Jeudi

- ¿Pediste mañana y el sábado como días libres? ¿Por qué? - Katsuki se erizó ante aquello. Si su esposo ya lo sabía, entonces el buitre debió de haberlo comentado.

- Porque... - No podía decirle la verdad - Quiero estar lejos de los niños.

- Cruel.

- ¡Sabes de lo que hablo! - Se defendió el omega mientras chillaba por la acusación. Shouto se rio.

- Creo que es buena idea. Hawks me dio unos folletos para ver y creo que podríamos aprovechar e ir aquí. ¿Qué dices?

Katsuki miró el papel encontrándose con la imagen de una cabaña y las montañas al fondo. Al abrirlo vio lo que parecía un onsen. Ambos imágenes tenían letras escritas sobre ellos acerca de información sobre el lugar y otras cosas.

- ¿Por qué? - Preguntó el rubio con extrañeza.

- Pensé que sería bueno cambiar de ambiente. Al menos por dos días. ¿Quieres que reserve?

- Haz lo que quieras - Katsuki le arrojó el folleto a la cara para luego dar media vuelta y salir de la habitación, aún tenía cosas qué hacer.

- Como tú digas... - Respondió al aire, ya que su esposo ya había salido. La frase siendo la manera de afirmar del rubio. Marcó al número del folleto para poder agendar una habitación - Sí, hola, quiero una suite de lujo.

- Tengo una amplia variedad de contactos con niñeras, todas con experiencia y eficientes en su trabajo, créeme, Tenya evalúa minuciosamente a cada nueva niñera antes de darle el visto bueno. Estoy segura que alguna será de tu confianza.

- No quiero omegas - Interrumpió la explicación. La pelinegra tragó nerviosa.

- Eso será un poco problemático, ya que la mayoría lo son.

- No me importa. Dame un beta, mujer y de preferencia la más vieja, fea y gorda que tengas.

- ¡Bakugou-san!

- Todoroki-san para ti, cola de caballo - Le corrigió el rubio.

Si Katsuki iba a tener una niñera, se aseguraría de que fuera desagraciada, no iba a arriesgarse a tener un omega en casa, menos que fuese joven, hermoso o de cuerpo de modelo de revista. Lo demás confiaba en la chica, ya que sabía lo cabrón que el cuatro-ojos era todo el tiempo así que lo fuera con las niñeras de su hija no le sorprendía.

- ¿Podría al menos considerar a todos los candidatos?

- No. Y si te atreves a incluirme omegas, que no sean varones y que su olor sea el más fétido que haya.

- Por favor, al menos lea sus currículums y evalúelos usted mismo.

El rubio chasqueó la lengua porque quizá su imaginación era demasiado grande pero pensaba en la posibilidad de que una niñera le quite a su esposo, a sus hijos y su vida en general. Sabía lo que las arpías querían cuando ven a un hombre guapo, millonario e ingenuo.

Y lo sabía porque él es una de esas arpías, aunque técnicamente no le robó la pareja a nadie.

Bueno, quizá a medio Japón que fantaseaba con Shouto, pero este no estaba ni enterado.

- Bien, te aceptaré 3 como máximo. Ya sabes lo que quiero; además, quiero que estén capacitados en casos de emergencia, sepan cocinar y tengan experiencia en haber trabajado con más de 2 niños al mismo tiempo. Suerte eligiendo a tus candidatos - Dijo levantándose de su asiento para retirarse.

Iida Momo soltó un largo suspiro, tener a Todoroki Katsuki contento nunca ha sido tarea fácil, así que debía escoger bien a las posibles niñeras para que sean evaluados. Dio un último sorbo a su café en la sala de estar del edificio de la agencia de Endeavour, donde ahora se encontraba sola.

- Va a ser un largo día.



- ¿Hablaste con Momo?

- Sí.

- ¿Qué te dijo?

- Que se va a poner en contacto con algunos.

- Eso es bueno, será un pendiente menos cuando consigamos quién cuide a los niños.

- Me mandaran sus currículums y el domingo al regresar les haré una entrevista y los pondré a prueba. No quiero ningún error por más mínimo que sea.

- No seas tan duro, los vas a espantar. ¿Quieres que te ayude con ellos?

¿Para qué vea las fotos en los papeles, les pregunte cosas tontas para hacerlos reír y les haga ojos bonitos a esas personas de cuarta? No señor.

- Yo me ocupo de eso, soy el omega. Tú ve a trabajar y hacer dinero para mantener a tu familia.

- Creí que no te gustaban las etiquetas de género secundario.

Katsuki no respondió porque no quería decirle la verdad y prefería que su esposo se creyera la excusa barata que se estaba inventando para no dejarle ver a los candidatos a niñera.

- Tch, no es como que tú sepas más que yo en esto, estoy bien, no necesito tu ayuda.

- De acuerdo, como tú quieras. Pero si necesitas algo puedes decirme.

- Sí, sí, regresa a trabajar o tu viejo va a regañarnos cuando nos vea de holgazanes.

- Bien, te veo más tarde - Se despidió el alfa antes de retirarse de la oficina compartida para regresar a patrullar.

Katsuki observó a su esposo irse mientras se concentraba en el papeleo de la mesa. Por lo general le tocaba a él trabajo de gabinete más que de campo, especialmente después de que se casó y tuvo hijos, Enji adoptó una rara conducta protectora con él, haciendo que la mayor parte del tiempo en su trabajo sea en el edificio de la agencia, bajo su cuidado.

De Shouto no puede decir lo mismo, Enji lo enviaba a todos lados por más peligroso que fuera. Estuvo a punto de quedarse viudo y padre soltero 3 veces.

- Pero ahora no se puede morir si no me muerde antes.

- Necesito un auto.

- ¿Qué?

- Que necesito un auto. Mañana Katsuki y yo nos vamos y tenemos que pasar a dejarles a los niños. No voy a ir en el metro con ellos, no quiero exponerlos a más gente. Dame tu auto.

Antes de volver al trabajo como debería, Shouto se desvió a la oficina de su padre para pedirle -o más bien, exigirle- que le diese el vehículo debido a que no tenía idea de cómo moverse de la ciudad hasta los onsen en transporte público.

Y el auto de Enji no era tan grande, tampoco de último modelo, pero al menos serviría para moverse de un lado a otro. Lo único que Shouto necesitaba es que tuviese ruedas.

- ¿Por qué no has comprado el tuyo?

El bicolor no respondió al momento, pero se quedó pensando en la cantidad de autos destruidos en ataques, robos y secuestros. Pocas eran las aseguradoras que manejaban daños por villanos.

- No he tenido tiempo para hablarlo con Katsuki - Terminó por decir - No quiero comprar nada si a él no le gusta.

- Dejas que ese omega domine tu vida, Shouto - Comenta Enji - Y lo agradezco porque si no estarías a la deriva - Un signo de interrogación se posó sobre la cabeza del otro alfa. ¿Eso era malo o era bueno?

- ¿Me vas a dar el auto o no?

- Tienes suerte de que no vaya a ningún lado. Puedes tomarlo.

- Te lo agradezco - Viejo asqueroso, pensó.

Cuando es de noche, sus hijos se han dormido y ninguno tiene patrulla nocturna, tanto Shouto como Katsuki se cambian de ropa y se tiran a la cama. El omega se pone la parte superior del pijama del bicolor, una camisa de manga larga y de botones que le queda muy grande así que funciona como una bata. El alfa prefiere dormir solo con pantalón, debido a que su camisa es robada.

Se acomodan para dormir juntos, de cucharita. Katsuki siente la respiración de su esposo en su nuca y eso le hace sentir ansioso porque mañana se asegurará de tener los dientes de este clavados ahí.

Por su parte, Shouto observa la piel suave de donde sale el aroma de omega del rubio, su boca tiende a salivar cada vez que está cerca, sus dientes picándole con incomodidad, deseoso de hundirlos en aquella piel blanca.

Quiere hacerlo, pero no puede. Quizá si preguntara, pero no quiere un rechazo, sería incómodo luego. Katsuki probablemente no le volviese a dirigir la palabra sabiendo que lo quiere marcar.

Pero no sabe por cuánto tiempo podrá seguir así. Tarde o temprano, no podrá seguirle el ritmo a sus instintos, y va a cometer una estupidez que probablemente lo aleje de su familia para siempre.

- ¿Reservaste una habitación para mañana? - La voz de su esposo le sacó de sus pensamientos.

- Sí, debemos entrar a las 11 y el sábado debemos desocuparla antes de las 3. Generalmente es al revés pero, logré convencerlos.

- ¿Los sobornaste? - Preguntó con burla, Katsuki.

- Convencí - Corrigió el alfa.

- Y no los hubieras, no sé, convencido para salir más tarde.

- Fue todo lo que logré; soy Heroe, Kitkat, no jefe de la mafia.

- Eres un fastidio, eso es lo que eres - Murmuró el omega, acomodándose. Ante el insulto, Shouto dejó de abrazarlo y comenzó a separarse para darle la espalda - Oye, oye, ¿Quién te dijo que te muevas? Regresa aquí, idiota.

Con una sonrisa que pasó desapercibida por Katsuki, el bicolor regresó de nuevo a su posición original de cucharita, y para que no huya, el rubio posó sus propias manos sobres las suyas.

- Buenas noches, kitkat.

- Sí, sí, lo que sea.

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