Capitulo 7

Sintió su alma entera removerse de inquietud. Satoru decidió esperar a Klaus un poco antes de llegar al Santuario de Tengen, dejándole a Geto el escoltar a Amanai con la compañía de Kuroi. Esperó diez minutos, luego quince, luego veinte, a los veintiuno se encaminó hacia donde Klaus ansioso, pero se encontró en el camino de cara con alguien diferente.

Toji estaba lastimado, sus brazos y rostro tenían algunos cortes y la zona de su estómago tenía rastros de sangre, pero tenía una sonrisa altanera y, en general, estaba bien.

– Tú...¿Qué haces aquí? –Toda la sangre en Satoru se congelo. ¿Dónde estaba Klaus? Su piel se erizó pensando en lo peor. No, era imposible, Klaus era fuerte, de los más fuertes e inteligentes, podía manejar tipos más grandes que él solo con su ingenio, había demostrado una y otra vez ser todo aquello que le dijeron que no podría ser. Klaus debía estar bien.

– Aquel chico...Klaus, dió una muy buena pelea, dejó la vara muy alta para tí –Una burla. Las pupilas de Satoru se contrajeron. No quería creerlo, pero en cuanto vió una katana familiar en las manos de Toji su interior se incendió en furia.

– Esa katana...la tomaré de regreso, basura.

Toda la ira que corría por sus venas la plasmó en el Azul más destructivo posible, todo ese poder caótico concentrado fue arrojado directo a Toji, pero fue esquivado con la elegancia de un maestro, una elegancia que solo buscaba provocar. Satoru comenzó a atacar, ciego a cualquier otra cosa que no sea a su objetivo, debía vengar a Klaus, debía matar a este tipo a costa de lo que sea. Él era el más fuerte ¿Cómo no pudo haber podido salvar a Klaus? Estaba enojado con esta escoria, estaba enojado consigo mismo, y la naturaleza que se cruzaba en su camino era arrasada por el odio del cosmos en la palma de la mano de un joven.

Pero el cansancio de los últimos días se vió reflejado en sus cada vez más erráticos y menos poderosos ataques.

¿Cómo podía ser esto? Él le había prometido a Klaus que cuidaría de él, se había prometido a sí mismo que lo protegería y había fallado. Klaus siempre había estado ahí para él, había sido su primer amigo, fue el primero que lo llamó por su nombre cuando para todos los demás era el heredero seis ojos, fue el primero que lo hizo sentir humano y fue el primero que tocó su corazón. Y Satoru no había sido suficiente para él.

Satoru siempre fue el sol: lejano, intocable, brillante, poderoso y alabado, pero Klaus era como el fuego de un vela, era una luz gentil y tranquilizadora, amable a los ojos e hipnotizante, a diferencia del sol que ciega y quema. Klaus era tan reconfortante para Satoru, siempre tenía la respuesta, era el norte, era el horizonte que le recordaba dónde es arriba y dónde es abajo. El mundo del jujutsu era un océano oscuro, y ahora Satoru navegaba sin brújula, sin vela y no alcanzaba a ver el horizonte.

Temblaba de odio y de desesperación. Y mientras la espada del asesino de la persona que amaba lo atravesaba, sintió su corazón arder y sus ojos quemar en furia, solo consolados por una tierna lágrima.

¿Una lágrima? Desde que era un niño no lloraba, pero curiosamente las únicas veces que lo había hecho habían sido por Klaus. 

No había podido vengar a Klaus. Lo único que había hecho era fallarle. Satoru Gojo falló. ¿Klaus estaría decepcionado de él? Estaba seguro que no, Klaus nunca quiso que Satoru sea el más fuerte, solo quería que sea feliz, pero Satoru no entendió lo que Klaus deseaba para él. Satoru nunca entendía nada de lo que pensaba Klaus. ¿Debió haber huido lejos con Klaus cuando se lo pidió? ¿Lejos del jujutsu, lejos del título del más fuerte, lejos de todo? Ahora lo deseaba, haberse llevado lejos a Klaus, alejarlo de esta realidad violenta, pero en el fondo sabía que no hubiese sido capaz jamás de alejarse de este destino. Sea como sea, ya era tarde para él. Había caído prudencia, ahora fortaleza y seguía templanza.

Así son las cosas: Satoru Gojo fue derrotado, Satoru Gojo era mortal, Satoru Gojo estaba llorando. No el seis ojos, no el más fuerte, solo un humano.

Que amargo.

Él odiaba lo amargo. Quería la venganza, que dicen es dulce, y se aferró a eso con todo su ser. Solo eso podría calmar su corazón.

°°°

– ¿No quieres vengarte de tu familia?

– No estoy interesado.

– ¿Qué dices, Klaus? Te menospreciaron, humillaron, te vendieron y te desearon la muerte. Yo te puedo ayudar, o, si tú no quieres, puedo vengarme por ti.

– La venganza es una pérdida de tiempo. Esos sinsentidos son muy fastidiosos.

– Klaus, sé honesto contigo mismo. Debes odiarlos, yo los odiaría y no pasa nada. Si son demasiadas molestias para tí, ya te dije que yo me encargaré.

– La venganza y el odio son ideas muy infantiles, Satoru. El odio solo es una cortina que esconde nuestro verdaderos sentimientos detrás.

– ¿Aún los aprecias? ¿Los extrañas? ¿Es eso?

Klaus pensó que tal vez sí estaba triste por el rechazo de su familia, que le hubiese gustado recibir un abrazo de ellos, un te quiero, algo. Pero ahora tenía a alguien que sí lo abrazaba y que lo quería, no tenía tiempo para pensar en los que no lo habían hecho.

– Ésta es mí venganza, Satoru, vivir más que nadie y ser feliz. Es la venganza más dulce de todas.

De verdad, Satoru no entendía a Klaus.

°°°

– Hace una hora estás observando esa flor ¿Es más interesante que yo o qué?

– Tú, cuando las ves con tus seis ojos ¿Qué ves?

– ¿Por qué querría observar una flor con mis ojos? No tiene nada demasiado interesante, es exactamente igual que las otras miles que hay.

– ¿De verdad? Yo creo que es fascinante. No puedo dejar de verla. Si no tiene nada interesante, entonces es incluso más asombrosa.

– ¿Qué estás diciendo, Klaus?

No lo entendía. Solo era una flor de jardín, no era grande, ni tenía un color tan llamativo, tampoco tenía ningún olor. Nada impresionante, nada especial, podría aplastarla.

– ¿No lo has pensado nunca? Está flor quería existir, entonces nació, entonces de la nada le crecieron pétalos. ¿Cómo puedes explicar eso?

– Eso hacen las flores, tú lo sabes.

– Quiero decir, las cosas brillantes siempre salen de repente, como la geometría de una flor. La naturaleza sabe de números y de belleza, solo hace cosas bellas. Tienes los seis ojos, pero nunca te detienes a ver las cosas demasiado.

Sentía que lo estaba regañando, pero no sabía porqué. Satoru no entendía a Klaus. Solo era una flor, estaba hecha de cáliz, corola, estambres y pistilo, también de proteínas, antioxidantes, grasas, aminoácidos y otros elementos. Luego, se forman por la floración y por la polinización. Pero todo esto ya lo sabe Klaus, quien ya ha leído estos libros decenas de veces.

– No es necesario que la flor tenga nada que la haga especial, ya lo es.

Nunca logré entenderte, Klaus. Cuando me mirabas de esa manera y me hablabas con tanta paciencia ¿Qué me querías decir?

°°°

Ni aún recordando lo entendía, pero la única manera de hacerlo era viviendo. Klaus tenía razón en algo, vivir era su venganza y se aseguraría que fuera dulce.




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