𓏲 Cap 6: Fiebre

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A la mañana siguiente Mina despertó excesivamente pronto en contra de lo que ella misma había planeado. Trabajaba de noche, si no abría el local por las mañanas había un motivo muy concreto, pero por supuesto Chaeyoung no sabía nada acerca de sus hábitos de sueño. Así que a esa pequeña idiota no le importaba lo más mínimo dejar sonar su alarma durante minutos.

— Esto no va a funcionar —  Mina salió de su habitación y tras ponerse una chaqueta fue hacia el salón donde Chaeyoung se había acomodado la noche anterior.

La chica estaba boca abajo y aparentemente completamente dormida, sin ni tan siquiera notar la estridente alarma de su teléfono.

— Chaeyoung, levántate. Tienes que tomar el autobús para ir a clase —  Mina bufó al ser completamente ignorada y apagó la alarma del móvil antes de agacharse al lado de la chica.

Se tomó unos segundos antes de comenzar a remover el cuerpo de esta buscando alguna reacción, pero frenó sus movimientos en cuanto Chaeyoung cambió de posición, dejando a la vista sus mejillas enrojecidas, ojos hinchados y la frente llena de sudor.

Parecía enferma a juzgar por lo pálida que se le había puesto la cara, y en su barbilla todavía se podía observar la señal de un golpe, probablemente se trataba de ese maltrato que Momo le había comentado mientras se duchaba. La reacción del padre de Chaeyoung, cuando esta se escapó por primera vez, fue exagerada en la medida en que la golpeó con demasiada fuerza hasta crearle varios moretones en la barbilla y cuello, su labio además también parecía estar levemente lastimado.

— Realmente tenías que salir de esa casa — la reflexión de Mina abandonó sus labios sin tan siquiera pensarlo.

Con cuidado acarició la frente de Chaeyoung para comprobar su temperatura, definitivamente tenía fiebre. Su piel estaba demasiado caliente.

Mina se levantó y fue hacia el baño, no tenía demasiadas cosas en el botiquín de urgencias, pero estaba segura de que todavía le quedaba alguna medicina de su resfriado de hace un par de semanas, un bote rojo con jarabe amargo, lo recordaba bien. Cuando al fin lo encontró volvió hacia Chaeyoung con un termómetro para asegurarse de que realmente la temperatura de su cuerpo era alta. El día anterior había dicho que esa chica podía quedarse en su casa, pero tendría que buscarse la vida sola. Y ahora no podía evitar ayudarla, tenía emociones y ver a una muchacha enferma, sufriendo por tener que salir de su casa y completamente destrozada en cuanto a mentalidad... Simplemente sentía la necesidad de hacer lo posible para que ese momento fuese algo más fácil para Chaeyoung. Ella también había estado así en el pasado, Momo la salvó un día y ahora devolvería el favor ayudando a otras chicas perdidas.

— Mina... — Chaeyoung despertó con ojos confusos.

— Creo que tienes fiebre, cámbiate, te traeré algo de ropa e iremos al médico. El termómetro marca casi cuarenta.

Aunque Chaeyoung aún estaba confusa, lo cierto es que Mina no sabía qué hacer para facilitarle las cosas. Era una menor de edad y cualquier movimiento en falso podría derribar todo su trabajo de años si los padres de esta decidían denunciarla por mantenerla en su casa.

Y de nuevo sus planes fracasaron, Chaeyoung no lograba vestirse con su cabeza y cuerpo tambaleándose por la fiebre. Tener que quitarle el pijama fue difícil, pero lo fue aún más ignorar de nuevo ese cuerpo que llamaba su atención por no parecerse en nada a su cara dulce. Esa muchacha no parecía percibir lo atractiva que era en general. Aún así, ese no era el momento para pararse a observar las partes buenas de su cuerpo o lo bien que se marcaban esos leves abdominales en su cintura estrecha.

— Es una menor —  susurro para sí misma.

— Cumpliré la mayoría de edad en un par de meses...

Chaeyoung la había escuchado, pero si por norma general no encontraba los segundos sentidos de las situaciones debido a la educación que le habían dado sus padres, menos todavía lo haría envuelta en fiebre.

Esa mañana Mina salió del apartamento con Chaeyoung en brazos, todavía en pijama y con  zapatillas, preocupada y notando cómo la pobre muchacha parecía empeorar a cada instante sin que el jarabe tan siquiera funcionase.

— ¿Te encuentras muy mal? —  la mano de Chaeyoung se había posado sobre su brazo mientras conducía.

— Estoy mareada... Abre alguna ventana.

Mina asintió y rápidamente se encargó de abrir la ventana para Chaeyoung, a pesar de que no estaban en invierno, el ambiente todavía era fresco y eso podría ayudarle con el mareo. Era extraño ver como ahora se encontraba preocupada cuando solo un día antes habría empujado a la chica a patadas fuera de su vida, el simple detalle de saber que estaba en una situación similar a la que ella se enfrentó hace años, solo eso, la animaba a cuidarla.

Pero el miedo seguía latente, Mina siempre acababa demasiado implicada con las chicas que cuidaba y estas siempre terminaban encontrando a una persona mejor que ella para rehacer del todo su vida. Eso la alegraba pero también la hundía, vivía tratando de engañarse al decir que tal vez las relaciones no eran lo suyo mientras en silencio deseaba que alguien la eligiese a ella, para quedarse. Pero nadie quería a la loca activista de LGBT que acudía a las protestas una vez por semana y llegaba sangrando a casa por las peleas en contra de personas violentamente homofóbicas, y nadie querría salir con ella a las calles para compartir su modo de vida. Nadie tomaría su mano y caminaría a su lado con orgullo con las mascarillas puestas y una bandera en alto. O al menos no lo harían durante demasiado tiempo antes de cansarse.

— Calor —  Chaeyoung suspiró y acercaba la cara a la parte por la que entraba el aire desde la ventana. Aún seguía sudando y sujetando el brazo de Mina con su mano temblorosa por la fiebre.

— No falta mucho para llegar, tranquila. Apuesto a que te darán algo que ayudará a bajar la fiebre.

Chaeyoung asintió sin decir nada más, siempre había sido una buena enferma. A su madre no le gustaba demasiado que se quejase de forma continuada así que había aprendido a ser una chica amable incluso con respecto al sufrimiento; si le dolía algo, solo lo diría una o dos veces. Era fuerte, no tan débil como muchos pensaban. Su inocencia en ciertos aspectos no la hacía una idiota, por suerte había logrado aprender mucho en el instituto.

Cuando llegaron al hospital, Chaeyoung insistió en entrar a la consulta por sí misma tras varios minutos de espera en urgencias, le resultaba extraño todavía estar acompañada de otra chica. Sobretodo teniendo en cuenta que fue la responsable de que sus pensamientos homosexuales estallasen. Si bien su fiebre era alta, todavía era consciente de su entorno y deseaba un poco de independencia en la consulta médica.

Así que Mina esperó sentada en la sala sin moverse. Era raro, habían pasado varios meses desde que no acompañaba a nadie al hospital. Desde aquel día en que la última chica de la que se enamoró fue herida en una protesta, desde que decidió no acoger a nadie más, y desde que se rindió en el objetivo de buscar una pareja. Pero ahora estaba allí con Chaeyoung, no por una herida de pelea, sino porque su nueva protegida había enfermado.

La historia parecía destinada a volver a repetirse pero por nada del mundo quería caer en los complicados brazos de Chaeyoung, la atraía físicamente y ahí debía quedarse todo. Nada de implicarse por completo hasta caer enamorada, ni de creer que esa muchacha podría ser la indicada para curar su corazón y hacerle creer en el amor de nuevo.

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Mina sujetó bien a Chaeyoung y la posó sobre su cama. Habían estado finalmente juntas en la consulta del médico cuando Chaeyoung decidió que podía confiar y estar más segura con Mina que con un médico poco amable y cara de estrés.

Por suerte esa cara no impidió que el hombre fuese profesional en su trabajo y unas horas después estaban de vuelta en el apartamento con una Chaeyoung todavía febril pero mucho más animada. El color había regresado a su cara y a sus labios.

— Solo dormirás aquí mientras estés enferma —  le dijo Mina encargándose de quitarle los tennis y los calcetines —  ¿Has tomado las pastillas?

Chaeyoung asintió acurrucándose en la cómoda cama y abrazándose a la almohada. Contra todo pronóstico, Mina era una buena cuidadora y esa atención le gustaba; la había llevado a comprar comida chatarra. Algo absurdo pero que le hacía ilusión ya que con sus padres solo la podía tener cada quince días aproximadamente e incluso la había consentido comprándole dulces y esos mangas que sus padres no le dejaban leer sin antes revisarlos.

Mina se tumbó al lado de Chaeyoung en la cama cuando esta logró ponerse cómoda de nuevo sin ayuda y encendió el televisor.

— ¿Tienes alguna de esas series americanas tan famosas? — una pequeña sonrisa abandonó los labios de Mina al escuchar a Chaeyoung —  En casa no teníamos televisión. Todo lo que he visto ha sido en los ordenadores de la biblioteca pero hay muchas cosas que no podía conseguir.

— Supongo que siempre puedo descargar algo para ti. Las chicas que enferman necesitan ser consentidas — Mina estaba siendo amable de forma natural, después de esa mañana había descubierto que la naturaleza amable de Chaeyoung le provocaba buen humor.

— Entonces quiero... alguna serie que un padre excesivamente religioso prohibiría a su hija.

Mina dejó escapar una carcajada de su boca mientras abría la caja de pizza. Chaeyoung parecía encontrarse mucho mejor.

— Supongo que disfrutarás con "Juego de Tronos". Ve a ducharte rápido, prepararé las cosas para que puedas ver algunos episodios. Volví a dejarte algo de ropa cómoda en el baño.

Con una enorme sonrisa, Chaeyoung asintió. Momo tenía razón en una cosa, Mina era realmente amable con aquellas que tenían o se ganaban su protección.

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