Monday

Finalmente, luego de esfuerzos, peleas y llantos, los jóvenes estudiantes novatos, habían llegado al último año en su querida escuela. La clase, ahora 3-A, había madurado, crecido y aprendido a trabajar como equipo, prometiendo en un futuro ser los héroes que estaban destinados.

Pero lo que interesa no es eso, ni toda la clase en sí, sino dos de sus estudiantes. La relación, perdón, el "acuerdo" que mantenían Todoroki Shouto y Bakugou Katsuki seguía en pie. Complacerse durante sus épocas de celo y de rutina, sin bebés, sin marcas y sin besos.

Esta última era un poco más difícil de cumplir, no es que se hubieran besado, pero las ganas de hacerlo siempre aparecían, y terminaban por usar una mano entre ambos rostros a modo de barrera. Eso apestaba, pero un trato era un trato.

Aun con eso, dormir juntos en una misma habitación no influía directamente en su acuerdo. A veces ambos estaban muy cansados como para levantarse e irse, por lo que preferían quedarse en una habitación a dormir hasta que estuviesen como nuevos.

– ¿Terminaste?

– Sí, ya tiré los condones. ¿Entraste en calor?

– No, sigo congelándome – Se quejó Bakugou mientras volvía a acomodarse la pijama – Puta madre, parece que lo de coger para conservar calor solo es una falacia.

– Bueno, yo hice todo el trabajo, fui el único que se movió. Tú ni siquiera sudaste, Bakugou – Contestó el bicolor, provocando que el rubio frunciera el ceño.

– ¡Eso es porque tenía entumidas las extremidades por el frío! ¡Además deja de quejarte, inútil!

Todoroki suspiró y rodó los ojos, mientras intentaba que su cuerpo regresara completamente del estado post-orgásmico que se encontraba. Para no complicar las cosas, contando el hecho de que ya iban a dormir, decidieron follar porque se suponía que lograría calentarlos en aquello noche helada de febrero.

Tomaron las medidas. Condón y pañuelos; obviamente no lograron el objetivo, pero lo malo para Shouto era que, como ya estaban bañados y limpios, no debían hacer un desastre ni a la cama, ni a ellos mismos. Entonces, pañuelos para limpiar y prevenir, sacar la polla antes de correrse para evitar anudar y condones para mantener el semen encapsulado que salía chorro tras chorro.

El problema era que el nudo se había formado, fuera del omega al menos, y ahora debía esperar a que baje. No era la sensación más cómoda, pero había más libertad que cuando se pegaba al otro.

– Sigues duro – Comentó Katsuki, mientras tocaba con su pie izquierdo la polla del alfa.

– Es una reacción normal, acabo de correrme. Se mantendrá así un buen tiempo – Todoroki apartó el pie de su zona íntima y se acomodó la ropa. Se recostó en la cama y procedió a jugar su celular.

Tenía que distraerse de algún modo.

Sintió como su ropa de abajo era nuevamente desacomodaba y desvió la atención de su teléfono solo para encontrarse con que el omega había dejado al aire de nueva cuenta su virilidad.

– ¿Qué estás haciendo?

– No me tomes importancia, solo tengo curiosidad – Y como si se tratara de un gato jugando, Bakugou comenzó a picar con un dedo la base hinchada del pene de Todoroki, que rebotaba ante sus toques.

Simplemente rodó los ojos e intentó volver a concentrarse en su celular, aun con la sensación del rubio tocando su polla de vez en cuando y sintiendo a su amiguito contraerse ante el toque.

Luego de un tiempo, con el cansancio en la cara, se durmió.

Hay movimiento en la cama, pero contrario a lo que pensarían, ahora no se trata de sexo. Es que Bakugou no puede acomodarse ni cubrirse bien para dormir porque tiene mucho frío, y eso lo hace estar de mal humor.

– Hace frío, imbécil. Sirve de algo y calienta la habitación.

– Sí – Murmuró un adormilado bicolor, obedeciendo la orden.

Katsuki se apegó más al lado izquierdo de Todoroki, acostando su cabeza sobre el gran pecho que subía y bajaba debido a la respiración, los cubrió a ambos con la manta, pasó un brazo para aferrarse y procedió a cerrar los ojos. En su recámara ya solo se escuchaba la respiración suave de ambos.

Durante los casi dos años que han pasado, el cuerpo de los chicos se desarrolló muchísimo más. Con 18 años –Bakugou casi llegando a los 19– sus cuerpos crecieron, especialmente en Todoroki, y se ajustaron tanto a su estilo de vida como a su género secundario.

Las caderas del rubio se ensancharon, su altura no superó los 1.75cm, y sus rasgos se suavizaron y perfilaron. Cabello sedoso, piel perfecta, labios rosas y carnosos, el cuerpo bien esculpido y muy poco bello corporal. Debido a sus entrenamientos, sus músculos se mantuvieron en forma y sus glúteos y pectorales se volvieron... grandes.

Pero no le gusta que se lo señalen. La única vez que Todoroki lo hizo inocentemente, quedó con la marca de una mano en su mejilla durante dos días y sin que el omega quisiera hablarle.

Shouto por otro lado, cambió bastante. Creció, mucho, alcanzó los 1.87cm y parecía que crecería aún más. Su cuerpo desarrolló más musculatura, especialmente en el área de la espalda y los bíceps, tuvo que comprar ropa porque la que tenía o se la llevaba el omega o ya no le quedaba. Además, le empezó a salir un poco de vello en la cara, cosa que se encargaba de afeitar.

Lo que más cambiaba, gracias a las hormonas de la pubertad, era el tamaño de su polla, cosa con la que Bakugou estaba más que agradecido. Tal vez exageraba, pero el chico juraba verla cada día más gorda y larga que antes.

Y por supuesto que él era de las personas a las que sí les importaba el tamaño. Si Todoroki no tuviese una polla tan grande no sería capaz de satisfacerle y por ende, le habría dejado.

Soba... – Un murmullo sale de los labios del alfa, logrando despertar por un momento al rubio.

– ¿Hah? – Parpadeó adormilado, enfocando su vista lo más que pudo, acostumbrándola a la oscuridad. Observa a Shouto dormir mientras continúa con sus desvaríos de comida.

Katsuki negó con la cabeza, volviendo a recostarse en el pecho ajeno y cubriéndose aún más con la sábana, dispuesto a volver a dormir. Tener tan cerca al alfa lo tranquiliza para dormir y de esa manera evita usar su nido, reservado solo para casos especiales.

Como es febrero, el aire helado se filtra por las paredes. El invierno está por terminar, pero sus secuelas siguen presentes, provocando el mal humor del omega que simple y llanamente odia el frío, y solamente puede soportarlo por el lado izquierdo de Todoroki, quien funciona de calentador para él.

Durante el verano, ocurre el efecto contrario. Aunque su peculiaridad depende precisamente de eso, Katsuki odia sudar, como cualquier persona. Odia sentirse pegajoso, que apeste a ese estúpido aroma dulzón de caramelo, tener el cabello pegado a la cara, en fin, lo detesta. Entonces de nueva cuenta agarra al alfa, ahora utilizando su lado derecho para refrescarse.

Ya no es nada raro en ellos, la clase A está acostumbrada a su extraña cercanía. Si Bakugou se pega al bicolor nadie dice nada, saben que lo hace solo por comodidad, por buscar calor o frío. Por lo general, los tiempos donde el rubio se mantiene alejado se limitan a otoño y primavera, al ser las estaciones donde el clima se mantiene estable.

Unos movimientos extraños vuelven a despertar a Bakugou. Molesto, frunció el ceño, se talló los ojos y levantó la cabeza intentando volver a enfocar la vista. Es el amplio pecho del alfa lo que lo despertó; subía y bajaba rápido, la respiración agitada. Dirigió la mirada hacia el rostro ajeno y vio que aun dormido, Todoroki fruncía el ceño.

– Pesadillas... – Dijo para sí mismo el rubio, sin preguntarlo ni nada. Ya sabe lo que es.

Bostezó, mientras se incorporaba hasta quedar sentado en la cama. Con una mano, le toca la frente sin notar temperatura, y luego procedió a acariciarle los cabellos. No es suficiente, aunque Shouto se ha calmado y dejado de fruncir el ceño, tiene la respiración acelerada.

Katsuki bostezó nuevamente, se volvió a recostar y lo abrazó como antes. Siguió acariciando sus cabellos, pegando ambos cuerpos mientras acercaba sus labios a la oreja izquierda.

– Ya, ya. Aquí estoy... – Susurró con voz adormilada, mientras esperaba calmar al alfa.

Notó la mejoría, pero solo eso no sería suficiente para que Todoroki se tranquilizara, así que hace lo que recuerda hacía la vieja bruja cuando él tenía pesadillas. Le canta una canción de cuna.

Bueno, no se la canta tal cual, si no que tararea y continúa acariciando el cabello bicolor, intentando hacer que se durmiera de nueva cuenta; cuando notó que aún no lo lograba, expulsó un poco de sus feromonas omegas para tranquilizarlo. Si seguía sin haber resultados positivos tendría que despertarlo.

Afortunadamente, la respiración de Todoroki pronto comienza a calmarse, siendo cada vez más lenta y menos ruidosa. Bakugou continúa en su tarareo, acariciando los cabellos de dos tonos y soltando feromonas suaves, pocas, solo las necesarias para ayudar.

Soltó un suspiro, dejó de cantar, y paró las caricias cuando se percató de que ya había pasado el asunto, por lo que volvió a acomodarse para dormir en el pecho de Shouto, dejando solamente su olor omega como una protección por si acaso las pesadillas regresaran.

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