Capítulo 33
Capítulo 33: la venganza del Ocaso y la bondad de su Samsara.
Jungkook está airado, impetuoso, vehemente, exaltado, colérico y todas las palabras habidas que definan la gran acumulación de ira y furia que está sufriendo ahora mismo. Su mirada dice claramente que no estaba jugando cuando dijo que haría sufrir uno por uno a todos los hijos de puta que se atrevieron a hacerle daño a su hermana, y se lo creí aún más cuando abrió un portal él solo y cruzó hasta Busan sin detenerse a pensar en nada.
Siendo honesta tengo miedo, pero no tengo pensado detenerle... Por eso voy con él, todos vamos con él. De los dos él es más pacífico, más tolerante y reservado, pero cuando se meten con él o algo que le resulta valioso es completamente distinto. No le temo a su persona porque conozco a ambas partes y a las dos las acepto por igual, lo que temo es que algo salga mal y nos perjudique.
Los agentes trabajando y caminando de aquí para allá se alarman cuando nos ven salir de una puerta y caminar con toda la seguridad por la base que en realidad solo he pisado una vez. Varios se interponen en nuestro camino preguntando quiénes somos y pidiendo nuestras identificaciones pero no nos detenemos y simplemente pasamos de largo, Jungkook y yo caminamos en la delantera buscando en los identificadores de cada sala la que nosotros queremos encontrar, mi madre —la cual no quiso quedarse sola— va detrás de nosotros junto a Jimin y Grecia.
Solo estuve alrededor de unos quince minutos trabajando cuando Jungkook entró de imprevisto a mi templo, me cogió de la muñeca y me sacó del lugar. No podía ni siquiera hablar de lo enojado que estaba y solo me mostró el mensaje que Yeounjun envió, solo eso bastó para entenderlo todo así que cedí, no podía quedarme de brazos cruzados con todo lo que había sucedido.
Voy a tener que meter mis manos en el asunto de ambas mujeres, tengo que hacer algo.
Estoy molesta por supuesto, no soporto el hecho de que otras personas salgan lastimadas por culpa de ese cretino y su ejército de sádicos desequilibrados. Por eso cuando encontramos el área de retención del lugar ninguno de los dos se detiene en la zona de emergencias ni en el equipo que reconocemos, de una pasamos a las celdas. Nana llega prácticamente corriendo a nuestro encuentro con Yeonjun a su lado así que nos detenemos.
—Tienen menos de diez segundos para decirme quienes son los culpables o voy a acabar con todos los que están encerrados aquí —amenaza Jungkook a ambos. Nana alza el mentón y Yeonjun abre mucho los ojos por su tono pero no es para menos. Una vena se nota tensa en su frente, tiene la cara enrojecida y las venas de sus brazos se notan de lo mucho que aprieta sus manos hechas puños.
Nana asiente sabiendo que no puede contradecirlo de ningún modo y camina un par de pasos más hasta que se detiene frente a una celda. Las de aquí son un poco diferentes a las de Aswan pero tienen el mismo sistema; dentro se ven a ocho personas esposadas y sentadas en sillas adheridas al suelo. Veo a dos mujeres, el resto son hombres.
—El centro en sí estaba lleno de brujos que maltrataban a más rehenes, pero estos en específico se encargaron de dañar a Boram y...
No me sorprende en lo absoluto cuando el cristal de contención fabricado para estas celdas estalla en mil pedazos, creo un campo de fuerza que los repele para que Nana, su hijo y mi madre no se lastimen con ellos y oigo gritos provenientes de las demás personas en el lugar. Jungkook entra pisando fuerte y voy yo detrás de él.
Los ocho le observan, se atreven a mirarlo a la cara y eso estoy segura de que le molesta aún más.
Lo reconocen, saben quién es él y cuando me miran saben quién soy yo. Algunos sonríen, otros mantienen su seria expresión y unos muy pocos apenas tiemblan. Él se detiene unos cuantos pasos guardando las distancias, guarda las manos en los bolsillos de su pantalón y oigo el sonido que hacen sus dientes de lo mucho que ejerce fuerza.
—Su majestad —habla una mujer—, al fin se digna en dar la cara.
—Como ha tenido la valentía de hablar sin mí permiso —su voz dos tonos más grave hace eco en la habitación—, será a usted a quien le arrancaré la lengua primero.
Oh, claro que lo hará. Y lo ayudaría con la tarea si pudiera, ese sería el castigo más blando que podría dársele teniendo en cuenta lo que hizo y como le ha hablado a una deidad. A los dioses se les respeta, se les teme y venera, de lo contrario no te irá bien. Una cosa es no creer en alguien o algo, pero que te atrevas a desafiarlo e insultarlo de esa manera se convierte en otro asunto. Una criatura tan desagradable como ella no tiene perdón.
Me voy a encargar de que ninguno de ellos lo tenga después de la muerte.
—Ángel —la susodicha aparece a su otro lado—, que hablen.
El odio en los ojos de los brujos podría hasta personificarse de lo intenso que es, pero no lo es tanto como lo que todo Jungkook en sí transmite. Segundos pasan para que los criminales caigan en un trance total, ni siquiera ha sido necesaria algún tipo de droga.
—¿En dónde está Adán? —esa es su primera pregunta.
—Abajo —contesta la misma bruja, de piel muy oscura, tiene rasgos afroamericanos.
No ha salido de su reino el muy cobarde, como siempre prefiere resguardarse para que los otros hagan el trabajo sucio por él, luego cuando concentra la cantidad suficiente de energía es que aparece.
—¿Por qué se llevaron a mi hermana entonces?
—Adán quería que te expusieras... Y lo ha logrado.
—¿Para qué?
—Para saber la ubicación de la Hortus Rosa —mi hombre empuja el interior de su mejilla con su lengua, me dedica una rápida mirada que no puedo interpretar.
—¿Qué es lo que planea?
—Lo obvio, llevársela —contesta un hombre blanco—. Tú irás por ella y luego te asesinará.
—Lyra será su esposa —blanqueo la mirada, no importa cuántas veces fracasen con ello siempre dicen aquello con mucha seguridad, como si supieran que algo así ocurrirá tarde o temprano—, y cuando eso pase podrá tomar el control de todo.
—Los originales no dejarán que eso pase —interviene Grecia, siento la presencia de muchas personas viendo y oyendo todo. Seguramente se preguntan quién es Jungkook y quién soy yo.
—Las Samsara son tan poderosas como los originales, además, con la sangre de los descendientes es más que suficiente —todos tienen la mirada perdida, pero de una forma bastante escalofriante sonríen a la vez cuando otro hombre habla—. Estás perdido, Yaveh, todos lo están... Lyra se unirá a Adán, Gaia morirá.
—¿Por qué acabar con todo? —pregunto yo buscando alguna razón válida para lo que intentan.
—Reconstrucción. Un nuevo sistema, un planeta solo para él. No humanos, no bimbaios, nada de criaturas ni dioses pequeños, solo nosotros en la tierra y próximamente en el universo.
Chasqueo la lengua, esto es estúpido, él ni siquiera tiene razones coherentes para hacer todo esto; está trastornado, obsesionado con el poder, con mí poder y con su maldita venganza en contra de Gaia y su hija por desterrarlo. La potencial envidia lo consume, quiere obtener lo que no se merece, lo que los dioses se niegan a darle por su terrible comportamiento.
Quiere lo que a Yaveh se le otorgó al nacer; poder, un ejército de guardianes velando por su protección y por supuesto, a mí.
No veo la hora de que le quitemos lo poco que le queda, no veo la hora de condenar a su alma, de maldecirlo, de esclavizar a su espíritu y hacerlo polvo.
Yo misma redactaré aquel contrato, y yo misma cortaré su hilo, un hilo especial, la trama que lo hará sufrir, rogar por piedad.
—Eso es suficiente para saber que tiene un plan de mierda —suelta Grecia a lo que yo asiento, miro a Jungkook buscando alguna reacción para saber lo que hará a continuación pero parece pensar.
Lo que dice después les causa escalofríos a quienes observan la escena detrás de nosotros:
—Grecia, tráeme un par de guantes —la misma asiente retirándose después—. Me quedaré aquí y cuando salga quiero que los trasladen a la prisión de Gitarama, llenarán el estómago de los convictos caníbales —y como si fuera poco reluce la sonrisa más sádica que he podido ver en tanto tiempo—. Desearán no haber nacido, malditos desgraciados.
La orden va para Nana y el comandante en jefe de la base, el cual observa todo sin poder creerlo. Cuando los miro para asegurarme de que han oído lo que ha dicho ambos asienten, entonces regreso mis ojos a Jungkook.
—¿Quieres que me vaya? —asiente sin apartar la mirada de las ocho criaturas esposadas frente a él.
—Encárgate de YooA y Boram.
—¡Todo el mundo fuera! —Exclamo regresando en mis pasos saliendo de allí, varios de los agentes chismosos que estaban acumulados en el pasillo reaccionaron— Los quiero a todos lejos de esta área ¡Prohibido el paso hasta nuevo aviso!
—¿Sabías de su embarazo? —inesperadamente Taehyung negó, observándome con esos ojos rojos e hinchados por el llanto, algo en mí se removió.
—Tenía dos meses de embarazo cuando ustedes llegaron al palacio... Ella no lo sabía.
—Hay embarazos silenciosos, algunos ni siquiera se notan hasta los tres meses y medio de gestación, dices que no tenía síntomas ¿No? —Asiente, y aunque lleva intentando no hacer mucho ruido un sollozo sale tras otro, así que me acerco a él extendiendo los brazos— Ven aquí.
—¿No hay algo que puedas hacer? —pregunta una vez se deja abrazar por mí. Estamos en el pasillo, YooA está en cuidados intensivos y como está inconsciente aún no podemos verla. Somos los únicos aquí porque no dejan pasar a otra persona que no sea él pero como soy yo me han dado el pase.
Apenas llegué aquí la vi en aquella habitación por medio del cristal por el que Jungkook la observaba en silencio. Está destruido. Según me dijeron tuvo muchas complicaciones pues el niño, porque era un niño, era muy grande y ella estaba a punto de desmayarse. Era muy tarde para una cesárea, así que no tuvo de otra que dar a luz a un bebé muerto. Fue un largo proceso, el parto duró unas ocho horas, ella no tenía la fuerza suficiente y optar por ponerle un medicamento para aumentar sus contracciones fue lo que decidieron los médicos.
Es una verdadera lástima que para cuando ella se enteró de que estaba en estado, Taehyung ya había desaparecido de su vida.
—Tu bebé literalmente no vivió nada, pero es porque así debía de ser —susurro transmitiendo paz poniendo mi mano en su cabeza—. Aún no estaba listo, por eso ocurrió todo esto pero... Pero si tú lo quieres puedo hablar con tu hijo.
—¿Qué? —susurró alejándose de repente, limpiando un poco el mar de lágrimas mojando su cara.
Con el paso de los años aprendí a ser más comprensiva, a mantener la calma aunque por dentro estuviera un huracán jugando con mi estabilidad y emociones. Es que como diosa tengo que ser así, como una madre calmando a su bebé. De lo contrario las almas bajo mi mando no serían pacíficas y me sería muy difícil cumplir con mi trabajo.
Contrario a Yaveh, el exceso de la magia dentro de Lyra varía según sus emociones; mis emociones.
Por eso me gusta transmitir la calma, que las personas como él en un estado como el suyo vean en mí un lugar seguro para refugiarse, porque de eso se trata ser una deidad; que se sientan lo suficientemente protegidos como para rezar en mi nombre aunque ni siquiera sepan si alguien les está escuchando.
—Su alma debe estar en el limbo en espera de una decisión, puedo convencerlo de elegirlos a ustedes de nuevo —parece procesar lo que acabo de decirle.
—¿Puedes hacer eso?
—Por supuesto que sí.
—Esto es... Extraño ¿Eso está bien? —Asiento—. No quiero que lo obligues.
—No lo obligaré a nada, solo haré que su segunda oportunidad también sea la de ustedes.
—¿Qué hay de YooA? —automáticamente los dos miramos en su dirección, tuvieron que darle un calmante después, no quería soltar al bebé.
—No puedes decirle nada de esto, se abrumará —al igual que la chica a la que tengo que visitar ahora que lo recuerdo—. Y no te preocupes, él llegará cuando sea el mejor momento para los dos.
—Gracias... A ti y a Kook por traerla de vuelta, por sacarla de ese lugar.
—Para eso están los amigos —sonríe apenas, una sonrisa bastante triste pero lo intenta y eso es buena señal, está un poco más motivado—. Te dejo entonces, voy a ver a Boram.
El hombre asiente inclinándose ante mi persona y sonrío un poco por el gesto, pues se ha notado que no tenía la certeza de si podía o no hacerlo. Le echo un último vistazo a YooA, quien fue mi colega por muy pocos días en el palacio, aún recuerdo cómo se puso al darse cuenta de mi disimulado coqueteo a su novio. Realmente espero que esos dos estén bien al igual que todos los empleados inocentes del palacio coreano.
He estado acompañando a Taehyung un buen rato. No llevo una certeza de qué hora es exactamente porque ni siquiera llevo conmigo un reloj, y básicamente Jungkook es mi reloj andante. Pero la diferencia horaria entre Busan y Carlota Amalia, que es en donde vivimos, es de al menos trece horas así que aquí ya de debe de ser casi mediodía. Caminando por el pasillo salgo del área menos visitada de retención para encontrarme con Jimin esperándome en la puerta, estoy preocupada por Suni pero sigue estando en quirófano así que solo podemos esperar. A diferencia de la base egipcia, la base de Busan no es subterránea puesto que está ubicada en una zona a la que llaman fantasma, no está en el mapa y no hay forma de que una especie no bimbaio llegue a este lugar ni por equivocación, por lo que los rayos solares se cuelan por las pocas ventanas en este sitio.
Cuando salgo él se levanta de su asiento, estaba conversando con Yeonjun. No hace falta intercambiar palabras, con una simple señal le indico al menor que nos guíe hasta la habitación que busco y asiente tomando la delantera. Desde que llegamos aquí no hemos hecho más que llamar la atención y ahora que los soldados han sido puestos en contexto nos miran mucho más, de forma discreta pero lo hacen de igual forma. También he notado que Yeonjun quien no estaba muy al tanto de todo ha tratado de mantenerse a raya, haciendo lo que su madre le pide y evitando abrir la boca más de la cuenta, respetuoso, así es como está tratando de ser.
Al llegar él se hace a un lado, indicando que prefiere esperar y aunque Jimin pretende hacer lo mismo le digo que es mejor si entra conmigo, porque en parte estoy un tanto nerviosa y necesito apoyo.
Boram es una chica especial, diferente. Incluso desde antes de que sus padres murieran Jungkook me ha dicho que ella era muy callada pero temperamental, siempre veía y callaba, era bastante astuta y cuando tenía información valiosa en su cabeza la usaba de alguna forma a su favor. Era observadora e inteligente, y por eso no tenía amigos.
Cuando sus padres se fueron quedó bajo el cuidado de su hermano mayor, pero este al hacer todo lo posible para que no le faltara lo material terminó faltándole sentimentalmente y por eso decayó, dejó de ser la misma y él asegura que si no iba más de una vez al mes a visitarla al centro en el que la había ingresado era porque ella así lo pedía, no quería verlo, y él simplemente prefería no contradecirla porque sabía que tenía razón, la había dejado sola.
Ahora mismo él está ocupado vengándola, y de verdad me sienta muy mal que como si no fuera suficiente todo lo que ha vivido ahora resulta que han acabado lo poco que él había logrado avanzar en aquel hospital de Seúl. Por eso mismo vengo a verla, ella no me conoce, no sabe quién soy y obviamente no sabe en dónde está.
Le daré un regalo, uno muy pequeño pero que le servirá de mucha ayuda; al menos para que recupere sus ganas de vivir y seguir luchando... Voy a borrar ese horrible recuerdo, ahora que ha sido tratada como es debido me voy a deshacer del trauma y le voy a regalar algo que muy pocos consiguen, como un beso de vida, un aliento.
Mi bendición.
Al entrar a la habitación lo primero que enfoco es a su persona, es una habitación pequeña pero equipada y con todo lo necesario. La cama está vacía con las sábanas revueltas, ella está sentada en el sofá para las visitas junto a la ventana, observando sin correr del todo la cortina los terrenos desolados en los que nos encontramos. Al sentirnos llegar se voltea.
Lo demacrada que está me causa sentimientos negativos, tristeza, impotencia, nostalgia y la misma depresión de su alma. Su energía es tan débil que no puedo sentirla, está destrozada. Me observa con esos ojos cafés apagados y opacos, y cuando su mirada se fija en Jimin se encoge.
Así que debo hacerle una señal para que se quede a un lado de la puerta, él lo entiende.
—Está bien, él es quien me cuida —susurro, vuelve a fijarse en mí desconfiando de igual forma—, no vamos a hacerte daño.
La habitación fue seleccionada específicamente para personas como ella, así que no cuenta con espejos o ventanas de cristal que pueda romperse, además, la ventana grande que es cubierta en parte por una cortina tiene un protector de metal en la parte de afuera para mayor seguridad. Su cabello café oscuro es lacio hasta sus hombros, está seco, maltratado como toda ella. Está demasiado delgada, de una forma insana, y la palidez amarillenta de su piel me enferma.
Aún así, el parecido con su madre y por ende con su hermano está ahí presente; los mismos ojos grandes, los mismos labios, la misma nariz e incluso los mismos lunares. Sus dedos son largos y con gracia, al igual que su figura en sí. Boram cuando era más joven y estaba mejor cuidada era hermosa, casi como una deidad.
—¿En dónde estoy? —ni siquiera tiene fuerzas para hablar como se debe, su garganta se oye seca así que le sirvo un vaso con agua de la jarra de aluminio sobre la mesita, cuando me acerco me siento a su lado al otro extremo del sofá y se lo tiendo, dudosa lo acepta y bebe.
—Estás bajo el cuidado y vigilancia de las fuerzas especiales del reino, Jeon —frunce el ceño—. Nadie volverá a dañarte desde ahora.
—¿Quiénes son ustedes?
—Él es Park Jimin, mi bodyguard —le señalo y él hace una pequeña inclinación—. Y mi nombre es Choi Venus.
—¿Eres militar?
—Así es.
No pienso decirle nada, reitero: no lo soportaría. Es mejor que piense que la cuidan personas normales bajo el mando de otro humano normal.
–¿Te sientes mejor?
—No —asiento leve, ella vuelve a mirar por la venta con el vaso entre sus manos— ¿Mi hermano me mandó a este lugar?
—Lo hizo, él está ocupado ahora por lo que me quedaré a cuidarte hasta que vuelva.
—Los matará ¿No es así? —No respondo— Nunca estuve de acuerdo con esas cosas, pero esta vez lo apoyaré.
Cualquiera en su lugar, de hecho.
—¿Hace cuanto no duermes?
—Estuve drogada durante días —su mirada se perdió—, si hay algo que no quiero hacer es dormir.
—¿Pesadillas? —me vuelve a ver, no responde pero en cambio me detalla. Mi ropa, mi cara, la forma en la que estoy sentada.
—¿Quién eres? —Pregunta— ¿Su colega? ¿Novia? ¿Superior?
—Las dos primeras, sí —suspira.
—No tienes que estar aquí, no me conoces.
—Te conozco más de lo que crees... Ahora —tomo aire—, hay algo que podemos hacer para que una gran parte de tus malestares desaparezca, pero quiero saber qué es lo que quieres antes de hacerlo.
—¿A qué te refieres?
Me preparo, ya es momento.
—Si bien es bueno recordar todas las cosas que nos pasan a lo largo de nuestra vida, y es que es sencillamente para aprender de cada experiencia, hay cosas que pasan que lamentablemente se escapan de nuestras manos... Pero tienen una solución. No estás pagando ningún tipo de condena, siempre has sido una buena persona.
Ella me observa atenta mientras da otro trago de agua. Parece curiosa de repente, seguramente leyendo entre líneas para tratar de entender lo que estoy diciendo, pero en sí no le estoy hablando a ella sino a su subconsciente y todos los recuerdos que guarda que jamás despertarán pues a la Boram de esta época no le pertenecen. Acerco mi mano a la suya tomándola, está fría, algo más en común con su hermano.
Y tiembla.
—Precisamente porque eres una buena persona, te liberaré de una gran parte de tu karma para aliviar un poco a tu alma agonizante.
—¿De qué estás hablando?
—Jeon Boram —entonces mi otra mano va a parar en su frente, cubriendo aquella zona con mi palma— ¿Estás lista para desechar el mal trato que te han dado? ¿O prefieres conservar la experiencia?
—Libérame, por favor.
Ahora mismo sé que está funcionando la hipnosis, y ya es completamente ella quien me ha contestado. Su alma, mente y cuerpo se han conectado para afirmar lo que yo ya sabía. Así que mi mano puesta en su frente le da un leve empujón, para luego dormirse.
—A partir de ahora serás un poco más feliz —luego su cuerpo cayó y la atrapé levantándola, la llevé hasta su camilla y mi lápiz labial rojo dejó la evidencia de mis labios sobre su frente—. Dulces sueños.
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