Dimanche

– Se nos fue el tiempo.

– Ni qué lo digas.

– Tuvimos que pagar un día más.

– Y agradece que nos levanté temprano o tendrías que pagar 2 días más. Esto no hubiera pasado si fueses de la mafia, Shouto idiota.

– ¿Por qué me echas la culpa a mí?

– Porque lo es.

Finalmente todo había pasado, la tensión de la mordida, las sesiones de sexo, el encuentro vergonzoso con los empleados del lugar, la paga. Ya estaban de vuelta a la ciudad en auto, pero querían seguir discutiendo.

Una pareja casada, no es realmente una pareja casada sino discuten.

– Me pones nervioso, ¿Qué mierda te está molestando?

– ¿Eh? No es nada...

– Mentiroso, lo siento a través del lazo.

Ahí va de nuevo el ambiente incómodo. Ya ninguno podía estar seguro ni en sus sentimientos porque el otro lo sabría de inmediato. Gracias a la divinidad que sea que el lazo no permitía leer las mentes, o ambos estarían perdidos.

– Es... eso lo que me molesta.

– ¿Sigues con eso? Te dije que no me importa.

– ¿Cómo puede ser que no te importe? Katsuki, fue lo primero que establecimos como regla al juntarnos. Ahora estás pegado a mí, ¿Por qué no lo odias?

El rubio tragó saliva pensando en lo que diría a continuación.

– Pues, en realidad, uh... quería que lo hicieras.

– ¿Qué?

– Bueno, tu madre...

El coche frenó de golpe y fue porque ambos tenían el cinturón de seguridad que ninguno se estampó ni las bolsas de aire salieron. Suerte iban a velocidad media.

– ¿Fue por eso? ¿Por ella? Sé que no tienen una relación de paz y tranquilidad, pero ¿Realmente tu motivo es ella? ¿Qué tan egoísta puedes ser? – Katsuki bajó la mirada ante el regaño, los ojos comenzando a lagrimear. Pero se dio cuenta de algo.

– ¡Oye idiota! ¡Querías mis razones, ya te las di! ¡Llámame egoísta todo lo que quieras pero te recuerdo que no fui yo quien puso esta cosa aquí! – Gritó señalando su cuello.

Y en parte no mentía. Sí, la marca debió ser su culpa pero sucedió antes de que sacara su poción mágica china. Está absuelto de responsabilidad.

– ¿Quién fue quien me mordió, eh? ¿Quién fue el que enlazó mi omega a su alfa? Tal vez mis pensamientos fuesen egoístas y los motivos que tengo para no estar molesto también lo sean, pero si alguien fue verdaderamente egoísta, ¡Fue el idiota que me mordió sin preguntarme!

Lo sabía, Shouto lo sabía. Aquí quién actuó de manera egoísta fue él, fue quien le mordió, quien ató su vida a la suya, quien le quitó la libertad. Y la culpa le carcomía el alma, sintió ganas de llorar.

– Pero no me importa, porque incluso si hubieses preguntado, yo te hubiera dicho que sí – Katsuki bajó la voz luego de soltar toda la discusión de golpe – No te tortures, estamos a mano. Egoístas, pero juntos. Equipo maravilla – Murmuró el omega.

– ¿Entonces no quieres quitarte la marca?

– Quizá la pregunta está mal formulada y hacia la persona incorrecta, Shouto. Más bien, ¿Por qué quieres que me deshaga de ella? ¿Acaso te da tanto asco estar unido a un omega como yo?

– ¿Q-Qué? ¡No!

– ¿Te avergüenzas de estar casado conmigo? ¿Por culpa de los niños?

– Kitkat...

– ¡Cállate! – El rubio desvió la mirada hacia la ventana del auto – Solo cállate, lo entiendo.

– Mentiroso. La marca dice otra cosa – Katsuki chasqueó la lengua al ver al bicolor usar sus palabras contra él.

Katsuki se dio cuenta que Rei siempre había estado delante de él, porque aun consiguiendo todo, al mismo tiempo lo estaba perdiendo. Iba a terminar igual que el matrimonio de sus suegros –o ahora serían sus exsuegros–, divorciado y rotando a sus hijos de casa en casa.

Al menos no terminó en un hospital mental. Marcador empatado; Katsuki 1, Rei 1.

– Solo regresemos a casa.

– Perdón, niños, sucedió un problema y nos tuvimos que quedar un día más.

– ¡Mamá! ¡No vuelvas a dejarnos! – Katsuki finalmente abrazó a sus 3 bichos una vez que los recogió a todos. Cómo los extrañó, y por sus lloriqueos, los mocosos igual – ¡Papá, tú tampoco! – Corrieron a colgarse del alfa.

El rubio se mordió el labio, para no decir lo mismo que sus hijos. Shouto, no nos dejes.

Pero ¿No sería egoísta pedir aquello?

– Está bien, está bien. No sofoquen a su padre – Pidió el omega mientras veía a sus retoños escalar la alta figura del bicolor como si fueran animales.

– ¡Mami, Mami! ¿Sabías que Kei-chan se tragó el bebé y por eso tiene la panza tan grande? – Exclamó Ichigo pues los 3 se habían reunido en la casa de Enji mientras sus abuelos discutían el asunto de la ausencia de sus padres.

– ¿Sí? No me digas, tal vez debí comérmelos a ustedes – Bromeó Katsuki.

– ¡Ahh! – Chillaron sus hijos escondiéndose aún más en el cuerpo de Shouto. Yuki casi se cae de no ser porque se agarró al pantalón de su padre.

– ¡Pero el abuelo Enji dijo que lo va a sacar otra vez!

– ¡Sí! ¡Lo va a vomitar!

– Pero por el hoyo equivocado – Murmuró el rubio evitando el contacto visual y que sus hijos le oyeran. Shouto si lo hizo y solo rodó los ojos.

– Mami, ¿Por qué no te tragas un bebé también? ¡Pero uno chiquitito! Nosotros ya estamos grandes. Así estarías gordo como Kei-chan.

– ¡Sí! y cuando lo vomites tendríamos un hermanito – Opinó Yuki.

– Yo solo, no puedo – Intentó hacer a sus hijos cambiar de opinión.

– ¿Necesitas ayuda? Papi puede ayudarte, o podemos buscar a alguien que te ayude.

– ¡Sí! ¡Como el tío Deku!

– ¡No! – Gritó el alfa mayor, llamando la atención de su familia pues había permanecido callado todo el tiempo de la plática – Es decir, Midoriya no puede...

– ¿Qué tal el tío Kiri? – Shouto estaba irritándose mientras que Katsuki se moría de risa por dentro.

– Tampoco, ya tiene a alguien con él.

– Bien, tengo otra opción – Habló el omega, ansioso de seguir jodiendo al bicolor – Puedo pedirle ayuda al señor de las entregas, es muy amable conmigo y se ve que trabaja muy duro. ¿Qué dicen, niños? ¿Le preguntamos a Oji-san si quiere poner un bebé dentro de Mamá?

– ¡Sí!

¡NO! – Ese no fue un grito, fue un rugido, acompañado de la voz alfa.

Tanto sus hijos como él mismo se encontraban en shock ante tremenda negativa. Katsuki sintió la marca picarle y que el cuerpo le temblaba, mientras que a los niños, aun impactados, se les llenaban los ojos de lágrimas, previo aviso del inminente llanto.

Que no tardó en llegar.

Shouto recuperó el control de sus pensamientos y enseguida comenzó a disculparse e intentar calmar a sus cachorros que habían estallado en llanto ante semejante grito que los dejó asustados. Tuvo que pensar rápido porque ante los sollozos los niños, uno a uno, fueron soltándose de él y casi caen al suelo.

– ¡Lo siento! ¡No quise levantarles la voz! – Katsuki tragó saliva para dejar pasar aquella escena y se acercó a socorrer a su esposo.

– Ya, mocosos, no lloren. Papá no lo hizo a propósito, solo se molestó porque no quiere que nadie más que él ponga un bebé en mí – Tranquilizó el omega, uniéndose a las 4 figuras para formar un abrazo familiar.

– Por qué... ¿solo él? – Preguntó entre sollozos la niña.

– Bueno, porque soy su esposo y además ya los tuvimos a ustedes, juntos.

– Pero, el abuelo Enji va a tener un bebé con Kei-chan y no con la abuela... – Comentó Ichigo.

Katsuki tenía una sonrisa en la cara pero por dentro hacía una y mil muecas furiosas ante lo inteligentes que eran las bestias que salieron de él. Puta madre, ¿Qué le enseñaban a sus niños en la guardería? ¿No podían solo comerse los mocos y ya?

– Eso es por, eh... Papá Shouto, les dirá.

– ¿Eh? – El bicolor miró incrédulo al omega al ver que le dejaron el problema a él – Su abuelo y su abuela, me tuvieron a mí y a sus tíos, pero luego de eso... – Carraspeó un poco ante lo que diría – Ellos, simplemente dejaron de quererse. La abuela es feliz pasando tiempo sola y su abuelo encontró a Keigo.

Los 3 niños se miraron entre ellos mientras casi por telepatía y miradas se comunicaban lo que pensaban. Al final, Ichigo, siendo el menos calmado de los 3, decidió ser quien hablara.

– ¿Papá y Mamá se van a dejar de querer algún día también?

Shouto y Katsuki se sorprendieron por la pregunta, logrando entrelazar sus miradas. Nunca se dijeron nada, la comunicación no fue usada en la relación. Era necesaria, sí por su puesto, como en toda relación. Pero nunca la usaron realmente, siempre la evitaron.

Ahora el lazo que los unía como alfa y omega hacía de las suyas. Si no iban a hablar de sus sentimientos, pues sentirían en pellejo ajeno dichos sentimientos. Esta mierda no se iba a quedar así siempre. No señor. Sus instintos ya estaban hartos.

– Espero que no.

– Eso no va a pasar.

Ambos padres les sonrieron a sus cachorros mientras apretaban aún más ese abrazo familiar con la intención de que los adultos lograran restregar sus rostros cariñosamente.

– ¿Entonces Papá puede poner un bebé dentro de Mamá?

– ¡Maldición insectos! ¡Dejen de joder con eso!

– Iré a la agencia a ver si el viejo está molesto – Comentó el bicolor mientras se ponía los zapatos en la entrada de la casa – ¿Te vas a quedar?

– Entrevistaré a unas niñeras que la cola de caballo me envió. Además, no puedo dejar a los niños solos. Bastante tiempo ya tuvieron sin mí.

– Bien. Prometo no tardar.

Shouto se levantó y se quedó mirando a su omega cara a cara. Katsuki no se fue pero no hizo nada tampoco. Se quedaron ahí, mirándose. De fondo se escuchaba el desastre de sus hijos en casa.

– Sabes que siento lo que quieres hacer, ¿No? – El bicolor se rascó la nuca al verse descubierto.

– Supongo ¿Puedo?

– Tch. Haz lo que quieras.

– Está bien.

Se acercaron lenta y nerviosamente, como 2 adolescentes enamorados en una estúpida novela romántica cliché. Hasta que finalmente, Shouto logró unir sus labios con los de su esposo, despidiéndose como siempre quisieron pero nunca se habían atrevido. Con un beso en los labios.

Su primer beso.

Oh bueno, el que recordaban.

Con lengua y todo.

¿Qué los 2 idiotas se olvidaron que hay niños presentes?

– Papá y Mamá se despiden como la Oba-san de al lado lo hace con el casero.

Ambos ignoraron el hecho de que sus trillizos se habían enterado que su vecina engaña a su esposo con el dueño de los departamentos, así que solo los echaron.

– ¡Shu! ¡A joder a otro lado, mocosos! – Exclamó sonrojado. Los niños rieron mientras se iban.

Shouto sonrió al ver la vergüenza de su pareja, ya que nunca se habían besado así, suerte estaba aun dentro de la casa o seguro algún paparazzi loco de fuera ya hubiera tomado una foto que saliera de portada en las revistas.

– Bueno, entonces me voy.

– Sí, que te vaya bien. Oye... – Llamó la atención del alfa justo cuando abría la puerta.

– ¿Qué sucede?

– Uhm, no es nada.

– ¿Sabes que ahora compartimos los sentimientos, no? – Katsuki chasqueó la lengua avergonzado.

– Es sobre, los niños... ellos quieren un hermanito y con lo poco que recuerdo del hotel es obvio que vendrá otro en camino ya que olvidé tomar la estúpida pastilla. Pero, no sé... ¿Qué dices?

– ¿Tener más cachorros? Me parece bien. ¿Y qué hay de ti?

– Sí te parece bien a ti, entonces me parece bien a mí.

El alfa y el omega dentro de ellos respiraban de alivio. Finalmente, gracias al lazo, estos tontos podrían empezar a tener la comunicación que siempre les hizo falta.

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