Capítulo 40 II
Capítulo 40 parte II: ...Tendrás dos opciones; dejar que te mate o que te adiestre.
No recuerdo de manera exacta qué fue lo que sucedió después, solo hay memorias borrosas que cuando intento recordar me duele todo el cuerpo. Solo puedo rememorar mi miedo, el terror que sentí al verlo frente a mí, sonriendo, con sus ojos brillantes. Luego solo hay oscuridad y ajetreo, inconsciencia.
Creí ver a Jimin, su rostro, pero no sé si fue una ilusión por mi anhelo a que regresara o de verdad pasó.
Ahora mismo no sé en dónde me encuentro, y aunque puedo abrir los ojos no lo hago. Contrario a eso sigo fingiendo padecer bajo la somnolencia, siento mis manos atadas a dos posa brazos, estoy sentada con la cara colgando debido a que supuestamente no estoy despierta. Y por lo que puedo sentir y oler, es una especie de silla, o un trono, no lo sé... Solo sé que estoy atada con algo que me impide hacer uso de mi fuerza para escapar.
Oigo quejidos, sollozos y murmullos, todos femeninos. Estoy con ellas, pero no estamos solas.
—¡Silencio! —Espeta esa voz— Mientras más se resistan más dolerá, ahora déjense hacer. Escapatoria no tienen, bellezas.
—¿Qué le hiciste a Vishvakarma? —conozco esa voz, a pesar de oírse tan débil sé a quién le pertenece. De hecho, también me siento algo débil pero sé quiénes están aquí con tan solo oler y sentir sus auras.
Eva es quien ha preguntado por mí, Adán le responde:
—¿Ella? Tiene suerte de ser mi favorita, de lo contrario estaría en la misma situación que ustedes... ¡Mírenla! Toda una reina, la reina que necesito.
Es increíble que su propia hija esté en el rebaño. Eso me hace recordar a mi padre y su indiferencia ante mi persona. Aún así no son iguales, porque mientras que Adán ve a Eva sólo como un cuerpo al cual usar, Cronos sabe y me da lo que como hija merezco; poder, su reconocimiento, y además, su protección. A su manera, claramente, pero lo hace.
Protección que espero y esté sirviendo de algo, porque no quiero permanecer más tiempo aquí del acordado.
No era parte del plan esto, pero sí teníamos una alternativa en caso de que algo como esto ocurriese, y de verdad también ansío que lo recuerden.
Si es que todos están bien, porque me inquieta en exceso que Jungkook no haya podido despertar ¿Qué le hizo?
Poción... Sé hacer pociones y no conozca ninguna que sirva para un sueño profundo, no para un dios y mucho menos alguien con la habilidad que él tiene.
—Déjanos ir —ruega alguien más, otra diosa—, solo estás adelantando tu muerte.
—He dicho que se callen.
—Hijo de puta —por supuesto la diosa de la osadía no iba a obedecer—, los dioses van a bailar sobre tus restos ¿De verdad piensas que tu plan funcionará? Si destruyes a la Samsara acabarás con toda la vida en el mundo ¿A quién piensas gobernar? Terra no será más que tierra y agua, estúpido.
—¡Por un demonio! Ustedes no saben cuando cerrar la boca. Bien, entonces yo haré que lo hagan ¡Caín! ¡Encárgate!
Mi respiración se agita cuando oigo chillidos y golpes. Una nueva presencia se suma, un hombre, un brujo. Levanto la cabeza apretando la mandíbula, contemplando como el hombre de piel oscura y cabellos rojos enciende sus ojos en un tono similar para darle un último golpe en el rostro con el material duro de los anillos gruesos en sus cuatro dedos, logrando que la mujer de una piel casi dorada ruede en el suelo. De no ser por Minerva, esta se habría estrellado contra la pared.
Ahí lo veo todo.
Un salón, todo es brillante, decoraciones en oro y colores rojos de diferentes tonos. Frente a mí están todas ellas, una multitud de mujeres tiradas en el suelo encadenadas una a la otra de pies y manos. Se ven débiles, sin brillo alguno. Parecen drogadas, enfermas, somnolientas pero a la vez llenas de rabia, sedientas de venganza tanto como yo.
Algo tuvo que darles para mantenerlas así, y esas cadenas no ayudan en nada. Provocan dolor, mismo dolor que me provoca a mí cuando hago el amago de levantarme. Caigo sentada de nuevo en el sillón grande, muy parecido a un trono. Me quejo del dolor y esto llama la atención.
—Oh, ya despertó mi mujer ¿Cómo te sientes? ¿Qué necesitas?
Que te mueras de una maldita vez, bastardo.
Adán camina en mi dirección con su típica galantería, subiendo los escalones que hay que recorrer para subir hasta mi lugar. Aprieto los labios y hago mis manos puños, el odio y el rencor se apoderan de mí con cada paso que da ese demente.
—Que las dejes en paz, ya me tienes aquí ¿No es eso suficiente?
Con elegancia pura se arrodilla a mi altura, sus ropas oscuras de gala son algo característico de él, sus cabellos negros un poco largos van despeinados como siempre. Los ojos azules que me observan con burla y un toque de satisfacción causan estragos en mi organismo, provocándome intensas ganas de vomitarle en la cara. Tiene facciones masculinas tan bien definidas y atractivas que si un mortal sin conocimientos llegara a verlo jamás sospecharía de que se trata de un ente maligno y psicópata lleno de oscuridad.
Y esa es su forma de conseguir víctimas, de atrapar a los idiotas, con su apariencia y aparente simpatía. Con su físico extravagante y caballerosidad fingida.
Su mano toma con delicadeza mi barbilla, y en un acto obvio de rechazo me zafo de su agarre sacudiendo la cabeza a un lado. Contrario a enojarse sonríe, está tan enfermo que le parece agradable mi gesto.
—Necesito fuerzas, mi querida Morta, y ya que no quiero quitártelas que al menos me las den ellas ¿No crees?
—¿Por qué ellas?
—Son el género débil, demasiado sentimentales y por lo tanto fáciles de manipular.
Imbécil, bazofia, cabrón ¡Cretino!
—¿Qué pretendes? —se acerca a mí, invadiendo mucho más mi espacio. Asqueada y sin más opción que quedarme quieta, soporto con mucha cólera como pasa su lengua por mi mejilla de forma lenta y tortuosa. Tiene pequeños ganchos en el musculo, como la lengua de un depredador carnicero.
—Creí que lo sabías —susurra en mi oído, respiro mejor cuando se aleja pero las ganas de rajar su cuello siguen ahí.
Y lo entiendo, sé lo que quiere.
—No puedes casarte conmigo, como ves estoy embarazada —aquello no le agrada, sus ojos se oscurecen cuando van a parar en mi vientre. Ahora es cuando me doy cuenta de que no llevo la misma ropa que anoche—. La unión no sería válida, evidente es que tú no eres el padre de mi bebé.
—Está bien, puedo esperar.
—No estás entendiendo.
—Lo hago, Lyra —ladea la cabeza—. La que no está entendiendo eres tú. Yaveh y tú están unidos gracias a la pequeña escoria en tu interior pero, tengo entendido que no están unidos oficialmente.
Maldición.
—Entonces ¿Qué pasaría si la única cosa que los une desaparece? —Enarca una ceja oscura— Su vínculo volverá a ser solo un sentimiento... Y con el pasar del tiempo desaparecerá.
—El hilo puede estirarse o enredarse, pero no romperse, Adán —recito mi propia ley mirándolo a los ojos. Porque no importa qué tan asustada esté, no debo mostrar debilidad—. Soy yo quien lo fabrica, así que puedo darte esa seguridad.
—Pero no eres tú quien lo corta, amor.
Pero Átropos sí... Mierda, mierda ¡Ugh!
—El limbo está sellado.
—Estoy seguro de que puedes abrirlo.
—Puedo, pero no me apetece.
Suspira poniendo los ojos en blanco, carece de paciencia. Se levanta cruzando los brazos, mirándome desde arriba con superioridad. Volteo a ver a un espejo en la pared de mi izquierda y me sorprendo de mi apariencia. Me veo tan débil como ellas, sentada aquí estoy vestida con una túnica de color rojo sangre, la abertura en frente le permite a mis piernas lucir las sandalias enroscadas hasta debajo de la rodilla. Sobre mi cabeza hay una tiara totalmente negra, la detesto, no es la primera vez que la uso.
Es la tiara que alguna vez me colocó mientras estaba en una situación similar. Recuerdo sus palabras:
"Es mi forma de demostrar quién manda, así que más te vale obedecer a tu amo, mujer".
Recuerdo su tacto, las veces que me raptaba y traía hasta aquí en contra de mi voluntad. Nadie notaba mi ausencia pues como joven debía estar todo el rato en el limbo, a veces hasta semanas. Saliendo o camino a el Adán lograba dar conmigo, y reiteradas veces estuve metida en este palacio horrible con tantas memorias oscuras. El era abusivo, me hablaba con dulzura pero sus palabras me herían y hacían sentir inferior, me causaba miedo, y me hacía sentir que si le decía que no a algo dañaría a quienes más quería.
Nunca le decía que no, nunca, y esa fue la razón por la que Yaveh alguna vez se enfadó conmigo al punto de desaparecer de mi vida por un par de meses. Pues a simple vista parecía que yo quería quedarme aquí y no regresar con él, cuando en realidad solo lo estaba protegiendo inútilmente.
No quiero ni imaginar quién me ha cambiado de ropa.
—Bien, entonces supongo que no solo tendré que encargarme de tu hija sino también de su padre.
Me atrevo a soltar una risa burlona, algo que le saca de quicio porque la suya se borra en un santiamén. Me río tan fuerte que incluso las diosas me miran extrañadas, pero no puedo evitarlo.
—Ignorante criatura del inframundo ¿Realmente crees que haciendo todo esto ganarás? —le observo desafiante, sin ningún ápice de temor, contario a eso sigo sonriendo burlándome de él—. Somos un balance, todos juntos. Si acabas con uno lo demás irá muriendo ¿Qué es lo que vas a gobernar? ¿La vía láctea? No te dejarán, apenas pongas un pie allí el territorio mismo te rechazara hasta matarte. Salir de aquí es una condena de muerte, no por nada mi querido Yaveh no habita en el espacio. Si en Terra naces solo allí vivirás —cito las palabras de Gaia.
—Eso no es problema, tengo a alguien que me puede ayudar con ello.
Está tan cegado por su obsesión conmigo y el poder de todo que no toma en cuenta varios detalles para elaborar bien su plan, patético. Él no conoce bien el limbo, por muy similar a mi trabajo que sea la misión de su existencia, no lo conoce como yo, ni siquiera Jungkook lo hace. La única que toma las riendas en ese lugar y a la única a quien obedecen es a mí y a veces, solo a veces, a Jimin. Si no puede manejar el limbo, no podrá manejar nada mas, la vía láctea es demasiado pesada. Por lo tanto, Adán no tiene ni idea de a qué se está enfrentando. Ya no soy la misma chica de la que intentó aprovecharse en varias oportunidades. Jungkook tampoco es el mismo niño que intentaba defenderme.
Ambos hemos crecido, madurado y aprendido mucho. Sabemos cómo controlar nuestro poder, conocemos nuestros límites y capacidades.
Lo que me preocupa es mi hombre, temo por él. Pero sé que podrán despertarlo, y vendrán por una revancha.
Cuando recupere mis fuerzas, todo arderá.
Adán por fin se va llevándose a su sirviente consigo. Me permito suspirar cuando se pierden de nuestra vista y las puertas se cierran. Echo mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos, las patadas que la bebé está comenzando a darme solo hacen que las cadenas me quemen por dentro, es como si drenaran mi energía. Cuando vuelvo a ver en dirección al resto ellas ya me miran, pero hay una mujer en especial que llama mi atención, y esa es la princesa Kim.
Luce igual de demacrada, pálida. Sus cabellos ahora son azules, sus ropas son lo más normal que aquí podría verse. Pantalones, una sudadera y tenis blancos. Seguramente no estaba en sus labores reales cuando decidieron ir por ella.
No parece sorprendida porque esté yo aquí, tiempo debió tener cuando me trajeron inconsciente hasta este lugar.
—Desde que estamos aquí solo hablaba de ti —expone desde su sitio, luce cansada—, y sinceramente pensé que se trataba de alguien más impresionante.
Ni porque se encuentra en esta situación se va su sentido del humor desagradable.
—Dasha, no es momento para que seas insoportable —le digo.
Sus ojos también se enfocan en mi vientre, supongo que para ella soy una especie de caja de sorpresas. La última vez que nos vimos yo solo era una agente, delgada, y con otras prioridades.
—¿Es de él? —Indaga, yo asiento—. Con todo lo que le pasó jamás creí que tendría las agallas de formar una familia, pero ahora mismo sospecho que eso es lo de menos ¿Verdad?
—No tienes idea de cuántas cosas ha vivido y superado —Dasha baja un poco la mirada suspirando.
—Ya decía yo que tenía algo en especial. Me alegro de que haya encontrado lo que buscaba sin saber... ¿Mis hermanos?
—Tranquila, están con él al igual que tu madre.
—Entonces solo debemos preocuparnos por ti.
—En realidad, deben de preocuparse por ustedes mismas —paso la mirada por cada una de ellas, me causa mucha tristeza y enojo verlas en ese estado—. Saldremos de aquí, pero tienen que poner de su parte.
Me acomodo mejor en el asiento ¿Y así dice que soy su reina? Ni comodidad puedo tener. Jungkook si se preocupa por estos detalles, él habría buscado la forma de que yo encontrara una posición correcta.
Él ni me tendría encadenada, para empezar.
—¿Han logrado averiguar algo?
Es Jazmín, la diosa de la envidia, quien me responde:
—Solo que estamos siendo vigiladas ¿Ves esos cuadros? —los señala y yo ya los había visto más no les presté atención, son muchas pinturas en la pared— Son brujos fallecidos, sus almas encerradas allí le informan de cada cosa que hacemos.
Shoot.
Por eso no recibo ni manipulo las almas de los brujos que mueren, él los encierra antes de que me busquen a mí. Almas ancladas, sin paz ni descanso.
—No sabemos cómo salir de aquí, la mayor parte del tiempo hemos estado dormidas.
—Yo sí —expongo—, he estado aquí más veces de las que quiero recordar. Pero primero tenemos que deshacernos de los vigilantes.
—No podemos hacer eso —dice Indira—, solo tú manipulas un alma.
—Minerva, eres la diosa de la ilusión ¿Algo que puedas hacer?
Lamentablemente ella niega, noto que algunas respiran de forma entrecortada. Levanta las manos enseñando las cadenas rojas, negándose.
—Con estas cadenas no podemos hacer nada.
—¿Fuerza? —llamo a otra diosa, en el fondo está ella recostada de la pared con su expresión atípica y sus ojos amarillos clavados en el techo.
—Ya lo intenté.
«Gael». Intento llamarlo, pero no recibo respuesta alguna. El collar que conjuré afortunadamente sigue en mi cuello, y eso es porque a sabiendas de que algo así podría pasar lo oculté, solo yo puedo verlo. De lo contrario Adán me lo habría quitado.
—No se preocupen, vendrán por nosotras.
—No pueden cruzar al mundo bajo —avisa Dasha—, él cerró todas las entradas.
—El averno se conecta con el valle de las almas perdidas, es un lugar apartado en el clímax de mi reino, el limbo. Con un par de conjuros pueden entrar por ahí, pero no salir.
—Tú misma dijiste que sellaste el limbo.
—Pero no soy la única que lo puede abrir.
Más les vale a las Parcas colaborar con ellos.
—Maldita sea ¡Cloto! ¡Te voy a insertar la jodida aguja en el culo si no abres ya mismo!
Ni siquiera sé si tiene culo esta cosa, puesto que ni pies tiene, pero se entendió mi amenaza.
—¡Basta Jungkook! —Me tenso, odio que me griten— Así no vas a lograr que te abran.
Aprieto los dientes haciéndolos chistar, esto no nos está llevando a ninguna parte. No sé qué carajo tengo en la cara pero el resto de los dioses reunidos frente al espejo conmigo me miran como si fuera alguien extraño para ellos. Jimin, el cual ha estado tratando por la paz hacer que las Parcas cedan y le quiten la llave al portal, parece igual de estresado y ansioso que yo.
Cuando desperté no fue en la mañana ni a causa de Venus diciendo que tiene hambre. Desperté en medio de la madrugada y fue gracias a Grecia, la cual me enterró una de sus dagas en el pecho. Grité de dolor para levantarme exaltado con aquella arma blanca de un poder especial encajada en el centro de mi pecho. Como es una sanguinaria no le importó sacarla de un solo tirón, tampoco la cantidad de sangre que derramé después de eso.
Pero se lo agradezco, porque esa fue la única forma de romper la bomba venenosa que algún brujo conjuró mientras dormíamos. Lo más parecido a un aneurisma coronario, en mi opinión, pero en vez de ser una bomba letal de sangre lo era de veneno. En cuando esta explotara quedaría realmente inconsciente pues el veneno se extendería por todo mi organismo... Y quién sabe si volvería a despertar.
Grande fue mi sorpresa cuando me enteré de lo sucedido; Jimin oyó ruidos en el pasillo para ver a Grecia luchando contra una bruja en las escaleras. El resto de los ángeles estaban siendo rodeados en distintas partes de la casa. A un lado de la escena estaba Seokjin con una apuñalada en la pierna. Para cuando el ángel quiso volver en busca de nosotros ya era demasiado tarde, Venus se desvanecía entre sombras y niebla, y yo estaba tirado en la cama sin enterarme de nada.
Los mataron a todos pero eso no me devolvió a Venus, así que la vena en mi frente destaca mi enojo incesante.
—Si le soy honesta, caballero, usted no es nada agradable.
—¡Cállate! —le grito a la menor de la hermanas, esta, burlona, se ofende pero obedece.
—Cloto, vamos a pasar con o sin tu permiso —advierte el rubio acercándose al espejo gigante—. Lo lamento pero en situaciones como esta nosotros estamos al mando... Criseida, la corona.
La pequeña no tarda en aparecer con la misma entre sus manos, la cual permanecía resguardada en otro espejo que la mano de Jimin si logró atravesar. Frunzo el ceño cuando me la tiende sin saber muy qué es lo que pretende que haga.
—No voy a ponerme eso, no me pertenece.
—No te la vas a poner, observa.
Veo como de entre las rosas que la decoran, toma uno de los picos dorados de la diadema y lo gira de forma rápida hasta sacarlo de su base. Luego lo sacude en el aire y este se extiende mostrando una piedra azul con el símbolo del tiempo que yo no tardo en tomar.
—¿Lo ves? Es una llave. Puedes usarla, tienen un vínculo.
—Creí que eras el más indicado para esto.
—Puedo intentarlo, pero no soy un dios, así que lo más probable es que me queme las manos y...
En eso Grecia llega extendiéndome el arco de Venus, justo en el instante en que Jimin traga saliva y parece metido en un trance. Sus ojos adquieren un color rojo que tan rápido como aparece se va, entonces él vuelve a la realidad.
—¿Estás bien? —le pregunta Rossella, una guardiana.
—Lyra me está llamando.
—¿Qué dice?
—Que debemos recitar algunas palabras antes de cruzar el valle, así las almas trastornadas nos dejarán meternos al río.
Al menos está bien, su idea del amuleto para que el vínculo con él no se cortara ha dado resultado. Me giro a ver a mi rubia para confirmar que ella también lo lleva puesto.
Sonrío de lado viendo la expresión de Cloto, cruzando los brazos en una actitud desafiante y denotando superioridad, inserto la piedra faltante en la parte inferior del marco del espejo. Entonces el símbolo azul se apaga y el espejo deja de parecer un simple cristal para volver a ser la imitación viva de un lago.
—No necesitamos más permiso que ese —atravieso el portal, llevándome un susto por la repentina sensación de estar ahogándome. Pero pasa, y cuando salgo de lo que yo creo es un húmedo túnel término en un espacio oscuro que carece de pared alguna.
Detrás de mí llega Jimin para posicionarse a mi lado, a mi otro costado Grecia agarra con fuerza mi brazo por la terrible sensación pues el portal al salir parece querer expulsarte, empujándote a un vacío por el que puedes caminar. La sostengo antes de que caiga, luego se recompone. Uno a uno ángeles y dioses van pasando por el espejo.
Nunca había visto a una parca tan de cerca, y puedo decir que la cosa cambia.
—Son más feas en persona.
Las tres hermanas juntas se cruzan los brazos, y como Cloto ya está harta de mí patea la rueca en la que hilaban en un acto agresivo de impotencia por no poder hacerme daño alguno. Seguro me ha matado de pensamiento una cien veces en el tiempo que llevo aquí jodiendo su paciencia, pues estamos a mano ahora.
—¿Y qué esperaba usted, príncipe capullo? Está en el mundo de los muertos.
Amenazante me acerco hasta ella poniendo una mirada mucho más fría de lo que usualmente es, entonces ladeo la cabeza mofándome de su actitud pues ahora estoy en su territorio... Territorio en el que yo llevo el puesto superior.
—Eres más cortante en persona, cuidado con ese tono, Láquesis.
—El libro, rápido —pide Jimin. De sus trapos la hermana mayor saca un libro de tapa azul muy pequeño pero grueso con un broche dorado que asegura su contenido. Esta se lo entrega nada gustosa.
—Cuídelo bien.
Emprendemos nuestro camino con Jimin como guía. Según él, el valle de las almas perdidas está en un punto del limbo al que nadie más que Venus se atreve a ir pues es bastante deprimente y tétrico, las energías son pesadas y muy tensas, además de que dichas almas actúan a la defensiva no dejando que nadie más que su líder pueda pasar. Todos llevamos armas con nosotros, cada dios se defiende a su manera pero siempre necesitaremos e artefactos que nos faciliten un poco más la tarea.
Esta no es la única entrada al inframundo pero si la más rápida y sencilla. Si buscamos las otras entradas nos tardaríamos días en llegar al reino de Adán entre tantos caminos confusos y tantos demonios burlones.
Además, eso no es parte del nuevo plan. Despejaremos aquellas entradas llamando la atención cuando estemos en el reino. Los sirvientes del dios mediocre irán por nosotros y mi ejército tendrá el pase libre para rodearlo.
—¿Están seguros de es por aquí? —temeroso, el dios más joven de nosotros duda del camino pues llevamos un buen rato avanzando y siempre es el mismo panorama. Niebla, césped de un color gris e hilos dorados faltando por todas partes— ¿Y si nos perdemos? ¿Y si nos muerde un zombi?
Pongo la mirada en blanco, este hombre no cambia.
—Hoseok ¿Estás seguro de que eres el dios del positivismo? —Cuestiona la rubia de ojos verdosos— Porque no parece.
—Cállate, Aria.
—Dios de la cobardía le queda mejor —dice Dionisio con burla, un dios sexual. Él y su guardiana chocan los cinco riéndose de lo que acaba de decir.
—¿Tú también? —Lloriquea— ¿En serio? Hay que ver que no tienen respeto por los pequeños en este equipo.
—Dejaste de ser joven hace una década —espeta Gaia—, ahora haz silencio y camina.
No pasa mucho hasta que llegamos frente a un arco de piedra. La entrada del valle de reduce a solo eso pero desde aquí veo montañas en la lejanía con árboles huecos sin hojas y muchas, muchísimas figuras grises arrastrando los pies por todas partes. Figuras sin rostro totalmente sombrías, que aunque carecen de un cuerpo siguen teniendo una mente muy atormentada.
Alguna vez Venus me dijo que existiendo ese valle el infierno era innecesario, ahora sé por qué.
—Lyra me ha dicho que una vez entremos al lago nos llevará al inframundo —explica Jimin abriendo el libro, algo busca, seguramente lo que ella le ha indicado. Me estoy muriendo por verla y oír su voz, pero debo ser paciente y no tan impulsivo—, pero debemos pensar en una salida específica porque no hay forma de volver a entrar por ahí.
—Tiene sentido, de no ser así Adán podría haber entrado al limbo sin mucho esfuerzo —dice Grecia.
Me giro a ver a los demás, suspiro al ver de nuevo que Hoseok se ve asustado pero no da ni un paso atrás.
—Última oportunidad —les digo a todos— ¿Cuento con todos ustedes?
—Por supuesto que sí, estúpido.
Que agradable es el primer dios del océano.
—¿Qué somos nosotros sin ellas? —Habla otro, Vega— Ese maldito tiene que pagar todo el daño que ha causado.
—Además, eres el hijo del Sol, no podemos negarnos de nuevo.
Gaia da un paso al frente, de todos nosotros es la única que no posee un ángel pues es una diosa original terrenal. Así que Yeudiel por ahora es su compañía.
—La ausencia de una Samsara es tan grave como si Gaia muriera, no podemos darnos el lujo de perderla sin hacer esfuerzo. Lo superamos en mayoría, Adán no tiene cómo escapar.
—Muy bien, entonces Gael, haz los honores.
Sus alas se extienden de nuevo con fuerza, provocando una ligera brisa que mueve mis cabellos. Los demás ángeles lo imitan y pronto hay un grupo de alados armados entre nosotros que llaman la atención de los habitantes del limbo.
—¡Ángeles! —Vocifera— ¡Todos en posición de defensa! ¡Aria al frente!
—Jamás creí que iría al infierno —murmura el positivismo acongojado.
—Créeme, lo que menos debería de preocuparte es el lugar —le digo.
—¿Por qué?
—La demencia no tiene deidad pero de algún lado tiene que venir.
—Tengo miedo —yo sonrío, no es el único.
—Cuando le des paso al miedo tendrás dos opciones; dejar que te mate o que te adiestre.
—¿Cuál elegiste tú?
—Pues... Sigo vivo.
El miedo a perderla solo me fortalece... No volveré a permitir que me alejen de ella.
Si bueno ¿Qué les está pareciendo? Espero que mi narrativa no sea confusa o algo similar porque he escrito esto de volada pero quiero que puedan imaginar bien cada paisaje, así que espero lograr eso.
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