Capítulo 18 I

Capítulo 18 parte I: los sueños avisan.


Han pasado tres días que para mí han sido demasiado estresantes. Después de lo ocurrido en Roma la empresa nos exigió regresar para comenzar con los procedimientos judiciales de la monarquía italiana. Jimin fue el único que tuvo permiso para quedarse porque Jungkook es un desconfiado y no permitía que nadie más vigilara sus cuidados que él. Me fui un poco más tranquila sabiendo que mi amigo nos mantendría al tanto de todo pero fue difícil para mí subirme a un jet sabiendo que Jungkook estaría metido en ese lugar. Su recuperación fue notoria en esos tres días, algo bastante inusual y un poco impresionante teniendo en cuenta que ese chico lleva una parte humana dominando a su ser.

Tras ser atendido las aguas se calmaron y lo tuvieron en cuidados coronarios hasta que vieron que ya no peligraba, de hecho, fue bastante extraño que al hacerles exámenes todo saliera controlado. Sus valores estaban bien y yo ya lo sabía porque, repito; Jungkook hace ejercicio y tiene una buena alimentación.

Pero ahí estaba la incógnita ¿Cómo es que una persona joven con una buena salud pudo sufrir un ataque así tan repentino y sin dejar secuelas? Porque no, tampoco dejó secuelas. Jungkook volvió a ser el mismo caradura odioso que cuando perdió la paciencia él mismo se dio de alta y le exigió a Jimin que se fueran de allí.

Llegaron ayer por la noche, le hicieron miles de estudios más por orden de sus entrenadores y al no obtener resultados malos procedieron a darle un permiso que le permitiría descansar unos días más para incorporarse a su entrenamiento. Pronto todos conocían al teniente Jeon Jungkook por ser el híbrido que casi murió en su primera misión como aprendiz y lo felicitaron por graduarse aún estando en una camilla de hospital.

Obviamente no parecía nada feliz por ello, de hecho, no recuerdo haber visto a ese hombre sonreír siquiera unos segundos.

Cómo a mí todo lo que viene de él ya comienza a parecerme extraño eso fue lo menos en lo que me enfoqué y me propuse a buscar respuestas, pero increíblemente no encontré nada que no supiera ya.

No ha querido ver a nadie en todo el rato que lleva encerrado en retención, a absolutamente nadie, ni siquiera a sus amigos.

Jimin me mencionó que su actitud después de reponerse fue muy peculiar. Una tarde simplemente se despertó, se sentó en su cama y parecía de mal humor. Le preguntaron qué le ocurría pero solo decía que estaba harto de tener pesadillas. Aseguran que fue difícil mantener su tratamiento porque no le gustaba sentirse enfermo, y científicamente no lo estaba, no había prueba alguna siquiera de que hubiera sufrido un ataque al corazón.

Luego llegó a la base, lo llevaron a retención y ya lleva un día aquí sin hablar con nadie. He venido dos veces a verlo y es lo mismo de siempre.

Mis manos se apoyan en el material que simula ser un cristal de este lado. Lo observo haciendo lo mismo que hace un par de horas y pronto va a anochecer; está acostado en el suelo con la mirada perdida en el techo. Tiene los brazos y piernas extendidos hacia los lados haciendo una especie de estrella. Respira tranquilamente y se ve apacible pero al mismo tiempo perturbado.

No entiendo qué le sucede.

La situación con la bruja fue un total fracaso pues apenas tuvo la oportunidad, se suicidó. Prefirió morir antes que abrir la boca la condenada hija del demonio.

Cuando dos de mis amigos llegan a mis costados para hacer lo mismo que yo, suspiro. Desde aquella noche yo también he estado teniendo pesadillas, he estado soñando con varias personas que nunca en mi vida he visto al menos una vez.

Y siempre es lo mismo; una mujer de rodillas en la orilla de lo que creo es un lago, llora y sufre. El velo sobre su cabeza está desajustado y apenas se puede notar su cabello negro. Llevaba la ropa típica de una mujer árabe quizás israelita... Y está sucia, con manchas de tierra y sangre.

Luego el panorama cambia y ahora es la misma mujer pero con un elegante vestido de la edad media, una túnica rojo oscuro con detalles dorados y una especie de tiara plagada de rosas y joyas sobre su cabeza. Se veía como una princesa, ropas caras y místicas. Al mismo tiempo se veía como una diosa. Hablaba con alguien, otra mujer. En mis sueños veo el rostro de la otra pero cuando despierto lo olvido por completo. Lo único que queda de ella en mi memoria son sus ojos claros, piel negra y cabello gris, nada más.

Entonces me levanto con las mejillas llenas de lágrimas, sintiendo una tristeza sin razón pero muy fuerte en el corazón. El recuerdo de aquella mujer llorando sobre la arena húmeda me causa un dolor en el pecho cada mañana desde hace tres días.

—Jimin.

—¿Sí?

—¿Qué crees que le ocurra a Jeon? —Suni nos observa pero como siempre prefiere no decir nada hasta que lo crea necesario.

—Si se dejara revisar lo sabríamos.

Le han estado insistiendo para que revisen su mente en caso de que haya sufrido daños pero... Otra vez no deja que nadie entre a verlo.

—Yo digo que lo pongan a dormir un rato —sugiere la castaña, huelo chocolate y bananas en su bebida. Creo que tengo hambre—. Es mitad guardián y si algo sabemos es que nuestra mente y alma nunca descansan... No hasta la muerte.

Eso es verdad pero...

—Es mucho mejor si se mantiene despierto, hacer algo así es invadir su privacidad y los guardianes de categoría B como Grecia tienen eso prohibido.

—¿No se supone que tú eras la correcta del grupo? —inquiero yo al darme cuenta de que normalmente somos Grecia o yo las que damos ideas así, Suni siempre está siguiendo las reglas. Ella de encoge de hombros con la pajilla en su boca.

—Tú también has estado rara —suelta Jimin cruzado de brazos— ¿Algo que quieras contarnos?

—No aún, pero lo haré.

Definitivamente algo le pasa, pero si ella dice que nos lo dirá es porque lo hará. Suni ha sido por decirlo de alguna forma, una chica especial desde muy joven. Es callada, siempre quiere hacer las cosas bien. No dice mentiras, cuando habla es para decir lo que piensa aunque el mundo pueda tacharla de loca. Hay una razón y es que tuvo problemas para adaptarse a sus dos partes, hubo un tiempo en el que su parte animal se apoderó de ella completamente y después de varios días recibiendo terapias su loba logró comportarse pero según dijo Nana, ella no volvió a ser la misma.

En ocasiones, cuando habla, no lo está haciendo ella sino su loba. Y son tan parecidas que es difícil distinguir entre las dos. Quiero creer que quién nos habla ahora es la Suni humana racional y no la salvaje.

Digamos que tenemos a dos amigas en una, su loba tuvo que adaptarse a nosotros y nosotros a ella. Así es como funciona.

Un trastorno de personalidad, algo no muy común en una especie como la nuestra. Pero tampoco imposible.

Ella se va, sin despedirse ni dar explicaciones se va y la dejamos ser. Jimin se queda conmigo en lo que sigo observando a Jungkook como si fuera la obra artística más destacada en un museo. No me canso de hacerlo, parezco una loca obsesionada pero simplemente me es difícil no estar al pendiente de su persona. Tengo una angustia sembrada en el pecho desde que se vio en ese estado.

—Jimin.

—¿Sí, bebé?

—Te voy a preguntar algo y quiero que seas honesto —sonríe y su brazo rodea mi cuello, me abraza del costado y deja un beso sonoro en mi cabeza para después soltarme.

—¿Qué acaso no me conoces?

—Precisamente porque te conozco sé que eres un poco celoso con temas que para ti son importantes —sus labios se curvan hacia abajo aceptando aquel hecho.

—Tu pregunta, suéltala.

—¿Qué es exactamente lo que hay entre Grecia y tú? —eso lo toma por sorpresa pero se mantiene en silencio. Sé muchas cosas sobre él, pero ese tema en particular no lo conozco, no hablan de ello— Me refiero a que, han pasado muchos años y soy testigo de cómo pelean y se alejan mutuamente cada vez que tienen la oportunidad pero aún así... Aún así todos vemos y sentimos como se conectan todo el tiempo ¿Por qué?

Lo que responde me desconcierta un poco:

—Es extraño ¿No es así? —despego mis ojos del chico tirado en el suelo para ver al castaño a mi lado, pero él solo sigue enfocándose en el interior de la habitación.

—Mucho, se supone que una vez que dos bimbaio se entregan completamente —y sabe a lo que me refiero—, después de eso son inseparables pero ustedes parecen estar de todas las formas menos como la que nuestra cultura exige. No lo entiendo.

—Y no lo vas a entender hasta que lo vivas en carne propia, tesoro. Sucede que, para hacerte el tema mucho más sencillo, no importa qué tan distanciados estemos Grecia y yo física y sentimentalmente —mis cejas se juntan a la par que leo sus expresiones, parece relajado—. No importa que un día me odie y al otro me ame, o que un día sea la mujer más importante en mi vida y al siguiente esté peleando con ella por tonterías. Grecia Camphell y yo nos pertenecemos, y aunque estemos separados por los polos del mundo seguirá siendo así incluso...

Después de la muerte —asentí para mí misma cruzando los brazos, ahora conozco el rumbo que han tomado sus palabras. Sé de qué está hablando y me resulta increíble—. Creí que la leyenda de los destinados no era más que una leyenda.

Se queda en silencio unos segundos, parece pensar en lo que quiere decir. Me quedo estupefacta en la misma posición, había pensado muchas veces en esta posibilidad pero no la creía real. Después de todo, mis sospechas de la relación de aquellos dos era cierta pero no me cabía del todo en la cabeza, no es algo común. De hecho, creí que era más probable que nacieran más paganos en el mundo a que algo así fuera descubierto.

—Todos los bimbaio tenemos a un amor eterno atados a nuestra alma, pero son escasos los que logran encontrarse y aún más, permanecer juntos —eso me confunde, lo tomo como información desconocida—. La leyenda se quedó como lo que es porque los únicos que saben cuándo alguien es destinado suyo o de otra persona somos nosotros, los paganos... Y como ya verás somos muy pocos en el mundo.

—¿Por qué nunca nos hablaron de esto?

—Porque a Moonchild solo le corresponde enseñarnos lo que necesitaremos para cumplir con nuestro deber, lo demás no les corresponde o eso es lo que creen. Misterios de nuestra existencia que no se molestan en resolver.

—Vaya, de verdad es un poco complicado, por más que intento no logro entender ¿Cómo se siente?

—Nos pertenecemos, simplemente es eso. Incluso después de la muerte, Grecia es mía y yo suyo, así de sencillo —se encoge de hombros, la tranquilidad y calma con la que lo dice me deja en claro su seguridad—. No parecemos vivir como la cultura nos dicta porque no es necesario, estamos bien sabiendo que el otro lo está —entonces me mira fijamente, a los ojos, y esa sonrisa suya se vuelve más grande. Más alegre, más feliz—. Lo nuestro va más allá de un ritual o el matrimonio, esa mujer obstinada, grosera y salvaje, es el amor de mi vida.

Va más allá... Es sagrado entonces, algo inquebrantable, puro. Quizás amor en su máxima expresión, en su faceta más pura. Algo en lo que no creía hasta ahora.

Hay cosas que incluso nosotros no conocemos.

—¿Puedo hacerte otra pregunta?

—Es sobre Jungkook. —deduce así sin más.

—¿Puedes explicarme lo que me sucede con ese hombre? —se ríe tontamente y con su pequeña mano cubre su boca cuando amenaza con convertirse en una carcajada. Pienso en preguntar de qué demonios se ríe pero no lo hago.

—Para otros quizás no lo es pero para mí sí que es muy evidente todo, el poco tiempo que he convivido con él me ha hecho darme cuenta de varias cosas; tuyas y suyas —alzo una ceja—. Pero primero ¿Tienes miedo?

—Depende —me incita a hablar con un gesto, suspiro—. Es solo que... Siento que la libertad a la que estoy acostumbrada peligra cada vez que me acerco a él.

—¿No quieres escoger? —cuestiona, sus ojos café oscuro leen los míos.

—Escoger...

—Entre tu libertad y amar como mereces ¿Cuál eliges?

Y me quedé callada. Porque quiero amar y que me amen, pero no quiero perder el tiempo que podría gastar viviendo como lo he estado haciendo. No estoy segura de si vale la pena arriesgarme. Es cierto que él me hace sentir cosas desconocidas, sentimientos que causan curiosidad, pero ¿Es suficiente? Suficiente para arriesgar mi vida y empezar una nueva etapa.

—Sé lo que pasa entre ustedes pero, ahora que lo veo, me parece que él también lo sabe. Y muy pronto también lo sabrás por tu cuenta.

—No lo entiendo.

—Ya lo harás —resoplo.

Él es así, puede saber muchas cosas pero no las dirá, entonces una vez alguien más lo descubre lo único que el muy idiota dice es un "Ya lo sabía".

Como me diga algo así después, lo golpeo.

Cuando se despide me dice nos veremos mañana porque dice estar cansado. Yo asiento teniendo esa sensación de ansiedad en el estómago, parece ser hambre fusionada con algo más pero aún no puedo cenar. Si como antes de la hora me voy a levantar a media noche con hambre. Y tengo una dieta con la cual cumplir si quiero mantenerme en forma. Sobre todo porque paso más horas sentada frente a un computador que el resto de mí equipo. Me estremezco de solo recordar cómo era yo antes.

Para permanecer aquí debes de hacer dos cosas; ser un puto genio y estar en condiciones físicas buenas. No puedo permitirme volver a engordar.

No sé en qué momento me perdí tanto, pero cuando vuelvo a la realidad soy capaz de procesar lo que mis ojos observan. Jungkook está frente a mí, el cristal nos separa y no me asusto pero hay algo que me toma por sorpresa.

¿Por qué pareciera que me estuviera mirando? Se supone que del otro lado no puede verse hacia el exterior.

—¿Qué estás haciendo? —ladea la cabeza, está serio, tanto como la primera vez que lo vi. Cuando fue a buscarme para llevarme a la habitación de la princesa.

Entonces sus labios musitan algo que obviamente soy capaz de escuchar:

—Pasa.

—¿Qué?

—Entra, quiero verte.

—Creo que ya lo estás haciendo.

—No realmente, pero sabía que estabas aquí... Venus, ven.

No pierdo el tiempo; escaneo mi ojo, ingreso el código y entro a la habitación. Apenas pongo un pie adentro toma mi muñeca y me obliga a caminar hasta su cama, allí me sienta y se coloca a mi lado con las piernas cruzadas. Su seriedad extrema me tienta a hacer mil y un preguntas, sobre todo porque su actitud es diferente. Le examino de cerca ahora que tengo la oportunidad y al ver que realmente parece sano no puedo evitar suspirar de alivio. Algo en mí se calma, la angustia poco a poco desaparece y respiro mejor.

Así que sin preguntar ni avisar ruedo mi cuerpo hasta quedar muy cerca de él y lo abrazo por los hombros. No se resiste, de hecho me corresponde. Mis brazos se meten debajo de los suyos abrazando su ancha espalda y él rodea mis hombros posando su barbilla en mi cabeza.

Su corazón late más despacio, muy calmado al igual que su respiración.

—¿Estás bien? —inquiere en un leve susurro y me sorprendo porque él nunca pregunta cosas así. De hecho, hace pocas preguntas pero cuando las hace no son tan relevantes.

Pensé que me diría algo como querer ver a su hermana o algo similar. Pero no, me pregunta si estoy bien.

¿Qué le pasa?

—Ok, What's going on? Tú no eres así.

—Si te soy sincero ya no sé cómo ni quién soy desde que estoy aquí. Pero no respondiste mi pregunta.

—Estoy bien, yo siempre estoy bien —suspira.

—¿Por qué no lo siento así?

—¿Por qué deberías sentirlo, en primer lugar?

—Exacto, y de eso quería hablarte —al estar tan juntos las vibraciones de su pecho cada vez que habla chocan con el mío, y no puedo describir la calma que me brinda algo tan pequeño como eso—. Dime qué nos pasa, porque sé que no soy el único que se siente como si estuviera pisando terreno peligroso aunque en realidad no parece haber nada.

—No lo sé, créeme cuando te digo que no lo sé.

Y es así, en parte. Jimin no fue específico, y cuando no lo hace es porque hay más cosas de las cuales enterarse. Mientras yo no tenga una respuesta clara y concreta no puedo meterle ideas en la cabeza, parece muy confundido y creo que con eso será suficiente al menos por ahora. Cuando me separo del él sus dedos acarician mi nunca y me observa en completo silencio, me siento extraña, normalmente soy yo quien lo busca a él.

Pero ahora es como si nos llamáramos los dos, el uno al otro.

—No voy a preguntar porque sé que no estás bien —tomo su mano, allí yace el anillo que mi amigo se había encargado de proteger—. Dime qué es lo que te pasa ¿Por qué no querías ver a nadie? ¿Por qué no puedes dormir?

Hace un mohín y se lleva las manos a la cabeza. Con una de ellas masajea su sien para después echar su cabello hacia atrás, me estoy dando cuenta de que quiere dejarlo crecer. A diferencia de la fuerza militar humana a nosotros no nos imponen reglas como hasta donde podemos llevar el cabello o cuántas perforaciones nos ponemos en las orejas. Eso sí, los tatuajes están prohibidos porque son marcas que pueden delatarnos a la hora de alguna misión.

—Porque tengo muchas cosas en la cabeza y sabía que en cuanto algún agente se me acercara, iba a pedir respuestas —lo piensa un poco, sus ojos vacilan—. No quiero oírlas y que no sean de mi agrado.

—Conociéndote, sea lo que sea que te digan no te va a agradar —ruedo los ojos cuando me da una mala mirada—. Parece que te lleva tiempo adaptarte.

—¿Quién eres? —me echo en la cama por lo que baja la mirada. Las sábanas huelen a él, la almohada huele a él. Entierro mi cara en ella e inhalo el aroma. Para cuando levanto la cara me observa como si fuera alguna retrasada mental. Ahí caigo en cuenta de su extraño cuestionamiento.

—Choi Venus, la chica que te gusta —se rasca la punta de la nariz y sus ojos se desvían. Se recuesta a mi lado, estamos atravesados así que nuestros pies cuelgan.

Me gusta que comience a tomarme confianza. Antes parecía huir de mí, era como si le diera repelús o no sé. Es demasiado terco y bastante serio, un hombre difícil que reconozco que tiene carácter fuerte pero conmigo parece ser bastante blando. Amargo por fuera y dulce por dentro. Con los dedos peino su cabello hasta que coloco un mechón detrás de su oreja. Me pregunto qué tan blando y dulce puede llegar a ser ¿Se dejará peinar? ¿Poner moñitos?

Bueno, se dejó maquillar después de una larga pelea.

—De repente me pareces familiar, y al mismo tiempo no te conozco.

—Cuéntame de tus sueños.

—Sonará loco pero, se sienten como un Deja Vu. Como si lo hubiera vivido antes; Todo es borroso una vez que me despierto, pero sé que cuando estoy dormido las imágenes son bastante claras. Son tristes, a veces parece que mueren personas. Tres mujeres, dos hombres y nada más. No recuerdo sus rostros, tampoco como lucen pero sí hay algo nítido que recuerdo bien... Ojos grises, muy parecidos a los de los guardianes. Es la luna llena en los ojos de alguien, una mujer de la que ahora no recuerdo casi nada.

Oh genial, más confusiones para mí. Ahora resulta que está teniendo sueños similares a los míos.

—¿Por qué son tristes? —Comienzo a indagar— ¿Alguien llora?

—Es muy caótico, como si lloraran la muerte de alguien.

—¿Ves sangre? ¿Qué hay de sus vestiduras? ¿Son antiguas? —su expresión cambia y me juzga con sus bellos ojos.

—Hay algo que no me has contado —afirma y vacilo, pero decido contarle y me siento de golpe. Apoya su cabeza sobre la palma de su mano.

—He estado teniendo sueños igual de raros, dos mujeres, ambas parecen nobles. Una llora y sí, los mismo ojos grises... Raro ¿Verdad?

—Confío en que ahora vas a investigar sobre esto.

—Vamos, Jungkook, tienes que ayudarme con eso.

—No entiendo, es como una conexión —se muerde la punta del pulgar, pensativo—. En la biblioteca no hay mucho sobre eso y según los profesores no es posible que un híbrido y un puro logren formar un vínculo demasiado fuerte.

Eso es exactamente lo que me detiene de pensar en que cualquier cosa es posible.

—Se supone que no, tu parte humana no te permite amar solo una vez —asiente lentamente, parece pensar en algo. Entonces como si se armara de valor endurece la mirada y sube el mentón.

—¿Te gusto?

—No lo sé.

—¿Estás enamorada de mí?

—Hold on —levanto las manos con las palmas abiertas—. Ya te dije que no lo sé, estoy tan confundida como tú. Solo sé que... Que me gusta tenerte cerca.

—Bien, puedes irte —arrugo la expresión tomando seriedad.

—No me des órdenes.

—No te ordené nada, solo te dije que ya puedes irte —responde con bastante tranquilidad y vuelvo la mirada.

—¿Y si no quiero?

—Entonces quédate aquí, pero te advierto es muy aburrido este lugar.

—Si sabes que el que se encerró aquí fuiste tú ¿Verdad? También puedes irte.

—No quiero volver a compartir habitación con nadie, de hecho, odio estar aquí, quiero irme.

Y ahí está, se había tardado. Una idea se me ocurre y sonrío.

—Bueno, entonces vámonos. Pediré un permiso —me levanto de un salto y extiendo la mano. La mira, luego me ve a mí y regresa sus ojos a ella. Así que tomo su mano y tiro para que se levante, tengo bastante fuerza pero él también y empezamos una pequeña lucha por quién cede primero.

—¿A dónde?

—A ver el atardecer, comer... Yo que sé, tengo hambre. —vuelvo a tirar y casi lo logro, pero no.

—Quiero una hamburguesa. —comenta de repente y me detengo.

—Te dio un infarto, estás a dieta.

—A la mierda, Venus, quiero una hamburguesa y no me vas a prohibir comerla.

Por supuesto que lo haré.

—Que terco, te vas a morir.

—Sí, sí, lo que digas. —entonces me toma por sorpresa y cuando me hala tropiezo. Casi caigo y mi pecho se termina estrellando en el colchón. Me quejo y por primera vez, en mucho, muchísimo tiempo, se ríe.

Es como oír el coro de los ángeles cantar aleluya de forma mística y divina ¡Pero qué preciosidad! Suspiro sonriendo abiertamente y me acerco mucho a su cuerpo. Básicamente está a la orilla de la cama y si se rueda, se cae. Sigue con el codo flexionado, apoyando la cabeza en su mano. Levanto el rostro cuando estoy muy cerca del suyo y sé que está esperando a que haga algo. Dejo un beso pequeño en su mentón, luego otro en la comisura de su labio inferior y después en el lunar que tiene debajo de este.

Me levanto de nuevo y tiro de su mano, esta vez sí se levanta.

—Hoy dormirás conmigo —le digo una vez dejamos la habitación. Mira a todas partes y después suspira, sigo sin soltar su mano. Es muy grande, tiene dedos delgados y bonitas uñas. Realmente me gustan.

—No, ya sé cómo eres de loca.

—Cállate, no es lo que piensas —atravesamos un pasillo que nos llevará a otra salida y llegaremos más rápido a los ascensores—. Vamos a meditar hasta muy tarde.

—¿De verdad? —inquiere elevando una de sus comisuras, no me cree ni un pelo.

—De verdad. —contesto risueña.

—¿Por qué?

—Porque mañana no podrás verme y tal vez al día siguiente tampoco, tómalo como una cita.

—Una cita... —murmura pensativo, su sonrisa pequeña me da mucho que pensar, a veces es poco difícil de distinguir qué es exactamente lo que está pensando.

Cuando encontramos un elevador cercano lo tomamos y presiono el botón de un piso más abajo porque primero quiero bañarme y quitarme este estúpido uniforme. Quiero ropa cómoda, la necesito. El látex se adhiere a mi cuerpo y a veces lo llevo tanto tiempo puesto que siento que no puedo respirar. Es un buen uniforme porque me protege bastante de ciertas cosas y es flexible a mis movimientos. Pero todo en exceso es malo.

—¿Trabajo? —pregunta distraído cuando las puertas se cierran.

—No, mañana hay luna rosa.

—¿En serio? ¿Y qué se hace cuando eso pasa?

—Nada, pero en el caso de las mujeres tenemos que ocultarnos —en ese instante su curiosidad sale a flote y me observa confundido. Yo me dedico a hablar distraídamente mientras me suelto el cabello, ayer me puse extensiones porque quería que Nana me hiciera peinados bonitos para olvidar un poco mi angustia por el estado de la persona a mi lado.

—¿Ocultarse?

—Digamos que nos ponemos un poco... Raras. Ustedes lo llaman menstruación.

—Espera, espera ¿Me estás diciendo que ustedes no menstrúan hasta que aparece la luna rosa?

—Sep —la mueca que hace es bastante cómica—. Pero es un poco más fuerte, primero porque la luna rosa no tiene fechas de aparición, a veces tarda años en aparecer y otras sale hasta dos veces al año. Segundo; porque nos volvemos un poco insoportables.

—¿En qué sentido?

—En todo el sentido, Jungkook, varía dependiendo de la mujer.

Hace un sonoro "Ah" y luego asiente. Él no lo sabe pero es bastante tierno sin su máscara de chico malo destripador de rubias que todo le molesta.

—Pero entonces si es así el ciclo menstrual ¿Cómo demonios es eso de la fertilidad?

—Para eso está la luna azul.

—De acuerdo, era de esperar que dijeras algo como eso. —suelto una carcajada, parece abrumado de repente. Las puertas del ascensor se abren y caminamos a paso rápido porque así lo hago yo.

—La luna azul ocurre cuando hay dos lunas llenas en el mismo mes, casi siempre es a finales de septiembre —le explico—. Ocurre cada dos años durante una semana y es la única oportunidad que tienen las bimbaio para embarazarse.

—En pocas palabras, solo son fértiles en esa temporada —afirmo su conclusión—. Con razón todos ustedes cumplen años entre mayo y junio.

No creí que se daría cuenta de ese detalle.

—Es una temporada bastante... Inquietante, si fuéramos animales diría que se trata de una época de celo —sus cejas se elevan—. Lo demás es bastante cool; hacemos celebraciones toda la semana hasta el amanecer, también hacemos oraciones a Inanna, algunos cantan.

—No sabía de eso.

—Los profesores no nos hablan de ello hasta que entramos en el mes. Aunque claro, eso lo hacen en el jardín de niños. Todos en tu clase deben de saber sobre ello... ¿Te parece si llevamos a tus amigos? Supongo que les gustará salir un rato de estas cuatro paredes.

—¿No que una cita?

—Cita de cuatro.

—Acepto.

Capítulo dividido porque me quedó re largo.

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