Capítulo 27
Capítulo 27: el amor de un guardián hacia su dios.
El tiempo se nos acababa, teníamos cosas que hacer, atender y supervisar, y ni siquiera hemos conseguido reforzar el círculo que protege a nuestro hogar. Shao se mostraba inquieta, caminaba y bufaba de un lado al otro transmitiendo su inquietud. Mis niñas se aparecieron en el lugar rondando por toda la casa al sentirme estresada, y aunque hacían lo posible para hacer que me relajara no lo conseguía. Ahora ellas también están estresadas y dan miedo, Grecia no puede mirarlas a la cara sin abrumarse.
Cuando un alma está en completa paz y armonía consigo y su ambiente se ve pacífica, tranquila, etérea. Pero cuando está perturbada es todo lo contrario, se oscurecen, sus miradas se vuelven aterradoras y todo les molesta.
Así que de acuerdo o no, Grecia tiene que recuperar sus memorias. Necesitamos ahorrar tiempo y administrarlo bien, pero sin ella algunas cosas no funcionarán como deben.
—Si necesitan algo, estamos aquí —aseguro yo a lo que Jimin asiente de acuerdo conmigo. Jungkook suspira sentado apoyado en sus piernas, como si fuera a rezar. Grecia frente a él está en la misma posición. Se miran fijamente y estoy casi segura de que hablan entre sí.
No tengo idea de qué se dicen pero por sus caras seguramente discuten.
Luego nos sumimos en un silencio pesado y poco a poco el ambiente cambia. Estamos descalzos, Jimin está detrás de Grecia y yo detrás de Jeon. Mis manos se extienden en dirección a su espalda al igual que los otros dos, estamos pasándoles energía. El asunto es que Jungkook hará que su guardiana regrese por medio de la hipnosis, por eso sus manos se unen y se miran de una forma tan fija, no parpadean, apenas y se ve que respiran. Cuando veo desde mi posición que ella cierra los ojos sé que ambos ya se han dormido. Sus manos siguen unidas, sus cuerpos conscientes pero sus mentes bajo una poderosa concentración y sus almas están entre el limbo y la realidad.
Según sé, es más fácil hacer que un guardián recupere sus recuerdos a que un dios lo haga, por eso nadie se dio cuenta del momento en que Jimin pasó por el proceso, pero Jungkook pasó por lo mismo que yo, estuvo dormido por varias horas, al igual que Eva.
Ellos pueden despertar por su cuenta y es lo que Jimin ha tratado de hacer pero el miedo de Grecia bloqueaba todo, la única alternativa a esto es su amo, Yaveh.
La hipnosis es una de las tantas cualidades de Jungkook, pero requiere altos niveles de concentración y energía, cosa que nos cuesta controlar del todo por el momento. Así que para evitar que algo les suceda a sus cuerpos hacemos un intercambio de energías, la que ellos van soltando va hacia nosotros y le damos la nuestra, de esta forma no se desgasta ni se pierde, solo sale de sus cuerpos a otros mientras reciben.
No sé ni cuánto tiempo pasa pero no estoy del todo concentrada por lo que me permito estar al pendiente de nuestro alrededor, justo cuando una gotita de agua me cae en la nariz miro directamente al cielo que poco a poco se torna de un color gris. Mis ojos van a parar en los del otro chico que frunce el ceño cuando al parecer le pasa lo mismo, no podemos hablar mucho pero nuestras miradas dicen todo. Va a comenzar a llover.
No pasa nada, no es como que nos vayamos a resfriar.
Me decido por volver a cerrar los ojos para enfocarme en lo que estoy haciendo y lo logro, segundos después algo ocurre y cuando identifico lo que es me detengo bajando las manos y alejándome de él. Suspiro para arrastrarme hasta quedar a un lado de Jungkook, escaneo su rostro apacible y ladeo la cabeza confundida.
—¿Por qué quieres que pare? —le pregunto a lo que Jimin abre los ojos.
—Vayan adentro, la agobian.
Y eso fue suficiente para hacerle caso. Me levanté a lo que Jimin también, me quedé unos segundos viéndolos para después recoger mis zapatos y volver por dónde habíamos venido. Los terrenos que nos pertenecen son bastante extensos así que la mansión está un poquito lejos. Mientras caminamos de vuelva no me molesto en calzar mis pies y el chico tampoco, de vez en cuando miramos atrás para ver que no se han movido de su posición y simplemente están ahí, los dos con los ojos cerrados.
Cuando ya estamos un poco más cerca Shao anda paseándose por ahí con una de mis almas más jóvenes, ambas juegan cerca de la puerta trasera, lo que quiere decir que las niñas se han calmado y que yo ya no estoy tan estresada. Cuando estamos más cerca de la puerta comienza a llover, las gotas caen con un poco de agresividad y como no quiero dañar mi peinado corro para refugiarme, pero Jimin camina con más tranquilidad y tengo que esperar por él para entrar. Dejo mis zapatos en la sala al atravesar la cocina y el gran comedor, cruzo el recibidor yendo al otro lado de la casa. La sala está ahí con muebles, una pantalla gigante y un ventanal enorme con vista al jardín y las grandes rejas que protegen nuestro hogar pero paso de todo eso cuando veo algo que no había visto antes aquí.
Siento al hombre de cabellos dorados llegar detrás de mí segundos después, sus pequeños pies —no sé porqué todo en él me parece pequeño si mi tamaño es más reducido que el suyo— mojan la alfombra. Está de pie junto a mí con las manos tras la espalda y observa lo mismo que yo.
Pasando la sala de estar continúa un pasillo en forma de círculo que básicamente rodea toda la planta baja, que si lo sigues te lleva de nuevo a la puerta trasera y la cocina. En el camino de ese pasillo solo hay tres puertas, un baño y dos habitaciones que nadie usa. Luego las paredes frente a esta están en blanco, o eso recordaba. Pero ahora se extiende una gran hilera de cuadros y pinturas y unos que otros espejos que seguramente acaba un poco antes de llegar a la puerta o los habría visto al entrar.
Camino lentamente apreciando cada pintura para darme cuenta de quiénes son los personajes de cada cuadro y me recuerda mucho a cuando reiné Camboya. Alguna vez fui la heredera al trono en una familia real bastante insoportable, alguna vez fui una princesa bastante cruel.
Bueno, cruel para los demás, porque en mi opinión solo era justa. Mis formas de hacer justicia no eran moralmente correctas pero los dioses tenemos formas diferentes de ver las cosas, y la venganza en nuestro lenguaje no es algo malo.
El punto es... Que cuando recordé quién era ya era reina, Jimin mi escudero, Grecia la niñera de mi hija y Jungkook el rey tirano con el que yo no quería casarme pero debía hacerlo para unir a los dos reinos. Así que mandé a hacer mosaicos en el techo de la sala del trono contando la historia de cómo nos conocimos en esa vida, y lo que pasaría después.
Construí una profecía en el palacio, profecía que probablemente sigue ahí teniendo en cuenta que los habitantes del palacio vieron como se cumplía.
Y ahora esas mismas imágenes están aquí, en mi casa, solo que ahora pintadas en lienzos y con la apariencia y modernidad con la que cada uno se ve.
—Yo no mandé a poner esto aquí.
—¿Ah no? —la confusión de él me inquieta, porque si no ha sido él nadie más pudo hacerlo. Si hubiera sido mi hombre me lo habría dicho y Grecia ni siquiera sabe en dónde está viviendo.
—¿Los habías visto?
—Cuando me levanté en la mañana usé el baño de aquí abajo, y sí los vi —revela, mis dedos van a parar en esa pintura en específico, mis ojos no se apartan de ella—. Pero creí que había sido obra tuya.
Pues no lo es.
Ahí estoy yo, con el cabello negro y corto, con esa corona que uso cada vez que tengo que trabajar personalmente. Estoy sentada en un trono blanco del que se enredan rosas con espinas, llevo un traje de saco y pantalones rojos y tacones dorados, no hay nada debajo del saco porque puedo ver la sombra y forma de mis pechos. Estoy en completa seriedad, me sorprende como mis ojos están pintados a detalle, con minuciosidad. Cada tono rosa, cada línea, cada destello.
A mí alrededor están las almas, todas con vestidos rosados y coronas de rosas sobre sus cabezas, sentadas a mis pies y me miran únicamente a mí. A mi lado está Jimin de pie, con un traje negro y detalles dorados, en su mejilla el símbolo del tiempo brilla de un color azul eléctrico, luce como un príncipe, pero las bellas y enormes alas llenas de plumas saliendo de su espalda dan a entender que es un guardián.
—¿Grecia las vio? —indago pasando a la siguiente imagen.
Es básicamente lo mismo solo que se trata de Jungkook, con su cabellos negros peinados hacia atrás y algunos mechones cayendo sobre sus ojos grises, dejando a la vista los dos símbolos en su frente. Tiene un traje completamente blanco, su rostro se apoya en la palma de su mano, en dónde un gran anillo de plata resalta entre sus dedos. El trono en el que se sienta es de un color azul índigo.
—Sí, la vi admirarlas hace unas horas —susurró embelesado con la obra.
En el fondo estaban el día y la noche, separados, y en el centro de todo un eclipse. La manera en la que está sentado no es nada formal, tiene las piernas abiertas y dobladas, una mirada intimidante denotando fastidio puro haciendo alusión a su forma rebelde de ser, porque todos conocen a Yaveh como un dios libre que vive y trabaja a su manera, haciendo lo que quiere.
A sus pies está Grecia, su cabeza apoyada en el muslo de su amo. En su cabeza un nimbo plateado, en su frente el signo solar. Descansa allí de forma perezosa, sus cabellos rubios y muy largos caen por sus hombros y pecho, sus piernas flexionadas descubiertas por el corte del largo vestido color champán semitransparente deja a la vista las sandalias estilo gladiador que se ajustan hasta debajo de la rodilla. En su muslo se puede ver claramente la funda de una daga de oro por la apertura de su vestido, de su espalda salen las misma alas tan grandes que arrastran hasta el suelo. Su rostro permanece sereno, pero la ferocidad de su mirada grita la rudeza de su personalidad.
La postura en la que está pintada claramente hace alusión a la lealtad y posesividad de la guardiana a su dios.
Sonrío, espero que estén yendo bien las cosas afuera. A Jungkook le cuesta un poco expresar emociones pero sé que le hacía mucha ilusión que su mejor amiga recordara todo lo que han vivido juntos desde el día en que nacieron.
—¿Qué piensa ella? —pregunto caminando para ver el resto, un retrato de Jimin, otro de Grecia, luego estamos mi esposo y yo de espaldas al otro pero con las manos atadas con una cuerda dorada.
Todas las imágenes claras en mi cabeza están aquí, pero con la estética típica de esta época, la única que no está es Talasea y por ende Shao tampoco.
—Pues no podía creer lo que veía, o eso creo, no soltó palabra alguna —río un poco, seguramente habrá entrado en una especie de shock—. Quizás fueron las almas.
—No fueron ellas.
—Entonces fue la casa.
—Tal vez.
No sé cuánto tiempo me quedé admirando la última pintura, una pintura que en realidad nunca había visto, una imagen con un escenario que no reconozco. Frunzo el ceño porque sé lo que es y no es nada del otro mundo, pero me resulta curioso que esté ahí plasmado en un lienzo una ceremonia matrimonial cuando ese tipo de cosas entre los dioses son completamente diferentes.
A ver que él y yo nunca hemos tenido ningún tipo de ceremonia de unión porque no fue necesario, simplemente yo le di un anillo a él porque quería que tuviera algo mío todo el tiempo, como agradecimiento, tal vez. Él ha hecho muchas cosas por mí para demostrar lo enamorado que está, y nada más, toda criatura que sepa de nosotros sabe lo que somos y como funcionamos mejor. Así que sin necesidad de nada es mi esposo, simple.
Los únicos que tuvieron algo parecido fueron los padres de él y eso fue más un capricho de Inanna que Shamash decidió cumplir.
¿Por qué entonces hay un cuadro con algo que no pasó?
Soy yo con un vestido de novia, él con su traje blanco, los anillos en nuestros dedos brillan. Ambos nos miramos como tontos, y hay algo más detrás, en el fondo, que no distingo qué es. Lo que más destaca somos nosotros, y cuando miro a Jimin en busca de alguna respuesta solo se encoge de hombros, pero no me convence y por eso golpeo su brazo con mi puño.
—¿Algo que quieras revelar?
—Serás mi diosa y todo eso, pero sigo teniendo limitaciones.
—Santo Gael ángel, obedece y habla ya.
El símbolo de mi padre intenta aparecer en su mejilla y cuando este se borra e intenta salir nuevamente se queja por el ardor, se está resistiendo. Indignada abro la boca y aunque quiero decir algo solo jadeo impresionada, nunca había hecho eso, él siempre acata mis órdenes.
—¡Park Jimin! —exclamo en cuanto sus manos van hacia su mejilla, le duele, le pica, arde en su piel. Eso es lo que sucede cuando un guardián ignora a su amo, pero de igual forma se resiste hasta calmarse.
—Venus, joder —niego con la cabeza pasando a su lado, y aún con una leve expresión dolida me sigue hasta la sala en dónde me siento—, te he dicho que no puedo.
Es frustrante, muy frustrante saber que alguien tiene más conocimientos que tú, sobre todo si esa información parece ser sobre ti. Entiendo que su novia haya estado molesta con él.
—Soy inmortal, no me hará nada saber lo que ocurre en el futuro —me cruzo de brazos encendiendo la televisión aún con la imagen en mi cabeza, él bufa tirándose a mi lado.
—Eso es lo que crees, pero el tiempo es un enigma y no pienso arriesgarme.
—Papá te crió muy mal.
—Cállate, que gracias a mi buen entrenamiento estás viva.
—Imbécil —carcajea pellizcando mi mejilla, le doy un manotazo.
—Tranquila, bebé, no tienes que preocuparte por esa obra.
—¿Qué hay detrás? Parece una multitud.
—Lo es.
—¿Quiénes son?
—Personajes importantes.
Jungkook entra empapado a la casa, mojando todo a su paso. En su espalda va un cuerpo, Grecia está despierta pero no sé si está consciente, de sus ropas y cabello destila agua pero ninguno parece tener frío o algo. Cuando llegamos a su encuentro él la baja dejándola en el sillón que Jimin había extendido en cuanto los vimos llegar. La rubia suspira con mucho cansancio, o eso percibo, pero hay algo nuevo aquí.
Nuevas energías, un aura más potente.
Jungkook también parece cansado pero no mucho, y cuando se tumba en un sillón individual y echa hacia atrás la cabeza, soltando un quejido cierra los ojos para volverlos a abrir y... Y sonreír, bueno, creo que definitivamente lo ha logrado.
—¿Grecia? —musita Jimin cauteloso, ella nos mira a todos antes de verlo completamente a él.
—¿Qué?
—¿Estás bien?
—Me siento como la puta mierda ¿En qué estaba pensando? ¡Adoro las malditas habas!
Sí, está de vuelta.
Sonreímos sin poder evitarlo, y como la emoción acumulándose en mi pecho es mucha como para no dejarla salir me lanzo sobre ella para abrazarla. Ella trata de apartarme soltando mierda por la boca pero sé que solo juega porque la sonrisa en su rostro la delata, termino por mojarme un poco como ella pero ahora mismo eso no importa.
—¡Eres una fastidiosa, ya!
—¡Cierra la boca y dame un besito!
—¡PUAJ VENUS QUÉ TE PASA!
Las carcajadas no tardan en llegar cuando Grecia se levanta de golpe y me retuerzo de la risa en el sillón, a Jimin se le ha salido una lágrima por la risa y Jungkook... Él está impactado.
—¿Acabas... De besar a mi ángel?
—Sí.
—¿Qué carajo...?
—¡Fue una bendición!
—¡Te faltan tuercas, Choi! —ruedo los ojos.
—Ay ya, no seas dramática... ¿O quieres otro?
Lo último que hace es gruñir para salir de la sala y subir las escaleras lo más rápido que puede, ella cree que no lo he visto pero sus mejillas rojas son la razón principal de mi risa. Suspiro regulando el aire y Jimin nos deja a solas cuando decide ir tras ella, seguramente para atenderla y asegurarse de que está bien. Sonrío de lado levantándome cuando la seriedad del hombre frente a mí se vuelve intensa, me siento en su regazo sin importar que esté mojado de pies a cabeza y abrazo su cuello con mis brazos.
—Eres tonto.
—Que agradable eres —ironiza en un tono bajo, estamos tan cerca que no es necesario hablar fuerte, aunque si estuviéramos lejos y susurra como lo hace ahora de igual forma lo escucharía—. Aunque sirvió de algo, se levantó sin vacilar.
—¿Lo ves? Una bendición —sonríe sin gracia pero asiente, sus manos aprietan mi cintura y mis labios besan sonoramente su mejilla—. Cuéntame.
—Lo ha visto todo, ya sabes, pero apenas salimos del trance me golpeó en el ojo.
Se señala, apenas se ve rojiza la zona, ya está recuperando su capacidad para sanar por su cuenta.
—¿Y eso?
—No eres la única molesta por lo que hice —asiento lentamente a lo que dice. Cuando todo pasó estábamos solos los dos y es porque yo había enviado a Jimin a otra ciudad a reunirse con Quannah, una deidad, en representación mía, y Grecia en ese entonces era una ladrona atrapada por la justicia que no tenía idea de nuestra existencia—. Se disculpó por haber llegado tarde.
Y para cuando me encontró, él ya estaba muerto. Ella al igual que yo sufrió mucho la pérdida, se lamentaba cada día por no cumplir con la única misión que tiene, protegerlo.
—¿Y tú? ¿Cómo te sientes?
—Un poco agotado, pero contigo aquí ya me siento mejor.
Dejo que me bese el cuello cuantas veces quiera porque de igual forma resistirse no es una opción, me río por las cosquillas que me causa cuando sus dientes rozan mi piel y me retuerzo cuando me sigue sacando risitas estúpidas, lo que lo hace reír bajito también pero no se detiene.
—Oye —le llamo, el sonido que vibra en su garganta es mi respuesta, ahora sus labios besan mi hombro— ¿Y si mejor vas y te duchas?
—No me voy a enfermar.
—Ya, pero es mejor que estés seco —se detiene para mirarme, sus labios se curvan un poco hacia arriba mientras acaricia mi cabello, luego sus dedos se pasan por mi mandíbula, mi nariz, mis cejas y terminan en mis labios. Los besa sin mucho apuro, vagamente, con toda la paciencia y pereza del mundo.
Cuando me suelta es para levantarse y levantarme, y aunque se supone que estaba cansado no le cuesta nada llevarme en sus brazos mientras sube escalón por escalón. Durante el trayecto me dedico a mirarlo a detalle, sus facciones delicadas que en mi opinión son muy varoniles, sus labios bonitos, esas pequitas cafés, su nariz, sus ojos de miel... Precioso, muy, muy guapo.
Y mío, muy, muy mío.
Él sabe que le miro con todo ese anhelo, con admiración, y le encanta. Lo siento en los latidos de su corazón, por eso recuesto la mejilla en su pecho. Cuando llegamos a nuestra habitación me baja y soy yo quien abre la puerta y la cierra cuando estamos dentro.
—Pude ver las vidas en las que no me encontró —menciona, me acerco a él para desabotonar su camisa—, fueron dos, pero me dolió ver que soportó dos largas vidas sintiéndose vacía y sin un propósito.
Lamentablemente no pude estar ahí cuando Jimin recuperó la memoria, pero no es necesario porque de igual forma sé todo de él y lo que ha tenido que pasar con o sin mí. Como dije una vez, la perfección no existe de manera general, incluso nosotros cometemos errores, y mi plan no fue del todo perfecto porque hay un defecto, algo que si no hacemos nos perjudica; que si no logramos encontrarnos, solo uno o dos de nosotros logra recordar, a veces ninguno lo hace. Alguna vez Jimin vivió una vida humana completamente solo, sin el amor de su destino, y sin el amor de su diosa. Lo mismo pasó con Grecia dos veces, no la encontramos y ella no sabía que tenía que buscarnos, así que fueron dos vidas muy tristes que seguramente vio en medio de su trance.
Cuando le quité la camisa la tiré en el cesto de ropa sucia sin moverme de mi sitio, así que procedí con el cinturón y el botón de su pantalón, se lo quito bajo su atenta mirada. Pierna por pierna, adiós pantalón. Me gusta consentirlo, Jungkook es mi hombre y al mismo tiempo es mi bebe. Soy más de dos mil años mayor a él, y viviendo juntos desde tan jóvenes teníamos hábitos que a veces regresan. Cuando alcance la adolescencia él seguía siendo un niño amargado que me seguía a todas partes, y yo lo trataba como si fuera su hermana mayor. Lo que admitió después que le molestaba.
Pero algunas cosas no cambian, solo evolucionan. Y aunque ahora lo veo como hombre, lo mimo como si aun fuera ese niño extraño que fabricaba sueños.
—Lo importante es que en esta vida estamos todos juntos, y así continuará.
Cuando mi mano se posa en el borde de su interior niega y se aparta sonriendo, así que no me queda más que quejarme en silencio y tirar lo demás en el cesto. Sus zapatos no los veo, seguramente los dejó por ahí tirados. Entra al baño y yo también me quito la ropa; el sol no se ha ocultado pero tengo ganas de quedarme toda la tarde en cama por una razón, y esa es que ahora que Grecia está de vuelta hay mucho por hacer a partir de mañana.
Ahora Jungkook tiene a la pieza que le faltaba para completar su rompecabezas. Ahora tengo que retomar mis actividades, o por lo menos acostumbrar a mi cuerpo a ello. Porque si él ya hace oscurecer y amanecer cada día, yo tengo que encontrar la forma de acostumbrarme a mi propio poder, necesito hacer muchas cosas, supervisar el trabajo que se ha estado haciendo en mi ausencia.
Joder, tengo que hacer un nuevo registro de almas y para eso tengo que ir al limbo, hacer el conteo personalmente, también la tasa de mortalidad, quién nace y quien no, las segundas oportunidades, también las liberaciones de almas, nuevos contratos. Las parcas estarán enojadas por tanto trabajo, trabajo que me corresponde a mí hacer. Son buenas en su trabajo, pero tienen cierta malicia que me hace tener que hacer las cosas yo misma de vez en cuando y vigilarlas constantemente.
No me di cuenta cuánto tiempo pasó, pero parece que fueron varios minutos porque ya estoy en pijama sentada en la cama y Jungkook sale del baño con la suya mientras se seca el cabello con la toalla.
—¿Bajaste la tapa del retrete?
—Sí.
—¿Secaste el baño?
—Síííí.
—¿Tiraste de la cadena? —cuando se tumba a mi lado enterrando la cabeza en la almohada gruñe dándole a mi muslo una palmada, pero sus manos son grandes y el mínimo golpe es fuerte, así que me quejo viendo la marca roja en mi piel, pero se disculpa y besa la zona diciendo que no fue intencional.
Él lo sabe, la delicadeza no es su fuerte. Pero a veces no se da cuenta.
—Venus, no soy un inadaptado o algo así —dice acostando su cabeza en mis piernas, acaricio su cabello húmedo—, confía, rosita.
—Ayer dejaste la tapa arriba y tuve que bajarla con el pie.
—Eso fue porque me llamaste y salí corriendo, fue tu culpa, me asustaste y lo dejé así.
—Es que siempre sales corriendo.
—Eso es porque me gusta atenderte y no hacerte esperar —me quedo en completo silencio cuando sus ojos pesados se fijan en los míos, me agacho para besarle de forma rápida y le hago señas para que se recueste conmigo.
—Ya, veamos algo —digo tomando el control remoto para encender la televisión. Extiendo los brazos y él toma las colchas para cubrirnos, acomoda la cabeza sobre mi pecho y sus brazos rodean mi cintura.
—El padrino.
—Mejor veamos porno.
—¡Venus! —suelta una carcajada ligera pero yo estaba hablando muy en serio.
—¿Y ahora qué? —Niega, mi mano se enreda de nuevo en su cabello, como siempre su tacto es frío, yo soy la que le da calor— ¿No quieres?
—No sé como pretendes ver a otros fingiendo que les gusta lo que hacen.
—A algunos les gusta lo que hacen.
—No me apetece ver a dos o tres desconocidos follar como conejos, amor.
—¿Por qué?
—Porque para eso prefiero estar contigo —sonrío de lado—, es más divertido y bonito.
—Ah ¿Entonces...?
—No —ríe—, que estoy cansado ya te dije.
—Ok, entonces veamos a los Corleone luchar por su vida y el poder.
—Excelente plan —asiente frenéticamente y cómo anda en modo meloso besa mi abdomen por encima de la tela de mi pijama.
—¿Me amas?
—Mucho —y esa respuesta, tan corta y sencilla dice muchas cosas que hacen saltar a mi corazón.
—Y yo a ti, mi rey.
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