La vecina de al lado

Prólogo: Los chicos nunca antes habían hablado contigo, pero aún así terminaron enamorándose de ti. Y cuando descubren tus planes para acabar con tu vida, hacen hasta lo imposible por no dejarte ir.

Alexaaajcs
Advertencia: Intento de suicidio (frustrado).

Los chicos no te conocían para nada. No sabían tu nombre, tu edad, de donde eras, donde trabajabas, nada. Sólo te conocían porque te habían visto, y por los pequeños saludos en los pasillos cuando se topaban, o en el ascensor.

Realmente ninguno de los tres tenía el valor suficiente para acercarse a ti y hablar de una manera apropiada. Ni si quiera Jake.

Pero lo que sí sabían, es que estaban perdidamente encantandos contigo. No sabían cómo ya que nunca habían hablado, pero estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por ver una sonrisa en tu rostro. Lo cual no era muy a menudo. De hecho, nunca te habían visto sonreír.

Siempre ibas con la cabeza agachada y viendo al suelo. Solo levantabas la vista ligeramente cuando ellos te saludaban, pero nada más.

Sus departamentos quedaban uno al lado del otro, de hecho, tu puerta era la siguiente a la de Steven. Sus ventanas también quedaban relativamente juntas, y las paredes no eran muy gruesas, así que se podía oír ligeramente lo que pasaba al otro lado.

Un día, Jake venía llegando tarde del trabajo, con su boina, sus guantes y su chaqueta de cuero, y justo te vio saliendo del departamento.

No llevabas más que un simple suéter, tus shorts, zapatillas y el cabello amarrado en una coleta.

Buenas noches, bella dama.–Te dijo con una sonrisa, tomando la punta de su boina en forma de saludo, ofreciéndote una sonrisa.

–Hola...–Murmuraste y luego caminaste rápido hacia el ascensor.

¿No será muy tarde y peligroso para que salga así? Puede encontrarse con cualquier persona fuera. Podremos estar en Londres, pero este tipo de cosas suceden en cualquier lugar.–Le dijo Marc desde el espacio mental que compartían.

¿Tal vez va a trotar?

¿Quién podría salir a trotar a las tres de la mañana, pendejo? Además, a ésta hora se aparece la llorona, la gente no va así como así.–Se guardó las llaves del departamento en el bolsillo, y aprovechando que el ascensor ya había cerrado sus puertas, comenzó a bajar por las escaleras.

¡Pues entonces no la dejes sola!

Steven. La llorona no existe.–Le aseguró Marc con tono de voz serio.

Ya, pendejos. Cállense un rato.–Una vez llegó abajo, tu ya habías salido caminando y tomaste un taxi.

Jake se subió al suyo y siguió el coche por donde ibas de la forma más discreta posible, intentando no ser notado. Aunque el hombre ya tenía experiencia en ese ámbito.

Condujo por unos largos minutos hasta que se detuvo en un puente donde te bajaste, y luego el taxi se fue.

Jake aparcó unos metros más atrás, viendo con el ceño fruncido como te asomabas al borde de la barrera.

¿Qué estás haciendo...?–Preguntó Steven desde donde estaba en el reflejo de la ventana junto a Jake.

Te pasaste hacia el otro lado, haciendo que él pánico se hiciera presente en los tres.

Jake bájate. ¡Bájate del auto Jake, ahora!–Le gritó Marc desesperado.

Chingadisima puta madre. ¡Dama no!–Se bajó lo más rápido que pudo, dejando la puerta abierta y corrió hacia donde estabas.

Justo te ibas a lanzar, pero Jake te abrazó por la cintura y te sujetó, mientras comenzabas a llorar desesperada.

–¡Suéltame!–Sollozaste golpeando sus brazos,e intentando hacer que te soltara.

Mi dama, por favor no lo haga. No hagas esto, querida. Te lo suplico. Déjanos ayudarte, podemos hacerlo.–Steven forzó un cambio, y te sujetó con aún más fuerza, escondiendo su rostro en la parte de atrás de tu cuello.

–Por favor no me hagas esto... déjame ir... ya no quiero— no puedo...–Comenzaste a ahogarte mientras llorabas, dejando tus manos quietas en sus brazos.

Linda, sé que no nos conoces, ni nosotros a ti. Pero por favor... déjanos ayudarte... te ayudaremos a salir de esto...–Te susurró al oído, de a poco ayudándote a volver al puente, pasando las barreras de seguridad.

Una vez estuviste del otro lado, colapsó en el suelo contigo, mientras llorabas en sus brazos y te aferrabas a él con fuerza.

Todo está bien, mi dama... todo está bien... no se preocupe... ya no está sola. Se lo prometo.–Dejó besos en tú cabeza, mientras sollozabas con fuerza.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top