Capítulo 10 II
Capítulo 10 parte II: sensaciones.
Al final del pasillo, en las últimas tres celdas se encuentran los únicos humanos aquí además de Meghan. Dos están lado a lado, la otra está en frente de estas. En la pared están los datos del residente con un resumen médico y por supuesto su raza. Taehyung e Ikaika están uno al lado del otro, Jungkook está del otro lado del pasillo. Goh y Park se colocan frente a la puerta de la mujer debido a que necesitarán la agilidad de la jefa y la fuerza de del chico por si intenta algo, ella es más agresiva que los otros dos. Chou y Camphell se colocan en frente de la puerta de Jungkook pero las aparto y aunque la rubia resopla con fastidio se encoge de hombros y se coloca en la puerta de Taehyung.
—Debemos llevarlos con los príncipes, pero antes hay que hacerles un interrogatorio —asentimos entendiendo en pocas palabras lo que la jefa nos ordena hacer—. Dokhye acaba de llegar.
—¿Estará presente?
—Tiene que estarlo.
Hace varias horas que instalamos a nuestros príncipes en sus habitaciones, los Kim no quisieron separarse así que los llevamos a una habitación con tres camas y les explicamos parte del protocolo de estadía aquí. Por ahora estarán encerrados ya que para rondar por aquí tienen que estar bajo la vigilancia como mínimo de dos de nosotros, pero estamos ocupados con el caso de los híbridos pues queremos sacarles información sobre Sinya Kûv. Además, según me dijeron, ahora que han visto nuestra base y todo lo que hacemos no podemos dejarlos ir.
No quieren admitirlo, pero en resumen, los superiores les obligarán a entrenar aquí para seguir protegiendo a sus príncipes pero esta vez con las habilidades que seguramente heredaron de uno de sus padres. Y en parte los entiendo, no podemos soltarlos así tan fácil porque tienen información valiosa.
Primero tienen que entender quienes somos, por qué existimos, quienes son ellos y por qué es tan importante que mantengan todo lo que sepan sobre los bimbaio en absoluto secreto.
Me aseguro de que las esposas están en mi cinturón al igual que el arma y después de ello presento mi pupila en el escáner para que un segundo después el cerrojo se abra. Entro despacio a la habitación en blanco pues no lo vi a través del cristal acostado en su cama. Escucho su respiración y siento su presencia en el baño, por lo que me quedo en mi sitio en espera de que salga.
Y cuando lo hace, me sorprende ver qué está más relajado de lo que creía. Incluso ha tomado una ducha, huele a jabón y lleva la ropa que alguien dejó para él. Camiseta y pantalones de dormir blancos, está con zapatos del mismo color y su cabello negro está despeinado y mojado. Rascando su nuca se da cuenta de que estoy aquí y parece paralizarse por un segundo, luego suspira y camina hasta la cama para sentarse allí y observarme en silencio.
Sigo sin entender por qué me pesa tanto el mundo cuando él está cerca de mí.
—Tenemos que irnos. —le informo, hace una mueca y cruza las piernas en la cama. Me observaba con más detenimiento de arriba hacia abajo, ni idea del porqué si llevo el mismo uniforme. Y lo llevaré todos los putos días que esté aquí.
Su mirada color chocolate casi caramelo es tan brillante y bonita, no puedo interpretar el sentimiento en ella pero no es odio o cómo si quisiera matarme. Creo que está frustrado, quizás nervioso.
Sé perfectamente bien que es bastante temperamental y si está así de sumiso es porque le preocupa que sus acciones afecten a los príncipes. Eso o algo planea, da igual, si intenta salir de aquí le va a costar y bastante.
—¿Me dirás a donde? ¿O tampoco puedes? —No me agrada, ahora mismo no soy la modista que subió en su coche, soy un soldado a la que debería hablarle como tal.
Pero como se trata de él, dejaré que me hable tan informal. De todas formas, yo tampoco puedo hablar formalmente frente a quien no debo sin sentirme incómoda.
—Van a interrogarte, eso es todo. —es lo que contesto.
—¿En dónde estamos?
—En una base oculta protegida por agentes de las fuerzas especiales. —alza ambas cejas y algo me dice que no me ha creído.
—Estuve dos años en las fuerzas especiales y nunca vi algo como esto. —me acerqué hasta él y como un acto reflejo se levantó de la cama, estoy a la defensiva por lo que al ver su movimiento yo también me alejé. Tengo que ser atenta, es una máquina de combate, no más que yo, pero prefiero no arriesgarme. Saco las esposas y no lo pasa por desapercibido.
—Eso es porque estabas en las fuerzas especiales para humanos, Jungkook. —frunce el ceño.
—¿Qué? —le pido de buena forma que me deje esposarlo pero obviamente se niega— No sé a dónde me llevarás, no te acerques.
—¿Tienes miedo?
—¿En dónde están los príncipes?
—En sus habitaciones, te llevaré con ellos después de que te interroguen. —es ahí cuando se altera.
—¡¿Por qué quieren interrogarme?! ¡Ya déjenme salir de aquí!
Creo que ya no está tan relajado como en un principio. Jungkook intenta lanzarse sobre mí para atacarme, pero lo esquivo rápidamente y antes de que él pueda hacer otra cosa lo empujo contra la pared, pegando su pecho de la misma. Doy un golpe detrás de sus rodillas y flaquea mientras tiro de su cabello hacia atrás y se queja. Antes de que se suelte, porque casi lo logra, aplico una llave para inmovilizar sus brazos. Pero es un idiota muy bueno luchando, y con sus pies logra enredar los míos para hacerme caer aún con las esposas en mi mano.
Se coloca sobre mí, prohibiéndome levantarme con sus piernas abrazando mi torso coge el arma de mi cinturón pero yo soy más rápida y muerdo su muñeca, no la suelta sino que me golpea con ella y el conocido dolor de cabeza me invade. Golpeo con mis rodillas su entrepierna y gruñe, pero lejos de levantarse intenta pasar el dolor tomando mis muñecas y colocándolas sobre mi cabeza.
Si fuera otra la situación estaría encantada con todo esto.
Pero que bestia...
¡Focus, Venus!
—Joder... —murmura jadeando del dolor y agacha la cabeza cerrando los ojos con fuerza, aprieta aún más mis muñecas y estoy segura de que dejará marca. Es allí cuando aprovecho y cabeceo, golpeando su frente y provocando que se eche hacia atrás. Me levanto rodando por encima de él y le coloco pecho a tierra, cruzo los brazos detrás de su espalda y por fin consigo esposarlo.
—Jodido imbécil, me duele la cabeza. —lo levanto tirando de sus hombros y se queja, sus zapatos blancos rechinan contra el suelo del mismo color y lo empujo para que camine a la salida, las puertas se abren emitiendo un sonido.
Cuando salgo no hay nadie en el pasillo, seguramente ya sacaron a los demás y se cansaron de esperarme. Todo se ve desde afuera, seguramente se habrán burlado de mí por dejar que Jeon me dominara en combate aunque hubiera sido por un par de segundos.
Lo obligo a caminar mientras todos le observan y él observa a todos y todo. Pasa un rato hasta que salimos de retención y lo guío hasta el elevador. Aunque éste lo menos que hace es subir, se puede decir que al estar bajo tierra lo único que se hace aquí es bajar. Presiono el último piso, el séptimo para ser exacta.
Lo suelto porque en realidad no hay forma de que escape, esto está minado de soldados oficiales y en entrenamiento. Me da de frente y me mantengo en mi sitio.
—¿A dónde...?
—Séptimo piso ¿Eres ciego o qué? —Señalo la pantalla digital que marca el número del piso al que vamos.
—¿Qué eres?
—Si te respondo no vas a creerme.
—Venus ¡Acabo de ver a un pájaro convertirse en hombre!
Si bueno, en retención es donde los agentes tienen menos cuidado. De hecho es así en todo la base, es común ver a los aprendices cambia formas tener problemas para controlar su habilidad, no ha habido problemas por eso porque estamos en nuestro territorio. Pero la cara de trastornado que tiene este chico en su cara me deja saber que tendrá dificultades para dormir por unos días.
Sonrío sin mucha gracia, por lo que camino hasta él y retrocede hasta quedar entre el espejo del elevador y yo.
—¿Quieres saber qué soy? —me enfoco en sus hermosos y brillantes orbes, haciendo un acercamiento inútil en ellos solo para que se fije en mis pupilas que se expanden y contraen. Frunce el ceño y abre un poco los ojos ante la sorpresa— Soy la agente 1008 categoría E, una soldado de los sentidos parte de un equipo de alto rango, hacker profesional y una de los millones de guardianes que tienen tus queridos príncipes. Príncipes que amamos tanto como tú. Ahí tienes tú respuesta.
No me responde, creo que está luchando por entender lo que acabo de decirle. Me acerco mucho más, tomando su mandíbula entre mis dedos y le analizo sin pudor alguno, este hombre es precioso y dudo mucho de que vaya a cambiar de opinión. Me fijo en cada detalle, me gustan sus mejillas, cuando hace muecas puedo ver el asomo de un par de hoyuelos... Como si hubiera sido besado por un ángel al nacer, una creencia nuestra que queda muy bien con este hombre. Con mi dedo pulgar presiono su labio inferior provocando que sus labios se separen y veo parte de sus dientes. Veo que tiene dientes grandes y una mordedura linda, le dan un aire juguetón cuando se muerde el labio para alejar mis dedos de él.
¿Cómo será su sonrisa? Probablemente igual de bonita que él.
Acaricio su suave piel con mis dedos, siento como se tensa bajo mis manos cuando coloco mi otra mano en su pecho, justo en los latidos de su corazón los cuales puedo escuchar sin mucho esfuerzo. Están acelerados y esa pesadez se hace más intensa en mi cuerpo, ahogándome.
Me gusta esta sensación, pero al mismo tiempo no porque es desconocido e intimidante. Y no sé pero creo que él también la está sintiendo, porque cuando acerco mi rostro al suyo suspira como si le costara respirar. Es una rara combinación de la sensación en tu cuerpo cuando no has dormido en días o acabas de correr un maratón.
Y a la vez, como si estuvieras tomando tu bebida alcohólica favorita en una fiesta con excelente música.
Es euforia e incertidumbre... Tal vez algo más, no lo sé. Un vacío en el estómago o quizás la gravedad.
Pero no me importa sucumbir ante aquello, porque la mano que descansaba en su pecho sube hasta quedar en su nuca y ejerzo fuerza allí para acercarlo hasta que nuestras narices se rozan. Sonrío a medias cuando noto que está tan hipnotizado por las sensaciones que no pone resistencia.
No se aleja ni siquiera cuando he rozado mis labios con los suyos en un suave toque que me asusta pero me deja queriendo más. Muerdo su labio, lamo los mismos con mi lengua y se estremece, mi piel se eriza con el toque, he quedado encantada con algo tan simple.
Lo único que hace un Jungkook esposado es mirar mis labios y fruncir el ceño, extrañado, confundido, pero no molesto.
Está sonrojado que es lo mejor de todo. Esperaba que al menos tratara de golpearme.
—¿Te han dicho que eres extremadamente guapo? —susurro observando el rosado de sus abultados labios que se ha vuelto más intenso por la mordida que no pude evitar darle. Tensa la mandíbula, ladea la cabeza frunciendo su entrecejo mucho más. Tiene cejas pobladas.
—¿Te han dicho que eres extremadamente atrevida? Aléjate o voy a asesinarte, abusadora de mierda.
—¿Te desagrada mi atrevimiento?
—Dijiste que eras un soldado, actúa como tal —traga en seco cuando vuelvo a dejar un beso más sonoro en su boca, vacila un poco—. Y déjame en paz ¡Basta!
Sé perfectamente que le ha gustado, de no ser así no habría cedido y yo tampoco habría insistido si hubiera dicho que no. Y no me estoy aprovechando del todo, Jungkook cae ante mis encantos naturalmente, yo no lo estoy manipulando. Es un híbrido, es más difícil de seducir. Pero no imposible, sobre todo porque este chico nunca ha tenido este tipo de acercamientos con una mujer. Pero si quiere que sea completamente un soldado, bien.
—También eres extremadamente gruñón. —es lo último que digo.
Le giro colocándolo de espaldas a mí y lo mantengo sujeto hasta que las puertas se abren. Lo guío otra vez por el pasillo, este es diferente al anterior porque los colores son más fríos, tonos como el azul y el morado adornan las paredes combinando con el suelo blanco pulido.
Doblo en el pasillo cruzando a otro y nos detenemos frente a una puerta en dónde solo están Suni y Jimin de pie, seguramente Grecia y Nana están dentro esperando por el teniente con los superiores para realizar el interrogatorio.
—¿Por qué la tardanza, Choi? —pregunta el rubio con una sonrisa burlona y lo ignoro completamente abriendo las puertas. Al pasar están los superiores, mis compañeras y la reina Kim de pie frente a la mesa en la que se encuentran sentados Abengoa Ikaika y Kim Taehyung, quienes al ver a su compañero suspiran con alivio.
Hago una reverencia ante los superiores después de sentar a Jungkook bruscamente al lado de la mujer que lo examina con su vista.
—¿Por qué ha tardado? —pregunta la mujer afroamericana. Me muerdo el labio.
—Me ha agredido, tuve que darle un —le miro de reojo—... Golpe para aquietarlo.
—Tenemos entendido que recién ha salido de una operación, ordenaré que la revisen ¿Está bien? —asiento, inclinándome otra vez.
—Sí general, gracias.
—Puedes retirarte.
—Juro que no quise delatarte, pero somos un equipo y a Goh no le gusta que haya secretos entre nosotros. —me lanzo a la cama, enterrando la cabeza en mi almohada. Ha anochecido de nuevo, y nosotros aún no hemos podido comer siquiera el almuerzo.
Nos han tenido de allá para acá todo el jodido día, soportando los reclamos de los príncipes hacia nosotros y su madre, y recogiendo toda la información que los escoltas soltaron para nosotros con la esperanza de que los dejaran ir. Ahora mismo están instalados en una habitación para aprendices, y algo satisfechos por haber convivido con los príncipes toda la tarde.
—Cada quién tiene sus secretos, catorce. —digo yo sentándome para observar a la susodicha que me ve con culpa, y es que como es tan correcta que Nana la manipuló para que oliera a Jungkook y esta al no poder mentirle le contó que mi olor estaba impregnado en él.
Digamos que la jefa está un poco enojada conmigo por involucrarme con una de las nuevas ratas de laboratorio que comenzarán a poner a prueba mañana.
—Pero los que tienen que ver con el trabajo no deben guardarse, tienes que detenerte —dice ella, quitándose el uniforme al igual que Grecia, quedando en ropa interior—. Ni siquiera tenemos una certeza de qué es lo que pasará con esos chicos.
—Suni, corazón, yo digo que la dejen en paz —interviene Jimin buscando ropa cómoda en su parte del gran armario que los cinco compartimos—. Quiero decir, Venus siempre ha sido así ¿Cual es el problema? No es como si se tomara a los hombres en serio, mucho menos si son mitad humanos.
Ahí hay mucha razón.
—¿Y qué hay de ti? —Dice ella y yo me levanto para quitarme el pantalón— Últimamente has estado raro.
—¿Raro yo? —voltea a vernos, frunciendo el ceño. En su espalda diviso rasguños que no pudieron hacerse con otra cosa más que uñas. Sonrío divertida.
—Cierto —digo yo tirando mi pantalón y mi suéter al cesto de prendas sucias. Me quito el sujetador sintiendo como respiro un poco mejor, realmente estoy cansada... Estamos cansados—, antes eras más tierno y lindo, como un bebé. Y ahora actúas... Menos afeminado.
—¿Estás diciendo que soy afeminado? —se cruza de brazos dándonos frente y enarca una ceja, Suni y yo compartimos miradas. En cambio Grecia se mantiene callada— Loba, olvida lo que dije, puedes seguir molestándola.
Yo solo me río porque he notado algunas cosas.
Aquí hay algo. Bueno, siempre ha habido, pero ahora es más evidente la tensión. Suelto una carcajada que hace que Grecia se sobresalte. Entre nosotros no existe el pudor, de hecho, entre ningún agente de Moonchild. Cuando nos están entrenando lo primero que hacen es colocar a hombres con mujeres en una misma habitación con un baño sin puerta ni paredes. Cuando nos volvimos un grupo de cinco ya estábamos familiarizados, para nosotros es completamente normal ver a nuestros compañeros como Inanna nos trajo al mundo, nada de risas, nada de vergüenza, nada de pensamientos impuros o abusos a tus compañeros.
Literalmente tenemos las tetas al aire en frente de Park y lo único que hace es quejarse de que le he llamado afeminado.
—Trece está madurando —canturreo para molestarlo— ¡Ah! ¡Crecen tan rápido!
—¿Madurando? —Suni me sigue el juego, como pocas veces ocurre— ¿Ya se la metiste a alguien? Déjame adivinar, fue con Grecia.
—¡Cierra el puto hocico, perra desgraciada! —exclama la susodicha.
—Sí, fue con Grecia —afirmo yo—, aw ¡Son tan lindos!
Jimin sólo rueda los ojos y Grecia se lanza a su cama ya vestida. Son literas, dos. Yo duermo en la parte de arriba, Grecia en la parte de abajo. Del otro lado duermen Jimin y Suni, y en el centro está la cama de nuestra líder.
—Estábamos hablando de Venus y su adoración por Jeon, no de nosotros —y con ello continúa vistiéndose mientras yo tomo una toalla para bañarme, me duelen los pies como nunca antes. Necesito relajarme antes de que el rubio revise mis oídos— ¡Eh no huyas!
—No huyo, solo quiero bañarme, estoy agotada —él ríe y yo observo las marcas que Jungkook ha dejado en mis muñecas, ojalá y hayan visto nuestra pequeña lucha o van a mal interpretar todo.
—¿Quieres que te bañe? ¡Cómo cuando eras bebé!
Sonrío tontamente, recordar eso me causa vergüenza. Cuando llegué aquí tenía veinte años —los reales—, por lo que era una bebé, podía bañarme sola obviamente pero mi mente y cuerpo eran débiles e inocentes, como una niña de al menos trece años. Como era aprendiz siempre me daban buenas palizas en los entrenamientos, sin importar mi edad. Terminaba tan golpeada y adolorida que Jimin debía cargarme, llevarme a la ducha y bañarme él mismo con agua caliente para desinflamar los golpes y poder curarme mejor. Fueron días difíciles, no comía y entrenaba demás, un día tuvieron que llevarme al hospital militar de bimbaios, el idiota de mi entrenador me colocó en combate contra un cambiante león que aún no controlaba a su lado animal, terminé con muchísimas heridas que ni Jimin ni Nana pudieron sanar. Ese día casi me pierden y el chico rubio usó gran parte de su energía en aquel quirófano para que mi estado mejorara.
Una de las tantas razones por las que ese hombre es mi mejor amigo, de no ser por él no sé qué sería de mí hoy en día.
Dicen que todos los paganos son así, pero no he conocido a alguno que sea tan noble y servicial como el agente Park. Y se lo agradeceré hasta el día en que muera.
—¡Ya no soy una bebé! —Exclamo entrando a la ducha— ¡Puedo cuidarme sola!
—¡Ah! ¡Crecen tan rápido!
No cambiaría a ese dulce y tonto rubio por nada en el mundo.
Cuando publiqué este capitulo por primera vez, recién salia el teaser de Butter.
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