Sexta-feira
Bakugou se levantó incluso antes de la puta alarma. Salió a la cocina donde preparó la malteada de Todoroki –que ya ni sabe para qué, porque ya tiene premio– calentó la cena de ayer –porque quedó– para desayunar e hizo rápido ensalada y tamagoyaki para completar el bento. Luego se fue al baño, se miró al espejo y pudo ver su piel pálida, como si hubiera visto un fantasma.
– No es un simple retraso, hoy tampoco ha llegado – Se dijo así mismo. No había podido dormir bien por andar pensando en aquello, y fue precisamente por eso que se levantó más temprano.
Bien, podía esperar un día más para ir con su doctor a que le informe qué estaba ocurriendo, pero tenía que aparentar los signos de celo omega para que Todoroki no sospechara nada. Cansancio, cuerpo caliente, agitación, sudor en exceso, entrepierna mojada; solo había algo que podía hacer para aparentar todos los síntomas.
Así que sentado en el inodoro con la tapa cerrada, comenzó a masturbarse, constante y lento, silencioso pero estimulante. No buscaba llegar al clímax, no quería gritar de placer y olvidar detenerse, lo único que intentaba era aparentar que su celo había llegado.
Cuando terminó se puso de pie, caminó tambaleándose gracias al temblor de sus piernas hasta que llegó a su habitación donde Shouto seguía durmiendo, ajeno a todo lo que había hecho. Miró el despertador y se percató de que sonaría en 10 minutos, por lo que se tiró a la cama dándole la espalda a su compañero.
Ni bien se acostó, el alfa de manera instintiva comenzó a abrazarlo y olfatear su cuello. Tal vez Todoroki estaba dormido, pero su instinto estaba más que despierto. A Bakugou realmente no le importó, con el bicolor se sentía seguro así que, ¿Qué más daba? Era obvio que con su olor a sudor y feromonas atraería de alguna forma al alfa.
Tuvo que aguantarse las ganas de reír cuando Shouto comenzó a restregarse contra él como un perro calenturiento lo haría con una pierna. El miembro semi-erecto de Todoroki chocando con la tela de su ropa interior debajo de la fina bata de dormir.
Fue gentil, le bajó el pantalón y el bóxer a Todoroki, tomó su polla y la guió entre sus piernas. No se penetró, pero encerró el pene entre sus resbalosos muslos de manera que mientras el bicolor se restregaba contra él, hiciese fricción para complacerse de igual forma. Contento con eso, cerró los ojos para disfrutar la sensación, hasta que inevitablemente la alarma sonó.
– Mierda... – Fue la primera palabra ahogada en un bostezo. Sorpresivamente, no fue de Katsuki.
– Sí, buenos días para ti igual, icyhot – Se quejó el rubio.
Todoroki aún estaba procesando mientras miraba un lugar en específico de la habitación. Estaba en ese punto en que ya no está dormido, pero tampoco del todo despierto. El limbo de la mañana.
Cuando su cerebro hizo clic y pudo percatarse de su realidad se fijó en cómo estaban.
– ¿Qué pasó?
– Signos de comienzo de mi celo. Reaccionaste inconsciente al olor y te me pegaste como perro. Ni de coña iba a dejar que me folles, así que te di mis muslos.
– Gracias, supongo – Bostezó de nuevo y se retiró de la cama, guardó su miembro otra vez en sus pantalones y se estiró, listo para ir al baño a darse una ducha de agua fría.
No iba a mentir, tenía ganas de follarse a Katsuki pero tenía trabajo temprano y anudar ya sea dentro o fuera de él iba a ser problemático.
– Ya hice tu desayuno y el bento, están en la mesa. Tu malteada está en el refrigerador – Bakugou se levantó para cambiarse a su nido. Ahora que el alfa se iba, no tenía sentido seguir en la cama.
– Está bien, gracias Kitkat.
– Sí, sí. Cállate y vete ya.
Cuando Todoroki llegó a la agencia de su viejo, rápidamente se le asignó papeleo y quedarse en el edificio. Por culpa de altercado anterior, se lastimó el tobillo, él decía no ser nada grave pero Enji no quiso arriesgarse. El papeleo era claramente lo peor en el trabajo pero no podía evitarse para siempre.
– ¿Shouto -san? Espero no molestarte, solo pasé a ver cómo estabas – La voz de una chica hizo acto de presencia captando la atención del bicolor. Al verla, sonrió.
– No te preocupes, Momo, estoy bien. Solo me torcí el tobillo, nada de qué preocuparse.
– Dices eso, pero cuando Uraraka y Tsuyu avisaron que habías salido herido, todos nos preocupamos. Ya sabes, las bombas no son algo para tomarse a la ligera. ¿Bakugou-san no estaba preocupado por ti?
– Supongo, es decir. No podría saberlo, me llamó para reclamarme que no le había dicho nada y para decirme que fuera con cuidado, pero al llegar a casa me ignoró – La pelinegra soltó una risa.
– Creo que se ve clarísimo que si lo estaba. Solo que, tú sabes, no es bueno para expresarse. Claro, puedo decir lo mismo de ti – Bromeó. Todoroki rodó los ojos.
– ¿Dónde está Natsu-chan? – Preguntó cambiando el tema de conversación – ¿No la trajiste contigo? Creí que era tu día libre.
– Sí, lo es, pero ella se quedó en casa con su niñera. A Tenya le daría un infarto si la traigo conmigo.
– Lástima, quería verla.
– Corazón de pollo con los niños, ¿No es así? – Se burló la omega – Bakugou-san y tú no piensan, tú sabes... ¿Tener el suyo?
– ¿Qué?
– Un cachorro – El bicolor no contestó, se mantuvo en silencio por un tiempo considerablemente largo que Momo sintió que había metido la pata al preguntar.
– Yo, no lo sé... no somos como tú y Tenya. Nosotros solo, solo vivimos juntos. Katsuki dijo desde la preparatoria que eso no estaba en discusión.
– Siento mucho haber preguntado, Shouto-san, eso era algo que no me incumbía.
– Está bien. No te disculpes.
– En serio lo lamento. Creo que será mejor que me vaya para que te deje trabajar. Me alegra haberte visto y saber que estás bien.
– Igualmente. Salúdame a Natsu-chan.
Bakugou sabe que se dijo a sí mismo que no iba a ilusionarse, que esperaría a mañana para ir con el especialista por los análisis y confirmar sus sospechas. Pero realmente no pueden culparlo por pasar la vista por el catálogo online de cosas de bebés que tenían las tiendas en Tokio.
Lo primero que pensó fue un "madre santa, todo está hasta la puta de costoso. ¿Pues vuela o qué?" ya luego recapacitó y se dijo que no era más un mocoso de preparatoria para andarse asustando por eso. Un bebé era lo que quería, y debió informarse de que criar uno era muy difícil. Pero estaba bien, él y Shouto tienen dinero así que podrían costear el gasto.
Puso todo lo que le interesaba en su carrito de compras –para no perderlo y luego preguntar en las tiendas– y luego pasó a páginas de información de maternidad, donde explicaban las leches en polvos, limpieza de las cosas del bebé, cómo era correcto bañarlos, qué hacer cuando salían sus dientes, métodos efectivos para dormir, etc.
Se pasó todo el día en su nido –excepto para almorzar e ir al baño– investigando todo lo referente a tener un cachorro. El tiempo se le pasó volando y solo cuando escuchó la puerta de entrada fue que se levantó para ver a Todoroki.
– Llegaste – Señaló cuando no recibió ningún saludo.
– Hey.
Katsuki esperaba su apodo, su nombre, un estoy en casa, que le revolviera el cabello o comenzara a fastidiarlo haciéndole cosquillas. Como siempre.
Pero no pasó nada. Fue solo un hey y el bicolor desvió su mirada desigual para caminar con dirección a la habitación, arrastrando los pies por su tobillo lastimado.
– ¿Quieres que prepare la bañera? – Preguntó el omega mientras lo seguía.
– ¿Eh? No, puedo hacerlo yo.
– Te ves cansado.
– Solo fue mucho papeleo, pero puedo preparar mi baño.
– En realidad pensaba en bañarnos juntos, yo tampoco lo he hecho – Katsuki miró la boca del alfa abrirse pero se adelantó antes de recibir otra negativa – Lo haré y punto – Y se retiró al baño.
Todoroki se estiró el cuello mientras se tiraba en la cama, la culpa ante la plática que tuvo con Momo. Sí, no podía mentir, quería amarrar de alguna manera al rubio a su lado, pero si Katsuki le había dicho que no quería bebés, debía respetar esa decisión.
De su bolsillo sacó la caja de condones nueva que había comprado en una farmacia y del cajón sacó el que tenía los preservativos agujereados. Hizo el cambio y se prometió que lo usaría más seguido ahora que su rutina estaba cerca.
– Ya está listo, bastardo – Avisó Bakugou.
– Está bien, ya voy – Shouto se levantó y caminó hasta el baño donde el omega ya estaba desnudo y esperándolo – ¿Quieres ir primero? – Katsuki frunció el ceño e hizo un puchero.
– Te dije que juntos, alfa de mierda. Así que métete.
El bicolor obedeció, se desnudó y entró al agua con cuidado; luego, Katsuki hizo lo mismo, sentándose frente a él, su espalda apoyaba en su pecho amplio mientras cerraban los párpados, disfrutando del agua tibia y relajante en sus cuerpos.
Todoroki le abrazó después de un rato y Bakugou guió las manos del hombre hasta su vientre bajo. Cada uno con el mismo deseo en la cabeza. Un cachorro.
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