22. Protección - Pelea
Temática: Ángeles
Relación: Alfa* x Gamma
El árbol de la vida ardía ante las vista de los guardianes, sin nada que pudieran hacer para detenerlo, no cuando las llamas eran de naturaleza Divina, arrojando bolas de fuego que se transformaron en pequeñas formas esféricas compactas de color celeste que pululaban inofensivas alrededor de los seis arcángeles, quienes habían hecho un juramento de proteger el árbol de la vida, incluso si eso significaba una lucha constante con los repudiados, aquellos hermanos que habían seguido los pasos de la estrella de la mañana, y que una vez, cada par de siglos, irrumpían en la entrada en el Paraíso.
El árbol de la vida, era la representación en el Paraíso, de las criaturas andantes sobre la faz de la tierra, aquellos seres que el Todopoderoso creó y ahora que había sido consumido hasta no ser nada más que cenizas, no había salvación para los humanos, quedando prácticamente desprotegidos de los repudiados que acechaban en la Tierra. Ángeles guardianes no tendrían la fuerza para enfrentarse a los deltas, no estaba en su casta ser guerreros; por el contrario, los arcángeles lo eran, su naturaleza de alfas les hacía actuar como defensores, constantemente envueltos en peleas contra los repudiados; pero ahora, sin el árbol de la vida, la protección de los humanos se debilitaba y no podrían contenerlos.
En seguida, cinco pares de ojos se dirigieron a Kai reflejando hostilidad y desdén. Como acto reflejo, las alas del arcángel guardián se extendieron, enormes y plumadas de un blanco inmaculado. Suho, el árcangel de mayor edad, gruñó y desenvainó la Espada de Azrael y le apuntó directo a su pecho.
—Entrégate y recibe el castigo que corresponde —sentenció con una voz imponente—. Será peor cuando nuestro Padre se entere de lo que hiciste —habló con hastío.
Kai lo miró con incredulidad. Su hermano lo trataba como un traidor y lo amenazaba con la única arma capaz de convertir en cenizas a todo ángel cuyo cuerpo divino fuera atravesado por la hoja afilada.
—Hiciste un juramento, hermano, y ahora el árbol ha desaparecido —expuso el hermano menor, sacando el arco e insertando una de las flechas apuntando en su dirección.
—Te recuerdo que tú también hiciste ese juramento, Sehun.
Kai había pasado de la incredulidad al enojo. Sus cinco hermanos se habían osado a levantar sus armas contra él.
—La extinción de la creación más preciada para Padre es inminente —acotó Minseok con una expresión de derrota—. ¿Por qué, hermano? ¿Por qué lo hiciste? Confiamos en ti.
—No lo hice —aseguró sin vacilar con una mirada penetrante dirigida a sus hermanos. Él no era el culpable de lo que sus hermanos tan descaradamente le acusaban.
Sus hermanos ni siquiera vacilaron, sus armas seguían apuntándole. Kai gruñó en respuesta, tensionando su mandíbula y sus ojos que parecían arder con el mismo fuego que había consumido al Árbol. Había estada reflexionando bajo las copas del árbol, cuando, sin ninguna explicación aparente, desde el centro del mismo, empezó a combustionar sin que pudiera contenerlo. Las trompetas habían resonado alertando a sus hermanos que llegaron al centro del templo, pero el árbol era devorado por lenguas de fuego.
Sus manos se posaron sobre la empuñadura de su propia espada en su cinturón. Estaba en su naturaleza estar listo para una batalla y no dudaría si debía enfrentarse a sus hermanos. No importaba ya.
Suho, el poseedor de la espada de Azrael, bramó con fuerza, provocando que la espada ardiera en un fuego celeste, Kai alzó vuelo velozmente, no podría ganar si se enfrentaba con los cinco simultáneamente; entre las nubes, más arriba, tendría algo de ventaja.
En el ascenso, apenas podía salir ileso de las flechas que Sehun le lanzaba, siguiéndole muy cerca, en tanto Minseok y Suho habían quedado más abajo, ya que su fuerte era el combate en tierra. Mientras seguía elevándose, impulsándose con sus alas, miró hacia abajo y su entrecejo se frunció, el vuelo era la fortaleza de Tao y Luhan y no los veía por ningún lado. Kai se dirigía hacia el lugar de reposo de los querubines, lo más cerca que estaría del Todopoderoso, y allí estaría protegido de la furia de sus hermanos.
Estaba muy cerca de su cometido, cuando frente a él se materializaron sus dos hermanos que había estado buscando, Kai gruñó, bloqueando sus ataques con su escudo, mientras sus alas seguían manteniéndolo arriba, y con su otra mano sostenía la espada, defendiéndose todo lo que podía. Sus otros hermanos pronto estarían allí y ese sería su fin.
—Entrégate, no quiero hacerte daño —expuso Luhan al tiempo que seguía atacándolo.
—Si es así, ¿por qué Suho me apuntó con la espada de Azrael? —masculló en respuesta.
Luhan logró su cometido, al provocarle un gran corte en su brazo, Kai, soltando un quejido, dejó caer su espada y Tao aprovechó la ventaja para despojarlo de su escudo.
—Estás indefenso, hermano.
Pero Kai no se rendiría, no importaba lo destrozado que estaba, su espíritu luchador le decía que siguiera peleando. A estas alturas, sus aromas eran pesados y asfixiantes. Apretó los dientes y con sus manos en puño se dirigió hacia Tao, pero un corte en una de sus alas le hizo desfallecer. Miró horrorizado los hilos rojos manchando su ala derecha, Luhan lo había hecho y su rostro continuó impávido. Kai empezaba a perder fuerza y su cuerpo a descender, intentó resistirse, pero una flecha había atravesado su otra ala, Sehun le había disparado, y ya no tuvo fuerzas para mantenerse arriba, así que solo estaba cayendo.
—¿A dónde crees que vas? —Suho lo atajó en su caída antes de que pusiera un pie en el Paraíso—. Voy a acabar con tu existencia antes que llegues donde Padre.
Suho tomó entre sus dos manos la espada de Azrael, y Kai usó sus dos alas heridas que seguían sangrando, como escudo sobre su cuerpo y giró esquivando por poco.
Estaba verdaderamente cayendo del Paraíso. Por alguna razón, Suho no había logrado su cometido, y con esto, había perdido su oportunidad de aniquilarlo, no podía descender junto con Kai sino quería perder la pureza de sus alas, como lo estaba haciendo él en ese momento, sus alas maltrechas se fundían en un color cenizo mientras seguía cayendo, más allá del límite, donde ningún guardián del árbol de la vida había cruzado.
Era derrotado por sus hermanos de su misma casta, Kai era ahora un desterrado. Una vez sus pies tocaran aquel planeta que su Padre tanto amaba, se convertiría en un repudiado, un delta.
—Esto es nuevo, un guardián del árbol de la vida desterrado.
Kai abrió grande los ojos y sus pulmones se llenaron de aire, tenía cortes en su cuerpo y sus alas, ahora de un color cenizo. Lo perdió todo, su casta, su hogar y su familia. Se puso de pie con dificultad, extendió sus alas y se enfrentó al ángel frente a él.
—¿Quién eres? —preguntó desconfiado.
El aludido vestía una túnica que le llegaba hasta sus pies completamente negra, al igual que sus alas extendidas. Su rostro era pálido y lo miraban con una expresión sobria. Kai nunca había visto unas alas tan oscuras. Sabía que no se trataba de un repudiado, pues su aroma dulce de una fragancia floral, llegaba a su nariz, no podía asegurar que se tratara de un ángel guardián, no era un omega.
—Soy KyungSoo. Uno de los hijos de Azrael.
Sus ojos se abrieron en comprensión.
—Si eres el hijo de Azrael, significa que eres-.
—¿Un ángel de la muerte? Lo soy —confirmó sonriendo grandilocuente—. Y tú pareces muy sorprendido, guardián. ¿Nunca habías visto uno? Oh, espera —indicó llevando su mano a su frente—, lo olvidaba, nunca habías salido de la Ciudad Celestial, el único lugar donde la muerte no puede entrar —resolvió con una mueca burlona.
Mientras los deltas eran los repudiados, alfas que fueron vencidos por otros alfas y desterrados. Los gammas, eran todos los hijos de Azrael, rechazados por su naturaleza; su casta, a menudo era olvidada debido al pecado que había cometido su padre.
—¿Cómo te llamas, Guardián?
—Soy Kai.
—Has sido tocado por la espada de mi padre, eso fue lo que me trajo a este lugar, en caso que te lo preguntaras.
Se encontraban parados sobre dunas, en medio de un desierto de arena dorada.
—Ya me voy, tengo mucho trabajo, Kai.
—¡Espera! —Kai tomó las mangas de su túnica impidiendo su marcha.
—Es verdad, bienvenido a la Tierra, te va encantar este lugar —agregó con una gota de sarcasmo que Kai pudo percibir—, descontrol, pecados capitales y depravación.
Le resultó perturbador su descripción.
—¿Qué se supone que debo hacer? —preguntó un tanto cohibido, aunque no quería demostrarlo.
KuyungSoo empezó a reír burlonamente, en tanto el ahora delta, permaneció estoico.
—Oh, eres muy inocente, cariño. Eres un repudiado, yo de ti no estaría cerca de los arcángeles, pueden ser un dolor en el culo cuando no están follando a los ángeles guardianes.
—¡¿Qué?!
—¿Cómo crees que nacen los ángeles? ¿Por obra y gracia del señor? —KyungSoo seguía burlándose.
Kai rodó los ojos. Lo que en verdad le había sorprendido de aquella afirmación, era que los ángeles descuidaran su misión.
—La cuestión es que ustedes traen tantos ángeles como almas a este planeta, y hay demasiados humanos, Kai. Debería haber un plan de natalidad en ciudad celestial —manifestó seriamente—. Oh, ya debo irme. Cuídate.
—¡No!
Hacía demasiados siglos que a Kai le había dejado interesar la Tierra, por lo que no sabría qué hacer antes de regresar al Paraíso, ese era su lugar, no aquí, entre mundanos.
—Estoy herido y necesito un poco de cuidados —dijo con una voz aterciopelada, intentando persuadir al gamma—. Mis alas están en mal estado y no puedo volar apropiadamente.
KyungSoo arqueó una de sus cejas.
—Dile a tu pareja que lo haga por ti, yo estoy ocupado, se me están acumulando las muertes, Kai.
—No estoy emparejado.
El ángel de la muerte suspiró cansinamente.
—Está bien, solo mientras terminas de recuperarte, y tendrás que acompañarme a mi trabajo.
—¿Los arcángeles no me rastrearán?
—Supongo que es algo bueno ser la casta más olvidada, Kai, pasamos desapercibidos para ellos. En tanto estés conmigo, estás fuera de su radar.
—Cuando sane, recuperaré mi lugar. —Kai no sabía que estaba diciendo, si el árbol no existía no había nada qué proteger.
—¿Y qué hacemos con tus amigas?
KyungSoo señaló hacia un par de esferas luminosas celestes que apenas notaba, flotaban alrededor de ellos y empezaron a moverse velozmente cuando las miraron formando figuras en el aire.
—No vienen conmigo —respondió con un encogimiento de hombros—. Debe ser algo de la Tierra.
—Esto no pertenece a la Tierra, Kai —indicó seriamente.
Kai estaba aterrado, KyungSoo no se había equivocado cuando describió a la Tierra, esto no era lo que Padre hubiese querido. No entendía, apenas se habían topado con un par de ángeles guardianes ¡Tres! para ser más precisos ¿Dónde estaban los demás? Tampoco se habían topado con los arcángeles que debían proteger a los humanos de los repudiados. Había deltas por todos lados, persuadiendo a los humanos de cometer actos crueles solo por diversión. Lo más sorprendente es que estos repudiados parecían ser conocidos al ángel de la muerte.
—No sabía que los hijos de Azrael fueran tan cercanos a los repudiados. —No puedo evitar preguntarlo con una gota de amargura.
Kai estaba dentro la bañera, mientras KyungSoo, desde afuera, le ayudaba a limpiar y curar sus alas.
—Te sorprenderías que tan cercanos podemos ser con los deltas —respondió con una sonrisa traviesa.
Por algún motivo no le cayó en gracia escuchar aquello, ni a él, ni a las esferas que formaron una cara enojada que despareció cuando KyungSoo miró en su dirección.
—Dime la verdad, Kai. ¿Qué son esas esferas? Nunca había visto algo así.
—No lo sé, pero parecen inofensivas.
Por los siguientes días, la rutina fue la misma, acompañar al ángel de la muerte a hacer su trabajo, y luego, el gamma se encargaría de atender sus alas, que aún no terminaban de sanar completamente.
Kai estaba curiosos sobre varias cosas, una de ellas era el túnel luminoso al que KyungSoo guiaba las almas humanas, él ángel de la muerte le había comentado que ningún ángel sabía lo que había más allá. KyungSoo lo había atravesado un par de veces para acabar con su existencia pero no lo había logrado; incluso las esferas habían atravesado el túnel, ante los ojos de Kai, y regresaron al lugar de partida.
KyungSoo, era un ser que ocultaba su melancolía con humor negro, había descubierto Kai, y eso era lo segundo en lo que estaba curioso. Entre más pasaba tiempo con él, sus feromonas excesivamente dulces le empezaban a atraer, había descubierto que su fragancia le pertenecía a una flor, al jazmín. A Kai le gustaba impregnar su olor en el pequeño cuerpo del gamma y cuando se encontraba con un repudiado, su espíritu le demandaba que lo mordiera y lo reclamara como suyo.
—En unos días tus alas estarán como nuevas —comentó KyungSoo acariciando sus alas recuperadas—. Podrás regresar a ciudad perfecta y recuperar tu casta, o lo que sea que harás.
Kai bufó, aun sintiéndose furioso con sus hermanos que lo desterraron. Las esferas, a su lado, formaron una expresión triste. Con o sin árbol de la vida, la humanidad estaba destinada a extinguirse, había concluido Kai luego de observarlos por días.
—Aún no sé el último chismorreo de ciudad paraíso, quiero escucharlo de la primera fuente. ¿Qué sucedió allá? —indicó KyungSoo sentándose en el sillón disponible.
Kai suspiró e intentó suavizar su expresión ante el ángel que le miraba curioso. Las esferas formaron un signo de interrogación para luego organizarse en una hilera y quedarse suspendidas. El antiguo guardián le comentó lo que había ocurrido.
El ceño de KyungSoo se frunció luego de revelarle lo que había sucedido
—Así que estabas tomando una siesta sobre el árbol más poderoso de todo el universo, y empezó arder de la nada. ¿No había agua? No pudieron llamar a los ángeles bomberos ¿o algo así?
—Esto es serio y te estás burlando.
—Perdón, intento entender. —Las mejillas del gamma se enrojecieron antes de continuar—: así que las llamas del fuego divino no puede ser apagado con métodos angelicalmente convencionales.
Kai asentía ante las conjeturas de KyungSoo.
—Después de eso —continuó—, tus hermanos llegaron, fueron testigos del desastre, te vieron a ti, y concluyeron que tú eras el culpable, luego te peleaste con ellos cuando decidiste buscar refugio con los querubines.
—Me defendí —corrigió.
—Correcto, te defendiste, tu hermano te apuntó con la espada de mi padre y fuiste desterrado. —KyungSoo se mantuvo en silencio por un par de segundos antes de mirar en su dirección, en un gesto pensativo—. El mundo se ha vuelto más caótico últimamente, debe ser por la ausencia del árbol. ¿No pueden plantar uno nuevo? ¿ El Todopoderoso no tiene semillas para eso?
Kai se cruzó de brazos, aspirando lentamente.
—No es tan fácil.
Las esferas empezaron a revolotear por toda la habitación, llamando la atención de los ángeles.
—Creo que ellas saben —señaló KyungSoo.
Acto seguido formaron un signo de exclamación.
—¿Y tu plan es? Regresar a las puertas del Paraíso y esperar que tus hermanos y todos allá arriba te crean, porque la última vez lo hicieron. Ni yo hubiese pensando en un mejor plan —ironizó con una mirada burlona.
KyungSoo tenía razón, pero era su único plan. No podría quedarse en la Tierra.
Ese día al despertar, el aroma de KyungSoo era mucho más intenso y dulzón que los otros días, el cuerpo de Kai reaccionó a las feromonas del gamma en la otra habitación, la temperatura corporal había aumentado y empezaba a crecer un bulto en sus pantalones. Kai apretó los ojos y golpeó con fuerza la pared. Deseaba tomar al ángel y hacerlo suyo, sus feromonas, cargadas de excitación, también se disipaban en el aire y as esferas a su alrededor se movían de un lado a otro, saliendo e ingresando a la habitación.
Kai escuchaba leves gemidos provenientes del otro ángel , tuvo un momento difícil. KyungSoo lo había ayudado, el tendría que devolverle el favor, ya que el gamma no tenía un compañero y estaba pasando un mal momento durante su celo. Él sabía muy bien que no era una simple ayuda a cambio de un favor, el quería hacerlo, enterrarse en KyungSoo y que gimiera su nombre, lo había estado pensando últimamente.
No fue sorpresa que al ingresar a la habitación, encontrara al ángel completamente desnudo sobre la cama, dándose placer y con la vista de su culo siendo una cascada de lubricante que mojaba las sábanas a su alrededor.
—Kai, por favor —gimió su nombre cuando lo vio frente a él—, te necesito solo a ti.
Se acercó hacia el cuerpo del gamma necesitado, tomando su mentón entre sus dedos.
—Aquí estoy para ti.
Acto seguido, atacó el néctar en sus labios, chupaba su lengua y lamía sus labios dulces, bebiendo de estos. Sus dientes se apretaron sobre su labios inferior, mientras sus manos alzaban su trasero y amasaba su nalgas.
Se cernió sobre el cuerpo del más bajo, luego de estar completamente desnudo, sus alas de un color cenizo, se extendieron sobre su espalda, al igual que las negras de KyungSoo sobre las sábanas. Sentía las manos del gamma aruñando su espalda, gimiendo su nombre cada vez que se adentraba en sus paredes, que le recibían gustoso, como si fuera parte de él.
—Eres mío, KyungSoo. —Su lado más dominante, gruñó, cuando alcanzó su cuello y lo mordió.
—S-soy tuyo, Kai, mi compañero —jadeó el gamma, cuyos ojos se mantenían cerrados debido al placer de sus cuerpos.
El celo del gamma duró alrededor de tres días, en los que Kai estuvo allí para él, penetrando su interior con fuertes estocadas. Se había anudado en más de una ocasión al gamma, quien al pesar del dolor del nudo, le pedía por más. Kai abrazaba protectoramente el cuerpo desnudo de KyungSoo y sus alas se habían cerrado, envolviéndolos completamente.
—Tengo algo para ti —mencionó KyungSoo quien se removió un poco entre sus brazos y removió el collar que adornaba su cuello.
Kai lo miraba sin entender cuando antes sus ojos le presentó el colgante, era una llave.
—Es el medallón que le perteneció a Amenadiel —explicó—. Es capaz de prestar su fuerza a quien la posea, con esto en tu cuello, podrás vencer a tus hermanos y regresar al Paraíso.
Kai tomó el medallón en sus manos cerrando sus dedos. Incluso si tuviera éxito, KyungSoo no podría ingresar debido a lo que hizo su padre, Azrael, el primer ángel de la muerte, el primer y único ángel que se suicidó con el arma que el mismo había forjado, maldiciendo con ese acto a todos sus hijos.
—¿A donde fueron todas las esferas? —preguntó KyungSoo—. No las he vuelto a verde desde que-. —Su rostro enrojeció y sus ojos se ampliaron.
Kai sonrió y plantó un dulce beso en sus labios.
—Yo tampoco.
Había pasado al menos un mes desde el celo de KyungSoo. El arcángel no estaba listo para despedirse de su compañero y enfrentar a sus hermanos, y KyungSoo tampoco le forzaba o le preguntaba al respecto. Kai había descubierto que podía ser feliz allí, incluso cuando el mundo a su alrededor estaba colapsando debido a la ausencia del árbol.
Tal vez Kai fue demasiado codicioso...
Una horda de arcángeles irrumpieron cuando el ángel de la muerte cumplía su trabajo, la arena desértica, le hizo acordar de la primera vez que se encontraron. Fueron completamente rodeados, Kai gruñó hacia los alfas y atrajo el cuerpo de KyungSoo protegiéndolo con sus alas.
—No puedes huir ahora —dijo uno de ellos que le apuntaba con una ballesta—. Debes recibir el castigo de tus actos.
—Kai —murmuró KyungSoo para que solo él le escuchara—. Tienes el medallón contigo, eres más fuerte que todos ellos.
—No permitiré que te hagan daño.
—Que nos hagan daño, Kai —agregó con una extraña sonrisa, tomando su mano y llevándola hacia su vientre.
Kai quedó sorprendido sus ojos se humedecieron.
—Entonces, pelearé para protegerlos.
No hubo un beso de despedida, cuando los arcángeles los separaron, Kai luchó contra ellos, el medallón de Amenadiel le daba la fuerza y agilidad necesaria para vencerlos y esquivar sus ataques, el pudo haber huido si hubiese querido.
Un gritó desgarrador lo hizo detener, uno de los guerreros aprovechó su momento de vacilación para someterlo y arrancarle el medallón de su cuello. Kai ya había perdió cuando vio a KyungSoo siendo retenido por un par de alfas, quienes lo golpearon hasta dejarlo inconsciente. Un gruñido animal salió de su pecho, se liberó de quienes los retenían, pero los otros alfas al percatarse de esto, extendieron sus alas y se llevaron a KyungSoo a la ciudad celestial.
Kai despertó y se encontró en una celda de barrotes de oro, Suho apareció frente a él, mirándolo con repudio y con el colgante entre sus manos.
—Preñaste a uno de los hijos de Azrael. No contento con maldecir a la humanidad con tu imprudencia, también decidiste manchar tu legado.
—Es mi compañero del que hablas —Kai se puso de pie y gruñó, azotando los barrotes.
La celda estaba ubicada dentro del templo, a la vista de todos, Kai percibió las feromonas de KyungSoo, enviando olas de calma a su cuerpo. Kai respiró hondo, intentando tranquilizarse. Miró hacia los lados pero no lo veía, solo estaban las cenizas del árbol de la vida frente a él.
—Traigan al hijo de Azrael.
—¡KyungSoo! Se llama KyungSoo.
El corazón de Kai casi se quiebra allí, al ver a su amado atado de manos, su túnica había sido rasgada, y en sus alas habían un par de manchas enrojecidas; pese a su estado, sus miradas se encontraron, y KyungSoo le sonrió tranquilizadoramente; en su aroma no se percibía miedo, solo era una fragancia suave, que hizo que su corazón disminuyera sus pulsaciones a un estado de calma.
—Ahora tu... compañero —anunció Suho— estará presente para tu aniquilación, Kai.
Kai bajó su cabeza derrotado por el hecho de no haber protegido a su verdadera familia. Sus hermanos también estaba allí, siendo testigos silenciosos.
—Kai, guardián del árbol de la vida, por tus acciones y sus terribles consecuencias serás aniquilado por la espada de Azrael.
Dio un último vistazo a KyungSoo, su rostro era sereno, como si supiera algo que él no. Kai solo podía confiar en él. Y en ese momento Suho le atravesó su corazón con la hoja de la espada. Un jadeo de sorpresa se escuchó, incluyendo a Kai, quien no podía creer que su propio hermano lo ejecutara.
Pero no se convirtió en cenizas. Suho miraba iracundo la hoja. Kai alejó la espada de su cuerpo con cierta dificultad, tal vez no moriría, pero la herida era todo un lío estaba perdiendo sangre, y el dolor era mucho peor de lo que imaginó.
—No lo entiendo.
—Déjame explicarte —dijo KyungSoo desde su lugar—. La espada de Azrael, la que padre forjó, solo tenía una misión, matarlo a él y a nadie más. Y tú lo acabas de descubrir.
Suho negaba en silencio, antes de voltear hacia su hermano.
—De todas maneras, Kai recibirá su castigo y tú serás expulsado.
—Kai no destruyó el árbol de la vida —informó KyungSoo—. La semilla del árbol de la vida está dentro de este hijo rechazado —añadió con una enorme sonrisa señalando hacia su propio vientre.
—¡¿Qué?!
La tierra a sus pies tembló, antes que un pequeño ángel apareciera, irradiando luz que por un momento cegó a todos los presentes. Kai en seguida lo reconoció, como un querubín, los seres más puros, que ni siquiera pertenecían a una de las castas, eran prácticamente luz.
La figura luminosa se acercó primero donde estaba Kai, sanando sus heridas ante su mirada sorprendida, y en seguida se dirigió hacia donde estaba KyungSoo, y las ataduras se deshicieron. El querubín hizo contacto con el vientre de su compañero, y por un momento, fueron visibles las esferas celestes que estaban dentro de él.
Las semillas del árbol de la vida, se habían implantando en KyungSoo, y allí, entre las cenizas del árbol, estaba germinando nuevamente, regenerándose y reconstruyéndose a través de las cenizas.
El querubín dibujo en el aire la silueta de un ave, que se posó sobre las cenizas, antes de esfumarse. Finalmente lo había comprendido.
Kai corrió al encuentro de su compañero quien lo recibió con brazos abiertos.
—¡Lo sabías!
KyungSoo asintió tranquilamente.
—Lo vi en mis sueños cuando me trajeron aquí. Supe que nuestro pequeño angelito eran las esferas que nos acompañaron, las semillas, Kai, y ahora crecen dentro de mí, como el árbol de la vida.
—Aún no lo puedo creer —Kai besó a su amado, irradiando felicidad después de todo el caos.
—Nuestro hijo será el próximo guardián y todos tus hermanos dejarán de serlo.
Kai asintió, ahora sería el padre de un futuro guardián.
—Gracias KyungSoo.
Al final, Kai perdonó a sus hermanos, en especial a Suho, aunque este no pudo librarse del castigo del Todopoderoso.
KyungSoo y Kai se habían convertido en los padres de Lux y Loey, como habían llamado a sus dos hijos, resultó que eran gemelos.
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