Capitulo 9
Un coma, Klaus estaba en coma. Luego de fallar la misión, luego de la muerte de Amanai, luego de todo, Satoru encontró a Klaus en el suelo cubierto de sangre, sin moverse. Pensó que había muerto, pero no había heridas y aún respiraba, había logrado usar la técnica inversa pero no había despertado. Al principio la sensación de tranquilidad lo atravesó, seguramente Klaus había quedado inconsciente y muy cansado, pronto despertaría, pero luego de tres semanas sin despertar comenzó a entrar en pánico.
La situación le recordaba a aquella vez de niños. Klaus nunca dormía tanto tiempo. Shoko lo revisó pero concluyó que la razón por la que no despertaba era que debía estar en el otro plano, en el de sus pesadillas, y que por alguna razón no lograba salir de allí. Al mes, para justificar la inactividad de Klaus ante los altos mandos, se determinó que estaba en coma.
Era muy desalentador. Tal vez estaba enfrentando algún monstruo muy poderoso como había sucedido la última vez, pero esto era demasiado. Verlo tan pálido, con una fiebre que a veces aumentaba, con el ligero temblor en sus manos le mostraba que Klaus estaba bajo demasiado estrés y que estaba luchando con gran intensidad. Y Satoru, nuevamente, no podía hacer nada.
Se sentía el hombre más pequeño del mundo, no importaba cuánto había mejorado en sus técnicas. No había podido proteger a Klaus, él había casi muerto, Geto había resultado herido y Amanai había perdido la vida. Haber dominado la técnica inversa fue el consuelo mínimo para un vacío, para una frustración demasiado grande. Se sentía desalentado y perdido sin Klaus, pero él era el más fuerte y no podía demostrar debilidad ni dejarse caer, no lo tenía permitido.
Hoy siendo el más fuerte más que nunca, sin Klaus no había Satoru, ni tiempo para detenerse a ver las flores, ni las estrellas. Solo el heredero de seis ojos. Solo misión tras misión, entrenamiento tras entrenamiento, sin descanso, solitario, pues ya no necesitaba a nadie, el más fuerte no necesitaba ayuda.
Ser el hechicero más fuerte de todos los tiempos ¿Es lo que quieres? ¿De verdad? No tienes porque hacerlo. Puedes elegir. Aún tienes tiempo.
Satoru cree que ya no quiere ser el más fuerte, o al menos que si pudiera elegiría otra cosa, pero ya no tenía tiempo, ya había tomado la decisión y ya no podía lamentarla, solo podía seguir avanzando.
Y Satoru entendió que el camino del más fuerte es el más solitario y silencioso de todos, y que eso lo hacía sentirse pequeño porque el siempre estaría destinado a lo más grande y noble del mundo.
Pero aún así...
Aún así era doloroso, se sintió una máquina a la que le faltaba el corazón. Un hombre de hojalata. Le daban una misión, la completaba y esperaba la siguiente. Klaus tendría tantas cosas que decir sobre eso. ¿Qué clase de vida era esa? Una vida donde solo esperaba el siguiente día no era vida, una vida solo dedicada a hacerse más fuerte ¿Para qué? Era Klaus el que siempre le daba sentido a las cosas, Satoru solo golpeaba confiando ciegamente en las decisiones de Klaus. Y ahora Klaus no estaba.
Tienes los seis ojos, pero nunca te detienes a ver las cosas demasiado.
Quería que Klaus esté ahí con él, quería un corazón, extrañaba el olor de las flores y las noches estrelladas que, irónicamente, nunca había sabido apreciar. Incluso a sus demás amigos, a quienes ya no veía por estar siempre ocupados. Prometía que si Klaus despertaba entonces prestaría más atención a las cosas que había subestimado antes, que miraría más tiempo las flores y se dejaría encandilar por la noche. Si Klaus despertaba lo escucharía más, lo trataría de entender más, lo amaría más...
– ¿Crees que despertará? –Una vez coincidió con Geto, luego de semanas sin verse, visitando a Klaus. Los ojos de Suguru se veían cansados y él se veía deprimido. Satoru pensó que tal vez ambos estaban con muchas más responsabilidades que antes y extrañó tener misiones juntos, extrañó su primer y segundo año como hechiceros.
– Lo hará –Debía despertar, Klaus era fuerte, siempre sobrevivía. Pero si Satoru era honesto consigo mismo, tenía miedo de imaginar un futuro donde no estaba Klaus.
– Suenas muy seguro de tus palabras ¿Por qué?
– Porque si no despierta, no sé que haré.
Geto pensó que esta era la primera vez que vió a Satoru tan asustado. Satoru nunca se mostraba tan vulnerable, siempre era despreocupado, siempre fuerte, siempre indestructible, pero ahora se veía decaído y admitía no saber que hacer sin Klaus, y se sentía igual. Él tampoco sabría que hacer, hace un tiempo que no sabía qué era lo correcto. Ya no sabía porqué luchaba, ni para quién. Estaba cansado y sentía que cada día su horizonte era más oscuro, sin Klaus y con todo lo que había sucedido con Amanai ya no estaba tan seguro de sus creencias. Se estaba desesperando porque se sentía perdido y ahora luchaba todo el tiempo por no caer en el abisal y latente pensamiento de tomar un camino que iba en contra de todo lo que alguna vez creyó que tenía sentido y propósito.
Luchar por tanto tiempo y con tanta fuerza pensando que esa lucha valía la pena y ahora pensar que tanto sufrimiento fue en vano era frustrante.
Necesitaba a Klaus, quien siempre parecía tener sus ideas claras y cuyas palabras siempre eran cruelmente honestas, pero también gentilmente sabias. Necesitaba a su amigo y que lo traiga de vuelta a la razón.
Luego, pasaron noches de luna creciente, llena y nueva. Cuando Klaus despertó se daba el ocaso, momento donde el universo hace silencio y se detiene a ver cómo la oscuridad de la noche y el rojo sol se abrazan. No tenía fuerzas para levantarse, su cuerpo estaba débil luego de estar tanto tiempo inactivo y de no alimentarse apropiadamente, pero logró ver a Satoru a su lado descansado y eso hizo sus mejillas estirarse con una sonrisa llena de calma, en un estado total de nirvana.
– Klaus ¿Estás despierto? ¿De verdad eres real? ¿Estoy soñando? –Satoru se sentía tan pesado, no sería la primera vez que sueña con Klaus y siempre sentía una parte de él que se volvía tierna y débil al pensar que aquello no era real. Klaus lo miraba como si el mundo entero pesara tanto como una pluma, con el leve brillo del atardecer acariciando su piel.
Parecía estar soñando, pero sus ojos esta vez no le mentían, el toque de la mano de Klaus en su cabeza no le mentía, Klaus estaba vivo y había despertado.
– Esto es real, Satoru. Yo soy real –Satoru tomó la mano de Klaus, sus propias manos temblaban. Tenía tantas ganas de llorar, pero sus lágrimas no salían, era una sensación tan extraña y triste.
– Tenías razón, Klaus, siempre la tienes.
No podía dejar de decírselo. Debió haber escuchado a Klaus, debió haber pensado mejor lo que significaba ser el más fuerte, debió haber podido proteger a todos. Solo era un caminante inadvertido, siguiendo un destino brillante del cual no dió cuenta su gran sombra.
Por mí culpa, por mí culpa. Por mí gran culpa.
Klaus recién despertaba y estaba confundido, pero no necesitaba entender que estaba pasando, ambos necesitaban solo un abrazo. Y así como la noche y el día se abrazaban en tregua durante el ocaso, ellos también se abrazaron.
•••
Klaus tuvo que comer y volver a entrenar con fuerza para recuperar su condición física anterior, también para hacerse lo suficientemente fuerte para poder invocar a Pistola. Su energía maldita no alcanzaba para ello, así que se las ingenio para resolver el problema usando las habilidades de Pistola de otra manera. Así se recuperó rápidamente.
Cuando murió Haibara, se encontró a Geto y Nanami en la morgue. Klaus hizo silencio y se lamento, no tenía nada que decir. Le dió una palmada en el hombro a Nanami, quien a pesar de siempre mantenerse estoico se veía derrotado. Y Suguru...Suguru estaba extraño, se había percatado desde que lo vió por primera vez luego de despertar. Sentía que su mirada buscaba la suya, invitándolo a captar un cansancio en sus ojos, palabras que siempre quedaban atrapadas en su garganta.
Iba más allá de un cansancio por agotamiento, era una mirada perdida, era un cuerpo en automático, era una voz que no sabía qué decir. Y ahora, frente al cuerpo de un compañero, vió con claridad oscuridad en él.
– ¿Cómo has estado? –Le preguntó Klaus cuando estuvieron solos.
– Eso debería preguntarte yo a ti, Klaus. Tú eres quien estuvo en coma.
– Evitas mí pregunta, pero siempre buscas mis ojos. Debes expresar lo que quieres decir antes de que sea tarde.
– Siempre eres tú, Klaus. Solo tú puedes ver a través de mí.
Klaus le dió su tiempo a Geto. A veces no es fácil darle palabras a las cosas que sentimos, tal vez hay sentimientos para los cuales no hay palabras, pero con tiempo y silencio los pensamientos tal vez puedan acercarse a describir lo que nos pasa.
– Amanai quería vivir, pero su vida se me escapó en un segundo. No pude ni procesar su muerte. Era solo una niña, somos solo niños, me di cuenta. Y luego, todas esas personas rieron al ver el cuerpo de Amanai, festejaron y aplaudieron como un montón de monos. Satoru llevando tu cuerpo y yo el de Amanai, ambos derrotados como nunca...
Quise matarlos.
– Yo...estoy confundido, mis pensamientos son pesados. ¿Lo has pensado, Klaus? somos sacrificios para la comodidad de aquellos que nos miran de reojo, peones reemplazables para monos aún más reemplazables, ignorantes, brutales, egoístas. Hoy Haibara, incluso yo, incluso tú, incluso Satoru. Este trabajo no tiene final, solo estamos alargando las pérdidas, no estamos solucionando nada. Tanto sufrimiento innecesario... tal vez un mundo sin no hechiceros, sin maldiciones sea un lugar mejor, un mundo solo de hechiceros. ¿He cruzado la línea? ¿Te he decepcionado? Por favor, dime, estoy asustado, Klaus.
– Estoy aquí, Suguru –Klaus estaba ahí, no lo juzgaría, lo escucharía hasta el final.
– No puedo luchar más así. Exorcizar, tragar, exorcizar, tragar. ¿Por qué el mundo es de esta manera? Klaus, por favor, por favor dime ¿Cómo lo aguantas? Yo no puedo soportarlo más, dime qué debo hacer. Dime, por favor, ¿Dónde es arriba y dónde es abajo? –Geto estaba al borde de la desesperación, demacrado y suplicando a Klaus algo que lo salve. Estos eran los últimos vestigios de humanidad que le quedaban, reconoció Klaus.
Klaus hizo silencio y sintió cómo se le encogió el corazón a medida que escuchaba. Ser hechicero tanto tiempo, ver cosas tan horribles, soñar temiendo no despertar todos los días. Todo era insoportable, pero cuando no podía confiar en sus pensamientos ni en su racionalidad, se aferraba con fuerza a lo que su corazón desde lo más profundo le decia. Pero Geto ¿Hasta dónde había caído? Ya no distinguía el horizonte, ya no sabía que era lo correcto y lo incorrecto. Corazón y razón eran borrosos ambos. Sentía que estaba a punto de perderlo. Geto había venido a él buscando aferrarse a lo único en lo que sabía que podía confiar: las palabras de Klaus.
– Yo también pensé mucho en eso, Suguru. Traté de darle explicación a muchas cosas, ¿Que por qué el mundo es de esta manera? No lo sé, no creo que encuentres la respuesta, yo te aseguro que no la encontrarás. La mayoría de las cosas que pasan, si te detienes a pensar, no tienen sentido. Lo descubrí a medida que conocía a los monstruos de mis pesadillas. Solo puedes explicar una parte del mundo racionalmente, pero la realidad es que las personas se mueven por miedos irracionales, hacen cosas que no tienen sentido solo porque sí. Hasta aquí llega la humanidad. Pero aunque puedas deshacerte de los no hechiceros y terminar con un mundo plagado de maldiciones, éste seguirá siendo un mundo injusto, no desaparecerá el odio, ni la guerra, ni la muerte –Klaus recordó a Pistola. Tal vez, incluso si esas cosas desaparecieran no lo harían realmente, los errores que arrastra la humanidad ya no pueden ser remediados –Las maldiciones solo son manifestaciones físicas de cosas que siempre han estado, están y estarán ahí.
Entonces ¿Por qué luchaban? ¿Por una causa perdida?
No.
– Pero aunque exista todo eso, también existen personas buenas, existe el amor, existe la justicia, las personas honestas y amables. Los seres humanos somos los monos que hemos creado fusiles y lanzado bombas nucleares, pero también somos los que hemos creado pianos y poesía, y esas cosas tampoco tienen sentido. Yo te aseguro que estas cosas y estas personas existen. Por esto yo soy hechicero, y mientras exista una sola persona que valga la pena en este mundo, yo la defenderé. Suguru, debes decidir ¿Tú eres un hechicero?
Tú aún estás a tiempo.
– ¿Y si te equivocas? ¿Qué harás, Klaus?
– Si estoy equivocado, que me juzgue la historia.
– Entonces que nos juzgue a ambos.
Te sigo a ti, Klaus.
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