Capítulo 24

Capítulo 24: tensión entre diosas.

—¡Santos meteoros! solo a ti se te quema la carne y queda cruda.

No lo soporto más y las carcajadas salen de mí sin ningún tipo de control. El error es mío pero es que es tan gracioso que en lugar de molestarme porque se rían de mi, termino por reírme con ellos. Se supone que la idea de todo esto era almorzar en conjunto para hacerle un repaso a nuestros planes y también en honor a la diosa original que se ha tomado la molestia de bajar desde su reino solo para expresar su apoyo ante lo que queremos hacer.

Se supone que yo llevaría carne porque Jungkook llevaría el vino, los demás aportarían lo que quisieran. Pero como soy un completo desastre en eso de la cocina pues tuve inconvenientes que ni porque soy una deidad pude arreglar, no tenía tiempo y la puntualidad es importante.

La perfección no existe, ahora lo pueden comprobar.

Es que ni siquiera entiendo cómo rayos pasó eso, estuve todo el tiempo al pendiente de la carne. Luego fui por un vaso con agua y cuando volví a la cocina del apartamento que rentamos mientras tanto, la carne estaba quemándose.

Ahora que estábamos todos los dioses en la mesa del templo lunar de este país, Jungkook fue el valiente en probar primero la carne porque no sé, está loco, y lo primero que dijo después de hacer una cara muy cómica fue:

—Está cruda.

Allí Yao empezó a reír como loca y le siguieron los demás, me parece tan inexplicable esto que bueno, yo también me estoy riendo. Al mal tiempo buena cara, anyways.

—¡Excelentes cualidades culinarias Lyra! —exclamó Ket, la diosa de la mentira al otro extremo de la mesa.

—Deberías de grabar tutoriales —comenta Anu su hermana gemela, la diosa de la verdad— Seguramente te haces famosa.

—Pobre Yaveh —murmura Yao aún riéndose, pero por andar de burlona se ahoga y cuando tose algunas plumas vuelan a su alrededor. Y eso que está en su forma humana.

Ante lo que dice le echo un ojo y me siento un poco mal por lo que está haciendo.

—Sí, deberías dejar de comer eso ¿No crees? —le digo yo a él que está muy tranquilo comiendo a mi lado, pero niega— Jungkook, te va a doler el estómago.

—Pues me voy a cagar y ya está —me río mucho pero él sigue estando serio, mastica con parsimonia y se voltea para ofrecerle a Grecia quién está unos cuantos metros detrás de él al igual que los guardianes de cada dios, pero ella lo ignora.

—Que desastres —Inanna sentada a su lado niega con la cabeza—. Hijo no digas esas cosas en la mesa.

El pelinegro se encoge de hombros a lo que ella le ve con severidad y lejos de prestarle atención decide preguntar:

—¿No vas a comer, madre? —el mohín que hace la luna me saca un poco de quicio porque me mira directamente mientras lo hace.

—No, cariño, yo sí tengo amor propio.

Ugh, no la soporto.

Los demás seguimos comiendo del resto; pan, frutas y demás alimentos y bebidas, cosas que han sido traídos por los otros dioses. Todos charlan entre sí y algunos llaman a sus guardianes para preguntarles cosas banales u ofrecerles comida aunque ellos tuvieron la oportunidad de comer antes de entrar en el templo lunar que la misma Inanna remodeló para quedarse. Resulta que estamos dentro del dichoso campo de fuerza del valle que no es para otra cosa que ocultar el palacio temporal que creó ella, también para que nadie más la molestara.

Le mostramos a Inanna nuestro "plan de acción", como Eva decidió ponerle, y cambió algunas cosas pero le pareció bien. No le agradaba mucho la idea de que su especie peligrara pero esto era por el bien de todos y de todo, y sabemos que haciendo desaparecer aunque sea un 20% del mal en el mundo, Gaia podrá estar un poco más tranquila. Es por una buena causa, las diosas están hartas del acoso por parte de Adán, están cansadas de que por su culpa Gaia cada vez tenga menos tiempo de vida, e Inanna está harta de que su hijo sufra por mi culpa.

Sé que en parte no es mi culpa que ese idiota no nos deje en paz, pero también lo es porque debí protegernos mejor a ambos.

En fin, el punto es que ella nos dio el permiso para liderar a su raza cuando el momento de atacar llegue. De igual forma, esto no es solo por mí, sino también por las diosas, por Gaia a quien protegen, y a los semidioses con los cuales conectan.

Conectamos, porque seguimos manteniendo un vínculo con ellos.

Vaya, de todas las veces que hemos reencarnado es la primera vez que lo hacemos como guardianes.

A eso también lo llamo karma, justamente tenía que ser parte de la raza creada por la única deidad que me odia. Bien pude reencarnar en un hada, en una sirena ¡Hasta en un duende! Pero no, naci siendo bimbaio, Ella habla muy animadamente con su hijo, se ve feliz y hasta muy inocente. Y él también que es lo que me gusta de esto, pero cuando los ojos grises de la mujer se ponen en mi persona la cosa cambia. Él mientras habla con ella mantiene su mano en mi pierna, un claro mensaje que me dice que todo está bien y que está de mi lado.

Inanna es hermosa, todas las diosas lo son pero ella tiene una belleza diferente, es la única diosa de piel oscura entre tantas deidades, o al menos entre las originales porque Yao es de piel morena pero bastante clara. Su piel apenas brillante es negra, un tono un poco más allá del usual y de un aspecto casi metálico, brillante, que hace contraste con sus cabellos plateados y sus ojos grises. Es alta, tan alta como su hijo y eso vendría siendo lo único que tienen en común además de sus ojos.

Cosa que comparte con los dos, porque dependiendo de sus emociones los irises de Jungkook pueden volverse grises o dorados.

En conclusión, Yaveh es idéntico a su padre, excepto por el hecho de que su cabello es oscuro. Con su madre no comparte muchas características fenotípicas, pero no puedo decir lo mismo de su carácter.

—Lyra —me llama una voz muy baja pero audible, Eva está a mi lado. Cuando se presentó en la base como lo que era me impresioné pero no tanto como ella al vernos llegar y enterarse de que también somos deidades— ¿Me pasas una copa?

—Toma —respondo una vez hago lo que pide, le da un sorbo y sus rojos labios manchan la copa de vino— Tú ¿Has estado bien? Lo digo por todo lo que pasaste antes de recordar.

—¡Estrellas! estoy mejor que nunca. Llevaba mucho tiempo queriendo salir de esa estúpida base y lo logré —sus cabellos de diferentes tonos relucen ante la luz de los candelabros, está sonriendo—. Aunque fue un poco duro despedirme de todo lo que me había visto crecer.

—¿Fuiste al reino taiwanés?

—Por supuesto —asiento, de todas formas no hay nada ocultar lo suyo, seguramente la general debió de explicarle a los reyes por qué su hija desapareció— después de todo sigo siendo la princesa de Taiwán, la única heredera de los reyes —o sea que en algún momento tendrá que arreglárselas cuando el momento de reinar llegue— ¿Y tú? ¿Ya hiciste un cierre?

—No creo que lo haga, quiero decir, hace mucho que no veo a mi madre y no sé si sea bueno —hace una mueca, un poco cómica típica de ella—. Pero al menos me despedí de mis amigos

—¿Qué hay del asunto Yaveh?

—¿Te refieres a Boram?

—¿Ya le dijiste quien es Boram? —automáticamente lo veo, sigue ensimismado en su charla con Inanna. Luego devuelvo mis ojos a su rostro y sonrío un poco, a Eva no le gusta admitir su lado más dulce pero lo es, al igual que su madre se preocupa por los demás.

No por nada es la diosa de la generosidad y la buena suerte.

—Estoy segura de que lo sabe, es lo único que le queda —ella sin más asiente y dejamos ese tema en el olvido.

Cuando todo acaba me siento con un peso menos encima porque ahora que estamos solventes de este punto no tendré que ver más a Inanna, ella volverá a subir y no habrá más problema por el asunto de la luna que no brilla. Eso y que podremos volver a casa para retomar nuestros asuntos. Como adaptar a nuestros cuerpos a nosotros mismos, ver a mis niñas y supervisar el trabajo que han hecho en mi ausencia, y también encargarnos del asunto de Boram y YooA.

Lo recuerdo bien, le propuse a Jungkook ayudar a su hermana y a la novia de su mejor amigo y aunque ahora estaremos ocupados lo voy a cumplir, por hacerle el favor a Taehyung y también porque Boram es, como dije antes, lo único que él tiene en esta vida.

Y en las otras también.

Por un momento me siento diferente, y es que lo soy en todo el sentido de la palabra. Pero... Es confuso. Cuando pienso en mi existencia mas allá de lo laboral, cuando pienso en quién soy y en quien puedo seguir siendo. Es complicado. Me veo a mi misma enfundada en estas ropas y sintiendo cosquillas en las puntas de mis dedos debido a la energía que no puedo controlar. Y no me reconozco, pues a pesar de las memorias recuperadas no me siento yo.

No soy Lyra, ya no. Ante los demás siempre lo seré, pero... Dejó de ser así hace mucho tiempo. Tengo sus poderes, su cargo laboral en la sociedad divina. Pero soy Venus, sigo siendo Choi Venus.

Y al mirarlo fijamente, a su perfil y expresión severa pero con algo de incomodidad, lo siento. Él se encuentra en la misma situación, pues Jungkook sigue siendo Jungkook, y compartir con su verdadera madre no se siente igual a siglos atrás.

Me resulta curioso la actitud que tomé cuando dejé mi casa y a mi madre. Siempre soy coqueta y me encanta la atención masculina, es algo natural de mí. Pero si me asombra un poco el historial de hombres con los que he estado antes de conocer a Jungkook, supongo que estaba buscando la sensación que él me produjo las primeras veces que me lo encontré en el palacio. A pesar de que de no ser por mi misión con los descendientes él y yo no nos hubiéramos conocido, yo lo estuve buscando a él sin saberlo, estaba buscando lo que era mío y lo que perdí desde hace tanto.

Cosa rara, porque siempre es él quien me encuentra. En todas nuestras vidas; fui una princesa y él un plebeyo, pero recordó y me buscó. Fui una monja y él un marinero, también me buscó. Fui vendida como esclava en un mercado, él y su tripulación de maleantes me rescataron y subieron a su barco. Fui la mejor asesina de un emperador y él, el comandante del reino vecino, llegó para supuestamente cortar mi cabeza.

Me ayudó a huir.

Sí, definitivamente esta es la primera vez que soy yo quien lo encuentra y sin recordar nada.

Sonrío un poco por los recuerdos aun un tanto borrosos, nuestra historia es larga y está llena de dramas. Aun así, se que no dejamos de conocernos y aprender como si no tuviéramos la oportunidad de ser eternos. Y se siente tan mundano... Somos tan mundanos, que es increíble. Las personas ven a una deidad como un ser omnipresente y omnipotente, y no dista mucha de la realidad. Pero también erramos, sentimos, idolatramos y juzgamos. Pues la perfección es subjetiva y personal. Ni el poder ni la influencia son capaces de hacernos así.

Nuestra magia y poder no es debido a destinos o a la misma nada, nosotros solo somos genios que explotan de la ciencia con su propio cuerpo. Y somos espíritus que fueron elegidos para pasar por mucho más de lo que un mortal podría soportar. Fuimos elegidos para sacrificar la vida normal que merecíamos, para preservar el orden de un universo desastroso y cruel. Nuestros poderes divinos son bendiciones, pero lo que conlleva poseerlos nos maldice todos los días.

He tenido muchos cuerpos, y nunca he experimentado bien lo que es la muerte. Lo cual es irónico, pues la muerte soy yo.

Jungkook y su madre se abrazan, combinan muy bien incluso con la ropa que usan. Él lleva puesto un traje blanco con bordados dorados en las mangas que hacen figuras, algunas son lunas, otros pequeños soles y también algunas estrellas, lleva en su frente el símbolo de la pequeña luna roja pintada por las manos de mi guardián. Ella viste un vestido largo hasta los tobillos de color negro y de seda, pero con los mismos bordados en las puntas de la falda, como siempre está descalza, tiene los hombros y la espalda descubiertos. Por mi parte simplemente fuimos a gastar dinero a una tienda de marca cuando estábamos en la capital y solo estoy usando un traje completo rojo de pantalón y saco, guantes de cuero del mismo color, tacones negros y un sombrero pamela que Grecia para mi sorpresa escogió para mí.

Obviamente le puse mi toque con dos rosas blancas en la cinta, y sí, también fui a parar en una peluquería.
Si por algo conocen a la Samsara de Terra es por su estilo, no podía venir tan común.

—Sabes que si necesitas algo no cuentas con tu padre, pero si conmigo.

—Sí, madre.

—Nos vemos pronto, hijo —él asiente soltándole a lo que como último gesto ella deja un beso sobre su frente, pronto sus ojos van hacia mí y sin disimular un poco su desagrado sonríe falsamente—. Adiós, muerte.

—Adiós, luna.

Miren que si no recordara nada en esta situación probablemente me estaría cagando de los nervios por tenerla frente a mí, a la madre creadora y líder de todos los bimbaio. Así que agradezco mucho que no haya sido ese el caso porque estaría enloqueciendo, aún más por el hecho de que era ella la mujer que hizo que me comiera la cabeza aquella noche en el bosque. Que por no aguantar mucho a ver a su Yaveh casi lo mata.

La tensión se corta cuando él tira de mi mano y hace una inclinación antes de que por fin nos vayamos. Jimin y Grecia nos escoltan detrás, quienes por etiqueta también debían venir presentables y armados. Ella por gusto solo trajo sus dagas pero él sí que lleva un arma de fuego porque yo le obligué a usarla.

Innecesario, pero ese es nuestro estilo.

El camino en auto hasta la capital fue largo y tedioso así que cuando llegamos al apartamento me quejo de que me duelen los pies y todo el cuerpo. Nuestro vuelo sale mañana por la mañana y de solo pensar que después de eso tenemos que tomar un yate me estresa.

Dos días de dejar la base y ya me hace falta.

—¿Algún día se llevarán bien mi madre y tú? —río como si realmente hubiera dicho algo hilarante pero no, más bien dijo algo imposible.

—Deberías preguntárselo a ella.

—Ya lo hice ¿Y sabes qué me dijo?

—¿Que no piensa aceptar a la mujer que lo separó de su bebé? —lo dije por adivinar pero él también se ríe.

—Vaya, también eres una chaman.

—Es la única razón que tiene para odiarme.

Inanna no entiende que separados ninguno de los dos funciona, sus celos y posesividad maternos no le permiten ver la realidad de nuestra relación. No es culpa de nadie, simplemente él no trabaja bien estando lejos de mí y viceversa, corremos el riesgo hasta de enfermar. Es cierto que ella habría disfrutado más tiempo con su hijo si yo no hubiera asistido a su nacimiento, pero tampoco es mi culpa y mucho menos de Gaia que solo quería que aprendiera un poco.

Inanna básicamente me odia porque para que su hijo no muriera, tuve que llevármelo aunque yo también estuviera un poco enferma. Fue entonces cuando Shamash, con el que sí me llevo un poco mejor, buscó a María para que nos cuidara.

Cuando todos entramos Grecia va a encerrarse en la habitación que comparte con Jimin y este suspira echándose en el sillón, le miro ausente y estresado, frustrado y dolido, y eso a mí también me duele. Me quito los tacones y los guantes para sentarme a su lado posando mi mano en su hombro, su cabeza descansa en el respaldo del sofá negro y mira el techo.

Quiere llorar, ya estoy viendo sus lágrimas acumulándose.

—Jimin —le llamo— ¿No es mejor si solo la haces recordar?

—Dijo que no está lista aún —susurra y traga—, pero no creo que eso vaya a arreglar nuestros problemas.

—No todos, pero sí la mayoría —ahora si me ve, mi mano va a parar en su pequeña mano para darle un apretón—, estoy segura de que cuando recuerde todo lo que han pasado y superado juntos esto no será más que una estupidez, ella entenderá que le ocultaste todo porque no era el momento.

—Si recupera sus memorias entenderá que ella habría hecho lo mismo —interviene Jimin de pie frente a nosotros, está bebiendo alcohol, por el olor es whisky.

—Da igual, no puedo obligarla a recordar.

—Todo estará bien ¿Ok? —estiro los brazos sonriéndole un poco para subirle el ánimo y me deja estrecharlo en un abrazo en el que su cara se esconde en mi cuello, siento la frialdad de una solitaria lágrima mojar mi camisa y me duele el pecho por su sufrimiento— Take it easy.

Respira hondo mientras le brindo calma, doy leves masajes a su espalda transmitiendo calidez a su alma, una de mis tantas habilidades. Nos quedamos así un buen rato mientras veo a mi hombre beber otro trago de la botella en la mesa y me extraño un poco porque él no es de beber mucho, incluso cuando lo conocí en el palacio yo ya sabía que lo suyo no era el alcohol. Jimin poco a poco siente paz, yo también me siento un poco mejor y sé que le he dado suficiente cuando su peso se vuelve extra, se ha dormido.

—Normalmente no haces eso con adultos —me dice él caminando por la sala y es verdad, solo hago con esto con niños.

Acuesto a mi amigo casi hermano a lo largo del sofá porque ahora mismo lo que necesita es estar lejos del rechazo de Grecia, Jungkook me ayuda a quitarle el saco y yo los zapatos. Ahora duerme bien como seguramente no ha podido hacer en varios días.

—Asegúrate de que ningún ente se cuele en sus sueños, tampoco de que tengas pesadillas.

—Como ordenes —Jungkook lo mira fijamente unos segundos y cuando quita sus ojos de él da el último trago a su vaso—. Listo.

—¿Quieres que te acompañe? —le pregunto refiriéndome a beber.

—Solo si su alteza quiere acompañarme —contesta con galantería. Me gusta ese tono, le da ese toque juguetón que nadie ve.

—En realidad quiero dormir, pero un trago no hace daño y lo necesitaré para hablar con Grecia.

Oh sí, vaya que lo necesitaré. Sonríe divertido asintiendo pausadamente, se ha quitado el saco y ahora solo lleva la camisa blanca por fuera de sus pantalones.

—Entonces ve a cambiarte, yo te lo llevo.

Cuando estoy en mi pijama de pantalón gris de chándal y un suéter, Jungkook entra a la habitación justamente con la botella para ponerla sobre la mesita de noche ubicada a un lado de la cama. Sirve dos tragos, el suyo y el mío y apenas me lo da me lo bebo de golpe. Sonríe un poco por eso ladeando la cabeza y me encojo de hombros. Él se quita la camisa y procede a desabrochar su cinturón mientras yo busco en la maleta su ropa para dormir. Cuando llegamos a Santiago tuvimos que ir de comprar para la reunión y también porque no teníamos ropa para el viaje, así que compramos una maleta para ambos y algo de ropa.

Le dejo la ropa sobre la cama y me siento en espera de que se vista porque definitivamente no voy a ir a hablar con esa mujer yo sola. Se despoja de su pantalón con una sola mano, mientras que con la otra sostiene su vaso de cristal para dar otro trago. La prenda cae y me muerdo los labios, ya lo había apreciado con anterioridad pero sus piernas tan formadas y largas son un encanto que me seduce sin aburrirme.

—Me gustas mucho ¿Lo sabes?

—Seria un delito no saberlo.

—Estoy esperando a que me digas que te gusto mucho.

Sonríe solo con el pantalón de pijama puesto, y me da el frente cuando camina hasta quedar cerquita de mí. Estoy sentada, así que agacha un poco el cuerpo apoyando las manos en el colchón, encerrándome entre sus fuertes y pálidos brazos. Es tan blanca su piel que puede verse el color de algunas de sus venas, y casi siempre tiene la punta de la nariz rosada. Su aliento fuerte y caliente se cuela por mis fosas nasales, y sus ojos medianamente más claros de lo usual me contemplan como nadie más lo haría. Me atrevo a acomodar ese mechón negro que cae por su frente, para que al alejar mi mano de su rostro sus labios encuentren los míos de una manera muy tierna y dulce.

Son tan esponjosos y pequeños, como los labios de un chiquillo. Son rosados y húmedos, y son solo para mí. Deja varios besitos cortos, y yo solo cierro los ojos sabiendo que los suyos no los cierra por completo. Recibo un beso en la barbilla, otro en ese lunar cerca de mi ojo, el último enfría mi frente. Y al abrir mis ojos lo encuentro de nuevo.

El dicho cuenta que quienes tienen hoyuelos fueron besados por un ángel al nacer. Y es real, cuando Yaveh nació ya tenía a Aria, y esta para cerrar el pacto de lealtad eligió besarlo en la mano.

Se lo agradezco, sus hoyuelos son mi mayor tesoro.

Además de su pene, sus manos, sus ojos, obviamente. Eso no puede faltar entre mi lista de cosas favoritas de su persona.

—Me encantas —susurra, erizando mi piel por el tono de voz empleado—. Me gustas, te adoro, te amo.

—¿Cuánto?

—Estoy seguro de que sabe cuán grande es mi amor por usted, reina mía.

Se aleja de repente, ordenando su ropa y tomando la camiseta entre sus manos. Boom, boom... Boom boom. Mi corazón late con calma, su calma.

—Apresúrate, que Grecia no es de dormir temprano pero ya es un poquito tarde.

Se viste lo más rápido que puede y salimos por la puerta. El apartamento es lo suficientemente grande para los cuatro, tiene dos habitaciones, dos baños en cada habitación, una cocina y la sala comedor. En el pasillo corto están las habitaciones una casi en frente de la otra, así que básicamente lo que hacemos es cerrar nuestra puerta y caminar a la de en frente. Le doy dos toques con mis nudillos y como esperaba, no hay respuesta, así que poso mi mano en el pomo y lo giro con cuidado adentrándonos en la habitación.

Grecia está tumbada en la cama, su lado de la cama, enrollada entre sus sábanas. Me acerco hasta los pies de esta y me siento lentamente, sus cabellos rubios están enredados aún en el moño alto que mandé a que le hicieran en el salón de belleza, de hecho por como veo que sus hombros sobresalen de las colchas tampoco se ha cambiado de ropa.

—¿Qué quieren? —su susurro apenas se oye, es lastimero, está herida. Inconscientemente volteo a ver a Jungkook y está más serio que nunca.

—Que trates de entender.


Mi bebé Ale hizo esto y la verdad es que no pudo definir mejor a esos dos ajqjsjqjsjjs

Por cierto, la de multimedia es el rostro que usé para Inanna, la suegris.

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