Los reclamos de Donna (pt 2)

miquilla09
Advertencia: La primera parte está en el libro anterior (quinto libro).

Después del incidente con Donna y que hayan ido a tu oficina, a Steven se le pasó el día volando hasta que llegó la hora de su salida, y ya que no le dejaste quedarse haciendo inventario, se fue al esperarte a tu oficina mientras salías de tu última reunión.

–Buenas noches, Donna.–Se despidió Steven guardando sus cosas en su bolso detrás del mostrador en la tienda.

–Mm.–Respondió viéndole mal antes de alejarse hacia la salida.

Steven soltó un suspiro y tomó su libro, antes de ir hacia tu oficina donde subió las escaleras y se encontró con tu secretaria que ya se iba.

–¡Steven! T/N sigue en su reunión, pero puedes esperarla en su oficina, ya debe estar por salir. Yo ya me voy.–Le dijo con una sonrisa con su bolsa en el hombro.

–Oh gracias, ten una linda noche.–Le dijo él antes de entrar en tu oficina.

Steven se sentó en uno de los sillones con su libro en mano y sacó sus gafas para comenzar a leer, mientras que tu seguías en una reunión.

Pasó cerca de casi una hora cuando finalmente entraste en tu oficina apresurada y con expresión cansada, captando la atención del británico.

–¡Steven! Mon cher perdóname, la reunión se tardó mas de lo que esperaba, pero ya estoy lista solo déjame guardar estas cosas.–Le dijiste tomando tu bolsa y empezando a guardar unos papeles y carpetas.

–Querida tranquila, no pasa nada.–Te dijo con una sonrisa guardando su libro en su bolso antes de acercarse a ti.

–Es que si importa, se supone que íbamos a ir a cenar.–Le dijiste buscando otros papeles en los cajones de tu escritorio.

Steven sonrió y se acercó para tomar tus manos provocando que te detuvieras, levantando la vista hacia él.

–Podemos ir a cenar cualquier otra noche, mon amour. Estás cansada, mejor nos vamos a casa y pedimos algo allá.–Te dijo con una sonrisa acercándose para abrazarte.

–Pero Steven—

–No es pregunta.–Dijo sin dejar de sonreír besando tu mejilla.

Soltaste una pequeña risita y le besaste rápidamente antes de sacar los últimos papeles, y Steven tomó tu bolsa dejándola en su hombro junto con su bolso y después tomó tu mano para ambos salir de tu oficina.

(.....)

Mientras tú te dabas una ducha, Steven había pedido su comida favorita y cuando llegó la repartió en sus platos.

Saliste del baño con una de las playeras de pijama de Steven holgadas y ropa interior, y te acercaste para abrazarlo por la espalda haciéndole sonreír.

–Te tengo una sorpresa.–Le susurraste al oído mientras él servía su comida.–Ven conmigo.

Tomaste una de sus manos y lo llevaste para sentarte en una de las sillas de la mesa, antes de ir a por tu bolsa.

–¡Cierra los ojos!–Le dijiste desde la habitación sacando una carpeta de las que te llevaste.

–Están cerrados...–Dijo emocionado dando pequeños golpes en sus rodillas con sus manos.

Soltaste una pequeña risita y llegaste a su lado donde abriste la carpeta dejándola frente suyo en la mesa, y luego te posicionaste detrás suyo dejando tus manos en sus hombros.

–Bien... ahora ábrelos.

Steven abrió los ojos y bajó la vista hacia la mesa donde vio el papel frente suyo, tomándolo en sus manos y leyendo el título:

"Petición de ascenso a guía turístico de la Galería Nacional de Londres para STEVEN GRANT"

Más abajo del título había un pequeño texto escrito por ti donde explicabas las razones de las porqué debería ser guía, y al pasar a la otra hoja vio tu firma y la de los demás socios del museo con quienes trabajabas.

–¿Q-querida qué...? ¿Esto es real?–Te preguntó levantando la vista hacia ti, ligeramente boquiabierto.

–Muy real mon cher. Felicidades, acabas de conseguir tu ascenso a guía turístico del área de Egipto.–Le dijiste con una sonrisa sentándote en sus piernas.

–No puede ser... ¡No puede ser! ¡Al fin voy a ser un guía!–Exclamó con una gran sonrisa viendo el papel, antes de ponerse de pie contigo y abrazándote con fuerza dando un par de vueltas.–¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

–No me lo agradezcas, Steven. Lo conseguiste con tu propio esfuerzo, además que te lo mereces.–Le dijiste con una sonrisita dejando tus manos en sus hombros.

–Aún así, no sabes lo mucho que significa para mi, querida. ¡Muchas, muchas gracias!–Dijo dando unos pequeños saltos antes de tomar tu rostro con ambas manos y besarte con fuerza, haciéndote reír.

–Mañana vas a firmar tu nuevo contrato y si todo sale bien, entonces deberías comenzar ya a trabajar como guía la próxima semana.–Le dijiste con una sonrisa viendo lo feliz que estaba.

–¡Gracias querida! ¡Tengo que planear mis tours! ¡Y las tarjetas! ¡Y-y tengo que buscar las información!–Dijo viéndote emocionado dando pequeños saltos.

Reíste ligeramente y te acercaste para abrazarlo, donde Steven hizo lo mismo de vuelta escondiendo su rostro en tu cuello.

–Ahora mejor celebremos y abrimos esa botella de vino que tenemos guardada.–Le dijiste con una sonrisa besándole otra vez antes de alejarte, mientras él te seguía embobado.

TRES LUNAS DESPUÉS...

A la mañana siguiente estabas en tu oficina mientras que Steven se encontraba en la tienda.

En un rato más vendrían los socios del museo para que Steven firmara los papeles, así que mientras tanto ambos estaban trabajando cada uno en su lugar.

Alguien llamó a la puerta, y pronto se abrió provocando que levantaras la vista hacia ella.

–Donna ya está aquí.–Te dijo tu secretaria con una sonrisa.

–Hazla pasar.–Le dijiste también sonriendo dejando tus gafas a un lado junto con unos papeles.

La puerta se abrió más y Donna entró con expresión preocupada pero intentando disimularlo, y luego tu secretaria cerró provocando que la rubia se volteara a verla.

–Donna, por favor siéntate.–Le dijiste con una sonrisita apoyando tu espalda atrás en la silla.

–¿Para qué quería verme, Directora?–Te preguntó sentándose en la silla con una actitud mucho más calmada que la última vez que estuvo ahí.

–Estás despedida, querida.–Le dijiste sin dejar de sonreír.

–¡¿Q-qué?! ¿C-cómo que—

–Ayer cuando llevé el caso de Steven para ascenderlo a guía turístico ante la junta general de socios del museo, también les presenté tu caso y la gran cantidad de reclamos que hay tanto de clientes como también de trabajadores de aquí del museo que se quejan de tus actitudes y aires de superioridad que claramente no te corresponden.–Le dijiste ahora con una expresión más seria viéndola fijamente.

Donna se te quedó viendo totalmente en silencio y tragó saliva, acomodándose en su asiento algo incómoda por tu intensa mirada.

–Después de que revisaran tu caso, finalmente todos decidimos que lo mejor sería despedirte. El ambiente laboral que se genera aquí contigo no es el ideal, y necesitamos a alguien con mejores actitudes y habilidades para dirigir la tienda del museo teniendo en consideración la gran cantidad de personas con las que se debe tratar día a día. Ya tenemos a una sustituta para tu posición, estará a prueba un par de días y si resulta tener un buen desempeño entonces se quedará con el puesto.–Le dijiste con una sonrisa tomando tus gafas para volver a ponértelas.–Tú despido es de forma inmediata, puedes ir a recoger tus cosas y mañana puedes pasar a firmar los papeles necesarios.

Donna tragó saliva y bajó la vista sin saber realmente qué hacer, cuando llamaron a la puerta nuevamente.

–¡Adelante!–Dijiste sin moverte de tu lugar.

Steven abrió la puerta y se asomó, tragando saliva nervioso cuando vio a Donna ahí viéndole mal.

–Ah... perdón... no quería interrumpir, mejor vuelvo después...

–No, no, pasa. Ya es hora de ir a firmar tu nuevo ascenso.–Le dijiste con una sonrisa poniéndote de pie, mientras Steven entraba en la oficina.–Ya puedes irte Donna.

–Con permiso.–Dijo la rubia molesta viendo mal a Steven, antes de darse media vuelta e irse.

–¿Qué pasó?–Te preguntó el británico confundido viendo a la mujer, antes de voltearse hacia ti.

–Lo que pasó es que ya no hay que preocuparse más por esa bruja, ayer la junta del museo revisó todas las quejas que había en contra de ella y finalmente se decidió que lo mejor sería despedirla.–Le dijiste con una sonrisa arreglando el cuello de su camisa.–Pero no te preocupes por eso, ella se lo buscó solita. Ahora, ¿estás listo para firmar tu nuevo contrato?

–Anoche casi no pude dormir de la emoción.–Dijo dando pequeños saltitos tomando tus manos en las suyas.

–Lo sé, me mantuviste despierta escuchándote hablar de como serían tus tours, pero no te culpo, yo también estaba emocionada.–Le dijiste con una sonrisita dejando tus manos en sus mejillas y acercándote para besarlo.–Mejor vamos así no llegamos tarde.

–Okey...–Murmuró embobado robándote un último beso, antes de tomar tu mano y seguirte fuera de tu oficina.

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