Capítulo 40
No sé qué hacer. Me siento perdida, desorientada... desolada.
Desde el momento en el que Nikolai me dijo lo que planeaba hacer Tyler, todo a mi alrededor ha comenzado a caerse a pedazos.
La sensación de desasosiego, aunada a la horrible desesperación, apenas me ha permitido estar quieta.
He hecho y deshecho una infinidad de planes durante las últimas horas, pero nada de lo que se me ocurre es lo suficientemente bueno. Es imposible que logre llegar a Harry antes de que él venga aquí a buscarme. No sé dónde estoy, hacia dónde debo ir, no tengo un auto qué conducir y, para coronarlo todo, tengo una herida de bala en la pierna que estoy segura que está infectada. Apenas puedo mover la pierna sin sentir que voy a desfallecer.
Cierro los ojos.
El dolor punzante en mis sienes, es apenas una sombra tenue de la inmensa maraña de ideas y pensamientos catastróficos que tengo en la cabeza, y no puedo deshacerme de la sensación de que algo terrible va a ocurrir.
No quiero marcharme. No quiero tomar el dinero que Nikolai planea dejarme y huir así como así. No puedo dejar a Harry a merced de un psicópata que lo único que siempre ha querido es destruirlo.
Me niego rotundamente a ser cobarde y escapar del inmenso problema en el que estamos metidos. De nada va a servir que lo haga. Si me voy, tarde o temprano Tyler va a encontrarme. No puedo pasar el resto de mis días temiendo por ser descubierta, y tampoco puedo abandonar a Harry. No cuando no ha hecho nada más que cuidarme y protegerme. Es mi turno de retribuirle algo de lo mucho que me ha dado.
"¿Cómo, Maya?" Susurra la en mi cabeza. "¿Cómo demonios pretendes salvarle si todo ya está perdido?"
Niego con un movimiento frenético, en un intento desesperado por ahuyentar los pensamientos insidiosos que me invaden y dejo escapar el aire de mis pulmones de un suspiro lento y pausado.
Tengo que dejar de hacerme esto. Tengo que dejar de torturarme y empezar a hacer algo; pero, ¿qué?...
La puerta de la cabaña se abre con brusquedad en ese momento y mi vista se llena de la imagen de Nikolai, quien avanza a paso lento y pesado en mi dirección. Lleva en una mano un cuenco humeante y un trozo de pan en la otra.
Sin decir una palabra, se detiene frente a mí y coloca el trasto en el suelo y el pan justo encima antes de posar sus manos sobre mis hombros para inclinarme hacia él. Mi cabeza se recarga sobre su pecho en ese instante y el aroma terroso y húmedo de su ropa inunda mis fosas nasales.
La confusión se apodera de mí cuando siento cómo sus manos se deslizan por mis brazos hasta mi espalda y la alarma se enciende cuando siento cómo sus dedos ásperos tocan la piel expuesta de mis muñecas. En ese momento, y por inercia, trato de apartarme.
Una pequeña risa suave brota de sus labios y es entonces cuando me doy cuenta de lo que hace en realidad...
Sólo trata de desatarme.
Sus dedos trabajan en las amarras de mis muñecas, mientras que su pecho aún vibra con la risa silenciosa. La vergüenza se apodera de mí en ese instante, pero trato de lucir serena cuando me ayuda a incorporarme y lo miro a la cara.
Su expresión es seria, pero hay un asomo de sonrisa en las comisuras de sus labios.
—No eres el tipo de mujer en el que suelo fijarme —dice y el rubor se desliza por mi cuello hasta llegar a mis mejillas.
Yo mascullo algo que pretende ser un comentario al estilo: 'Tampoco me gustan los tipos como tú', pero no creo que me haya entendido. Él, sin embargo, no parece haberme escuchado en lo absoluto.
El hormigueo en mis extremidades es delicioso y desesperante al mismo tiempo, ya que apenas puedo mover los brazos.
El adormecimiento que siento es tan grande, que me cuesta incluso cerrar los dedos.
—Come —dice, al tiempo que extiende el cuenco en mi dirección. Yo no lo tomo de inmediato. Espero a que mis manos dejen de sentirse como las de un gigante antes de tomar su ofrenda entre los dedos.
—Gracias —digo y justo en ese momento, el aroma a especias de la sopa caliente que hay frente a mí, me golpea de lleno. Mi boca se hace agua en cuestión de segundos, y reprimo las ganas que tengo de volcar el cuenco en mi boca de un solo movimiento.
En su lugar, doy pequeños sorbos y dejo que el caldo con sabor a pollo, verduras y especias, se asiente en mi estómago. Acto seguido, mordisqueo el pan.
Nikolai no dice nada mientras que me alimento a toda velocidad. Se limita a mirar hacia la puerta con aire ausente.
Cuando termino, dejo el cuenco a mi lado y me dejo caer al suelo en una posición sentada antes de recargar la cabeza contra la pared de madera.
—Voy a dejar las amarras flojas esta noche —anuncia—, así mañana cuando me vaya, no tendrás que esperar a que tus brazos funcionen antes de que puedas echarte a correr.
Sus palabras lo único que consiguen es colocar un puñado de piedras en la boca de mi estómago. De pronto, se siente como si pudiese vomitar en cualquier momento. Como si el nudo de nerviosismo que hay en mi esófago, no pudiese contener más el inminente estallido que van a provocarme mis emociones fuertes.
—No puedo irme —digo, al cabo de unos instantes de silencio.
—No es el único hombre en la tierra, ¿sabes? —Dice él, pero no suena como si tratase de convencerme de dejar a Harry. Sólo puntualiza el hecho de que hay millones de hombres en el planeta.
—Él es único al que quiero para mí —digo, y mis propias palabras me sacan de balance. Siempre había sabido que Harry era una pieza muy importante en mi vida. Siempre supe que estaba enamorada y que su presencia en mi entorno siempre ha sido pieza clave en mi camino; sin embargo, jamás había tenido el valor de decir en voz alta que él es a quien quiero para mí. Jamás había tenido las bolas para aceptar que Harry es el hombre con el que quiero pasar el resto de mis días.
—No puedes hacer nada por él, Maya —Nikolai habla—. El tipo está acabado, ¿entiendes?... Sé que es difícil de aceptar, pero no puedes salvarlo.
En ese instante, alzo la vista del cuenco de comida vacío y clavo mis ojos en los suyos.
—Puedo intentarlo —digo—. Puedo hacer el intento de salvarlo de cometer una locura.
Una risa carente de humor se le escapa.
— ¿Cómo? —Se burla—. ¿Cómo vas a hacerlo, Maya?... —Niega con la cabeza—. Estamos a tres horas en auto del pueblo más cercano. Estás en medio de la nada, en una cabaña en medio de un jodido bosque, con una pierna al borde de la gangrena y un cuerpo mallugado de pies a cabeza. ¿Cómo, en el infierno, pretendes ayudarle?
—Voy a encontrar la manera.
—No seas ingenua —sisea—. No hay manera. Se acabó. Ríndete.
—No —sueno más determinada de lo que espero—. No voy a rendirme. No voy a permitir que muera por mi culpa. Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para mantenerlo a salvo, Nikolai. Es una decisión que ya he tomado.
Un suspiro lento y cansado brota de sus labios, y niega con la cabeza.
—No voy a convencerte de que te marches, ¿no es así?
Niego con la cabeza.
—No voy a dejarlo.
—Como quieras —se encoge de hombros, en un gesto que pretende ser despreocupado, pero que sale terrible—. De cualquier modo, si cambias de parecer, el dinero y el arma estarán donde dije que estarían.
~*~
Nikolai se marchó esta mañana.
Justo como dijo que haría, aflojó las amarras que me mantienen prisionera y las dejó tan sueltas, que sólo necesito girar un poco las muñecas para que caigan al suelo sin más.
Mientras que trabajaba discretamente en ellas, me dijo que aún estaba a tiempo de cambiar de parecer, y que el dinero y el arma que prometió estarían ahí, esperando por mí en el momento en el que decidiera largarme y mandarlo todo al carajo.
Antes de marcharse, me alimentó y, sin siquiera preguntarme si yo lo quería, comenzó a recitarme instrucciones acerca de cómo salir del bosque en el que nos encontramos. Dijo que, siguiendo la única brecha marcada como camino hacia la choza donde nos hayamos, a un poco más de dos kilómetros de distancia, iba a encontrar la carretera y que debía tomarla a mano izquierda si quería encontrar civilización pronto.
Dijo, también, que como a treinta minutos de caminata, encontraría una gasolinera donde podría hacer alguna llamada o que, incluso, podría pedir ayuda para ser trasladada al hospital de la ciudad más cercana. Casi me atraganto con la sopa con la que estaba alimentándome cuando me dijo que nos encontramos en un bosque que se encuentra a cuarenta minutos en coche de Medford, Oregon.
No puedo creer que me encuentre a casi siete horas de camino de San Francisco. No puedo creer que, en tan poco tiempo, Tyler se haya encargado de poner siete horas de camino en carretera entre Harry y yo.
Después de darme instrucciones precisas acerca de cuál es la manera más sencilla de escapar de un hospital sin ser detectada, Nikolai me dijo que en Medford conocía a un tipo que podía ayudarme a conseguir un pasaporte falso con pinta de real, y que, si no me gustaba tanto la idea de abandonar el país, que siempre podía decirle a este hombre -llamado Paul, por cierto- que Nikolai me había enviado a cobrar el favor que le debe. No me sorprendió en lo absoluto cuando me dijo que el tipo ese es ser capaz de proveerme de lo que sea que pudiese llegar necesitar para viajar a cualquier parte del país. Tampoco me sorprendió cuando dijo que ese hombre podía conseguir la falsificación de cualquier documento legal en menos de veinticuatro horas.
Cuando fue hora de marcharse, Nikolai se limitó a decirme que esperaba que fuese un poco menos estúpida y tomara la oportunidad que me estaba poniendo en bandeja de plata. Después de eso, me deseó suerte y salió de la cabaña para encontrarse con Tyler, quien parece haberse empeñado en poner cuanta distancia sea posible entre nosotros. Apenas si ha puesto un pie en la choza de cuatro por cuatro en la que estoy encerrada desde que llegó, y ya han pasado varias horas desde eso.
Ahora sólo nos encontramos Tyler y yo, en este pequeño espacio, sin pronunciar palabra alguna, mientras que esperamos a que caiga la noche.
He tenido una infinidad de oportunidades de escapar, pero no he tenido el valor de hacerlo. No cuando sé que Harry está a punto de caer en la boca del lobo.
Hace aproximadamente veinte minutos, Tyler volvió a dejarme sola aquí dentro. No sé qué diablos haga allá afuera, pero sé que no debe ser demasiado. No cuando parece aburrido y fastidiado hasta la mierda.
De vez en cuando lo escucho hablar por teléfono en algún punto cercano allá afuera, pero casi no logro distinguir lo que dice. Eso me pone los nervios de punta. No puedo dejar de imaginarlo hablando con Harry; chantajeándolo, diciéndole que va a asesinarme en cualquier momento si no accede a presentarse él solo a entregar su culo a los grandes del negocio de las drogas...
Siento que estoy enloqueciendo. Cada segundo que pasa es como una jodida tortura y no puedo dejar de obsesionarme con la imagen de mi chico de las cicatrices, angustiado hasta la mierda, dispuesto a hacer cualquier cosa por salvar mi trasero.
No quiero que lo haga. No quiero que se arriesgue por mí. No quiero que eche por la borda todo lo que ha logrado por salvarme.
Mi cabeza cae hacia atrás y golpea con suavidad la madera húmeda contra la que me encuentro recargada. El dolor punzante que zumba en mi cabeza, es apenas amortiguado por el escozor entumecido de mi pierna derecha y, a pesar de eso, no puedo dejar de intentar planear algo para advertir a Harry.
No estoy muy segura, pero casi puedo apostar que no falta mucho para que el atardecer caiga. Según Nikolai, Tyler citó a Harry alrededor de las nueve de la noche; así que, con cada segundo que pasa, mi tiempo se agota.
He repasado una y otra vez todos mis planes mentales, pero ninguno me convence del todo. Había pensado en escapar de aquí, tomar el dinero y el arma de Nikolai, y tratar de encontrar la gasolinera que mencionó para ahí intentar llamar al número de Harry, pero sé que no voy a conseguirlo. No creo que sea un mal plan en lo absoluto; sin embargo, no creo que vaya a funcionarme, ya que no me sé de memoria su número telefónico.
¿A dónde demonios voy a llamarle?, ¿cómo diablos voy a advertirle?...
Se me ocurría, también, que podía intentar robar el teléfono de Tyler para así tomar el número de Harry de la lista de contactos, pero es muy arriesgado intentarlo y las posibilidades de que tenga éxito, son muy pocas. Hoy en día, todo el mundo le pone contraseña a su teléfono. No creo que Tyler sea la excepción; así que, aunque consiguiera robar el dichoso aparato, es probable que ni siquiera pudiese tomar el número de Harry del directorio telefónico.
Pensé, también, en intentar robar el teléfono de Tyler y escapar con la esperanza de que Harry se comunique con él, pero es una opción bastante incierta. No puedo hacer algo así y rogarle al cielo y a todos los ángeles existentes que funcione. Las cosas no pasan de esa manera. Al menos, no en mi vida...
Golpeo mi cabeza contra la madera una vez más, en un gesto cargado de frustración y coraje.
No sé qué hacer. No sé cómo diablos evitar que Harry cometa una estupidez, y tampoco es como si pudiese pararme a mitad de la carretera con la esperanza de encontrarlo de camino a acá para advertirle. Tyler va a darse cuenta de mi ausencia tarde o temprano y saldrá a buscarme. Es estúpido pensar que puedo quedarme estática en la carretera esperando por Harry, sin que se dé cuenta...
La desesperación y la angustia se aúnan al coraje inmenso que no me deja tranquila y aprieto la mandíbula. El dolor en mis sienes es cada vez más insoportable y el estrés se ha encargado de poner una tonelada de peso sobre mis hombros. El pánico ha ido en creciente durante las últimas horas y el desasosiego no ha hecho más que sumirme en una piscina de negatividad que no me deja tranquila.
Estoy ahogándome en un mar de preocupación y no sé si esta vez voy a ser capaz de salir a la superficie. No sé si voy a lograr salir bien librada de todo esto...
La puerta principal de la cabaña es abierta de golpe y, detengo el golpeteo que ni siquiera sabía que había empezado a hacer con mi cabeza en la madera a mis espaldas.
—Si vuelves a hacer ese puto ruido, voy a venir a partirte el cuello —Tyler amenaza mucho antes que de abra los ojos para encararlo, pero me encargo de dedicarle una mirada venenosa cuando lo veo desde mi posición.
Él ni siquiera parece inmutarse, sin embargo.
Hace un rato ya que la mordaza ha desaparecido de mi boca, pero no me molesto en replicar nada. Sé que no vale la pena. Nada en ese hombre lo hace. No pienso gastar mi energía en escupir algo hiriente en su dirección.
Una sonrisa burlona se desliza en sus labios.
—No te desesperes, cariño —dice, en un tono meloso que me asquea—, pronto verás a tu amado. Me aseguraré de que estés en primera fila cuando confiese todo antes de asesinarte frente a sus ojos.
Una punzada de terror atenaza mi pecho, pero me las arreglo para mantener mi expresión en blanco. Tyler, al ver mi gesto inexpresivo, sacude la cabeza con diversión, pero no dice nada. Se limita a salir de la cabaña azotando la puerta.
Mis ojos se cierran con fuerza en ese momento y una inspiración profunda es inhalada por mis pulmones.
Necesito hacer algo ya. Necesito ponerme en movimiento o voy a volverme loca. Necesito tomar la pistola que se encuentra en el pórtico de la choza y utilizarla para obligar a Tyler a cancelar su maldita reunión...
Mis ojos se abren de golpe en el instante en el que la resolución me golpea...
Debo tomar el arma de Nikolai para obligar a Tyler a cancelar la reunión.
La adrenalina se detona en mi sistema y siento cómo una descarga de energía me llena el cuerpo de un momento a otro; el aliento se atasca en mi garganta en ese momento y sé que este torpe e imperfecto plan, es el mejor de todos los que me han venido a la cabeza.
Es terriblemente malo. Es incierto, desordenado y carece de análisis, pero no puedo hacer nada cuando mi tiempo se agota. Si no hago algo ahora, Harry va a terminar muerto. No puedo permitir que mi chico muera. No si yo tengo el poder de impedirlo... así tenga que morir yo en el intento.
Trato, desesperadamente, de calmarme, mientras que trazo en mi mente qué es lo que voy a hacer, pero apenas puedo concentrarme.
Una parte de mí, esa que está ansiosa y desesperada hasta la mierda, lo único que desea es ponerse en acción; sin embargo, la otra, esa que es cautelosa y miedosa hasta cierto punto, se empeña en analizar todas las posibles situaciones.
No puedo simplemente llegar con un arma y apuntarla hacia Tyler esperando que él se rinda sin luchar. No puedo pretender que ese hombre es tan estúpido como para no cargar una pistola a todos lados. Es idiota de mi parte verlo de esa manera.
Así pues, mientras que mi mente trabaja a toda marcha, decido que lo mejor que puedo hacer, es tomar el arma, desatarme y escabullirme para tratar de dispararle en alguna parte del cuerpo sin matarlo. Si mis disparos no fallan, el dolor que sienta va a aturdirlo y eso me dará tiempo de derribarlo y desarmarlo.
Una vez que lo haya logrado, tendré que amenazarlo y obligarlo a llamar a todo el mundo para cancelar su dichosa reunión.
Sé, de antemano, que no va a funcionar. Que nada saldrá como lo he planeado y que es muy probable que ni siquiera logre llegar a Tyler; sin embargo, trato de no pensarlo demasiado y me aferro a la estúpida esperanza que aún se filtra a mi cuerpo.
Es lo mejor que tengo. No puedo quedarme de brazos cruzados. Si lo hago, matarán a Harry. No puedo permitir que lo hagan...
"Vas a morir. Lo sabes..." Susurra la voz en mi cabeza, pero trato de ignorarla.
Trato de no escucharla porque sé que, a pesar de todo, aún tengo una oportunidad. Porque sé que, si por alguna extraña y milagrosa razón consigo que Tyler llame a Harry antes de que intente hacerme algo, todo habrá valido la pena. Morir habrá valido la pena porque, por primera vez en mi vida, no voy a quedarme de brazos cruzados.
No puedo dejar de temblar. No puedo dejar de imaginarme en el suelo, sobre un charco de sangre, con la mirada perdida en la nada.
No puedo dejar de pensar en Tyler destrozándome el cráneo de un balazo y, a pesar de eso, no dudo en lo absoluto. Nunca más voy a hacerlo.
Hace mucho tiempo que me cansé de huir de mis problemas. Es hora de encararlos. Así ese enfrentamiento vaya a hacerme morir.
Tomo una inspiración profunda.
"Ni siquiera lo intentes."
Tomo otra. Esta vez, es más honda y pausada.
"No vas a llegar siquiera al pórtico." El ratón miedoso que hay dentro de mí, no deja de susurrar.
Giro las muñecas para deshacerme de las amarras.
"Antes de que pongas un pie fuera de este lugar, vas a estar en el suelo, bañada en tu propia sangre."
Las cuerdas gruesas caen y mis brazos también lo hacen a mis costados.
"Harry va a encontrar tu cuerpo rígido y luego Tyler va a matarlo."
Con dedos temblorosos, deshago los nudos que sostienen mis piernas en su lugar y, una vez que logro liberarlas, trato de estirarlas para deshacerme del entumecimiento. Mi pierna mala gime de dolor con el movimiento.
"¿A pesar de todo quieres hacerlo?, ¿no tienes miedo?"
Mis manos se aferran a los espacios que hay entre las tablas de las paredes y flexiono mi rodilla izquierda antes de empujarme con los brazos para ponerme de pie. Un grito torturado se construye en mi garganta y tengo que morderme la punta de la lengua para no dejarlo escapar.
El intenso dolor de la herida de bala hace que mi cuerpo se doble hacia adelante. La debilidad en mis músculos es tanta, que apenas puedo sostenerme en pie. Apenas puedo dejar de temblar...
"Sólo toma el dinero que Nikolai dejó y vete."
—Vamos, Maya —me aliento a mí misma, con la voz entrecortada y ronca.
"Deja de hacerte esto a ti misma y por una maldita vez en tu vida sé egoísta. Mereces tranquilidad. Mereces una vida en paz. Toma la oportunidad que Nikolai te dio."
Trato de no apoyar mucho el peso en mi pierna derecha, antes de dar un paso con la izquierda. Casi me caigo al suelo cuando una especie de corriente adolorida me recorre todo el muslo hasta llegar a la cadera con el simple movimiento.
Muerdo mi labio inferior y, a pesar de todo, me obligo a dar otro paso.
"Vas a perder la pierna si no vas a un hospital ya."
Doy otro paso más...
"No pretendas ser fuerte. No lo eres. Sólo lárgate de ahí."
Uno más y luego otro y después otro par más...
"Deja de jugar al héroe. No puedes hacerlo. No eres como Harry."
Estoy frente a la puerta. Mi respiración es entrecortada, temblorosa, inestable y jadeante. Hay lágrimas de dolor corriendo por mis mejillas, mis manos duelen debido a las astillas que la madera ha dejado en ellas y mi cuerpo está encorvado hacia adelante debido a la intolerable tortura de mi pierna.
Bailo en el limbo de la inconsciencia mientras que lucho desesperadamente por mantenerme en pie. Mientras que estiro una mano temblorosa para alcanzar la perilla de la entrada.
En la distancia, logro distinguir el sonido de la voz de Tyler y no sé si se escucha de este modo porque estoy a punto de perder la batalla contra el desmayo, o porque realmente no se encuentra cerca.
—Por favor, que no esté cerca. Por favor, que no esté cerca. Por favor... —murmullo para mí misma.
Giro la manija.
"¡Eres una estúpida! ¡Vas a morir!"
Tiro de la puerta y la sangre se agolpa en mis pies en el momento en el que la figura de una persona se dibuja frente a mis ojos.
"Descansa en paz, Maya Bassi."
Entonces, lo veo...
— ¿Harry? —Pronuncio, casi sin aliento.
El horror y el pánico se asientan en mi estómago en ese momento y la sorpresa tiñe sus facciones en cuestión de segundos.
"¡Es él!, ¡es él!, ¡es él!"
— ¿C-Como...? —Apenas puedo hablar.
—Gracias a Dios llegué a tiempo —me interrumpe, y el alivio, el terror y la angustia se apoderan de mi cuerpo.
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