Capítulo 31
Capítulo 31: sorpresas.
Balas de aquí para allá, olor a sangre y pólvora, dagas, y mucha cólera, la cólera de dos dioses.
Cosa buena, mala y peligrosa.
Cargo mis armas lo más rápido que soy capaz para volver a disparar. Un helicóptero sobrevuela la zona, hay patrullas de policía rodeando todo el barrio y las pocas personas que no lograron salir del mismo se resguardan en los edificios y establecimientos de por aquí. La ley no puede hacer mucho, la situación es bastante crítica pues a simple vista parece ser un enfrentamiento entre pandillas, y aunque sí somos dos bandos diferentes es mucho más que eso.
Brujos contra dioses, eso es el resumen de la situación, nos han encontrado.
¿Y cómo terminamos en esto?
Cuando me desperté exaltada en la madrugada Jungkook también se levantaba, uno corrió a ponerle seguro a la puerta y mientras que el otro, yo, corría las cortinas para ver por la ventana sin ser captada como un grupo de aparentes maleantes rodeaba la casa, pero no eran solo eso, no se sentían así. Cargamos armas y guardamos municiones en nuestras mochilas, dejando nuestras maletas en el olvido solo tomamos lo más importante. Al salir de la habitación Grecia y Jimin vigilaban las escaleras con armas en mano, escondiéndose detrás de la pared. Entonces busqué a mi madre quien sorprendentemente buscaba un arma pequeña debajo de su colchón y procedimos a buscar una forma de salir de aquí sin hacer escándalo.
Pero no funcionó, porque cuando Grecia encendió el motor del auto de mi madre comenzaron a seguirnos.
Todo pasó muy rápido; hubo disparos, dañaron las llantas, salimos del auto antes de estrellarnos y ahora estamos aquí en medio de un enfrentamiento tratando de no usar ninguna de nuestras habilidades porque eso nos delataría, los brujos, que son aproximadamente unos quince. No usan su magia negra y mientras no lo hagan nosotros tampoco podemos defendernos como nos gustaría, estamos demasiado expuestos.
Observo a Jimin quien trata de cubrirme con su cuerpo, para colmo estamos separados, él y yo detrás de un auto que nos cubre disparando a diestra y siniestra, hemos estado tratando de llegar con los demás los cuales nos esperan en un estacionamiento cruzando la calle.
—Mis alas sirven como escudo.
—Si muestras tus alas no podrás volver a salir en público nunca más.
—Creerán que estoy haciendo cosplay —sonrío divertida.
—No, no lo harán. Además, tu cuerpo aun no las soporta, te dolerá.
—Bien, entonces corre, yo te cubro.
—Jimin.
—Hazlo, Venus, ya —resoplo echando un vistazo, nadie ha avanzado porque no dejamos de disparar. Desde aquí percibo a Grecia, Jungkook y mi madre en el estacionamiento oscuro, disparando para evitar que se acerquen a la zona y nos rodeen— ¡Ahora!
Jimin sale de su escondite para empezar a atacar a lo que yo corro cruzando la calle esquivando las balas, cosa que no es posible para un ser humano común pero es la única alternativa que tengo. La policía no hace nada, no quieren matar a nadie al parecer pero reitero mi pensamiento porque entonces más balas comienzan a caer desde arriba y también tengo que esquivarlas. Con el paso de los días me hago más hábil y fuerte, por eso logro llegar ilesa al otro lado y sin entrar del todo al estacionamiento disparo, dándoles en la cabeza a dos brujos que pretendían tomar a Jimin por sorpresa y este aprovecha la distracción con la policía para cruzar. Aún no nos han visto las caras así que tenemos tiempo de huir.
—¿Estás bien? —preguntan Jungkook y mi madre a la vez, el primero me toma de las mejillas y mi mamá examina mi cuerpo palpando en busca de alguna herida. Asiento para que me suelten y lo hacen, Grecia revisa a mi amigo pero este tampoco tiene ningún tipo de herida.
Siento pasos y oigo respiraciones, ellos están acercándose así que mi mamá es la primera en tomar la delantera y guiarnos entre tantos autos guardados aquí.
—Jungook apaga las luces —le digo tomando su mano siguiendo a mi madre, los rubios nos siguen desde atrás. Él hace lo que le pido; todo se vuelve oscuro, y es que los brujos tienen una vista increíble pero debido a ello sus otros sentidos no son del todo desarrollados.
Llegamos a un elevador en el momento exacto en el que tres mujeres aparentemente normales llegan a nuestro encuentro y mientras las puertas se cierran, Jimin y Grecia se colocan delante de nosotros, cubro a mi mamá cuando disparan. Las puertas se cierran correctamente y miro a Jungkook.
—Álzame —asiente sin preguntarme nada, me toma por la cintura y me sujeto de sus hombros. Luego mis rodillas se apoyan en los mismos y mis manos empujan la ranura en el techo, su cara queda enterrada en mi abdomen y palpo con mis manos el techo sobre mi cabeza—. Grecia, tu daga.
—Golpéala un poco para que ceda —dice mi madre cuando logro atascar la daga en el espacio que se forma entre el techo real y la vía de escape del techo junto a las lámparas de iluminación de la cabina. Hago lo que mamá dice y con mi codo y antebrazo golpeo una, dos y tres veces y por fin se levanta.
La abro completamente sacando la cabeza, y la brisa por la rapidez con la que sube la cabina mueve mi cabello, me impulso para salir completamente teniendo cuidado de no golpearme con algo. Extiendo la mano cuando Jungkook ayuda a subir a mi mamá, la sujeto para que salga mientras la velocidad de la subida va bajando. Jungkook sube sin mucha ayuda, después viene Grecia pasándole una mochila y los dos sujetan los antebrazos de Jimin para que salga justo en el momento en el que el elevador se detiene. Mamá cierra el hueco rápidamente cuando las puertas de este se abren. Luego contenemos la respiración, es la única forma de que nuestra energía no sea percibida estando tan cerca de nosotros.
Como supuse; las tres brujas de abajo vieron el piso al que nos dirigíamos y subieron usando las escaleras o el otro elevador junto a los demás, esperando a que el nuestro llegara e interceptarnos al abrir las puertas. Oigo cuando entran y como caminan por la cabina, tratamos de regular la respiración.
—No están aquí.
—Habrán salido antes, los ascensores hacen paradas —esa es la voz de un hombre. Dejan de hablar, las puertas vuelven a cerrarse y mi madre agachada junto a mí se sostiene de mi hombro cuando el elevador vuelve a bajar solo, supuestamente.
Se detiene en un piso pero no percibimos presencias no humanas así que volvemos a la cabina para salir por ahí. Suspiro peinando mis cabellos, estando en el piso uno, cerca de la planta baja. El edificio en sí es una empresa llena de oficinas con empleados agitados por el alboroto allá afuera, así que aprovechamos el revuelo para correr como lo hacen los demás.
—La policía vigila el edificio —notifica mi madre—, no podemos salir tan fácilmente.
—Teniendo en cuenta la superficie del edificio y la cantidad de empleados, deben de haber como mínimo dos salidas de emergencias de dos con setenta metros más un recorrido de máximo cuarenta metros —lo digo todo como si fuera una máquina, y me es inevitable no recordar cuando era una agente común y corriente. De la mochila que Jimin lleva saco mi ordenador y lo abro para meterme en una oficina vacía, los demás me siguen y Grecia cierra la puerta vigilando que nadie entre. Me siento en el escritorio, Jimin y Jungkook vigilan la ventana.
—Las dos deben de estar bajo vigilancia —dice mamá a lo que asiento tecleando en el ordenador.
Logro acceder al sistema de las cámaras de seguridad, mis ojos captan a los brujos, están regados por el edificio pero ninguno en la zona en la que estamos ahora. Reviso las demás áreas en busca de alguna salida y la pantalla se divide en dos pestañas cuando consigo una vista satelital del edificio junto al mapa de la ciudad.
Hay una zona muerta que ni la policía ni los Sinya vigilan.
—Los baños públicos siempre tienen ventanillas de ventilación, el de la planta baja da con un callejón y el área en donde se tira la basura, no hay nadie por allí.
Cierro el ordenador guardándolo y mamá, por alguna extraña razón, me sonríe.
—¿Y cómo piensas que saldremos por una simple ventanilla?
—La ventanilla es para vigilar, saldremos por el suelo.
—¿Qué? —resopla cuando volvemos a salir, corriendo entre pasillos decidimos tomar las escaleras— Yo no veo ninguna excavadora por aquí ¿Tienes una pala?
—Yo me encargo de eso —pronuncia Jimin, ella le mira un poco desconfiada, asintiendo mientras saltamos los escalones para llegar más rápido.
Cuando ponemos un pie en la planta baja retrocedo quitándole el seguro a mi arma, pero es mi madre quien le dispara a la bruja que se acercaba a nosotros.
—Malditas criaturas del demonio —musita con una mueca, le pareció poco el tiro en la cabeza así que le pega otro en el pecho—, ugh.
Nos atacan, más de cinco. No quiero causar tanto ruido disparando ni gastar mis balas, así que recibo al que encabeza el ataque, cojo su puño que iba a impactar directamente a mi cara y tuerzo su brazo hasta dejarlo detrás de él. Lo uso como escudo cuando una bruja iba a usar su magia para intentar dañar a mis entrañas. Lo asesina sin quererlo, y cuando lanzo el cuerpo el otro tropieza. Las navajas de Grecia impactan en el cuello de alguien, y quienes rodaron por el suelo para sostener los pies de Jungkook terminan siendo lanzados por la ventana por él y el rubio. De los dos restantes se encarga mi madre con facilidad, y me delito viéndola pelear.
Es como si bailara, su estilo al combatir no se ha perdido. Esa esencia que me encantaba de mi madre y que me inspiro a ser quien fui, continua con ella.
Otro disparo, esta vez ha sido Jungkook quien le ha dado a un hombre que me apuntaba a mí justo en medio de sus cejas. Corremos doblando el pasillo evitando llegar a recepción, abro la puerta de golpe, una chica que no parece empleada de este lugar nos observa temblando. Cierran la puerta y Jimin le cubre la boca cuando parece que va a gritar. Me asomo por la ventanilla del baño por la cual la luz solar se cuela.
—Despejado —aviso.
—Bien. —Jimin se agacha apoyando una rodilla en el suelo, pone sus manos en la cerámica blanca y poco a poco todo tiemblan y cruje, el suelo a mis pies se va dividiendo pero no mucho. Entonces él mismo camina y se mete en la apertura para hacer un hoyo.
Un pequeño túnel desde el suelo hasta la pared por el que si te agachas logras pasar fácilmente.
La chica ha parecido entender que debe callarse pero sus ojos están más que abiertos por lo que acaba de ver.
—¿Un pagano? —musita.
Ah, es bimbaio.
—No nos delates —exige Grecia señalándola con su arma, ella asiente repetidas veces.
—Por luna. —promete observando como Jimin cruza primero, luego ayuda a mi madre a salir y así vamos hasta que todos estamos del lado del mal oliente y solitario callejón.
La verdad es que esconderse de día es mucho más difícil que de noche, por eso debemos tener cuidado. No hay tiempo para reparar daños así que simplemente corremos metiéndonos entre callejones.
Es complicado no actuar como un sospechoso en Moscú, es una ciudad muy segura, tratamos de andar por las sombras cuidándonos del helicóptero policía que informa a las patrullas de cualquier detalle.
—¿Alguien sabe encender un auto sin llaves? —dice Jimin cuando nos encontramos con uno mal parqueado al llegar a la otra avenida, hay muchas personas circulando por el lugar pero nos quedamos en el mismo sitio, un callejón entre dos edificios altos. Todos miramos en dirección al mismo.
Me miran y niego.
—Soy una pirata informática, nada más. Puedo encenderlo pero no abrir las puertas, el sistema eléctrico no es de calidad.
—Nos entrenan para hacer el bien, no robar autos —dice Grecia y mamá asiente pero la veo con una ceja enarcada.
—Fuiste una ladrona.
—Sí pero que yo sepa en aquella época no existían los Derways Aurora, Venus.
—Ya pero.... —me detengo cuando Jungkook hace un nudo de lazo con una agujeta de zapato, la coloca alrededor de la cerradura y tira de ella hacia arriba—¿Qué haces?
Luego, la puerta cede y se abre.
—Escolta real —digo entrando de piloto con un tono burlón— ¿Qué son esas mañas?
—Min me enseñó.
—Con razón... —murmuro buscando el cable rojo del interruptor de encendido. Los demás también entran y cierran las puertas antes de que alguien se dé cuenta de que la camioneta en cuestión no nos pertenece.
El motor ruge y tengo el corazón latiendo a mil por hora, me encanta la adrenalina.
—Salgamos de aquí.
Catedral de Cristo Salvador, a la orilla del río Moscova, nos tomó una hora llegar pero lo hicimos. Dejamos nuestro medio de transporte temporal botado unas cuantas avenidas atrás antes de llegar aquí, luego fue un lío evitar el contacto con otras personas pues muchos vienen hasta acá. Pero logramos dar con la madre superiora que ahora nos guía por pasillos de poca iluminación para llevarnos con el padre, al cual mi mamá y yo conocemos y es a quien buscamos para que nos ayude.
—Padre Zurab —le llama la bimbaio de joven apariencia cuando entramos a su despacho, el señor quién firmaba algunos papeles, o eso parece, levanta la cabeza para mirarnos a través de sus lentes—, tiene visitas.
—Pasen, pasen —dice con mucha tranquilidad, hacemos caso y después de una reverencia la monja se retira—, no permito armas en este templo pero haré una excepción con ustedes.
Si yo no tuviera mis recuerdos estaría tan perdida como mi madre, pues si bien ambas sabíamos que era un bimbaio muy amigo de mi abuelo, nunca supimos su categoría, pero ahora yo la sé; se trata de un pagano con muchísimas lunas encima, por ello se ve tan viejo. La cuestión es que lo dice sin quiera mirarnos, no llevamos ni un minuto aquí pero sabe que llevamos armas guardadas en nuestra ropa y mochilas. Sonrío un poco.
Seguramente también sabe lo que somos, por eso se levanta un momento y hace una reverencia para después volver a sentarse.
—En todos los años de vida que llevo predicando la palabra, jamás pensé que tendría al hijo del padre en mi casa parroquial, a su esposa Samsara y a dos ángeles guardianes el mismo día.
No puedo evitar ver a mi mamá cuando suelta todo aquello con tanta calma, parece un poco ida, sus labios se entreabren y su vista está fija en el rostro del sacerdote.
—¿En qué puedo ayudarles?
—Sinya Kûv, nos han encontrado y tenemos que escapar.
—Entiendo, piden silencio supongo.
—¿Cree que el comandante de la policía nos ayude?
Resulta ser que este hombre por ser tan antiguo y sabio, además de ser un pagano de varias generaciones atrás, tiene el control de una gran parte de esta ciudad. Sus cabellos blancos apenas y se distinguen de su pálida piel, sus ojos azules son tan claros que desde lejos casi no se ven sus pupilas.
—Cualquiera al que le den órdenes lo hará sin rechistar —comenta volviendo a lo suyo tomando el bolígrafo y varios papales en su escritorio—, pero si me buscan a mí para que hable con él es porque no quieren que les vean el rostro aun.
—Eso es exactamente lo que ocurre —contesta Grecia—, queremos que capture a los Sinya y los entregue a Moonchild, como sabrá se acerca un proceso de exterminación en contra de su especie.
—Sin muchos escándalos, no queremos que los civiles se alarmen —digo yo.
—Padre —le llama Jungkook—. Solicito su permiso para abrir un portal en estas tierras.
—Caballero y noble el dios que se atreve a pedir permiso a un mortal —asiente lentamente sonriendo y poniéndose de pie, cuando camina lentamente hacia nosotros extiende su mano a mi madre quien la toma para ayudarle a caminar, en su otra mano sostiene un bastón de oro—. Vamos.
Eso ha sido un sí, así que suspiro tomando la mano de Jungkook. Sus dedos me dan un apretón cuando el padre le indica a mi madre que saldremos del lugar, la puerta se abre y la madre superiora aparece tomando del otro brazo al señor.
Muchos problemas en poco tiempo, y los que se avecinan.
Weeeenaaaas, capítulo 31 omg no pensé que esta vaina sería así de larga KSJWJSJSJ
2K leídas, lloro brillitos púrpuras :''3
Actualizacion: waaa, andaba re feliz cuando tenia 2k y ahora van 16k lecturas :')))
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