25. Prendas con aroma
Temática: Perdida de la memoria
Relación: Alfa x Omega
—El médico dice que le dará de alta en el día de hoy.
KyungSoo suspiró aliviado tras escuchar a la madre de JongIn desde el otro lado del teléfono.
—Voy ahora mismo al hospital. —Se apresuró en responder.
—Descuida, no hace falta —indicó la mujer mayor—, yo me encargo de su salida. Intenta descansar, no has dormido en estos días...
KyungSoo mordió su labio inferior. Su lobo se sintió inquieto, quería estar allí para JongIn.
—¿KyungSoo? —Lee Bo Young lo llamó luego que permaneciera en silencio.
—Sí, aquí estoy.
—El médico dice que dentro de unos días la inflamación de su cerebro disminuiría. —La mujer se expresaba de forma calmada—. Y podrá recuperase completamente. Sus recuerdos y su capacidad olfativa... Estará mejor.
KyungSoo apretó el celular, abrazándose a sí mismo. Sabía que su suegra intentaba animarle luego que en esa semana JongIn no mostrara mejoría.
—Está bien —dijo con un hilo de voz—, sé que será así.
Contuvo las lágrimas hasta el final de lo que duró aquella llamada. Una vez colgó, estas salieron precipitadas de sus ojos, sin que pudiera detenerlas entre hipidos y desgarradores gemidos. Su cuerpo se derrumbó hasta terminar en el frio piso con sus piernas recogidas y su cara oculta entre las mismas.
Su lobo estaba triste y desprotegido, el lazo con su esposo se sentía como un ruido blanco, ausente. JongIn no lo recordaba y su lobo ni siquiera lo reconoció. El accidente que tuvieron, le había provocado amnesia, y como si no fuera lo suficientemente desgarrador, su compañero también tenía anosmia, por lo que no podía sentir su aroma. Ni en un millón de años hubiese imaginado tal panorama.
Era un dolor agonizante para el omega, no podía calmarse aunque intentara poner buena cara y ser optimista. Recordaba claramente el rostro imperturbable de su esposo cuando ingresó a la habitación de la clínica luego que despertara, y no había rastro de reconocimiento.
"¿Quiénes usted?".
No sabía que una pregunta como esa, sería capaz de derrumbarlo y que su omega se sintiera tan desvalido.
Kim JongIn y Do KyungSoo eran una pareja destinada, hecha el uno para el otro, nadie que los conociera lo pondría en duda, la forma en que se miraban, el que siempre estuvieran uno junto al otro, como si sus cuerpos inevitablemente estuvieran gravitando entre sí; la forma protectora en la que JongIn actuaba frente a su omega y KyungSoo cuidándolo tan amorosamente.
Sonrisas cómplices y miradas cariñosas, eran esa clase de pareja.
Su relación había avanzado muy rápido, se habían conocido durante una fiesta de fin de año organizada por un amigo en común, y bastó un par de minutos, entre una charla ligera y sus aromas mezclándose, para que sus lobos se regocijaran y comprendieran que habían encontrado a su compañero. Justo cuando el año nuevo iniciaba, se dieron su primer beso, y sus manos nunca se soltaron después de eso. Se amaban, y un año después, KyungSoo exhibía con orgulloso la marca en su cuello, mientras en sus dedos compartían la argolla que los convertía ante la ley, en una pareja.
Vivían felices hasta que ese conductor borracho apareció de la nada y lo embistió con su carro, y JongIn, en su afán de proteger a KyungSoo, fue quien recibió el mayor impacto en su cabeza, aunque había logrado su cometido, ya que su compañero solo tenía un par de moretones.
Un silencio incómodo se formaba entre ellos, KyungSoo hacia estos ruidos con la bebida mirando hacia los lados. Durante esa primera semana desde la salida de JongIn, había intentado ir despacio con su esposo para que se familiarizara con el apartamento que compartían y con suerte, despertar algunos recuerdos. No quería presionarlo, por lo que sus muestras afectivas se habían reducido drásticamente, a simples roces de rodilla cuando se sentaban en el sofá y básicamente eso era todo. Era como convivir con un extraño y era extremadamente doloroso de presenciar.
—¿KyungSoo? Puedes dejar de-.
El omega comprendió inmediatamente y se avergonzó, así que dejó su bebida, disculpándose. JongIn bajó la mirada como si le molestara incluso su presencia allí.
—Estoy cansado, me iré a dormir.
—Claro, cariño. Vamos a-. —A veces era fácil olvidar que para JongIn no era su esposo—. Voy por cobijas.
La primera noche JongIn durmió junto a él en la cama, pero entonces KyungSoo empezó a extrañar los mimos, los abrazos, su cuerpo y solo se conformaba con ver la espalda ancha de su marido mientras sus lágrimas terminaban sobre la almohada. Por lo que le había sugerido a JongIn que él dormiría en el sofá, pero el alfa no aceptó, así que era JongIn quién dormía allí.
Entre tanto, JongIn sentía demasiado frío en la sala, se aferró al par de almohadas e intentó conciliar el sueño, pero como en las anteriores noches, no lo consiguió hasta entrada la madrugada. Se sentía impotente cada vez que veía al pequeño omega actuar como si todo estuviera bien, era difícil mirarlo porque sabía que él estaba esperando que lo recordara y eso simplemente no pasaba. Le hacía sentir incómodo que KyungSoo guardara tantas esperanzas y no pudiera hacerlo. Su lobo se mantenía distante casi como una figura ausente, le estaba haciendo daño a KyungSoo y eso le dolía. El alfa deseaba recordar lo que se sentía amar a su destinado.
Se levantó en la madrugada y se acercó a la habitación donde estaba KyungSoo y lo escuchó llorar. Mordió su labio inferior, sentía pena por él porque sabía que era su culpa al provocarle lágrimas al omega que era su esposo. Sigilosamente se acostó en la cama y atrajo el cuerpo del frágil omega, quien no dudó en aferrarse a él y aspirar su aroma.
—Lo siento mucho. Perdón.
JongIn aspiró sobre el cabello de KyungSoo ansiando percibir su aroma pero no había nada allí.
—¿KyungSoo, puedes dejar de intentarlo? —susurró a un dormido KyungSoo lo que había querido decirle antes. No tuvo las agallas de corregirlo en ese momento, ni ahora, de enfrentarlo.
Había pasado 3 meses y sus recuerdos sobre Do KyungSoo seguían ausentes, al igual que su capacidad olfativa. En esas últimas semanas había estado asistiendo a terapia, sin embargo nada parecía útil y Jongin a ese punto, había tomado ya una decisión.
La semana antepasada fue el celo de KyungSoo, al principio JongIn ni siquiera había sido capaz de sentirlo, el omega lo había estado evitando por lo que no reparó que había algo inusual, hasta que en la tarde, después de salir temprano de su trabajo, se llevó con la gran sorpresa, KyungSoo estaba en cuatro sobre la cama, completamente desnudo mientras gemía su nombre. Finalmente, JongIn era un alfa que se sintió atraído por el omega y tal vez fueron sus feromonas excitadas que hizo que KyungSoo volteara y lo viera plantado al pie de la puerta con su mano dentro de sus pantalones.
Por primera vez su lobo manifestaba alguna reacción frente al omega, estaba inquieto en su interior, moviendo la cola de un lado a otro.
KyungSoo permaneció en silencio pero sus ojos era totalmente diferentes, brillaban necesitados y cargados completamente de amor.
—Déjame ayudarte —profirió con su voz de mando acercándose con cuidado.
KyungSoo seguía sin emitir palabras pero era clara la emoción reflejada en sus expresivos ojos. JongIn se entregó completamente al deseo de su cuerpo caliente, en cada empuje en su interior sentía que algo podía desencadenar en su memoria, porque se sentía bastante bien, su polla encajaba perfectamente en su apretado orificio, su orgasmo fue poderoso y vino acompañado del nudo que se aferró en su interior. JongIn aprovechó para, por fin, besar cada centímetro de piel del cuerpo de KyungSoo, era atractivo, su piel era suave y se sentía muy bien sobre su boca al probarla. Realmente estaba esperanzado que sus recuerdos llegarían y podría saber qué era amar a KyungSoo.
Sin embargo, nada de esto sucedió, no había nada familiar en el omega, y lo que era peor, es que sus muestras de cariño siguieron después de atravesar su celo, y no era que a JongIn le molestara, por el contrario, pero sabía que no era justo con el omega, él merecía mejor. El viejo JongIn podría amarlo y darle lo que merecía pero él ya no era ese JongIn al que KyungSoo se aferraba y era doloroso ver el anhelo creciendo en los ojos de su compañero.
—Hey, KyungSoo.
El nombrado se detuvo en sus pasos tras llegar a casa. Quedó impactado mirando las maletas al lado de JongIn, su vista se nubló rápidamente y su lobo empezaba a aullar desolado en algún rincón de su mente.
—Yo te estaba esperando porque. —JongIn mordió su labio inferior. Las palabras salían con dificultad—. Lo mejor es que me mude y puedas-.
Avanzar, sin aferrarte a un fantasma. Eso era lo que diría pero entonces los sollozos de KyungSoo llamaron su atención y antes de siquiera notar lo que estaba haciendo, lo abrazó protectoramente al tiempo que repetía palabras de perdón sobre su cabello castaño. JongIn también estaba llorando, era doloroso también para él, pero más lo era ver a KyungSoo cada día ansiando que sus recuerdos volvieran.
—JongIn yo te amo y sé que tú también lo haces —dijo entre hipidos alzando la vista para encontrar su mirada.
—Lo sé, bebé —expresó el alfa cariñosamente—. Sé que también te amo... pero en mi pecho es como si tuviera un agujero y no puedo hacerlo. Lo lamento tanto, KyungSoo —JongIn seguía derramando lágrimas que eran limpiadas cariñosamente por su omega. Incluso cuando no se lo merecía, KyungSoo lo trataba con tanto amor.
—No mereces este cascarón patético en lo que me he convertido —agregó compungido.
KyungSoo negaba con sus lágrimas mojando su rostro.
—No digas eso, amor. Eres lo mejor que me ha pasado y nadie ni nada cambiará eso.
—Lo lamento tanto, en serio lo hago.
JongIn había intentado seguir con su vida durante ese año, le iba bastante bien en su trabajo y la relación con su madre se había hecho más cercana después del accidente. Sin embargo, no se sentía bien, su lobo lo había abandonado hace unos meses y de vez en cuando sentía un pinchazo en su pecho, lo que le hacía soltar lágrimas amargas. Él también se había aferrado a su compañero y a los recuerdos de esos tres meses que compartieron, aunque eran dolorosos para él. JongIn era patético al usar aún en su dedo anular la argolla de su alianza con KyungSoo, lo que evitaba que omegas solteros lo buscaran. No podía estar con alguien más, ni tampoco podía estar con el omega.
Ese día una lluvia fuerte lo había tomado por sorpresa a mitad de camino a su casa, cuando llegó allí estaba destilando agua, se deshizo de su ropa empapada, y maldijo al instante al no encontrar ropa abrigada limpia, así que rebuscó en su armario hasta dar con una sudadera gris oscura, se la puso junto a un pantalón oscuro y se fue directo a su cama a descansar.
Esa noche, soñó estar rodeado por pétalos de rosas rojas que habían formado un lecho donde estaba tumbado, tomaba un par de pétalos y estos se sentían bastante suaves entre sus dedos. JongIn se sentía feliz, regocijado entre aquellas flores, moviéndose de un lado a otro mientras la fragancia de rosas se impregnaba en su cuerpo.
A la mañana siguiente JongIn despertaba con una pequeña sonrisa, aún con los ojos cerrados, sus brazos rodeaban su cuerpo para que el aroma a rosas no se desvaneciera aún. Al cabo de unos segundos, con sus ojos abriéndose perezosamente, seguía sintiendo el aroma dulce que le hacía sentir mucho mejor. Se sentó de golpe sobre la cama bastante despierto, él podía oler esa fragancia, también empezaba a percibir otros olores, pero fue el aroma a rosas que le hizo soltar un sollozo, la fragancia provenía de la sudadera con la que había dormido, era la prenda que usaba KyungSoo en algunas noches, lo recordaba.
Ese pequeño recuerdo desencadenó otros más, llenos de KyungSoo en ellos, las rosas era el aroma de su omega. JongIn, con su corazón latiendo aceleradamente, tomó bocanada de aire, aspirando el aroma de la sudadera. Entre más se dejaba impregnar de la dulce fragancia más recuerdos llegaban a su mente tan claros y valiosos que sintió un par de lágrimas rodando por sus mejillas.
Apenas pudo cepillarse los dientes y ponerse un par de zapatillas cuando salió de su casa, estaba corriendo, más de 20 cuadras hasta llegar al hogar que compartió con KyungSoo. Sudoroso y respirando agitadamente tocó el timbre, esperando ansiosamente ver a su omega.
KyungSoo había sentido el aroma de JongIn pero continuó viendo su programa, pensando que tal vez su mente le estaba engañando como otras veces durante ese último año. Cuando escuchó el timbre por un momento quedó paralizado sin saber qué hacer, aunque su lobo se movía inquieto, casi ordenándole que abriera esa puerta.
Y allí estaba, JongIn frente a él con una enorme sonrisa que había extrañado en esos meses.
—Esta sudadera tiene tu olor, Soo.
Sus ojos se abrieron ampliamente en comprensión; en seguida sintió los brazos de JongIn rodeándolo mientras lo escuchaba respirar.
—Rosas —murmuró sobre su cabello—. Eres mi fragancia favorita.
KyungSoo sonrió ampliamente, cuando se conocieron, JongIn le había dicho algo similar: "De ahora en adelante, el aroma a rosas será mi fragancia favorita". KyungSoo supo en ese momento que JongIn era el indicado y lo sería siempre, aunque tuvieran que atravesar un camino espinoso, el omega no dejaría de amar a su esposo.
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