Capítulo 18 II
Capítulo 18: ¿La luna puede apagarse?
—Y al hijo escuchó decir mientras el fénix se posaba sobre su cabeza; Terra, no temas de su sombra. Alégrate y gózate, porque haremos grandes cosas, porque nunca estarás sola.
Stolas, capítulo 15, versículo 11. Ni siquiera sé en qué momento lo aprendí.
—De todo el tiempo que llevan aquí es la primera vez que los veo predicar.
Y tiene razón, es la primera vez que lo hago, o al menos la primera vez que lo hago por voluntad propia y con el corazón. Pero no pude ir en contra de mis instintos, apenas salí de la sala de prácticas mis pies me llevaron aquí directamente y la mujer a mi lado tomó el mismo camino. Desde que me ocurrió aquello en el bosque, me estado sintiendo rara, y aunque no me guste admitirlo ahora me preocupo por otras cosas; como el bienestar del planeta que habito... Solo un poco, tampoco hay que exagerar. Ikaika está arrodillada a mi lado pero ambos nos incorporamos en cuanto vemos a Grecia en la puerta de la capilla. Hace una reverencia cuando cruza el umbral en señal de respeto a la imagen de Inanna tallada en piedra frente a nosotros. Ikaika se cruza de brazos cuando ella llega frente a nosotros y seguramente se pregunta lo mismo que yo.
Está vestida de blanco. Pantalones de vestir, sandalias bajas doradas, una blusa holgada con diseños florales de encaje sobre la tela y su cabello rubio está adornado con una corona de flores.
¿Realmente esta es Grecia? Porque usualmente se ve más oscura, menos... Esto.
—¿No se supone que no había mujeres en la base? —preguntó mi compañera.
—Sin embargo estás aquí. —el tono tosco con el que siempre habla sigue allí.
—La luna rosa no me afecta.
—Puedo controlarme, además, no todas cabemos en el templo así que fuimos ubicadas en otro sitio.
—¿En dónde están entonces? —pregunto yo mientras llegamos a la salida de la sala de oración, la cual está en el segundo piso de arriba hacia abajo por lo que estamos más cerca de la superficie.
—En un hotel de por aquí, el dueño es un bimbaio muy amigo del superior a cargo —explica—. De hecho venía a buscarlos.
—¿A ambos? —sueno confundido y ella lo nota.
—A ti porque aunque no te afecte eres mujer —le dicta a la morena que se está atando el cabello—, la regla es que no haya mujeres laborando y tú... Te solicitan allí.
—¿Quién? —la rubia resopla y noto que sus ojos verdes están un poco raros. Se ven más pequeños, algo hinchados. También su pupila parece dilatada.
—¿Quién más? —ah, ya entiendo de quién se trata— Ha estado llorando todo el día sin razón y pide comida como un jodido animal en estado. Te quiere allí.
—¿Y?
—Oye, no te niegues —me toma del brazo para tirar de mí pero tan pronto como lo hace me suelta como si mi piel quemara, aclara la garganta y no puede ser más rara. Suspira para mirarme de nuevo, su pupila agrandada me desconcierta—. No es que me caigas muy bien pero Venus es mi amiga y tienes que comprender una cosa; la luna rosa es la peor de las fases. Si ella te quiere ahí hazle caso, no importa que solo sea para verte esa cara de culo que tienes —genial, gracias por el cumplido—. Andando, se acerca el anochecer.
Por algún motivo que desconozco, la mayoría de las cosas aquí suceden de noche. Esta mujer me da miedo, de hecho, todos los guardianes mentales me dan miedo y siempre trato de mantener distancias con ellos pero ella en particular me causa desconfianza. Se supone que tienen prohibido invadir la privacidad mental sin un permiso pero aún así siempre trato de bloquear mi mente a cualquier pensamiento que no quiero que sea revelado, porque uno nunca sabe.
—¿Puedes siquiera dejarme tomar una jodida ducha? —pido en cuanto me echo un vistazo y doy asco, estoy sucio, sudado como pollo en olla y el uniforme ya comienza a cansarme. Ahora que soy agente oficial mi uniforme ha cambiado así que el látex se adhiere a mi torso— Como ves, acabo de entrenar.
—¡Mejor! Si algo que Venus ama es verte sudado, ahora an-dan-do —frunzo el ceño.
—Ella no me ha visto...
—Eso es lo que tú crees —interrumpe—, camina ya, que si espero más tiempo tendré que cambiar de pantalón, de nuevo.
La razón por la que las encierran en alguna parte fuera de la base es porque según nos explicó el entrenador, las mujeres bimbaio tienen un carácter fuerte de nacimiento, la palabra sumisa no es común en ellas. Entonces cuando esta época llega se convierten en personajes bastante peligrosos, aunque en mi opinión exageran un poco. El cuerpo femenino de las guardianas vive en un constante estado transitorio entre su naturaleza, su espiritualidad, el poder que llevan consigo y un sinfín de cosas que incluyen hormonas más los procesos que pasan estando o no en estado de embarazo. Son consideradas inestables en este día y por lo tanto las agentes deben de dejar de trabajar porque pone en riesgo todo a su alrededor.
De hecho, ninguna bimbaio trabaja en estos días. A excepción de Ikaika que aseguró sentirse bien e ignoró por completo al entrenador. Aunque yo creo que sí, porque hoy ha estado más callada de lo normal y durante las prácticas Leo y yo notamos un aumento en su fuerza física pero un decaimiento en su humor.
Tienen una carga excesiva de calor —y no sé en qué sentido debería tomar eso— que las vuelve capaces de tener influencia sobre lo que sea. Más específicamente; los animales, los niños y los hombres. Al parecer esto es debido a una característica heredada de la diosa Inanna que según sus palabras, es un regalo para sus creaciones femeninas.
Lo que yo entendí de eso es que son más bipolares que una mujer humana común en sus días y también, son jodidamente manipuladoras.
Sí, he estado prestando atención.
Me siento como una presa entrando a la cueva del lobo ahora mismo.
La última vez que la vi fue efectivamente anoche. Fuimos al templo Abu Simbel por petición de Taehyung y Venus nos guió hasta allá caminando. Estaba lejos, muy lejos de la base, pero creo que valió la pena, nos contó historias sobre el faraón Ramsés el cual era un híbrido al igual que nosotros y como fue excavado el templo en la roca.
Fue divertido, tengo que admitir que Venus es bastante divertida si se lo propone. Aunque mis amigos estuvieran burlándose de mi cara cada vez que ella soltaba chistes con doble sentido.
También es muy sucia, Dios.
Como ella planeó nos quedamos hasta tarde en su nueva habitación y me relajé mucho, es buena instructora de yoga. Pero no me quedé a dormir porque comienzo a conocerla así que apenas terminamos la sesión en la madrugada me fui a la habitación que comparto con Taehyung, Ikaika y Safira, otra chica.
Me limité a mirar por la ventana cuando salimos, justo como ahora. Y no es que me guste admirar la bonita ciudad sino que siempre trato de grabar en mi mente el camino, por si tengo que escapar o surge alguna emergencia.
En este caso por si tengo que huir de una rubia en su estado más puro de demencia.
Grecia conduce como demente pero es muy ágil y evita que la camioneta se estampe contra el resto de los autos circulando. No tardamos en llegar al mencionado hotel y me doy cuenta de que es uno cinco estrellas con una lujosa fachada inspirada en la mitología griega.
Varios hombres en recepción nos reciben y uno de ellos le entrega a Ikaika una bata de baño blanca y un bolso con el logo del hotel. Ella lo revisa y yo a su lado pongo mis ojos en su interior. Solo hay ropa, creo que algunos productos de belleza y aseo personal, entonces dejo de mirar.
¿Puede alguien darme ropa cómoda también? Esto es un asco.
—Habitación número 69 —me dice Grecia a lo que asiento caminando al elevador. La rubia toma a la castaña de la muñeca y por lo que oigo creo que la llevará a un spa primero.
Ikaika parecía malhumorada hasta que mencionaron tal cosa, curioso.
No tardo mucho en encontrar la habitación porque aún si no veo el número ni sé en qué piso voy mis instintos me dicen el camino, como esto es nuevo para mí me divierte un poco intentar encontrarla. Mi corazón se acelera cuando estoy frente a la puerta blanca, cuando mi dedo índice presiona el timbre siento como por un momento mis piernas quieren flaquear.
Entonces, de repente, una imagen viene a mi cabeza como si se tratara de un sueño estando despierto. La imagen es borrosa pero puedo entender de qué se trata; Venus aparece en ella usando un vestido victoriano, lleva ropas dignas de una mujer noble en aquella época. Con un peinado bastante pronunciado de muchos rizos negros y maquillaje en su bonito rostro. Me sonríe, de repente baila, y todo parece ser desde mi propio punto de vista.
No sé en qué lugar estamos, parece un salón de baile pero tampoco puedo descubrirlo porque salgo de mi trance en cuanto la puerta se abre.
¿Qué ha sido eso?
—¡Ya era hora! Ven —tira de mi muñeca adentrándome en la habitación y el panorama me agrada. Es más que solo una cama; hay un pequeño recibidor con sofás, una ventana grande que da hacia un balcón por el que se mira el atardecer. Toda la decoración parece inspirada en la antigua Grecia, la cama es gigantesca.
—Hola Jungkook ¿Cómo estás? Yo muy bien, gracias por preguntar. —ironizo cuando lo único que hace es arrastrarme por todo el lugar mostrándome cada cosa. Se detiene en seco, me mira y arruga la cara.
—Apestas.
A veces olvido que esta chica puede olerme el culo incluso a kilómetros de distancia.
—Si no me lo dices, no me entero —me detengo y suelto de su agarre cuando noto su rostro. Tiene el maquillaje corrido, el cabello corto mojado y por ende más oscuro, y ni hablar de que no lleva ropa. Ya no me sorprende verla en ropa interior— ¿Qué te pasó?
—Me caí al jacuzzi. —murmura a lo que después suspira.
—¿Estuviste llorando?
—Sí. Mi vestido se arruinó y ya no sé qué ponerme. —ruedo los ojos dándole una barrida de pies a cabeza. Su lencería no parece mojada, tampoco su cuerpo así que deduzco que ya se ha cambiado. Sigo sin saber si lo hace a propósito, he notado que a pesar de todo es la única guardiana que conozco que disfruta de usar pocas ropas cubriéndola.
El rojo vino le queda muy bien, su piel blanca pero más oscura que la mía resalta mucho mas y hasta puedo decir que luce elegante le cómo le queda el encaje sobre la tela semitransparente. Elevo una comisura en cuanto noto que cruza una pierna delante de la otra aun de pie, entonces ladeo la cabeza intentando no pensar demás en porqué esta tensando así los muslos, pero mi mente ya está volando muy lejos de donde se encontraba.
Alguien está emocionada, y eso que solo la estoy mirando.
—Tienes las mejillas rojas. —comento después dejándola de lado para sentarme en uno de los sofás. Estoy exhausto, los entrenamientos me dejan queriendo dormir durante siglos y con el cuerpo adolorido.
—Es porque me miras mucho —responde pero no parece molesta, ya sé que no podría fastidiarle, le encanta que la mire. Adora tener mi atención—. Quiero vino.
Y huye a la par que yo no sé muy bien que hacer ¿Cómo podría no mirarla? Es jodidamente hermosa, y me atrae demasiado.
La veo pasearse por toda la habitación en busca de lo que supongo que es el teléfono que la comunica con el personal del hotel. Me di cuenta de que hay bastante silencio en el edificio, los jardines y restos de áreas para el disfrute estaban vacíos. Al parecer cada mujer hospedada aquí está lidiando como puede con su condición en su habitación, en el caso de Grecia, Kai y quién sabe quiénes más, en el spa.
Me dijo ayer que no nos veríamos el día de hoy pero aquí estoy y por petición suya.
—¿Cómo te sientes? —pregunto cuando ella logra dar con el teléfono pegado a la pared junto a la puerta.
Se ve muy bien, no puedo dejar de mirarla. A veces siento que me falta la respiración, luego recuerdo que la necesito para vivir y trato de hacer que mis pulmones reaccionen. Tal vez no lo aparento, pero Venus consigue robarme el aliento solo con acercarse un poco a mi persona.
—Mira eso, Jungkook —señala a un rincón en la habitación y puedo ver lo que hay ahí—. Tú me dirás si he estado bien.
Un montón de ropa con manchas de sangre. Bien, entiendo su punto.
—La peor parte es cuando duermo. Cuando mi cuerpo se relaja demás es como si tuviera alguna hemorragia —se sienta frente a mí cruzando las piernas con el teléfono en su oreja, pide una botella a su habitación para después dejar de lado el aparato—. La razón principal por la que estoy en estas fachas es porque solo me queda un conjunto de ropa y no quiero salir de aquí por la mañana manchada de rojo. Joder —gimotea—, mi outfit era muy bueno y se arruinó.
Abro la boca y la vuelvo a cerrar varias veces, es un poco impresionante que siga de pie en ese estado. Comprendo las palabras de Grecia en cierto punto, realmente no es de los mejores días. Toma una fresa y la pone en sus labios, suspira con fastidio y echa la cabeza hacia atrás cuando la mete completamente en su boca. El rosa natural de sus nudillos, la punta de sus dedos y algunas articulaciones ha desaparecido, haciéndola lucir un poco pálida en un sentido enfermizo. Me recuerda a mi hermana, la cual es anémica.
—Te ves débil.
—Por eso nos traen frutos rojos cada dos horas —dice con la boca llena— ¿Me das un masaje?
Aclaro la garganta, no es buena idea. Tampoco soy de hierro y ya estoy harto de quedar como un estúpido sumiso cada vez que a ella le da la gana. No puede controlarme siempre, y soy consciente de que estando aquí corro un riesgo.
Bueno, yo no, ella.
—Estoy hecho mierda, déjame darme un baño —me niego sutilmente levantándome del sillón. Levanta la cabeza mirándome intensamente, la sonrisa ladina que se forma poco a poco en sus labios me dice que debo huir.
—Yo también quiero bañarme, ahorremos agua.
—No.
—¿Por qué no? —se levanta, camina y la evito buscando la puerta del baño. Luego recuerdo que no tengo ropa aquí y debo pedirla y pagarla.
—Porque no estás en condiciones —se detiene frente a mí cruzando los brazos.
—¿De bañarme? Yo creo que sí, vamos~
No, de tirar.
—¡Que no! —levanta las manos en señal de paz.
—I just said... Pero ¿Si estuviera en condiciones?
—Venus, basta.
—¿Por quééé?
—Porque no, mujer.
—¿No te gusto? —Realiza un puchero, ahora se cree un bebé— ¿Soy muy fea?
—No se trata de eso.
—¿Entonces de qué?
—Nada, ya basta —busco el teléfono, marco el número de recepción y contestan—. Un pijama masculino oversize, por favor.
—Te luce mucho el uniforme.
—¿Qué pasará cuando oscurezca? —decido cambiar de tema mientras mi pedido llega. He recibido mi tarjeta nueva de crédito así que ahora dependo del sueldo que les pagan a los agentes de mi rango, lo cual es mucho más de lo que ganaba cómo escolta de Dasha.
Dasha... Está molesta conmigo, cada vez que quiero verla le dice a sus hermanos que no me dejen pasar.
—Nada, la luna se iluminará, se tornará rosa y tendremos que cerrar ventanas y evitar que su luz nos toque o nos volveremos armas de doble filo —se lanzó a su cama pero después se quejó de que le dolía la espalda—. Bueno, eso es lo que dicen.
—¿Tanto así?
—Eh... No lo sé, es mi primera luna rosa.
—¿De verdad?
—La última fue hace cincuenta años. Mamá pasó por dos lunas así, me dijo que la segunda fue un desastre porque varias bimbaio que vivían en los bosques de Moscú entraron en un trance —la intriga mi invade—. Nadie podía sacarlas de ahí, rezaban en lenguas antiguas y gastaban energía de una forma descomunal. Se hacían daño y le hacían daño al bosque. Cualquiera que se acercara parecía hipnotizado, es como si estuvieran bajo su control. Ese tema sigue sin estar del todo claro, pero los Maya nos ven como criaturas de enfermedad y muerte.
—¿Es así?
—Realmente no lo sé, no he pasado por algo similar.
Mi ropa llega junto a su preciada botella de vino, el mayordomo que las ha traído le da exigentes indicaciones con la bebida y yo me aseguro de dejar en claro que no beberá en exceso. Le trae más frutos, esta vez es una ensalada roja con miel, avena y un vaso con jugo de remolacha. Venus agradece y yo me meto al baño, una vez dentro cierro la puerta con seguro. Suspiro no tan sonoramente pero igualmente sé que puede oírme.
También sé que está detrás de la puerta, la puedo sentir. Siento sus latidos, la calma y pesadez de su alma. Siento su presencia y su aroma cítrico que no logro descifrar del todo. Cada vez más me vuelvo un poco más atento, mi entrenador dice que es normal porque mi instinto de guardián poco a poco despierta. Lo que no parece querer despertar es el don que se supone debo de tener.
Taehyung logró desarrollarlo hace un par de semanas, resulta que heredó algo de sus padres pues parece tener habilidades mentales. No puede escuchar los pensamientos ajenos pero es como un pequeño detector de mentiras viviente en crecimiento, también puede manipular el habla de otros haciendo que callen o digan algo que en realidad prefieren guardarse.
Me ha hecho decir varias veces cosas que se supone no quería decir con la excusa de querer practicar conmigo, yo en mi defensa lo amenacé con romperle la nariz durante las prácticas. Lo de Ikaika es menos común, esa chica literalmente puede darle independencia a la sombra de una persona. También humaniza el miedo de alguien y lo usa a su favor. Lo que la convierte en una guardiana D.
Cuando salgo del baño la rubia tiene el cabello más seco y se encuentra en el centro de su cama con las piernas cruzadas, los ojos cerrados, con otra fresa en la boca. Tiene los labios rojos, también las puntas de sus dedos. Está meditando así que me mantengo en silencio.
Ahora el que tiene el cabello mojado soy yo. Tomo una almohada, la pongo sobre el hueco que crean sus piernas y así estoy más cómodo para sentarme frente a ella cruzando las piernas. No se inmuta, se mantiene serena mientras concentra sus energías y puedo sentirlo, en cada parte de mi organismo puedo sentir como incluso nuestro flujo sanguíneo parece desear conectarse.
Y eso no tiene puto sentido.
—¿Por qué vibras dentro de mí?
No era mi intención desconcentrarle pero las palabras salieron solas.
—Ni idea.
Se queda en silencio después aún sin abrir los ojos, pero luego los abre porque ha perdido todo y se frustra. Sus pupilas parecen dilatadas, lo que no sé es si porque está haciendo esa cosa extraña para hacer un acercamiento en mi cara o es algo más.
La noche comienza a aparecer y me apresuro en saltar de la cama para cerrar las cortinas que se encontraban corridas a los costados del gran cristal. Ella lo nota pero se queda en su sitio, observándome. Me fijo en que no se cuele ni un poco de luz lunar por alguna parte y al estar seguro vuelvo a la cama. Se queda callada, la forma en la que sus ojos me miran me inquieta.
—¿Venus?
—Sigo aquí —contesta en un tono más suave—, es solo que... Estoy más relajada.
—Me asustas.
—Tranquilo —sonríe de lado—, mientras esté aquí todo está bien... Creo.
Asiento, ella también lo hace y así nos quedamos. Le pregunto si necesita algo y niega alegando que me estoy comportando raro, no es eso pero me preocupa en cierto modo. No sé qué hacer.
Mucho menos ahora que, sin avisar, me derriba con su cuerpo sobre el acolchado. Me saca el aire por la impresión del impacto, pero algo dentro de mí siente alivio al oírla reír genuinamente. Y cuando siento sus labios besar mi cuello con suavidad, desfallezco. Mi cerebro deja de conectar al igual mi voluntad desaparece, quedo a su merced. Cierro los ojos emitiendo un suspiro, y llevo las manos a sus muslos. Recorriendo en una caricia con la yema de los dedos hasta detenerme en sus caderas. Venus es salvaje, eso es algo que se le nota con solo conocerla un poco. Pero justo ahora es tan... Dulce. Su respiración es errática, puedo sentir su necesidad. Aun así, se limita a besar mis labios con una lentitud tentadora y le correspondo sin dudarlo. Me está gustando mucho, más de lo que puedo llegar a reconocer.
Siento el cuerpo adormecido y una emoción inmensa mientras recorro con los dedos cada centímetro de piel expuesta. Suave, adictiva, cálida. Juego con su lengua, los chasquidos de cada succión son como música para mis oídos, una melodía obscena y fantástica. La humedad de sus labios me engatusa, y cuando oigo un suave gimoteo por su parte cruzo un brazo por su espalda, en una maniobra la dejo debajo de mí. Apoyo las manos a los lados de su cabeza y abre las piernas para tenerme más cerca. Venus Abre sus hermosos ojos para mi, y verlos entre la oscuridad de la habitación no se me dificulta tanto. Mirarla me produce lago tan... Desconocido. Nunca la había visto así, de esta forma. De momento me resulta más encantadora que antes. Sus ojos entrecerrados, los labios pequeños y rojizos entreabiertos, hinchados. Sus pestañas son largas pero rectas, caen sobre sus mejillas como una cortina muy fina cada que parpadea, y me gusta demasiado como se luce ese lunar bajo su ojo. Cuando posa las manos en mis mejillas me quedo embelesado, no puedo parar.
Dios santo, tiene otro lunar en el seno derecho, que lindo.
Su pecho sube y baja con cada respiración, y no puedo evitar plantar un beso en medio de ambos pechos que le eriza la piel. De nuevo busca mis labios, y yo no se los niego.
Siento que es la criatura más bonita que he visto en mi vida. Y por primera vez desde que estoy en entrenamiento, consigo sentir el aura de alguien.
El aura de Venus es seductora, tranquila y cálida. Con un color que baila entre el rosa y el carmesí, y busca de alguna manera hacerse una con la mía.
¿Qué es esto? Yo... No me reconozco. No conozco este impulso. He pasado de evitarla a esto.
—Dime si quieres continuar o no —susurro contra sus labios. Veo la duda en su mirada.
—No depende de si quiero, sino de si puedo.
—Entonces pararé aquí.
Dejo un beso casto, el último, y me retiro para darle espacio. Con los nudillos toco sus mejillas, están tan calientes que por un momento pienso que tiene fiebre, pero como si me leyera el pensamiento asegura que está bien.
—Hagamos una pijamada —sugiere levantándose—. Skincare routine, manicure and pedicure.
No estoy seguro de si eso es buena idea pero parece emocionada de repente y mientras no esté ida o mantenga algún comportamiento extraño todo bien. Así que acepto procurando hacer lo posible para que no haga cosas raras y emite un chillido de emoción mientras da saltitos sobre sus rodillas, me río cuando deja frente a mí un estuche repleto de cosméticos y sonríe con bastante complicidad.
—He notado que te muerdes las uñas —me acusa y es cierto—, así que las arreglaré por ti y espero que trates de moderar eso. Es un hábito horrible, Rey.
Me saca una sonrisa, aun no puedo descifrar si me llama así por gusto o es por la traducción de mi nombre al lenguaje lunar.
—De acuerdo ¿Algo más?
—Sí —ríe un poco pero después se queja—, no me hagas reír y... ¿Me traes la botella? La dejé sobre la mesa.
—De acuerdo.
Once con cincuenta, casi medianoche. Ambos permanecemos recostados uno al lado del otro con los ojos en el techo, ambos cansados, ninguno con la intención de dormir. La mascarilla de avena y miel que nos puse hace unos diez minutos permanece sobre nuestros rostros, fue una lucha verbal la que tuve con este chico para que se dejara poner la mezcla pero cedió, digo, maldijo unas veinte veces, forcejeó para al final gruñir y quedarse quieto.
Es un terco, de verdad.
Bueno, quizás lo amenacé un poquito con atarlo a la cama si no lo hacía. Y como Jungkook sabe que puedo ser más fuerte que él se resignó, sé que no es precisamente por estar atado sino por estar en desventaja con alguien como yo cerca. Así que sus uñas están bonitas y brillantes, también tendrá la piel del rostro más linda y...
Y mierda me duele hasta lo que no tengo, bendita Luna ¿Por qué nosotras?
Siento como la temperatura en mi cuerpo aumenta, no es fiebre pero sí tengo mucho calor. Mis mejillas se sienten como si ardieran y estoy teniendo impulsos que identifico como sexuales y bastante fuertes. Tengo que controlar eso, si sigo así me le voy a lanzar encima y no habrá quién me detenga. Lo cual no sería malo si no fuera porque parezco una vaca dando a luz.
Maldito Jungkook, si estás lejos me siento mal pero si estás cerca también ¡¿Por qué?! Esto es una porquería, voy a golpear a Jimin para que suelte la maldita verdad.
Trato de relajarme como he estado haciendo desde que está aquí porque no quiero asustarlo, quiero que se quede aquí conmigo o voy a llorar de nuevo.
—Extraño a mamá —suelto de repente.
La habitación está a oscuras, las luces fueron apagadas después de cenar para ver la televisión. En las noticias no había nada interesante que no supiéramos ya, así que cambiamos de canal muchas veces para luego apagarlo.
Siento que voy a morir desangrada en cualquier momento. También me siento rara, como enferma pero al mismo tiempo no es eso, es mi energía. Es como si necesitara algo, como si hubiera algo que quiero hacer pero no sé qué es. Él permanece en silencio un par de segundos para después suspirar y hablar:
—Dijiste que tu madre fue una Moonchild —recordó— ¿Hace cuanto no la ves?
—Desde que fui a América y apliqué para ser Seal.
—¿Fuiste una Seal? —suena sorprendido. Su aroma me vence de vez en cuando y solo quiero pegar mi nariz en su cuello, quedarme así hasta que amanezca. Y lo hago, me acerco hasta abrazar su torso, él deja su brazo bajo mi cabeza como soporte y me deja olfatearlo como un perro.
—Sí, entré a eso de los diecisiete. No veo a mi madre desde los diecisiete —cerré los ojos un momento respirando hondo, ahogada en su aroma.
¿Qué hace Jimin rondando los pasillos? Puedo oír sus pasos alejarse y tomar el ascensor.
—Eras una bebé, entonces —reí ignorando el dato, sí, realmente lo era— ¿Por qué no puedes verla?
—Por la misma razón por la que no puedes ver a Boram.
Ser un soldado de Moonchild implica dejar de lado todo lo que alguna vez fuiste y convertirte en otra persona. Implica transformarse, dejar en el olvido completamente la identidad que comenzabas a forjar y empezar de cero. Por el bien de la empresa, por el bien nuestro y por la seguridad de nuestra familia y seres queridos.
Mi madre ni siquiera sabe si sigo con vida. Pero al menos yo sé que ella está bien porque la vigilo, de vez en cuando voy a visitarla sin que lo note. Debería dejarle un regalo de mi parte la próxima vez, un claro mensaje de que efectivamente su hija sigue con vida y está bien.
—Una vez que estamos aquí nuestra familia son los soldados, nuestros hermanos los superiores y nuestros padres los dioses —cito las palabras que alguna vez Nana me dijo y no dice nada, aunque estamos sumidos entre tanta oscuridad para mí la visión sigue siendo clara, solo que no a color. Jungkook descansa con las manos sobre su plano y trabajado abdomen con la mirada serena, está pensando—. Tenemos muchos enemigos, nuestro trabajo es peligroso. Extraño a mi madre con todas mis fuerzas pero, también la amo y quiero que esté bien.
—¿Por qué estás aquí?
—Porque esto es lo que quería hacer.
—Esto no es lo que yo quería hacer.
Hago un puchero, esa es la parte que nunca me gustó de todo esto. Pero si lo pensamos bien una parte es culpa de la desaparecida reina de Corea, la cual no debió crear ese estúpido plan y confiar en nosotros. Involucró a tres híbridos con una vida humana hecha.
Si ellos no se hubieran enterado de lo que somos, si no se hubieran llevado a los semidioses no tendrían que estar aquí. Jungkook seguiría cuidando de su hermana, Taehyung seguiría programando su matrimonio con YooA e Ikaika... Ni idea de cuáles eran sus planes pero no estaría aquí siendo obligada a nada. Pero aún más, los culpables en su totalidad son los Sinya.
—Lo siento —no es mi culpa pero realmente me siento así. Jungkook fue despojado de la vida que tenía sin consentimiento alguno.
Pero al mismo tiempo ¿Estaría destinado a ser? Porque un humano común no se habría arriesgado como ellos lo hicieron con los príncipes. Su parte bimbaio estaba allí indicándoles que lo más importante era mantener a sus príncipes con vida. Tal vez de una u otra forma ellos solos se habrían involucrado.
—Quisiera ver a mi hermana una última vez... Decirle que estoy bien, que ella estará bien —lo entiendo perfectamente—. Boram no es la más cariñosa pero dentro de su deprimido ser me ama y debe de estar preocupada.
Según sé, Jeon Boram ha estado internada en ese hospital durante dos años. Cuando los padres de ambos murieron en un accidente automovilístico, Boram, su hermana me, cayó en una depresión de la que actualmente no ha podido salir. Jungkook fue quien intentó sacarlos adelante, entrando a las fuerzas armadas de Corea, y ascendido por su rendimiento a un entrenamiento en las fuerzas especiales. Con su salario como teniente lograba pagar los gastos de su hermana, pero no era suficiente porque siempre estaba sola.
Un día el noticiero matutino informó sobre un intento de suicidio desde la azotea de un edificio residencial. Jeon Boram se encontraba en la cima.
Nunca he preguntado nada de esto, pero desde entonces él metió a su hermana en el área de rehabilitación del hospital y se fue a trabajar para la familia real. Algo allí pareció romperse, pero no tengo una certeza de qué o porqué.
Una idea cruza por mi cabeza, y aunque se puede catalogar como una peligrosa estupidez decido compartirla porque si yo pude ¿Por qué él no? Jungkook no es nada estúpido, un poco terco y pedante sí pero es todo lo que un agente debe ser. No debo preocuparme porque alguien descubra que rompemos las reglas.
—Quizás si puedas, pero sería demasiado arriesgado —sus ojos me miran, la verdad es que se ve bastante cómico con esa mascarilla—. Ahora que la familia real está desaparecida el reino está bajo el mando del parlamento. Corea está revolucionado y nos buscan a nosotros.
—Quiero que salga de ahí, no está segura en ese hospital. —eso también es verdad. Sinya querrá saber qué ocurrió con los traidores que rescataron a los príncipes la noche de la explosión.
—Te ayudaré a encontrar la forma de lograrlo. —se sienta en la cama a lo que yo le sigo. Frunce el ceño tomando seriedad y al ver que estoy hablando en serio se sorprende.
—¿De verdad? —asiento.
—Tienes a una buena agente de tu lado, así que podremos lograrlo—suspiro—. Será tu próxima misión.
Asiente lentamente, sus ojos se pierden en cualquier punto de la habitación para después intentar enfocarme de nuevo. Acabo de notar que no le cuesta mucho verme entre la oscuridad.
Creo que lo llevaré de nuevo con los bioanalistas de retención, este chico cada vez actúa más raro.
—Taehyung querrá participar —entonces recuerdo al chico, no somos amigos pero nos llevamos bien y no debo olvidar que además del príncipe Namjoon, él fue quien tomó más interés en nosotros cuando el resto de los semidioses, e incluso el chico a mi lado, nos rechazaban.
—YooA, lo sé... Tengo un plan, pero necesitaré contactar a Min Yoongi para hacerlo más fácil.
La presencia de Jimin vuelve a hacerse presente en los pasillos y sé que algo está ocurriendo cuando oigo puertas abrirse y voces resonar en el pasillo. Me levanto de golpe y Jungkook se espanta cuando salgo corriendo a tomar una bata de baño y con ella me cubro, no es que me interese pero seguramente hay frío afuera.
El teléfono del chico suena, me mira y yo asiento así que toma la llamada.
—¿Jimin?
Desde aquí puedo escuchar la llamada en curso.
—¿En dónde estás Jeon? Tienes que volver a la base ¡Ya, ahora!
Me acerco a él y tomo su teléfono, lo pongo en altavoz.
—¿Qué pasa?
—¿Cual es el número de su habitación? Grecia ni siquiera puede hablar.
—¡Ya dinos qué ocurre!
—¡La luna, Venus! ¡Eso es lo que ocurre miren por la ventana!
Jungkook y yo nos miramos, él se dirige hasta el cristal y yo me asusto porque está por correr las cortinas. Mi corazón se acelera cuando lo hace pero nada ocurre, ni siquiera hay luz colándose. El miedo crece en mi interior cuando me acerco hasta posarme a su lado, tiene los labios entreabiertos por la impresión.
Todo está oscuro, no hay luz alguna por ninguna parte. El cielo oscuro carece de estrellas, el denominado satélite que se supone nos ilumina sigue en el cielo... Pero no emite luz alguna.
—Venus ¿La luna puede apagarse?
Mierda.
—¡Por supuesto que no!
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