❤️25❤️
Una risa grupal resonó por todo el camerino cuando Jin, a su lado, había dicho algo que extrañamente le pareció gracioso a todos excepto a ella. Estaba cansada, no había querido presentarse siquiera y solamente quería dormir y no volver a despertar. Jin la miró de reojo y frunció un poco el ceño, luego la mano con la que rodeaba su cintura la acerco más a él para darle un brazo amistoso. Todo su staff fue saliendo poco a poco para dejarla sola y una vez que todos estuvieron afuera, incluyendo a su manager egoísta, ella sintió un peso menos encima.
–Estoy cansada – le dijo a Jin. Este la miró comprendiendola y le dió un beso en la mejilla.
–Lo se, Dhayny. No quería que te presentaras hoy pero no soy tu manager para decidir que hacer.
–A veces odio a Drake – murmuró refiriéndose a su manager –Es tan mandón y no comprende cuando estoy cansada emocionalmente.
Suspiró.
–Lo hace para llevarte a la cima, solo quiere que seas grande. ¿Te imaginas salir a todos lados y que todos te reconocieran?
Ella sabía como era imaginarse eso, era muy extraño las veces que ella salía y la reconocieran, la mayor parte del tiempo solo era parte de la multitud.
–Tal vez quiere que sea grande, pero también quiere dinero.
–No puedo negarlo, todos quieren dinero.
–Quiero descansar un momento, no quiero saber de nada por los momentos. – dijo recostandose del sofá.
Alguien toco la puerta. Uno, dos, tres veces. Dhayny gruñó y puso un brazo sobre sus ojos. Jin la abrió y dejo pasar al guardia de seguridad.
–Ty – saludó palmeando su hombro– ¿Qué pasa?
–Tengo algo para la señorita Cassidy.
–Ella no quiere saber de nada de estos momentos.
–Es importante – sacó un trozo de papel doblado. Jin bajo la vista hasta el papel y arqueo una ceja.
–¿De quién es?
–De un tal Taehyung Kim.
Dhayny se levantó tan rápidamente que sintió su cabeza dolerle aun más. Se acercó hasta ambos hombres y saludo al guardia con una sonrisa.
–¿Taehyung estuvo aquí? – preguntó con rapidez.
Odiaba como su tono de voz sonaba tan desesperado.
–Hace una hora aproximadamente, estaba decidido en visitarla, hasta me dio un discurso pero se retractó. Solo me entrego esto – señaló el papel.
Dhayny se mordió el labio inferior y cogió el papel temerosa por saber lo que decía.
–Gracias, puedes retirarte.
Sonrió y una vez que la puerta estuvo cerrada Jin la miro fijamente.
–No puedes abrirlo.
–No lo haré –mintió y guardo el papel.
–Lo harás, ¿no?
Suspiró.
–Tengo que hacerlo. Necesito hacerlo.
El negó con su cabeza y besó su frente.
–No quiero verte asi otra vez más.
–No lo estaré.
–Te dejaré sola para que lo leas.
Ella asintió y esperó a que estuviera completamente sola. Cuando escucho la puerta cerrar desdobló el papel con rapidez y se sentó en el sofá.
Tal vez se había arrepentido de todo y quería que volvieran, el simple hecho de que dijera eso hacía su corazón latir furiosamente.
En el comienzo de la frase cerró los ojos y casi pudo creer escuchar su voz masculina, suave y gruesa en su cabeza. Los volvió a abrir y dejó sus ojos viajar por las palabras, con cada palabra que leía su sonrisa se borraba.
Apretó la mandíbula y arrugó el papel.
–Imbécil – murmuró molesta la castaña.
Eran las dos de la tarde, estaba cansada y era navidad. Suspiró. Otra navidad triste y sola.
Debía odiar a Tae por hacerla pasar por esto en lo que era uno de los días más felices del año. Se suponía que pasaría la Navidad con Jin, ambos saliendo o pasando bien el día, no se suponía que estaría en este problema, estresandose y queriendo matar a la primera persona que se cruzara en su camino.
Hacía cuatro días había leído la nota que Taehyung le había dejado, hace cuatro días mantuvo su mente en dudo en ir a enfrentarlo o no. Cerro los ojos con fuerzas cuando su cara comenzó a enrojecerse por furia.
Todavía sentía su sangre hervir –de mala manera– al recordar exactamente sus palabras.
Estuve pensándolo bien y me dije que un trato es un trato dije que permanecerías un mes en mi cama y así será, todo por tu padre, Cher.Piensalo bien, si amas a tu padre lo harás. Recuerda te faltan aún dos semanas en mi cama como mi esclava sexual.
Taehyung
Apretó sus puños automáticamente alrededor del volante hasta convertir sus nudillos en un color blanco. No podía creerlo. ¿Como podria decirle eso? Aun había pasado cuatro días y no creía que lo hubiera hecho en realidad, y en el peor de todos los casos aun cuando Ella se encontraba molesta no sentía la necesidad o no podía odiarlo.
Eso no le gustaba.
Ahora ahí estaba ella, en Louisiana, en un coche que no lograba encender un día de Navidad para enfrentar al hombre que amaba que la quería como su esclava sexual. Vaya suerte la de ella. Suspiró e intento encender nuevamente el coche, cuando el motor hizo un sonido avisando que estaba encendido ella sonrió gloriosa.
–Vamos avanzando en este día un poco –se dijo a sí misma.
Logró salir del estacionamiento y puso en marcha el coche hasta la Casa de Tae.
–Mejor que tengas mucho hielo Kim, porque después que abras esa puerta tendrás que pasar una semana entera con moretones. –dijo ella en voz alta mientras avanzaba por las calles de Louisiana.
Cuando se detuvo en un semáforo, pudo observar en el otro extremo de la calle el primer restaurante Francés que el la había llevado. Inconscientemente sus mejillas comenzaron a tornarse rosadas por los recuerdos que había tenido de ese día.
Montre moi-ton jollie corps.
Recordaba el sonido ronco, masculino y sensual de su voz cuando le hablaba en Francés. Por unos momentos no creyó ser capaz de golpearlo al verlo sino de besarlo hasta emborracharse de sus besos. Sonrió tontamente y luego se obligo a sacar esa idea de su cabeza. El sonido de otro coche la sobresalto e hizo que pusiera en marcha el coche nuevamente hasta su destino.
Por su suerte, tenía memoria fotográfica y recordaba exactamente como llegar hasta el lugar sin problemas, pasó por el bosque de pinos largo que en su primera vez y ese pequeño trayecto se le hizo casi infernal e infinito. El corazón comenzó a latir al ver la mansión blanca, siguió marchando hasta entrar en su jardín verde y hermoso por primera vez después de su Ida.
Respiró dificultosamente y apoyó su cabeza en el volante, solo tenía que ir, tocar su puerta, enfrentarlo y luego volver con su cabeza en alto. Ese era su plan. Caminó hasta la entrada y cuando estaba a punto de tocar el timbre, frunció el ceño al ver que la entrada estaba abierta.
–¿Qué demonios...? – murmuró y abrió con cuidado la puerta
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