Vivir el momento (OSCAR)
Prólogo: Oscar y tu se conocen en una boda, y luego pierden contacto. Pero eso no es algo que Pedro Pascal, aka, cupido, no pueda solucionar.
Tu amiga Verónica te había invitado a su boda en la playa, pero no estabas segura de si ir o no. Últimamente habías tenido bastante trabajo, las cosas no estaban resultando tan bien como te gustaría, y realmente no estabas de ánimos para ir a una boda. Pero Pedro insistió en que te haría bien despejarte un poco y asistir. Así que lo hiciste.
La verdad no esperabas mucho, más que emborracharte, comer, y luego irte a tu hotel a llorar por culpa del alcohol.
Sin embargo, las cosas resultaron ser mejor de lo que creías.
Antes de que la novia caminara por el altar y esperaban a que todos los invitados llegaran, Pedro te presentó a su amigo Oscar.
Ya lo habías visto un par de veces en algunas películas, pero nunca realmente te imaginaste que podrías llegar a conocerlo en persona.
Desde el primer momento tuvieron bastante química y cosas en común. Pasaron toda la noche juntos ya que pronto Pedro los dejó y se fue probablemente a coquetear, y más tarde terminó ebrio bailando arriba de las mesas.
Después de la boda, te quedaste una semana ahí para disfrutar de lo que tu amiga y su nuevo esposo habían organizado para los invitados, y te sorprendió que Oscar también se quedara dado que era un actor bastante ocupado.
Ambos disfrutaron juntos casi todos esos días, y tenían la sospecha de que Pedro estaba armando mil planes para juntarlos cada vez más, pero simplemente lo dejaron pasar.
Una vez llegó el día en que te tenías que ir, se despidieron y realmente no volvieron a hablar.
—————
Ya habían pasados al menos unos cinco meses desde la boda.
Habías vuelto a tu normal y aburrida vida, sin mucho que hacer más que trabajar.
Eran más o menos pasadas las siete de la tarde, y te encontrabas sentada en el suelo de tu sala de estar, con tu laptop en la mesita de noche y miles de papeles y documentos alrededor tuyo con los que debías trabajar. Cuando tu teléfono comenzó a sonar.
El nombre de Pedro estaba en la pantalla, así que contestaste dejando el altavoz encendido ya que estabas sola.
–¡Hey tu! ¿Cómo estás?–Le saludaste alegre mientras escribías algo en tu laptop.
–Muy bien. Ahora escúchame. Prepárate y ponte más linda y hermosa de lo que ya eres porque tienes una cita en exactamente treinta y cinco minutos.–Te dijo con voz seria y a la vez juguetona, muy distintiva de él.
–¿Disculpa?–Soltaste una pequeña risa, sin realmente creerle. No sería la primera vez que Pedro te hace una broma por teléfono.
–T/N T/S T/A. Te prometo por mi mamita hermosa que esto no es una broma. Vístete, quítate mi pijama que me robaste y date una ducha que voy a pasar por ti en treinta minutos. Me importan tres hectáreas de popó si estás lista o no.
–¿Pero qué estás diciendo? ¿Es enserio?–Preguntaste otra vez, cerrando tu laptop y levantándote del suelo para caminar a tu habitación y buscar ropa.
Pedro podía ser muchas cosas, pero cuando prometía algo en nombre de su mamá, es porque la cosa era seria de verdad.
–Ya me escuchaste. Nos vemos en un rato.
–¡Pero espera! ¿Con quién—. Ni si quiera te dejó terminar, cuando colgó la llamada.–Genial.–Murmuraste para ti misma, dejando el teléfono en la cama para buscar tu ropa e irte a la ducha.
(.....)
Estabas nerviosa, eso seguro. Nunca antes habías ido a una cita ciegas.
Te duchaste lo más rápido que pudiste, y tal y como lo prometió, Pedro estuvo en la puerta de tu departamento en exactamente treinta minutos.
Intentaste convencerlo de que te dijera quién era la persona con la que te había organizado una cita, pero simplemente se rehusó a darte cualquier pista o indicio de quien pudiera ser.
Llegaron a un restaurante bastante grande con un jardín, donde Pedro te guió hasta una parte de éste al aire libre que se encontraba apartada, con una sola mesa.
–Disfruta de tu cita mira que llevo meses organizando esto.–Te susurró al oído, y luego te hizo avanzar hasta la mesa donde había un hombre sentado de espaldas.
Cuando te escuchó acercarse, se levantó y se dio la vuelta con un ramo de tus flores favoritas en las manos.
Al verte, una gran sonrisa se formó en el rostro de Oscar, y sus ojos demostraban un brillo que tuviste la portunidad de ver meses atrás.
–Cuando Pedro dijo que me había organizado una cita, tenía la esperanza de que serías tu.–Te dijo con una gran sonrisa, extendiendo el ramo hacia ti.–También recordé que eran tus flores favoritas. Las traje esperando que estarías aquí.
–Lo son... y también tenía la esperanza de que fueras tú.–Tomaste el ramo y le ofreciste una gran sonrisa.
Ambos se quedaron viendo por un par de segundos, hasta que apartaste la mirada y soltaste una pequeña risa.
–Bueno... supongo que no podemos negarnos ahora que estamos aquí, ¿verdad?–Le dijiste con una sonrisa.
–Así es... por favor.–Gesturó hacia la silla frente a la suya, para luego sentarse también.–Supongo que nos merecemos disfrutar esta noche. Olvidarnos de todo, y simplemente vivir el momento.–Te dijo con una sonrisa, sirviendo dos copas de vino.
Tomaste la tuya y la alzaste para hacer un brindis.
–Supongo que si...–Tomaste un sorbo con la sonrisa intacta, sin quitarle la vista de encima, ya emocionada por lo que saldría de la velada.
Ambos se asegurarían de agradecerle a Pedro por su aspiración a ser cupido ya más tarde.
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