Capítulo 26

Capítulo 26: como gata sobre el tejado.

No sé en qué momento terminamos en esta situación, pero aquí estamos y no pienso detenerme ni pararle tampoco.

Quizás en el momento exacto en el que fui al gimnasio para despejar la mente y por la frustración de no poder dormir debido a ciertos problemitas que no pude controlar. Y con ello me refiero a una erección que no quería bajar ni con agua con hielo. No estoy seguro de si todo empezó anoche o en el momento en que mis ojos me hicieron darme cuenta de que peligrosamente no me encontraba solo, en el instante en que comencé a calentar tratando de ignorar la tensión que se había formado... O en el momento en que ella comenzó a observar cada movimiento que yo hacía a detalle.

Oh sí, tensión sexual, la conozco y me pone.

La verdad es que todo fue tan rápido que ni siquiera hubieron palabras de por medio, de un momento a otro ella había puesto seguro a las puertas cuando estampó mi espalda contra la misma y sus labios devoraron los míos.

Lo cierto es que tenía sueño, bastante, y las razones son obvias. Pero de repente apareció ella al parecer con el mismo problema de frustración sexual que yo, con sus shorts y top deportivos mientras cantaba en voz baja. Y juré que todo estaría bien mientras ignorara la intensidad de sus ojos en mí espalda, pero luego me atacó y se me despertó todo.

De verdad, estoy más despierto que nunca y como no estarlo con sus pequeñas manos escurriéndose debajo de mi pantalón. Suelto un jadeo más sonoro de lo que quería cuando el premio está en sus manos y me tiene casi que a su merced.

—No es... Justo —me quejo cuando una de sus manos toma mis muñecas y las pone sobre mi cabeza, aprisionado estoy—. Déjame tocarte.

—Calla.

Y una mierda.

Aplicando una llave me las arreglo para que ahora sea ella la que está en desventaja, y aunque era de esperar que se quejara no lo hace, todo lo contrario, jadea. Su pecho se presiona contra la puerta y su espalda se apega a mi torso. Mis manos aprisionan a sus muñecas a los lados de su cabeza cuando su trasero y mi pelvis hacen fricción, voy a perder el buen juicio en cualquier momento. Con la respiración agitada aspiro el olor a rosas que de su cuello desprende y sin ninguna intención de querer contenerme más de la cuenta lamo su piel, Venus jadea, chilla y se mueve contra mí, sintiendo seguramente lo que ha causado ahí abajo.

—Si planeas algo... —digo como puedo pero me interrumpe.

—No fuiste el único que... Se quedó con las ganas anoche.

Pues eso ya lo sé, su lenguaje corporal me lo ha contado todo pero quería asegurarme de que no iba a jugar al microondas porque ahí sí, me cabreo. Atrapo su hombro con mis dientes y tiro de su piel, sostengo sus caderas para que no se mueva y solo consigo que recueste la cabeza de mi hombro. Ladeo un poco el rostro para encontrar a sus ojos fijarse en los míos, y aunque quiere decir algo solo suelta un gimoteo cuando capturo sus pechos dándoles un apretón.

—Tengo calor —me quejo—, gimnasio de... Que pereza llegar a la cama, lo hacemos aquí ¿Te parece?

Que no se note mi necesidad eh.

Le doy la vuelta, ahora sus ojos de nuevo de un color rosado me observan con esa lujuria, deseo que debería asustarme, pero me llama, me emociona y me reclama. Seguramente mis ojos también han cambiado de color, ni siquiera me doy cuenta cuando esas cosas pasan. Tiene las mejillas coloradas y aunque poco se ha hecho está hecha un desastre, sus cabellos cortos ahora negros se pegan a su precioso rostro y respira tan agitada que abre sus apetecibles labios. Sus manos van a parar alrededor de mi cuello y no dice nada, pero su silencio no es una negativa a mi pregunta por lo que continúo. La tomo de ambos muslos y sin ningún tipo de dificultad la levanto, sus piernas se enroscan en mi cintura y me apoyo de la puerta para sostenerla ensanchando mi sonrisa en el instante en que su boca inquieta se encarga de besar y morder todo a su alcance.

—Deja de —gime en mi oído cuando empujo contra ella en el punto más sensible de su cuerpo—... De reprimirte.

Música para mis oídos, el coro de los ángeles puede escucharse de fondo. Grito aleluya mil veces, y luego recuerdo que soy un dios. Empujo mi dureza contra ella, provocando que chille y se remueva buscando más fricción.

—¿Si me soportas? —pregunto por esa razón, ella también es una diosa pero existe una posibilidad de que su cuerpo no soporte mi fuerza por haber despertado hace poco.

O quizás sí, aquí el sin estrenar soy yo... Se supone.

—Que sí, mierda, no seas lento —su desesperación me dan ganas de joderle un poco pero lo que pide es mucho más fuerte—. Mojada ya estoy, por si no lo notas.

Que me ha humedecido el pantalón, joder.

—Imposible no darse cuenta.

—¿Entonces qué esperas? —ahora el que gime soy yo cuando se mueve y menea, me va a matar.

—No seré suave.

—Yo no dije que quería que lo fueras.

Habría sido más romántico el ambiente si no estuviéramos en un gimnasio totalmente cerrado y muy, muy caluroso.

Mi corazón late como loco, tanto que pienso si en algún momento podría detenerse pero es todo lo contrario, gruño cuando vuelve a morderme y ataco su boca con ímpetu, fogosidad, y sí, muchísima desesperación. Los chasquidos que produce el caliente y húmedo beso, el hilo de saliva que se hace cuando nos separamos un poco para respirar, sentir como enloquece con tan solo mi toque. Adoro esto, podría detener el tiempo si tuviera permiso solo para que esto no acabara nunca.

No puedo imaginar cómo se sintió de sola y abandonada tiempo atrás, no me gusta pensar en eso pero sigue allí latente su dolor, lo que me necesitó justo como ahora. Sé que tengo que compensar eso de alguna forma.

Es que la amo, joder, su voz, sus manos, su boca, su cuerpo, todo en ella es malditamente hermoso, perfecto. Quiero besarla hasta que se nos desgasten los labios, quiero tocarla hasta el cansancio aunque dudo mucho de que eso pase, quiero que diga mi nombre, la quiero a ella, toda ella.

Para mí, únicamente para mí.

Daría lo que fuera para que todo su sufrimiento acabara, pero ahora mismo sé que para evitar que eso pase debo darlo todo menos la vida.

Y ahí me pierdo, cuando atrapa mi labio entre sus dientes, cuando emite sonidos hermosos cada vez con más frecuencia, cuando se mueve en busca de más contacto, dejo de tratar de controlarme y entregarme por completo.

Mi parte favorita de esto es que si las cosas salen como planeamos, tendremos mucho de esto para toda la eternidad.

Dejará de ser un «hasta que la muerte nos separe» y el mito del por y para siempre se volverá una realidad para nosotros dos.

Hágase nuestra voluntad.

—El objetivo es que te concentres, sin concentración no podemos hacer mucho.

—Si sigues hablando no me puedo concentrar, cariño.

—Lo siento.

Respiro profundamente ignorando la pequeña disputa de esos dos, pero no lo consigo. Me está costando concentrarme también. Abro los ojos cuando sé que no podré meditar a gusto un poco molesta por ello, pero estoy distraída, distraída con el sujeto que no deja de mirarme y sonreír como idiota sentado en el centro de las escaleras. Se supone que estamos por renovar la protección de la casa pero para ello los cuatro tenemos que estar preparados. En otros tiempos sería pan comido pero Grecia ni siquiera sabe de dónde viene y yo aún no tengo el control total sobre mí. Jimin ha estado intentando prepararnos toda la mañana pero no ha podido, Grecia intenta concentrar su energía y lo logra, pero no hace nada más, no se desconecta porque no sabe cómo hacerlo.

A mí me pasa igual sólo que por razones diferentes, muy diferentes.

Que tengo muchas ganas de repetir lo que pasó en el gimnasio pero esta vez en nuestra habitación, y lo peor es que él lo sabe, por eso sonríe de esa forma mientras se come un plato entero de frutas.

Se está burlando de mi calentura el condenado hijo de... De la luna.

—Venus —me llama Jimin a lo que aparto la mirada del hombre más hermoso del universo que me está provocando, porque sí, tengo muy claras las intenciones de su mirar— ¿Te pasa algo?

—No.

—¿Segura? Normalmente este tipo de cosas no son problema para ti. —suspiro porque es verdad, en parte. Mi amigo rubio sonríe un poco con confusión, no sé qué cara he puesto para causar esa reacción. Grecia también ha abierto sus ojos y me mira atenta.

—Es culpa de Jungkook.

Y ya, que me he lavado las manos. Ahora lo miran a él, y otra vez a mí para regresar la atención a él. Pero este los observa con suma seriedad y desde ya suponen que no piensa decir ni una palabra al respecto.

«No se nota nada que te lo quieres comer eh»

Ah coño, Grecia. Le miro y viceversa, luego suelta una pequeña risa desviando la atención de nuevo. Ahora ellos dos nos observan con el ceño fruncido.

«¿Quién te ha dicho eso, chismosa?»

«Jimin ya me explicó por qué les cambia el color de los ojos»

—Deja de meterte en mi cabeza —es lo último que digo antes de levantarme—. Voy a salir.

Jimin sabiendo lo que eso significa suspira negando con la cabeza lentamente, entonces se encoge de hombros y salir terminado nuestro intento de círculo de concentración de poder para darme pase libre a cambiarme por algo más apropiado. Él no piensa hacer lo mismo así que se queda a esperarme abajo.

Cuando salimos de casa soy yo quien conduce mientras él se dedica a mirar por la ventana pensativo. Le digo que busque una buena playlist en el reproductor y sin decir mucho lo hace, cosa un poco rara. Si bien mi guardián nunca ha sido de hablar más de la cuenta tampoco es que sea tan callado, y me preocupa.

—¿Arreglaste las cosas con ella?

—Más o menos. Sigue resentida porque le oculté todo pero al menos acepta que no tenía opción, y ya me deja dormir en la misma cama —por un momento ríe—. No sé que tienen ustedes con adueñarse de la cama cuando se molestan.

—Es divertido —ambos reímos —Pero ¿Crees que esta lista?

—Lo está, solo tiene miedo.

—Estará bien.

—Claro que sí.

No tenía planeado salir antes del almuerzo porque Jimin ya hizo el desayuno y alguien más tiene que encargarse de la cocina, pero su presencia me estaba agobiando, me estaba haciendo pensar mucho. Todo él es mágico, atrayente, casi ficticio. La forma en la que me ha tratado, la manera en la que me mira, me es muy difícil centrarme y me avergüenza un poco porque no es muy maduro de mi parte no poder pensar en varias cosas a la vez.

Tenía planeado ir de compras con él pero por muy descarada que pueda ser a veces no quiero tener que terminar encerrada con él el baño de algún centro comercial porque eso sin duda alguna me quitaría mi estilo. Así que he adelantado el plan y también cambié de acompañante, de todas formas sé que Jimin necesita algunas cosas y quiero dárselas, tengo que seguir siendo una buena deidad para él o me sentiré mal por ello.

—¿A dónde vamos? —pregunta cuando hemos llegado a la costeña ciudad, cómo estamos en una carretera alta rodeando una montaña desde aquí puedo ver el mar y los tantos yates de familia, casas en la playa, también hoteles.

—Quiero vestidos nuevos y bikinis.

—¿Por qué no has venido con Jungkook?

—Porque ando como gata sobre el tejado.

Intenta aguantarse una carcajada y eso solo provoca que escupa al no conseguirlo. Se ríe hasta que sus ojos se cierran, su risa es en extremo graciosa. Es aguda y suena como si se ahogara, tonto.

—¿Cómo así?

—Que quiero que me folle hasta que ya no pueda caminar, Jimin.

—Tanto tiempo a veces tu falta de filtro todavía me sorprende... ¿Y eso qué? Es normal. Te aconsejo que se busquen un hotel, así nos dejan dormir a nosotros.

—Oh cierra la boca, en todo caso ustedes tendría que irse y dejarnos solos.

—Pues si me llevo a Grecia a un hotel —se rasca la barbilla, luego una sonrisa picara va tomando forma—... No es mala idea.

Le doy un golpe en el brazo, él eleva sus cejas y las vuelve a bajar de forma repetitiva. Es un payaso, comienza a hacer expresiones graciosas con doble sentido.

—No es mala idea, y así se le pasa el mal humor —le sigo la corriente.

—Excelente plan, regresemos a casa.

—No, ahora no —me muerdo el labio subiendo la velocidad ahora que no hay curvas— ¡Oye! no me tientes ¿Quieres? Necesito tranquilidad, hay que renovar el campo de fuerza.

Jimin se ríe de nuevo y yo sonrío mucho ante eso, es de esas risas sinceras, está riendo como antes, sus ojos se cierran cuando lo hace y me causa gracia recordar las veces que ha dicho que no puede ver cuándo eso sucede.

—Entiendo —asiento, con este chico no tengo secretos— ¿Estás bien? Porque de verdad pareces ida y no quiero que choquemos.

—Estoy bien, solo no lo menciones a él y dejaré de estar así —asiente sin borrar su pequeña sonrisa y pasa una mano por si cabello para charlo hacia atrás, ya le urge un pequeño corte—. Mejor ve pensando en qué vamos a comprar para almorzar, algo que le guste a Grecia si no es mucho pedir.

—Tú sabes más de eso que yo.

—Rubia bipolar —resoplo, imagino que estando a solas con Jungkook debe andar de mal humor porque al idiota le gusta molestar—, nos va a sacar canas verdes a todos.

—Toda la razón.

Alguna vez escuché Talking to the moon pero no me había fijado en la letra hasta ahora, y como no voy a dar muchos detalles de lo que pasó Lyra después del asesinato de Yaveh, les digo que esa canción explica a la perfección el porqué estaba tan molesta con él.

No se me da publicar las escenas sexuales porque nunca las veo necesarias y aún sigo practicando, y aunque esta no lo es como tal pues sí era necesario colocarla.


Actualizacion: ahora escribo puro SEXOOOO AJDJDGHJH dios, bueno, eso es un avance.

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