Capítulo 43
Capítulo 43: canción de amor.
El ambiente es bastante intenso, bastante incómodo. Estoy tratando de aparentar que conservo la calma pero no es tan fácil pues me tiemblan los dedos. Venus camina y camina por toda la habitación, en ocasiones se detiene, se sienta en la cama y se vuelve a levantar para seguir caminando. Yo solo estoy aquí de pie observándola y preguntándole cada tanto si se siente bien, en espera de que me diga lo que necesita que haga. Ha estado haciendo sentadillas y caminando toda la casa, pero luego dijo cosas para sí misma como que ya no era mortal y un montón de palabras atropelladas.
Perdí la cuenta de sus suspiros hace mucho, también de sus quejidos bajos y lloriqueos. Mientras camina a un paso increíblemente lento dando vueltas por el lugar con una mano se apoya en su propia espalda porque le duele, y con su otra mano se frota el vientre en caricias leves. No le duele, lo hace más como un gesto involuntario por la fatiga.
—Quiero hacer pipí.
—Vamos entonces.
Es la octava vez que orina en treinta minutos.
La llevo tomándola por los hombros para guiarla, al llegar la ayudo a sentarse y espero. Lo que más me sorprende es que desde que está así no importa cuántas veces lo haga seguidamente siempre orina como si llevara un día entero aguantándose. Al salir del baño vuelve a la misma rutina; se sostiene un momento de las puertas del armario, se agacha hasta quedar de cuclillas mientras se sigue agarrando para después suspirar y volver a levantarse. Voy hasta ella sabiendo lo que sigue y es que suelta un gruñido por no conseguir una posición lo suficientemente cómoda para ella por lo que va hasta la cama y la ayudo a sentarse otra vez con las piernas abiertas.
Permanece así unos cuantos minutos, luego extiende sus bellas manos para que la levante.
Y así llevamos dos días con doce horas.
—¿Cómo te sientes?
—Me duelen las ingles, toca aquí —coge una de mis manos para colocarla en su pelvis, la zona está templada y dura lo cual me asusta un poco— ¿Lo sientes? —Asiento, sus ojos cansados se achican un poco para sonreír muy levemente— Es su cabeza, se está encajando.
—¿Crees que...?
—No, aún no pero ya casi. Debo de haber dilatado unos dos centímetros más en la última hora.
—El preparto es una mierda —rueda los ojos.
—Lo es, realmente lo es —se vuelve a masajear el vientre, dejo un beso en su frente para colocarme detrás de ella y masajear sus hombros y cuello. Está tensa, e incluso camina de una forma cómica con las piernas más abiertas, como un pingüino—. No sé si tengo ganas de ir al baño, de comer, vomitar o... —entonces se aleja de mí para acercarse de nuevo a la cama y un par de segundos después me quedo en el aire ¿Qué está haciendo?— Joder, ahora sí estoy más cómoda.
La miro incrédulo y con las cejas fruncidas, eso no se ve cómodo en lo absoluto. Digo, está de rodillas a los pies de la cama, se ha metido una almohada en el estómago y ahora está quitándose las bragas. Las tomo porque las ha lanzado sin importarle en dónde caigan y luego le bajo el vestido holgado que no se ha querido quitar.
Me doy cuenta de que está expulsando un líquido espeso y mucoso, y aunque me preocupa un poco Jimin ha dicho que es normal así que no hago nada al respecto. Venus ha estado engordando más de lo que esperábamos, su peso es lo normal de un embarazo pero la primera vez que nos pasó esto ella no llegó hasta el punto de andar todo el día con vestidos dos veces su talla o camisetas mías porque su ropa ya no le servía y todo le incomoda. Sus pies están más hinchados, hubo días en los que no quería ni caminar.
Es lo más hermoso que he visto en mi vida, de verdad, pero al mismo tiempo quiero que terminemos con esto para que pueda estar tranquila. Me inquieta su salud, su malestar.
—¿En serio estás cómoda? —le pregunto solo para asegurarme y desde aquí no puedo ver su rostro, solo su lado trasero.
—Podría parir así ahora mismo —camino hasta sentarme a su lado, por lo que su cabeza se acuesta en mi muslo y allí cierra los ojos.
—Si tú lo dices. —murmuro aún extrañado por su extraña posición mientras acaricio su cabello negro. En eso la puerta se abre y un chico rubio entra sonriente con una bandeja en sus manos, trae una jarra con agua de coco y galletas ligeras. Ella dice tener hambre pero cuando llega la hora de comer se niega, eso es lo único que ha querido ingerir.
—¿Cómo está la preñada más linda de la casa?
Le encanta molestar cuando no debe.
—Cierra la puta boca, Jimin, tu voz me irrita.
—Pues por lo visto todo va de maravilla —dice sin dejar de sonreír cruzando los brazos después de poner la bandeja en la mesita más cercana, no se acerca, solo se queda en la entrada— ¿Las contracciones?
—Cada quince minutos —respondo yo porque ella no parece tener intensiones de hacerlo. Otro dato curioso es que no quiere ver a Jimin ni a Grecia alegando cosas como que huelen a pájaro bañado en alcantarilla y otras cosas más sin sentido. Lo mismo para su madre, pero solo dice que no se siente cómoda con ella ahí.
Según ellos eso también es normal, está estresada y mi presencia es la única soportable.
—¿Duelen? —le vuelve a preguntar, esta vez la mira y ella suspira de nuevo.
—No, solo son... Incómodas, ya vete de aquí apestas.
—De acuerdo, estaré cerca.
—Fuera.
El resto de la tarde es más de lo mismo, yo hago lo posible porque se sienta cómoda y le doy masajes cuando siente que tiene calambres. Para el final del día se ha quedado dormida en una posición similar a la que tenía anteriormente, solo que ahora está apoyada en el sofá y tiene las piernas muy abiertas como si en cualquier momento fuera a dar a luz. Le recojo el cabello cuando veo que lo tiene en la cara y respiro hondo echándome en la cama, han sido las horas más estresantes de mi vida. Me ha mandado a ordenar la habitación como diez veces hoy porque ahora tiene una obsesión con que todo esté limpio, yo lo asocio a su necesidad porque todo esté bien a la hora de que la bebé nazca pero creo que está exagerando. Si hay alguien limpio y ordenado aquí soy yo porque hasta donde sé ella es un desastre.
—Rey.
—Dime.
—Tráeme otro sujetador.
Ha estado expulsando leche de pecho como una vaca también, pero no se lo voy a decir porque si no me va a lanzar lo más cercano que tenga y no quiero averiguar qué será. Hago lo que me pide, con esfuerzo se levanta y me dice que ya le pesa la panza y cómo no si pareciera que tuviera a un bebé oso o estuviera esperando trillizos.
He pausado todas nuestras actividades, dejando a nuestros guardianes como supervisores de todo. Literalmente no hemos hecho nada más que estar aquí metidos esperando a que algo más pase y soy sincero estoy más tranquilo así. No quiero que en cualquier momento ocurra algo y yo esté encerrado trabajando o algo similar. Ella dice que puede seguir haciendo sus cosas pero yo no lo veo tan así.
Al final terminó por aceptar quedarnos aquí y ahora, por alguna razón sin mucha lógica, le llama a todo esto su "nido".
Yo la dejo ser, aunque no entienda mucho.
De un momento a otro siento presencias nuevas en la casa y para cuando me acerco a mirar por el balcón me doy cuenta de que se trata de mis padres siendo recibidos por Grecia y caminan por el jardín hasta la puerta. Apenas me sienten ambos me miran, mi madre sonríe tomada de la mano de mi padre y este, como siempre, se dedica a solo mirarme desde abajo. Les indico mediante señas que suban para luego entrar de nuevo y ver que Venus se dirige al armario.
—¿Te quieres cambiar?
—Busco algo rojo, necesito algo rojo —su búsqueda entre las prendas rojas que tanto le gustan parece desesperada y cuando emite un quejido de dolor repentino entonces capto lo que está pasando— ¡Jimin!
Oh no, oh no, Jungkook no entres en pánico, respira.
El chico llega tan rápido que por un momento me pregunto si solo estaba esperando a que lo llamaran para entrar. Cuando lo hace sonríe de una forma ansiosa que me pone más nervioso y mis dedos tiemblan aún más.
—¿Ya? —pregunta él, luego la veo a ella y se está poniendo una túnica muy corta y sobre ella una bata semitransparente abierta que apenas y puede atar a su estómago cuando le llega otra contracción. Corro en su dirección y la sostengo por los hombros.
—Trae rosas, todas las que puedas —le dice a Jimin—. Huele horrible esta habitación.
—¿Duele? —pregunto pero la respuesta es más que obvia.
—Agua... Agua, agua ¡Dame agua!
—¿Algo más? —es lo que digo cuando se toma de golpe el vaso con agua de coco. Asiente segundos después y si me acerco un poco puedo sentir sus latidos tan acelerados como los míos, sus nervios, su dolor, su molestia y frustración por lo que apenas está comenzando.
Luego le da otra contracción, y estoy tan centrado en ella que me da dolor de cabeza.
—Trae una colcha y ponla ahí, no quiero ensuciar la cama. Almohadas, cojines... ¡Ah maldición!
La puerta se vuelve a abrir y creí que se trataba otra vez del pagano con sonrisa de maniático pero no, se trataba de mi madre la maniática.
—Parece que llegamos justo a tiempo —murmura, y aunque mi padre hizo el amago de entrar ella lo empujó y le dijo que se fuera. Él, con su cara de ogro mal humorado, me saludó apenas y salió de nuevo.
No me detengo ni siquiera a pensar por qué ambos visten como humanos normales en sus veinte porque Venus vuelve a quejarse y esta vez mucho más fuerte, sus manos toman mis brazos para sostenerse y poco a poco desciende hasta quedar en el suelo, sobre las colchas y cojines que he puesto para ella. Un líquido transparente baja por sus piernas. Jimin entra corriendo aún sonriendo a lo grande y ya me está asustando. Lo que veo en sus manos es un mísero pétalo de rosa pero justo antes de que yo me queje lo lanza al aire, sopla y ¡Boom! Un montón de pétalos de rosa roja cayeron lentamente por toda la habitación como si lloviera dentro.
—¿Estás segura de que quieres tenerla así? —le pregunto de nuevo a ella que se recuesta de los pies de la cama, abre las piernas, pareciera que le costara respirar pero no es así.
—Sí coño ¡Enfócate Jungkook! ¡Las almohadas!
Claro, más almohadas... ¿En dónde estaban?
—Lo siento, lo siento —me disculpo tan rápido que apenas se me entiende.
No sé por qué estoy tan nervioso si estuve preparándome para este momento. Cuando hago el amago de levantarme para buscar más de lo que pide su mano toma mi muñeca de nuevo y me detengo para mirarla. Sus ojos se han tornado de un color rosa más intenso, brillan más de lo que se por sí ya hacen y aunque estoy que me hago encima me tomo un par de segundos para admirar lo linda que se ve en este estado.
Despeinada, con las ojeras llegando casi a sus mejillas rojas, está sudando mucho y honestamente es lo más tierno y bonito que he visto hasta ahora. Y lo seguiría haciendo si no fuera porque la está pasando mal.
En mi interior me vuelvo a disculpar por ella, pero es porque aunque la bebé es de los dos es ella quien ha tenido que pasar por todo esto sola... Yo soy solo un apoyo, y me siento culpable.
—Oye, todo va a estar bien ¿Ok? —susurra como puede, su aliento caliente choca contra mi rostro y los cierro por un momento. De acuerdo, debería ser al revés, yo debería estar dándole palabras de apoyo motivacional—. Te lo prometo, si pudiste matar a un dios puedes con algo como esto.
Pero no lo siento así.
—Mi hija va a nacer.
—Así es, y tú la traerás.
Exacto, Jungkook, no seas idiota y reacciona. Venus te necesita cuerdo y atento, tu hija a punto de nacer te necesita.
Mi hija, mi hija, mi hija... Qué lindo suena eso.
—Los dos la traeremos —está un poco más calmada ahora así que se permite sonreír y antes de que me levante dejo un beso en su frente que logra calmar un poco los latidos de su corazón. Busco más almohadas, todas las que tenemos y luego se las pongo en dónde me indica; su espalda, cuello.
Hago lo posible porque esté cómoda y un minuto después todo esto ya parece un nido hecho con trapos y pétalos rojos. Mi madre no sé qué coño está haciendo pero la veo mover algo en un vaso y aunque parece agua dudo mucho que lo sea. En ese momento Sunhee entra a la habitación bastante agitada y es que seguramente ella y Grecia estaban lidiando con una leona ansiosa encerrada en el sótano.
—Bien, ahora revisa si estoy bien dilatada... ¡Ugh! ¡¿Por qué duele tanto esta mierda!?
Cuando estoy abriendo más sus piernas para hacer lo que me dice, mi madre se posa a mi lado de rodillas con el ceño fruncido y sus ojos plateados puestos en Venus.
—Espera ¿Quién te atenderá?
—Jungkook.
—¿Pero te volviste loca? Lyra, mi hijo no tiene ni idea de cómo-
—Dije que Jungkook, Inanna, ahora cállate y deja de ponerlo nervioso —wow, gracias—. Si no es él no será nadie ¿Entendido? Mamá, trae el bolso que preparé para la bebé.
—Traeré el agua —dice mi madre un momento después y agradezco muchísimo que esté siendo racional y no se ofenda por la frustración de mi esposa.
—¿El agua? —pregunto yo.
—¿Pretendes que se quede ensangrentada después de nacer? —Continúa Jimin trayendo una toalla blanca— También hay que traer tijeras para cortar el cordón umbilical, enfócate Jungkook.
Estresado, así me tienen.
Enfócate Jungkook, enfócate Jungkook.
—¡ESTOY ENFOCADO!
No estaba en mis planes que estuvieran más de dos personas en la habitación porque se supone que me agobiaba, pero la situación ameritó la presencia de Jimin y de Inanna cuando pasaron tres horas y la bebé aún no salía así que tuvieron que volver a entrar luego de que yo misma los hubiese sacado. Estaba cansada de pujar, me dolía todo allí abajo y tengo un fuerte dolor de cabeza. No sé qué sucede, se supone que estoy lo suficientemente dilatada pero por alguna razón la niña no sale y ya he comenzado a llorar de la frustración.
Mi mano derecha es sujeta por mi madre mientras que la otra, increíblemente, aprieta la mano de Inanna. Estoy tan sudada que el vestido rojo de seda se apega a mi cuerpo, respiro agitada cuando la contracción vuelve a pasar y no sucede nada más. Estoy en el suelo sobre cojines y colchas, mi espalda se apoya en el colchón de nuestra cama y echo hacia atrás la cabeza deseando que esto termine pronto.
Jungkook está concentrado, me da palabras de aliento a la vez que sus manos me revisan y tocan. Jimin solo le dice qué hacer, ambos tienen el ceño fruncido pero uno está más tenso que el otro. Cuando ven que necesito parar los ojos grises de Don Pecas van a parar en mí, y en una mirada de súplica sus manos ejercen presión en mis rodillas.
—Amor, por favor... Solo un poco más.
—¿Por qué... No sale?
—Su hombro está atascado en el cuello uterino —responde Jungkook—, podemos ver su cabeza pero necesitamos que pujes.
—Venus mírame —me pide él, que suda igual que yo pero al menos ya no tiembla—, puedes con esto y mucho más.
Llevo casi tres días en esto.
—Por favor... —suplica ante mi silencio pero es que la voz no me sale— Ella tiene que nacer.
—Venus hazlo rápido o de lo contrario habrán problemas.
Dios, Inanna, cállate tres años que eso ya lo sé.
—Vamos cariño, uno, dos... Ya.
Por un momento creo que estoy viendo todo en blanco pero es la reacción a cuando uso tanta fuerza que mis ojos se cierran y la respiración se me corta.
Pero por fin, por fin se pudo. Dimos todo, mi cuerpo adolorido sintiendo esa paz que ya necesitaba sé que por fin terminó. Y al escuchar un llanto vuelvo a abrirlos como puedo, sudorosa, con el cabello enredado pegado a mi rostro veo apenas la imagen más hermosa del mundo. Un momento con el que soñé muchas veces y me fue arrebatado tiempo atrás.
Ahora sí, después de tanto tiempo y tantos problemas... Mi profecía termina de cumplirse.
Jungkook sostiene a un bebé lleno de sangre entre sus brazos, un bebé que llora con muchas ganas y aprieta uno de sus dedos con su pequeña mano. El llanto de mi pequeña criatura es música para mis oídos, y sonrío, sonrío con pocas ganas sintiendo como mi corazón se calma poco a poco. Dejando que la imagen de un padre sonriendo y mirando a su hija como si fuera lo más importante en su mundo —y lo es— me llene de calidez y tranquilidad. De orgullo, mucho orgullo y por supuesto felicidad.
Vuelvo a cerrar los ojos, estoy cansada, he puesto mucha energía en esto durante tantas horas... Mi mamá sigue sosteniendo mi mano, Inanna se ha levantado para pedirle a Jungkook que se la entregue y así limpiarla, pero él se niega a soltarla.
—Puedo hacerlo —dice él sin siquiera mirar a su progenitora.
—Lo sé hijo, pero de igual forma tengo que tocarla.
Lo pone en duda durante varios segundos, pero después se pone de pie y suspira dejando que su madre la tome.
—Está bien... Ten... Ten cuidado.
—Por supuesto que sí, Sunhee, ven y da la bienvenida a tu nieta.
Cierro de nuevo los ojos cuando mi mamá se levanta para ir, y juntas se van al baño. Jimin es quien está quitando y enrollando las toallas usadas para dejarlas en un cesto, también está quitando restos de placenta. El aroma de las rosas me ayuda un poco pero estoy mal.
Mi sexy y bonita vagina ya no será igual después de esto.
Mi querido esposo me mira para acercarse, yo extiendo mi mano para que la tome y se recuesta a mi lado besando mis nudillos. Deja que mi cabeza se recueste en su hombro y allí nos quedamos un ratito.
—Mi preciosa diosa ¿Cómo estás?
—Cansada.
—Hiciste un trabajo excelente.
—Lo sé... Tú también.
—Lo sé.
Reímos un poco, bueno, él lo hace porque a mí me duele todo. Creo que no voy a poder sentarme bien durante unos tres días, lo bueno es que como ser divino que soy cualquier desgarro que haya sufrido podrá regenerarse rápido y por sí solo.
—¿La viste? —Me dice— Es bellísima, y lo mejor es que la tú la hiciste.
—Los dos, en realidad... Agua.
—Voy a limpiarte ¿Está bien? —asiento, deja un sonoro beso en mi cabeza y otro más en mi mejilla para pasarme el agua que Jimin le extiende, le miro a él un momento y no son necesarias las palabras para que sepa que también le agradezco— Lyra.
—¿Hm? —contesto mientras bebo más agua, necesito hidratarme bien.
—Gracias —y ahí sonrío como puedo, es un amor este hombre.
—Te amo.
—Y yo a ti.
—¿Y si le pasa algo?
—¿Qué podría pasarle? Está segura en este lugar.
—¿Y si llora?
—La escucharemos.
—¿Y si tiene hambre?
—Llorará.
Resopla y para mí sorpresa después hace una especie de berrinche pataleando, cosa que hace que tanto Shao como Grecia, Inanna y yo nos permitimos reírnos de su actitud. Es un jodido paranoico y eso es algo que nunca se le quitará al parecer.
—No sé tú pero yo no estoy dispuesto a dormir tranquilo sabiendo que mi hija recién nacida está en otra habitación, así que con tu permiso me la llevo.
Pero no lo dejo, me coloco en la puerta bloqueando su salida cuando con la niña en brazos intenta irse. La bebé está tranquila, después del ajetreo sus abuelas la llevaron conmigo y Jungkook ya vestida y limpia. La alimenté bajo la atenta mirada de todos y luego nos dejaron para descansar.
Al despertar ya era de noche y resulta ser que me dormí durante todo el resto de la tarde para levantarme con un humor de perros. Pero cuando Shamash entró a nuestro cuarto con mi niña en brazos volví a ser yo. Ellos decidieron que no se irían hasta el día siguiente y lo agradecí en grande porque sé que gasta más energía controlar a sus reinos desde aquí.
Y todo iba excelente hasta que llegaron las diez de la noche y la niña ya tenía que dormirse. Pero él no quería dejarla en su habitación y empezó a decir un montón de cosas como que llevaría la cuna hasta nuestra habitación o que la bebé podía dormir en su pecho y un montón de cosas más.
Obviamente no lo puedo permitir. Ella se va a acostumbrar a dormir con nosotros y no son hábitos buenos en mi opinión. Sé cómo criar a un niño, pero él como primerizo está más histérico que antes.
—Mi rey, Tili estará bien, te lo aseguro —trato de hacerle entrar en razón mientras me acerco a él. Nuestra niña es muy bonita, aún no ha abierto bien sus ojitos pero parece una muñequita diminuta de labios rojos y cabellos negros—. Todos en esta casa la protegemos... Incluso la casa lo hace. Las almas están al pendiente siempre y además, Shao dormirá con ella.
La leona que ya no es completamente una leona asiente con efusividad, está igual de emocionada por la llegada de su diosa y ha sido de lo más atenta. Su vestido en tonos naranjas y cafés con picos y estampados se balancea cuando sus pies descalzos la guían hasta quedarse a mi lado.
—Si algo ocurre no dudaré en avisar —asegura ella— se lo prometo.
Vuelvo a ver al padre de mi niña quien la mece entre sus brazos, su carita está escondida en el cuello de su papá mientras que él sostiene su espalda con la otra mano para que no se haga hacia atrás. Horas atrás tuvimos que decirle como cargarla porque era el único que no sabía, y fue muy cómico pues además de sus nervios Inanna se burló dé él constantemente alegando que Shamash lucía igual de pendejo cuando Jungkook nació.
Si tu madre no te dice que eres un pendejo entonces no es tu madre.
—¿Ves? Estará bien.
Se queda callado mientras su mano grande hace caricias a la blandita espalda de la bebé. Talasea es muy quieta, lo ha sido desde siempre y nunca da problemas. Por eso si llora es porque tiene hambre o tiene el pañal muy sucio, no lo hace solo porque sí y confío en ello. También confío mucho en Shao, la ausencia de Jungkook anteriormente hizo que todos estuvieran a mi lado apoyándome. Así que Shao, Grecia y Jimin aprendieron junto a mí como criar a un niño y educarlo hasta que alcanzara su madurez.
Si Talasea ha vuelto a nacer fue por su propia decisión, ella no quería vivir sin la compañía de su padre así que me pidió a mí que la trajera de nuevo cuando fuera el momento más indicado para todos.
Y así lo hice.
Sus ojos vacilan un momento y luego los cierra, rindiéndose. Deja salir un suspiro y yo sonrío un poco, es muy tierno. Regresa en sus pasos, me doy cuenta de que hemos estado rodeándolo para que no pueda salir con la niña en brazos. Con cuidado sostiene su cabeza y espalda al acostarla en su cuna. Acomoda el gorrito en su cabeza que se le ha rodado al igual que su blusita pues se ha subido, como gesto final le da un beso en la frente y ahora sí está listo para dejarla dormir tranquila.
—Shao, si algo pasa, cualquier cosa mínima como que hay que cambiarle el pañal o se ha despertado tienes que avisar y vendré de inmediato ¿De acuerdo?
—Sí, señor.
—Buena noche.
Todos se van a dormir, las luces se apagan con tan solo un chasquido y al llegar a la habitación me acuesto con cuidado, tengo los pies y las piernas hinchadas aún pero me siento un poco mejor, Jimin ha dicho que tendré una recuperación rápida y no lo dudo. Jungkook se acuesta a mi lado tiempo después, yo no dudo en acercarme a él para darle calor a su fría piel recordando la cabeza en su pecho.
Está muy callado.
—Tranquilo, todo estará de maravilla —murmuro, estoy muy segura de que no vamos a dormir nada porque él estará pensando en la niña y yo también, además, he dormido mucho ya—. Pude criarla sola y creció muy sana, ahora que estamos los dos y en casa será mucho mejor.
—Eres una madre excelente.
—Y tú eres un gran padre, así que está bien que te preocupes pero no hagas que te duela la cabeza... Lo haremos bien.
—Lo haremos bien. —susurra, para cuando siento sus labios besar mi coronilla yo estoy pensando en cómo demonios les voy a decir a Jimin y a Grecia que firmé el contrato de su futuro hijo.
El hijo de Eva, el próximo dios de la oscuridad, necesitará un guardián y yo voy a hacerle el favor de dárselo.
Dejo eso de lado para sentirme nostálgica, la última vez que di a luz como a esta hora de la noche estaba llorando en mi habitación con mi niña entre los brazos. Pero ahora es completamente diferente.
—Lloré cada noche por tu ausencia, cada vez que Tili lloraba o rogaba por mi calor me sentí insuficiente, incompleta... Cuando me preguntó quién era su padre no le respondí, ni la primera ni la décima vez que me lo preguntó —no dice nada, dejándome expresarme—. Al final ella sola lo descubrió, su abuela se lo dijo. Corrió a mi encuentro aquella tarde para preguntar por qué era tan difícil decirme que su padre simplemente no estaba... Y tampoco respondí.
—¿Por qué Talasea murió?
—Porque era muy parecida a ti ¿La viste? Tiene tus ojos, tu nariz y labios. En algún momento se dio cuenta de que verla me dolía.
Aunque quisiera y tiene derecho a saber sobre mis sospechas, hay cosas que no puedo contarle. Y mis dudas sobre el hijo de Eva y la mía son solo eso, dudas, suposiciones. Tengo prohibido hablarle sobre los contratos de otros, sobre los círculos de almas ajenos.
—Ambas se lastimaban —afirmó.
—Quizás no fui tan buena madre.
—No digas eso —sus dedos hacen una leve caricia en mi mejilla—, lograste criar y enseñar a una diosa estando sola y eso es de admirar. Mi madre no habría podido con tanto sin la ayuda de mi padre y viceversa, criar a un dios no es cosa fácil y mucho menos a distancia cómo fue nuestro caso.
—María sufrió mucho tratando de comprenderte.
Al igual que Gaia tratando de enseñarme sobre mí misma.
—Tili dijo que no quería vivir en una época tan triste, dijo ser egoísta porque iba a abandonarme y le dije que estaba bien. Así que le di un beso de muerte con mucho dolor y recuerdo sus últimas palabras.
Suspiro jugando con el botón de su pijama, los recuerdos viven en mi mente de forma nítida y precisa.
—¿Cuales fueron? —sonrío.
—En mi próxima vida, papi y yo te haremos muy feliz, no volverás a llorar por nosotros.
—¿Se cumplió?
—Sí, al fin se cumplió.
—No volveré a dejarlas, no volveremos a dejarte... Lo prometo.
—Ahora lo sé.
Si miro hacia atrás en el tiempo, a comienzos del mes de marzo cuando era una bimbaio normal que cumplía su misión en el mundo. Si me hubieran dicho que todo esto iba a pasar en el mismo año... Probablemente no me habría reído pero si habría perdido la cordura.
De por sí quedé medio trastornada cuando recordé todo de golpe... Uff.
No ha sido fácil, nunca lo fue. Solo ha pasado un año, o casi uno, desde que las cosas empezaron a cambiar tan drásticamente; los hermanos Kim casi mueren en la explosión del palacio, sus escoltas resultaron ser híbridos. Me enamoré de uno de ellos, luego Jimin ve el futuro y me dice que estamos enlazados.
Me entero de que ambos somos dioses... Asesinamos a una especie entera y al dios que los controlaba. Estoy embarazada, doy a luz a otra diosa.
Y eso que me estoy saltando detalles.
El punto es, que cada una de las cosas que me han pasado valieron la pena porque todas las he podido superar. Y aunque no lo parezca cada una de ellas me han llevado a dónde estoy justo ahora; en mi casa con mi familia, durmiendo al lado del hombre que amo y que me ama con la misma intensidad. Con una niña preciosa que ambos cuidaremos bien, con los mejores amigos que se nos pudo dar.
Sin problemas ni enemigos, solo haciendo lo que nos gusta hacer al lado del otro.
Existiendo para siempre, eternamente juntos.
El señor Ocaso, caballero de la noche guardián de las mañanas por fin puede estar a gusto con su señora Samsara, con la vida y la muerte en carne y hueso, sus corazones latiendo juntos, tocando al mismo son una vieja canción de amor que jamás pasará de moda.
Bueno, pensé que tendría algo más para decir, ya saben, lo que hacemos las escritoras cuando acabamos una obra.
Pero no se me ocurre nada porque solo ando en modo depresivo. Creo que me da mucha nostalgia saber que es el primer fic que logró completar xd en fin, nos leemos luego, en mis otras historias y en el apartado de curiosidades.
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