1. Voz
Temática: Tritones
Relación: Beta x Omega.
Más allá del horizonte, entre las corrientes del océano y el azul profundo, se escondían las historias de pescadores que encontraron un terrible final en medio del agua aparentemente tranquila. Criaturas de envidiable belleza y de voces tan dulces como el néctar de las flores, encantaban a los hombres con armoniosas cánticos, hasta que ellos voluntariamente abandonaban las barcas y se lanzaban al mar a una muerte segura.
Solo en ese momento, estas criaturas dejaban ver sus verdaderos rostros, un par de ojos enormes totalmente negros, pómulos prominentes donde sobresalían sus branquias, dientes afilados y piel grisácea. No eran más que monstruos que hipnotizaban a los hombres y los llevaban a la ruina, hasta lo más profundo del océano para alimentarse de los pobres incautos. Nadie nunca jamás regresaba y las barcas eran encontradas sin ningún tripulante.
—Si nadie nunca regresaba. —El pequeño interrumpió a su abuelo justo a la mitad de la historia, luciendo bastante pensativo con un par de dedos en su mentón—. ¿Cómo es que saben lo que les sucedió?
—Bueno eso... es. —El hombre anciano miró a su nieto con una mueca de desdén, sin realmente saber qué responderle—. Calla y mejor ayuda a desenredar las redes —ordenó severamente.
El pequeño, de nombre Kim JongIn, obedeció a su abuelo, sin embargo, en su mente siguió haciéndose la misma pregunta.
"Tal vez esas criaturas simplemente no existen", concluyó.
Aquel pensamiento lo acompañaría en los próximos años.
Ahora JongIn de 20 años, finalmente había reunido el dinero suficiente para comprar su propia embarcación luego que su abuelo falleciera. Él no quería dedicarse toda su vida a ser un pescador, él quería viajar, conocer nuevos lugares y por esa razón había adquirido un pequeño barco para trasladarse entre las costas.
JongIn aún no lo sabía, pero él estaba a punto de conocer a un habitante del mundo marino, del que siempre negó su existencia...
En el suelo marino, cerca de los arrecifes de coral, existía un reino al que pocos tenían acceso, allí vivían sirenas y tritones que habían evolucionado en dos subespecies, la primera, alfas, guerreros que proveían alimento a sus comunidades y los protegían de peligro, y la segunda, omegas, de gran belleza y voces líricas, quienes se encargaban del cuidado y la formación de los integrantes más pequeños de la sociedad.
Pese a la armonía que por milenios acompañó a estas fascinantes criaturas, un extraño maleficio cayó sobre los alfas, provocándoles su repentina muerte. Al borde de su extinción, sirenas y tritones omegas impulsados por el deber de preservación de su especie, buscaron a los hombres en la tierra, machos beta, quienes les serían de utilidad para procrear y así perpetuar a los suyos. Aunque con el pasar de las generaciones, ciertas características más humanas fueron adaptadas por su especie, como la capacidad de respirar fuera del agua y que sus aletas pudieran transformarse a voluntad, en un par de piernas funcionales. Los omegas también debieron aprender a cazar y protegerse entre ellos, desde que ya no había alfas que suplieran esas actividades.
Do KyungSoo, un joven tritón omega, se encontraba sobre una formación rocosa en medio del mar, siendo bañado por los cálidos rayos de sol que iluminaban las escamas verdeazuladas de su cola, dándoles una tonalidad tornasol. La brisa marina movía su cabello castaño claro que caía sobre sus hombros, haciéndole sonreír; a los lejos escuchaba a los pelícanos y a las olas de mar romper sobre las formaciones naturales de roca. El tritón amaba el tiempo que pasaba en la superficie, estaba cerca de la costa y se sentía con mayor libertad; pese a que por esos días no era el caso, ya que su próximo celo se avecinaba, su primero luego de cumplir 19 años.
En la vida de los omegas, aquella edad significaba un paso importante ya que se consideraba que sus cuerpos estaban lo suficientemente maduros para aparearse con un beta y con suerte quedar preñado, pues no siempre era el caso... Por esas razones, KyungSoo estaría 5 días por fuera de su comunidad y no podría regresar hasta no haber copulado con un humano.
Al cabo de unas horas, KyungSoo se sentía ansioso al observar el cielo ya oscuro cargado de estrellas, esta sería su primera vez usando el llamado omega sobre los hombres de la superficie. Él había sido instruido toda su vida para aquel trascendental momento, tomó clases de canto lírico y aprendió un par de canciones en un lenguaje antiguo, que usaban sus antepasados para atraer al alfa. La luna en lo alto apenas acentuaba su débil luminosidad sobre su cola, incluso con el soplo frío su piel se sentía afiebrada.
Observó a los lejos una pequeña embarcación que se dirigía en dirección contraria a la que se encontraba, mordió su labio inferior, debía ser ese momento, no podía perder esa oportunidad. Tomó una gran bocanada de aire, sus cuerdas vocales empezaron a vibrar y la melodía más pura y dulce brotó de sus labios.
Entretanto, JongIn a bordo de su barco sostenía firmemente el timón, para dirigirse a las islas Capri. Era de noche pero al menos el mar estaba en calma, debía descansar pronto. Sus ojos se fueron cerrando cuando empezó a ser arrullado por el sonido del océano y el silbido del viento en notas acompasadas. Sacudió la cabeza cuando estuvo a punto de quedarse dormido, entonces lo escuchó:
Una voz melodiosa, más dulce que la miel, un suave canto que provocaba que su corazón latiera con fuerza al compás de una bella canción jamás cantada. JongIn se movió desesperado en busca de esa fuente que le llamaba, así que giró el timón en dirección contraria, intentando encontrar a quien perteneciera aquella mágica voz.
El joven estaba cayendo bajo el encanto de la voz de un tritón, quien al ver que la embarcación se acercaba, se zambulló en el agua y siguió cantando, observando atentamente la silueta del hombre hechizado con su voz.
Daría todo porque esa melodía jamás terminase, pensaba JongIn mirando al océano oscuro. La voz dulce seguía cantando para él y por extraño que pareciera, quería consolar a esa persona que-.
—Aquí abajo —susurró KyungSoo seductoramente, asomando su cabeza fuera del agua. Sus ojos se fijaron sobre el hombre que le miraba perplejo.
—T-tú eres —JongIn fue sacudido de sus pensamientos al contemplar el rostro angelical de la persona bajo el agua, quien había estado cantando para él.
El joven humano contemplaba encantado unos hermosos ojos que brillaban como la obsidiana, labios voluminosos, rojos como los cerezos, un rostro bendecido por los dioses y piel pálida que parecía reflejar la luz de la luna. JongIn pestañeo lentamente, inclinando su cuerpo, estiró su brazo para tocar la mejilla pincelada de un tono rosa. El hombre en el agua, de sinigual belleza, le sonrío y tomó su mano entre las suyas.
—Acompáñame —murmuró el tritón usando un tono de voz dulce.
El hombre joven de piel dorada, que le recordaba la arena de la playa, ni siquiera dudó por un momento en caer al agua. KyungSoo lo tomó de sus hombros para que continuara flotando y siguió cantando suavemente hasta que sus labios hicieron contacto y pudo darse cuenta que el humano se relajaba entre sus brazos. La boca del contrario se sentía cálida, el omega podía percibir que pronto su celo estaría en su punto más alto, sintiendo pequeñas vibraciones desde su punto más erótico.
KyungSoo se separó brevemente, sus labios seguían hormigueando y el hombre frente a él, le miraba con ojos cristalizados, hechizado bajo su voz. Con una de sus manos empezó a dibujar espirales sobre la superficie del agua que les rodeaba, hasta formar una burbuja de aire alrededor de ellos, mientras se iban sumergiendo en el agua. Sonrío gratamente cuando la burbuja los envolvió por completo, a fin de que el humano pudiese seguir respirando durante el viaje bajo las profundidades del océano. Besó nuevamente al humano, siendo impulsado por el deseo formándose en su vientre. El tritón no se contuvo, y sostuvo entre sus manos el rostro masculino del humano, mientras movía su cola, llevándolos hacia la cueva que había preparado para cuando llegara ese momento.
De repente el hombre amplió los ojos horrorizados y se separó de él. KyungSoo asustado, empezó a cantar para intentar tranquilizarlo pero parecía no surtía efecto. Hasta que la burbuja se reventó y el humano pronto empezaba a ahogarse cuando el agua empezó a entrar en su boca.
El tritón jamás pensó que algo así pasaría. Estaban a mitad de camino entre la superficie y su cueva. KyungSoo mortificado, sostuvo al hombre que se había desmayado y lo llevó donde creyó estaría más seguro, rogando a los dioses para que no muriera.
El omega observaba detenidamente el rostro del hombre que dormía plácidamente, luego de cuidarlo desde la noche anterior. Perfiló con sus dedos el puente de su nariz, pasando por su mandíbula en roces suaves hasta llegar a sus labios gruesos ligeramente entreabiertos, donde hizo mayor presión. Soltó una risita tímida y sus mejillas se ruborizaron al darse cuenta de lo atractivo que era el humano. Recordó el calor que sintió cuando se besaron y su aleta caudal empezó a dar chapoteos en el agua que apenas tocaba, así que cerró la distancia y puso sus labios sobre los del hombre.
JongIn sentía su garganta arder, acompañada de una extraña presión en sus labios, abrió los ojos desorientado y notó a una persona sobre él. Se sobresaltó aterrado y KyungSoo se alejó asustado de su reacción. El joven humano se sentó de golpe, en medio de la improvisada cama, tomando grandes bocanadas de aire.
—¿Q-qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? —preguntó con una voz rasposa, visiblemente confundido.
Sus ojos viajaron sobre la criatura que le observaba desde el agua en silencio, y del que apenas podía observar su rostro y hombros desnudos.
—Casi mueres cuando el agua entró a tu boca —informó KyungSoo, hablando dulcemente para tranquilizarlo—. Ahora estás bien, yo te cuidé —agregó sonriéndole al beta.
JongIn tuvo destellos de lo que había ocurrido en la noche, había visto ese rostro en el agua, era hermoso.
—Estamos en mi cueva, yo misma la decoré —continuó con una voz cantarina.
JongIn dio un vistazo al lugar, una cueva de lo que parecía ser piedra caliza blanca y en el centro había una pileta de agua, iluminada por destellos de colores dorados y azulados que se reflejaban sobre las paredes, debido a un tipo de plantón, pensó el joven asombrado con el lugar. Incluso había algunas estalactitas que colgaban desde el techo.
—Yo soy Do KyungSoo y te traje aquí para- —continuaba desde el agua, fascinado viendo al humano admirar su cueva.
—Necesito regresar a mi barco. —Fue todo lo que dijo frunciendo el ceño. Quería salir lo más pronto de ese extraño lugar.
En seguida JongIn se quitó las colchas que le arropaban y se acercó al agua, introduciendo sus pies. Dio un nuevo vistazo al lugar intentando encontrar la salida, pero no veía ninguna a la vista.
—No puedes salir, podrás ahogarte. Es malo para ti —aseguró.
El joven humano no entendía.
—¿En dónde se encuentra exactamente la cueva?
El omega se encogió de hombros antes de contestarle.
—Estamos dentro de las profundidades del mar. Si sales sin mí, morirás.
Un ligero temblor sacudió el cuerpo de JongIn, estaban en el océano, en una cueva submarina. De alguna manera había llegado a ese lugar y solo estaba una persona allí, hermosa y extraña.
—¿Cómo te llamas, joven hombre? —KyungSoo preguntó mientras sus manos empezaban tocar los dedos del pie del humano, se sentía fascinado con estos.
—S-soy JongIn. —Se acercó al extraño y frunció el ceño—. ¿Por qué sigues en el agua?
—Porque me gusta estar en el agua.
KyungSoo sonrió y con ayuda de sus brazos se sentó sobre el lecho de algas, a un lado de JongIn, y su cola quedó a la vista.
—E-eso es —JongIn exclamó aterrado, retrocediendo para luego frotar los ojos. Tal vez estaba soñando y seguía en su embarcación.
—Sí, uso aceite de nácar para que esté así de saludable —comentó orgulloso el omega de su cola, moviendo sus aletas.
—Pero eso quiere decir que tú eres- —balbuceaba señalando con su dedo índice la cola de pescado del mitad hombre—. ¿Qué eres?
Se le vino a la mente aquellas leyendas que escuchaba sobre criaturas marinas que mataban a los pescadores.
—Soy un tritón.
—No puede ser —JongIn veía su rostro y era tan hermoso, no como los monstruos marinos que decían las leyendas.
Observó su cola y sus aletas, de repente se sintió curioso por tocarlas.
—¿Puedo?
—Sí —contestó KyungSoo dudoso.
La cola era un centro erógeno para los omegas, JongIn, sin saber esto, dejó que sus manos tocaran su hermosa cola. Deslizaba lentamente sus dedos desde su aleta caudal, ascendiendo con delicadeza, se sentía húmeda entre sus dedos pero era bastante lisa. Sin duda, era una criatura hermosa, pensó el joven sin salir de su asombro inicial.
Su mano se adentró en una capa delgada de finas escamas, que se asemejaban a un manto de un tono más claro que el resto de la cola, parecía una aleta ventral. El hombre de piel dorada sentía como si estuviera tocando algo demasiado suave. Sus dedos siguieron adentrándose a la calidez que emanaba, hasta que pareció tocar el borde de un pequeño orificio, y sin pensarlo demasiado, adentró un dedo al interior y este prácticamente fue succionado por paredes palpitantes.
Su corazón empezaba a latir con fuerza y hubiese seguido con su diligente tarea, de no ser por un gemido que JongIn escuchó proveniente de los labios del tritón, y miró su rostro que estaba totalmente ruborizado, sus ojos cerrados y labios completamente rojos. El humano fue sacudido con aquella imagen, y sus manos volaron rápidamente de donde había estado tocando, comprendiendo lo que estuvo haciendo.
—Yo lo siento, no fue mi intención —expuso apurado, totalmente apenado—. No, no sabía qué.
—Bésame, JongIn, por favor. —El omega suplicó en un tono bajo acercándose a él.
Donde el humano había tocado empezaba a secretar lubricante natural y sus feromonas se sentían pesadas en el ambiente. Si de un alfa se tratara, KyungSoo estaba seguro lo hubiese sentido, pero el hombre beta apenas se percataba de su celo.
Todo estaba pasando muy rápido para JongIn que apenas comprendía la existencia de estos seres que siempre negó su existencia. Aunque no podía negar la atracción que empezaba a sentir, ni que lo deseaba... Pero simplemente no podía.
—¿Qué pasa? —KyungSoo miró extrañado cuando JongIn le esquivó. Así que empezó a cantar una bella canción que hablaba del cortejo.
—No, no cantes —JongIn sacudió la cabeza.
—¿Por qué no? —El omega abultó los labios en un puchero.
JongIn no podía concentrarse si el tritón empezaba a cantar. Vagamente recordaba sentirse bajo un hechizo cuando lo escuchó cantarle.
—No me dejas pensar con claridad.
—Yo solo quiero-.
El omega escuchó un ruido proveniente del ombligo del humano, extrañado por eso, puso su oreja sobre la piel caliente de JongIn.
—Se escucha como el océano allá adentro —comentó el omega curioso.
JongIn se avergonzó por los ruidos que estaba haciendo su estómago.
—Necesito comer.
—Oh es verdad. —Había olvidado por completo esto.
No había comida en la cueva, tendría que cazar para él, pensó el omega.
—¿Dónde está mi barco?
El tritón abrió los labios y se sintió mal, probablemente su embarcación estaba a la deriva.
—Ya regreso —contestó.
Sin escuchar respuesta, se sumergió en el agua y salió de su cueva submarina dejando confundido JongIn, quien solo sacudió la cabeza frustrado.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde que dio un par de vueltas sobre la cueva, incluso se metió al agua y halló un par de túneles subterráneos, por donde había salido KyungSoo. Apenas comprendía lo que le estaba sucediendo.
JongIn regresó a la improvisada cama, que le resultaba bastante cómoda pese a lo rústica que era. No entendía por qué estaba allí, en su mente se iban formando ideas sobre su propósito en ese lugar y ninguno le gustaba.
En algún momento se había quedado dormido nuevamente y despertó al escuchar algunos sonidos. Al abrir los ojos encontró a KyungSoo de pie frente a él y por un segundo no encontraba nada extraño hasta que recordó que era un tritón, o ¿tal vez lo soñó?
—Son bellas ¿no? —KyungSoo se movió torpemente con sus piernas humanas. No estaba acostumbrando a transformarse por completo en un humano, el proceso era doloroso.
—Son piernas —expresó confundido—. ¿Cómo es eso posible?... yo toq- vi tu cola de pescado.
KyungSoo tan solo usaba un camisón vino tinto que revelaba sus pálidas piernas. A pesar que el omega no estaba acostumbrado a tener piernas y genitales como las de un humano macho, le gustaba como se veía su cuerpo.
—Desde que los humanos son nuestros progenitores... —respondió sentándose a su lado—. Ahora come, JongIn. Preparé mariscos.
El joven aceptó los deliciosos platos y bocadillos que le entregó KyungSoo con una sonrisa amable, comió poco, pues su apetito había desaparecido.
De vez en cuando observaba las piernas blanquecinas de la criatura a su lado, eran también bellas. JongIn deseaba que enrollara sus piernas sobre él, también quería tocarlas, así como había hecho con su cola.
—Encontré tu embarcación, y la aseguré en una isla, está a salvo ahora —dijo el tritón sintiéndose nervioso debido al silencio de JongIn—. ¿Estás bien?
KyungSoo de verdad quería reproducirse con JongIn, era atractivo y parecía ser buena persona. Además su interior estaba ardiendo y su piel estaba sensible a la espera de su tacto como hizo con su cola. Nunca se había sentido de esa manera, su voz interna le decía que se montara sobre él, que tomara su pene entre sus manos y se lo introdujera para calmar su calor. Aun así, se contuvo a la espera del momento adecuado.
—¿JongIn? —lo llamó luego que parecía que no lo hubiese escuchado.
—¿Así que tus padres son humanos? No lo entiendo —preguntó mirándolo.
KyungSoo no esperaba que JongIn se interesara en su historia.
—No, solo uno de mis progenitores es un hombre como tú —explicó—. Mi mamá es una sirena.
JongIn tenía muchas preguntas que hacerle, pero el tritón ya no deseaba hablar en ese momento. Su piel ardía y su agujero empezaba nuevamente a lubricar debido a la atención que estaba recibiendo por parte del hombre.
—Quiero saber. —JongIn no se resistió a tocarlo y enredó sus dedos en uno de los mechones que caían sobre el hombro de KyungSoo.
El omega vio esto como una aceptación a su destino y se acomodó sobre su regazo.
—Eres hermoso —JongIn lo observaba atentamente, pasando sus manos sobre sus suaves piernas.
Se acercó a su rostro y plantó un pequeño beso sobre sus dulces labios.
KyungSoo podía sentir sus mejillas complemente rojas. Necesitaba a JongIn dentro de él, pero no quería hacerlo no sin antes comentarle sobre el verdadero propósito.
Así que entre besos apasionados, el tritón le habló de sus antepasados y lo que tuvieron que hacer para sobrevivir. JongIn parecía atento a lo que decía, a veces lo notaba observando sus labios como si él tampoco pudiese contenerse.
—Así que usaste tu voz para traerme hasta aquí y necesitas que yo... es decir que los dos.
JongIn había entendido que KyungSoo estaba con apetito sexual y él podría ayudarlo a saciarlo, pero también podía quedar embarazado y traer al mundo más sirenas y tritones... Esto último le costaba entender.
—Sí, JongIn... perdón. —Luego de escucharlo, KyungSoo se sentía apenado—. ¿Lo harás? —preguntó esperanzado.
Podía negarse y aunque fuera doloroso debido a su celo, llevaría a JongIn a la superficie.
—¿Y si me niego, buscarás a otro hombre?
—Sí —susurró. Era su deber, le habían inculcado esto desde pequeño. Pero ahora JongIn le hacía cuestionar—. Probablemente.
—¿Sigo bajo tu encanto, KyungSoo? —JongIn preguntó seriamente. Podía explicar de esa manera su atracción frente a esta criatura.
—No. La voz se usa solo para que abandonen los barcos, lo demás depende de nuestra belleza —añadió con un encogimiento de hombros.
JongIn rio antes de besarlo apasionadamente y esa fue su respuesta.
KyungSoo le atraía, y aunque la idea que un hombre quedara embarazado le resultaba perturbadora, dejó ese pensamiento en el fondo de su mente y se encargó de darle placer al necesitado omega.
Era la primera vez para JongIn y estaba muy seguro que si se tratara de otro hombre, no hubiese sido tan fácil que su miembro ingresara en su interior, se sentía cálido y apretado. KyungSoo gemía para él, pidiéndole más. JongIn se sentía desfallecer en cada empuje adentrándose un poco más. Besaba con adoración cada centímetro de su piel, sus dedos se movían por todo su cuerpo, quería más de ese enloquecedor deseo de estar dentro de él.
El tiempo se esfumó entre ellos cada que KyungSoo se entregaba lleno de placer en el cuerpo bien dotado de JongIn. No creyó que fuese suficiente, pero sus cuerpos también se agotaban.
El celo de KyungSoo había pasado y aún se sentía atraído por JongIn, quería besarlo más de lo que deseaba estar en el agua... lo que debía encender algunas alarmas en su mente. Seguía caminando sobre la arena blanca y le gustaba ver la huella que dejaban sus pies. Luego vio a JongIn acercándose con una expresión ilegible.
—¿Está todo bien con la embarcación? —preguntó Kyungsoo.
—Sí, todo está en su lugar para continuar con mi viaje.
—Oh... eso es bueno ¿no? —Se sentía triste y no lo podía disimular.
—¿Estás triste acaso? —preguntó JongIn acariciándole su mejilla.
KyunSoo solo asintió, y luego algo extraordinario pasó al tocar su rostro y sentir algo húmedo que se empezaba a acumular en su piel.
—Creo que me estoy convirtiendo en agua, JongIn —exclamó horrorizado cuando más agua salía de sus ojos.
JongIn lo abrazó con fuerza riendo y al mismo tiempo consolando al omega. Era ridículamente adorable.
—No te estás convirtiendo en agua —dijo intentando calmarlo—. Se llaman lágrimas y aparecen cuando estamos muy alegres o muy tristes —agregó limpiando sus lágrimas.
Eso tenía más sentido para KyunSoo. Ahora también de su nariz salía agua, pero a JongIn no parecía importarle y le quitó con sus dedos el exceso de agua.
—Yo... —inicio inseguro sin saber si KyungSoo aceptaría— tengo un espacio extra en mi barco y me vendría bien un acompañante. ¿Quizás quisieras unirte a mi viaje?
Más lágrimas salieron de los ojos de KyungSoo, aunque ya no se sentía triste. Él quería conocer más de lo que el reino submarino tenía por ofrecerle y si era con JongIn estaría más que feliz.
—¡Sí! Sí quiero —contestó sin vacilar, dando saltitos sobre la arena.
JongIn sonrió ampliamente y entrelazó sus manos.
—Correcto, vamos a iniciar este viaje juntos.
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