Perfectos juntos (STEVEN)*

Prólogo: Es la primera vez de Steven.

Advertencia: oral-smut (mujer resiviendo), fingering, un poco de praising kink, un poco de sobrestimulación, Steven virgen, menciones de Marc.

Steven y tú llevaban saliendo ya un par de meses, pero no habían profundizado más en la relación en el ámbito sexual. Nunca habían pasado más allá de sesiones de besos intensas, ni tampoco de pasar sus manos por el cuerpo del otro, aunque él siempre fue muy respetuoso y mantenía sus manos en lugares en los cuales no te incomodarías, al igual que tú con él.

Ambos estaban sentados en su sillón, bueno, tú sentada en su regazo mientras se besaban con desesperación.

Tus manos estaban enredadas en su cabello, y Steven tenía las suyas en tu cintura, que de vez en cuando subían a tu cabello y acariciaban tu espalda.

En un momento, puso ambas de sus manos en tus mejillas, y se alejó un poco, respirando agitado al igual que tú.

Frunciste el ceño al ver lo que hacía, e inmediatamente la preocupación te comenzó a invadir el cuerpo.

–¿S-steven? ¿Estás bien? ¿Pasó algo?–Le preguntaste algo asustada, poniendo ambas de tus manos en sus mejillas.–¿Hice algo que te incomodó? ¿Me sobrepasé? Steven, lo siento. De verdad, yo no—

–No, no, no, querida tranquila... no hiciste nada, te lo aseguro.–Te dijo con una pequeña sonrisa, al ver lo nerviosa que te habías puesto.–E-es solo que... b-bueno yo... n-nunca he hecho nada de esto anteriormente...

–Oh... lo sé, tranquilo...–Le aseguraste con una pequeña sonrisa, acariciando sus mejillas.–No tenemos que hacer nada si tu no quieres.–Bajaste tus manos de su rostro, y te ibas a sentar a su lado, pero Steven te sujetó en su regazo, sin querer dejarte ir.

–S-si... lo sé... pero es que e-esa es la cosa...–Soltó una pequeña risita nerviosa, acariciando tus caderas.–Yo... s-si quiero hacerlo... es solo que n-no sé cómo...–Sus mejillas se tornaron de un ligero color rojo, y bajó la vista avergonzado.

Una gran sonrisa se formó en tú rostro, y pusiste ambas manos en sus mejillas para levantar su cabeza y besarlo con ternura y suavidad.

–Yo puedo guiarte si quieres.–Le dijiste viéndole a los ojos, a lo que él respondió asintiendo con la cabeza con entusiasmo, haciéndote reír suavemente.–Bien... podemos hacerlo cuando sea que estés listo.

–¿P-puede ser ahora?

–Por supuesto que si.–Le dijiste con una gran sonrisa, acercándote a sus labios para besarle nuevamente con mucha más pasión y lentitud.

Lamiste su labio inferior pidiendo permiso para que tu lengua entrara en su boca, lo cual él aceptó encantado, mientras guiabas sus manos para apretar tu trasero, haciéndote gemir con suavidad en su boca.

Comenzaste a mover tus caderas para crear fricción entre ambos, a la vez que sabías tu vestido un poco para crear más fricción sobre la tela de su pantalón y tus bragas.

Llevaste su mano derecha a tu entrepierna, e hiciste las bragas a un lado para que introdujera dos dedos en ti, haciéndote gemir en su boca para luego separarte un poco y poder verle a los ojos.

–Mueve tus dedos, Steven...–Soltaste un suspiro, juntando tu frente con la suya, cerrando los ojos en el proceso.

–A su orden, señorita.–Comenzó a dejar besos en tú cuello, mientras apoyabas tu rostro en su hombro, y gemías en su oído, haciéndole ponerse aún más duro y que soltara pequeños suspiros temblorosos de vez en cuando.

Sus dedos encontraron tu clítoris con tu ayuda, y comenzó a estimularte aún más  haciéndote gemir un poco más fuerte, a la vez que apretabas sus hombros con fuerza.

–¿P-puedo añadir otro?–Te preguntó aún algo tímido, llevado su otra mano para acariciar tu cabeza.

–Sí por favor...–Gemiste en su oído.

El placer te inundaba, y ya habías comenzado a sentir aquel nudo en tu estómago, cuando se detuvo de repente, sacando sus dedos de ti y perdiendo el contacto con tu femineidad.

Levantaste la cabeza y le quedaste viendo confundida, pero Steven te ofreció una sonrisa tímida y ligeramente sonrojado.

–E-es que siempre me he preguntado a qué sabes... b-bueno... ahí a-abajo... y-yo...–Empezó a tartamudear cada vez más.–Q-quiero hacerte s-sentir bien... y-yo... b-bueno...

Tu solo le ofreciste una sonrisa, y besaste sus labios a la vez que comenzabas a levantarte y tomabas sus manos para que se pusiera de pie ante ti.

–Entonces mejor vayamos a tu cama.–Le dijiste con una sonrisa, dejando que te guiara.

Una vez allí, comenzaron a besarse nuevamente, mientras comenzaban a recostarse en la cama. Steven quedando encima tuyo, a la vez que abrías las piernas para que quedara en medio y enredabas tus manos en su cabello.

Ya cuando se quedaron sin aire, se separaron y se quedaron viendo por un par de segundos con sonrisas en sus rostros, para que luego Steven besara la punta de tu nariz, y se arrodillara en la cama, quitando tus zapatos para dejarlos tirados por allí.

Besó tus tobillos y todo el camino de tu pierna hasta llegar a tus mulos, para subir sus manos con lentitud y delicadeza por ellos, acariciando y besando las pequeñas marcas que tenías en el camino.

–¿Puedo...?–Te preguntó viéndote a los ojos, pasando su mano por debajo de la falda del vestido para tirar con cuidado de la banda elástica de tus bragas.

Tu simplemente asentiste desesperada con la cabeza, sin ser capaz de formar alguna frase coherente, ebria pot todo el cariño y suavidad de las acciones de Steven.

Una vez las bajó y las quitó por completo, no pudiste evitar sentirte expuesta ante él, y ligeramente avergonzada ante el como te estaba observando.

–Eres absolutamente maravillosa, querida... no puedo creer lo afortunado que soy de tenerte...–Te dijo con una sonrisa y un brillo en los ojos, que demostraban pura adoración y amor hacia ti.

Sin esperar más, sumergió su cabeza entremedio de tus piernas, sin realmente saber que hacer.

Las abrió con delicadeza, y trazó una línea recta con su lengua, hasta llegar a tu clítoris, haciéndote soltar un gran gemido.

Levantaste las caderas para subir el vestido y tener una mejor vista de sus acciones ahí abajo, mientras una de tus manos la debajas enredada en su cabello, y la otra apretaba la sábana con fuerza.

Steven no sabía si era memoria muscular por Marc y sus actividades en el pasado, pero era como si supiera exactamente qué hacer.

Lamió tus pliegues, para luego volver a tu clítoris y darle especial atención a ese punto de tu cuerpo que hacía que arquearas la espalda y gimieras su nombre.

Su lengua se movía a una velocidad increíble, y podías sentir como ese nudo en tu estómago volvía a formarse con rapidez.

S-steven voy a—No te dio ni si quiera tiempo de terminar la frase, cuando el orgasmo arrasó contigo, tirando de su cabello con ambas manos, mientras el otro no dejaba de mover sus lengua durante tu orgasmo.

Steven no podía detenerse. Era como si fueras la cosa más dulce y exquisita que jamás haya probado, y seguía moviendo su lengua en ti.

Tuviste que literalmente tirarle del cabello para atraerlo hacia tu rostro y que dejara de sobrestimularte, para besar sus labios y saborearte a ti misma en ellos.

Volvió a posicionarse sobre ti, acariciando tú muslo izquierdo con su mano derecha, mientras la otra la dejaba junto a tu cabeza para afirmarse y seguir besándote.

–Eres deliciosa, querida...–Susurró en tu boca, con una gran sonrisa.

–¿Estás seguro de que jamás has hecho esto?–Le preguntaste con una pequeña risita, acariciando sus mejillas.–Porque estuviste increíble. Pero ahora solo necesito que te quites la ropa.–Volviste a besarle con ternura, para luego ambos quitarse sus vestimentas.

Una vez desnudo ante ti, no pudiste evitar dirigir tu mirada hacia su gran y dura erección, mordiendo ligeramente tu labio inferior, haciendo que se sonrojara.

–Siéntate con la espalda apoyada en el respaldo de la cama.–Le dijiste con una pequeña sonrisa.–Quiero estar encima de ti.–

Steven solo hizo lo que le ordenaste, para luego sentarte encima de él en su regazo, y tomar su miembro en tu mano para masajearlo, haciendo que dejara caer la cabeza hacia atrás, apretando tus caderas y tratando de contener sus gemidos.

–No te resistas, cariño... déjame escucharte... quiero oír lo bien que te hago sentir...–Susurraste en su oído, pasando su punta por tú clítoris.

Sin protestar ni contenerse, Steven soltó un gran gemido, haciendo que te humedecieras aún más.

Poco a poco te fuiste deslizando hacia abajo en su erección, ambos gimiendo ante la nueva sensación, mientras hacías a un lado el dolor a la vez que tus paredes luchaban por aceptarlo por completo.

Una vez ya dentro, escondiste tu rostro en su cuello, a la vez que Steven dejaba besos en el tuyo o donde pudiera alcanzar, acariciando tú espalda y cabeza.

Cuando ya te acostumbraste, comenzaste a moverte de arriba abajo en su miembro, haciéndole gemir a ambos en el proceso.

Steven empezó a apretar tus caderas con fuerza, muy probablemente dejando marcas las cuales ya admirarías luego, mientras alcanzaba tus embestidas en el medio, moviendo sus caderas hacia arriba.

Comenzaste a moverte más rápido al igual que él, creando un obsceno sonido que les hizo sonrojarse a ambos, pero rieron ligeramente al verse a los ojos.

Steven se acercó y besó tus labios, ambos tragando los gemidos del otro, mientras sus cuerpos no dejaban de moverse.

–Q-querida creo que voy a—Dijo con sus labios pegados a los tuyos, con sus brazos envueltos en tu cuerpo.

Yo también... córrete dentro de mi, Steven...–Gemiste en su boca, posando ambas manos en sus mejillas.

Ya sin poder contenerte más, te viniste alrededor de él, Steven siguiéndote un par de segundos después.

Nunca antes habías estado con alguien que expulsara tanto semen como Steven, pero tampoco nunca antes te habías sentido tan llena y completa como ahora. Mientras sus fluidos mezclados, pero principalmente los de él, chorreaban por tus muslos.

Una vez sus orgasmos pasaron y dejaron de moverse, Steven te abrazó con fuerza y escondió su rostro en tú cuello, ambos tratando de regular su respiración.

–Perdóname querida... fue mucho yo no sabía que—Le interrumpiste estrellando tus labios con los suyos, en un apasionado beso, pero a la vez lleno de amor y admiración.

–Fue maravilloso... nunca me había sentido tan completa en mi vida...–Susurraste a centímetros de su boca, con una gran sonrisa en el rostro.–Eres perfecto, Steven.

–Tú también eres perfecta, querida.–Te dijo también con una inmensa sonrisa dibujada en el rostro, para luego volver a besarte con ternura.

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