❤️20❤️

Luego de que terminaran de comer, ambos se dieron una ducha junta para quitar los restos de harina y chocolate de sus cuerpos. Todo su cuerpo se estremecía en tan solo pensar en Tae, simplemente en pensar en su nombre sentía un gran impulso de suspirar como lo había hecho una vez a sus dieciséis años mientras espiaba a Tae cambiarse la camisa en su habitación o cuando se imaginaba como se sentiría besarlo. Casi rió por recordar su adolescencia, era sumamente estúpida no cabía duda alguna.

Dhayny metió un puñado de palomitas a su boca y miro con detenimiento cada escena de la película en la televisión.

La película de suspenso reclamaba mucho de su atención y se sentía totalmente a gusto de poder ver una película. Demonios. La última vez que había visto una fue hace un año antes de que hubieran lanzado su primer disco al mercado. Luego de eso no había tenido tiempo de lograr ver una y en los breves descansos que tenía no los usaba para eso realmente.

Observó como la chica de la película cogía un cuchillo de su cocina y entraba en el sótano para "investigar" el sonido proveniente del lugar. Dhayny negó con su cabeza ante la estupidez de la protagonista y sentía la necesidad de golpearla, si tan solo pudiera...

La chica se detuvo cuando su móvil comenzó a sonar y contestó para advertir a su novio sobre lo ocurrido. Los ojos de la pelinegra estaban tan abiertos como dos bolas de golf y mordía su labio mientras la chica abría un viejo armario para encontrar nada.

La molesta música de fondo le ponía los pelos de punta y sus nervios aumentaron, la protagonista estaba segura que no había nada y justo cuando salía de la habitación el asesino la agarro por su garganta y clavo un cuchillo profundamente en su vientre. Gritó fuertemente mientras caía en el piso y el asesino la estrangulaba con sus grandes manos.

Dhayny saltó del sofá esparciendo algunas palomitas en el suelo.

–¡Sabía que pasaría eso! – exclamó eufórica– Que idiota, tenía que ser rubia –bufo y volvió a sentarse.

–¿Tienes algo contra las rubias? – preguntó Tae a su lado, ¡casi se había olvidado de él! Estaba tan absorta en la película que no recordaba la presencia de él.

–No, en absoluto, solo que conozco muchas que son estúpidas – señaló a la protagonista, ya muerta– Solo mírala ¿Quien entra en su sótano para ver que o quien está? – resopló fastidiada– Yo correría y llamaría a la policía.

Tae rió y rodeo sus hombros con un brazo.

–Vale, tranquila. Solo es una película.

–Una donde la protagonista tiene los pechos más grandes que su cerebro.

–Me gusta como es.

Ella lo miro con las cejas arqueadas.

–Típico, les gustan solo las de pechos gigantes pero sin nada en su cabeza ¿no es cierto?

–Tengo que admitir que esa actriz es sexy, tengo una debilidad por las actrices rubias – confeso. Dhayny arqueó una ceja y frunció el ceño.–Pero... -continuo él– También me gustan las cantantes con cabello negro. Sobre todo las que llevan el nombre de Dhayny.

Sonrió y se inclinó para besarlo. Él la levanto y la sentó a horcajadas en su regazo, acariciando su cuello con el puente de su nariz.

–No quiero seguir viendo esta película – murmuró el cerca de su oído–Prefiero calentarme el cuerpo un rato.

–Solo piensas en sexo ¿cierto?

–Solo cuando tu estas cerca – besó su barbilla y subió la camisa de ella.

Besó su pecho y subió de nuevo hasta sus labios para darle un beso que la dejo sin aliento. Sus besos eran tan adictos que podía besar a Tae todo el día sin parar. La recostó en el sofá y se coloco encima de ella, bajó sus manos por todo su cuerpo acariciando, jamás siendo suficiente para él. Nunca se cansaría de sentir su suave y cremosa piel en sus manos, nunca se fastidiaría de besar sus labios y entrar en su cuerpo una y otra vez. No le era nunca suficiente saciarse de ella.

Lamió su cuello y chupó la sensible piel de ahí. Justo cuando comenzaba a despojarle toda su ropa sonó el timbre. Soltó una maldición y se aparto a regañadientes de ella. El sonido del timbre sonó nuevamente.

–¡Ya voy!

Abrió la puerta y se consiguió con un hombre de unos treinta y cinco años y un poco más bajo que él. Tae pasó su mirada por la ropa negra que llevaba puerta y sintió la necesidad de cerrarle la puerta en la cara.

–Blair

–Sr. Kim – saludó Jack con ese tono de voz molesto que él tenía.

–¿A qué se debe tu visita?

–¿Está usted ocupado? Solo le quitaré algunos segundos.

Tae miró a Dhayny que seguía en el sofá con su cabellera un poco alborotada y su ropa arrugada. Estaba muy tentadora aun con el chupón que él le había hecho en el cuello.

–Estaba en algo, prefiero hablar acá mismo.

Jack endureció su mandíbula y soltó una fuerte exhalación.

–El Coronel me ha enviado para inspeccionar el proyecto, también me ha dicho que necesita los planos. Piensa que necesita saber más sobre los detalles de este.

Tae frunció el ceño y cerro aún más la puerta.

–Yo expuse sobre los detalles del proyecto hace un tiempo y el Coronel revisó los planos en persona, dos veces.

El observó como los nervios se apoderaron de Jack en unos segundos para luego volver a mostrar su actitud seria.

–Lo necesito.

–¿Tu?

–Tengo que hacer algunas investigaciones.

–Soy el único que tiene que hacerlas y no te daré nada.

–¿No confías en mi? Trabajamos para el mismo equipo.

Bufó y puso en blanco sus ojos.

–No te ofendas pero no confió en casi nadie y has sido lo suficiente fastidioso como para pasar a mi lista negra.

–Kim, es en serio. Lo necesito.

La insistencia de Jack lo hacía preocuparse, había algo que no le gustaba para nada. Ese chico siempre la había dado mala espina y esto lo confirmaba del todo.

–Y yo necesito muchas cosas, pero fíjate, no puedo tenerlo todo.

Antes de que el hablara cerró la puerta en su cara.

Un mal presentimiento lo recorrió por completo. Todos su sentidos y cada fibra de su ser le señalaba que algo iba mal, estaba seguro de que algo estaba a punto de pasar. Intento alejar aquel sentimiento de sí mismo y volvió al sofá.

–¿Estás bien?

Intentó sonreír, consiguiendo una mueca. Cogió una mano de ella y la besó.

–Perfecto, todo está bien.

Ella frunció el ceño.

–Pareces preocupado. ¿Paso algo que…?

La besó y calló sus palabras. Volvió a recostarla antes de que empezara a cuestionar.

–Está todo bien. Ahora ¿En dónde estábamos…?

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