Capítulo 42

Capítulo 42: dos seres; un camino. Dos corazones; un solo destino.

Supe exactamente el momento en que ellos llegaron, y eso me enorgullece pues ni siquiera mi enemigo, el cual me tuvo retenida durante tanto tiempo, pudo sentir. Admito que estaba asustada, aterrada de lo que a Jungkook y a mi niña pudiera pasarles, de que no pudiera protegerlos como quería. Por un momento me sentí inútil, un estorbo pues por mi culpa estábamos en esto. Pero estaba esa voz en mi cabeza que me decía una y otra vez: No, Venus, no es tu culpa que te agreda. No es tu culpa el mal que recibes, no te sientas mal por ellos, el único culpable lo tienes en frente. Y va a pagarlo con su miserable existencia.

Así es, él debe pagar incluso por haberse atrevido a hacerme sentir responsable.

Por eso cuando sentí los latidos de mi hombre acercarse, cuando lo vi cruzar esa puerta algo en mí se calmó. Me sentí feliz, me sentí muy bien y con una emoción repentina nada normal. Y aunque el veneno que trataba de obligarme a ingerir estaba en mis labios, no pude evitar burlarme en su cara cuántas veces se me dio la gana. Porque mientras mi hija volvía a dar pataditas en mi interior, el hombre con quien la compartiría estaba ahí dispuesto a morir de nuevo por ambas, estaba ahí conmigo, para defender mi integridad, nuestro honor, nuestros sentimientos y el esfuerzo que habíamos hecho durante siglos para mantenernos uno al lado del otro sin darle a nadie el gusto de vernos separados.

Él había llegado, y ahora que nos habíamos juntado éramos imparables.

Somos imparables.

La violencia puede ser usada para el bien. Por eso dejo que mi amor eterno hecho hombre le patee el rostro cuántas veces se le dé la gana. Veo como la sangre negra brota de su nariz, la forma demoníaca de Adán ha mostrado su verdadera apariencia y bien es cierto que, las personas en sus últimos segundos muestran su verdadera cara.

Oh sí, que horrible es la suya.

Uñas largas, venas negras, sus ojos sumidos, lo típico, ya ni me asusta.

Me causa malestar pensar en la yo de antes le temía, mucho. Cuando estaba aquí me sentía como Perséfone en el reino de Hades, y es que ese quería él que fuera mi destino, solo que no estaba aquí por voluntad sino por una obligación que no me correspondía. Venir aquí era soportar el desprecio de los príncipes y las fatales pues ellos preferían a su antigua señora. Estar aquí era descuidar mis obligaciones, estar drogada, ser atada a su cama todas las noches pues yo me escondía para no dormir con él. Era ser tocada sin mi consentimiento y ser llamada "vasija" 'por los demonios.

Era soportar ver a Gael ser masacrado por defenderme, saber que estaba encerrado en las catacumbas atado como un animal mientras rogaba que me soltaran.

Ahora es diferente, me río en su cara, me burlo de su pésima existencia. De lo inútil e innecesario que es. Es un pobre ser que se aprovechó de nuestra juventud, la tomó sin permiso alguno y nos obligó a crecer para defendernos de su persona. Nos intimidó como el bravucón que creíamos era. Me atemorizó con sus palabras sucias y morbosas, con sus amenazas a la vida del ser más importante para mí.

Ya no más.

Les prometí a las almas condenadas en este castillo descansar si me ayudaban, por eso no me toma desprevenida cuando al ver por la ventana además de admirar un precioso eclipse también están las tropas de bimbaios asesinando Sinyas a diestra y siniestra.

Y semidioses también... ¿Qué hacen ellos aquí?

En fin, de vuelta a la tortura. Detengo a Jungkook cuando está a punto de enterrarle la espada como por décimo sexta vez, sus ojos grises me escudriñan con confusión.

—Veo que te has emocionado.

—Pues sí —contesta, en eso Adán aún en el suelo se retuerce y mi tacón termina presionando su pecho.

—Quieto, animal —vuelvo a ver a Jungkook, le robo un beso pasando después mi lengua por su mentón.

Tiene la cara manchada en sangre y una sonrisa bastante retorcida. Respira agitado por todo lo que ha estado haciendo. Mi vestido se apega a mi piel de que esta, la sangre de demonio huele a azufre. Jimin nos ha encerrado con él dentro de un campo de contención de sal que forma la estrella de David, mientras que ambos ángeles de cabellos dorados recitan el cantico que nos ayudará. Por ello Adán no ha podido arrastrarse en busca de ayuda.

"Reges terrae cantate soli, cantate filio et rosa. Regna terrae a dea Inanna in Psalterio decantantur. Deus caeli, dea terrae. Maiestatem gloriae tuae supplices exoramus . Cum lasso et doloso omnium spirituum infernalium potestate. Ab omni malo libera nos, Quirites. Delebimus te, immunde spiritus. Omnis potentia obscura, omnis incursio et scandalum. Infernalis adversarius singulae legionis. Ab insidiis diaboli, libera nos, Domine.

Ut salvum facias populum tuum in libertate servientem tibi;

Obsecro te, audi nos!

Ut inimicos sacri circuli animarum humiliare digneris.

Obsecro te, audi nos!

Deus terribilis in sanctis eius;

Princeps ipse suorum animos coget.

Benedictus Deus, Gloria Patri

Benedicta dea, decus matris!".

Las voces de los ángeles al cantar para un ritual es tan... Bonita, que por un instante el momento no parece tan turbio. Luego veo el rostro perturbado de Jungkook quien está salpicado con sangre hasta las cejas mientras parece jugar con el cuerpo inerte de un pelinegro lleno de oscuridad.

Aún así me resulta adorable.

—Papi se ha dignado en llamarme hija y me ha dado un regalo ¿Lo usamos juntos?

—Por supuesto.

Jimin y Grecia, quienes custodiaban la puerta y terminan lo suyo se sueltan de las manos para acercarse a nosotros. En las manos de mi amigo y compañero de batalla está un arma en específico. Una claymore azul metálico envainada en una funda de bronce con símbolos y dígitos, todos con mi nombre y citas de la vida y la muerte.

Grecia lleva consigo un lazo dorado, y me complace ver la satisfacción en su rostro cuando se agacha para amordazar con él al rey demonio que agoniza por las múltiples heridas que le hemos dejado. Luego ella misma se encarga de arrastrarlo cual perro encadenado por el cuello para sacarlo de la habitación. Nosotros también salimos, y a medida que vamos avanzando por el castillo tenebroso la guerra se va paralizando. Todos, guardianes, dioses y brujos a punto de morir ven nuestro pasar mientras arrastramos el cuerpo que se retuerce de un dios.

Al llegar a la salida del palacio todos los que estaban adentro nos siguen y los de afuera se detienen para observar. Gaia llega sonriente acompañada de Eva, mirando desde arriba con superioridad al hombre dueño de sus pesadillas y malestares hecho trizas.

Luego nos mira a nosotros y con un simple gesto nos da permiso.

—No son necesarias las palabras —Eva habla. Yeudiel permanece en su brazo en forma de serpiente.

Pronto todos los dioses se alinean frente a nosotros, detrás de ellos el resto de los ángeles poniendo sus manos en dónde van sus corazones. Detrás están los bimbaio que con sonrisas en el rostro dichosos de ayudar comienzan a agradecerle a su luna y a su hijo en susurros suaves.

Bajo un eclipse solar el cielo oscuro de un color naranja se aclara un poco, y los copos de nieve van dejando de caer. Multitudes de príncipes demonios, demonios normales y fatales en estado admiran todo con rabia e impotencia, pues su soberano esta a nada de abandonarlos. Mas sabemos con certeza que todo es una farsa, pues solo están esperando a quedarse sin gobernante para hacer desastres en el palacio una vez nos retiremos. Sin saber que, si tendrán a una soberana temporal en lo que el verdadero próximo rey nace. Y esa es la hija de Adán, Eva.

Luego en un parpadeo, un hombre de barba blanca y ojos azul muy claro aparece frente a mí. Sus cabellos blancos y largos están trenzados hasta el suelo. Sus ropas denotan lo superior que es su rango, y una lágrima se me escapa no sé si por la impresión.

—¿Qué haces aquí?

—Presenciar el mejor de los asesinatos.

Voz segura, tono tosco. Nunca había oído su voz, nunca había visto a mi padre de cerca.

—¿Tiempo? —murmura Jungkook, mi corazón saldrá de mi pecho si sigue latiendo así.

—Arrodíllense.

Lo hacemos, todos lo hacemos. Desde aquí mi padre se acerca, el símbolo azul brilla en su cuello. Levanta mi barbilla para que lo vea desde aquí abajo, su rostro serio es intimidante, a pesar de sus años se sigue viendo joven como un hombre de tal vez cuarenta.

Entonces se ríe y no sé cómo interpretarlo, por eso frunzo el ceño.

—Jamás te creí capaz de hacer esto, pero supongo que he subestimado la fuerza de un amor como el de ustedes dos —sus ojos se detienen luego en Jungkook, este tiene la cabeza gacha—, buen trabajo, ambos... Ahora dejen de perder mi tiempo y mátenlo.

—Hágase su voluntad.

Desenfundar la espada que me había enviado fue emocionante, pero lo fue más aún cuando la mano derecha de Jungkook y mi mano izquierda sostuvieron la empuñadura. Al caminar, Grecia estaba de pie pisando el lazo que amarraba a Adán tirado en el suelo, al otro lado estaba Jimin erguido con las manos tras la espalda. Volví a mirar al frente, mi padre ya no estaba, pero sí los demás que aunque aún no salían mucho de su impresión por su aparición, miraban atentos la escena.

Luego me enfoqué en él, contemplé los ojos de la persona que nunca renunció a mí a pesar de las consecuencias que eso conllevaba. Sus hermosos ojos grises los cuales jamás me cansaré de ver. Ahí, con sus mejillas manchadas con gotas de sangre seca, con el cabello mojado por el sudor, con sus ropas oscuras denotando su masculina elegancia... Me recordé que he sido premiada por el destino mismo con la mejor de sus creaciones.

Cuando me sonrió y apretó sus dedos sobre mi mano, cuando dirigió y apuntó con la punta de la espada en el corazón latente de nuestra pesadilla agradecí sinceramente por tenerlo con y para mí.

Lo agradeceré eternamente.

—¿Te gustaría probar bocado después de esto? No he comido en días.

Ríe, pero asiente. Y ya puedo sentir las miradas extrañadas de quiénes nos han escuchado.

—Como desee, reina mía.

Después la espada se manchó con sangre, y nunca me había hecho tan feliz escuchar el grito ensordecedor de dolor y agonía en un ser, más aún, que nosotros fuéramos los causantes.

Disfruté mucho verlo consumirse, como sus ojos sangraban, como la espada enterrada quemaba su alma negra. Como toda su existencia se apagaba y nos liberaba de su condena. Luego se consumió hasta volverse cenizas y lo único que quedó de él fue un hilo.

Un hilo negro, desgastado y maligno que yo no fabriqué pero sí voy a cortar.

Solté la espada asesina dioses agachándome para recogerlo, en un chasquido de dedos la tijera perteneciente a una de mis servidoras apareció en mi mano y sin esperar demasiado corté el hilo por la mitad.

—¡Eso ha sido épico! —sonrío a lo grande, tomando la mano de Jungkook para levantarme.

—¡Gracias señor esperanza! —exclamo.

—¡Están invitados a mi cumpleaños!

Ahora sí, nos espera una eternidad sin inconvenientes. Solo él y yo, en nuestra casa con nuestra familia.

Después de lo que pasó no esperaba que absolutamente todo estuviera bien, eso era más que evidente. Pero aún así no puedo evitar sentirme melancólico.

Al salir de ese lugar no fue igual a como entramos, y no me refiero exactamente a los portales.

De un enfrentamiento no se podía esperar que todo el mundo saliera ileso. Por eso tenemos heridos y fallecidos, en su mayoría bimbaio. No sé por qué me siento así, Venus ya me había dado una advertencia, pero supongo que es inevitable.

A lo largo de todos mis años de vida he visto morir amigos y familiares, y sin importar cuantas veces haya pasado por esto puedo acostumbrarme a la idea de que a ellos siempre les espera el mismo final en todas sus vidas, nacer sin recuerdos y morir. A nosotros no, y es algo... Extraño. Se supone que es un privilegio pero en ocasiones no lo siento como tal.

Por eso aunque no derramo lágrima alguna, el suspiro cargado de tristeza que suelto mientras sostengo la mano gélida de Ikaika delata lo que realmente estoy sintiendo.

—Si te soy honesto, jamás había tenido a una amiga cómo ella —mis palabras son pronunciadas en susurros roncos, aún con eso Venus puede escucharme—. Ikaika pasó por mucho debido a su linaje, termino en Corea por obligación y posteriormente en la guardia real para protegerse.

—La veían como algo exótico ¿No?

—Como algo y no como alguien.

Estoy de espaldas a ella, somos los únicos en la morgue. Ella no parece afectada pues es su trabajo, está más que acostumbra. Pero de igual forma sé que en parte le entristece saber que no podrá ver a los suyos hasta cumplir cierto límite de tiempo para que vuelvan a la vida.

Perdimos a más de los que yo creía. Por supuesto ella si lo sabía. Entre el grupo de bimbaios de distintas nacionalidades dentro de esta morgue están los cuerpos de Ikaika y Nana.

Heridos hubo muchos. Algunos ángeles están sanando de heridas graves, agentes como Suni también están en recuperación y bajo observación está Sunhee quien regresó para ayudar sin que lo supiéramos.

—Lamento no prepararte para ello.

—Está bien, va contra las reglas.

Me giro un poco viéndola sobre mi hombro, también está de espaldas sentada a un lado de la camilla. El cuerpo de Nana está cubierto de pies a cabeza pero ella igualmente no suelta su mano. Vuelvo a mi posición de antes, me atreví a descubrir el rostro de Kai para verla una última vez.

Su piel bronceada ha tomado un tono más claro. Hace ya media hora que fue limpiada y vestida, Venus la ha maquillado al igual que a la mayoría de los cuerpos que están aquí. Todos visten de blanco, en su caso un vestido con encaje, joyas y símbolos pintados en tonos plateados por toda su piel. Los bimbaio no necesitan preparación, su cuerpo no se descompone. Aunque la enterremos tres metros bajo tierra y pase allí mil años, seguirá intacta. Acaricio su cabello sonriendo sin un ápice de felicidad, Kai nunca tuvo una vida netamente feliz pero al menos puedo decir que si hizo las cosas que quería hacer. Sus problemas con respecto a su familia y sus misteriosos orígenes, las personas tóxicas que le hicieron daño en su juventud, todo eso ha forjado a la mujer que fue.

Y por muy mala que hubiese sido su situación se esforzó por hacer lo que más le gustaba mientras se repetía una y otra vez que no estaba arrepentida de sus acciones ni tampoco se avergonzaba de su pasado. Nos apoyó y la apoyamos cuando nos metieron en ese palacio.

Siempre fuimos nosotros tres, pero ya no será así.

—No sé cómo voy a decírselo a Taehyung.

—Es mejor que se lo hagas saber tú, no le gustará enterarse por otra boca.

—Tienes razón —ella calla— ¿Estás bien?

—Lo estoy.

El tiempo pasó y ya era momento de irnos a casa. Por eso al salir de la morgue hicimos una última parada. Ahora estamos de vuelta en Egipto. No queremos mucho más escándalo así que solo hablaremos con nuestros más cercanos. Por eso al entrar en una sala en especial allí están todos, o los que quedan.

Yeonjun corre a abrazar a Venus y esta se deja hacer, apretando al chico que lagrimea entre sus brazos. A ellos se le suma Suni y luego Jimin y Grecia se hacen parte. Permanecen así, llorando y abrazándose por lo que lo único que hago es tomar asiento al lado de los míos.

Namjoon me da una palmada en el hombro que percibo como consuelo. Él parece tranquilo, como siempre imperturbable. Pero Seokjin y Dasha no es que estén en las mejores condiciones. Por eso les ofrezco un abrazo que ninguno quiere rechazar.

Ikaika era la escolta personal del príncipe Seokjin, y aunque no parecían llevarse en lo absoluto bien sé que así era su forma de quererse.

—Todo estará bien, chicos.

No hay mucho por decir de mi parte. El consuelo no es lo mío, me limito simplemente a pasar mi mano por la espalda de Seokjin hasta que parece calmarse. Tiene la nariz roja, los ojos hinchados y el cabello despeinado. Tiene varias heridas en el rostro al igual que Dasha y Namjoon, raspones en los brazos y rodillas. Les dije a esos idiotas tercos que se quedaran en casa a esperar a su hermana pero ella no quiso irse y ellos decidieron ir.

Dasha se levanta un momento, la miro preguntando a dónde va y me pide seguirla. Lo hago después de mirar a los chicos y que estos asientan. Le doy una última vista a Venus, ella sigue hablando con sus amigos.

Al salir Dasha se cruza de brazos caminando por el pasillo, sorbe por su nariz y con mi brazo pasando por su hombro la acerco a mí. Ahora se siente raro, la última vez que la vi seguía sintiendo lo que un guardián a su semidiós. Pero ahora es completamente diferente, el choque entre los dos no puede pasarse por alto. Nos detenemos frente a una vitrina, ahí están las fotos de los mejores agentes que ha tenido Moonchild Egipto.

No me había fijado en que todo el equipo de Nana estaba ahí, incluyendo a Venus y a Jimin.

—Es increíble todo lo que ha pasado en solo meses —murmura. Sus dedos tocan una foto, el rostro enmarcado de Ikaika quien parece que recibió un honorífico por ser la primera de su generación en subir de rango.

Eso no lo sabía.

Dasha respira hondo, observándome con sus ojos verde oscuro. La noto mucho más cambiada que antes. Se ha teñido el cabello de azul oscuro, se maquilla de una forma más adulta, parece que desarrolló un gusto por los pantalones que antes no usaba, y en sí toda ella luce más madura.

Está creciendo.

—Mis hermanos y yo semidioses, mi padre era un lunático... Hay más de una especie inteligente habitando la tierra, tu eres un dios y vas a tener una hija con la mujer que en un principio no te agradaba ¿No es maravilloso cómo el destino se las apaña para verte la cara de estúpido? Si fuéramos personas débiles probablemente hubiéramos enloquecido —no digo nada, es verdad—. Y ahora pasa todo esto... Es parte de vivir, supongo.

Es exactamente eso.

—Ikaika estará bien.

—Sé que será así... Yo... —le miro— ¿Volveremos a verte? Antes no lo admitiría pero ahora estoy segura de que te extrañaré, fueron dos años solamente pero... Me hiciste sentir después de mucho tiempo lo importante que soy no solo como soberana al trono, sino como mujer y persona. Gracias, Kook, por ser mi primer amigo real.

—Esas cosas no se agradecen, Dash.

—Lo arruinas.

—Tengo muchas cosas que hacer, y tú también, futura reina —asiente bajando un poco la mirada, levanto su rostro con los dedos y decide intentar sonreír—. Pero a ti te quedan más años de vida de los que piensas y a mí me espera una eternidad. Te aseguro que volveremos a vernos.

En eso sus ojos se iluminan, y sin abstenerse a nada se lanza sobre mí para abrazarme. Dasha es alta, por eso su barbilla queda justo sobre mi hombro. Mis manos acarician su cabello ahora por debajo de sus hombros, eso siempre le ha calmado. Entonces me saca una leve risa cuando muerde mi hombro.

Hay cosas que simplemente nunca cambian.

—¿Lo prometes? —blanqueo la mirada.

—Dasha Kim, no es tan fácil deshacerse de mí.

—Gracias por cuidarme incluso cuando no debías hacerlo. Por estar ahí, por ponerme como tú única prioridad. Por creer en mí cuando nadie lo hacía.

—¿De qué hablas, tonta? Basta, lo hice con mucho gusto.

—Eres increíble.

Al volver a la sala me encuentro con que todos están más juntos, llorosos, tristes y melancólicos. Pero al mismo tiempo se percibe ese aire de paz en cada persona, porque aunque se han perdido a sujetos importantes es debido a una buena causa, para cumplir con la misión con la que todos nosotros nacimos, hacer de un mundo como este algo mejor. Tras una victoria cómo esta tanto Venus como yo podemos asegurar que no se trata de una tragedia, y recordaremos a los héroes que murieron el día de hoy con orgullo y valentía.

Venus nos mira entrar y tras darle una breve abrazo a Dasha se sonríen, no recuerdo que se llevaran tan bien esas dos pero bueno. Luego la pelinegra que posee esos ojos lindos que me encantan toma la mano que lo ofrezco para darme un apretón. Jimin y Grecia llegan hasta nosotros, ya es momento de irnos.

—¿Lista? —ella asiente, volteando a ver a los demás que nos intenta sonreír.

Cielos, ni que nos fuéramos a morir.

—Adiós, chicos.

Cuando salimos de ahí durante el camino a la superficie fuera de la base nos despiden el resto de los agentes, más de uno se inclinaron al vernos pasar. La comandante y el resto de los superiores expusieron su gratitud pero ninguno parece entender que quienes están agradecidos somos nosotros por su ayuda.

Atónitos ven como abrimos un portal, tras otra corta despedida atravesamos la puerta y bueno, de nuevo en casa.

Había olvidado a Shao, por eso no logro esquivar su ataque y su lengua rasposa babear mi cara.

—¡Joder Shao, ya!

Ella suelta un bufido, me la quito de encima como puedo y me levanto del suelo. Ahora los tres se están riendo de mí pero no me hace ni un poco de gracia. Me tiro en el sofá, necesito tomar un respiro muy pequeño.

Me cuesta creer todo lo que hemos hecho, juntos.

Ella se pasea por el salón observando todo mientras yo solo la contemplo. Jimin juega con la leona, Grecia se ha ido a la cocina. Veo a varias almas pasearse también por aquí. Pero de nuevo, solo me fijo en ella. Su silueta, lo preciosa que se ve estando embarazada. Sus mejillas adorables. Incluso estando maltratada con un rasguño sanando en su mejilla se ve hermosa.

Y cuando pone sus ojos de vuelta en mi persona, esa conocida sensación ligera me altera todo el organismo y me grita "ahí está, el amor de tu vida. Bésala, hazla tan feliz como ella lo hace contigo".

Sonríe, no sé si por su felicidad sin límite o porque ha escuchado lo que pienso. Paranoias mías. Toma asiento en mi regazo, rodeando mi cuello con su brazo y acariciando mi mandíbula con sus delicados y pequeños dedos.

—¿Tu madre se queda? —le pregunto.

—Ya no hay peligro que la amenace, volverá a Moscú pero no te preocupes, igual tiene que conocer a su nieta.

—Tienes mucho trabajo ¿Quieres que te ayude?

—No, está bien, ocúpate de lo tuyo. Jimin puede ayudarme.

El mencionado se tira al suelo dramático, fingiendo lloriquear. Sus alas se las ha guardado así que cuando se encoge en el suelo vemos los dos agujeros en su ropa. En eso Venus coge mi barbilla para que vuelva a mirarla y antes de que yo haga algo se adelanta y posa sus labios sobre los míos.

Cálidos, suaves y con un sabor que solamente yo puedo disfrutar. Y como poco le importa que nos vean, sus dientes toman posesión de mi labio inferior. Escucho una exclamación de Grecia en el fondo pero estoy lo suficientemente ido como para prestar atención.

—Entonces —susurro contra sus labios rojos— ¿Qué quieres comer?

Ella se ríe, por consecuencia yo también.

—Creí que lo habías olvidado.

—Boba, claro que no.

—¡Siete maravillas!

Ay no puede ser.

Se levanta de golpe tirando de mi mano, me rehúso a levantarme pero no, ella insiste y logra hacer que me ponga de pie. Apenas me alcanza el tiempo para buscar las llevas de su auto, luego nos saca de casa.

Literalmente no hemos pasado ni diez minutos aquí.

—¿En serio? ¡¿Otra vez?!

—Ay no seas quejica, Rey.

Subimos, yo sin muchas opciones y ella más emocionada que antes. Luego nos pongo en marcha y como yo ya lo veía venir, comienza a buscar una buena canción. Me gusta verla así, brillando a pesar de las circunstancias. Sonriendo, siendo ella, únicamente ella.

La misma mujer que no se reprimió ni siquiera cuando en un principio no le di el mejor trato. La misma que me besó en aquel ascensor sin miedo ni vergüenza alguna. La misma que se burlaba en mi cara cuando su falta de pudor causaba que me temblara el cuerpo entero.

Al mismo tiempo, la misma niña que me vio nacer, me apoyó en todo. Me ayudó a crecer y me convirtió en un alma fuerte con deseos claros y muchas ambiciones. Una pequeña diosa brillando en la oscuridad que jamás renunció a nosotros y se esforzó por volver a mí una y otra vez durante años.

La misma que sostuvo esa espada con firmeza y acabó con todos nuestros males, con aquella condena que parecía eterna.

Lyra, Venus... Sin importar cuántas vidas nos persigan, cuantos destinos atravesamos. Ella estuvo y está ahí, para tomar mi mano y recordarme siempre que jamás, ni en las peores situaciones dejaremos de ser y vivir como uno solo.

—Venus.

—Tell me, darling.

Mis dedos aprietan el volante, me tomo dos segundos para admirarla y luego sonreír, no me arrepiento de nada, absolutamente nada. Jamás me cansaré de amarla, de que mi corazón lata por ella.

—¿Quieres casarte conmigo?





"Reyes de la tierra, cantad al Sol, cantad al hijo y a su rosa. Reinos de la tierra, cantada por la diosa Inanna en el salterio. Dios del cielo, Diosa de la tierra. Suplicamos humildemente la majestad de tu gloria. Como de todo el poder de los espíritus infernales, con lazo y engañosa maldad. Líbranos, señores, de todo mal. Te destruiremos, espíritu inmundo. Cada poder oscuro, cada invasión y ofensa. El adversario infernal, cada legión. De las asechanzas del diablo, líbranos, señor. Para hacer que tu pueblo sea seguro para servirte en libertad. ¡Te ruego que nos escuches! Para que te dignes humillar a los enemigos del círculo de almas sagrado. ¡Te ruego que nos escuches! Un Dios terrible en su santuario. El propio príncipe forzará el coraje de su pueblo.

Bendito Dios, Gloria al Padre. ¡Bendita Diosa, gloria de la madre!".




AAAAAAAAAAAAAAAAAAA

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