Domingo
Cuando Bakugou bajó a la cocina para tomar café se encontró a su madre preparando el desayuno. Gruñó ante la presencia de la mujer, pero siguió en lo suyo.
– Realmente eres una perra escandalosa.
– ¡¿A quién le dices perra escandalosa, vieja bruja?!
– Pero supongo que eso lo sacaste de mí – Continuó sus palabras la omega, ignorando los gritos de su hijo – No dejaste descansar a Todoroki-kun todo el día, dale algo de aire.
– Claro, como ya eres una anciana tus celos no son igual que antes, pero para mí ¡Son una puta desgracia y necesito al bastardo para controlarlos y mantenerlo tranquilos!
– Aun así, mierdecilla, tienes suerte de que tu padre sea un alfa tranquilo y pacífico. Otro ya hubiera sacado de la casa a tu noviecito.
– ¡No es mi novio!
– Sabes que los alfas no conviven bien juntos – Siguió la rubia – Es normal querer pelear por el territorio, pero por lo que veo, Todoroki-kun también es bastante tranquilo.
– Es difícil encontrar un alfa como él, que me tenga respeto y no piense en mí como una cosa hecha solo para su propio placer. Al menos sirve de algo y me ayuda.
– ¿Por qué no le pediste ayuda a Izuku-chan?
– ¡¿A ese nerd?! ¡Joder, no! ¡Es del tipo que pincharía los condones o cambiaría mis pastillas anticonceptivas por ovulación con tal de que me embarace y me ate a él! ¡Peor aún, que me muerda!
– Estás exagerando, mocoso.
– Eso dices tú, pero para desgracia tuya, de tu amiguita y de su hijo inútil, no voy a salir con él, ni a dejarle tocarme, menos casarme y tener bebés. Deku puede irse al diablo.
– ¿Por qué Midoriya iría con el diablo? – Preguntó un Shouto aun adormilado entrando en la cocina – ¿Hizo algún ritual satánico o algo así?
– No, solo porque es un idiota.
– Eso no parece una buena razón para que vaya al infierno.
– Todoroki-kun, estoy haciendo un poco de tamagoyaki, ¿Quieres desayunar ya?
– Uh, sí, me parece una buena idea. Lamento la intrusión, de nuevo.
– Está bien, después de todo estás ayudando a mi hijo. Es tan débil que no puede sobrellevar un simple celo de omega solo.
– Creo que hablando de debilidad soy peor – Mencionó Todoroki, sentándose en la mesa – Cuando tengo mi rutina me vuelvo muy agresivo, pero Bakugou sabe cómo tranquilizarme y mantenerme cuerdo. Él es de mucha ayuda para mí.
Las mejillas de Katsuki se sonrojaron ante ese comentario, así que con un suspiro, tomó a Shouto de la mano y le obligó a pararse. El alfa solo podía mirar confundido como era llevado de nueva cuenta hacia la escalera.
– ¿A dónde van, niñatos? El desayuno ya casi está.
– ¡Lo calentaré luego! ¡Tengo cosas que hacer!
– ¿Eh? ¿Qué cosas?
– Las de siempre, bastardo.
Unos golpes en la habitación del rubio provocaron que los sentidos de alerta de alfa y omega se activaran, como lo harían los de un ciervo frente a las luces de un automóvil. Los golpes insistieron más, seguidos de gritos.
– ¡Sí continúan follando sin comer se van a desmayar! ¡Ábranme la maldita puerta!
– Mitsuki, tranquila cariño, no creo que debamos avergonzarlos.
– ¡Será más vergonzoso si terminan en el hospital porque se desvanecieron por coger sin haber comido! ¡Abran la puerta! – Gritó golpeando con más fuerza.
Shouto y Katsuki no se movieron, no sabían cómo. La verdad es que se quedaron anudados hace un par de minutos y aun no podían despegarse; así que intentar moverse iba a ser algo complicado en ese momento. Bakugou bufó fastidiado.
– Bien, cúbrenos con mi sábana, no quiero que mis viejos nos vean así.
– De acuerdo – Todoroki acomodó la manta para tapar su desnudez, tan solo después fue que el rubio finalmente gritó.
– ¡BRUJA, ME QUEDÉ ANUDADO! ¡VE POR LA PUTA LLAVE Y ABRE!
Escucharon jadeos fuera de la habitación, seguido de murmullos y luego cómo los pasos se alejaban, solo para regresar poco tiempo después y comenzar a girar el picaporte.
– ¡Sí que eres una pequeña mierda! – Exclamó la mujer al verle, riendo sin parar ante la escena de su tan feroz e incontrolable hijo pegado a alguien más y sin poder moverse.
– Katsuki, bebé, ¿Por qué? – Contrario a su esposa, Masaru se puso a llorar mientras desviaba la mirada, sin querer ver la escena intima que protagonizaban los dos jóvenes.
– Esto es humillante – Masculló el omega.
– No sé, siento que se convertirá en algo común – Comentó el alfa.
– Tendremos que acostumbrarnos si queremos seguir con este acuerdo
– Bien, no tengo problema.
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