Capítulo 41

Capítulo 41: Time to die!

Las horas aquí transcurren de manera diferente, son mucho más rápidas. Cuando crees que ha pasado medio día resulta que han pasado unos dos o tres días, así que trato de no perder la noción del tiempo ni tampoco mi cordura. Creo que ya llevo una semana aquí, porque me se me entumece el cuerpo de estar en la misma posición. Adán no ha vuelto a venir, en cambio sus secuaces han entrado para vigilarnos.

Gran error.

—Quiero ir al baño.

Me ignoran, tres brujas y tres brujos, ambos grupos separados a cada lado del salón con las manos tras la espalda y mirando a todas partes.

—Hey ¿Están sordos o qué? He dicho que quiero ir al baño.

—Tenemos órdenes claras —responde un hombre de mal humor—, y levantarla de ese sillón no está entre esas.

Ruedo los ojos, como si me importara. Ruego en mi interior porque me mire a los ojos pero no lo hace, sigue viendo a todas partes menos a mí así que no puedo manipularlo. Intento levantarme y lo consigo pero las cadenas siguen reteniéndome y me queman las muñecas. Grito del dolor que se extiende dentro de mí pero sigo de pie. Entonces dos hombres y una mujer vienen hasta mi para forzarme a sentarme sin lograrlo, no importa que me estén drenando la energía, sigo siendo más fuerte que ellos. Me toman de ambos brazos empujándome, y cuando me zafo del agarre la mujer de piel morena y ojos esmeralda extiende su mano frente a mí haciendo uso de su magia.

Lo que no esperaban es que yo creara un campo a mí alrededor y el ataque rebotara, regresando al cuerpo que lo soltó. Le ha salido el tiro por la culata.

Sonrío de lado, bien, mi cuerpo está asimilando el dolor. Mientras más me mueva y más duela, más me acostumbraré y aunque me esté haciendo daño no será algo que me pare.

No es que no lo haya pensado antes, pero primero tenía que pensar en qué haría cuando me soltara.

Hice un trato con las almas en las pinturas de la pared.

—No sé qué les ha metido él en la cabeza pero, idiota el que se atreve a desafiar a una deidad.

El resto del grupo se acerca a mí sin entender por qué las quemadas en mis muñecas no parecen cortar mi poder, pero no es algo que puedan entender. Simplemente es así, el cuerpo de un dios se adapta a cualquier cosa, mientras más recibe más inmune se hace. Es como el sistema inmunológico... Pero mucho más extraño y fuerte. No es una habilidad con la que se nace sino algo que desarrollas, Gaia nos lo enseñó, al menos a Eva y a mí sí.

Pero no somos las únicas, aparentemente.

Una bruja me toma del cabello, provocando que la tiara horripilante se caiga de mi cabeza. Es tanto mi furor e indignación por su acto que mis ojos enrojecen en un tono rosa muy fuerte, y allí me tiemblan las piernas. Cuando mi mirada se posa sobre ella, la mujer pálida de ojos negros parece congelarse y no espero mucho para darle un cabezazo que la tumba y la hace rodar por los escalones.

Briana, la diosa de la fuerza muscular, se levanta soltando chillidos y sollozos. Sus ojos amarillos brillan en el momento en que trata de hacer uso de su poder. Golpeo con el codo al hombre a mi costado para después, con las mismas cadenas que me están hiriendo las muñecas, enroscar su cuello. Queman su piel y suelta un alarido de dolor, luego lo lanzo lejos para recibir a los otros dos que se han lanzado contra mí. En un movimiento rápido me apoyo de espaldas a los posa brazos para impulsarme y patearlos, se reincorporan rápidamente. Uno tomando mis tobillos y el otro mis hombros.

Uno termina con el rostro deforme, el otro con mis uñas enterradas en sus ojos. Me lleno de sangre roja y oscura, y ahora es que me doy cuenta de que a veces olvido que también soy la muerte.

Entonces Briana hace su mayor esfuerzo y revienta sus propias cadenas.

—¿Estás bien? —me pregunta corriendo hacia mí. Respiro un poco agitada pero asiento, queda una mujer pero esta al ver que ella se ha soltado y está haciendo lo mismo conmigo intenta huir para avisar.

Sorprendentemente, Dasha se estira tomando sus pies tirando de ellos con fuerza, haciéndole caer de manera tan brusca que su frente se estrella contra el suelo y no vuelve a moverse.

—Good girl! —le grito.

Ella solo se queja, sus heridas le afectan mucho más. Briana arranca las cadenas de mis muñecas y ahí sí que puedo respirar con más normalidad, ya estaba empezando a marearme. No perdemos mucho tiempo y corremos a auxiliar a las demás, Eva está aguantando por su cuenta y me entristece un poco verla así porque también está en cinta y sé lo incomoda que se ha estado sintiendo. Haciendo uso de mi fuerza que trato de recuperar lo más rápido que puedo, ayudo a mi colega en la tarea de liberar a las nuestras. Tirando de las cadenas de todas hasta dividirlas. Veo como las heridas en mis muñecas se van regenerando, estoy recobrando energía.

Una vez suelta, Dasha flaquea siendo sostenida por Quannah, así que nos apresuramos a ir hasta la salida del salón. Asomo la cabeza, como era de esperar estábamos en el lado este del palacio. Afuera no hay sol pero tampoco es de noche, solo es un clima sombrío que contrasta con la nieve afuera que baña todo de blanco. Nunca me ha gustado este lugar, me causa estragos lo confuso que es puesto que a pesar de la nieve y el clima tétrico, la brisa que sopla es caliente, húmeda.

Es como un desierto teñido de blanco, un palacio de piedra en medio de tanta locura.

Pandemónium, la capital del inframundo, es un verdadero desastre.

Trato de idear un plan pero nada muy elaborado de me viene a la cabeza. Los chicos deben de estar por llegar, Jungkook conoce el palacio tan bien como yo por la cantidad de veces que vino en mi búsqueda. La sensación de déjà vu me invade y no me gusta.

—Ok ¿Hay alguien además de mí que tenga sentidos súper desarrollados? —pregunto aún viendo hacia todas partes, entonces comienzo a caminar rápido por los pasillos con ellas siguiéndome el paso.

—La mayoría de nosotras los tiene.

Nos detenemos en uno más oscuros, hay más brujos en el siguiente salón. Miro hacia atrás, no podemos regresar sobre nuestros pasos.

Recuerda Venus ¿Cual es la salida? Hay muchas, pero no se trata de encontrar la más cercana sino la menos custodiada.

—Excelente, entonces les pido que se concentren porque no pienso esperar a que los demás lleguen —suspiro, tengo que hacer algo.

—Deberíamos —responde Hon— ¿No se supone que debemos luchar con ellos?

—Sí, y por eso hay que ayudarles. Si queremos que los bimbaio puedan pasar debemos despejar el camino.

—Adán se dará cuenta —me cruzo de brazos.

—Lo conozco, Nammu, es evidente que esto es un juego para él ¿Crees que no sabe ya que tratamos de huir? Nos tiene vigiladas, él sabe que las cadenas no son suficientes para retenernos mucho tiempo.

—Sabe de nuestro plan.

No realmente. Pero no voy a explicarlo en voz alta, existe la posibilidad de que nos oiga.

Al segundo una idea surge en mi cabeza, o más bien un recuerdo. Regreso sobre nuestros pasos, esto es arriesgado pero no pienso ser como él. Quiero enfrentarlo, no quiero huir.

Estoy cansada de huir y esconderme cual rata callejera.

—¿A dónde vas?

—Vengan.

Sigo caminando a paso rápido hasta llegar al cruce de dos pasillos. Uno nos guía hacia el lugar en el que Adán se somete cada vez que tiene muchas ocupaciones, desde ahí vigila todo así que seguramente debe estar al pendiente de las entradas para ver por dónde entrarán los demás, porque sabe de sobra que como todo el tiempo Jungkook vendrá por mí y eso es lo que quiere, que venga para poder matarlo.

Pero él no cuenta con mi entrada oculta, tampoco con que él pueda atravesar el limbo. Por lo tanto no sabe que van a entrar directamente por la sala de las sombras que está al otro lado del palacio.

Nos detenemos ahí, el otro pasillo lleva a muchos más que si sabes a dónde te lleva cada uno no podrás perderte y encontrar un punto al que nadie más asiste pues está lleno demonios que duermen plácidamente. Todo en sí es oscuro, la mayoría son colores cafés y rojos en tonos oscuros y algunos que otros detalles en plata. Es como un palacio de antaño con la decoración típica de alguien que practica la santería y todo lo que incluya magia negra no divina. Imágenes, estatuas, santos, velas negras y tabacos consumiéndose en cualquier parte del suelo. Por las ventanas se ve como cae la nieve, y nada más.

—Escuchen —me giro a verlas—, tenemos que dividirnos en dos grupos.

—No podemos, no conocemos el palacio.

Eva sí.

—No es necesario que lo hagan, solo sigan a sus instintos. Un grupo tiene que venir conmigo mientas que el otro sale del palacio.

Me acerco mucho más a ellas para hablar más bajo, no hay cuadros con almas por aquí pero aún así hay que mantener la confidencialidad.

—Tenemos que distraer a Adán, en parte para darle tiempo a ustedes y también para darle tiempo a ellos de llegar —tomo el collar en mi cuello dándoles la visión para observarlo y lo hacen— Esto mantiene la conexión con mi guardián, pudo comunicarme con él. Yo le diré qué debe o no hacer cuando estén aquí, mientras eso sucede ustedes tienen que salir del palacio y dejar entrar a los bimbaio que esperan al otro lado del portal. No se puede pasar sin el permiso de alguien de adentro.

—¿Cómo hacemos eso? —pregunta Dasha.

—Todas podemos abrir portales, incluso tú.

—Eso lo sé, me refiero a salir.

—¿Conocen el olor a demonio?

—Es mucho peor que el de un brujo, todos lo hemos olido aunque sea una vez.

—Sigan ese olor, vayan por este pasillo —les indico con mi dedo—, cuando crucen la puerta final habrán muchos olores más pasillos por doquier, solo sigan el olor a demonio y no se perderán. Cuando lleguen a una puerta roja con escrituras en latín deben entrar con cuidado, ellos duermen. Si cruzan la habitación sin despertarlos encontrarán una reja que las llevará a un callejón subterráneo.

—¿A dónde nos lleva ese callejón?

—A las montañas... En realidad son catacumbas, allí Adán encerraba a los brujos que lo traicionaban hasta que murieran de hambre. Ustedes solo sigan el camino, en las montañas está el único portal que no está custodiado.

Todas se miran, saben perfectamente que un pequeñísimo error lo arruinará todo. Ningún ha tratado de cerca con las mascotas de Adán, demonios con comportamientos caninos sedientos de almas. Tienen que ser cuidadosas.

—¿Algo más? —pregunta Yao.

—Al lado de la reja está una cruz al derecho, ponga el crucifijo al revés y podrán abrir la reja... No dejen salir a los demonios, son expertos cazando almas.

—No nos harán ningún daño de gravedad —dice Eva, y claro, más ella porque en parte puede controlarlos. Por eso tiene que ir.

—A ustedes no, pero a los bimbaio sí... Eva, te dejo al mando.

No es necesario organizar tanto, ellas deciden quienes van y quiénes se quedan conmigo. Entonces parten por ese pasillo y yo me quedo cruzando los brazos respirando hondo.

Estamos en Octubre.

—Ok, vengan conmigo.

—Espera —me detengo cuando Quannah lo hace, las demás igual—. Si Adán es un dios semi terrenal ¿En dónde está su ángel?

Triste historia, pero con una sola palabra se puede exponer dicho cuento; traición.

—¿Ven las alas colgadas allá? Ahí está la respuesta.

Creo que voy a vomitar.

—¿Estás bien?

—No.

Lo siguiente que escucho es como trata de no reírse, así que le miro mal y lo amenazo con la espada en mi mano. Jimin rueda los ojos tocando el filo con sus dedos, alejando el arma de su yugular. Pensé que sería cosa fácil cruzar el lago, pero era muchísimo más profundo de lo que creía y para poder cruzar de un reino a otro teníamos que llegar al fondo y tocarlo. Fue horrible, la densidad y demás me causó estragos en el estómago y no solo a mí. El único que parece sano es Jimin pero él está acostumbrado a ese mundo, nosotros no.

Ahora todos estamos empapados hasta el alma, mareados y caminando entre nieve y espíritus malignos que nos miran con odio mas prefieren no acercarse.

Odio la nieve.

—¿Por dónde dijo Nana que nos esperarían? —pregunta Grecia.

—Las montañas.

—Están pasando el palacio.

—Venus se encarga —avisó Jimin.

—¿Te dijo algo?

—Lograron liberarse, un grupo de diosas va en camino a las montañas para abrir el portal de los bimbaio. El otro grupo se ha quedado con Venus para distraer a Adán en lo que atacamos el palacio.

¿Distraer?

—Oye ¿Y si traes un eclipse? —Suspiro, Baltazar llega a mi lado afilando sus cuernos verdes— He oído que debilitan a los santeros.

—Lo haría si el Sol llegara a estas tierras.

—Pues crea uno —propone Hoseok—, un sol pequeñito, una chispa bastará.

Un sol del tamaño de una pelota de playa más un fragmento lunar son suficientes para cruzarlos y crear un eclipse, los brujos lo odian, el cruce entre dos astros crea energías que ellos no pueden soportar. Es una buena estrategia pero reitero; nunca lo he hecho.

Y no, los inventos que hago en mi habitación cuando Venus no está, no cuentan.

—Nunca lo he hecho, corro el riesgo de ocasionar una tormenta solar que no creo que los ángeles soporten.

—En realidad no es mala idea —apoya mi guardiana, le miro y ella de vuelta—, te puedo ayudar.

—No estoy seguro —admito. Pero ella toma mi mano dándole un apretón.

Grecia sabe perfectamente que si hay algo a lo que temo es dañar a otros sin quererlo. Siempre me reprimo, a diferencia de Venus yo siempre trato de estar tranquilo porque es peligroso dejarlo salir todo. Hacer algo como esto podría tener efectos secundarios, consecuencias.

¿Y si no lo puedo manejar?

«Claro que puedes»

La vuelvo a contemplar, sus cabellos rubios están atados en lo alto de su cabeza y trenzados hasta su espalda, con copos de nieve blancos dándole un toque más angelical a la mujer más sangrienta del grupo.

—Son muchos brujos los que tendremos que enfrentar en lo que llegan los bimbaio —Jimin también trata de convencerme, me aferro a mi espada—. Será una gran ventaja.

—Prometo que no ocurrirá nada de lo que debas arrepentirte.

—Grecia...

Entonces besa mi mano, y sus ojos dorados se encienden sellando su propia promesa. Suspiro rendido, estoy entre la espada y la pared. Al final termino accediendo y luego ya ven a todos tomando asiento a mí alrededor, dejándonos a nosotros dos en el centro. Los guardianes se colocan a espaldas de sus amos extendiendo sus grandes alas. Hace mucho calor a pesar de la nieve.

—Cierra los ojos, sea lo que sea que sientas no te alteres —susurro para Grecia, tomo sus manos y ella asiente.

Cierro los ojos al estar seguro de que ella lo ha hecho. Grecia como creación solar me sirve como recipiente, mis habilidades funcionan de una forma distinta a los demás. La mayoría de las deidades usan sus poderes a través de objetos llamados 'Reliquias'. Como la peinadora, hilo y tijera de Lyra, el arpa de Rossella, el grimorio de Nammu, la copa de Dionisio o la piedra de Hoseok. Yo no poseo objetos ni herramientas que fortalezcan mi poder, pues mi padre hizo algo conmigo antes de nacer; creo la famosa piedra de Oregón —una roca de origen solar en donde depositó todos mis dones— y la dividió a la mitad. La primera mitad se la dio de beber a mi madre cuando yo estaba en su vientre, la otra parte se encuentra incrustada en la corona que no uso si no es estrictamente necesario.

Así que no uso herramientas sino cuerpos, más específicamente cuerpos solares. Y ¿Por qué solo solares? Porque se trata de cargas eléctricas que encienden la chispa, y las cargas iguales se repelen. Necesito que Grecia haga rebotar mi poder de regreso a mí para poder atraparlo.

Entrelazo nuestros dedos sintiendo esa corriente en ir y venir entre nosotros. Siento los latidos de su corazón ir cada vez más lento, y cuando se detienen de golpe esa es mi señal. Los dioses comienzan a recitar palabras en hebreo, luego Grecia da un respiro buscando aire y sus ojos se abren de golpe a la par que sus alas se extienden hasta arriba. Un leve dolor de cabeza me invade.

Entonces nuestros símbolos brillantes queman en nuestra frente y mi corazón también se detiene. No puedo verme pero seguramente mis cabellos están tan blancos como los de ella. Siento como todo mi cuerpo usualmente frío se calienta, estoy tomando parte del alma de Grecia creada en los rayos solares del reino de mi padre. Algo parece tirar de ella a la vez que mi pecho salta hacia adelante.

Suelto sus manos de golpe, mis dedos electrizantes dan choques entre sí y al juntar mis propias manos la fuente de poder que salió de mi pecho y chocó contra el de la rubia, va formándose desde mis palmas.

Grecia cae en los brazos de Jimin, sé que no le he causado daño pero tiene que recuperarse.

Una bola caliente, blanca y muy brillante es lo que estoy sosteniendo con bastante fuerza, ya no toca mis manos pero flota entre ellas dentro de un pequeño campo. Entre mis manos sostengo a la esfera flotante de gas, plasma, un montón de cargas eléctricas y otros elementos pesados. Sin esperar demasiado tomo impulso y la empujo hasta que quede en lo más alto del nublado y gris cielo.

Vaya, jamás en todos mis años de existencia pensé que le daría luz al infierno.

—Estás contratado para hacer un show de luces en mi próximo cumpleaños —ese sin duda alguna ha sido Hoseok. Sonrío de lado mirando aún hacia arriba.

—Sueña.

Lo que sigue es mucho más fácil, me arranco un mechón de cabello muy delgado y de la funda en mi pantalón saco una navaja. Me hago una cortada mínima en el dedo anular y cuando la gota de sangre cae sobre el cabello negro este se vuelve un chicle gris muy brillante que pronto se materializa en hierro.

Luego tomo una piedra cualquiera en el suelo y la envuelvo en el nuevo material para calentarla lo más que mi cuerpo permite, pronto tengo una roca magmática bastante fea.

—Habíamos oído mucho sobre usted y sus creaciones, pero pensamos que era falacia —murmura Drakon, la guardiana de Salomón, deidad del clima.

—Tengo más habilidades de las que creen.

—No por nada eres famoso, eh —Andino palmea mi hombro.

—Sigamos.

Le echo un vistazo a Grecia pero ella parece estar bien, camina junto a nosotros tomada de la mano de Jimin y al verme sonríe levemente. Bien, lo hemos logrado. Pasa un buen rato en el que continuamos caminando entre cerros de nieve, ya no veo espíritus por aquí y cuando veo que estamos a unos cuantos metros del palacio los brujos se ponen en posición con sus arcos.

El fragmento lunar se eleva y sé que por el tamaño solo lograré un eclipse solar parcial, no cubrirá completamente al nuevo sol.

—Cuando el cielo se oscurezca, ataquen —aviso a los demás.

Dicho y por supuesto, hecho.

No fue tan difícil irrumpir las puertas del palacio. Dejé a los demás luchando y matando los brujos que poco a poco se debilitaban. Aproveché eso para entrar con Jimin y Grecia cubriendo mis espaldas. Él con sus propias habilidades sin necesidad de arma alguna, ella con sus dagas favoritas para no hacer tanto alboroto. De mi espalda cuelgan el arco y las flechas de Venus, y con mi espada enfundada comienzo a correr recordando cada pasillo y camino con rabia, odio este lugar.

Un golpe y después un alarido nos detienen a mitad de camino, frunzo el ceño buscando la ubicación mientras Grecia degolla a una mujer sin siquiera mirar.

—Por aquí.

Corremos por otro pasillo y el olor putrefacto de los demonios rondando la zona me impulsa a seguir con más motivación. Al llegar a una habitación en específico pateo la puerta entrando sin miramientos.

Es un desastre.

Las mujeres rodean a dos personas en específico, y no entiendo por qué no están haciendo nada más. Parecen tener ganas de atacar pero algo se los impide. Cuando me hago notar abren paso para dejarme ver bien lo que sucede. Aprieto más mis dedos, Venus está sentada sobre un altar de piedra dándome frente, sus muñecas están atadas por dos látigos brillantes de fuego que causan quemaduras graves en su piel. Detrás de ella está Adán mirándome, y parece obligarla a beber de la copa de plata que sostiene frente a sus labios pero ella se niega.

Cuando los ojos rosados de mi esposa me observan bien, sonríe y aunque me toma desprevenido asiento entendiendo su lenguaje, está bien, a pesar de todo está bien. O eso me quiere hacer creer para no preocuparme.

—¿Te tardaste, no crees? —murmura ella, le pido disculpas con la mirada.

Mis ojos van hasta el ser arrogante detrás cuando tira fuerte de su cabello sacándole un quejido.

Maldito...

—Detén todo este show, es estúpido —hablo con desgano—. Se buen perdedor y suéltala.

—¡Querido socio! —Espeta— ¿Cómo te trataron mis sirvientes del mal? ¿Fue grata la bienvenida? ¡Ven, ven!

Y se atreve a sonreír, a ver cuánto le dura.

—Deja a Lyra en paz.

—Bien —dice en tono tranquilo y jocoso, como su personalidad—. Pero antes acércate.

Baja la copa un momento y aligera el agarre en su cabello. Hago el amago de acercarme cuando Venus niega con la cabeza.

—No, no te acerques —pide.

—Hazlo —Adán vuelve a halar y mucho más fuerte, aprieto la mandíbula y dispuesto a lanzarme sobre su persona saco mi espada.

—¿Qué es lo que quieres? —inquiero dando un paso. Grecia me toma del brazo.

Odio esa mirada que posee, al mismo tiempo me resulta hilarante que crea que puede ganar.

—Parece ser costumbre de ambos hacer esa estúpida pregunta.

Ruedo los ojos, por fuera luzco muy tranquilo y apacible, pero estoy muy seguro de que mis ojos delatan la cólera que me consume. Y se hace notar aún más cuando mi espada va tomando otra forma. Un regalo de mi padre forjado por las manos de mi madre, una pieza que se conecta mejor conmigo que cualquier otra arma que poseo.

—Jungkook —ella me llama—, hay un escudo que no puedes sentir. Si te acercas te aniquilará.

Excelente dato.

—Exacto... Ahora ven o tendrás que ver lo que hago con tu pequeña hija.

Levanta de nuevo la copa, con la otra mano abre la boca de Venus y aunque la hace beber ella lo escupe todo, y por lo que veo es un líquido azul oscuro.

Mierda, ya sé de dónde ha sacado eso.

—Jungkook, no —susurra Grecia apretando mi muñeca, me zafo de su agarre de un tirón.

—Es gracioso ¿No crees? —Adán se ríe— La historia se repite una y otra vez, un bucle del que no pueden salir... ¡Pobre niño triste! No sé por qué te empeñas en protegerlas si ni siquiera puedes cuidar de ti mismo.

No puedo dejar que sus palabras me afecten, piensa Jungkook, enfócate.

«Debes de calmarte, príncipe» la voz de Grecia hace eco en mi cabeza.

Debo calmarme.

Pero entonces Venus comienza a reír a carcajada suelta y Adán sin soportarla toma una navaja mariposa y le corta la mejilla.

Aún así no deja de reír de una forma burlesca, se está burlado de él.

—¿De verdad te enorgullece haber matado a tu ángel? Pff! Pero que patán, eso sí es estúpido. ¿Sabías querido Adán que sin tu ángel tu alma es lesionada? No eres tan fuerte como crees, y por ello Lilitha te dejo aquí.

¿Lilitha?

Me sorprende ver que eso a él parece sacarle de quicio pues gruñe. Dos detalles, el tema es delicado para él y odia que ella no parezca en lo absoluto atemorizada.

—¡Cállate Lyra! no te he dado el permiso para abrir la boca.

—¡No necesita tu permiso, cabron!

—Solo un hombre puede hacerme callar o abrir la boca, y ese no eres tú.

Ella me observa, Adán la ha soltado para colocarse a un lado del escritorio. Venus sonríe pícara y maliciosa, ahí entiendo qué es lo que está haciendo. Ganar tiempo enfureciéndolo con cháchara. Sonrío ladino viendo de soslayo como sus fosas nasales parecen dilatarse al igual que sus pupilas poco a poco se vuelven completamente negras, está enojado.

Ladeo la cabeza siguiéndole el juego, siento sin mirar como las diosas hacen movimiento detrás de mí.

—Crees que eres suficiente y merecedor de su persona, y no es así en lo absoluto.

—Yaveh nació para mi, y yo para él, tu no pintas nada aquí. Lo siento, pero los tríos no me van y a él tampoco.

Adán flaquea y atraviesa el campo de fuerza, rompiéndolo. Se acerca hasta mí con la intención de atacarme con un látigo, pero esquivo sin problema alguno y con la espada corto su arma en dos. El látigo cae en el suelo en dos partes y furioso aprieta los dientes.

—Oh ¡Pobre cosita fea! —exclama Venus bajando del escritorio, trata de moverse pero sus manos siguen atadas— Rogando por amor, nadie lo quiere ¡Cuanta envidia!

Jimin corre a su rescate apagando el fuego de sus muñecas, dejándola libre. Pronto me doy cuenta de que las diosas han salido seguro para ayudar a los demás. Luego estoy en medio de un combate recibiendo ataques y devolviendo los mismos contra un dios mediocre enfurecido. Sus ojos azul oscuro parecer brillar y con un movimiento rápido atravieso su abdomen con mi arma. Esto no es capaz de matarlo pero lo debilita por al menos unos segundos. Las veces que hemos estado aquí si nos sirvieron de algo; estudiar sus métodos de combate, sus formas de asesinar, incluso distinguir que son ilusiones y que son realidades.

Adán nos subestimó a ambos, y por ello jamás pensó en que llevársela y hacerme venir hasta aquí podría jugarle en contra. Y es que cada cosa que hace me resulta predecible.

¿Debería agradecerle? La cantidad de veces que perdí contra él me sirvieron como entrenamiento e impulso a mejorar.

Lo que no te mata te hace más fuerte, si, pero irónicamente cada muerte de mi cuerpo por su mano solo me fortaleció a un nivel que él no imaginaba. Demonios, conozco humanos que pelean mejor que él.

—Te equivocas, Adán, la historia no se repite —gruño cuando trata de golpearme, ni pelear sabe esta cosa—. Vine incontables veces creyendo que podía resolver las cosas solo, esta vez no cometí el mismo error.

Él me observa sin entender, y claro, no sabe que los otros dioses han accedido a venir, tampoco sabe que dejé de esconderme de los bimbaio para aceptar su ayuda. En parte mi fama de hombre terco ha servido de algo, porque él jamás pensó en que aceptaría ayuda extra. Por eso cuando el sonido de un cuerno de concha simulando una trompeta se oye por todo el mundo bajo con fuerza, él se alarma y yo sonrío mucho más.

—¿Oyes eso? Es tu sentencia —susurro, Venus se vuelve a reír, luego una de sus flechas se clava en la espalda de Adán.

—Time to die!


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top