Capítulo 14
Capítulo 14: conexión.
Hacía varios días desde la última vez que vi la luz de la luna brillar sobre mí, no es que me agrade mucho pero al menos estar afuera me pone menos ansioso. Ahora mismo no había más que una leve llovizna fría que mojaba las calles de la ciudad en la que la mayoría de los caminos son de tierra, al ser de noche no hay mucho movimiento de peatones en la calle pero si hay autos y motocicletas por aquí. Venus es quien conduce la camioneta mientras yo solo admiro el camino que recorremos. Sobre su cabeza lleva una especie de velo improvisado que cubre la mayor parte de su cabello y se sujeta con un broche. Ya no viste con un uniforme sino que está usando una camiseta blanca común sujeta en un nudo que descubre su abdomen, y pantalones anchos cafés que combinan con la tela sobre su cabeza.
—De verdad necesitabas salir —su suave voz me hace estremecer después de haber permanecido en silencio durante al menos diez minutos. Salimos de la ciudad por lo que veo y ahora vamos en una especie de desviación del camino, a lo lejos puedo ver el reflejo brillante de la luna sobre el río.
—¿Por qué lo dices? —me mira un momento antes de devolver su vista al camino y sonríe a medias.
—Estabas demasiado tenso cuando te vi, luces más relajado.
—Sí, supongo que gracias.
—No hay de qué.
Se quita las gafas que ocultaban a sus orbes en cuanto el auto lo detiene a orillas del río. Le miro sin entender cuando baja y a pesar de eso la sigo cerrando la puerta después y quedándome allí, de pie. Ella se gira hacia mí y con un leve movimiento me indica que me acerque, vacilante lo hago viendo todo a mi alrededor. El canto de los grillos a penas se escucha debido a la llovizna pero lo que si oigo en cantidad es el canto de los sapos y ranas. Aquí no hay ni la más mínima hoja o señal de césped, solo tierra y más tierra húmeda, barro. Me cruzo de brazos cuando llego a su lado y sus ojos están puestos en el río, un extenso y oscuro río en la noche.
El famoso río Nilo de Egipto.
No sé porque, pero me siento en desventaja estando aquí. Me siento... Como si no debería estar aquí. Un escalofrío me recorre entero.
—¿Qué es lo que quieres saber?
—¿Hm?
—No necesito ser una guardiana mental para saber que tienes muchas preguntas —asiento lentamente, bueno, es más inteligente de lo que parece. Y tiene que serlo, el rubio de su cabello teñido no es más que un despiste para los fans de los estereotipos y prejuicios, pues para ser hacker profesional tiene que tener un alto coeficiente intelectual o al menos ser bastante ágil y observadora—. Admito que me halaga saber que me hayas preferido a mí para esto.
—Eres la única que no me trata como un experimento fallido.
—Lamento que estés siendo obligado a todo esto, but the situation is more difficult than you think, babe.
He notado un detalle, y es que me he enterado de que todos allí tienen que hablar más de cinco idiomas. Pero Venus lo hace notar de una peculiar manera pues la he escuchado mezclar los idiomas al hablar, a mi parecer su lenguaje favorito es el inglés, sin embargo, con nosotros no suele aplicar mucho su costumbre porque la mayoría del tiempo nos habla en coreano.
Una manía que le queda bastante bien, en mi opinión.
Le he oído hablar en ruso, italiano, español, chino y árabe egipcio... Incluso lenguas antiguas que desconozco.
¡Búlgaro! ¡Habla búlgaro! ¡Hebreo también!
Tiene cuarenta y cinco años, tuvo tiempo suficiente para aprender todo eso y aún le queda mucho tiempo para aprender más. Es asombroso, realmente lo es y no lo niego.
De hecho, es un atractivo del que estoy seguro se aprovecha.
—¿Sabías que soy un híbrido?
—No, a pesar de que es mi trabajo saberlo todo de todos era casi imposible darse cuenta de tu genética. La última vez que visitaste a un médico fue para los exámenes médicos que la marina te obliga a hacerte para entrar y supongo que el bioanalista que se encargó de ti era un descuidado que no te ingresó a nuestro sistema.
Vaya, realmente tiene que saberlo todo. Pero da miedo, ni siquiera recordaba la última vez que visité a un doctor ¿Por qué ella sí? ¿También tiene memoria fotográfica o algo? No me sorprendería, parece no tener defectos y contrario a eso, es multifacética.
¿La estoy poniendo en un pedestal de repente? Pues sí, pero no lo sé, creo que es su atractivo el que provoca que las personas la idealicen.
Y así, tan de repente de nuevo, Venus despertó en mi curiosidad y no solo eso, interés también, un tipo de interés diferente.
—¿Todos los que son como ustedes están obligados a esto? —pregunto un momento después y aunque siento un poco de frío por las gotitas de agua ella no se inmuta. Al contrario parece disfrutarlo.
Mis manos están gélidas, pero las gotitas en mi piel de repente me hacen querer meterme en el agua. El cabello corto de la rubia Choi queda expuesto cuando la brisa hace que el velo se caiga hasta quedar alrededor de su cuello. No hay más luz aquí que la de la luna sobre el agua, hay algunos botes vacíos atados para que la corriente no se los lleve. Ella piensa un poco su respuesta para después negar.
—No realmente —me observa quitándose las gafas—, un bimbaio puede tener una vida relativamente normal siempre y cuando a lo que sea que se enfoque sea ofrecer protección de alguna forma. Un ejemplo es mi madre, es enfermera y tiene un refugio de animales.
Me pica la curiosidad por preguntar sobre en dónde está su madre y si tiene más familiares dedicándose a lo mismo que ella. Más no lo hago porque en realidad no es mi problema, y aunque hace varios días tuvo el atrevimiento de besarme no tengo confianza en ella y el sentimiento es mutuo.
Suspiro ¿Cuando voy a olvidar ese suceso?
—¿Qué pasaría si intento escapar? —me mira como si lo que estuviera diciendo fuera una completa estupidez pero yo permanezco en mi común estado de seriedad.
—Te atraparé, por supuesto. —y lo dice tan segura de sí misma que le creo.
—¿Y si no logras atraparme?
—Jungkook, cariño —mis cejas se juntan—, fui yo quien te encontró en ese barco con rumbo a Japón con tan solo teclear un par de cosas en mi computador ¿De verdad crees que puedes conmigo?
—No me subestimes.
—No lo hago, te conozco. Quién parece subestimar mis capacidades eres tú.
—Podrían simplemente dejarnos ir —ignoro su comentario y de repente siento que algo en mi estómago se revuelve—, de todas formas siempre están vigilando. No diremos nada si es a lo que le temen.
—Sé que es de poca moral decirte esto porque nadie lo hace contigo, pero tienes que tratar de comprender. Existimos desde que el mundo fue capaz de criar al ser viviente, incluso antes que los humanos. ¿Cómo crees que una especie como nosotros ha sobrevivido oculta durante tanto tiempo? —No respondo, no lo sé— Las reglas no las hicimos, las hizo ella.
Señalo al cielo, a esa luna nueva que resplandece sobre nosotros y opaca cualquier estrella que sea apenas visible.
—Gracias a sus reglas no cometemos errores, y no vamos a romperlas por tus deseos de regresar. Suena mal para ti, pero no vamos a arriesgarnos a que algo te suceda y cuentes lo que sabes, no vamos a entregar nuestro esfuerzo y la seguridad de nuestros pilares por alguien tan insignificante.
Aquello me cayó como un balde de agua congelada, con grandes y filosos trozos de hielo. Entiendo su punto, sacrificar algo tan valioso como su sistema por una sola persona seria una locura, como ella ha dicho soy insignificante. Pero sigo siendo en parte humano, y porque somos egoístas, mis deseos de largarme de aquí y perderme del mundo siguen latiendo y martillando.
No pertenezco aquí, siento que... Siento que soy diferente, más de que soy un híbrido poco aceptado, siento que no es aquí en donde debo estar.
El problema es, que regresando a Corea no voy a conseguir aminorar tales sensaciones, porque resulta que llevo sintiéndome incompleto toda mi vida.
Y no lo había notado hasta ahora.
—Nuestra existencia es un secreto universal que debe quedarse como lo que es, Jungkook —la rubia de labios rosados cambia a una expresión neutral que me hace entender que es un tema serio y no lo dudo. Su piel blanca se ve un tanto violácea debido a la luz escasa y la oscuridad que nos rodea—. Un secreto —trago en seco cuando se acerca unos cuantos pasos a mí—.Tenemos miedo de que ustedes digan algo y de la forma en la querrán sacarles información, tenemos miedo de que los descubran y precisamente por ello salgan lastimados. Somos una familia, si dejamos las armas y el ejercicio de lado, todos somos una familia. No veo porqué no quieres quedarte.
No puedo decir algo al respecto porque me han hecho sentir de todo menos parte de su "familia".
—Nos cuidamos la espalda porque cada uno de nosotros es muy valioso —murmura, llevando a sus dedos a mi frente y acariciando con el pulgar en el centro me relaja un poco. Resulta que llevo el ceño fruncido la mayor parte del tiempo y ya no lo noto—. Inanna no soporta perder a los suyos, nosotros tampoco ¿Y si alguien más sale herido? Boram, Taehyung, Ikaika, incluso el personal que atiende a tu hermana en ese hospital puede pagar por algún mal paso que des, cariño.
—Ya lo sé pero...
—Los superiores pueden ser radicalmente duros, pero todo lo que hacen lo hacen por nuestro bien y el de Terra, nada más. Hay una tribu de brujos muy grande que está persiguiéndonos para tenernos bajo su poder, nosotros... —ella misma se interrumpe al darse cuenta de que está hablando extremadamente rápido. Respira hondo y cierra los ojos, de imprevisto toma mi mano y aunque aún no me acostumbro a su toque me dejo llevar.
Parece frustrada.
—No somos perfectos pero —con cuidado comenzamos a bajar por el borde de tierra y rocas, hay algunas plantas por aquí pero no son muchas. A medida que bajamos hasta la orilla que no es mucho tiempo, el río ha estado creciendo, ella habla y yo solo escucho—, cree en mí cuando te digo que siempre hacemos lo mejor que podemos, y lo último que queremos es que a alguien le vaya mal. Los malos deseos no son parte de nuestra mente, ese tipo de impurezas no son características de un guardián —nos detenemos otra vez cuando estamos cerca del río, un pequeño bote con remos está frente a nosotros—. Nadie aquí quiere hacerles daño, solo tratamos de protegerlos. Literalmente ya no tienen a dónde ir y buscar a sus seres queridos en esta situación no es una opción viable.
Ella realmente quiere hacerme entrar en razón para que no intente irme, y jodidamente me está convenciendo. Básicamente es una estupidez siquiera intentar desaparecer, los bimbaio siempre van un paso adelante. Pero el hecho de que me haya dicho todo esto no cambia mi incomodidad al estar en la base, entrenando porque no tengo opción.
Las cosas serían más soportables para mí si al menos me ascendieran a mí y a mis amigos de nivel, el nivel en el que realmente estamos. Sabemos sobre combate y manejo de armas, estrategia, explosivos y tecnología, política y ahora estamos aprendiendo sobre la historia real, pero ellos parecen creer que solo por haber entrenado con humanos nuestro nivel de aprendizaje y capacidad es inferior.
Suspiro soltándome de su agarre y paso una mano por mi ya mojado cabello para quitarlo de mi rostro.
—Bien, ya entendí... No puedo salir de aquí.
—No pareces muy feliz. Te prometo que todo va a mejorar en cuanto los demás guardianes vean el potencial que todos tienen. —mis ojos se posan en su persona tan pronto como dice eso, y lo que ven como primer acto es su amable sonrisa de labios cerrados.
Tiene mejillas rellenas, cada vez que sonríe se abultan debido a esto y sus labios se ven un poco más pequeños. Es como una pequeña, tierna y amable muñeca que a simple vista no podría tener ningún tipo de perversión dentro de su ser. Cosa que sé que no es cierta porque me ha tocado ver la otra cara de la moneda.
Si dejamos su coquetería e imprudencia verbal de lado, lo atrevida que es, esta mujer puede ser amigable y al parecer empática. Se preocupa por los demás, tiene poca paciencia pero lo hace. La sigo hasta el pequeño bote y agradezco que nos hayan dado hasta las tres de la mañana para volver a Moonchild, porque al parecer el recorrido no termina aquí. Aunque si llegamos tarde no es como si me preocupara del todo. Tomo asiento dispuesto a tomar los remos pero ella se niega, tomando las riendas del asunto como creo que le gusta hacer siempre.
—¿Por qué hablan de su diosa como si realmente estuviera aquí?
—Porque está aquí. Mírala, nos observa y nos protege, ilumina nuestro camino a pesar de las nubes oscuras que la rodean. —sus ojos parecen brillar de repente cuando mira hacia el cielo, y mi corazón da un vuelco cuando hago lo mismo y efectivamente siento una pesadez en mi pecho que incluso me impide respirar con normalidad.
Conozco esta sensación.
Hay algo que no entendía desde muy pequeño y era precisamente esto. Le tenía miedo a la oscuridad, le tenía miedo a la noche por una razón; el astro que estaba en el cielo y salía cuando el sol se ocultaba. Me causaba temor mirarla, cuando lo hacía caía en una especie de trance, me paralizaba y parecía que mis ojos me jugaban una mala broma porque creía verla acercarse, como si quisiera aplastarme.
Imagina creer ver que la luna se te viene encima y no poder hacer nada. Era aterrador para un niño como yo. Con el tiempo me fui acostumbrado a ello, pero evitaba quedarme estancado en la imagen de su cambiante forma y su permanente luz.
Lo evitaba hasta ahora, que otra vez la veo sin importar las gotitas en mi rostro. Y como era de esperarse estoy hipnotizado.
—¿Sientes eso? —Pregunto en un murmullo sin dejar de verla, ahora mismo está en la primera fase del mes— Dime que sí.
—¿El nudo en el estómago? ¿Los escalofríos?
—Quiero vomitar —le oigo reír.
—Bien, será mejor que apartes la vista. —no sé en qué momento ocurrió pero el bote está avanzando y ella ya ha soltado los remos, de un momento a otro estamos en medio del río y el frío es más intenso en esta zona. Aún así no me desagrada, pero hay algo causándome malestar.
Venus toma mis manos, ambas, y les da un ligero apretón. Me observa un poco ida, sus labios están entreabiertos y aunque se supone que me observa a mí no lo siento así. Le miro sin entender hasta que ocurre algo que me corta el aliento durante un par de segundos, intento soltarme de su agarre pero no lo consigo. Sus dedos se han vuelto más fríos que los míos y me asusta lo que estoy viendo frente a mí.
—¿Qué demonios...?
El globo ocular de Venus se ha oscurecido totalmente, pasando de ser blanco a un azul tan oscuro que podría confundirse con el negro. Sus irises han cambiado por completo, ya no son cafés... De hecho, no sé si realmente eso es un iris. Literalmente tiene a la luna en sus ojos, de un color gris intenso, con reflejos blancos y plateados.
Es como si tuviera al cielo sobre nosotros pintado en sus ojos.
¿Qué es esto? Trato de hablar pero solo balbuceo sílabas sin sentido alguno mientras sus dedos aprisionan ahora mis brazos. La lluvia se vuelve cada vez más intensa, mi piel se eriza y mi corazón se acelera a un punto en el que creo que voy a desmayarme ahora mismo. Siento algo rodeándonos, algo extraño y pesado. Venus sigue en una especie de trance y me paralizo en el momento en que sus ojos se cierran y algo nuevo aparece en ella. La forma de una media luna va tomando forma en pequeños puntos rojos sobre su frente, manchas pequeñas en su piel similares a la picada de un mosquito que hacen poco a poco el dibujo que me impresiona tanto ver.
¿Qué hago? ¿Debería temerlo o no? ¿Esto hacen los guardianes? ¿Y si está poseída? La mayoría de la población en Egipto es musulmana ¿En dónde carajos voy a conseguir un exorcista?
¡Estamos en medio del río Nilo!
Para cuando abre los ojos estos siguen en igual estado, pero ya no parece ida ni muerta, está mirándome de nuevo y poco a poco me sonríe.
—Aún eres débil, por eso mi energía es tan pesada para ti —habla en delicados susurros, la lluvia provoca que el bote se tambalee pero no parece asustarse—. No temas.
—¿Qué ocurre?
—Estás viendo a un guardia lunar en su faceta más pura. —hay silencio, un silencio que solo hace más evidente el sonido de las gotas de agua al chocar contra la profundidad del río y el material del bote. Venus acerca una de sus manos a mi rostro y dejo que me toque, posando su palma en mi mejilla sus ojos vuelven a cerrarse y trago saliva cuando los latidos de mi corazón los siento en la garganta.
Entonces ¿Es así como se ven ellos realmente?
¿Yo también puedo hacer eso?
Siento ganas de acariciar la media luna roja en su frente con mis dedos, pero me abstengo porque no sé cómo le vaya a tomar o si le duele. Es como si la sangre hubiera dejado de circular en esa zona, deteniéndose allí para formar esa figura.
—Tranquilo, debes de estar tranquilo, todo pasa... La vida continúa —me siento como si estuviera dentro de una burbuja, para este instante estamos empapados y poco importa, su otra mano va a parar en mi pecho justo en dónde está mi corazón—. Los dioses aún no quieren que todo acabe, y no será así, no es tiempo.
Todas las preguntas que tenía ya ni siquiera las recuerdo.
—Somos hijos de la luna, no tenemos porqué llorar —vuelvo a ver sus brillantes y al mismo tiempo oscuros ojos. Sentados uno frente al otro nuestras rodillas se tocan—. No llores Jungkook, mejor siente lo que yo y entrega todos tus malestares. Déjalos ir, hay cosas más importantes.
—¿Cómo cuales? —mi voz sale temblorosa, un susurro apenas audible que ella puede oír porque no hay cosa que pueda pasar desapercibida.
—Como la paz... Tú paz, mí paz —su pulgar acaricia mi mejilla y respiro hondo cuando nuestras frentes chocan—. La paz de todos y de todo.
Como desearía no haber aceptado la propuesta de la reina. No sería el escolta de Dasha y no me habría involucrado en toda esta mierda.
—Venus... Volvamos a tierra.
No entiendo qué fue lo que dije para que se riera de esa manera en mi cara pero termina asintiendo, deja un beso pequeño en mi frente y a mí me deja más abrumado de lo que ya estaba. Parpadeo varias veces cuando toma los remos y yo niego rápidamente, quitándoselos de las manos y comenzando a dar la vuelta. La rubia vuelve a soltar una carcajada.
—No voy a comerte, Jungkook, o al menos no de la forma que piensas.
—¡Increíble! Has vuelto a ser tú. Ya no das tanto miedo.
—¿Puedo hacer eso?
—¿Qué cosa?
—Lo que hiciste en el río.
—Con esfuerzo y entrenamiento espiritual, sí. Y eso que hice se llama Luscientia.
Luscientia...
—¿Por qué la princesa Tzuyu está en retención?
—Es descendiente de Terra y Adán, todo lo que ha estado pasando le afecta tanto e incluso peor que a los paganos. Si la madre tierra sufre ella lo hará de igual forma.
—¿Crees que Yaveh tenga que ver?
—¿A qué te refieres?
—Odio asistir a las lecciones pero sí presto atención —carraspeo y ella observa interesada—. Yaveh controla tanto el día como la noche, y todo está conectado. La gravedad del sol y sobre todo la luna tienen una gran influencia en los océanos, por ejemplo, el crecimiento de las mareas. Vivimos en la tierra pero no es ella sola quién maneja el balance aquí. Todos trabajan en conjunto para mantener el balance y si uno falla...
—Todo se desmorona —continúa por mí y reluce en su rostro una media sonrisa, ruedo los ojos cuando pretende meterme una fresa en la boca y rechazo su gesto—. Sí, eso es exactamente lo que hemos estado pensando. Lo más probable es que Yaveh tenga que ver con esto, si fuera un problema con los dioses ya lo sabríamos.
—¿Cómo piensan encontrarlo? —el crujir del pan tostado suena entre tanto silencio cuando muerdo, realmente tengo hambre, otra vez.
—Aún no lo sabemos, pero el proceso de rastreo ya comenzó, cualquier pista importante, incluso el uso de energía desconocida en cualquier parte del mundo es de gran ayuda —frunzo el ceño cuando una pregunta nueva surge.
—Eso que nos rodeaba en el río ¿Era energía?
—Tuya y mía, sí —mis cejas se elevan, pensé que todo provenía de ella—. Por eso te sentías así —parece dudar de repente a lo que va a decir y sus ojos que de nuevo son café me escudriñan mientras como—. Hay algo que... Pasa entre nosotros que no puedo descifrar, porque incluso cuando no estoy liberando energía la sensación se siente con la misma intensidad y solo ocurre cuando estamos cerca.
Esto formaba parte de mi lista mental de preguntas que hace bastante rato he olvidado, gracias al cielo ella también ha notado lo que ocurre. Lo que me saca un poco de onda es que al parecer ella no tiene una respuesta clara porque le extraña tanto como a mí.
Hace como una hora que nos saqué a ambos del río porque sentía que iba a desfallecer en cualquier instante, Venus se burló de mi cara todo el rato diciendo que parecía haber visto a un fantasma. Lo que no sabe es que si se sintió así, porque ver su apariencia cambiar de esa forma más todo lo desconocido que nos abrazaba para mí fue aterrador.
Fue como ver a una versión más mística y oscura de Sailor Moon. Y vaya que se lo que digo, era fanático de esa caricatura cuando era niño.
Ella me aseguró que no era energía mala, solo que al ser seres de la noche el color con el que esta se presentaba solía obtener los tonos de la misma. Y sí, la media luna que se presentó en su frente es una marca que siempre está ahí pero pocas veces se ve y todos los bimbaio la llevan consigo, incluso yo. Una media luna de sangre que siempre está en nuestra piel, una marca de nacimiento con la que la luna nos reclama como suyos.
Se siente raro incluirme a mí mismo cuando hablo de estas cosas.
Comencé a debilitarme y las ganas de vomitar incrementaron mi malestar, por lo que Venus tuvo que ir por comida a un restaurante egipcio con un variado menú mientras yo parecía moribundo en el auto. A ambos nos parece extraño mi estado de salud pero eso es algo que debíamos investigar al llegar a la agencia.
Afuera llueve, el aire acondicionado de la camioneta fue apagado hace mucho.
—Creí que solo a mí me pasaba —murmuré cuando dejé de comer como loco—, también creí que tendrías una respuesta.
—Nunca había sentido esto con alguien y —sus cejas se juntan—, no es común que tú también te sientas así, esto no tiene nada que ver con que seas híbrido.
Nos quedamos en silencio, ella parece pensar en el tema y yo solo me dedico a terminar de comer. Suspiro porque me siento mejor pero también porque nada de lo que está sucediendo para mí tiene sentido, todo es tan complicado, me siento fuera de órbita, en desventaja... Débil. La rubia en el asiento del piloto me observa fijamente y le devuelvo la mirada esperando a que diga algo. Las bolsas que antes tenían comida terminan en el asiento de atrás.
—¿Qué? —pregunto cuando ella se queda callada.
—¿Sientes eso con Dasha? —su pregunta me confunde, luego entiendo a qué se refiere y mis nervios comienzan a hacerse presentes ante la idea de que Venus sepa sobre mis confusos sentimientos hacia la princesa.
—¿Qué? —repito.
—¿De verdad crees que te gusta Dasha? —aprieto los labios, me mira juguetona.
—Ok, acosadora, basta.
—Responde.
—¿Por qué quieres saber eso?
—Necesito deducir por qué nuestra energía parece entrelazarse sin permiso.
¿Entrelazarse? No entiendo un carajo. Me siento vulnerable ¡El teniente Jeon se siente vulnerable!
¿Qué es esto? ¿Por qué soy tan blando de repente? ¡Yo no era así!
Me siento como un pancito en el horno, cuando antes era... ¿Un ladrillo?
¿Qué estupideces estoy pensando? Tanta locura me está afectando ya.
Pienso en lo que voy a decir, efectivamente ya me había cuestionado esto antes pero no lo vi como una posibilidad. Cuando llegué al palacio tenía veinte años recién cumplidos, era joven y desde la adolescencia solo había convivido con muchísimos hombres rudos y algunas que otras mujeres. Siempre me enfoqué en mi trabajo y en lo que debía aprender, nunca tuve distracciones porque debía sobrevivir por mi hermana. Pero estaba cansado de mi corta vida y el rumbo que tomaba, de no poder dormir por los ataques de reinos enemigos y la culpa de haber matado a otras personas, o ver morir a mis compañeros. Comencé a desarrollar una condición mental que, si no la trataba ni me daba un descanso, se convertiría en estrés post-traumático. La razón por la que terminé siendo escolta personal de Dasha es porque era el único que la observaba lo suficiente como para saber cuándo se escapaba del palacio y a dónde iba, y acepté porque sería mejor para mi estado mental permanecer en el palacio. Dokhye me agradeció incontables veces por regresar a su hija sana y salva y un día, así sin más, me ascendió de puesto.
Pasé de vigilar puertas a vigilar a la chica de la que suponía estaba enamorándome.
Pero ¿Qué es el amor realmente? Siempre he querido protegerla, siempre he sentido que el bienestar de Dasha es mucho más importante que el mío y a eso se remonta el hecho de que su belleza es despampanante. La princesa Kim Dasha Corenelia III es preciosa desde la cabeza hasta los pies.
Pero ¿Es sólo eso? ¿Protegerla y admirarla? ¿Eso es amar realmente?
Tal vez, de lo que no estoy seguro es que tipo de amor es ese. Porque viendo a Venus frente a mí, así de extraña y loca como es. Me doy cuenta de que Dasha no despierta en mí lo mismo que la rubia. A pesar de su belleza no siento ganas de romper el límite.
Y Venus, ella me hace preguntarme cuándo volverá a besarme de nuevo y qué pasaría si le correspondo como es debido. Que es capaz de hacerme sentir su toque, y hasta qué punto podemos llegar. Jamás creí gustarle a alguien alguna vez, la mayoría de las personas que he conocido solían temerme o respetarme exageradamente. No sé lo que es el cortejo, tampoco lo que es sentir que soy importante y atractivo para alguien.
—Con todo esto de que soy mitad guardián —me atrevo a hablar procurando ser breve—... Ahora mismo no lo sé, creo que estoy confundido y no, no siento esa pesadez cuando estoy cerca de Dasha.
—Entonces ya no sé qué pueda ser, ni siquiera quienes están destinados han dicho algo sobre esto —afortunadamente Venus no dice nada respecto al tema de la futura reina.
—¿Destinados? —pregunto al darme cuenta. Frunce los labios desviando la mirada y una de sus manos se posa sobre el volante.
—No es nada, olvídalo —niega lentamente—. No puede ser eso.
¿Qué cosa?
Capítulo necesario, si alguien tiene dudas pues dejen el comentario y veré si puedo responder.
Musa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top