Capítulo 3

Noa comienza a transpirar sudor frío, permanece acurrucada en su cama mientras observa al ser pasearse por su habitación. Luego de callarla, salió de la cama y comenzó a moverse por todo el lugar. Mira los cuadros en la pared, enciende la computadora portátil y luego acomoda uno que otro libro de la pequeña biblioteca. La pantalla muestra la página donde escribe su historia y el capítulo continúa en blanco.

—Que desorden —murmura al tropezar con el montón de ropa que está en el suelo—. ¿Ya puedes hablar o sigues sorprendida por mi presencia?

—¿Vas a-a asesinarme?

—No pediste eso, así que no.

—Pero la amenaza, decía que nadie me encontrará —comenta y se cubre rápidamente con las sábanas al verlo de pie junto a la cabecera de la cama.

—Se refería a mí, Kaneís White para servirte. —Hace una reverencia. Pero la muchacha aún continúa mirándolo con temor—. Bien, si vamos a hacer esto necesitamos un ambiente adecuado para trabajar. Deberías ordenar tu habitación, colocar la ropa sucia en un cesto y no gritar. Las demás personas intentan dormir.

—¿Trabajar?

—Terminaremos tu historia, me llamaste por eso. Lo hubiéramos hecho anoche pero la cosa gritona de la pared intervino —responde estando junto al escritorio.

—León... —Eso explicaría su desmayo. Entonces sale de la cama lentamente, da unos pasitos hacia el escritorio y se sienta en la silla ante la computadora. Kaneís está a su lado, su presencia la pone muy nerviosa y no cree ser capaz de continuar.

—¿Qué clase de romance quieres que tengan tus protagonistas? Uno apasionado, peligroso, de comedia o...

—T-Todavía no lo sé. Ni siquiera escribí la parte en donde se conocen, creo que esto no es lo mío. No tengo talento. —Ella se encoge en el asiento al ver a Kaneís inclinado hacia la pantalla, lo ve levantar un mechón de cabello del costado de su cabeza. Este es blanco y lo lleva muy desordenado.

—Yo no tengo oídos y aún así puedo oír. Esta debe ser tu primera vez, ¿cierto? —Noa asiente entiendo su vista en el teclado—. Bien, comenzaremos con algo sencillo. Nada para mayores de dieciocho.

—Pero esas historias tienen cientos de leídos, muchos más de los que pueda imaginar y si utilizo el mismo recurso, entonces-

—¿Has leído esas cosas? Que pervertida.

—Sólo de paso, nunca una historia completa.

—Tu biblioteca privada dice lo contrario —comenta tocando la pantalla como si fuera táctil, lo más sorprendente es que esta responde y abre la biblioteca del usuario—. Ah, ahora se lo llama smut.

—Basta. —Hace clic en obras y abre nuevamente el capítulo en blanco—. No ayudas así.

—De acuerdo, lo siento. Escribe lo que te voy a dictar.

A la mañana siguiente, Noa es sorprendida por los rayos del amanecer que atraviesan la ventana entreabierta. No puede creer que estuvo toda la noche escribiendo y sonríe orgullosa al ver terminado cinco capítulos nuevos de su historia. Ahora se encuentra en la parte en donde los protagonista se dieron la mano por primera vez para caminar juntos. Ya quiere buscar a León para restregarle en la cara todo su progreso.

—¿Por qué te detienes? —le pregunta Kaneís, está bastante entretenido acomodando los lápices por tamaño en el escritorio.

—Me duelen las manos y quisiera dormir un poco —responde soltando un pequeño bostezo.

—No será posible, al que llamas León está a punto de entrar.

Cuando termina de decir esto, la puerta de la habitación se abre de repente y su hermano entra con la almohada en alto.

—¿Despertaste temprano? —pregunta al verla sonriendo junto a su computadora—. No eres Noa.

—Estúpido, deja de entrar a mi cuarto.

—¿Así me agradeces que te despierte para ir a la escuela?

—No te pedí que lo hicieras.

—¡Noa y León, ya basta! —Su madre les grita desde el baño y ambos guardan silencio. Él sale de la habitación mientras Noa busca a Kaneís con la vista, preguntándose a dónde fue. Pero no hay tiempo, debe ir a la escuela y sus ojos apenas se mantienen abiertos.

A causa de esto, sus profesores le llamaron la atención y le preguntaron por qué no descansó en la noche. Su respuesta fue que tenía insomnio. Entonces, a la hora de matemáticas, le pide al profesor permiso para ir al baño.

—Podré descansar los ojos por un momento —murmura al llegar. Luego entra a un sanitario vacío y limpio para sentarse sobre la tapa. Noa bosteza profundamente, sus párpados se cierran lentamente hasta que, en un minuto, ya se encuentra dormida debido al agotamiento.

Se siente caer a un abismo oscuro, en caída libre hasta chocar. Ella suspiró al notar que estaba tendida en el piso del sanitario. Maldice del asco y se levanta sintiendo su cuerpo más pesado de lo usual. Tal vez sea la pesadilla en donde subió demasiado de peso y todos se burlan de ella. Pero no se encuentra en plena clase, donde transcurre todo eso. Sino que la rodea un bosque marchito donde el suelo está cubierto por sucios azulejos, los cuales eran blancos en el pasado. Los árboles son negros y retorcidos, sus ramas, semejantes a garras delgadas, se alzan al cielo.

El lugar está envuelto por una espesa niebla y no parece existir el sol ni la luna. Sin embargo, algo ilumina su camino cuando se mueve, apartando un poco la oscuridad.

Noa no sabe a dónde ir, aún así da pasos firmes, trazando un camino entre los árboles. Su lado consciente solo espera no toparse con algo que pueda asustarla. Entonces, entre las ramas sin hojas, consigue ver un débil destello de luz. Cosa que la alienta a acercarse y descubrir un espejo de cuerpo completo. El objeto no parece pertenecer a ese lugar, se ve en muy buen estado.

Ella da una mirada a su alrededor, hay más espejos parecidos al que encontró. Solo que estos están destrozados. De repente unos golpes en el cristal hace que mire hacia el espejo, topándose con Kaneís dentro del mismo. Él saluda moviendo su mano, la misma que Noa mueve para responder. Cada movimiento parece estar sincronizado, cada respiración y parpadeó.

—Ya no estarás sola. —Sus palabras llegan a ella como un susurro bajo. No responde, aunque quisiera no podría ya que no puede hablar en sus sueños. Entonces ahora lo ve frente a ella, extendiendo su mano y dándole una sonrisa. Su mano izquierda se mueve hacia adelante, la misma que tiene la marca y esta comienza a extenderse por todo su cuerpo a medida que la distancia disminuye. Cuando toca a Kaneís, siente algo cálido. Es su mano pálida cuando la sostiene con suavidad.

—Ahora foto porque nos vemos bellas. —Noa hace una mueca al escuchar risas a su alrededor y abre los ojos. Aún está dentro del sanitario y un poco de baba seca ensucia su rostro. Al abrir un poco la puerta, ve a un grupo de chicas que acaban de entrar para comenzar a sacarse selfies.

—Qué sueño más raro —pienso al bostezar. Frota sus ojos con las manos y casi se cae del inodoro al ver las marcas de su cuerpo. Lo que antes parecía un tatuaje en su muñeca, ahora cubre gran parte de sus piernas y brazos—. ¿Qué es eso? No se quita —dice al intentar borrar las extrañas inscripciones de sus piernas.

—Hola, ¿está todo bien? —pregunta alguien del otro lado a causa de los sonidos que está haciendo.

—Si, no hay problema —responde entre abriendo la puerta. La cierra nuevamente y retrocede para dejarse caer sobre la tapa, aunque termina sentada sobre algo muy suave. Unos brazos la rodean mientras Kaneís recarga el rostro contra su espalda.

—¿Q-Qué haces aquí? —le pregunta en voz baja, todos sus músculos se encuentran tensos—. ¿Sabes qué es esto? —Desata la cinta, descubriendo el sello original para compararlo con las marcas nuevas.

—Significa que podremos estar más tiempo juntos.

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