Capítulo 17
Capítulo 17: ataques... Al corazón.
No sé quién de los dos perdió la cabeza primero, si ella o yo.
Con sus maravillosas y delicadas manos me tocó hasta que se lo permití y sus labios hicieron de mí a un débil ser insignificante sin voz ni voto. En aquel momento todo pareció importar menos, todo pasó a segundo plano y eso es algo que en todo lo que llevaba de carrera nunca me habría permitido hacer, porque estaba cediendo en medio de una misión. No sé cuándo a mi camisa le aflojó dos botones, o cuando es que escurrí las manos bajo su falda, tampoco noté el sabor de su labial hasta ahora y para cuando quise darme cuenta ya éramos un completo desastre de saliva, labial y toques calientes.
Muy, muy calientes.
Estoy duro hasta los huevos, durísimo. Venus sabe a duraznos.
No estaba siendo profesional y la prueba clara de ello era que me estaba besuqueando con mi supervisora como si fuera un adolescente haciendo de las suyas con su profesora de la secundaria ¿Estaba bien? Obviamente no lo estaba, pero mandé todo eso a la mierda incluso cuando no quería hacerlo.
Desde que la conozco mejor no me entiendo, porque puedo decir que sé mucho de ella y al mismo tiempo no sé nada.
¿Qué es lo que realmente me gusta tanto de Venus? Probablemente ese poco que conozco de su persona. Lo que me lleva a cuestionar si lo otro que no conozco también me gustará cuando me lo muestre, o no.
Demonios ¡Iba a enloquecer por su culpa! Su perfume, su tacto, el efecto de ella en sí causaba estragos en mi organismo, sacudía a mi corazón y hacía lo que le apetecía con él. Era como si estuviera en una especie de trance mientras nuestros ojos permanecían cerrados, nuestras almas estaban en medio de un vals seduciéndose entre sí. Se devoraban sin pudor ni miedo, y yo me la estaba devorando a ella como si no hubiera besado a alguien en mi vida.
No me sentía yo, estaba perdido. Perdido en ella, la flamante rubia con peluca que se encontraba sobre mí sin dejarme escapar. Ella hacía lo que le salía, lo que le apetecía y necesitaba y mi cuerpo simplemente respondía.
Ella era la acción y yo su reacción, así de simple pero a la vez confuso, muy confuso. No es posible que sienta cosas tan descabelladas y fuertes estando bajo su efecto, pero no me queda bien decirlo, es contradictorio.
Claro que es posible, el momento es la prueba de ello.
Acaricia mi nuca y mi cabello, la falda de su largo vestido negro se enrolla hasta más arriba de sus rodillas debido a mis manos debajo, con los dedos puedo palpar los lados de su cadera y también la funda en dónde se supone lleva el arma. Sus pálidas piernas marcan sus músculos al apoyarse en ellas sobre el colchón para no caer completamente sobre mí de nuevo y lo agradezco, un solo roce y quien no nos va a dejar salir de aquí a tiempo seré yo. La verdad es que Venus es completamente diferente a cualquier mujer que haya conocido. Es dominante, no se deja intimidar, le gusta jugar con las sensaciones y es bastante decidida. Si quiere algo lo consigue, bastante imponente. No es sumisa, tampoco finge ser tierna aunque naturalmente lo es.
Utiliza todos sus encantos a su favor y no le avergüenza nada, absolutamente nada.
La palabra "pudor" definitivamente no está en su vocabulario. Pero lo demuestra de otra manera, porque no es vulgar, eso... Tampoco está en su vocabulario.
No tiene miedo, realmente no parece conocer esa palabra. Si le intereso solo se mueve como más le gusta, utiliza la estrategia de su natural encanto y va a por mí sin dudar. Como si supiera de antemano que, aunque yo trate de poner resistencia, no voy a rechazarla.
Tengo miedo, no estoy seguro de si es de ella, de mí, de lo que me provoca o de lo que no conozco. Porque es impredecible hasta cierto punto, algo nuevo para mí. Un prototipo de mujer que se encuentra infravalorado en el reino en el que nací y viví tanto tiempo. Por eso es que ella siempre del primer paso en todo me pone de los nervios y me hace sentir como un sumiso de mierda.
Lo peor, no me molesta. Aparento lo contrario pero... No me molesta. Tampoco tengo razones para alejarla de mí, no me ha hecho nada y tampoco existe algo que lo prohíba o eso creo.
Así que me dejo hacer por unos minutos más, pero solo unos muy pocos. Hasta que se cansa o quizás hasta que su sentido del deber le indica que debemos parar, porque con todo lo que está haciendo su boca no creo que podamos detenernos después.
No puedo creer aún que yo la haya besado, y que aún así ella tenga el control.
Lo admito quería más, Choi Venus es una exquisita delicia que no me cansaría de probar nunca. Y sé que me tiene muy mal porque de lo contrario no estaría pensando tantas cosas.
Ni mucho menos imaginando tanto.
—¿No que no querías? —susurra contra mi oreja. Coloco mi mano tras su espalda baja para acercarla todo lo que puedo a mí, y le devuelvo el susurro harto de sus burlas.
—Cállate ya —musito—, inspectora molesta.
Su risa tan aguda y suave me eriza la piel, mi cuerpo sabe lo que siente, todo en mí tiene claros los objetivos. Pero mi cabeza y algo muy en el fondo de mi ser me dicen que estoy confundido, que no sé qué carajo acaba de ocurrir ni como catalogarlo. Que no tengo idea de qué es lo que sigue ni como debería actuar después. Ella parece muy tranquila, respira agitada cuando se levanta y me tiende una mano para que yo también lo haga. La tomo, su piel es suave y caliente, sus dedos llenos de anillos son cortos y algo regordetes, son como las manos de una niña. Luego veo su rostro al levantarme porque tira de mí y estamos cerca nuevamente. Sonríe y me fijo en sus gestos, también tiene el rostro de una niña con maquillaje de mujer.
Pero cuando le doy un vistazo entero, ese pensamiento desaparece y solo quiero salir corriendo de aquí antes de que yo también enloquezca tanto como ella. Antes de que pierda la cabeza y caiga a sus pies como un idiota.
—Vamos, vamos, vamos —alenté acomodando mi vestimenta.
—Ok pero no corras.
—Si quiero correr, lo hago —le respondo seco.
—¿Qué te pasa? Estás temblando.
—Tú igual.
—Oh —musitó dándome un apretón—. Es cierto ¿Qué demonios nos pasa?
—Luego hablaremos de eso.
—Lo que tú digas, Rey.
El tiempo se me pasa volando, cuando menos me lo espero estamos escoltando a Grecia y a Kai al gran salón. Todas las miradas se posan en ambas de forma inmediata pues la invitada especial ha hecho su entrada. La duquesa entrelaza su brazo con el del soltero rey y los primeros ministros de ambos reinos se acompañan. Pronto están saludando y conociendo a personas nuevas, todas importantes y con título nobles. Con las manos tras la espalda Jimin, Venus y yo nos quedamos en distintos puntos del salón. Sigo los movimientos de ambas mujeres, atento a cualquier cosa.
Así pasa al menos una hora y como ya estoy acostumbrado, el ambiente es hipócrita y bastante aburrido. El sonido del comunicador en mi oído me pone alerta después.
—El objetivo está entrando al salón —esa es la voz de de Venus.
—Copiado —contestamos a la vez. Pero no solo somos dos voces, reconozco dos voces femeninas y una masculina además de la mía y la de Jimin. Ikaika también tiene un audífono en su oído que es oculto por su cabello pero obviamente no puede contestar.
Mis ojos se mueven con bastante disimulo a las grandes puertas de oro del salón de fiestas. Cuando me dijeron que se trataba de una bruja lo primero que imaginé sería a una mujer de avanzada edad con extrañas fachas. Pero no, y fue estúpido creer algo así de alguien que pretende actuar como un humano común. Una mujer afroamericana con un vestido rojo de gala, muy joven de apariencia que es escoltada por dos mujeres más. Se quita el chaleco de plumas envolviendo sus brazos y sus hombros quedan al descubierto. Sobre sus dos guantes largos y muy finos hay muchas pulseras y anillos en sus dedos, tiene un maquillaje muy extravagante y un moño en lo alto de su cabeza que desde mi posición se ve bastante apretado.
—Armas instaladas —habla quién supongo es Dara.
—Parámetro despejado —y supongo que ese es Yeounjun.
—Seis, ya puedes proceder —la orden la da Jimin. Un minuto exacto pasa para que por fin Ikaika de alguna excusa para separarse del tumulto. Camina hacia mí con parsimonia y elegancia, dedicando un par de miradas en el proceso.
Sale del salón conmigo detrás de ella. Atentos a cualquier cosa caminamos por los pasillos. El despacho del rey está muy cerca de la sala del trono pero también de la cocina y una de las tantas salidas a los jardines así que no es sospechoso vernos caminar por aquí. Nuestros pasos son seguros, yo soy quien menos disimula porque se supone que estoy cuidándola.
—Objetivo fijado —oigo la voz de Suni. Jimin y Venus le indican que esperen a mi señal.
Cuando estamos por llegar Yeounjun está parado a un lado de las grandes puertas, finge custodiar la entrada y allí nuestros caminos se separan. Sigo con mi caminata hasta la salida al jardín, luego de pasearme por ahí prosigo a rodear todo para desviarme hasta el estacionamiento.
—Identificación —saco lo que pide del bolsillo de mi saco, una vez la muestro me examina el rostro y me deja pasar. Juego con las llaves de la camioneta mientras me aproximo a ella, abro la puerta y entro.
Una vez en el asiento cojo el portátil de Venus entre mis manos y hago un pequeño truco que en informática me enseñaron a hacer. En cuestión de segundos tengo en mi poder al sistema eléctrico-inteligente de un auto estacionado frente a mí, no es la primera vez que hago esto pero si la primera vez que lo empleo fuera de la base. Cuando el motor del automóvil es encendido lo coloco en piloto automático y el descontrol comienza.
Arranca de golpe, el sonido alerta a los guardias de la entrada y seguramente del pasillo que hay que recorrer para salir directamente del palacio. Corren detrás del auto cuando comienza a descontrolarse y aprovecho mi oportunidad. El motor de la camioneta ruge y en lugar de salir por el mismo camino giro el volante hacia los jardines, atravesando áreas poco transitadas pero llamando la atención de otros guardias.
—Tengo el USB —informa Ikaika y las llantas de la camioneta rechinan sobre el camino de piedra cuando freno frente a la salida trasera de la cocina.
Esta desolado por aquí.
—¿Catorce? —le llamo para asegurarme de que me escucha.
—Estoy en posición —justo en ese instante veo a Ikaika correr hacia aquí y abro las puertas. Varios se interponen en su camino pero unos cuantos golpes son suficientes para dejarle el camino libre. Yeounjun saca su arma y cuida sus espaldas en lo que ella sube y no ha terminado de cerrar la puerta cuando ya estoy arrancando de nuevo.
—Fuego.
Entonces el disparo se oye por todas partes, y detrás de ese se oyen muchos más.
—Yeounjun, ubícame.
—¡¿En dónde coño está Grecia?! —el que grita es Jimin y aunque parece desesperado los divisamos.
Ikaika y yo nos miramos, freno el auto justo en frente del gran ventanal del salón de fiestas y desde aquí podemos ver el desastre allí adentro. Guardias se acercan hasta dónde estamos y empuñamos nuestras armas cuando comienzan a disparar. Venus viene descalza apuntando a todas partes con su arma, derriba a varios guardias reales pero son muy pocos pues se encargaron de cerrar el salón con los invitados dentro. Noto con algo de impresión como esquiva balas con tanta astucia, una cosa es verla entrenando y otra es verla en acción justo como ahora. Coge una silla, la lanza contra el cristal rompiéndolo en pedazos, formando una vía de escape más rápida. Detrás de ella viene Jimin con la bruja en sus brazos pero no veo a Grecia cuidando sus espaldas. Ikaika sale del auto para ayudar y aunque no quiero tengo que quedarme aquí para arrancar apenas suban.
—Luna nueva a creciente, perdimos de vista a siete, repito; perdimos de vista a siete —informo con la esperanza de que alguien diga algo— ¿Me copian?
—Luna creciente, copiado.
Lo que quiere decir que tampoco la ven. La camioneta es blindada por lo que los disparos no afectan pero bajo el vidrio cuando veo que se les dificulta la tarea en el camino a los demás. Saco mi cuerpo por la ventana y otra arma de mi saco, y con ambas manos comienzo a dispararle a todos los que se acercan a ellos para despejar el camino, bloqueando algunos disparos en mi dirección. Más disparos aparecen desde arriba derribando a más y apenas puedo ver que se trata de Dara y Suni disparando desde un tercer piso.
La puerta de atrás es abierta y la primera en ingresar es Venus, recibe en sus brazos el cuerpo inerte de la bruja y Jimin sube para pasarse al maletero. Ikaika sube a mi lado de nuevo y yo me preparo para arrancar pero el grito del pagano me detiene.
—¡No podemos esperarla! —exclamo alterado.
—¡No la vamos a dejar!
—¡Váyanse de aquí, nosotros sacaremos a Grecia! —Suni es quien grita en mi oído y hago una mueca por ello. Jimin deja de gritar y esa es mi señal.
Así que no lo pienso demasiado para pisar el acelerador.
—Tengo un problemita.
Solo han pasado unos diez minutos desde que salimos de ahí. Jungkook no ha parado de conducir un solo segundo y la velocidad está a todo dar. La bruja permanece ahora en el maletero, amordazada y con esposas especiales de níquel que neutralizan y encierran la magia negra en un campo magnético invisible. No ha despertado aún y aunque lo haga estamos preparados para ponerla a dormir de nuevo. Estaba tan nerviosa por todo lo que pasó en tan solo un par de minutos que no me di cuenta de la sangre bañando mi vestido.
Soy jodidamente torpe, definitivamente funciono mejor estando detrás de una pantalla.
Quiero decir, sí, soy capaz de captar varias cosas a la vez pero no tantas. Mis sentidos se enfocaban en la gran cantidad de guardias disparando en nuestra dirección, esquivé varias balas pero en algún momento alguna tendría que darme porque era yo quien estaba al frente.
Jimin se alarma y me revisa de inmediato, no es algo grave solo se trata de un roce pero arde como el mismo infierno. Me cura por cuenta pero no durará mucho porque necesitamos herramientas de primeros auxilios. Detiene el sangrado y se asegura de que la herida esté limpia. Tiene varios cortes en su rostro al igual que yo tengo varios en mis brazos.
En cuestión de minutos aquel salón se había convertido en una sala de combate bastante sangrienta, con balas y cuchillos por doquier. Maté a varias personas, Jimin rezó mentalmente por sus almas y entre los dos trajimos a una bruja sádica que de no ser por Grecia lo habría estrangulado.
Grecia... Busqué en mi portátil la ubicación de su rastreador y afortunadamente se encuentra con Suni y el resto.
Una hora es lo que tardamos en salir completamente de Roma, Jungkook aparca en una zona verde y entre él y Jimin se encargan del cuerpo. Ikaika y yo desvalijamos la camioneta para que no quede rastro alguno de nosotros ni tampoco nos falte algo. Una vez vacía, mi amigo chasquea sus dedos y con tocar apenas una de sus puertas esta comienza a incendiarse.
—¿Estás bien? —susurra alguien a mi lado, Jungkook me observa sacar los tapones de retorno del estuche.
—Siempre.
—Si te sientes mal...
—Estoy bien, no te preocupes —conteste protegiendo mis oídos, entonces lo veo elevar una ceja.
—¿Quién dijo que estaba preocupado?
Tonto.
—Vamos antes de que el fuego llegue al tanque de gasolina —comenzamos a caminar, entonces Park me echa un ojo rápidamente— . Y tápate los oídos ¿Quieres?
—Estoy en eso.
—¿En dónde dijeron que nos recogerían? —inquiere el otro hombre, sobre su espalda está el cuerpo inconsciente de la mujer y no parece tener mucho problema con el peso extra.
—No puedes escucharlo pero el helicóptero viene hacia acá —informo yo—, está un poco lejos aún.
—Solo hay que adentrarnos en el bosque, nos encontrarán.
Continuamos todos en silencio, pisando ramas y maleza, entre árboles altísimos y el sonido de los grillos al cantar. La noche está fría, bastante, y la única luz que nos guía es la lunar porque no es muy conveniente usar linternas que solo podrían delatar nuestro paradero.
Jimin y yo vamos a la delantera porque somos los que mejor podemos ver en medio de tanta oscuridad.
—Hay bastantes animales salvajes en esta área, no hagan movimientos bruscos.
—Diles que no se acerquen y ya.
—No puedo, estamos en su territorio.
La morena bufa optando por quitarse los zapatos también. No tengo las manos tan libres debido al bolso que llevo en mi brazo y el portátil en otra mano. Pero intento presionar un poco la herida en el costado de mi cintura. No ha sido más grave porque la daga que guardaba de ese lado ayudó a que la bala no penetrara más en mi piel.
—Entonces diles que no vamos a comernos a ninguno —puedo oír a mi amigo reír levemente. Este hombre siempre está de buen humor.
—Es más fácil hablar con muertos que hacerle entender a un animal, ellos no razonan como nosotros, Ikaika.
—Pero ¿Si te escuchan, no?
—Lo hacen.
Me detengo en seco y por consecuencia todos lo hacen.
—¿Oyeron eso?
—No.
—Hay alguien más por aquí.
Nos quedamos callados en el mismo lugar. Miraban hacia los lados pero no encontraron nada y pusieron sus ojos en mí. Percibo a alguien, no muy alto de estatura y contextura pequeña, quizás un niño o una mujer. El peso de sus pisadas es apenas audible pero no puedo oír nada más. Me confundo un instante porque la presencia parece cambiar de posición, ya no está en el mismo lugar. Mis cejas se juntan, un humano no puede simplemente andar así de rápido sin hacer demasiado ruido.
—Espera, siento algo —advierte Jimin y extiende su mano. La tomo y con sus dedos traza una línea recta desde mi muñeca hasta mi palma. Sus ojos se vuelven grises y la media luna comienza a aparecer en su frente, oigo como la respiración de Ikaika se detiene por un segundo al verlo.
Jimin me transmite sus sensaciones a través de la Luscientia y un escalofrío invade mi cuerpo pues no es normal. Hago lo mismo, conecto mis sentidos con los suyos para que note como aquella persona oculta en la oscuridad se mueve de aquí para allá, sin dejarme ubicarla.
—No puede ser un brujo, no se siente así. —murmura y le creo. Suelto su mano cuando me mareo de tantas vueltas que da la persona, la herida me está debilitando.
El sonido del helicóptero se hace cada vez más cercano, tanto que incluso los demás logran oírlo.
La cosa empeora cuando Jungkook emite un quejido y flaquea. Sus manos van a parar a su pecho y todo pasa demasiado rápido. Ikaika se encarga de la bruja al mismo tiempo que corro para sostenerlo antes de que se golpee contra el suelo. Pesa mucho para mí así que me siento sobre la hierba fría y su cabeza se recuesta en mi regazo. Sus manos se vuelven puños sobre su pecho y se queja con dolor.
Comienzo a entrar en pánico cuando siento a aquella cosa cada vez más cerca de nosotros.
—Jungkook ¿Qué ocurre? ¿Qué te duele?
Pero no puede hablar, el aparente dolor no lo deja. Jimin aún en su forma original se arrodilla junto a mí para tocar el lugar que señala, pero tan pronto como lo hace se aleja exaltado.
—¿Qué le pasa?
—Está a nada de un infarto fulminante.
—¡¿Qué?! —Ikaika tira el cuerpo de la bruja en el suelo sin ningún tipo de cuidado para acercarse a ver.
—Jimin, haz algo —intento mantener la calma porque perderla no es la mejor opción.
—Haz que se siente —ordena y obedezco. Tomo al chico que no para de quejarse y levanto su torso hasta que queda apoyado en mi, sentado en el suelo. Procede a tomar sus signos vitales.
—Doscientas pulsaciones por minuto, aflojen su ropa para que respire.
Jimin le quita la corbata y con mi ayuda el saco, luego desabrocha varios botones de su camisa. Ikaika desabrocha su cinturón a la vez que lo despoja de armas. Junto a sus pies crecen plantas a un nivel anormal y cuando detienen su crecimiento el castaño las arranca.
—Es un analgésico y ayuda con el flujo sanguíneo —lo tritura un poco juntando ambas palmas de sus manos y luego se lo da de comer a Jungkook quien al menos respira mejor—. Avisa si quieres vomitar.
—¿Va a morir?
Por alguna razón su pregunta me hizo gracia pero no lo hice notar y por el contrario negué como respuesta. Los árboles comenzaron a moverse por la repentina brisa, el helicóptero está muy cerca pero no lo atribuyo a eso porque es diferente, se siente diferente. Es frío y pesado el ambiente, y compruebo que se trata de otra cosa cuando mi amigo frunce el ceño y segundos después animales comienzan a rodearnos.
—Aún le quedan como tres horas y —contesto vagamente observando a mí alrededor. Ciervos, liebres y un lobo, también búhos... Águilas arpías en las ramas que se sacuden—... Los chicos han llegado.
Nos levantamos de nuevo, Jimin se encarga de Jungkook quien jadea y entre la morena alta y yo alzamos a la bruja. Tenemos que movernos hasta un espacio más abierto, justamente en donde el helicóptero desciende. Intento ignorar lo rara que es la situación... La presencia de una persona que nos observa.
No tiene sentido, los animales deberían haberse asustado por el revuelo de la nave pero lejos de eso se reunieron a nuestro alrededor.
Oigo las sirenas de policía, están lejos aún pero llegarán en cuanto vean la camioneta incendiándose.
Una jaula de níquel baja poco a poco, le indico a Ikaika que pondremos a la bruja ahí y una vez lo logramos nos acercamos a Jimin cuando la escalera plegable baja. Esto me recuerda a cuando nos rescataron a las afueras del palacio coreano, solo que esta vez somos más. Jungkook se agarra de la escalera pero cuando hace el mínimo esfuerzo pierde y flaquea.
—No podrá subir —indica el castaño pasando el brazo del menor por sus hombros para que se apoye.
—¡¿Están todos bien allá abajo?!
—¡Evacuación médica! ¡Rápido!
—¡Entendido!
La que no entiende nada soy yo ¿Qué sucede? ¿Cómo pudo pasar algo así tan de repente? Jeon Jungkook es un hombre joven que nunca en su vida ha tenido ningún tipo de enfermedad o condición médica, se alimenta bien y últimamente lo ha estado haciendo demás pero de forma sana, lo sé porque aunque estuve ocupada también estuve al pendiente de él. Hace ejercicio, entrena y estudia ¿Cómo podía simplemente pasar algo así? Ni siquiera presentó algún síntoma antes o de lo contrario Grecia se habría dado cuenta.
Jimin se encarga de despejar el espacio, hace un esfuerzo un poco más fuerte para apartar ramas peligrosas pues los árboles en sí están muy separados unos de otros, lo que obstruye son las ramas. Poco a poco lo hacen y el helicóptero desciende. Una vez abajo Yeounjun y Grecia bajan con la camilla corriendo y no tardamos en subir a Jungkook allí. Las sirenas se escuchan más cerca y oigo otro helicóptero que estoy segura no nos pertenece.
Tenemos que irnos rápido.
En cuanto suben nosotros lo hacemos y la aeronave manejada por Suni y Dara vuelve a subir.
—No podemos partir a Egipto, necesita cuidados coronarios lo más pronto posible —el pagano habla a través del comunicador, Grecia le pasa el equipo de primeros auxilios y lo primero que hace es colocarle oxígeno cuando está dejando de respirar—. Iremos a la base de Roma.
Sus manos se colocan en el pecho del pelinegro pálido, y estoy luchando por no dejar que los nervios me paralicen porque se ve muy mal. No es la primera vez que estoy ante algún caso de gravedad y somos profesionales pero, no sé, estoy angustiada.
Repito, se ve muy mal.
Tomo un fusil, un arma larga, la cargo y me pongo un arnés que me mantiene sujeta.
—Yeounjun ¿Puedes hackear el heli-cop?
—Utilizaré el radiocontrol pero llevará dos minutos.
Bien, aquí vamos.
Me dejo caer, mis talones tocan la orilla del helicóptero pero mi cuerpo le da la espalda al vacío. El arnés no permite que me caiga y así es como fijo a la nave como objetivo. Nos están siguiendo pero están lejos aún, una persona normal no podría enfocarlos y acertar los disparos aunque esté usando un fusil francotirador.
Pero gracias a Inanna no soy una persona normal.
—Rey, por favor, no mueras —susurro para mí misma.
Justo en ese instante, cuando entre los disparos doy una rápida vista hacia el bosque, entre animales y maleza enfoco algo muy curioso. Una mujer de ojos brillantes, cabello gris y tez oscura me mira fijamente a pesar de la distancia. Y me llevo un susto tan grande que casi suelto el arma.
Sonríe de lado y en un parpadeo desaparece.
Pinche Wattpad que me cambia los guiones y me daña los capítulos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top