Capítulo 13

Capítulo 13: no quiero estar aquí.

Me siento tan confundido ahora mismo, quiero gritar y acabar con todo de una jodida vez. Estoy harto de tantas sorpresas, de que las cosas nunca salgan como yo lo deseo. Quiero regresar, pero sé bien que no puedo hacerlo por mi cuenta, estoy encerrado en este lugar haciendo cosas que no quiero hacer. Y la única maldita razón por la que no he escapado o al menos no lo he intentado tiene nombre y apellido.

Si Kim Dasha fuera una persona común y corriente las cosas habrían sido más fáciles para mí, o quién sabe, tal vez ni siquiera me habría fijado en ella. Definitivamente todo habría sido más fácil; no sería su escolta y tampoco estaría aquí. Me habría seguido comiendo el cuento de que mi familia fue normal y de que Boram era completamente mi hermana.

Tengo muchas preguntas respecto a ese tema, preguntas que nadie me puede responder porque papá y mamá están muertos. Si es que eso no es otra mentira. Ya no sé qué creer ni en quién.

¿Sueno como si estuviera arrepentido de mirar a Dasha? Por supuesto que sí, ¡Es mi princesa! La princesa del reino en el que nací, es mi futura reina y yo solo soy su escolta. Literalmente nací para protegerla pues resulta que soy mitad guardián y la sangre de una deidad permanece en su ADN.

Querer a Dasha ha sido un error para mí, pues no hago más que pasarla mal desde que esto sucede. Y si, también sueno como un cretino pero al menos mi hermana no estaría tan lejos de mí cuidado de no ser por mis sentimientos.

Y no estaría luchando contra un chico dos años menor que yo que puede convertirse en un ratón cada vez que lo ataco.

—¡Vamos mestizo! —Prácticamente me grita en la cara y tengo muchísimas ganas de estrangularlo— ¡¿Eso es todo lo que tienes?! ¡Pelea!

Blanqueo mi mirada porque es la sexta vez que grita eso, no sé si es porque quiere verse rudo o qué carajos pero su actitud es irritante. Se supone que solo estamos practicando combate pero este joven solo me ve como si yo realmente fuera su verdadero enemigo.

Aún no entiendo por qué el ochenta por ciento de los aprendices cambia formas me repelen. Realmente no nos llevamos bien pero en mi defensa, no es mi puta culpa.

—¡Pelearía contigo si no fueras un maldito cobarde! —he estado callado todo el rato, esquivando sus golpes y tratando de no pisarlo cuando se transforma. Pero estoy harto, me duele el cuerpo, tengo muchas cosas en la cabeza y este estúpido no ayuda a mi humor.

—¿Cómo me has llamado, idiota? —y para colmo está molesto sin razón, este ratoncito parece tener problemas de ira en mi opinión.

Cuando estuvo a punto de estrellar su puño en mi cara lo detengo atrapando el mismo en mi mano, muy cerca de mí mandíbula. Aprieto los labios y el jodido loco me escupe en la cara al no lograr su cometido.

Bien, me cansé.

Vacío mis pulmones tomando un segundo para despellejarlo con la mirada. Su sonrisa socarrona me ha sacado de quicio, para ese chico esto no es una práctica, es combate real en el que al parecer yo soy el enemigo. Perfecto, seré su enemigo.

Finjo atacarlo, haciéndole creer que lo golpearé como anteriormente. Y justo cuando eso ocurre hace uso de la única táctica que parece conocer. Así que me enderezo rápido y piso su cola con mi bota antes de que vuelva a escapar. Entonces veo el pánico en sus ojos saltones en cuanto lo levanto entre mis dedos a la altura de mi rostro para burlarme de él.

—¿No eres tan valiente ahora, eh Gus Gus?

El ratón café se retuerce e intenta morder, así que sabiendo que no puedo pisarlo o lo voy a matar, lo lanzo al otro lado de la habitación y veo su cuerpecito estrellarse contra el acolchado de la zona de karate. Regresa a su forma original, y aunque parece inconsciente todos vemos cuando abre sus ojos con molestia. Los entrenadores abren la boca para reprenderme, pero no les permito hacerlo:

—¿Saben qué? —mis ojos van a parar en la cabina desde donde los entrenadores nos observan, la mujer frunce el ceño y pongo ambas manos en mi cintura— ¡Olvídenlo! ¡Me largo!

—¿Qué? —escucho al idiota decir desde el suelo. Yo solo salgo del centro y camino acomodando mi cabello, deshaciéndome de los guantes que protegen mis manos. Estoy sudando y el hecho de que peleamos con un chaleco de plomo puesto me molesta.

Ya estuve una vez en esto ¿Por qué mierda tengo que volver a pasar por allí? ¡Soy un teniente! ¡Te-ni-en-te! ¡Ellos deberían obedecerme a mí!

¿Aprendiz? ¡¿Qué se supone que debo aprender?! ¿Evaporar dementores?

—¿Jungkook? —Taehyung se acerca a mí bastante confundido mientras yo me tomo toda la botella de agua en segundos. Está tan bañado en sudor que su piel morena brilla. Cuando termino me quito el puto chaleco quedando solo en una camiseta sin mangas y le observo— ¿Te vas?

—¿Qué no ves o qué?

—A mí no me hablas así, Jeon —gruño—. Y no puedes irte, estamos en medio de un entrena...

—¡A la mierda el entrenamiento! ¡No quería estar aquí en primer lugar!

—Jung...

—Ya déjenme en paz.

Lo que voy a hacer es estúpido pero da igual. Así que mi dedo del medio termina mostrándose ante el grupo de entrenadores que me ha estado obligando toda la puta semana a pelear contra estos inútiles egocéntricos. Se muestran ofendidos pero no me arrepiento cuando hago el amago de irme.

He podido con cada uno de ellos, pero ya no puedo seguir perdiendo mi tiempo en esto. Siempre gano, de alguna forma, luego se molestan porque no pueden vencer al "mestizo" y buscan alguna otra excusa para retenerme en este nivel de fracasados. Se supone que solo sigo órdenes de la familia real, no de una manada de seres sobrenaturales que se creen mejor que nosotros.

Y cuanto me enoja que me den órdenes sin razón alguna. Peor, no recibir nada a cambio de mis esfuerzos obligatorios.

No soy su maldito esclavo, tampoco una jodida máquina de combate.

Estoy hasta las bolas, ya no quiero estar aquí.

-—Oh Dios, ¿Por qué eres así? —se tapa el rostro avergonzado y yo solo tomo mis cosas para caminar hasta la salida del gimnasio.

Siento los pasos de alguien a mi espalda y al voltear es Ikaika quien vine detrás de mí a su propio ritmo. Sonrío de medio lado cuando ella lo hace y me giro para seguir caminando hasta que sus largas piernas me alcanzan.

Hemos dejado a Taehyung atrás pero a diferencia de nosotros él si disfruta de todo esto, hasta le emociona. Así que no nos sigue y nosotros tampoco lo incitamos a renunciar.

—¿Ya estás hasta los cojones? —ríe burlona ante mi expresión enojada. Mis pasos son fuertes y tengo los puños apretados sosteniendo la mochila que arrastro conmigo, ni siquiera me molesto en colgarla en mi espalda.

—Cállate, Kai. —sus botas resuenan por el pasillo a la par que las mías y veo de costado su apariencia. Tiene rasguños en los brazos y una cortada sangrante en su muslo, el pantalón de combate está hecho añicos tanto como el mío. La camiseta sin mangas igual a la mía la toma entre sus manos mientras exprime el sudor.

—Voy contigo. —dice, su voz es un tanto grave y las ojeras resaltan en su bronceado rostro. La ha pasado mal, peor que yo, Kai tiene demasiados traumas y todo esto solo la está empeorando.

Vamos que... Enterarte de tanta mierda que en lugar de sonar como cuento de hadas da miedo, ja, fácil de digerir no es. Y acostumbrarse lo es mucho menos.

—Ni siquiera sabes a dónde voy. —murmuro porque el pasillo está vacío, todos entrenan.

—Vale mierda Jungkook, sácanos de aquí.

Me empuja con fuerza por la espalda y estoy tan cansado que tropiezo con mis propios pies. Ella misma me toma de los brazos para evitar que caiga y juntando sus cejas me mira, pero yo le dedico una peor mirada y rueda los ojos.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué siempre me empujas? —enarca una ceja pero después suspira. Tiempo atrás me cuestioné muchas veces por qué Ikaika poseía tanta fuerza física, ahora mismo creo que sé por qué.

—No lo sé —contesta para cruzarse de brazos—. Que blandito te has vuelto.

—Kai, toma un baño hueles a orangután. —cuelgo la mochila negra en mi hombro, el cual me duele. La chica abre su boca con indignación y su puño va a parar en mi espalda, le gruño y se lo devuelvo en el hombro. Es agresiva.

—Tú siempre hueles a gorila en desarrollo y nunca me quejo. —otro golpe llega a mí cuerpo, esta vez en mi abdomen. No son fuertes pero ahora mismo no lo tolero y le devuelvo el golpe en la misma zona, un par de segundos después estamos peleando en el medio del pasillo mientras esquivamos los ataques del otro.

Acabo de salir del entrenamiento porque no quería seguir peleando pero ahora mismo estoy en medio de un combate con mi superior, genial. Por alguna razón así es más divertido y lo hacemos notar cuando nos detenemos en seco y caemos al suelo cansados, Ikaika comienza a reír y aunque no le sigo sonrío un poco.

Cuanto estrés... Cuanta tensión hay en mi cuerpo.

—¿No deberían estar entrenando?

Reconozco esa voz, levanto un poco la mirada y frente a mí hay un par de botas negras de un material más resistente y extraño. Pantalones negros como los míos, un cinturón en el que se enfunda el arma y un suéter de látex negro tan ceñido a su figura pequeña que puedo ver la pequeña hendidura de su obligo por encima del material, y el cómo sus pezones duros parecen estar atentos a cualquier roce de brisa cerca. Ese rostro aniñado no lo veía desde hace una semana, y para mi sorpresa ese cabello rubio que estoy seguro bajaba por su espalda, ahora no va más allá de sus hombros.

¿Esa pequeña y cansada mujer es la misma loca coqueta que me besó en el elevador hace ocho días? Demonios, aquí nadie parece pasarla bien.

—¿No deberías estar acosando a chicos por ahí? —contraataco mientras me levanto bajo su atenta mirada. Eso la toma desprevenida pero se cruza de brazos rápidamente y ladea la cabeza.

—No seas tonto, Rey —sus ojos me recorren rápidamente—. Al único chico al que acoso es a ti.

Dios ¿Por qué es así?

Algo pasa por mi mente rápidamente y aunque dudo de si es una buena idea me decido por llevarla a cabo. Estoy metido en este lugar en contra de mi voluntad, el mundo parece que se va acabar allí afuera y la única persona que puede darme respuestas sin rechistar es ella. Dudo de que no sepa algo porque es una agente de élite, tiene que tener tantos conocimientos como los dichosos superiores.

—Kai, vete. —le digo a mi compañera y al igual que yo ya está de pie, me mira sin entender y solo puedo encogerme de hombros.

—Eres el mejor. —murmura con sarcasmo.

—Cierra la boca.

—Esperen, no puede irse. —mis ojos se mantienen en ella, y ahí está de nuevo la lluvia de sensaciones que se apodera de mis sentidos cuando estoy cerca de su persona. La mujer morena a mi lado es bastante chocante, así que para fastidiar hace una reverencia y se retira por el pasillo, haciendo caso omiso a sus palabras.

Miro a todas partes cuando ella se ha perdido de mi vista y al no ver a nadie más por aquí tomo a Venus del brazo y la hago caminar hasta las escaleras. Llevo una semana aquí, estudiando cómo funciona todo y aunque hay cámaras por todas partes no es lo mismo con los agentes. Nadie usa las escaleras de emergencia pues hay bastantes elevadores, así que cuando bajo unos cuantos escalones ignorando sus quejas me detengo.

—Oye loco, estoy ocupada ya suéltame. —me giro para darle cara y retrocede cuando avanzo algunos pasos. Baja los últimos escalones hasta quedar en el cruce de escaleras.

La acorralo contra la esquina, noto como sus dedos se aferran a la pared. Luce distinta, parece estar de mal humor lo cual me parece extraño. La primera impresión que tuve de ella fue su brillante aura y extrovertida forma de ser.

—Intenta soltarte —le reto y tensa la mandíbula, tirando del agarre solo consigue que mi mano se aferre a su muñeca.

—Estás lastimado ¿En serio quieres pelear conmigo, niño?

—¿Realmente soy un niño para ti? —avanzo hasta que yo no tengo más que hacer, mis brazos la encierran entre mi cuerpo y la pared con ambas manos a los lados de su cabeza, es pequeña de estatura pero a pesar de eso, no se intimida.

Ahora el que está nervioso soy yo, nunca he hecho algo como esto. Pero eso no tiene porqué saberlo.

—¿Qué quieres? —cuestiona.

Tiene ojos tan... No sé como describirlos con exactitud. Solo sé que su mirada está cargada de una picardía natural, como si siempre fuera un paso adelante al resto. Noto que tiene un lunar debajo del ojo derecho, antes no me había dado cuenta de él, pero es encantador. Venus al igual que la mayoría tiene ojos rasgados y facciones coreanas por la cruza de razas, como yo. La diferencia entre las coreanas que conozco del reino y ella es que... Bueno, solo su rostro demuestra que es asiática, pues su silueta... Demonios, no sé si es su genética o el entrenamiento lo que le dan tan hermoso físico.

Choi podría tener a quien ella quisiera con chasquear los dedos, y el hecho de que ella misma sea consciente de sus efectos en la mayoría de la población masculina la hace peligrosa, muy peligrosa.

Aun así, por alguna razón, no siento que deba tener cuidado con ella. No me siento amenazado aun cuando estoy siendo capturado por sus ojos.

Quizás quiero que me capture, no lo sé. De lo único que estoy seguro es que jamás voy admitir lo que su atractiva presencia despierta.

—Muchas cosas, entre ellas que me dejen salir de aquí —expongo, su aliento baila con el mío en el momento en que acerca su rostro al mío como muestra de que mis intentos por asustarla no están funcionando—. Pero ¿De ti? Solo quiero charlar.

—¿Sobre qué?

—¿Tienes tiempo?

—Ahora mismo no, tengo que trabajar pero —lo piensa con naturalidad y paciencia, después sus traviesos ojos café oscuro se enfocan en mis labios y sonríe. No puedo evitar recordar aquel suceso que honestamente no me ha dejado dormir en días— ¿Qué te parece en la noche?

Y sus intenciones son captadas rápidamente.

—Necesito hablar contigo, solo eso.

—¿En qué piensas? Por supuesto que es solo hablar, no tengo tiempo de otras cosas —recobro la compostura cuando sus manos en mi pecho me alejan de ella, cosa que hace que algo en mí se decepcione—. Voy a complacerte, te dejaré salir.

Ahora estoy confundido ¿Ella puede hacer eso?

—¿Cómo...?

—Soy inspectora y tú un aprendiz, nos dejarán salir con un permiso pero solo por un rato. —me observa un par de segundos, parece intrigada y cuando pienso que me va a preguntar algo no lo hace. Por el contrario sus manos se acercan a mi rostro y me alejo al no predecir sus movimientos, pero sus dedos terminan jugando con mi cabello y coloca algunos mechones tras mi oreja.

Sí, he estado tan molesto con estas personas que me he convertido en un joven rebelde. Si me dicen que me corte el cabello no lo hago, y de ahora en adelante si me dicen que entrene los mandaré a la mierda. Quién sabe, a lo mejor se cansan de mí y así me echan de este lugar como tanto quiero.

—Te llevaré a un lugar, quizás así comprendas un poco lo que está pasando, teniente.

Y después de decirme eso y dejarme con la curiosidad a flor de piel, Venus se aleja completamente y se va por donde la había traído. Me deja allí en las escaleras, con el corazón en la garganta y esa pesadez en el cuerpo que me hace querer dormir unos mil años.

Esta mujer... Realmente es extraña, más de lo que todos aquí.

Me estresa.

Hace una hora que ya fue tiempo de almorzar pero otra vez tengo hambre, tanta que es como si tuviera el estómago vacío. Últimamente me he sentido raro, tengo náuseas y me da mucha hambre. Me canso con facilidad y por las noches no puedo dormir. Dasha dice que es por el estrés y le creo, pero ya no soporto estos malestares.

¿Cómo es que Taehyung permanece tan tranquilo con todo esto?

Cuando llego al comedor me dirijo directamente a la cocina sin entrar, asomando mi cabeza por la pequeña ventana una fauna se acerca a mí con curiosidad aparente. Estas cosas son sorprendentes, si no fueran por las luces que emiten sus ojos al comunicarse creería que se trata de un ser vivo muy parecido a nosotros.

—Loren ¿Verdad? —su respuesta es un claro sí— Jugo de fresa, tres sándwiches de pollo y un rollo de canela, por favor.

—¿Algo más? —las luces parpadean rápido pero logro entenderle, definitivamente aquí hay que estar atento hasta para pedir comida. Niego ante su pregunta— Toma asiento, tu orden estará lista en tres minutos.

—Gracias.

Hago lo que dice y me echo en la primera silla que veo, no hay nadie por aquí a esta hora así que me atrevo a echar mi cabeza en la mesa y cubro mi rostro con mis brazos. Estoy tan cansado. Ni siquiera tuve fuerzas para tomar un baño, corrí hasta aquí porque sentí que me desmayaría si no comía algo. Suspiro pesadamente, no me sentía así desde que tenía unos dieciséis años que fue una de las etapas más difíciles pues era un niño intentando convertirse en marín.

Estamos bajo tierra pero sé que llueve, Namjoon nos dijo que escuchó a los guardianes decir que hace tres días está lloviendo sin parar y que probablemente no cesará la lluvia hasta pasado mañana. El mundo se descontroló de un día para otro al igual que mi vida entera.

Y me pregunto por qué.

Mi comida llega y no tardo en devorar todo como si no hubiera comido en años. No suelo comer tantas cosas y mucho menos esta clase de combinaciones extrañas pero es lo que mi estómago pedía y obedecerle un rato no me hará mal, es más, si enfermo mucho mejor. Así no tendré que salir de la habitación que comparto durante días. El sabor de la canela hace arder mi garganta y mi boca está tan llena que en el momento en que una castaña aparece sentada a mi lado no puedo evitar toser y escupir mi comida. La comida se ha desviado de su camino original.

Estoy ahogándome y me mira sin ningún tipo de expresión, pero no es hasta que siento que ya no puedo respirar que su mano comienza a dar golpes leves en mi espalda y en contra de mi voluntad me hace beber jugo hasta que pasa.

—Lo siento ¿Te asusté?

—¿De dónde saliste? ¡Por supuesto que me asusté!

—Lo siento, lo siento, lo siento es que —fruncí el ceño después de beber otro trago y me quedo viéndola paniquear. Definitivamente todos aquí son raros—. Te vi ahí y como todo está solo pensé que podía sentarme contigo... Lo siento.

—Maldita sea, solo hagas eso de nuevo —suspiro cuando asiente e intento seguir comiendo, pero ahora estoy incómodo, lo único que hace es verme— ¿Necesitas algo?

—No.

—¿Cual era tu nombre?

—Inspectora Chou Suni, categoría C —genial, otra cambia formas— Código 0914.

—Te pregunté solo tu nombre.

—Oh.

¿Por qué mierda me sigue viendo así?

—Sabes Jungkook —me sobresalto en mi asiento pues ha pasado un rato en el que solo como en silencio y ella me observa, cuando habla de nuevo casi me ahogo otra vez—. Esto sonará raro pero si necesito algo y es que... Que al terminar tú... Almuerzo, me acompañes a retención.

—¿Para? —ella se remueve en su asiento y creo que también está un tanto incómoda, como si le costara hablar. La verdad es que desde que esta chica y los demás llegaron al palacio eran muy pocas veces las que le oía hablar, siempre ha sido bastante callada.

—Mi loba parece ver algo raro en ti y eso nunca sucede —explica en lo que doy mis últimos bocados, acabo de sufrir por la comida pero quiero irme así que trato de terminar—, quizás sea bueno que un pagano te revise y que te hagan algunos exámenes.

¿Qué? ¿Más? Y una mierda por supuesto que no.

—Si bueno... Eres rara, aléjate de mí. —me levanto, ella me imita.

—Pero... Solo será una pequeñísima muestra de sangre —bebo de lo que queda de mí jugo y tomo varias servilletas dispuesto a irme.

—Que no. —abre la boca para replicar pero con solo mirarle fijamente entiende que no estoy de humor y que me niego rotundamente a volver a ser examinado como la rata de laboratorio que todos creen que somos. Ella asiente y cruza las manos tras su espalda, otra vez vuelve a ser la mujer callada y prudente que siempre es.

¿Dijo loba? ¿Habla con su parte animal?

—Bueno...

El resto de mi tarde se resumió a una ducha, el llamado de atención de los entrenadores, yo mandando a todos a la mierda con ayuda de Kai y luego durmiendo lo que quedaba de día porque cada vez me sentía más débil. No sé qué me pasa, creo que la falta de sol me está haciendo enfermar. Kai estuvo toda la tarde quejándose tirada en mi cama mientras yo me dedicaba a dormir sin escuchar nada de lo que decía. Hay cosas que no parecen cambiar nunca, y es que cuando vivíamos en el palacio era lo mismo cada fin de semana. Ikaika se colaba a la habitación de Taehyung o la mía, se quejaba de su día y de lo cansada que estaba sin importar que realmente no le estuviéramos escuchando y luego se quedaba dormida mientras bebía cerveza de lata.

No es que no queramos escucharla, siempre tratábamos de hacerlo pero según ella era mejor para ella hablar sabiendo que no estábamos del todo conscientes ¿Por qué? Ni idea, es una manía suya. Los consejos van para después, cuando está lo suficientemente borracha como para escucharnos consolarla sin que se sienta como una niña.

Solo que esta vez no bebió alcohol por lo que al despertar la encuentro dormida con la cabeza enterrada en la almohada y sus heridas un poco mejores, fue una dura sesión en la que no se dejó curar diciendo que lo haría por su cuenta. Me siento cubriendo su cuerpo colapsado con las sábanas y bostezo observado a mí alrededor. Hay doce camas en esta habitación, comparto cuarto con once aprendices contando a mis amigos, todos hombres y mujeres.

Para nosotros es incómodo este lugar pues nos han criado de forma diferente, las duchas no tienen puerta más allá de los cubículos y todos los días tenemos que bajar la mirada cuando chicos y chicas menores que nosotros se pasean por la habitación en ropa interior e incluso sin ella. Así que siempre que entro a la ducha llevo mi ropa interior para no andar por ahí en pelotas y tanto Taehyung como Kai hacen lo mismo, luego tenemos que ayudarla a mantener su privacidad colocando sábanas a su alrededor para que nadie la mire quitarse la toalla al vestirse.

Estoy extrañando a los hermanos Kim, no he podido verlos desde ayer porque he estado ocupado y ellos también tienen un entrenamiento que cumplir.

Taehyung entra a la habitación en el momento en el que estoy buscando mis zapatos, el cansancio no se va de mi cuerpo pero al menos tengo un poco más de energía que antes. Enarca una ceja cuando ve a nuestra amiga mitad hawaiana dormir, y solo me encojo de hombros.

—¿Están bien?

—¿Te parece que estamos bien?

—Bueno, supongo que no siempre podemos estar de acuerdo en algo. —se sienta al borde la cama, empujando los pies de nuestra capitana para hacerse espacio. Abre sus brazos y le miro sin entender aún cuando está sonriendo a labios cerrados.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Es en serio? —Asiento y resopla— Te estoy pidiendo un abrazo, tonto... Ven aquí, Tae te consolará.

Esa es la estupidez más grande que ha dicho esta semana.

—Lo siento, a veces te hablo en el tono inadecuado. —suspiro pasando una mano por mi cabello y aunque no hago nada más el chico se estira hasta mí y me estruja entre sus brazos. Tardo en reaccionar pero termino aceptando el abrazo y reposo mi mentón en su hombro.

Habría enloquecido de no ser por ellos, realmente me alegra que a pesar de todo sigamos juntos.

—Está bien Jungkook, todo estará bien.

—¿Extrañas a YooA?

—Con cada parte de mi vacío ser, es mi novia y estoy harto de estar sin ella —contesta y ahora me doy cuenta de que no está tan tranquilo como aparenta—. Entiendo cómo te sientes, extrañas a tu hermana. Pero piénsalo de este modo; ahora sabemos que somos híbridos y también tenemos información valiosa, conocemos un lado del mundo que los humanos no conocen... Mira lo que les ha pasado a los príncipes, Jungkook. Y todo solo porque son descendientes de deidades. Sin duda alguna algo que ellos no eligieron ser pero aún así pagan por eso —me separo de él escuchando atentamente sus palabras, él se mantiene serio—. Aunque nos dejaran salir de aquí no podríamos buscarlas, es demasiado peligroso. Sinya Kûv te está buscando y si sospechan que hay algo raro con nosotros no van a tardar en usarlas como carnada para atraernos... Además, no podemos poner a Kai más en riesgo.

Sé que tiene razón, realmente lo sé y lo he pensado pero... Esa parte irracional de mí me incita a irme y ocultarme de todo el mundo, buscar a Boram y luego desaparecer. Me queda más que claro que después de todo lo que ha pasado no puedo volver al palacio real, ni siquiera permanecer mucho tiempo en Corea. Pero eso no quiere decir que quiera quedarme aquí hasta que ellos se aburran de mí o ya no me necesiten. Taehyung está tan preocupado como yo, pero la diferencia está en que para él mientras YooA esté bien él también lo estará y se resignará a cualquier cosa.

"Que pase lo que tenga que pasar" es lo que le he oído decir.

Pero yo no pienso lo mismo, resignarme no es lo mío.

¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?

Venus no me dio una hora exacta para saber en qué momento esperarla fuera de la habitación, así que simplemente me coloqué ropa normal la cual es poca y me la proporciona la agencia. Estoy en una especie de castigo puesto que los entrenadores no me dejaron salir de la habitación en toda la tarde y estoy molesto no solo por eso sino que están llamándome constantemente "bebé".

No soy un puto bebé, ¿Cuando van a entender que yo sí maduré como debía?

Ahora mismo todos están regresando de cenar, yo comí tanto durante la tarde que no me dieron ganas de volver a comer. Mis compañeros de habitación regresan para asearse y por fin descansar, varios se quejan de que les duele el cuerpo, otros buscan los botiquines de emergencia que cada quien conserva debajo de su cama y curan sus heridas. Otros simplemente se tiran en la cama.

Taehyung ha regresado masajeando su hombro y como Ikaika no ha querido levantarse de mi cama me vi en la obligación de recostarme en la de mi amigo. Este se tumba a mi lado después de quitarse la camiseta y aunque trato de levantarme porque sé lo que va a hacer, me empuja de nuevo contra el colchón y su pierna sobre mi estómago me impide levantarme.

Me quejo, siempre hace lo mismo. No sé por qué le gusta tanto abrazarme... Es raro.

—Hermano, déjame ir no seas raro —como respuesta solo obtengo que su brazo rodeé mi torso. Ruedo los ojos y las risas de los demás no tardan en llegar— ¡Kim Taehyung!

—Cállate, Jeon Jungkook, estoy cansado.

—Ve a bañarte, hueles a duende.

—Se nota que nunca han visto a un duende —dice alguien pero ni idea de quien, a diferencia del chico fastidioso a mi lado yo no soy muy social. No me esfuerzo en conocerlos ni recordar sus nombres, solo sé que es una chica a medio vestir que duerme en esta habitación—. Huelen muy bien, a rosas.

—¡Taehyung quítate!

—¡No!

—¡Ikaika ayuda!

No oigo la respuesta de ella porque la puerta de la habitación se abre, todos voltean para ver quién ha entrado por ella y allí es cuando aprovecho para quitarme al moreno de encima. Dos rubias entran deteniéndose en la mitad de la habitación, rápidamente quienes no están en las duchas se posicionan a los costados de sus camas y con las manos detrás de la espalda haciendo inclinaciones como saludo. He notado que esto se hace solo a quienes tienen un rango mayor.

Pero como yo soy yo, evito hacerlo.

—Han hecho un buen trabajo el día de hoy, bebés —algunos ríen por lo que Venus dice—. Descansen, mañana podrán dormir hasta más tarde. Tendrán una clase especial al atardecer fuera de la base.

Oigo murmullos y exclamaciones de emoción, yo no puedo evitar mirar a Kai y esta ni siquiera se ha molestado en levantarse de la cama. Cosa que la otra rubia no pasa por desapercibido pero cuando hace el ademán de acercarse Venus le toma la muñeca y niega. Suspiro un poco aliviado por ello, porque si algo sabemos es que tanto ella como Ikaika son de carácter fuerte. Los murmullos que se habían detenido anteriormente regresan cuando Venus me mira y camina hasta mi cama, ignora por completo la existencia de Kai y se agacha para tomar mis botas. Enarco una ceja y cuando pasa por mi lado se detiene y me mira de reojo.

—¿Qué esperas, lindo? No nos darán toda la noche.

—Voy.

Mas murmullos cuando ven que voy tras ella, esta vez me permito sonreír, cierta rubia parece ser bastante popular.




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