Capítulo 35

Capítulo 35: un poco de luz.

Cuando nos despertamos por la mañana gracias al cielo no fue por alguna noticia mala o porque debíamos iniciar con alguna actividad sino porque tocaron la puerta. Ni tiempo nos dio a vestirnos pues Grecia es una impaciente y entró como si nada, extrañada nos buscó en la cama pero ahí ya no podíamos estar así que nos enfocó a los dos en el sillón más grande de la habitación con las sábanas como única opción para cubrirnos.

—¿Quién carajo te dijo que pasaras, idiota? —el reclamo de Jungkook va hacia ella en conjunto con una almohada que él mismo le lanza pero que ella atrapa antes de que le dé en la cara.

—Lamento irrumpir en su intimidad pero les aviso que Jimin y yo saldremos —es lo primero que dice, Jungkook ya está de mal humor por su culpa y bostezo con tranquilidad porque a ella poco le importa—. La señora Sunhee está experimentando en la cocina, Shao ya comió y nosotros regresaremos en la tarde. Si algo pasa o necesitan algo, lo que sea, llamen.

—Está bien —contesto.

—Buen día.

Cuando cierra la puerta vuelvo a bostezar, y ahora que estoy despierta es imposible volver a dormir. El hombre a mi lado tiene los ojos cerrados pero sé que para él es igual y no volverá a conciliar el sueño, aún así tira de mí y me acuesta sobre su pecho desnudo para que al menos nos quedemos así un rato más.

—Rey —el sonido grave que sale de su garganta me hace saber que me está oyendo—, deberíamos salir también.

—¿Para qué?

—¿Cómo que para qué? La cama ya no sirve, tenemos que comprar otra.

—La vamos a romper también, mejor mandar a hacer una.

—Pues es igual, tenemos que ir a elegir el modelo, el material y hacer el pedido.

Ahora que lo pienso, tendremos que elegir no sé, una cama de piedra o algo. Me avergüenza un poco tener que hacer esto más de una vez, no imagino la cara que pondría mi mamá al ver que compramos una nueva con una frecuencia nada normal.

Aunque aquí nada es normal pero bueno.

El maldito punto aquí es que nos hemos vuelto muy agresivos, y las apuestas por quién aguanta más orgasmos no ayudan en nada. Es una estupidez, cada día somos más fuerte, esta difícil que alguno gane.

—En un rato vamos, quédate quieta ¿Sí? —suspiro, le sofoca que sea tan intranquila y siempre quiera estar haciendo algo. Pero es que más me sofoca a mí quedarme en un solo sitio sin hacer nada, aunque le hago caso y me acomodo mejor colocando su brazo debajo de mi cabeza. Me encanta olerlo, para mí uno de los máximos placeres de la vida es el perfume natural de su piel.

—Tengo hambre —se queja de lo que digo— ¿Qué?

—Te dije que te quedes quieta —amenaza apretando mi piel desnuda.

—Pero...

—No vas a morir de hambre.

—Bieeeeen.

No, no voy a morir de hambre pero creo que de ahora en adelante tendré que evitar saltarme las comidas... Y aumentar mis porciones. Demonios, siento como otra ola de energía arrasa con la mía, esto se va poner difícil. Conozco estas sensaciones.

Dos espíritus en el mismo cuerpo no es nada fácil de sobrellevar si ambos son igual de fuertes.

La mano del brazo en el que apoyo mi cabeza traza líneas invisibles en la piel de mi hombro, decido callarme cuando cierra de nuevo los ojos y blanqueo la mirada. Pasa un buen rato así que yo también lo hago escondiendo mi nariz en su cuello, mi mano en su pecho baja lentamente por su abdomen hasta llegar a su pelvis y sentir bajo mis dedos la goma de su bóxer, sonrío cuando su otra mano atrapa mi muñeca en un reflejo en el instante en que meto mis dedos y se introducen debajo, pero después afloja el agarre.

—Tonto.

Mis piernas se enredan con las suyas, e inesperadamente la mano que acariciaba mi hombro se desliza más abajo de forma lenta hasta atrapar mi pecho izquierdo, y allí como si fuera un niño decide jugar, apretar, masajear. Un hábito que por lo que veo se vuelve más frecuente.

—¿Qué tienes con agarrarme las tetas? —y lo pregunto ya que está así desde antes de ayer, cada vez que va a dormir.

—Pues que están hinchadas —murmura— y no entiendo.

Pues sí, yo tampoco sé por qué pero ya me hago una idea.

Va a enloquecer, va a enloquecer.

Como no me gusta darle tanta ventaja porque el toque ya se está haciendo más caliente, mi mano que se había quedado en su vientre sigue bajando a la vez que reparto besos por su cuello, mandíbula e incluso su cabello negro. En el momento en que por encima de la tela de su prenda decido hacer lo mismo que ha estado haciendo en mi pecho, el bulto se hace notar y me sorprendo de lo rápido que lo he logrado. Su respiración se corta de repente, ejerzo presión, aflojo y vuelvo a apretar.

—Ya, Venus oye... —no puede terminar porque suspira, luego le bajo el bóxer de un tirón y ahora está mi mano y su tesoro piel con piel, jadea.

—¿Qué? —me hago la tonta.

—Sigue —me detengo.

—¿Qué dices? No te oí —gimotea apretando los ojos, retomo las caricias suaves que juegan y tientan a su autocontrol, entonces echa hacia atrás la cabeza.

—Que si... —no lo dejo terminar, y cuando me siento sobre él en un movimiento rápido para besarlo parece agradecerlo.

Me besa con pereza pero lo disfruta al igual que yo, sus manos sujetan mis caderas inquietas y en medio del beso sonríe cuando muerdo sus labios, le gusta que haga eso.

Pero hay algo, algo que no puedo controlar.

Comienzo a sentirme mal. Me está pesando demasiado el cuerpo, es mucha energía.

—Venus —y cuando me separo un poco se me sale un eructo, me cubro la boca pero ya es tarde y él hace una mueca— Ugh ¿Estás bien?

—Lo siento, creo que...

Ni siquiera puedo terminar de hablar.

Ah pero es que hoy parece ser día de las interrupciones, porque me separo de él de forma repentina y me levanto del gran sillón cuando siento como el estómago se me revuelve. Siento algo acumularse en mi garganta y para cuando llego corriendo al baño las arcadas me hacen vomitar antes de tocar la tapa del retrete, ensuciando el piso.

Qué bonita mañana, que romántico todo, joder.

Me arrodillo para desechar todo lo demás en dónde se debe y Jungkook llega corriendo detrás de mí tratando de no pisar mi desastre, sus manos terminan a los costados de mi cara para que los mechones cortos de cabello no se adhieran a mi rostro y cuando termino tengo un increíble e insoportable dolor de cabeza que me hace soltar un quejido en voz alta.

Mierda, mierda, mierda.

—¿Estás... Vomitando escarcha?

Si.

—Hey, ya pasó, tranquila —acarició mi cabello cuando me levanté para lavarme y enjuagar— ¿Te sientes mejor? —lo miré por el espejo, luego me miré a mí y estoy pálida. Sigo teniendo náuseas pero no lo suficientemente fuertes como para hacerme vomitar de nuevo.

Odio esto, odio vomitar es lo peor del mundo.

—No... —susurro.

—¿Necesitas algo? ¿Quieres recostarte? —Asiento dándome la vuelta para salir, él detrás de mí asegurándose de que no me vaya a caer o algo, supongo— Me estás asustando.

Cuando llego de nuevo al sillón me siento porque si me acuesto otra vez siento que me voy a desmayar. Cierro los ojos respirando hondo, tratando de pasar el dolor de cabeza y los mareos que me ha dejado el vómito como efecto secundario.

—Tráeme agua.

Prácticamente corre por la jarra de cristal, sirve en el vaso del mismo material y regresa sentándose a mi lado. Bebo todo con tres tragos solamente y descanso luego mi cabeza en su hombro. Sus manos acarician mi cabello en silencio, y con eso me voy calmando, porque siente mi malestar y por eso intenta hacerme sentir mejor.

Quiero llorar ¿Y ahora qué? Cada vez más es mucho más evidente.

Pasan minutos, minutos en los que él no habla y yo tampoco. Me preocupa que esté tan callado pues lo normal es que me interrogue, y por eso levanto mi cabeza para que cuando le veo a la cara resulta que sus ojos están perdidos en la pared y una sonrisa grande y brillante que no puede ocultar.

—¿Por qué sonríes así? Pareces psicópata.

—No me vengas con que la cena te cayó mal o algo porque nosotros ya no enfermamos.

Me tienes, Jeon, eres un pesado, astuto y muy observador. El corazón me late a quizás mil por hora.

—Sí podemos enfermar —bufa.

—Estoy muy seguro de que no estás maldita —me mira—, repeles esas cosas.

Me levanto aunque me tiemblan las piernas. Veo su entrepierna para ver que la erección se le ha bajado, y menos mal porque ya no puedo ayudarle. Suspiro porque no ha dejado de sonreír a lo grande y busco la sábana para abrigarme porque ahora resulta que tengo frío y la falta de ropa no me favorece, solo llevo mis bragas. Él se levanta envolviéndome toda con la colcha y me da la vuelta para abrazarme desde atrás, sus labios besan mi cuello, luego mi nuca, mi hombro y así reparte besos por donde puede o haya piel mientras yo trato de pensar en mis síntomas.

Se supone que no es el mejor momento, aún hay cosas por hacer y una exterminación por liderar ¿Por qué justo ahora entonces?

Yo manejo lo que pasa en la vida de otros, más no puedo manejar lo que pasa o no en la nuestra, increíble.

Tengo tanto trabajo por hacer, estoy tan estresada justo ahora.

—¿Y? ¿Estás embarazada? —susurra, sus labios rozando contra mi oreja. Me estremezco ante la idea.

La verdad es que no lo sé, o sí lo sé pero estoy nerviosa y no tengo una certeza. Desde que fuimos a Rusia vengo sintiéndome extraña, más inquieta y capaz, más fuerte, pero al mismo tiempo con más debilidades.

—Tengo que preguntarle a Jimin —entonces gruñe.

—¡Venus! No finjas demencia, sé que sabes cuándo estas cosas pasan o de lo contrario las diosas no te llamarían a ti para preguntar si están en estado —intento girarme hacia él pero no me deja y me da una palmada en el culo, otro hábito reciente— ¿Ya me vas a decir?

—Te voy a ser sincera, de verdad no lo sé —trago en seco—. Estoy rara, es primera vez que pasa.

—Cierto —admite, sus manos se escurren hasta quedar en mi vientre y desde ya sé que se está haciendo ilusiones.

La primera y única vez que quedé embarazada no me sentí mal ni nada, simplemente hubo ese repentino aumento en mi fuerza y me volví más agresiva y muy, muy posesiva. Pero nada de esto, lo cual es raro. Sé que no es normal, sé que mi cuerpo está sufriendo un cambio pero no sé si es ese cambio al que se refiere.

—Pues te voy a ser sincero, y es que aquí —dio un toque leve con sus dedos a mi vientre— hay una mini tú formándose.

Sí, su mente se lo dice, tiene ese presentimiento, su instinto de dios que todo lo ve y lo sabe le grita la respuesta más lógica. Que dentro de mí hay algo que también es suyo.

Repito; ¿Por qué ahora?

—¿Lo sientes? —pregunto.

"La necesitas, y la necesitaras para lo que viene".

Conozco esa voz.

—Puedo sentirlo, en el fondo lo sé y tu igual —murmura, y de pie entre sus brazos nos balancea por alguna razón—. No es coincidencia que yo lleve días pensando en ti como madre y que luego pasen estas cosas ¿Desde cuándo tienes la duda?

—Desde que llegamos a Moscú.

—Es un hecho, estás embarazada.

Y tras decir aquello, como si fuera la mejor noticia del mundo, aunque para él sí lo era, me soltó para comenzar a gritar como un loco desquiciado escapado del manicomio. Empezó a correr por toda la habitación y le vi con los ojos bien abiertos cuando regresó a mí de golpe y se plantó frente a mi cara. Empezó a reír, dio un salto volviendo a gritar.

—¡Galaxias! —Exclamé— Cállate, asustarás a mi mamá.

—¡Este es el mejor día de mi puta vida! ¡Bésame! —no lo hago porque él lo hace, me toma las mejillas apretándolas y da múltiples besos seguidamente en mis labios. Luego me abraza y sonrío, es un tonto— ¡Te amo, maldición!

Imposible no estar enamorada de este hombre. Vuelve a reír a carcajadas, como lo supuse anteriormente, su lado menos cuerdo ha salido para festejar.

—Y yo a ti, pero —me observa fijamente, luego me hace retroceder cuando hago una mueca hasta sentarme de nuevo en el sofá— me duele la cabeza.

—Te haré un té.

—Sí y, mientras no hay cama me voy a otra habitación —besa mi frente para después ir hacia el armario.

—¡Eh adoptadas! —Pasan un par de segundos hasta que tres almas llegan asomándose tímidas por la puerta, Jungkook no deja de sonreír como científico loco— Llévenla a otra habitación, voy a salir.

Enarco una ceja ¿Qué?

—¿A dónde?

—A comprar muchas cosas —lo veo vestirse lo más rápido que puede, y ni siquiera se detiene a calzarse bien pues toma un par de sandalias y se dirige a la puerta, las almas le hacen espacio y se detiene para mirarme. Sus ojos ahora grises brillan más de la cuenta—. Cuídenla bien, y si algo pasa avísenme.

Luego sacude la mano en una despedida y se va corriendo.

Puedo oír sus pasos en las escaleras, bajarlas de dos en dos, saludar a mi madre rápidamente y luego la puerta ser cerrada. Cuando oigo el motor de su auto miro por la ventana como las rejas se abren y acelera perdiéndose de mi vista sin pasar por alto que unos segundos de diferencia y seguramente estrella el coche contra la reja.

Briseida, Samantha y Naoko me hacen vestirme. La primera saca un vestido suelto y muy holgado de color amarillo hasta las rodillas, entre las otras dos me quitan la colcha que me cubría y entro en una especie de trance mientras que dos me visten y la otra peina mi cabello.

¿Realmente estoy esperando a la bebé? ¿Tan pronto? Apenas y han pasado unas semanas desde que logré recordar y quizás un mes para Jungkook. Siguen sucediendo cosas, y para mí no es un problema luchar contra todo el mal estando en ese estado.

Pero se supone que tenemos la eternidad para estas cosas ¿Por qué justo ahora?

El mes está por acabar, el cumpleaños de Jungkook se acerca. Tenemos que adelantar algunas cosas para tener más tiempo.

Creo que tendremos que adelantar también los sucesos más importantes en nuestro plan, ya no podemos esperar. Necesito estar tranquila antes de dar a luz, saber que no hay un dios hijo de puta respirándome en la nuca.

No debo tener mucho tiempo, quizás una semana, casi dos.

Sonrío recordando su reacción, se ha puesto tan feliz... Es un encanto, hasta se le olvidó que se supone iba a hacerme un té.

Cuando salgo del baño pues debía lavarme los dientes y limpiar, mis tres almas me acompañan en todo el trayecto que doy hasta la planta baja, les digo a las demás que me preparen una habitación en el tercer piso y obedientes se van.

—¿Qué le pasa a Jungkook? —pregunta mi mamá en cuanto me ve, me siento en el comedor pues trae un plato que deja frente a mí para que coma.

—Se volvió loco de repente y salió corriendo.

—Parecía emocionado.

—Dijo que iría de compras —finjo que realmente no lo sé, pero ella no parece creerme.

—¿Dormiste bien? —aún así deja el tema a un lado.

Sonrío de lado, en realidad no dormí nada.

—Sí ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Te gusta tu habitación? Sabes que si necesitas algo...

—Estoy bien, Eun —sonríe mientras me meto una cucharada grande yogurt ¡Ángeles! está delicioso—, no te preocupes por mí.

—¿Qué se sintió estar entre tantos agentes después de tantos años jubilada?

Mamá lo piensa un poco mordiéndose los labios, eso del estilo natural y el querer estar arregladas siempre parece ser herencia. Ella suele estar vestida y maquillada siempre al igual que yo, y por lo que me dijo alguna vez, mi abuela era igual.

—Pues... Fue bastante conmovedor, vi a varios agentes que ya conocía y me causó cierta nostalgia. No era el mejor momento para casi nadie pero —asiente y yo le doy fin a mi razón de yogurt con cereal para ir por el pan tostado—. Me sentó muy bien.

Vomité hace poco y no debería tener tanto apetito, pero es todo lo contrario e incluso ella se da cuenta.

—Fue como un cierre ¿No es así? —inquirí tratando de no perderme en mi cabeza, por la cual se pasean muchos pensamientos a la vez.

—Un cierre al cierre, en realidad —suelta una risita—. Pero bueno, a todo esto ¿Qué pasará ahora?

—Sencillo de explicar; mataremos a seres vivientes —respondo tranquilamente.

—Supongo que ahora las cosas son un poco más difíciles, el rumor de que hay una diosa de la que nadie sabía debe estar esparciéndose a toda la población bimbaio.

—Exactly, pero ya que, de una forma u otra se iban a enterar pues los dioses terrenales tenemos que estar al frente del ejército.

—Aún me resulta increíble que mi hija sea una diosa —sonrío un poco—. Que su familia esté compuesta por seres divinos —chasqueó la lengua apoyando sus codos en la mesa y su barbilla en la palma de su mano— ¿Qué me llevó a mí a meterme con una deidad?

Eso mismo me he preguntado yo toda la vida.

—Cronos no es de contar esa historia, de hecho, no es de comunicarse mucho con sus semejantes —y no hay algo tan cierto como eso—, pero Jimin dijo que por lo poco que logró escuchar durante el tiempo que convivió con él pues básicamente te prometió muchas cosas, eras algo así como su capricho. Cuando niña tampoco me hablaste de eso, nunca lo mencionabas.

Frunce los labios haciendo un puchero, mismo puchero que admito a veces hago de forma inconsciente. Mi mamá es tan hermosa, y lo mejor es que no puedo enviadiarla porque nos parecemos muchísimo, debido a que los bimbaio envejecen más lentamente mi madre se ve apenas unos años mayor a mí. Fácilmente alguien podría confundirla con mi hermana mayor.

—Supongo que no lo amé tanto como creía, no lo siento así.

—Eso es algo que ahora tan solo él sabe, Galilea vive en ti pero técnicamente ya no eres ella.

Termino de comer y dejo los platos en el lavaplatos para empezar a limpiar porque ella ya lo había hecho, así que voy a dejar lo poco que he ensuciado en su lugar. Cuando busco a mi mamá que se supone iba a ver televisión en la gran pantalla al otro lado de las escaleras la encuentro un poco más allá de la sala de estar, en el pasillo que le sigue; está admirando los cuadros otra vez.

—¿Mom? —le llamo y sale de sus pensamientos para prestarme atención, observa uno de los dos cuadros en los que estamos Jungkook y yo juntos. Este es diferente al de la "boda", y apareció mucho después de los demás.

En pocas palabras somos él y yo. Él está de pie sosteniendo mis hombros, yo estoy sentada en una silla bastante fina con un bebé blanco de negros cabellos entre mis brazos. Shao está a nuestros pies durmiendo plácidamente.

Sí, definitivamente estas pinturas son algo así como predicciones del pasado cumplidas y predicciones del futuro por cumplir. Solo que yo no las hice, tampoco mi esposo, esta vez la casa en la que vivimos se encargó de ello.

—¿Puedes saber cuándo estás en cinta o debes de hacerte pruebas como los simples mortales? —burlona medio ríe, sus afilados ojos me observan con diversión a lo que yo también río.

—No es necesaria una prueba, cuando eso pase Jungkook y yo lo sabremos.

—El cuadro salió justo el día en el que llegamos de Moscú -murmuró como si fuera para sí misma y comienzo a ponerme nerviosa, es que a esta mujer de verdad no se le escapa absolutamente nada—. Por eso Jungkook salió tan contento esta mañana ¿No? Digo, no es como que sea de todos los días que me dé los buenos días tan sonriente, con dos besos en cada mejilla para que después salga corriendo y casi choque su auto.

Maldición es que de verdad, se ha vuelto loco, no sé qué le pasó por la cabeza en ese momento pero parecía encerrado en una burbuja.

—Eres muy inteligente, madre.

—La inteligencia no la heredaste de tu padre de esta época, claro está —ambas carcajeamos, y es que cuando yo era apenas una guardiana en miniatura ella solía contarme historias sobre las burradas que hacía mi progenitor cuando apenas estaban empezando a salir.

Era un idiota y varias veces logró hacer que mamá fingiera no conocerlo en público. Hoy en día agradece que ese imbécil la haya dejado pues así ella pudo ser más libre, criarme a su modo y montar su propio negocio; el refugio de animales.

—¿Entonces? —Me observa sonriente, así que le doy un abrazo de costado estrujando mi mejilla con la suya— ¿Voy a ser abuela?

—La mejor abuela del mundo.





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