Prólogo
Hace muchos siglos, antes de la creación del mundo, los dioses a cargo del orden del universo vieron con sus propios ojos el futuro del nuevo planeta que se uniría al sistema solar que habitaban.
Un caótico y desastroso futuro.
Muerte y maldad, destrucción y odio. El enojo gobernando al nuevo mundo, un enojo tóxico y nefasto que amenazaba a su propia especie. Eso era lo único que veían, y horrorizados a la par que preocupados por lo mucho que eso les pudiera afectar se apresuraron a buscar una solución a lo que les esperaba. No podían reescribir la historia, por muy poderosos que fueran no lo tenían permitido.
¿Qué podrían hacer? Terra sería destruida por sus propios habitantes, una raza que ellos mismos tendrán que crear o de lo contrario el planeta que recién comenzaba a nacer desaparecería. No tenían alternativa, el globo terráqueo no sería eterno, de una u otra forma moriría. Los dioses se encontraban angustiados, poniendo sus preocupaciones y el peso de la solución sobre los hombros de Shamash, la personificación del Sol.
—¿Qué hacemos? ¡¿Qué hacemos?! —exclamó desesperada Juno tomando por los brazos al mismo Sol para zarandearlo— ¡No podemos dejar que esto pase!
—¿Quieres por favor calmarte? ¡Respeta a tu Dios! —le gritó de vuelta Shamash con tono severo y expresión enojada— ¿Crees que si tuviera una solución ya no la hubiera dicho? Estoy tratando de pensar.
—Ya déjalo, Juno, él no tiene la culpa —decidió hablar Venus tomando asiento junto a Júpiter en la gran mesa. Shamash le indicó a Juno que se sentara junto a los demás y masajeó sus sienes por el creciente estrés. Los demás hablaban entre sí, creando planes y sugiriendo ideas para buscar una solución viable— Además, no entiendo por qué te pones así, ni siquiera es un problema que te corresponda completamente.
—De hecho, a ninguno nos corresponde... Todos tienen un planeta del cual cuidar —habló una delicada voz entre el gentío, una voz que todos reconocieron al instante y les hizo voltear hasta la entrada del gran salón. Muy pocas veces los planetas lograban personificar su espíritu y cuando esto pasaba es porque realmente era necesario. Solo Shamash podía lograrlo cuando quería, mientas que el resto de estrellas y astros mas pequeños no tenían este privilegio pues su voz no tenia ningún valor. Pero como siempre tuvo que haber una excepción, una falla que amenzaba a lo normal o lo acostumbrado.
Un dolor de cabeza más para el pobre y ocupado Shamash.
—¿Que haces tu aquí? —preguntó alzando una rubia ceja. La joven mujer de grises y profundos ojos siguió caminando por el salón, balanceando su vestido y cabellos plateados bajo la atenta mirada de los dioses se dirigió a la mesa en la que, al no ver un asiento vacío, se sentó. Suspiró cerrando los ojos, como siempre no la esperaban ahí.
—Te dije que vendría, pero tú nunca me escuchas —comentó con tono aburrido cruzando las piernas, Júpiter miró sin disimulo la piel morena de la joven semidiosa sentada entre el y Venus, provocando que esta se levantara de nuevo— ¿Por qué eres tan cruel? Ya deja de encerrarme, no me gusta la oscuridad y lo sabes.
—Más respeto, Inanna, le estás hablando a tu superior —pidió Marte con voz dura. Inanna rodó los ojos y como si fuera poco, le saco la lengua al pelirrojo hombre de ojos quemados.
—Superior mis estelares ovarios —contestó altanera— Oh es verdad ¡Marte me los quitó!
—¡Ya te dije que yo no fui! —exclamó Marte más que ofendido, Shamash les veía como si estuvieran dementes, aún no entendía por qué Marte hizo algo como eso ni por qué ella lo reclamaba, no los necesitaba... Eran espíritus— ¡Te dije que fue Plutón!
—¡A mi no metas en tus líos cabrón mal geniado!
—¡Mal geniado tu pequeño e ignorado culo!
—¡Ya cierren la maldita boca! —gritó Shamash furioso por la situación— Si están aquí es por la problemática de Terra ¡Dejen de pelear como estúpidos y sirvan para algo! —Neptuno se acercó a Saturno y susurró.
—¿Nos acaba de llamar inútiles? —Saturno se encogió de hombros y movió la mano restandole importancia.
—Tu solo finge buscar una solución hasta que se pase el tiempo y tengamos que irnos —Neptuno enarcó ambas cejas incrédulo ante el tono divertido de Saturno— ¿Qué? Siempre funciona.
—Inanna, te pediré amablemente que te retires o voy a tomar medidas-
—¿Extremas? Te recuerdo que ya has hecho eso varias veces y sigo aquí —interrumpió ella cruzándose de brazos frente a Shamash quien apretaba la mandíbula por el enojo, sus ojos dorados amenazaban a los grises orbes de la mujer, pero esta no parecía inmutarse por tal acción, total, estaba acostumbrándose a desafiarlo y que no ocurriera algo que amenazara a su inútil existencia.
—Te recuerdo que estás castigada, te has portado muy mal y no tolero-
—No eres mi padre, Shamash, así que por mi puedes irte a-
—¡Ya deja de interrumpirme maldición! —tomó aire y lo soltó tratando de no perder el control, todos en la sala permanecían callados, algunos asustados, otros acostumbrados a ver las disputas de la luna y el sol, y luego estaban Venus y Saturno, la primera se veía las uñas y el segundo se moría de sueño— ¿Qué es lo que quieres?
Inanna sonrió suspirando, no importaba qué tan mal le tratara él, adoraba sacarlo de quicio hasta hacerle explotar. Sus pies descalzos la llevaron dos pasos más cerca de Shamash y este retrocedió para guardar distancias, así que se quedó en su sitio para hablar:
—Aunque no lo creas, quiero ayudar —el Sol frunció su expresión por lo que acababa de escuchar ¿La luna queriendo ayudar a los dioses? Tenía que ser una broma, siempre estaba saboteando sus planes y haciendo cosas a sus espaldas ¿Por qué iba ella a ayudar?— También vi el futuro de Terra y sus habitantes, es realmente triste teniendo en cuenta que esta vez me dejarían ser parte de algo.
Y no estaba siendo falaz, Inanna al ser el único astro que podía cambiar de forma y cuando quería, se la pasaba quejándose por no ser tomada en cuenta y al contrario de ellos, vivía en penumbras, sola y sin algo que hacer, existiendo porque no podía morir, aguantando las burlas de los otros dioses escuchando el llanto de las estrellas. Cuando se enteró de que la roca inservible más cercana a ella obtendría vida se emocionó porque por fin podría ser la luna de un planeta y su existencia no sería un desperdicio, grande fue su tristeza al enterarse de que las cosas se saldrían de control.
Shamash cayó en cuenta de que su ayuda no sería sin nada a cambio, a pesar de todo, Inanna era codiciosa y rencorosa, lo comprobó cuando arruinaba los planes de los otros dioses en forma de venganza por sus burlas y arrogancia.
—Repito: ¿Qué es lo que quieres?
—Crear —fue lo único que contestó. Todos contuvieron el aliento, no esperaban oír algo como eso de su parte. Shamash tomó asiento y ella hizo lo mismo de nuevo en la mesa, frente a él.
—¿Escuché bien? —murmuró Venus, Júpiter asintió— Pero que loca...
—¿Crear que? —inquirió Shamash entrecerrando sus ojos con duda y sospecha ¿Qué estaba tramando?
—Guardianes.
—¿Puedes dejar el misterio y explicarte? Quiero ir al baño pero la intriga no me deja levantarme —soltó sin más Saturno y Plutón se palmeó la frente sin poder creer en su imprudencia— ¿Qué?
—Las únicas que podemos crear somos Venus y yo ¿Cierto? —Shamash asintió— Sin embargo, Venus dejó en claro que no crearía otra raza que no tuviera que ver con la suya y tú solo tendrás la oportunidad cuando llegue el tiempo de los humanos y sus animales, no podrás crear nada nunca más. Dijiste que Terra moriría si no era habitada, pero si los humanos la gobernaban igual sería destruida... —sus ojos adquirieron cierto brillo de repente, intrigado al Sol— Sin embargo, es más concreta la idea de que viva muchos años a que no viva ninguno ¿No?
—Bueno, en ese caso creo que Inanna tiene razón —dijo Juno levantándose— Terra no será eterna, pero podemos darle muchos años de vida si nos esforzamos —sus ojos negros se desviaron hasta la morena semidiosa que seguía sonriendo y asintió— Creo que sé lo que quieres hacer.
—Si los humanos gobiernan solos a Terra el desastre sera más pronto que tarde, pero, ¿Y si ellos no tuvieran el control de todo? ¿Y si alguien mas se encarga de mantener el orden? Algo así como lo que tú —señaló a Shamash— haces con todos nosotros.
—No funcionará, los humanos serán creados por él... No puedo haber alguien superior más que nosotros —dijo Marte. Inanna negó.
—No estoy diciendo que sea alguien superior, los humanos pueden seguir llevando el mando, lo único que hará esta nueva raza es asegurarse de que no se salgan control y destruyan su propio hogar tan pronto.
—¿Aplazar lo inevitable? —preguntó Neptuno.
—Y ahí es cuando entran los guardianes que mencionaste... —susurró Juno— Ellos son la nueva raza.
—Adoro esta clase de cosas, deberíamos reunirnos mas seguido para charlar —dijo Saturno aparentemente emocionado.
—No lo sé... No me convence, estoy seguro de que hay algo detrás —la imponente presencia de Shamash volvió a tomar la atención de todos y Juno rodó los ojos a la par que Inanna— ¿Qué quieres a cambio?
—¿No es obvio? Mi propio reconocimiento, quiero que alguien tome a mi luz en cuenta —Shamash suspiró apretando los labios ante el lamento de la luna, a veces le causaba lástima— ¿Es mucho pedir?
—Crear una raza exclusivamente tuya lleva trabajo y muchos años —habló Venus captando la atención— ¿De verdad crees que podrás ser una buena madre hasta que Terra esté lista para recibirlos?
—Soy la semidiosa de la maternidad, por supuesto que sí —respondió Inanna levantándose— No habrá problemas, se los juro.
Todos miraron de nuevo a Shamash, no importaba si algunos no estaban de acuerdo, de todas formas él tendría la última palabra así que no les quedaba de otra que esperar a su decisión. Todo sea por el bien de Terra, además, de todas formas no les concernía del todo ese problema. Shamash solo miraba a Inanna, y esta le veía de vuelta, ya tenía tomada la decisión pero estaba poniéndola en duda. Quizás no sería tan malo confiar en ella, de todas formas, él estaría vigilándola siempre. La luna debía ser castigada también por su actuar imprudente contras los dioses, ponerla a trabajar quizás sea una buena penitencia.
—Más te vale no intentar nada en mi contra, luna —advirtió, Inanna asintió haciendo una reverencia ante su superior— Muy bien, eso es lo que haremos. Dejaremos que Inanna meta sus creativas manos.
—Hágase su voluntad.
POR FIIIIIIN akfhgshvgfh aqui les va de nuevo.
Confieso que amo esta historia, y creo que ya lo he dicho. Me gustan sus personajes, como piensan. Le tengo mucho cariño, esta historia me ha apoyado desde mis principios como escritora y me sigue animando a mejorar. Gracias de antemano por apoyarla también, besitos.
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