Domingo

Katsuki se quedó en casa para descansar correctamente y como es debido. Después de que Enji Todoroki se enteró, se armó una grade. Los papeles pasaron de padre e hijo y cuando el pelirrojo notó que no mentía y que además tenía un embarazo múltiple, se puso el doble de protector y comenzó a gritarle a Shouto.

Ahí, el rubio se mordió la lengua. Quizá no había sido tan buena idea.

Con la rutina del bicolor casi presente, el aroma de dos alfas territoriales y los gritos, mentiría si dijese que no se perturbó. Shouto lo notó y luego de gritarle a su padre que se callara, tomó al omega y se fue con él, incluso le levantó el dedo medio a Endeavour cuando este le cuestionó que a dónde creía que iba.

Pasó a una farmacia y compró supresores –de nuevo, Katsuki se sintió mal, porque ahora Todoroki tenía que recurrir otra vez a las pastillas– y luego caminaron a casa en silencio. El omega no dijo nada porque podía percibir el aroma a enojo del bicolor. De hecho, el resto del día fue silencioso. Pidieron comida a domicilio, se ducharon y durmieron.

Esta mañana, cuando Katsuki despertó con la alarma, el alfa ya no estaba. No le esperó, no le habló, dudaba mucho que hubiera comido algo y de repente se sintió muy mal. Las lágrimas apañaban sus ojos mientras caminaba hacia su nido, buscando protección y descanso a esperar que Todoroki volviese de donde sea que se hubiese ido.

– Pensé que había sido muy claro cuando especifiqué que si alguno de ustedes resultaba que sería padre, debería casarse.

– No puedes decidir sobre mi vida y mucho menos en la de Katsuki. No somos marionetas que manejes a tu antojo. Ya ni siquiera vivo contigo.

– Pero trabajas para mí – Shouto se mordió la lengua para evitar la secuencia de insultos que estuvo a nada de decir – No encontrarás otro lugar que te apoye con esto más que aquí, pero si quieres quedarte, tendrás que contraer matrimonio.

– ¡No voy a obligar a Katsuki a casarse conmigo solo porque andas de caprichoso! ¡Ni siquiera sabes si él quiere estar conmigo, no se lleva bien con ninguno de nosotros!

– Pues debió pensarlo antes de embarazarse.

– ¡No fue su culpa! – Enji arqueó una ceja y su hijo de nuevo se mordió la lengua intentando explicarse – Fue, fue algo imprevisto. No estaba planeado.

– ¿No lo estaba? Realmente no me importa. Lo hecho, hecho está. Mejor piensa bien lo que vas a decirle y lo que harás luego. La prensa puede comerlos vivos.

Shouto no dijo nada más, soltó gruñidos y maldiciones entre dientes que Endeavour no pudo distinguir, se retiró de la maldita agencia donde se supone tenía el día libre para regresar a su casa donde se encontraba el omega. Su estómago gruñó por comida, recordándole que no había desayunado.

Pasó a una cafetería y pidió dos cafés para llevar con pedazos de pastel y pan, pensando seriamente en cómo va a hablar con Katsuki sobre el problema en que estaban metidos. Quizá él lo entendería, quizá no pensaba tenerlos, después de todo fue el mismo omega quien dijo que no habría cachorros, así que por lo mismo no tenía nada de qué preocuparse.

Solamente la culpa le comía vivo por haber pinchado los condones. No es que los utilizaran siempre, de hecho pocas veces lo hacían, pero la culpa seguía carcomiéndole el alma, rogando por salir y que Bakugou supiera que estaba metido en este lío por culpa de Todoroki.

Cuando regresó a casa con la mitad de su café, pudo percibir el aroma agrio en la entrada. Conocía a Katsuki, pocas veces dejaba salir ese olor. Siempre era picoso o dulce, pero nunca agrio. Dejó la comida en la mesa de la cocina y fue directo a la habitación. Ahí lo encontró en su nido, todavía dormido, pero lloriqueando.

Su instinto se sintió mal, pero al mismo tiempo actuó de manera correcta. Con la noticia de que el omega tenía dentro de sí su descendencia, el alfa de Todoroki rugía por protegerlo, alimentarlo, cuidarlo y mimarlo. Podría empezar por despertarlo para que desayunara con las cosas que compró. Podría tachar alimentarlo de la lista.

– Hey, Kitkat, despierta – Comenzó a moverle el hombro de manera suave, para despertarlo lo más dulce que se pudiera sin enojar al rubio.

– ¿Qué? – El omega bostezó mientras se tallaba los ojos, desperezándose.

– Compré el desayuno, espero que tengas hambre – Le dio una cálida sonrisa pero también se dio cuenta que desde ayer, no habían hablado como debía – Eh, ¿Cómo te sientes?

Shouto juraría que sintió una bofetada ante lo estúpido e incómodo que estaba siendo.

– Bien, supongo. Solo cansado.

– Anda, ven conmigo – El bicolor le ayudó a levantarse, solo para cargarlo entre sus brazos. Si el omega estaba cansado, él sería su soporte.

– ¿Qué crees que haces, Icyhot?

– Cuidándote – Respondió honestamente – Vamos, nos queda un largo día por delante.

El día fue incómodo, mucho. Se hablaban, se acurrucaban y todo lo de siempre, pero cada vez que uno quería hablar del tema, el otro se ponía nervioso e incómodo, terminando por arruinar el momento para que en un acuerdo silencioso, la charla quedara pospuesta.

Pero Todoroki se dijo que él iba a hablar, debía ser él. Después de todo es por Enji que tienen este ambiente de incomodidad, que para desgracia suya, es su padre. Él debe ser quien inicie la plática.

– Katsuki – Llamó, atrayendo la atención del omega. Era ahora o nunca – Cásate conmigo.

– ¿Eh? – Su asombro fue tal que dejó caer dramáticamente el cuenco que estaba lavando. Por suerte era de plástico – ¿A-A qué viene esa petición, bastardo mitad y mitad? – Preguntó nervioso y sonrojado mientras recuperaba el traste que había soltado.

Todoroki respiró hondo para lo que diría a continuación.

– Hay muchas razones, pero la principal es que de nuevo, mi viejo quiere tomar control de mi vida, si no nos casamos, nos vota de la agencia. Lo cual sería muy contraproducente porque somos lo mejor que ha tenido. Pero si lo hace, encontrar otra agencia que nos ayude con tu condición va a ser un problema. A menos, claro, que decidas no tenerlos.

– ¿Quieres chantajearme para que no tenga a mis, no, me corrijo, a nuestros hijos?

– ¿Qué? ¡No! Es solo que la decisión depende de ti. Tenerlos o no, es tu cuerpo Katsuki, yo no puedo meterme a opinar.

– Sí, pero tienes parte de la culpa porque no llegaron aquí solos – El rubio apuntó su vientre, el ceño fruncido y el olor picoso inundando la casa. Se estaba enojando – Tch. Siempre es lo mismo contigo, me dejas todo el trabajo a mí. Está bien, ya entendí, no los quieres.

– ¡No, no es eso!

– ¿Entonces sí los quieres?

Todoroki se masajeó las sienes, respiró hondo para intentar explicar su punto.

– No quiero que mis palabras influyan en tu decisión, Katsuki. ¿Tú los quieres?

– No puedo decidir si no me ayudas, Shouto. ¿Tú no?

Se miraron a los ojos con desafío, ninguno queriendo ceder ante el otro. Ambos lo querían, pero creían que el otro no, si tan solo pudieran leerse la mente, porque su comunicación siempre había sido horrible con otras personas, ahora imagínense entre ellos. Dos ineptos asociales.

– Casémonos, entonces – Katsuki fue el que cedió, cambiando la conversación – Será la misma puta mierda, solo que con anillos en el dedo – Shouto abrió los ojos con sorpresa.

– Pensé que no querrías, tú sabes. Por todo el asunto de tus reglas cuando nos juntamos en UA.

– No casarnos no es una regla.

– Creía que estaba implícita – El rubio se encogió de hombros.

– En realidad son intrínsecas – Comentó – Bien, nos casamos, todos felices, conservamos nuestro trabajo y nos hacemos cargo de los parásitos... a menos que no los quieras.

– Ahí vamos otra vez...

– ¡¿Por qué no me dices si los quieres tener o no?!

– ¡Porque tú vas a ser el que cargue con ellos! ¡Mejor dime si tú quieres tenerlos!

– ¡No quiero que sientas que son una carga si resulta que no los quieres!

– ¡Pues no quiero que tú sientas que son un fastidio porque dije que sí los quiero! – De nuevo gritos, miradas desafiantes y aromas contradictorios en un espacio tan pequeño – Está bien, está bien – Pidió el alfa, cediendo esta vez – Si vamos a casarnos, pues tengámoslos ¿No? Sino que caso tendría la boda.

– Bien, los tendré pero si escucho alguna queja sobre ellos voy a cortarte la polla porque bien pudiste arrepentirte pero no, siempre andas dejando que los demás decidan por ti.

– De acuerdo, entonces es un trato. Nos casamos, los tenemos y los cuidamos. No suena muy diferente a una misión en el trabajo.

– Excepto que esta además de consumir tiempo, esfuerzo y dinero al triple, también va a jodernos a los dos, por al menos, no sé, mínimo unos 20 años, si tenemos suerte. Escuché que hay personas que viven con sus padres hasta los 40.

– Esperemos no sea el caso con ellos. Te tocará a ti sacarlos del nido para que aprendan a volar solos.

– ¿Y por qué tú no los sacarás del nido, eh? ¿Por qué debo ser yo?

– Porque a ti te sacó tu madre, así que será obvio que seas tú quien los saque a ellos. Imagina, tu madre no te soportaba y eras uno, ¿Qué será con tres?

– Pues espero se parezcan a mí y no a ti, un idiota inepto social que no sirve para nada.

– Si no sirviera para nada no tendrías 3 ahí adentro.

– ¡Cállate, cara quemada!

Y discutieron por un largo rato, dejando las peleas para pasar a las bromas, dejando la incomodidad por pensamientos de un futuro cercano, pasando del ambiente triste a uno completamente soñador, en espera de su primera camada de cachorros.

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