Mardi

– Katsuki-kun, una sorpresa. ¿A qué se debe tu visita tan temprano?

– Necesito que cuide de Shouko; y sí, sé que como su madre debo ver por ella; y sí, que si quería trabajar y tener hijos debí planearlo todo; y sí, sé que nada es gratis en este mundo. Ahorrémonos la charla ¿Va a cuidarla sí o no?

– Supongo que tengo tiempo de ver a la niña mientras tanto – Aceptó la mujer mientras abría aún más la puerta de entrar y estar cara a cara con su yerno – Aunque tal vez debas conseguir una niñera, solo en caso de que surja algún problema en el futuro.

– Sí, ya sé; voy a discutirlo con mi esposo, más tarde. Bueno, le dejo a su nieta, pasaré por ella lo más pronto que pueda después del mediodía – Luego de echarle en cara las palabras a Rei, Katsuki se dirigió a su hija – Tu abuela va a cuidar de ti hoy, ¿Ok? Pórtate bien.

Shouko solo contestó con un asentimiento silencioso.

– Ella se porta muy bien aquí, no te preocupes, Katsuki-kun. Tú ve con cuidado – Se despidió igual la albina con una sonrisa.

El rubio hizo una mueca ante el gesto y se guardó el "si le hace una cicatriz como a su hijo, la mato" dado el parecido de su hija con Shouto salvo por ese detallito en el rostro, pero también se despidió de ambos, intentando no ser grosero.

La verdad es que Katsuki seguía cabreadísimo con Rei. La vieja se mostraba tan superior a él y ni aunque estuviera casado con su hijo le dejaba en paz. Primero que vivir juntos no significaba nada más que ahorrar, luego que estar casados solo eran papeles y un anillito bobo, y para rematar, tal vez no lo dijo así tal cual, pero insinuaba que sus hijos, no eran sus nietos.

Por favor, los tres mocosos tenían la maldita cara de Shouto por donde se viese, ¡¿De dónde mierda sacaba esa estúpida que no eran Todorokis?! Casi hasta podía escucharla decir: "Hijos de mis hijas, mis nietos serán. Hijos de mis hijos, en duda estarán". Puta barata, ¡Sí solo Shouto le había metido la verga!

– Asquerosa vieja zorra, ni cogiéndome a su hijo y amarrándolo me deja en paz – Murmuró el omega con irritación mientras se iba para la agencia de Endeavour.

¿Qué más quería de él? ¡¿Qué?! Ya se casó, tuvo hijos, se supone que no hay amor en el matrimonio, pero eso era algo con lo que Rei estaba familiarizada también. ¿Por qué no le dejaba en paz? Es como si algo le faltara, como si la albina todavía tuviese un as bajo la manga que él no había previsto.

Como si esperase que Katsuki cometiese un error para brincarle encima como depredador.



– Shouto-senpai. ¿Es cierto lo que dicen las revistas?

– Sí, todas hablan de su intenso romance con el héroe Dynamite. ¿Es verdad?

El bicolor miró a los novatos que estaba poniendo al día, todos aglomerados alrededor de él con más interés en su vida privada que en su trabajo. No le sorprendía, honestamente. Los chismes siempre están primero en la vida de cada persona.

– ¿Qué cosas dicen de mí y de Katsuki? – Preguntó, curioso porque él no había leído nada.

– Hay muchas fotos de ustedes en citas, además donde se muestran muy cariñosos. ¡También hay una donde salen sus hijos! ¡Son la familia del siglo!

Shouto se puso a pensar y su cerebro cargó la información como si fuera google abriendo una ventana. Casi no salía con sus hijos por protecciones, pero las pocas veces que lo hacía pasaba más tiempo intentando controlarlos que siendo "cariñoso" con su esposo.

Las citas eran salidas al supermercado o a tiendas de otro tipo, a veces se acurrucaban en el sofá con sus hijos viendo alguna película, aunque eso era en privado. Y no entendía de donde venía la idea de intenso romance. Apenas y se tocaban las manos cuando salían, y la mayoría de tiempo era por accidente.

Además, nunca lo había besado en público, las únicas veces que lo hizo fueron durante su boda y cuando había un muérdago sobre ellos. Y hablando de eso, que su primer beso haya sido en su boda fue una locura. Cuando se casaban, se les olvidó ese pequeño detalle y como dos vírgenes, se dieron su primer beso con nerviosismo. Lo del muérdago ya tiene más sentido.

En todo caso, ellos ni siquiera celebraban sus aniversarios, por Dios, ni recuerda qué fecha se casó. ¿Por qué a la prensa le gustaba inventar cosas? Como si vieran algo que él no en la relación que mantiene con el omega rubio.

– La prensa solo publica lo que la gente quiere. No pueden ver más allá de eso.

– ¿Entonces es falso todo?

– Quizá no todo – Terminó por aceptar – Pero no estamos aquí para hablar de mi vida privada, sino para trabajar.

El resto de los novatos se miraron unos a otros con incomodidad, en un pacto silencioso por no volver a atosigar al héroe estoico con sus preguntas y concentrarse en aprender cómo trabajar en la agencia sino querían que el futuro heredero los eche.

– ¿Qué tal, mi yerno favorito?

– Soy, literalmente, el único yerno que tienes, buitre sarnoso.

Entrando a la agencia lo primero que vio fue a Keigo saludándole. El rubio de inmediato comenzó a pasar su vista y a agudizar sus sentidos del olfato y del oído, buscando a alguien.

– Mi bebé se fue hace rato, tan puntual y dedicado; tuvo patrulla con los novatos por el resto del día, así que les va a enseñar el protocolo y eso, cómo trabajamos aquí, etc.

– Ya, ¿Y tú que mierda haces aquí? Y deja de llamar a Shouto, tu bebé. Es repulsivo.

– ¿Celoso? – Preguntó con burla Takami. Katsuki rodó los ojos – Es mi pequeño hijo, obvio es mi bebé.

– ¿Y ese qué? ¿Te lo tragaste en un omelette o es que aún no empollas? – Dijo con ironía señalando el vientre hinchado.

– Aun no nace, entonces no vale.

– Nunca me dijiste por qué estás aquí. Solo para saludar no creo. Se supone que estás de incapacidad – Comentó Katsuki mientras comenzaba a caminar, Keigo lo siguió a su lado.

– Se supone. Pero estar todo el día en casa es tan aburrido. Decidí que podía venir aquí para ver qué sucede y saber si puedo ayudar en algo, aunque sea el papeleo.

– El viejo de Shouto te tiene en una casa de máxima seguridad, con cámaras, rejas eléctricas con púas y los láseres detectores de movimientos que son capaces de rostizar hasta una ardilla, precisamente para que estés a salvo. ¿Y tú vienes con la maldita excusa de que te aburriste y te tomaste un taxi para venir?

– En realidad, era nuestro chofer de confianza – Se defendió haciendo un puchero.

– Mira, me importa un carajo, pero Endeavour no va a estar muy feliz de verte fuera de su prisión, casa, o cómo putas le llamen.

– No puede gritarme, el doctor le dijo que nada de hacerme tener cambios bruscos de humor ni de sonidos altos, mucho menos enojarse conmigo.

– Te va a comer vivo.

– Dios escuche tus plegarias.

– ¿Qué...? Yo no – Katsuki se detuvo cuando entendió que Takami le halló el doble sentido a su advertencia – Eres un asco. No me refiero a esa clase de "comer" y lo sabes – el otro omega se encogió de hombros – Como sea, me largo.

Dejó a Keigo atrás para dirigirse a la oficina de su esposo, que también era la suya; prácticamente la compartían. Comenzó con su papeleo de mala gana ya que Shouto había salido con los nuevos.

Mientras lo hacía pensó de nuevo en las palabras de Rei. Era cierto, todo lo que había hecho no le garantizaba quedarse en la familia. La albina pasó por lo mismo, y aun así se divorció de Enji. Es decir, estaba casada, dio a luz a 4 hijos y aun así, el pelirrojo la dejó para casarse con el pajarraco.

¿Y si Shouto le hacía lo mismo? Es decir, su matrimonio era por sus hijos, pero cada uno podía irse por su cuenta, ¿no? ¿Y si Shouto encontraba otro omega que quisiese tanto como para dejarlo?

– ¡Ah, maldición! – Gruñó golpeando su puño en el escritorio.

Era eso, era eso lo que Rei sabía y él no, que en cualquier momento van a separarse, que su hijo le va a dejar ahí tirado, por eso no se preocupaba de tenerlo en su familia, o exfamilia, o lo que sea.

Tenía que encontrar la manera de quedarse, de restregarle en la cara a Himura Rei que él no iba a dejar a Shouto y que Shouto tampoco podría dejarle, que estarían peor que uña y mugre. ¿Pero cómo? ¿Qué le faltaba hacer? ¿Cuál era el detalle que estaba olvidando?

– ¡Keigo, deja de lloriquear! ¡Sé que estás mintiendo, mocoso! ¡Lo siento a través del lazo!

Y sin saberlo, los gritos de su suegro regañando a su actual pareja por desobedecerle, le había dado la respuesta que necesitaba.

– Eso es. Necesito que el bastardo me muerda.





Tan, tan, taaaaan.

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