Capítulo 22

Capítulo 22: Yaveh y Lyra.

Me pasé toda la noche sin pegar un ojo, pensando en todo lo que había vivido antes de recordar y como se volvieron las cosas después de lo que hice. No importa cuántas veces haya pasado por esto, casi siempre es diferente. A veces recuerdo todo por partes, a veces pasa un año en el que hay ciertos recuerdos que permanecen ocultos, otras simplemente recuerdo todo de golpe. Esta vez Jimin me ayudó con la tarea, al nacer siendo pagano pudo recordar todo antes que nosotros, según me dijo, unas cuantas semanas antes que yo.

Entre tanto, mientras acaricio el suave cabello de Venus es inevitable recordar la última vez que nos vimos. Fue aquí, en Egipto, pero una ciudad un poco lejos de esta. Ella estaba en peligro y ambos lo sabíamos, bueno, siempre lo ha estado pero esa vez era más delicado el asunto porque había alguien más dependiendo de ella.

Mentirle y decirle que regresaría pronto fue lo más doloroso que hice en mucho tiempo. Pero no me arrepiento, porque aunque la dejé sola aseguré su vida y la de aquel pequeño ser. Y sabía que en mi ausencia ella podría sola, siempre somos nosotros dos, pero ella tiene un don mucho más difícil de manejar.

El lema siempre es "protejan a la reina", y hay que cumplir con él.

Suspiro cerrando los ojos, se vienen demasiadas cosas que ni siquiera sé cómo demonios pasarán porque el pagano imbécil no quiere dar detalles, solo nos dice lo que debemos ir haciendo. Me quedo así respirado el dulce aroma de las rosas impregnado en la piel de Venus y siento un poco de tranquilidad.

Cuando despierto apenas es de madrugada, el sol saldrá pronto. Froto mis ojos bostezando y algo no me cuadra. Me siento de golpe, la persona a la que estoy abrazando no es quien se supone debe ser, y Jimin también se da cuenta cuando se levanta de golpe asustado y pongo mi mano en su pecho para que no ruede por el suelo. Respira agitado por la forma en la que despertó y yo suspiro viendo el montón de rosas secas a nuestro alrededor.

Ya despertó.

—Supongo que durmieron bien.

Ambos nos sobresaltamos, me levanto tan rápido como puedo con el corazón acelerado y Jimin tira de mi brazo, no se puede levantar por su cuenta. Busco a la dueña de esa suave voz y distingo su figura entre la oscuridad del templo, las velas han sido apagadas y estamos sumidos en las penumbras.

Oigo sus pasos venir hasta aquí y me pregunto cómo demonios hizo para sustituirse por el pagano sin que los dos nos diéramos cuenta, definitivamente hay cosas que nunca cambian. El alivio se apodera de mí cuando camina hasta quedar frente a nosotros, está bien, no tiene ningún tipo de daño y puedo comprobarlo con solo verla. Sus ojos oscuros brillan como antes, su cabello rubio está más peinado, sus hermosos labios ya recuperaron el color rosa habitual y me alegra ver que lo mismo va con su piel que ya no es pálida.

Lo que no me agrada es la forma en la que me ve con los brazos cruzados, y la conozco lo suficiente como para saber que está molesta.

—¿Todo en orden? —decido preguntar dando un par de pasos en su dirección pero no demasiados porque no tengo idea de por qué está así.

Sí la tengo.

—Quiero golpearte. —tuerzo los labios en una mueca, eleva una de sus cejas.

—¿Al menos puedo saber por qué?

Y explota.

—¡¿Como que por qué?! ¡Eres un maldito idiota! —Trago nervioso cuando se acerca a mí con mucha velocidad y me empuja, bueno, ahora sé que ya recuperó su fuerza— ¡¿Por qué mierda te fuiste así?! ¡Mentiste! ¡Dijiste que solo ibas por tu madre y no volviste!

Entiendo, y tiene todo el derecho del mundo a enojarse. Siento ganas de abrazarla cuando sus ojos se cristalizan, cuando su nariz se vuelve roja y me siento mal, pésimo. Sé que no debí dejarla en ese estado, pero eran ellas o yo... No me arrepiento de nada.

No me arrepiento de morir en su lugar.

—Te esperé durante horas —cierro los ojos, porque ese susurro lleno de dolor me lastima—... No volvías y sabía que algo andaba mal.

Lo recuerdo todo, tan nítido y tan presente, incluso puedo recordar el dolor en mi pecho mientras caminaba hacia el destino que cambié sin su permiso. Cuando besé su cabeza para salir de nuestro hogar sonriente, le dije que iría por mi madre... Pero no volví.

—¿Sabes lo doloroso que fue entrar en labor de parto sabiendo que probablemente no volvería a verte en tanto tiempo? —Otra vez me empuja— Te dije que no podías hacer nada, te dije que era una estupidez ¡Pero siempre haces lo que quieres, Yaveh! ¡Y eso me molesta!

Ahora sé perfectamente que quién domina sus emociones es más Lyra que Venus, aunque son la misma persona esos sentimientos no son de ella, al igual que la culpabilidad que siento no le pertenecen a Jungkook, a mi yo actual.

Ah, no importa cuántas veces pase. Siempre es confuso adaptarse a ambas personalidades, al pensamiento de ser un dios y al comportamiento que como humano tomé. Como si no fuera suficiente todo lo que pasé cuando sin saber nada descubrí que supuestamente era mitad guardián, que Boram en realidad es mi media hermana y que mi padre era un guardián.

También es difícil acostumbrarse a tener más de una madre y un padre.

—Lyra, cálmate —le ordena el tercero y ella le lanza una mirada asesina, pero después se suaviza un poco debido a la influencia que tiene él sobre ella—. Si Yaveh no hubiese muerto en el Nilo tú no habrías podido concebir a Talasea.

Esa fue la principal razón por la que le entregué una de mis vidas a esos brujos, muchos dicen que fue por los guardianes pero ellos no tienen el mismo nivel de importancia. Miro a Venus esperando por una respuesta pero se queda callada apretando los puños, una lágrima se derrama por su mejilla cuando vuelve a mirarme me hace daño la rabia con la que lo hace.

No preciosa... Por favor no me mires así.

—Soy una Samsara, Jimin, hubiese concebido a Talasea ¡Cuantas veces se me hubiese dado la gana!

—¡Venus!

—Además —continuó con la mirada perdida—, de nada sirvió que me dejaras así, ella ya no está.

Y todo eso lo dice sin despegar sus ojos de mí. Me siento incapaz de decir algo porque, aunque soy un dios y uno con muchas habilidades cuando se trata de mi diosa no tengo escapatoria, y si ella está molesta por mi causa... Callarse es la mejor opción, cualquier cosa que diga puede ser usada en mi contra.

Pero no me gusta quedarme callado.

No importa cuántas vidas vivamos, Lyra siempre es quien tiene el control y el carácter de los dos, y esta época no es una excepción. Mi corazón late muy rápido y me siento en la necesidad de acunarla en mis brazos, pero sé que entonces si va a reaccionar y no me apetece que use su fuerza especial conmigo.

—Sí, pero no en la misma época y no podíamos esperar tanto, la humanidad necesitaba a esa diosa para ese entonces. —replica su guardián y le agradezco, es el único que tiene la valentía de regañarnos sin que nada le pase porque, es un ser bastante racional al igual que su novia.

Novia a la que por cierto, tengo que hacer despertar tarde o temprano, aunque él no quiera, Grecia tiene que recordar todo o no podrá cumplir con la misión que mis padres le han dado.

—Lyra —la llamo yo—, entiende que te necesitaba viva a ti y a Talasea. El mundo no estaba en su mejor momento, no podías morir tan pronto. En mi ausencia tú puedes controlar los cielos y todo lo demás, pero yo no puedo hacer lo que tú ¡Las parcas nunca acatan mis órdenes! —Y eso habría sido un desastre— entonces ¿Quién tenía que morir? Obviamente yo, porque si tú no estabas nadie más podría llevar el control de todo eso. Si tu alma se dañaba con magia oscura, el árbol también.

Y sin el árbol, el universo se reduce a polvo.

El término Samsara es el título que se le otorgó pero le queda corto, Lyra es una diosa importantísima. Porque no solo controla el nacimiento, vida, muerte y encarnación, sino que también el karma de los seres vivos, el equilibrio de las buenas y malas acciones y la fase final de la existencia y los ciclos de un alma; el moksha. Que es cuando un alma deja de renacer y puede estar en paz porque ha pagado todas sus deudas con el mundo. Ella es quien decide si liberar o no a un alma de su karma. Y si esa alma no ha aprendido ni vivido lo suficiente le da la oportunidad de volver a nacer, pero sin recuerdos.

Y el árbol... Si hablamos en general de temas universales, y no solo de su compromiso con este mundo, es mucho más pesado que eso.

Tiene a todo un imperio que ha estado trabajando sin ella. Yo no podría hacer todo eso solo, pero ella sí que puede con sus responsabilidades y con las mías, por eso me fui. Que pude dejarla morir, habría reencarnado de igual forma. Pero no de esa forma, la grieta en su alma habría causado grandes consecuencias y necesitaba proteger a Talasea, ella tenía que nacer. El mundo la necesitaba en ese entonces, y por mucho que repita eso, no creo que ella vaya a entenderlo hasta que su enojo pase.

Ella me observa en silencio, y cuando solloza sé que es mi señal para poder acercarme. Mi espíritu brinca de la felicidad cuando la envuelvo entre mis brazos, mis ojos se cristalizan porque la extrañé durante demasiado tiempo. También porque estoy orgulloso de todo lo que pudo hacer sola sin mi ayuda, y de que logró mantenerse cuerda mientras viajaba en el tiempo y recuperaba sus vivencias.

Sus piernas flaquean así que sin soltarnos nos agachamos poco a poco hasta quedar sentado en el suelo con ella entre mis piernas. Sus manos suaves y calientes sostienen mis antebrazos que rodean su pecho y cuello, llora y la dejamos hacerlo, lo necesita.

—Perdóname, no quise dejarte así —susurro, mi mejilla contra su sien—. Pero tenía que.

Odio verla llorar, y lo odio más aún porque yo soy el causante.

—Pudiste decírmelo.

—¿Me habrías dejado ir?

—Antes que otra cosa somos dioses —sorbe por la nariz—, si me hubieses explicado habría entendido.

—Ambos sabemos que eso no es cierto, cielito —sus sollozos cada vez son menos sonoros, y me quedo acariciando su pecho con mis dedos hasta que los espasmos desaparecen.

El Jeon Jungkook sin recuerdos no sería así de meloso pero las cosas han cambiado y no serán como antes. Huele a rosas, incluso su olor natural regresó. Maldigo mentalmente, la extrañé demasiado. Me hizo tanta falta su presencia, su olor, su belleza. La forma en la que me consentía, como me arrastraba a hacer locuras y como sonreía cada vez que intentaba protegerla... Incluso sus insultos y sus coqueteos.

Aun hay memorias borrosas, pero recuerdo una gran mayoría de las que compartimos. Nuestro pasado es complicado, problemático y romántico.

No siempre pasa pero Venus nació teniendo una personalidad muy parecida a la original. Pero era de esperar, tienen el mismo rostro, el mismo cuerpo, no son similares sino que iguales. Esta vez Lyra literalmente no reencarnó sino que encarnó como si fuera su primera vida.

—Oigan, no es que quiera arruinarles el momento pero tenemos que regresar a la base.

—Jimin, cállate. —le dice ella y sonrío un poco porque siento como su rabia va bajando. Aún tenemos muchas cosas de las cuales hablar y dioses con los cuales juntarnos pero eso para después, aún faltan unos días.

No me gusta la idea de convivir con las creaciones de mi madre pero hay personas allí a las que les tomé cariño, Ikaika y Taehyung por ejemplo, tengo que darles una explicación antes de irme. Al igual que Seokjin, Namjoon y Dasha; eso será para después, justo ahora están en Europa.

Y Grecia... Maldita sea, se va a enojar cuando se entere de la verdad.

Venus se levanta sacudiendo su falda negra y yo también lo hago, tomando del suelo una de las rosas ya secas le doy vida de nuevo y con una mano tras la espalda se la entrego sonriendo un poco. Ella me mira unos segundos para luego suspirar rodando los ojos y tratando de ocultar su sonrisa la toma. Después de tomarla la coloca contra su pecho, del lado en dónde su corazón late con fuerza.

—¿Debería de besarte? —pregunta un poco seria y me encojo de hombros.

—Es parte del protocolo.

—Ugh, yo me voy.

Ella ríe un poco cuando Jimin sale pirado del templo pisando fuerte, es gracioso cuando pierde la paciencia. Y a mí me encanta verla reír, aunque sé perfectamente que en el fondo sigue enojada conmigo. Abraza mi cintura, deja un beso en mi mentón y luego sobre mis labios.

Llevaba toda mi vida sintiendo que necesitaba algo, que me faltaba esa chispa que no sabía si buscar. Ahora que recuerdo nuestro pasado sé perfectamente que era, y ese algo tiene nombre y un par de ojos hermosos de color rosa. Su nombre es Venus, y es la deidad a la que le pertenezco desde el día en que nací.

De regreso es el rubio quien conduce, nosotros vamos en la parte de atrás tomados de las manos. Su cabeza descansa en mi hombro y mi cabeza sobre la suya, está más tranquila pero pensativa, seguramente le perturba todavía pensar en todo lo que vivimos, lo que hicimos, quienes fuimos y con quiénes estuvimos.

Pero también sé que hay algo rondando su cabecita que desconozco.

A mí por el momento me preocupa ver a mi madre de nuevo, sobre todo porque ella y Lyra no se llevan bien.

—¿Lyra o Venus? —le pregunto, también en un intento porque olvide lo que sea que esté pensando.

—Sigo siendo Venus.

—Fantástico, porque aun con todas mis memorias sigo siendo yo.

Sabía lo que diría pero siempre se lo pregunto por si acaso no pierde su identidad. Si bien Lyra y Yaveh son los nombres con los que alguna vez fuimos bautizados, después de tantas identidades y personalidades que hemos desarrollado, estos han pasado a ser esos apodos con los que todo el mundo nos reconoce a la hora de laborar, nuestros nombres de deidades, el nombre por el que los demás nos conocen, o al menos a mí porque a ella nadie —a excepción de otras deidades— la conoce. Todo el mundo cree que su trabajo lo hace su padre, el dios del tiempo.

Cuando llegamos a la base puedo sentir como se tensa, supongo que será un poco difícil para ella tener que afrontar la realidad y despedirse del lugar que básicamente la crió. Dejar todo atrás para retomar su trabajo y nuestros planes.

En cuanto vamos bajando por el túnel que nos lleva a la entrada suspira y se separa para darme un beso en la mejilla, luego da otro en mi mandíbula para después besar mi sien.

—Me gustan tus ojos grises.

Eso me lo ha dicho muchísimas veces, sin embargo mi corazón se acelera con la misma emoción. Sé que ella también me extrañó tanto como yo a ella, aún más por la forma en la que nos separamos hace tantos años. Lo comprobé ayer cuando me buscó y me abrazó como si no quisiera soltarme nunca más, me necesitaba, anhelaba a mi persona sin saber la razón. Ahora lo ha recordado y supongo que sonríe abiertamente por eso, porque me tiene otra vez y completamente.

—Eso es porque tú haces que se vuelvan así.

—Me recuerdas a tu madre, pero bueno, a ti se te ven mejor —no puedo evitar reír, definitivamente será entretenido el momento en que se vean otra vez—. Jimin, tengo hambre.

—Lo malo de todo esto es que vuelves a ser una mandona en extremo.

—No nos dará tiempo de comer en la base así que ve llamando a algún restaurante —cruzo las piernas revisando mi teléfono, como supuse tengo muchos mensajes.

Tienes 177 llamadas perdidas de «Kim»

Tienes 456 mensajes no leídos de «Kim»

Ikaika es una orgullosa, solo envió un mensaje y es una amenaza. Pedazo de loca, yo sé que se preocupa por mí. Ruedo los ojos, estoy seguro de que se va a molestar muchísimo.

—Venus —hace un sonido nasal mientras ella también revisa su teléfono— ¿Y si mejor nos vamos sin avisar? —levanta la mirada y yo me apresuro a aclarar—. Me refiero a la base entera, que podemos hablar con nuestros amigos pero nada más, sin muchas formalidades.

Estoy siendo altamente considerado, lo normal sería irnos de una vez para no perder el tiempo en tonterías. Pero Venus es... Bastante sentimental, y de igual manera, no me habría permitido avanzar sin antes decirle a sus seres queridos que estará bien.

Ella lo piensa y le doy tiempo para que lo haga cuando Jimin estaciona, nos quedamos todos aún dentro en espera de su respuesta. Aún con mi mano sujetando la suya la llevo a mis labios para dejar un beso en sus nudillos y después de un par de segundos, asiente. Ella no tiene porqué contarle a nadie de su existencia y honestamente yo no estoy en la obligación de explicarle a nadie. Son los guardianes de Gaia y sus habitantes, trabajan bajo las órdenes de mi madre y aunque sé que quieren cuidarme nosotros estamos bien así. Siempre hemos sido nosotros cuatro; Aria, Gael, Lyra y Yaveh.

Así estamos bien.

—Es mejor así, suficiente tengo con tener que explicarle todo a Suni y a Nana.

—Tienes suerte, que nosotros tendremos que lidiar con Grecia.

—Jimin, no te molestes si tengo que dormirla —El chico me mira mal entrecerrando los ojos, aunque estoy muy seguro de que no ve nada cuando hace eso.

—De acuerdo.

—Muévanse que tenemos que ir a Chile y está al otro lado del mundo.

Aún me siento agotada mentalmente, incluso hay detalles minúsculos que no he recordado del todo y que con los días lograré ver con claridad, pero al menos lo importante está intacto en mi memoria y eso es suficiente. Jungkook no me suelta la mano como es costumbre en nosotros desde hace tanto, le gusta el contraste de la calidez de mi persona con la frialdad natural de su piel. Frialdad que yo noté incluso antes de que él recordara pero obviamente ninguno de los dos en esos momentos sabía a qué se debía. Cuando viajaba entre tantos recuerdos varios detalles comenzaron a cobrar sentido y también algunas cosas que comencé a ver raras en mi persona, como los dolores corporales sin razón aparente debido a que mi cuerpo se estaba cargando de un exceso de energía. No mi energía sino la de él.

Siempre es así, yo solo recuerdo si él lo hace. Es un ritual extraño que comenzó a suceder sin que yo lo decidiera o algo, asumimos que es parte del vínculo. Él recuerda y aguarda hasta que yo esté lista para ello, luego me toca y con el paso del tiempo su cercanía me hace recordar a mí quién y qué soy.

Lo nuestro es sagrado, algo que simplemente pasó. Nadie planeó absolutamente nada, yo tenía muy pocos años de existencia —unos dos mil años— cuando Gaia me buscó para el nacimiento de un nuevo dios que como diosa pequeña debía de presenciar al igual que su hija, sobre todo porque yo soy la diosa del ciclo de vida. Pasaron cosas raras que como niña que era no entendía.

Yaveh nació y apenas lo vi el niño comenzó a llorar.

Y casi me mata, literalmente. Su llanto era peculiar pero solo a mí me hacía daño. Resulta ser que ambos éramos muy pequeños para recibir algo tan fuerte como el vínculo que nos unía. Como Samsara es parte de mi poder ver el hilo de los demás, se supone que los dioses no tenemos un hilo.

Pero ese día... Ese día vi a mi hilo por primera vez, y la otra punta estaba atada al dedo de un bebé gélido, pálido, de ojos color gris y muy, muy llorón.

Soy la hija de Cronos, la única que ha tenido y tendrá para la eternidad. La Samsara de este sistema solar, de las almas; reina del ciclo sin fin llamado vida y un montón de cosas más. Soy la guardiana del segundo árbol celestial; el árbol de la vida-muerte.

Soy una flor del Horti, una rosa, el segundo de los tres pilares que mantienen el equilibro del universo con todas sus páginas.

Esto es algo que solo él y yo tenemos pues somos los únicos dioses terrenales que reencarnan cada vez que su época destinada comienza. También porque somos los únicos, después de Innana y Shamash, que están destinados a amarse eternamente.

Somos los únicos que pueden traer a Talasea al mundo, así que definitivamente nos quedan muchos años por delante, aún más porque si asesinamos a los Sinya, si extinguidos su raza, no habrá nada más que nos amenace y entonces sí que habrá liberación para nuestras cuatro almas. Dejaremos de morir y nacer una y otra vez, seremos inmortales en todo el sentido de la palabra.

Porque sin los brujos, Adán no es nada.

Y sin Adán estoy más tranquila, porque su maldita obsesión conmigo dejará de intentar matarnos en cada vida.

—Por mis estelares ovarios como te extrañé, bésame otra vez. —admito, se supone que estoy molesta y es así, pero eso no quiere decir que todo de mí no lo haya extrañado tanto.

—Venus, cálmate, ya habrá tiempo para cariñitos.

—Un besito —pido y se ríe.

—Oye ya sé que te mueres por mí pero disimula un poco ¿No crees? —le suelto la mano y cuando trata de acercarla le doy un golpe, se queja— ¿Uno cortito?

—Sí.

No se resiste mucho, y aunque hay muchos agentes caminando de aquí para allá no le importa mucho besarme de forma rápida antes de seguir caminando. Me resulta un poco cómico que incluso antes de saber quiénes somos yo ya lo dominaba de alguna forma, ya que aunque intentara rechazarme no podía, hasta que un día simplemente cedió.

El destino es una cosa de locos, me impresiona... Y eso que yo hago parte de su trabajo.

Algunos curiosos miran pero otros simplemente pasan de nosotros. Veo que justamente Suni y Grecia vienen en camino hacia nosotros así que yo tomo del brazo a la castaña y Jimin a la rubia. Ellas se quejan pero no se oponen porque sabemos que tienen preguntas.

—Tú, imbécil de mierda ¿Quién te putas crees? —Intenta soltarse, odia el control— ¿Crees que porque eres mi novio no te puedo patear el culo?

—Calla, gorda, que hay un asunto que te tengo que explicar.

—Ah ¿Ahora si te da la gana de explicar? —Entonces cae en cuenta y se detiene forcejeando con él, Jungkook y yo rodamos los ojos al mismo tiempo, incluso Suni que no entiende nada lo hace— ¡¿Me llamaste gorda otra vez?! ¡Ahora si te maté!

Jimin la ignora por completo y lejos de molestarse con ella cuando trata de golpearlo, esquiva sus ataques y luego la alza sobre su hombro para continuar caminando. La de ojos verdosos y labios carnosos patalea y grita pero nadie le presta atención.

No me imagino cuando se entere que en lugar de ser una guardiana lunar en realidad es una pequeña creación del Sol. Aunque ahora que es una reencarnación y nació siendo una bimbaio pues supongo que es ambas cosas.

Todos los dioses hijos de otros dioses tienen a alguna criatura mágica velando por su bienestar. Como Yao que tiene un dragón, o Eva que tiene a algo muy parecido a una serpiente cambia formas. Yaveh tiene a Aria quien actualmente es Grecia; representada por el fénix. Yo tengo a Gael, quien ahora puedo llamar Jimin; representado por una liebre. Mi Talasea tenía a una leona, la cual espera ansiosa por ella y por nosotros.

Y todos ellos, así se representen en la forma que sea, son ángeles guardianes.

Cuando llegamos a la habitación que Jungkook comparte con sus amigos, para nuestra suerte ellos están ahí y se alarman un poco al vernos llegar, más aún por la forma en la que mi amigo lleva a su novia.

Taehyung, el moreno, está en pijama y tiene cara de querer dormir una década así que supongo que tuvo turno nocturno. Ikaika por el contrario ya se encuentra lista con su uniforme y estaba atándose el cabello. Nos miran a todos como si estuviéramos locos.

—Hola, chicos ¿Qué tal? —saludo yo cuando se crea un silencio raro que nadie es capaz de romper.

—Más o menos —contesta el moreno musculoso que parece haberse rapado la cabeza recientemente.

—La mayor Goh los estuvo buscando. —interrumpe la morena alta cuando termina con su cabello, se cruza de brazos un poco confundida porque Grecia se ha cansado de forcejear y Jimin aún no la baja. Luego mira a Jungkook alzando una ceja, como pidiendo una explicación.

Este suspira, su rostro habitual de expresión seria y formal ha vuelto a ser la misma.

— No tenemos mucho tiempo, pero podemos darles una breve explicación porque no me gustaría irme sin decirles porqué —Taehyung se asusta, deja de tener ese rostro medio risueño y se levanta de su cama como si su colchón quemara o estuviera lleno de púas.

—¿Irte?

Irnos, más bien.








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