la espalda. Se acercó, con el rostro cerca de la oreja contraria.
—En verdad te quiero, Yuuri.
Apretó ligeramente el agarré, dejándose caer sobre su espalda junto al japonés. Yuuri sonrió, manteniéndose entre los brazos de su pianista. Dio la vuelva, observando de frente al ruso.
—Yo también te quiero.
Ambos sonrieron. Viktor se acercó despacio y depositó un suave beso en los labios contrarios antes de volver a acomodar su cabeza en la superficie plana. Sin despegar su mirada de la de Yuuri, vio la sonrisa ajena y el brillo en los ojos castaños.
—¿Qué vamos a hacer esta noche?
—¿Qué quieres hacer, Viktor?—preguntó e japonés, escuchó su voz suave y amable hablarle, sentado a su lado. Soltó una sonrisa suspicaz y se sentó a su lado, posando una mano sobre la contraria, acercándose lentamente a Yuuri.
—Creo que tengo una idea...—murmuró en los labios ajenos. La tibieza de los labios cerca causó un leve cosquilleo y supo que ambos estaban sonriendo. Yuuri pasó suavemente la mano por su mejilla, pasando por sus cabellos platinos antes de terminar en otro beso.
—Los veranos en Rusia son más cálidos de lo que crees—comentó Chris, bebiendo de su bebida caliente mientras daba un vistazo a la pareja de su mejor amigo. Después de una reprimenda por parte de suizo sobre no haber conocido en persona al bailarín del cual tanto hablaba Viktor, logró convencerlo de ver al japonés al menos en una ocasión antes de que regresara a su país.
—Escuché que aun siendo verano puede ser algo frío...—contestó Yuuri. Sus ojos se trasladaban de la taza blanca entre sus manos hasta los curiosos ojos verdes de Chris.
—En todo caso, Viktor te pudiera calentar un poco, ¿no crees? —dijo con un toque de humor, guiñando con una media sonrisa. Las palabras hicieron que Yuuri sintiera su cara arder y se escondiera en el borde de la bufanda oscura que cubría una parte de su mentón.
—Chris...—advirtió Viktor, aunque en realidad llevaba una sonrisa y estaba próximo a reírse por las reacciones del japonés. Debía admitir que la timidez de Yuuri hacía su mejor amigo lo divertía. Eso debía ser alguna clase de nervios por miedo a arruinar las cosas con Chris. Sin embargo, cuando habló con el suizo esa mañana todo marchaba a la perfección.
Conocía bien al rubio, él sintió simpatía por Yuuri cuando escuchó de él. Y en el instante en el cual entraron a la cafetería y ambos se presentaron solo basto ver la expresión en sus ojos cuando dirigió su atención al ruso. Era una sentencia rápida y silenciosa. En definitiva, Yuuri le había agradado mucho.
—¿Y cuándo se van a casar?—preguntó Chris, sonriendo con una clara muestra de querer saber cuántas veces podía avergonzar a la pareja de Viktor antes de que el mismo se tuviera que marchar al tocador para lavar su rostro lleno de rubor.
Yuuri se dispuso a hablar, sin embargo, Viktor se le adelantó.
—Estábamos pensando en el próximo invierno, el blanco de la nieve le sienta muy bien a Yuuri.
—¡Viktor!
—¿Ya no te gusta la idea?—Viktor fingió estar confundido—. Podríamos cambiarle la fecha si eso quieres, cariño.
Las últimas palabras fueron repasadas con malicia por parte del ruso. Lo que Yuuri tenía planeado decir—si es que tenía planeado algo realmente—, murieron, convirtiéndose en un cortó balbuceo sin sentido. El pianista repasó nuevamente el cambió de expresiones de Yuuri. De repente parecía demasiado avergonzado. Aun así, encontró que los orbes seguían fijos en él.
—Regreso en un minuto...—murmuró. Una vez dicho eso, lo vio marcharse a pasos casi apresurados sin decir nada más. Viktor lo vio alejarse y sonrió con ternura.
—Creo que fue demasiado para él—comentó Chris.
—Claro, si comienzas a hablar de cosas como el matrimonio—respondió, dando un sorbo a la amarga bebida que tenía frente a él—. Nuestra relación, si podemos llamarla así, es demasiado nueva para esa clase de preocupaciones.
—¿Entonces me dirás que en verdad no has pensado en estar con él toda tu vida?
—Lo que haya pensado no tiene nada que ver con lo que esté sucediendo. Hace seis meses buscaba a mi inspiración, hace cinco, soñaba con él y tenía miedo de lo que sentía, hace cuatro admití mis sentimientos y pensaba que no era correspondido. Y luego, hace apenas unos días, recién supe que él estaba enamorado de mí.
Chris esperó a que terminara de hablar el músico. Lo inspeccionó a detalle, intentando encontrar algo que le dijera que era lo que tenía en mente su amigo. Entonces, con suspicacia, asintió con la cabeza y preparó las palabras en su cabeza.
—Ahora entiendo... en realidad tienes miedo de presionarlo porque él siempre fue alguien muy cambiante, ¿no?
—Yo... sólo quiero que él se sienta cómodo. De esta manera él es feliz, está tranquilo. Es alguien a quien no se le puede intentar echar toda la responsabilidad y ataduras de un momento a otro.
—Pero él lo hará....
Viktor arqueó una ceja, esperando a que su amigo continuara,
—Él te ama, Viktor. Cualquiera pudiera decirlo con solo ver la forma en la cual Yuuri te observa. La pregunta que tengo en este momento es: ¿Qué harás? ¿Sabes qué fecha es?
—Faltan tres días...—respondió el ruso, desviando la mirada. Vio que el japonés estaba de regreso, esta vez más calmado. Cuando lo vio se detuvo un segundo y le sonrió, él sólo pudo devolver el gesto con sinceridad.
Su amigo esperaba una respuesta clara, y sabiendo bien eso murmuró bajo en vista de que Yuuri estaba cerca.
—Haré lo que hice en todos estos meses, me quedaré a su lado.
Las risas sonaron en el lugar. Viktor se fijó en el grupo que estaba reunido en la mesa. En uno de sus ensayos sus amigos decidieron que si él podía traer a Yuuri a las prácticas, entonces ellos podían tomarse la misma atribución llevando a quienes les apeteciera. Los cristales azulinos observaron a las personas una por una.
Yuuri estaba a su lado, sonriendo y soltando unas suaves risas cuando Mila y Yurio comenzaron a contar anécdotas para molestarse entre ambos frente a sus amigos.
Lo único que Viktor hacía era lanzar un comentario por momentos, probando si era posible avergonzar a Yuri frente a su amigo kazajo, porque dadas las últimas semanas comprobó que la opinión del universitario influía mucho en él.
Un pensamiento voluble pasó por su cabeza, pero optó por dejar que fuera de esa manera y enfocarse en el momento.
—¡Viktor, Yuuri!—llamó Phichit. El ruso miró al tailandés, la manera en la cual sujetó el teléfono en sus manos le dio a entender que era lo que quería—. Sonrían.
Yuuri obedeció, mostrando una dulce sonrisa a la cámara. Con un amigo como Phichit era más que normal acostumbrarse a las fotos. Viktor imitó el gesto sonriendo al tiempo que escuchó un pequeño ruido que le indicó que la imagen fue capturada. Phichit la observó un segundo antes de sonreír.
—Perfectos como siempre—habló para él mismo. Sin embargo, la frase llegó a los oídos de Viktor. Le parecieron curiosas las palabras, sin embargo, prefirió dejar el tema de lado por el momento.
—¿Me dejarías verla?
—Claro. Si te gusta, puedo pasártela después—respondió extendiendo el teléfono a Viktor. Lo tomó y revisó la fotografía. Definitivamente iba a querer esa fotografía.
Esa era una de las cenas más divertidas que Viktor podía recordar. Las personas reunidas ahí le daban un ambiente divertido al lugar. El ruido que no era exactamente insoportable, sino más bien algo cálido y agradable. Viktor no siguió a Yuri y a Mila, en lugar de eso prefirió marcharse en cuanto ellos no tuvieron los ojos encima de ellos.
A la salida, se llevó a Yuuri. Viktor quería borrar el reloj en su cabeza que descontaba los minutos restantes. El saltarse una de las prácticas no era una buena idea, pero pensó que era algo perfectamente recuperable. A la mañana siguiente podía tocar un par de veces más si hacía falta. De todas formas, cada una la sabía a la perfección.
—¿Estás seguro de faltar hoy?
—Sí, no importa, quiero estar contigo hoy—respondió.
Yuuri lo miró con preocupación, sosteniendo por un momento el rostro contrario en sus manos.
—¿Sucede algo, Viktor?
—No, todo se encuentra perfectamente.
Una mueca le demostró a Viktor que el japonés no creía en sus palabras, él tenía esa clase de presentimiento cuando observaba sus ojos. Y los mechones de su platinado cabello eran ligeramente desplazados por los dedos de Yuuri, a una mejor visión.
—¿De verdad?
—Lo juro.
Vio a Yuuri arquear levemente una ceja antes de pasar los brazos por encima de los hombros contrarios, abrazando a Viktor. Él lo envolvió inmediatamente, acercando más al bailarín.
—No deberías jurar lo que no es verdad.
—Contigo todo está bien, esa es la verdad—repuso. Sus palabras eran sinceras.
—Bueno, ya que no estamos con los demás...—habló el japonés. Una expresión desconocida para Viktor se formó en el rostro de su bailarín. Sin estar seguro de que era lo que quería, únicamente se dejó guiar por Yuuri.
De alguna manera, él seguía siendo un misterio y sorpresa en varias de sus acciones. Con ese pensamiento en mente, se animó a aventurarse a lo que fuera que sucediera por la mente de Yuuri.
Llegaron puntuales al teatro. Yuuri llevaba las entradas en el bolsillo de su terno y se las entregó a la persona que estaba en la entrada. La mayor parte de las personas que fueron iban arregladas de manera elegante. Se suponía que aquel evento era algo costoso, además de que las entradas se agotaron con rapidez. Eso demostraba el prestigio de aquella academia de ballet.
Se sentaron entre las primeras filas, Viktor notó lo particularmente emocionado que se encontraba Yuuri, como alguien que se prepara para ver algo fuera de la imaginación. No pudo evitar pensar también, que era parecido a una persona esperando ver el capítulo tan esperado de una de sus series favoritas.
—¿Tanto te gusta?
—Bueno... es un evento único—respondió el chico—.Mi maestra Minako me dijo una vez que tenía que aprovechar la oportunidad si un día pasaba por Rusia. Aunque no creía realmente que un día podría asistir.
—Si lo dices así, creo que no pude haber escogido un mejor regalo.
El japonés afirmó con la cabeza, con esa tímida curva en sus labios.
—¿No has asistido a eventos así últimamente?
—En realidad no. Generalmente si termino involucrado en eventos como estos es meramente con la composición musical—respondió. Yuuri afirmó con la cabeza, mostrando que entendía a qué se refería el ruso. Después de todo, si bien él sabía de música, tampoco estaba muy inmerso en ese mundo—. Pero podría pedir unos cuantos favores y llevarte más seguido.
—¿Lo harías?—preguntó Yuuri, su voz sonaba claramente emocionada y con un toque ilusionado.
—Claro que sí—contestó.
Yuuri se mantuvo alegre, pasando un ligeramente sus dedos por una de sus mejillas y desviando su rostro.
—Tal vez llevarme todo el tiempo fuera algo vergonzoso—habló, con sus pensamientos en desorden. Yuuri miró un segundo el techo antes de dirigirse nuevamente a su pianista—. Así que voy a pensar en algo para recompensarte.
—A mí se me ocurren muchas maneras.
—¿Cómo cuáles?—preguntó con curiosidad, Viktor sonrió sin responder a la pregunta, causando más intriga en el japonés. Yuuri intentó preguntar nuevamente, pero no pudo.
Tan pronto como las luces se apagaron y las personas callaron los murmullos que resonaban el a sala, el telón de una gruesa tela rojiza dio pasó al comienzo de la obra.
Los pensamientos que habían tenido antes de la presentación pasaron a segundo plano momentáneamente. Viktor se encontró a sí mismo muy inmerso en la presentación, entendiendo el mensaje que se trasmitía sin que ninguna palabra fuera dicha. No pudo evitar encontrar algunas similitudes y diferencias entre la academia a la cual pertenecía Yuuri y la que se presentaba en ese momento.
Aun apreciando la obra en su totalidad, como músico que era, no pudo evitar enfocarse mucho en cada una de las melodías que estaban usando en el proceso. La mezcla de ambas combinaba maravillosamente y terminó por disfrutar de una interpretación bien elaborada.
Internamente, observando ladinamente a Yuuri, se preguntó a si mismo si en algún futuro iba a ver al japonés realizando nuevamente una de sus interpretaciones, o si sería posible verlo nuevamente practicando rutinas que no estaban relacionadas con una presentación.
Y una vez que la obra terminó, se escuchó la ola de aplausos. El público se levantó para dar mayor énfasis a su ovación y Viktor, de la misma manera, se levantó.
No tardaron mucho en salir, únicamente el tiempo que se demoró en salir la fila de personas con pasos perezosos. Extrañamente, Yuuri se encontraba relajado pero muy callado. Antes que tomar un auto, Viktor creyó que sería mejor caminar junto a él para que pudieran hablar. El camino estaba lleno de nieve, pero la noche no era tan fría como otras, o eso era lo que pensaba el ruso.
—¿Vendrás mañana antes de tomar tu vuelo?—preguntó, intentando tener tacto en sus palabras. Yuuri detuvo su andar de abrupto, con una expresión de culpa.
—Salgo temprano, no puedo—respondió.
—¿Qué tan temprano? Yo voy a estar ahí a las nueve de la mañana.
—Yo tengo que estar a las diez en el aeropuerto...
Viktor abrió ligeramente la boca para replicar, sin embargo, prefirió no hacerlo.
—Ya veo...
—Voy a ir.
—Pero...
—Te digo que voy a ir—cortó Yuuri antes de que el ruso siguiera hablando—. Estaré un momento y voy a darte ánimos...
—En verdad no es necesario. Si tienes algo más que hacer.
—Esto es algo que quiero hacer—respondió. El japonés hablaba ligeramente fuera de lugar, como si estuviera intentando convencerse de algo o un pensamiento en su mente no lo dejara en paz.
—¿Tan importante es?
—Tú eres importante...—habló despacio—.Quisiera escucharte tocar una vez más.
—Lo harás.
Viktor le dedicó una sonrisa a Yuuri para tranquilizarlo, él le respondió con una sutil expresión que mostraba relajación.
—Yuuri... se me acaba de ocurrir algo...
—¿Qué?
—Esta será tu última noche en San Petersburgo—comenzó a hablar ante la atenta mirada de Yuuri, quien se notaba claramente confuso, sin entender el punto de Viktor—. Quisiera que disfrutáramos de esta noche así que... Yuuri...
—¿Sí?
—¿Bailarías conmigo por última vez.
Vio una afirmativa, y en medio de la luz resplandeciente de postes de luz cercanos, pensó que estaba bien bailar. Aun con el riesgo de que alguien pasara cerca de ellos y los miraran como un par de locos, no les importó en absoluto, puesto que esa era su última noche, juntos.
Los días habían terminado, al día siguiente, Yuuri tendría que marcharse.
Hola :3
Por fin pude terminar el capítulo. La verdad no sé porque tuve un bloqueo si se supone que todo estaba armado. Pero es verdad, llevo días intentando terminar y no sé si es porque en verdad no puedo o porque tengo miedo de hacerlo...
En fin, quiero decir que faltan dos capítulos y el prólogo para terminar. Y aunque no lo iba a decir, pensé que era mejor aclarar cuanto falta para que no tomen cloro y terminen de sacar sus teorías, porque esto no se acaba hasta que se acaba u.u
Quiero disculparme por los días de ausencia, pero puse prioridad a la prueba de ingreso, ya al ver la hoja mi inspiración moría casi groseramente. Hasta el día de hoy los nervios y la ansiedad me están comiendo viva cada que pienso en cuando se van a publicar los resultados :')
Muchas gracias por leer n.n
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