Samedi
Pero el sábado comenzó desde las 00:00 horas.
Katsuki y Shouto continuaban bebiendo, ajenos al cambio de día. Cuando eran la 1 de la mañana, el calor del sake y de las aguas termales estaba comenzando a hacerles efecto.
– No es justo, los niños se terminaron la leche – Un sonrojado bicolor amasaba los pechos del omega mientras apretaba sus pezones, intentando ordeñarlos.
– Son 3, más tú 4, es obvio que se me iba a acabar – Explicó sonriente entre gemidos.
– Pero quiero beber leche otra vez – Hizo un berrinche – Aguanté mucho tiempo pero ya no más, realmente quiero que tengas leche otra vez.
– Sabes que eso no es posible, a menos claro...
– ¿A menos qué?
– Tú sabes – Katsuki atrajo el rostro de su esposo para poder susurrarle al oído – Qué me embaraces de nuevo.
– Pero fue muy riesgoso la última vez...
– Confía en mí, Shouto. Ya no será igual.
Especialmente porque ya ninguno tomaba nada raro, ni pastillas, ni malteadas mágicas, ni condones agujereados. Tener 3 otra vez ya no era una posibilidad. ¿Cierto?
– ¿No quieres? ¿Acaso me volví un omega poco atractivo? ¿Son mis estrías? ¿Hay alguien más?
– ¡No! Nada de eso, solo que, casi te pierdo. ¿Qué voy a hacer yo solo si lo hago?
– No vas a perderme, Shouto. Sé un buen alfa y tómame, todo mi ser y cuerpo te pertenece, haz con él lo que quieras.
– ¿Puedo morderte?
– Lo que desees, soy tuyo.
Si estos dos idiotas hubieran estado conscientes, se habrían dado cuenta que el calor ocasionado por el alcohol y el del onsen, además de sus propios cuerpos, provocó un adelanto en la rutina del alfa y en el celo del omega.
Sus instintos hablaban por ellos y al menos, estos eran más conscientes de sus necesidades que los propios Shouto y Katsuki. Follar, marcar y preñar, no había nada más en la mente.
– Abre la boca y saca la lengua, omega – Exigió el bicolor poniéndose cara a cara mientras apretaba las mejillas de su esposo con una mano.
– Aaah – Obedeció y pronto recibió su premio.
Su lengua fue atrapada por la boca del alfa, un beso lujurioso, necesitado, nada que ver con el tímido de su boda o con los de piquito de obligación bajo el muérdago. Este incluía lengua, saliva, incluso choques de dientes, su verdadero primer beso, uno obsceno.
Katsuki se estaba mojando solo por ese beso, necesitaba tener sexo, follar, hacer el amor. Maldición necesitaba aquella dura polla dentro de sí, golpeando su útero, llenándolo de semen, el nudo siendo el punto de unión entre él y su esposo.
– Alfa... – Gimió una vez terminó el beso, la saliva chorreando por todos lados.
– Omega... – Shouto acarició la piel de su cuello, más específicamente su nuca – Mío... – Y bajó sus labios para devorar la piel blanca del cuello entre besos, chupetones y mordidas juguetonas.
– ¡Lo quiero! ¡Muérdeme! – Suplicó el rubio.
La boca abierta llena de dientes ansiosos dirigiéndose a él, fue lo último que vio Katsuki antes de que todo quedara oscuro.
Cuando Katsuki se despertó se sorprendió al verse en la cama. No sabe cuándo fue que llegaron ahí si lo último que recordaba era beber en el onsen. Se estiró un poco, se masajeó las sienes por la resaca y pasó la mano por el pelo hasta llegar a su cuello para estirarse, pero sintió un dolor punzante en la nuca.
– ¿Qué mierda? – Las yemas de sus dedos trazaron con cuidado la herida.
Tenía forma, circular, y agujeros individuales que funcionaban como perímetro del círculo. Un poco más consciente, el rubio comenzó a inspeccionarse a sí mismo; mordidas, chupetones, marcas de dedos, semen seco y lo más importante:
La unión entre su entrepierna y la de su marido.
Katsuki hizo un gesto de victoria con el puño, arrepintiéndose al instante porque le dolieron los músculos. Pero al menos su plan ya estaba hecho y tenía una bonita marca en la nuca.
– Cada día te superas – Se susurró a sí mismo, orgulloso de su plan.
Y entonces cayó en la cuenta de que no fue su plan el que funcionó, porque para empezar, él ni sacó la estúpida botella de su maleta. Se le había pasado por completo. Pero, tenía la mordida. ¿Qué fue lo qué pasó? Shouto nunca le hubiese mordido por voluntad propia.
¿O sí lo hizo?
El rubio estaba preparado mentalmente para lidiar con las consecuencias que su plan pudo haber acarreado, desde la posible culpa de Shouto por morderlo hasta la pastilla del día siguiente en su bolso. Pero no fue su plan lo qué pasó.
– Ouch, mi cabeza – La voz ronca de Shouto al despertar lo sacó de sus pensamientos.
Oh-oh.
Se iba a armar una grande.
– Buenos días – Saludó el alfa, Katsuki no sabía qué hacer, optó por esconderse en las sábanas.
– B-Buena marca... ¡M-Mañana! ¡Quise decir buena mañana!
Shouto vio a su esposo actuando raro esta mañana, pero no le tomó mucha importancia. Cada persona es un mundo y él estaba acostumbrado a no saber qué es lo que sentía el omega.
Excepto que esta vez sí lo sintió.
Sintió que estaba asustado, nervioso y confundido.
Y eso le hizo sentir a él asustado, nervioso y confundido.
¡¿Por qué coño sentía eso?!
– Ven acá.
– No.
– Sal de ahí – Exigió mientras luchaba con Katsuki para poder quitarle las sábanas.
– ¡No quiero! – Se resistía el rubio intentando cubrirse más.
– ¡Maldición, Katsuki, obedéceme una puta vez!
– ¡Aléjate, bastardo mitad y mitad!
Lo más que pudieron luchar el uno con el otro siendo que seguían pegados de las entrepiernas, finalmente llegó a su fin cuando Shouto logró quitarle la sábana. Pero el omega se tapó con una almohada.
– ¿Es en serio? – Preguntó con ironía.
– Jódete.
Ya no hubo tanto forcejeo cuando el bicolor retiró la almohada, solo para ver el rostro sonrojado y el ceño fruncido del omega, sus ojos cristalinos que evitaban su mirada y un pequeño puchero.
– Gira la cabeza.
– No.
– ¡Qué la gires!
– ¡Oblígame, alfa de cuarta!
Y lo hizo, Shouto le tomó de la mandíbula como horas antes lo había hecho para besarlo, solo que esta vez para girar el rostro y dejar a la vista parte de la nuca.
– Lo sabía – Masculló viendo la marca.
– Fue un mosquito – Mintió el omega descaradamente.
– Uno extraterrestre, de seguro – Se pasó la mano por el rostro mientras intentaba aclarar sus ideas – ¿O me vas a decir que fue alguien con quirk de mosquito?
Katsuki no contestó, desvió la mirada y se mantuvo callado mientras que la cabeza del bicolor iba a explotar tanto por la resaca como por la situación. Había hecho lo que supuestamente no haría, intentando controlar sus instintos. Debió comprar un estúpido bozal.
– Escucha, antes de cualquier cosa, mejor tomemos un poco de té para tranquilizarnos – Sugirió el rubio. El alfa no le contestó.
Se levantó de la cama sin molestarse en vestirse y fue hasta donde se encontraba la tetera con tazas, los tés y una jarra eléctrica para calentar agua. Muchos hoteles ponían café, pero este parecía ser más tradicional.
Mientras el agua se calentaba y Shouto permanecía sumido en sus pensamientos, Katsuki fue por su yukata que se encontraba justo donde la dejó anoche. Se la puso sobre los hombros y luego fue a su maleta donde la poción mágica se encontraba sin abrir.
Ya tenía la marca, no tenía sentido hacer que su esposo perdiera el control. Pero no estaba listo para enfrentar el problema todavía, así que mejor era atrasarlo. Cuando sirvió las 2 tazas, colocó 2 gotas en la bebida del bicolor.
– Ten, deja de atormentarte y bebe.
– Gracias – Respondió recibiendo la taza de té.
Quizá si lograban recordar lo que sucedió en la noche podrían de alguna manera arreglar la incomodidad que estaban pasando. Ahora los sentimientos eran compartidos y no había forma de ocultar al otro que era lo que realmente sentían.
– ¿No estás molesto? – Preguntó el alfa, centímetros antes de que se llevara el té a la boca.
– ¿Acaso sientes que lo esté?
– No.
– Ahí está tu respuesta. Ya no hay manera de mentir en lo que sentimos.
– Tal vez es eso lo que me aterra.
– También estoy asustado por esa idea, no eres el único. Pero no estoy molesto contigo.
– Yo si estoy molesto.
– Lo sé, lo siento a través de – Y señaló su nuca.
– Pero no contigo, sino conmigo. Por no saber controlarme.
– No es todo culpa tuya, yo tampoco me controlé. Ni siquiera recuerdo qué pasó.
– Ni yo, estoy en blanco.
Ninguno bebió el té. Así como lo acercaron a sus labios, del mismo modo lo volvieron a dejar en la bandeja junto a la tetera. Shouto quería tirarse el té encima, ya no por ser igual a su padre, sino por resultar peor al marcar a Katsuki. Quizá agua caliente en su otra mitad le sirviera de escarmiento.
– Sea lo que sea que estés pensando, no lo hagas. Me pones incómodo.
– Lo siento.
– A lo mejor si tomamos una siesta, nuestras mentes se van a aclarar de lo que sea que haya pasado ayer. Además no tengo más ideas.
– Creo que estaría bien empezar por ahí.
Katsuki se tiró de nuevo en la cama, listo para acomodarse y dormir, pero Shouto decidió darle un trago a su taza de té de último momento, lo sintió un poco dulce, pero no dijo nada y con la garganta seca se empinó todo hasta que lo acabó.
El rubio comenzó a sentir un ligero dolor de cabeza, luego un calor en la marca, sintió perfectamente el hormigueo y la calidez, se incorporó mientras pasaba la mano por la nuca, extrañado. Ignorando la figura que se acercaba a sus espaldas.
– Oye, Shouto. ¿No sientes qué...?
La pregunta no terminó, pero tampoco recibió respuesta.
– ¡S-Shouto! ¡Más fuerte! ¡Hazme quedar preñado!
Quizá no fue buena idea comprar algo de una tienda sospechosa ubicada entre un restaurante de comida rápida de dudosa procedencia y una tienda de lencería corriente. Katsuki no había comido nada además de unas barras energéticas y agua que amablemente le llevó el hotel.
Se suponía que debían desalojar a las 3, pero con el bicolor en una rutina completamente primitiva nadie quiso acercarse; entre gritos y gemidos, el rubio dijo que les pagarían lo que faltara y se disculpó por los inconvenientes.
Que fueron su culpa, claro está.
Todos sus familiares estaban extrañados por el retraso en cuanto a recoger a sus cachorros. Fue Keigo quien terminó marcando al número del hotel y recibió noticias vagas, pero que les decían que al menos estaban bien; aun así, los intentos de comunicarse no paraban.
Los teléfonos celulares no dejaron de sonar desde las 5 de la tarde.
"Perdón, niños, perdón. Mamá prefiere una gruesa polla antes que a ustedes. ¡Por favor, perdonen a Mamá por ser una puta!"
Los pensamientos de Katsuki ya estaban a la deriva, con la cara enterrada en la almohada, Shouto golpeándolo con fuerza desde atrás y mordidas por todo el cuerpo, su mente se había quebrado para pensar únicamente en saciar su deseo primitivo propio omega.
Follar para tener más crías. Lo demás no le importaba.
Lo mismo para Shouto. Follar, marcar al omega y correrse dentro, asegurando la concepción futura.
Cuando el bicolor se corrió por quién sabe qué vez dentro y el nudo se infló, Katsuki pudo respirar unos momentos. Ya no tenía noción del día, de la hora o de dónde estaban.
Lo único que vio, fue que afuera la luna estaba en el cielo otra vez.
N/A: Hice muchos borradores de cómo quería esta parte pero ninguna me convencía. Desde unas que eran completamente cómicas, hasta otras que me hicieron llorar a mi misma de lo angustiosas que estaban. Pero, las descarté y me quedé con esta. No es la mejor, pero fue la que me convenció.
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