Capítulo 37
Capítulo 37: confianza y seguridad.
—Buen tiro —le halago.
—Gracias.
—Pero no es mejor que el mío.
—Quisieras.
Agarro otra flecha de entre las otras que tengo colgadas en la espalda, la acomodo bien en mi arco con bastante agilidad y sin pensarlo mucho la suelto. La flecha azul sale disparada perforando segundos después la diana colocada a unos varios metros de distancia, muchos. Sonrío de lado al ver que incluso ha perforado a la flecha anterior en el mismo sitio, justo en el blanco. Luego me giro a ver a los demás, Jungkook a mi lado rueda los ojos mientras que Jimin aplaude en apoyo a lo que llevo haciendo un buen rato.
El señor de la ensoñación y el miedo acomoda su arco también, las flechas doradas de finos materiales también cuelgan de la funda en su espalda y una vez en posición hace lo mismo que yo y la suelta. Consigue el mismo resultado pero en su propio blanco, él simplemente permanece en su estado habitual de seriedad.
No son flechas comunes, no matan sino que desintegran, cualquier criatura que sea apuñalada por una se volverá polvo de inmediato. Una forma no muy sanguinaria de matar que fue idea de Gaia, todos los dioses en tierra tenemos esto formando parte del equipo de armas.
—Mom?
—Jungkook once puntos. Venus quince.
Elevo ambas cejas mirando hacia el frente, luego mis ojos se mueven hasta detenerse en dos pares de orbes cafés que se vuelven blancos de repente, amo fastidiarlo. Se ve tan guapo
—Aja —suelto con sorna, entonces voy a dejar mi arco con los demás y guardo las flechas.
—Mi especialidad son las espadas, primor, no cantes victoria tan rápido.
—También soy buena con las espadas.
—Si sabes lo mal que ha sonado eso ¿No?
—Estúpido. —se ríe apenas, luego suelta otro tiro.
—No eres mejor que yo —bufo, de acuerdo tal vez no pero ahora con mi estado puedo ser más fuerte. Hace lo mismo que yo dejando todo en su sitio y al pasar por mi lado para colgar la funda con las flechas me da una nalgada, el cree que ha sido moderado pero mi madre es hasta peor que yo y no se le escapa nada.
Ya hasta es atrevido en frente de la suegra, vamos avanzando.
—Un día de estos me vas a dejar un moretón, mano pesada —él se ríe después de dejar todo en su sitio y cuando se acerca a mí toma el borde de mi short para bajarlo un poco pues se ha subido, sigo sin entender por qué lo hace si la mayoría de los shorts son cortos y por ende no vale la pena.
—¿Desde cuándo tienes el culo tan gordo? —abro la boca para contestar con lo más obvio pero mi mamá acomodando el filo de una navaja se me adelanta sonriendo.
—¿Y vas a preguntar? Si come más que Shao y Grecia juntas.
Exacto.
—Ni porque estoy calladita me dejan en paz —murmura la rubia recibiendo una mirada filosa por parte de mi madre. Me gusta que ahora todos tengan confianza con ella y viceversa, incluso Jungkook con quien en principio creí que se llevaría mal, suele jugarse con ella y bromear en la cocina.
Cosa rara, a él no se le da eso de la buena convivencia más que conmigo, pero eso es buena señal. Se esfuerza porque todo se sienta como la familia que somos, y también porque ella esté cómoda estando en lugar alejado de su vida cotidiana.
A veces me siento un poco mal ya que no es lo mismo con su madre y conmigo, pero es un caso diferente porque sí, quizás yo no hice el intento de llevarme bien con ella pero tampoco es como si me hubiera dado la oportunidad de tratar. Inanna es una mujer un tanto difícil de manejar, una diosa rebelde que solo su hijo y su esposo logran soportar. Era solo una infante cuando ya había recibido todo el odio y rencor de una poderosa influencia, y bueno, con el tiempo sus humillaciones y rechazo fueron afectando a mi persona más de lo debido. Para cuando Yaveh, hijo de esa mujer, quiso hacer algo al respecto y mejorar nuestra relación... Pues ya era muy tarde. Ella seguía odiándome injustamente y yo le tenía rencor por la misma razón. Y así continua.
Luna celosa...
—¿Estoy gorda? —digo echándome un vistazo y la respuesta es evidente, sí. Mis pechos están más hinchados, un poco caídos y probablemente llenos. También mis caderas son más anchas de lo que de por sí ya son, mis muslos trabajados por el entrenamiento también chocan entre sí cuando camino. Y ni hablar de mi cara, mis mejillas son más rellenas.
Mi vientre aún no se nota mucho, pero está templado y un poquitín abultado.
¡Marte! parezco una vaca. Ahora que mi cabello es negro y estoy volviendo a mi forma de jovencita parezco más Eunbi que Venus.
—Estás buenísima, mi amor.
Pero como siempre él está ahí para no dejar que algo como eso me perturbe, por eso sonrío a lo grande provocando que él también lo haga, me hace muy feliz este hombre.
—Que tierno —contesto, sarcástica.
¿Que si dependo emocionalmente de él? Sí, pero no tengo problema con ello. Nuestra situación no es juzgable, hay cosas que no podemos evitar. Y ahora que tengo más memorias claras recuerdo perfectamente que nuestro amor era un poco obsesivo, por eso no me extraña que con cada día sea más difícil estar separados.
La creencia de la media naranja vino de Platón... Y a que no adivinan en quienes inspiró ese personaje tal idea.
Platón es un caso perdido. Después de escribir tanto sobre el amor entre dioses, plasmó una idea para el amor humano inspirado en deidades.
Me alejo de todo cuando la respiración se me corta de repente, cosa que sucede cada vez que el exceso de energía del ser creciendo en mi interior choca contra la mía provocando una ola de frío a todo mi organismo, no me canso, casi nunca estoy cansada pero debo sentarme un momento para poder respirar y decirle mentalmente a mi pequeño bebé que por favor se calme o mami se va a poner de mal humor.
Y eso no es conveniente, porque el único que tendrá que aguantarse ese humor de perros y pagar por esos platos rotos es papi.
—¿Estás segura de que puedes matar a un dios así? —pregunta mi madre un tanto insegura pasándome una botella con agua, doy un respiro aceptando lo que me ofrece y de tres tragos nada más me bebo todo el contenido.
—Mom —la observo con la mirada más obvia—, la bebé solo me fortalece, me hace más resistente.
—Y más tóxica.
—Y más glotona.
—Y un poquitín hormonal.
Los miro a los tres con mala cara, nadie les dijo que hablaran. Mamá se ríe.
—¿Nunca les han enterrado una flecha en el culo a esta hora bajo el radiante sol?
Me levanto unos cinco minutos después de ver cómo Jimin practica con una ballesta, y Jungkook y Grecia han empezado a combatir cuerpo a cuerpo, lanzando y esquivando golpes, maniobrando con estrategias espontáneas de ataque y seguramente apostando estupideces. Los veo durante un rato, mi epsoso es tramposo y dice cosas para desconcertar a su contrincante, pero la rubia ya lo conoce, termino por presenciar una escena muy cómica; el príncipe cielo y la señorita plumas se persiguen con troncos delgados secos por todo el terreno. Veo como el pelinegro es golpeado en el trasero fuertemente hasta caer de bruces contra el suelo, entonces atrapa el pie de la rubia y ahora ambos están en el suelo golpeándose con palos secos y ensuciando sus ropas con tierra. Jimin y mi madre se regocijan ante el show de ambos.
Llamo a Briseida, una de las más jóvenes de mis almas llega en un santiamén.
—¿Cuantas bolas de hilo quedan? —pregunto tomando la botella de Jimin para robarle un par de tragos.
—Suficientes para el resto del mes, mi señora —asiento, bueno, eso es suficiente pero tendré que hacer más para adelantar lo del mes siguiente porque no quiero salir victoriosa de una matanza y entrar a trabajar tan pronto.
Para colmo se acerca una nueva generación de vidas, las viejas ya están por cumplir con el límite especificado de reencarnaciones.
—¿Qué me dices de las parcas?
—La mortalidad en Israel aumenta todos los días así que están esperando su señal para calmar la peste y cerrar los contratos viejos —excelente, solo ese reino me faltaba—. Aún no están listos los nuevos contratos, las almas pequeñas siguen en incubación bajo el cuidado de la corte.
—Avísame cuando estén listas para nacer entonces, tengo que darles la charla antes de llevarlos al espacio entre vidas. Thanatos ha hecho un buen trabajo en mi ausencia pero es muy dura con ellas, las asusta.
—Si usted quiere podemos hacerlo nosotras —sonrío un poco pues baja la mirada, su inseguridad es una ternura. Sus mejillas blancas traslúcidas se abultan un poco cuando se muerde los labios apenas rosáceos que normalmente se mantienen cerrados—, somos conocedoras de que la diosa de la luz podría incomodarse por la densidad del limbo.
Y con ello se refiere a mi hija.
—No, está bien, haré lo que pueda y luego veré si puedo dejarte a cargo.
—Como desee, majestad.
—Dile a Noah que tengo hambre, jugo de mango y gelatina estaría bien.
—Ugh, que puto asco —hago una mueca después de que Briseida se retira, cruzando los brazos observo a Grecia con fastidio, está tratando de acomodar su cabello— ¿Es en serio?
—¿Puedes dejar de quejarte de mis antojos? Alguna vez estuviste embarazada y recuerdo perfectamente bien que una vez querías comer gusanos.
No ha sido lo más desagradable que me ha tocado ver pero su fue un disgusto, dios, eso sí que dio asco.
—Y sí se los comió —apoyó Jungkook estirando su camiseta de mangas largas—. Yo mismo se los busqué.
—Ya pero mi caso fue diferente, di a luz a un guardián que tardó once meses en nacer, estaba estresada.
Eso no tiene nada que ver, en mi opinión.
—Mejor cállate y pásame esas navajas.
Cuando nos cansamos de practicar, y es que son las seis de la mañana, todos tomamos una ducha y los caminos se dividen. El día apenas comienza, yo me visto lo más Venus posible notando que la ropa me queda más ajustada.
Hoy es día de compras, compras que se atrasaron porque tenemos muchas responsabilidades que atender así como también hubo un cumpleaños que celebrar el día de ayer. No fue tanto escándalo, simplemente cenamos lo que Grecia le hizo a su amo, mamá hizo postres que Jungkook tuvo que compartir conmigo porque estaba casi babeando y nada, salimos en una caminata nocturna por nuestros terrenos, una cita según yo, terapia según él. Se supone que para dar a luz tengo que mantenerme en buena forma física o no saldrá con facilidad, por lo que sé que no va a dejarme en paz con ello.
Todo muy sencillo, pero ahora viene lo que para mí es emocionante; escoger, caminar, gastar y fantasear. Si bien él mismo en un arranque emotivo salió a comprar pañales y biberones, entre otras cosas, todavía falta muchísimo más. Por eso saldremos él y yo, los demás no tengo idea de qué harán en nuestra ausencia pero ya encontrarán algo que hacer para matar el aburrimiento. Además de cuidarnos los ángeles también tienen otras obligaciones; hacer de mensajeros, unos que otros milagros para que la fe no se pierda en el mundo humano, tienen documentos que firmar y audiencias a las cuales presentarse en Babilonia para que los jueces juzguen si aun son dignos de su cargo como guardianes. Las armas no las sacamos de la nada, la magia no funciona de esa manera, así que imagino que también conseguirán material de calidad para fabricar algunas y mejorar otras.
Cosas aburridas según Grecia, y como no es obligatorio pues seguro van un rato para presentarse y luego irse a vagar por ahí. Siempre y cuando estén con mi madre no me preocupo mucho.
Honestamente creí que estaríamos más estresados pero encontramos una manera de administrar nuestro tiempo así que mientras no haya más sorpresas estaremos bien lo que resta de mes.
Me pone un poco nerviosa pensar en que nos quedan menos de treinta días para enfrentarnos a clanes enteros de brujos con la finalidad de llegar al corazón de todo, el dios que los maneja. Pues es que no será una lucha de solo nosotros dos, todos los dioses terrenales nos reuniremos de nuevo ese día así que Adán no tendrá escapatoria.
Y eso también me pone nerviosa, quizá ansiosa. La pesadilla pronto acabará y tendremos más días tranquilos como el de ayer y el de hoy para toda la eternidad. La felicidad es momentánea, si, pero creo que no me importa demasiado enfrentar problemas futuros mientras el actual sea solucionado. Adán es mi mayor carga, el demonio con el que alguna vez fui obligada a dormir y me persigue en mis sueños. Si me deshago de él nada de lo que venga en el futuro será suficiente para derrumbarnos.
—¿Estás lista? —me pregunta él saliendo del baño ya vestido y con el cabello mojado, una imagen espectacular que solo me enciende de manera repentina. Enarca una ceja cuando, como si fuera un depredador, asecho a su persona caminando de manera sigilosa hasta llegar a él.
El aroma natural dulce que emana de su ser es atrayente, adictivo, algo con lo cual me deleito día y noche sin cansancio. Mis manos suben por sus brazos hasta sus hombros apretando allí, el suéter de cuello alto que lleva ahora es de una tela no muy gruesa, se apega al resultado de tanto ejercicio y exhibe una gran parte de todo su encanto. El pantalón formal es negro como le gustan y más ajustado, sus tonificadas piernas y pequeña cintura le dan esa galantería misteriosa que a la mayor parte del público femenino le atrae, y por supuesto a mí también. Jungkook se deja tocar aún cuando me observa con esa ceja elevado como diciendo "¿De verdad? ¿Justo ahora?".
Es tan agraciado y distinguido. Tan masculino y noble, cuando acaricio su mejilla me dan unas tremendas ganas de besarlo.
—Santos polvos estelares amo tus brazos... Tus manos... —y obviamente mis deseos no son ignorados, por eso el chasquido de un beso se oye una, dos y tres veces hasta que lo dejo.
—Ya, Venus... —murmura tragando en seco.
—Dios aprieta pero tú ahórcame.
Jungkook carcajea viéndome con incredulidad y una sonrisa muy burlona.
—¡No puedo creerlo! —dice para echarse a reír un poco más leve y suave, lo que hace que deje un beso en su garganta y luego otro en su mandíbula. Las manos que sujetan mi cintura aprietan el lugar, él baja más el rostro para que nuestras narices se rocen, acariciando la punta.
—Las compras pueden esperar ¿No crees? —le digo de una forma muy insinuante, pero el imbécil se niega.
—Pueden, pero yo no —suelto algo muy parecido a un gruñido empujando su pecho—. Vi unos conjuntos de bebé muy lindos en una tienda lejos de aquí y quiero que los veas.
—Los veré luego, ahora compláceme ¿Si?
—Venus, preciosa, dime tú cuando no lo hago.
—Te voy a comer hoy, ya verás.
—Ya, ya, vámonos.
—Pero...
—Luego te atiendo, te lo prometo —tira de mi mano sacándome de la privacidad en la que tanto confío para dirigirnos rumbo a las escaleras y próximamente a la salida.
—¿Por qué tan cariñoso? Si eres un seco en potencia.
—Es el embarazo —contesta jugando con las llaves de mi auto para después abrir la puerta de copiloto, me invita a subir y una vez lo hago cierra la puerta para dar la vuelta.
—Pero si la que está preñada soy yo, señor —le digo sonriendo extrañada por lo que dijo cuando ya está sentado a mi lado con las manos al volante, él simplemente se encoge de hombros.
—Tú llevas a la bebé pero los dos estamos embarazados.
Las rejas se abren, Jungkook arranca y finalmente estamos saliendo de aquí. Llevo muchos días sin ver las calles y sin salir como una persona normal lo haría, es solo de abrir portales y ya, y eso no es divertido como admirar el paisaje del camino.
—Te acabo de imaginar embarazado.
—¿Y cómo me veo?
—Sensual.
—Siempre lo soy.
—Ok quédate quieto.
—Me clavaste un alfiler ¿Cómo voy a estar quieto? —gruñe tratando de no quejarse como antes cuando supuestamente sin querer la pequeña aguja se clava en su espalda de nuevo.
—¿Ves que no soy exagerando? —dice Jungkook mirándose en nuestro espejo de cuerpo completo, acomoda su saco mientras yo termino de hacer un arreglo de último minuto a la camisa de Jimin, el cual ha aumentado su musculatura y por ende la ropa también le queda un poco más ajustada— Ella literalmente te entierra el alfiler en la espalda y luego dice que fue por accidente.
—¡Fue un accidente! —exclamo poniendo el dichoso alfiler en la esponja sujetada a mi muñeca. Entonces comienzo a pasar la aguja con el hilo para cerrar el pequeño orificio que de rasgó justo en todo el centro. No se notará mucho además de que tendrá puesto el saco cubriéndolo.
—¡Tienes visión súper desarrollada, Choi! —exclama de vuelta mi amigo el histérico.
—Ya bueno, es que sus gritos agudos son muy cómicos.
—¿Verdad que si? —Continúa Grecia poniéndose sus zapatos— Parecen niñitas.
Jimin le dedica una mirada dura por lo que acaba de decir pero ella, sin inmutarse un poco, se coloca de pie luciendo más alta por los altos tacones. Y cuando me pongo a un costado de él para ver si no hay alguna otra cosa por arreglar veo como la mira, y me enternece tanto que casi me salen corazones de los ojos. Incluso sonríe suavemente al verla con su vestido formal hasta la rodilla, observa todos sus movimientos, sus ojos la admiran como si fuera lo más precioso en el mundo y cuando ella lo atrapa en ello una pequeña sonrisa tímida se le escapa.
Ah, el amor... Qué bonito todo, quiero llorar.
Jungkook anda de buen humor, de hecho todos lo estamos. La tranquilidad de nuestras almas se refleja mucho en la casa a pesar de las circunstancias, cosa que hace que el ambiente entre todos sea constantemente ligero y se puede decir que la noticia de un bebé también influye mucho. Así que de la nada fue a mi santuario para avisarme que hizo una reservación en un restaurante nuevo cerca de la playa y que quería que todos fuéramos.
Por supuesto nadie dijo que no, por eso estamos arreglándonos.
—A todo esto ¿Me veo bien? —la pregunta viene de Jungkook que se gira hacia nosotros para recibir opiniones y dándole espacio a mi mamá para que termine de arreglar su cabello.
Tiene un saco puesto de color azul oscuro, pantalones negros formales y debajo una camisa blanca con tres botones sueltos. Su cabello, el cual le corté el día de su cumpleaños, está peinado hacia un lado, dejado algunos mechones por fuera que denotan la rebeldía en su ser.
—Guapísimo —contesto yo.
Termino de colocarle el saco a Jimin para después dirigirme hasta mi armario. De allí saco un abrigo porque hoy hace frío y aunque eso no me afecta tampoco es como que quiera congelarme. Me lo pongo viéndome al espejo, mi madre acomoda un mechón de cabello que se me ha venido en la nariz y besa mi mejilla.
Estoy gorda, estoy gorda, estoy gorda.
—Odio usar tallas tan grandes y que me queden justas —hago un puchero que luego dejo porque mis mejillas se ven más gordas.
Ya no me veo sensual, ahora parezco una bolita de masa con panza y cachetes.
—No es como que estés obesa, hija.
—Ojalá y no lo esté porque me deprimo.
Jungkook se ríe tendiéndome mi bolso y lo tomo para colgarlo. Es pequeño pero lo suficientemente espacioso como para guardar jabón liquido para las manos por si me dan ganas de ir al baño justo como ahora.
—Oye preciosura ¿Te puedes apresurar? —Dice en cuanto sigo viéndome al espejo sin hacer nada— La reservación es para las ocho y son las siete con cincuenta y cinco.
—¿Me veo bonita? —él me observa a través del espejo, sus manos se posan en mis hombros y sonríe. Se ve tan alto y esbelto, tan elegante y etéreo.
Luego estoy yo.
¿En dónde ha quedado mi característica seguridad? Vamos Venus, regresa, regresa ¡Tienes que regresar!
—Eres lo más hermoso que hay en este asqueroso universo, Venus —suspiro, toma mi mano y allí deja un pequeño beso.
—Tienes razón, lo soy.
—Esa es mi chica, ahora mueve el trasero que en serio vamos a llegar tarde... Ven que te pongo los zapatos.
Hoy voy a comer mucho, y aunque no les parezca también voy a beber hasta que esa mierda me cause algo de efecto.
Capítulos de relleno porque nos acercamos a la recta final. No creo que hayan capítulos extra después del final así que estoy subiendo estos.
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