Capítulo 4
Bailaba, intentando encontrar paz en los pasos. El día anterior recibió la noticia de la fecha en la cual se retirarían de Rusia para continuar con sus viajes en otros países. Por supuesto, Yuuri sabía que tenía los días contados para volver a casar.
Pensaba en Viktor y como podía cambiar su vida de un momento a otro si él no estaba cerca. Los pensamientos lo confundían y exasperaban. El ruso había cambiado su vida de una manera muy reconfortante. Lo quería cerca, pero estaba esa parte de él que se negaba a aferrarse a algo que sabía de antemano, era temporal.
¿Qué podía hacer por alguien que le dio tanto? Tal vez era tiempo de darle a Viktor aquello por lo cual había llegado a él. Después de todo, que le faltaran un par de pasos no era la gran cosa.
Creyó escuchar unos murmullos que lo sacaron de sus pensamientos. Viktor no ocultaba bien el sonido de sus pasos, por lo cual, decidió hablar antes de pasar otro instante así.
-No puedo bailar si te quedas todo el día mirando... Me pones nervioso.
Dio razones y explicaciones. Su baile después de pasar por una calle de San Petersburgo, escuchando una melodía que llamó su atención. La tarde anterior reconoció que pasó el mismo lugar en el cual se encontraba el conservatorio al cual asistía Viktor. Si lo pensaba detenidamente, Viktor tenía una manera tan particular de tocar el piano que era imposible de olvidar. Sus notas, todo aquello que componía, se notaba que era suyo.
Se volteó hacía él, extendiendo una mano como solía hacerlo cuando con sus estudiantes. Siempre buscaba una manera de hacer sentir cómodo al ruso cuando se trataba de bailar. Conocía la forma en la cual se movía y el cuerpo contrario se tensaba por la inseguridad de moverse.
-¿Podrías concederme esta pieza, Viktor?
Siempre hablaban de cosas. Se sorprendía de cuanto había crecido su confianza con Viktor. Le podía seguir el juego al ruso cuando hablaban y varias de sus palabras eran atrevidas.
-Yuuri...
-¿Qué?
-Quiero seguir bailando contigo... todo el tiempo que pueda.
Lo miró, se sentía especialmente vulnerable ese día. Sus ojos cafés buscaban en los ajenos, intentando encontrar respuestas. No entendía lo que pasaba por la mente de Viktor, y en ocasiones no pretendía entenderlo, sólo quería estar a su lado.
Algo tan sencillo como un: "Te quiero a mi lado", salió de sus labios en su idioma natal. Se recriminó en ese mismo instante por ser cobarde y no atreverse a decirlo en voz alta.
Prometió estar para las presentaciones de Viktor, algo que pensaba cumplir a cualquier costo; al menos él quería poder asistir mientras estuviera en Rusia.
"No tenía el valor para decir lo que sentía, así que quería aprovechar cada oportunidad para mirarlo y bailar. Esa era mi manera de expresarme, esa mi manera de decirle cuanto lo amaba."
Phichit realizaba clases particulares para varias personas que no tenían tiempo en los horarios de la academia. Dijo que iba a ver a diferentes personas todos los días, así que en varias ocasiones se encontraba solo.
Viktor tenía más ocupaciones en su conservatorio y extrañaba su presencia. Por lo cual, sin ninguna de las personas con las cuales pasaba más tiempo, conocía mejor a sus amigos del conservatorio. Se conocía con un par de muchachos universitarios, uno de ellos trabajaba en una tienda con artículos de fiesta perteneciente a sus padres. El otro era un joven que pasaba tiempo con Leo y tenían una buena amistad.
Con eso, conoció a Emil y Otabek. El primero era un chico alegre con el cual era fácil amistarse; el segundo era alguien más serio, pero seguía siendo alguien educado y después de unas cuantas conversaciones llegaron a ser amigos.
En ese momento se encontraba ayudando a Emil con los artículos de la tienda mientras hablaba con Leo, Emil y Otabek. No era su grupo acostumbrado de amigos, pero era agradable pasar tiempo con ellos.
-¿Y Phichit?-preguntó Emil, no estaba acostumbrado a ver a los mejores amigos separados.
-Está en dando unas clases particulares de danza-respondió-. Ya sabes, lleva un tiempo en eso.
-¿Y Viktor?-preguntó Otabek, mirando de reojo al japonés, quien mostró un pequeño cambio en su comportamiento.
-Él tiene cosas que hacer. El conservatorio lo tiene ocupado, pero encontramos momentos para hablar.
-Sospechoso-murmuró Otabek. Yuuri escuchó al kazajo, pero no entendió sus palabras. Olvidó la idea de preguntar, estaba acostumbrado a hablar con otras personas y que murmuraran algo en otro idioma.
Él, en ocasiones, hablaba para sí mismo en japonés; o también repetía las frases que hablaba en su cabeza con su idioma madre. De esa manera no olvidaba su idioma. El japonés resultaba particularmente difícil para muchas personas y a él le gustaba hablarlo.
-Estamos pensando en hacer la fiesta de navidad muy pronto-comentó Yuuri-. ¿Creen que puedan venir? Aunque creo que Sala y Michelle ya los invitaron.
-Lo mencionaron-respondió Otabek.
-Es que Michelle no es el tipo de persona que pediría algo así de frente-habló Yuuri con una sonrisa.
-Es genial que lo celebren en diciembre, ¿sabes? Aquí se celebran navidad en enero-comentó Emil.
El japonés dirigió su atención al chico de cabellos castaños claros.
-No sabía eso-dijo Yuuri. Reparó en lo distintas que eran las costumbres en Rusia. Toda cultura era diferente, pero en especial llamaba su atención. Era por Viktor. Él quería saber el tipo de cosas que celebrara y eran de su gusto.
-Lo mejor será cuando llegue el verano-habló Otabek, sonriendo-. La nieve se derrite y se tiene una buena vista de la ciudad.
-Eso me gustaría pero...-murmuró Yuuri. La funda de globos de diferentes colores en sus manos fue presionada con fuerza-. El hielo se derrite a finales de marzo y nosotros no vamos a estar sino hasta febrero.
-¿Tan pronto?-preguntó Emil.
-Medio año aquí es bastante tiempo. De hecho, nunca hemos estado más de seis meses en un lugar. Estuvimos en Corea dos meses y en China cuatro. Nunca tanto tiempo.
-¿Y en tan poco tiempo convencieron a Seung-gil de dejar Corea?-cuestionó Otabek, arqueando una ceja.
-Eran tiempos distintos, hace dos años-contestó Yuuri. Acercándose a sus amigos. Otabek dejó de lado el libro que llevaba en sus manos para prestar atención al japonés-. Buscábamos personas. Phichit y yo salimos a las calles a buscar algo de comer hasta que llovió. No entendíamos las señales de tránsito y terminamos en una parada de autobuses.
-¿Y luego?-preguntó Emil.
-Encontramos a Seung-gil-comenzó a hablar Yuuri, evocando los recuerdos más guardados de su mente-. O mejor dicho, Phichit lo encontró. Él estaba entrando en un local cercano y Phichit prácticamente nos arrastró. No se detuvo hasta encontrarlo esa misma noche, incluso lo seguimos un par de calles antes de poder hablar con él y que se viera natural. Nos mostró la ciudad, y nosotros lo que hacíamos.
-¿Entonces él comenzó a bailar?
-Para nada-respondió Yuuri-. Él lo hacía de antemano. De esa manera lo descubrimos. Yo lo traje una mañana en la cual Phichit se encontraba bailando y lo reté a intentar seguirle el paso. Cuando vimos a Seung-gil... Cuando los vi bailar, supe que debía ser nuestro compañero. Aunque él no aceptó de inmediato.
»-Una tarde en un clima idéntico al primer día en el cual lo encontramos. Phichit y él se despidieron una última vez antes de que nos fuéramos al siguiente país. Cuando lo vi no pude entender que pasó, así que decidí salir para buscarlo, no tenía nada que perder. Llegué con la ropa mojada y de mis cabellos caía agua. Casi me echan del lugar cuando deje el piso del recibidor de los departamentos mojados.
»-No diré de que hablamos, porque incluso sus padres quisieron echarme del lugar. Al día siguiente, él se encontraba frente a nuestro departamento, con sus maletas llenas y los ahorros de toda su vida en un boleto de avión de último minuto. El resto... es historia.
Después de decirlo, sonrió.
Existían muchas cosas, muchas historias que no había recordado sino hasta el momento de llegar a Rusia. Viktor le ayudaba a recordar aquellas experiencias que ignoraba. Era diferente la vida de alguien que tenía estabilidad, conocidos y una historia armada en un solo lugar que alguien como él.
A él le gustaba moverse de un lugar a otro, conocer nuevos lugares, hacer amistades. Decidió vivir trasladándose de un lugar a otro, con la única promesa de regresar a casa una vez que hubiera pasado aquella época en la cual no quería aferrarse a un lugar que no tenía nada que llenara su pasión por bailar.
Nishigori y Yuko se casaron, y la última vez que los vio fue en su boda y con las pequeñas trillizas recién nacidas. Hablaba con Yuko seguido, en esas épocas, más que nunca. Cuando su mente se sentía confusa y no sabía qué hacer. Habló varias veces con las trillizas, ellas eran buenas conocedoras de la danza gracias a Minako. Con esta última hablaba más seguido, incluso más seguido que con su madre.
Ella estaba pendiente de su vida como bailarín, preguntando constantemente por su salud, porque cuidara la dieta que era impuesta al ser un bailarín. Y en esos últimos meses, por Viktor. Porque antes de darse cuenta se encontraba hablando de lo hermosas que eran sus melodías o los momentos en los cuales no se encontraban realizando su trabajo. Cuando hablaban o se reían de cualquier cosa que no era importante, o cuando Viktor lo miraba con profundidad y todo lo que decía tenía más importancia que nada.
-¿Yuuri?-preguntó Emil, llamando la atención de su amigo una vez que lo vio enfrascado en sus pensamientos-. ¿Sucede algo?
-Necesito un poco de aire-respondió antes de sonreír.
Una vez que se despidió de sus amigos salió del lugar. Colocó los auriculares en sus cavidades auditivas y se dispuso a caminar sin ningún destino en particular.
Entonces, sus pies lo llevaron a un lugar que tuviera el ambiente que buscaba. Sacó su celular, dispuesto a revisar las notificaciones de su celular. Las fotos del Onsen, sus padres, sonriendo en una perfecta foto tomada por Mari.
Viktor llegó. Pudo contarle una parte de su pasado. A pesar de eso, guardaba unas cuantas inquietudes en su cabeza.
-Se ve muy bonito y colorido-la voz de Viktor lo sacó de sus pensamientos.
-¿Qué cosa?
-Las vestimentas que usan...-respondió.
-Ellos suelen llevar sus yukatas seguido, por estar en las aguas termales-habló Yuuri, más para él que para su acompañante. Vio la mirada azulina atenta en él y siguió hablando-. Mis padres tienen un negocio de aguas termales, es común ver que las personas utilicen esa vestimenta...
-¿Tú también las usabas?
-No mucho...-respondió-. Pero amaba pasar mi tiempo en las aguas termales. Era muy reconfortante al terminar un día agotador.
-Me gustan-dijo Viktor-. Quisiera verte algún día usando uno de esos.
Las preguntas que hacía Viktor le parecían demasiado simples. Más que nada porque él nunca se planteó las cosas que él quería saber. Viktor lograba hacerlo reflexionar. Cuando lo escuchaba hablar de sus amigos y de su familia, pensaba en la propia. En sus padres, su hermana y las personas que dejó en Hatsetsu.
"Nunca me sentí más orgulloso de una decisión, que aquella que me trajo hacía ti."
-Si nos hubiésemos conocido de alguna manera.
-¿Por qué dices eso?
-No lo sé-respondió sonriendo-, tengo la impresión de que nos hubiéramos terminado por encontrar en algún momento...
Lo observó, intentando encontrar palabras que no dejaran sus sentimientos al descubierto. Viktor provocaba que volviera aquel muchacho tímido que quiso dejar en Hatsetsu, porque sus palabras los avergonzaban en exceso.
-¿Hola?-habló por el teléfono.
-Yuuri, es tan agradable escucharte, ¿cómo ha ido todo por allá?-preguntó Minako al otro lado de la línea.
-Bien, Minako.sensei-respondió sonriendo, al escuchar la voz de su maestra supo que ella había bebido más de la cuenta-. No sabía que fuiste a casa hoy. ¿Dónde está mamá?
-Oh, ella estaba atendiendo a un par de clientes, pero ya viene para acá-respondió-. ¿Cómo te va con tu novio?
-¡No es mi novio!-exclamó, sintiendo su rostro arder.
-Por como hablas de él, no están muy lejos-murmuró-. Ya asienta cabeza, Yuuri, no encontrarás a un hombre como él de nuevo.
Minako se había tomado el trabajo de investigar sobre Viktor en la red. Sabía cosas básicas de su vida, aquellas que eran para el publico general. Como el hecho de que su padre era un música que tuvo prestigió y su madre, quien fue bailarina en su debido tiempo. Su antigua maestra no perdía la oportunidad para comentar lo mucho que aprovaba a Viktor.
-Creo que ya bebió demasiado-dijo otra voz, en un tono dulce que cortó la conversación antes de que Yuuri pudiera responder a su antigua maestra de ballet.
-Hiroko, Yuuri llamaba para hablar contigo-soltó una risa-. Ten, habla con él.
Escuchó un ruido antes de que llegara a sus oídos la dulce voz de su madre.
-Yuuri.
-Hola, mamá-dijo alegre de escuchar a la mujer-. ¿Cómo has estado?
-El negocio marcha muy bien.
-¿Y cómo está papá?-preguntó, recordando que el hombre había pescado una fuerte gripe que se mantuvo un par de días hasta que la fiebre bajo.
-El medicamento que recetó el médico le sentaron muy bien-contestó con ánimo-. ¿Cómo va todo en la academia? ¿Estás bien?
-Hemos tenido un par de presentaciones exitosas. Algunos se están preparando para un concurso que se llevará a cabo en el siguiente destino-habló feliz, sin embargo, se volvió a enfocar en sus pensamientos-. Había algo que quería pedirte...
-Te ayudaré en lo que necesites.
-¿Podrías mandarme una yukata?
-¿Una yukata?¿Es para ti?
-No, no es para mí-respondió apenado-. En realidad es un regalo para... alguien especial.
-Claro, no hay ningún problema con ello.
-Ah, y una cosa más...
-¿Si?
-¿Pudieras enviarme mi teclado?
No obtuvo más que un momento de silencio por parte de su madre.
-¿Vas a volver a tocar el piano?
-No, en realidad sólo quiero interpretar una pieza. No es que pueda regresar a eso. Lo dejé apenas me gradué.
-Lo sé, pero de todas formas...-hizo una pausa-. Me parece lindo que regreses a ello, aunque sea únicamente para interpretar algo para el pianista ruso que conociste.
-Yo nunca dije que fuera para él-respondió, avergonzado. Jugó con los mechones oscuros de su cabello que caían por los pómulos de sus mejillas.
-No necesitas decirlo-la voz sonaba convencida. Era algo que no podía esconder, aun con esos años de distancia su madre seguía siendo alguien perceptiva. No podía engañarla-. Lo haré. Voy a enviarte lo que me pides para que llegue a Rusia lo más pronto posible.
-Te enviaré la dirección y los demás datos.
-Los voy a esperar.
-Gracias por todo-dijo sonriendo. Casi pudo imaginar a su madre con una radiante sonrisa antes de escucharla responder un: "De nada, Yuuri"
Navidad estaba a unos cuantos días de llegar y se encontraba con sus amigos, planeando la fiesta de navidad que realizaban todos los años. Sala habló de más, diciendo aquello que no quería mencionar. Él había dicho que sus planes eran llevar a Viktor aunque no celebrara la navidad en las mismas fechas.
Escuchar a Viktor hablar en otro idioma fue muy bello. Su acento mezclado le daba un sonido que le resultaba atractivo. Pero no pudo evitar sentirse perdido cuando Sala y Michelle se enfrascaron en una conversación con Viktor que nadie lograba entender.
Cuando las palabras salieron de su boca se sintió mal por mostrar su inseguridad de una forma tan abierta.
-Celoso-rió Phichit. Yuuri lo volteó a ver.
-No son celos-respondió-. Es sólo...
-Invítalo.
Después de una conversación larga pudo salir con Viktor. Sentía que en cualquier momento comenzaría a temblar como si fuera una tetera con agua en su punto de ebullición. Había invitado a Viktor a muchas cosas, pero esa sentía como una ocasión más especial. Cuando invitaba a Viktor a bailar, lo invitaba a su mundo. Cuando lo invitaba a la fiesta de navidad era una manera de pedirle que conociera sus costumbres.
- ¿Vas a venir a la fiesta de navidad?
-Tal vez, no lo sé-respondió.
- ¿Tienes algo más que hacer? -Preguntó Yuuri. Tuvo miedo de ser rechazado, la idea lo hacía sentir triste y nervioso.
-Me invitaron a un par de lugares-respondió Viktor-. Pero no estoy muy interesando en ir.
-Si no te sientes muy cómodo con tantas personas desconocidas podrías invitar a algunos amigos tuyos-propuso Yuuri, intentando convencer a Viktor. Se recriminó por insistir tanto-. Voy a decir que viene de mi parte y podrán entrar.
-Tendría que preguntar a tiempo-dijo Viktor.
-Entonces...-hubo un pequeño titubeo-. ¿Vendrías a la fiesta conmigo?
Una sonrisa sincera se formó en sus labios, mirando los ojos inquietos de Yuuri.
-Sería un placer.
Yuuri procuró guardar silencio cuando escuchó una pelea en los pasillos del edificio. La voz de su mejor amigo era clara como el agua. Conocía bien a Phichit, él no era de las personas que se enojaran por una cosa simple. Seung.gil tenía que haber dicho algo malo.
Se escondió detrás del sofá cuando escuchó la perilla, seguido, escuchó el fuerte golpe de la puerta que azotó el tailandés con enojo. Lo miró con preocupación, pero ni bien los ojos oscuros vieron a Yuuri, el semblante de Phichit cambió a uno más relajado. Él no era la clase de persona que dirigía su enojo contra otros.
-¿Qué sucedió?-preguntó, preocupado por su amigo.
-Nada, Seung.gil y yo tuvimos... diferencia de ideas.
-¿Llamas diferencias de ideas a los gritos en el pasillo?-cuestionó Yuuri, arqueando una ceja-. Phichit, tú nunca gritas, ¿qué pasó?
-Deberías preocuparte por ti, tienes cosas que hacer, ¿no?
El tailandés le sonrió. Yuuri vio que los ojos oscuros se dirigieron al teclado que estaba colocado sobre el mueble. Minutos antes había estado ensayando con el mismo. Sus mejillas adquirieron un ligero tono rojizo antes de hablar.
-No, ahora no es el momento-suspiró Yuuri. Acercándose a su amigo antes de colocar una mano en su hombro-. Phichit, hemos estado juntos desde el primer día en el cual te interesaste en la academia. Los dos hemos pasado por muchas cosas, no pienses que no tengo tiempo para escucharte si tienes un problema.
Recibió una sonrisa. Prepararon un aperitivo y Phichit explicó su pelea, al parecer Seung-gil eligió un mal momento para evocar recuerdos de una fecha no muy agradable. No veía razón de ser para que el coreano lo hiciera, pero la respuesta era tan obvia que se sorprendía que Phichit no se hubiera percatado de eso.
-Todo estará bien-dijo, era lo único que podía hacer. Porque muy en el fondo confiaba en que ellos solucionarían las cosas.
Después de pasar un par de horas intentando cambiar el estado de humor de Phichit salió en busca de los regalos de navidad. Conocía muy bien a sus amigos y sabía que podía regalar a cada uno de ellos. Tenía, además, la mitad del obsequio de Viktor. No creía que bastara con una Yukata, algún instrumento iba a ser demasiado, ni siquiera sabía cuales Viktor tenía de antemano. Así que, indeciso, pensó que en el camino encontraría la respuesta.
En el centro comercial se encontró con Viktor; pero como nunca en un largo tiempo de conocerse, ninguno sabía que decir. Era como si las palabras hubieran sido robadas, cada cual pensaba en diferentes cosas. Por lo cual, estar en la salida del centro comercial después de ese ambiente, era algo desalentador.
-Creo que se ha hecho muy tarde-habló Yuuri-, regresaré a casa.
-Espera-cortó Viktor, llamando la atención del japonés, quien esperó paciente a que el ruso siguiera hablando. Tenía la esperanza de que sucediera algo, aunque él no estaba seguro de que-. ¿Podríamos estar juntos un momento más?
Las mejillas de Yuuri se colorearon, miró hacía un lado. Se sentía afortunado en ese momento, pero quería evitar que Viktor viera su emoción. Le dedicó una sonrisa antes de volver a hablar. El ruso lo invitó a cenar, y aceptó.
Se sorprendió al saber que iba al departamento de Viktor. Era adentrarse en su espacio personal. Al entrar se encontró tímido, no podía estar ahí sin sentir sus nervios a flor de piel. Después de unos minutos hablando pudo estar más cómodo, entonces pudo preguntar.
-Estaba pensando... faltan dos días para navidad-comenzó a hablar, intentando tomar el valor necesario
-¿Y...?
-Quería saber que te gustaría por navidad.
Vio a Viktor sorprendido y creyó que tal vez había sido una mala idea.
-Bueno, me debes muchas promesas...-habló Viktor-. Comer tu platillo favorito conmigo, ir a mis presentaciones, bailar para mí... Toma la opción que tú quieras.
El chico de cabellos oscuros se rió.
-¿Sigues con eso?-preguntó-. Todos los días me ves bailar, si sigues viéndome vas a terminar por aburrirte.
Lo último lo dijo sacando uno de sus más grandes temores a la vista. El que Viktor, aquel que estaba desapareciendo paulatinamente con el paso de los días. Después de todo, ellos se unieron por el simple hecho de que el ruso buscaba inspiración.
-Te equivocas-cortó, con una semblante serio-. Yo jamás me aburriría de ti.
Se enfocó en Viktor. Su pianista había dicho exactamente las palaras que él quería escuchar. Se sentía culpable por no cumplir el único deseo que tenía el hombre de cabellos plateados.
-Algún día será, Viktor-dijo Yuuri desviando la mirada.
-¿Qué quieres decir con eso?-. Lo miró estupefacto.
-Algún día bailaré para ti... pero no ahora.
Después de eso se deshizo de su chaqueta y dio una vuelta por el salón hasta encontrar una foto de una joven. La historia detrás de la misma le parecía dulce, pero cada vez que Viktor contaba algo de sus padres notaba e semblante melancólico que tenía.
-Eres parecido a ellos-comentó Yuuri con una sonrisa.
-Suelen decir que soy idéntico-respondió con una sonrisa.
-Nadie es completamente igual. Tú...-habló Yuuri, haciendo una pausa para no decir algo inapropiado-, tienes tu propio encanto.
Sintió la frente en su hombro y tuvo que controlar su respiración con mucho esfuerzo. Vio los delicados mechones caer y sin poder evitarlo pasó sus dedos para sentir lo suaves que eran. Con timidez, acariciando despacio, esperando que el gesto fuera bien recibido.
-¿Viktor?
-¿Cuántas veces puedo invitarte a bailar hasta que te canses de mí?
-Llevo toda una vida bailando, ¿por qué me cansaría de hacerlo contigo?
-Ni sé, porque una tabla tendría más gracia, quizá...
Yuuri rió por la ironía del asunto. Él quería que Viktor fuera su pareja de baile para siempre, mientras que el ruso pensaba que se iba a cansar de su presencia.
Se removió en los brazos de Viktor, posando una mano en su hombro.
-¿De donde estás sacando esas ideas tan extrañas?
Cuando se movieron notó algo diferente en Viktor. La forma en la cual sus piernas se movían con más fluidez y la manera en la que sus manos sabían sujetarlo con delicadeza. Creyó estar soñando, los bailes con Viktor siempre fueron hermosos, pero en esa ocasión se sentía particularmente bien.
-Vaya, has mejorado de un momento a otro-soltó Yuuri con una sonrisa en su rostro-. ¿Has estado practicando?
-Quién sabe... tal vez.
-Sí es así, está dando resultado-comentó.
De alguna manera, sintió los movimientos de Viktor tan ligeros y bien llevados. Con sus ojos azules fijos en él, provocando esa sensación en la cual se sentía como la única persona en los ojos su amado pianista.
-Pudieras ser un extraordinario bailarín-murmuró Yuuri, entonces el ruso notó lo cerca que se encontraban.
-Me conformo con seguir tu paso-respondió. Su corazón latió con fuerza y esperó que se calmara con rapidez.
-Endereza la espalda-dijo suavemente, el músico obedeció de inmediato-. No sueltes mi mano.
Al ver que siguió la indicación se sintió alegre. Yuuri tomó la mano que descansaba a su costado, bajándola lentamente hasta su cintura. Viktor disminuyó notablemente su confianza con ese gesto. Sabía que ese movimiento fue algo atrevido de su parte, pero no podía evitarlo.
-No tengas miedo-susurró Yuuri, intentando que su pianista recuperara la confianza que tanto le había gustado-. Quiero bailar contigo, suelta tu cuerpo.
Obtuvo un sentimiento diferente a cualquier otro. Su pecho ardía de una manera indescriptible, era como si quisiera quedarse sin aire. Era tan abrumado y a la vez se sentía maravilloso. Una parte de él que se sentía repentinamente con una sed y hambre difícil de entender.
Ese baile le gustaba. Le encantaba la forma en la cual lo sujetaba y se movía a su ritmo. El movimiento de su cuerpo, aquel que parecía encajar a la perfección con el suyo mientras bailaban. Viktor le hacía sentir un hambre nunca antes experimentado.
-¿Qué estamos bailando?-escuchó. La voz ajena sonaba suave y extremadamente atrayente.
"Él poseía algo que me hacía caer una y otra vez. Cuando creía que no lo podía amar más, él lograba demostrar todo lo contrario."
-¿Acaso importa?
Viktor se juntó más a él. El aire se escapó de sus pulmones, no creía poder aguantar mucho tiempo en esa situación. El músico levantó su brazo e hizo que diera una vuelta sobre sus propios pies, juntándolo de nuevo.
Se sintió agitado, aunque no había sido el baile más difícil o elaborado de su vida, pero lo sintió más intenso que una pieza de tango, rumba o flamenco. Yuuri sentía que sus piernas se querían debilitar por lo la carga de emociones fuertes.
-Creo que es hora de que me marche-dijo como una excusa para salir del lugar. Podía asegurar que si se quedaba más tiempo, podía cometer alguna locura.
"Él, por primera vez en mi vida, me hizo sentir que en verdad existían almas creadas a la medida. Que sus ojos estaban diseñados para mirar los míos; y luego, juntos, a una misma dirección."
En la mañana se despertó temprano para terminar los preparativos del salón y realizar las últimas compras. Después de la conversación que tuvo con Viktor la noche anterior, Yuuri supo que era lo que estaba buscando para su pianista.
Arreglar el salón no fue difícil. Lo difícil era saber que Seung-gil y Phichit no arreglaban sus diferencias y todos en el estudio estaban preocupados por la situación. El coreano se encontraba más serio que nunca mientras que el tailandés hacía un esfuerzo por que no se notara lo molesto que se encontraba.
Pero el lugar se llenó de alegría cuando Leo llegó con la noticia de que Guang-Hong se uniría a la academia apenas cumpliera la mayoría de edad y arreglara sus papales. Era obvio que no podía acompañarlos en Rusia, sería tonto que el muchacho viajara para estar apenas tres semanas y conseguir dinero de inmediato para otro boleto.
Lo importante era que de alguna manera Leo y Guang se iban a encontrar nuevamente. Algo que alegraba a todos, incluso logró sacarle una expresión de calma y una ligera sonrisa al coreano.
Regresó con Phichit al su departamento cuando terminaron con los arreglos del salón. Ambos para terminar de envolver varios obsequios. Yuuri se encargó de varios la noche anterior en un intento de borrar de su mente el baile con Viktor, aunque fuera únicamente un instante.
Al final, cuando terminó y tuvo tiempo libre, se dedicó a tocar en su teclado. No fue tan difícil como recordaba. En los primeros días tuvo de acostumbrar nuevamente sus dedos y recordar las teclas, pero su memoria funcionaba muy bien y la mayor parte estaba intacto en su cerebro.
El problema esa su destreza. Cada día practicaba más para poder llegar a tocar la pieza que quería para Viktor. Ese era el regalo que le quería dar al ruso.
Al final de su ensayo fue sorprendido por los aplausos de su mejor amigo, quien estaba escuchando en silencio desde su habitación la melodía.
-Suena muy bien.
-¿Verdad que sí? Es una melodía de Viktor.
-De seguro va a disfrutar escucharlo-comentó Phichit con una sonrisa. Si bien había visto a Yuuri esforzarse en varios aspectos de su vida, nunca lo vio tan sumido en otra actividad que no fuera bailar. Notaba su progreso, y aunque estaba lejos de ser igual a Viktor, podía decir que estaba mejorando.
Más tarde, esa misma noche, fueron a la fiesta. Yuuri se encontraba nervioso. Vio que Phichit y Seung-gil salieron para dar una vuelta antes de regresar. Sin decir nada, salió del lugar a la entrada, llegando en el punto exacto cuando la conversación de ambos comenzó.
Se agachó, escondiéndose en el lugar más oscuro para que no fuera visto.
No era el tipo de persona que escuchaba las conversaciones ajenas. Pero él había estado involucrado en la relación de ellos desde el primer momento en el cual Phichit lo buscó para conocerlo. Eran dos años de incertidumbre que se podían definir en unos segundos. Yuuri quería asegurarse que su amigo fuera feliz.
Se encontró con Viktor, lo único que pudo hacer fue colocar una mano sobre su boca y pedirle que guardara silencio. Escuchar la conversación ajena estaba mal, pero no podía evitar alegrarse cuando las palabras del coreano le daban esperanzas de que las cosas salieran bien. Casi de inmediato pasaba a sentirse frustrado, no podía creer que ellos fueran tan testarudos para admitir sus sentimientos.
-Y entonces... ¿Qué dices?
Cuando escuchó las palabras supo que fue suficiente. Yuuri miró de reojo a Viktor, quien parecía estar entendiendo lentamente la conversación. Tomó su mano, queriendo llamar su atención.
Después de eso guió a Viktor por el lugar hasta que el ruso salió para encontrarse con sus amigos del conservatorio. Mila era una chica alegre y divertida; mientras que Yuri era alguien más huraño y parecía tener cierto desagrado hacía él.
No entendió porque le molestaba tanto al rubio.
-Mucho gusto-dijo el japonés con una sonrisa a la chica para después mirar al rubio-. Así que tú eres el amigo de Viktor que tiene el mismo nombre...
-Así que tú eres el bailarín por el cual Viktor suspira veinticuatro horas al día.
Yuuri intentó tomarlo como una broma e ignorar que su corazón dio un salto en su pecho cuando escuchó de Yuri esas palabras. No podía imaginar una escena en la cual Viktor estuviera suspirando por él.
Después de eso decidió presentar a sus amigos con los amigos de Viktor, más que nada para que pudieran conversar. Una idea pasó por su cabeza al notar el mal humor de Yuri. Él parecía una persona de carácter fuerte, y conocía a una persona que no se llevaba por muchos años y era alguien centrado. Pensó que tal vez Yuri y Otabek podían llevarse bien.
Viktor se dispuso a hablar con un grupo mientras él hablaba con Mila y con Sala de diferentes temas.
-¿Sabes? Viktor habla mucho de ti-comentó Mila-. En realidad le regresaste su inspiración. Todos en el conservatorio estamos agradecidos por eso, Yuuri.
-No todos-respondió el japonés-. Creo que su Yuri me odia...
-Claro que no-rió Mila-. En realidad él es así. No quiere admitir que estaba preocupado por Viktor y que en realidad está feliz de que le hayas regresado su amor por la música.
-¿Su amor por la música?
Mila le sonrió.
-Viktor dejó de amar la música hace poco tiempo-respondió Mila-. Deberías creer lo que te dice, porque él no miente. Tú le regresaste esa parte de su vida que estaba perdida.
-Eso suena muy romántico-comentó Sala-. Y tú preocupado por cosas simples. Si es obvio que le agradas mucho, no por nada llegó para tu cumpleaños.
-Es verdad, dejó a toda la orquesta preocupada y sin decir nada en una calle de Rusia-comentó Mila-. Él estaba preocupado por no llegar para tu cumpleaños. No sé qué pasó por su cabeza, pero de un momento a otro, después de la presentación, tomó un taxi y en unos minutos estaba en un avión de regreso a San Petersburgo. Yakov estaba tan molesto...
Yuuri observó a la pelirroja con sorpresa. Era mucha información que asimilar en uno segundos. La amiga de Viktor estaba confesando que el músico hablaba de él a menudo. En ese instante entendió cuál era el reclamo del director de orquesta hacía el pianista el día que fue al conservatorio.
-Viktor...
-Así que espero que le des algo bonito hoy. Cuando como un dos por uno.
-¿Dos por uno?
-Pues claro, dos fechas importantes en un mismo día-respondió ella-. Porque ustedes celebran navidad el veinticinco, ¿verdad?
-No estoy entendiendo.
La pelirroja lo observó unos segundos antes de entender.
-No lo sabías...
-¿Acaso... hoy?
-Viktor cumple años el veinticinco de diciembre.
La noticia lo enmudeció. Sintió que su cuerpo se helaba e intentó tomar aire para calmarse. Yuuri no podía creer que no supiera una fecha tan importante, más cuando Viktor hizo tantas cosas por su persona.
Su músico se acercó para hablar con él, pero ni bien llegó lo tomó de la mano y es lo llevó al cuarto donde se encontraban los regalos. No supo cómo iniciar la conversación o como decir las cosas con exactitud
-Nunca me dijiste que tu cumpleaños era en navidad...
-Oh, eso... Lo he olvidado por completo.
-Yo no te compre nada por tu cumpleaños-dijo, sus manos temblaban ligeramente, sosteniendo el paquete en sus manos.
-Tranquilo, no es como si me importara mucho esta fecha
-Pero tú si llegaste para mi cumpleaños, además de darme ese arreglo floral-respondió-. Es muy injusto que yo no tenga nada más para ti.
-Yuuri-Viktor colocó sus manos en sus hombros-. Una persona no da un obsequio esperando obtener algo a cambio, sino porque quiere darlo. Yo lo hice porque quería darte algo, no para que respondieras de la misma forma.
El japonés extendió la funda, colocándola en el pecho de Viktor. Sentía una mezcla de culpa y emoción por las palabras ajenas.
-Por favor, recibe esto...
Dio la explicación de las cosas que consiguió para él. Lo dio estático, con su semblante perdido. No entendió que estaba sucediendo para que el ruso adoptara ese semblante. Lo vio acercarse y las manos contrarias tomaron su rostro. Sintió el calor en sus mejillas, aún más cuando Viktor junto sus frentes, provocando cientos de emociones nuevas en el japonés.
-Gracias, no pude haber deseado algo mejor.
Sonrió, y una vez que estuvo más cómodo se movió. Acarició la mejilla de Viktor, sintiendo la suavidad de la piel ajena antes de volver a acercarse. Le regaló un beso en la mejilla a Viktor, esa era la máxima muestra física de afecto que podía hacer en ese momento.
Expresar el interés romántico que sentía por él se le hacía difícil.
-Feliz cumpleaños, Viktor.
-Feliz navidad, Yuuri.
Se quedaron un momento en esa posición hasta separarse. Entonces, vio que Viktor buscó entre los obsequios una bolsa. Se negó en un principio, no veía apropiado abrir el obsequio, lo que él había hecho fue por una ocasión especial. Sin embargo, las constantes peticiones de Viktor lo hicieron acceder.
Primero, encontró una caja pequeña. Levantó su mirada para ver a Viktor, quien estaba expectante. La abrió, encontrando en su interior un par de zapatos deportivos blancos, tenían un logo parecido a un visto de lado. La marca de los zapatos llegó a su cabeza de inmediato.
-Esto es...
-No sé qué es lo que quiera un bailarín-respondió Viktor, pasando una mano por su nunca-. No sé de nada que necesites, así que... creo que lo único que puedo hacer es darte algo que te ayude en tu carrera.
Yuuri lo observó, fue imposible no formar una sonrisa enternecida. Aunque el realidad, lo que más le sorprendió fue que Viktor supiera cuál era su talla de zapatos. Le restó importancia, así como Phichit le había informado de su cumpleaños, de seguro consiguió la información de él.
Tomó lo siguiente que encontró. Una prenda azul que no supo reconocer sino hasta el momento en el cual lo desenvolvió. Un abrigo azul de aspecto ligero. La tela era muy suave y el tono le pareció muy bonito.
-Póntelo-pidió Viktor.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Sólo hazlo-dijo, lo vio desviar ligeramente la mirada.
Yuuri no preguntó más. Se colocó la prenda encima de sus vestimentas, acomodando los puños antes de sentir como Viktor se acercaba a él. Se quedó quieto cuando el ruso tomó el cuello del abrigo, acomodándolo mientras estaba cerca.
-¿Sabes en que pensaba cuando compré esto?-preguntó el ruso. Vio sus profundos ojos y negó un par de veces en silencio. Recibió una sonrisa que lo dejó sin palabras-. Pensé que el azul te queda muy bien, me gusta como se ve en ti. También pensé en algo que pudiera cubrirte del frío. Así que no importa donde estés... siempre tendrás algo mío que te cubra.
Lo miró en silencio, hace tiempo que las palabras le hacían falta cuando se trataba de darle una respuesta a Viktor. No supo si quería esconderse por la vergüenza o si quería abrazarlo muy fuerte, porque el ruso estaba mencionando el momento en el cual tendría que partir.
Hundió las manos en sus bolsillos y se escondió en el cuello del abrigo que aun sujetaba Viktor. Entonces, sintió algo extraño en uno de los bolsillos. Con confusión, sacó un papel rectangular del mismo, aun con sus ojos sobre los de su pianista. Lo vio formar una sonrisa y de inmediato se dijo en el papel en sus manos. Parecían ser unas entradas, las revisó bien. Lograba entender a duras penas la hora, pero el hombre era más que claro, así que no le importó el resto de letras rusas.
-Me parece impresionante que no hayas ido a una presentación de danza, considerando que en esta ciudad se encuentran una de las mejores academias de ballet. No fue difícil conseguir las, sólo tuve que llamar a una vieja conocida, ya he compuesto melodías para diferentes academias.
-Es imposible obtener entradas, se agotaron...
-No cuando conoces a una bailarina conocida y es la persona que te dio tu primera oportunidad-respondió Viktor con una sonrisa-. La presentación es a finales de enero. ¿Vendrías conmigo?
Yuuri osciló la atención entre la entrada y Viktor. No sabía cómo mostrar su gratitud. El pianista parecía haber pensado las cosas con mucho detalle.
-Gracias...-murmuró.
-Tomaré eso como un sí.
Después de eso guardó los obsequios en su lugar y salió con Viktor. El resto de la noche fue tan tranquila y alegre que los minutos se fueron consumiendo con facilidad. Llegó a comer unos bocadillos y evitó a toda costa beber alcohol. Y para cuando oscureció más, bailó nuevamente con Viktor.
Las luces bajas daban la suficiente intimidad, y las personas a los alrededores parecían más ocupadas en sus asuntos. Así que nadie notó cuando se encontró rodeando el cuello de Viktor mientras éste lo sujetaba por la espalda.
El encanto que su pianista colocó sobre él no desapareció el resto de la noche. Y cuando junto su frente con la ajena casi deseó que hubiera un muérdago para poder excusarse de besar a su acompañante. Sin embargo, estando tan cerca, supo que no tenía el valor suficiente.
Quedaba un poco más de un mes con Viktor.
Hola x_x
No sé porque me quedó tan largo este capítulo. No esperaba que fuera tanto, es decir, fue casi como el especial de navidad xD Creo que se me pasó la mano.
En fin, este es uno de los capítulos con más revelaciones y tiene mucha relevancia.
Muchas gracias por leer :'3 Y calma, no tardará más esto. En poco sabrán lo que pasó después del capítulo XXI
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