Capítulo 29
Capítulo 29: Un Ocaso bastante terco.
De todas mis vidas solo he venido a Rusia una vez y no fue a Moscú, y si mal no recuerdo solo fue un viaje por temas políticos, viaje en el que conocí a una insoportable domadora de leones en un circo muy amiga de la hija del emperador, lo recuerdo con menos claridad de la que me gustaría. La primera resultó ser Lyra, la segunda resultó ser Aria.
Así que no, sé hablar muchos idiomas pero no ruso, al menos no de manera fluida. Pero claro, a Venus se le da muy bien.
Le noto nerviosa, inquieta, pero no me había dado cuenta de que yo también lo estaba hasta que Grecia me quitó de un manotazo los dedos de la boca, un mal hábito que tengo de morderme las uñas. Jimin me da un leve empujón con el brazo para hacerme reaccionar en el momento exacto en que Venus toca el timbre de la puerta frente a nosotros. La casa es pequeña, o así es como la muestra la fachada, el jardín está lleno de plantas sin flores, también es pequeño.
Cuando la puerta es abierta, aprieto la maleta que está en mi mano y ahora pienso que somos unos completos idiotas porque ¿Y si ella no quiere recibirnos? Aunque se trata de su hija... ¿Y si tiene visitas? Joder que debimos avisar antes, pero según Venus no nos creería... Pero la pondríamos sobre aviso.
No me da tiempo a seguir pensando porque la mujer que se asoma es una réplica exacta de Venus, solo que con el cabello castaño claro, largo y un poco rellenita. Mirada dura, filosa, que se ablanda en el momento exacto en el que reconoce el rostro de la mujer de pie a mi lado. Ninguna de las dos se contiene y cuando Venus la abraza y la estrecha con sus brazos siento algo no muy común en el pecho.
—¿Eunbi? —susurra a lo que ella asiente, me pierdo un poco pero recuerdo que su nombre de nacimiento es ese.
—Soy yo, mamá.
—Mi niña... ¿Qué? ¿Cómo...?
No puede siquiera terminar de hablar porque la voz se le quiebra, parece confundida, impactada pero feliz, muy feliz, y aquello me conmueve así que desvío la mirada cuando los ojos me pican. Oigo a alguien sorber por la nariz, luego sollozos que con los minutos cesan y para cuando vuelvo a verlas ya se han separado. Venus admira a su madre mientras esta le toca el rostro y el cabello con una radiante sonrisa. Con uno de sus dedos quita la lágrima que se le ha escapado.
Soy testigo desde muy pequeño del aprecio y amor que Galilea, madre de Lyra, le tenía a su hija. Por cuestiones de ley y trabajo, al igual que yo fui separado de mi madre para vivir junto a mi futura esposa, Lyra fue separada de la suya con tan solo un año de edad. Galilea no podía criar a su hija pues era una simple humana mortal, y su pequeña bebe al ser hija de una deidad suprema llevaba consigo un gran legado. Se descubrió gracias a Gaia que ella sería una flor del jardín celestial, por lo que Galilea no volvió a saber de su hija pero la amó sin importar las circunstancias.
Lyra a pesar de ser criada junto a Eva por Gaia, amó a su madre con todo el corazón. Por ello la metió en el círculo cuando supo que cosas malas ocurrirían, para así estar juntas por un buen tiempo.
Ahora el alma de Galilea permanece viva en el cuerpo sin recuerdos de Sunhee, y el vínculo que la une con Venus es prácticamente inquebrantable.
Bueno que no me gusta hacer esto pero estamos en la calle, expuestos, así que aclaro la garganta. Ambas entonces parecen reaccionar cuando nos miran, Jimin vacilante levanta la mano para saludar pero la misma inseguridad le hace bajarla de inmediato. Sonrío como puedo porque estoy tenso, nervioso; no me gusta estar fuera de casa.
—Hola —saludo, Venus sonríe y asiente para volver a ver a su madre.
—¿Podemos pasar? No es bueno estar aquí afuera.
—Entiendo, adelante.
Su voz es suave, aguda como la de su hija; hasta en eso tienen similitudes. Cada uno saluda al cruzar la puerta y una vez dentro compruebo que la casa de dos pisos es pequeña pero acogedora y muy bien distribuida. Cierran la puerta, dejo las maletas mías y de mí querida esposa cerca de mí. Luego la mujer aunque muy al pendiente de ella nos mira y evalúa, coloca esa mirada que conozco, misma mirada que noté en Venus la primera vez que la vi en el palacio.
—Hija, me alegra mucho saber que sigues viva pero ¿No se supone que la agencia no los deja visitar familiares? —Venus asiente, todos nosotros también y enarca una ceja— ¿Eunbi?
—Venus, madre, ahora soy Venus —asiente entendiendo, lo bueno es que esta mujer alguna vez fue agente y puede entender rápido las cosas.
—Como la diosa del amor, lindo nombre.
—Gracias —contesta, y luego pasa a colocarse a mi lado por lo que su madre me mira—. No estamos en una misión, pero hay algo que tenemos que hacer y necesitamos ayuda.
—Eh pero primero preséntalos ¿No crees? —abro la boca para hablar y presentarme pero su hija se adelanta.
—Teniente Jeon Jungkook —me señala ella y luego toma mi mano, cosa que hace que la mujer eleve ambas cejas—, mi novio.
"Novio".
—Un gusto, señora...
—Jung, Jung Sunhee. —asiento estrechando su mano cuando me la tiende, no sonríe ni un poco pero tampoco parece desagradable.
—Él es Park Jimin, un pagano de élite y su novia Grecia Camphell, una mental del mismo rango.
—Un gusto, señora Jung. —pronunciamos a la vez los tres, la sincronía no es propia de nosotros por lo que el otro hombre sonríe y ella iluminada por su natural encanto también lo hace, para después devolver la atención a la vida personificada.
—¿Y tú?
—Choi Venus; élite, madre. Ellos son mi escuadrón.
La gran sonrisa que desprende y el sentimiento que trasmite puede sentirse, la emoción se nota en el brillo de sus ojos y respira hondo como queriendo controlarse. En parte me siento mal y puedo sentir que Venus se siente igual y es debido a que básicamente le estamos mintiendo en la cara, a su madre, la mujer que nos hará las cosas mucho más fáciles. Pero quiero pensar que es lo mejor, que por su bien y seguridad es mejor que no sepa nada pues suficiente tendrá con brindar su apoyo y meterse en este tipo de problemas estando retirada.
Cuando esto termine podrá vivir su vida con normalidad, sin saber que su esposo real es un dios al que no recuerda y que su hija también es una deidad.
Aunque seguramente sabrá que las cosas no están bien, más aún porque Moonchild ha puesto a los guardianes civiles en alerta desde que mi madre bajó de su reino.
—Estoy orgullosa de ti, entonces —nos indica que nos sentemos en los sofás de la pequeña sala y no nos negamos, una vez instalados vuelve a evaluarnos.
Me inquieta eso, porque ella como bimbaio debe de sentir algo raro dentro de sí al tener a seres divinos frente a ella.
Presiento que no ha sido del todo una buena idea venir.
—Bueno ¿En qué puedo ayudarles? —su voz es pacífica, serena, sabe ocultar muy bien sus emociones, curiosidades. Venus aclara la garganta.
—Para hacerlo fácil, hay dos personas que están en el reino de Singapur ahora mismo que están en peligro y necesitamos sacarlas de allí —explica Venus—, ambas son chicas muy importantes para nosotros. No tenemos mucho tiempo así que quiero que se queden aquí mientras nosotros hacemos el papeleo y les conseguimos identidades falsas, comodidades.
—¿Puedo saber el trasfondo de esto? —pregunta dudosa, Venus niega disculpándose.
—Es clasificado, lo siento —afortunadamente su madre lo entiende.
Es realmente impresionante el parecido que tienen; los gestos, el rostro, incluso la silueta de sus cuerpos es bastante similar, y como cualquier bimbaio se ve bastante joven para las tantas lunas que debe de tener encima.
Aunque Venus es un poco más alta y aniñada lo cual es raro y me causa gracia, no hay muchas personas más bajitas que ella... Y eso que Grecia tampoco es muy alta.
—¿Irán por ellas? —indaga la señora Jung.
—Las traerán a Moscú y nosotros las recibiremos —afirma el pagano—. Pero después tendremos que irnos para resolver otras cosas, tantas personas aquí podría ser sospechoso para los vecinos.
—Teniendo en cuenta que son unos chismosos —alega Venus— es mejor que no estemos aquí durante la estadía de ambas.
—Está bien, no hay problema —cuando accede de forma tan sencilla siento un peso menos.
—¿De verdad? —afirma a lo que la de cabellos cortos la abraza con fuerza levantándose un poco, y aunque no me gusta el atrevimiento en frente de otras personas tengo que bajar la falda de su corto vestido mientras sigue inclinada porque su madre se ha quedado sentada, desvío la mirada— Gracias, sé que si estás aquí es porque querías evitar el peligro pero ahora mismo solo confío en ti y...
—Está bien, Eun —sonrió un poco con pena al darse cuenta de como la llamó—, cuentas conmigo para lo que sea.
Y por fin la suelta para que se siente otra vez. Se toman de las manos frente a frente, ellas realmente se extrañaron bastante.
—Tendrán protección durante el lapso de tiempo que estén ellas aquí —aseguro tomando la palabra, a lo que los cuatro ponen sus ojos en mi persona.
A ver que lo que voy a hacer no les agradará, y justamente por eso tampoco se los dije.
—¿Ah sí? —Venus pregunta y yo asiento.
—Grecia cuidará de ustedes.
No la miro pero sé que ahora mismo sus ojos me lanzan dagas imaginarias y seguramente está ideando muchas formas violentas para expresar su desacuerdo.
—Pero yo tengo que...
—Estaré bien —interrumpo mirándole a lo que rueda los ojos—, y es una orden.
Jimin parece un poco dudoso de mi decisión pero no le concierne así que sin más se calla, la rubia intenta ver hacia otra parte, ahora que ha recibido una orden directamente el símbolo en su frente la puede delatar así que lo oculta. Devuelvo mi vista a la señora Jung mientras Venus pellizca mi mano y finjo inocencia, naturalidad.
—Necio —murmura Grecia, la ignoro.
Sunhee nos observa a todos sabiendo que algo raro ocurre pero se guarda todas sus preguntas, mi esposa suspira y yo aprieto su mano para darle a entender que no pasa nada, puedo defenderme con o sin Grecia a mi lado, y no será por mucho tiempo de todas formas.
—Bueno, entonces Venus —le llama y atiende con un pequeño sonido, se levanta y por ende nosotros también—, muéstrale al teniente tu habitación que yo llevaré a tus amigos a la habitación de invitados.
—Jungkook —tomo de nuevo las maletas—, follow me.
Que no me regañe, que no me regañe, que no me regañe, amén.
—¿Pero qué tienes en la puta cabeza? ¿Enloqueciste?
—Venus...
—Sé que se trata de mi madre y lo agradezco, pero no seas estúpido, eres un maldito dios ¿Cómo se te ocurre prestar a tú guardiana? ¡Y en estas circunstancias!
—No gri...
—¡Déjame hablar! —La cara de póker que hago debió de ser muy notoria porque baja la voz— Grecia es la guardiana más eficaz, astuta y sangrienta creada, la mejor en pocas palabras ¿No lo ves? La necesitas a tu lado, no puedes regresar a casa sin ella.
Me quedo en completo silencio cuando se sienta en su cama cruzando los brazos. Tiene el ceño fruncido, los labios apretados y la cara roja, cosa que sucede cada vez que hago algo que no le parece.
—¿Ya me dejas hablar? —eso hace que sus ojos se enciendan, pero haciendo un mohín asiente— Soy tan bueno en todo como lo es Grecia, si ella es mi guardiana es porque ningún dios como nosotros puede vivir sin uno, eso y que a mis padres les gusta exagerar —y no es mentira—. Estaré bien, no serán muchos días y precisamente por las razones que mencionaste es que la dejaré aquí para cuidar de tu madre, mi hermana y YooA.
No responde, está preocupada, así que me siento a su lado y como no me mira tomo su mentón para que lo haga.
—Jimin está capacitado solo para cuidarme a mí, Jungkook. —murmura.
—Estaremos bien en casa.
—¿Y el trayecto hasta allá? —niego.
—Puedo cuidarme solo, Venus.
—Pero...
—Es más, puedo cuidarlos a los tres de cualquier cosa y salir ileso.
—Ella tiene razón, eres un puto necio. Siempre haciendo lo que quieres.
—Pero así me amas ¿Verdad?
—Cierra la boca.
—¿Sigues molesta? —No responde— Dame un besito, no te enojes.
—Jungkook ¿Si entiendes que no quiero que te pase nada?
Para aquello no hay respuesta alguna, me he quedado mudo, no tengo nada qué decir. Mi pecho se oprime cuando se levanta dándome la espalda, y no sé cómo reaccionar.
Otra vez está volviendo, volviendo a aquellos dolorosos recuerdos, a aquella parte de la historia que me gustaría poder borrar. Miro mis manos apretando la mandíbula, puedo sentir como le duele el alma, su malestar con algo tan simple como lo es recordar.
Y siento su miedo, el mismo miedo que sentí cuando me enteré de que querían ir por ella.
Entonces me cuestiono lo mismo de siempre; si nosotros ganamos, si logramos vencer a Adán y nos deshacemos de los brujos... ¿Qué pasará? ¿Nos seguirá persiguiendo su fantasma? ¿Los traumas que nos dejó?
Recordar más que nada es un castigo, pues en este cuerpo sin experiencias viven las memorias antiguas de las peores partes del mundo. En mi cabeza no solo hay recuerdos bonitos, también hay sangre, errores, malas decisiones, información letal. Llevo conmigo el recuerdo del dolor y la desesperación, miles de cicatrices y miedos, muchos miedos. Y lo mismo para ella. Hemos aprendido un sinfín de lecciones, pero como errantes que somos a veces cometemos el mismo error.
Si, lo sé, yo no dejo de hacer cosas que pueden afectarle sin antes consultar. Pero ella... Ella no deja de confiar solo en sus capacidades, no para de hacer a mi ayuda a un lado por miedo a perderme de nuevo.
¿Cómo le hago entender a Venus que no voy a dejar de intentar protegerla a toda costa? Sin importar lo que diga, ella es mi prioridad. Por mi el mundo puede irse a la mierda, ya no tengo esperanzas para él. Pero este es su mundo, el mundo en el que vive, y si lo mantengo a flote es para que ella lo disfrute cumpliendo con el propósito de su existencia.
—No quiero volver a quedarme sin ti —murmura sin darme frente y tampoco la obligo, su vista está puesta en la ventana de su habitación—. Lloré cada noche porque no estabas, me sentí sola y perdía la cordura a ratos... Fue un infierno —trago en seco, me tiemblan los dedos, está transmitiendo lo que siente, quiere que yo también lo sienta y lo entienda— ¿Es que acaso no quieres que esta mierda se termine?
Aún así, no me siento arrepentido, porque ella habría hecho lo mismo que yo si hubiese estado en mi lugar.
—Por supuesto que sí.
—Entonces cuídate y déjate cuidar.
—Eso es lo que siempre te digo ¿Y lo haces?
—Lo estoy haciendo.
—¿Puedes comprender cual importante eres para el universo y para mí? ¡Es a ti a quien hay que proteger! Solo intento...
—¿Y tú puedes comprender cual importante eres para mí? —Se voltea bruscamente para mirarme a los ojos, y algo dentro de mí se rompe cuando veo que están a nada de dejar caer montones de lágrimas— ¡Lo demás no importa, Jungkook! ¡Todo lo demás pierde sentido si no estás junto a mí! ¡¿Crees que sin ti trabajo bien?! Todo, absolutamente todo, deja de trabajar si yo no funciono bien... Y eso es lo que sucede cuando estoy incompleta —solloza—. El motor que mueve a esta maldita máquina antigua que no descansa eres tú.
Odio cuando pasan estas cosas, odio verla así.
—Venus, yo...
Pero tocan la puerta, y por un momento olvidé en dónde estábamos y que habían más personas en la casa. Me detengo y la misma se abre, Grecia entra vacilante sosteniendo un teléfono desechable y detrás de ella percibo a Jimin. Venus da la espalda para limpiar sus ojos y reponerse, y yo, frustrado y cansado de todo esto, no mido mi fuerza para quitarle el aparato a la rubia cuando me lo tiende.
—Oigan —la observo curioso cuando noto que se trata de una llamada en curso—, de verdad lamento interrumpir su disputa sentimental de pareja pero Min Yoongi está al teléfono.
Lo que faltaba, que inoportuno.
—Tú lo conoces más que nosotros —dice Jimin en un tono bajo— así que habla con él.
Salgo de la habitación buscando tranquilidad, respiro profundo bajando escalón por escalón sin pasar por desapercibido el hecho de que Jung Sunhee estaba en su habitación, la habitación de al lado. Pero estoy lo suficientemente agobiado como para decir algo cuando está de pie en su puerta.
Otro asunto que tengo que arreglar.
De maravilla, las cosas me están saliendo de maravilla.
Kook no aprende >:v
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