Capítulo 39
No puedo moverme.
No puedo ni siquiera levantar la cara del piso. Ni siquiera puedo hacer el intento de girar sobre mi estómago para cambiar la posición en la que he estado durante horas, y la razón es porque mi cuerpo duele tanto, que el sólo hecho de respirar supone un reto. Siento el rostro entumecido y los ojos casi cerrados debido a la hinchazón provocada por la golpiza que Tyler se encargó de propinarme.
Hace rato ya que se ha marchado. Hace rato ya que estoy aquí, tumbada en el suelo húmedo y helado de una vieja y destartalada cabaña en medio de no-sé-dónde.
El sabor metálico de mi sangre no ha abandonado mi boca y me preocupa el hecho de que es probable que tenga un par de dientes sueltos debido a los puñetazos que recibí en la mandíbula.
Mi pecho no ha dejado de doler con todas y cada una de las respiraciones que tomo, y el adormecimiento de mi pierna derecha me hace saber que necesita ser tratada con urgencia.
Sé que Tyler tomó muchas fotografías de mí en un estado lamentable. Sé que planea enviárselas a Harry y que espera que sea él el que decida entregarse para salvarme. Yo sólo espero que Tom sea capaz de impedírselo, y que el comandante y el resto de su equipo de trabajo sea capaz de capturar a este hijo de puta sin que Harry cometa una estupidez. No pueden permitir que tire por la borda todo lo que ha logrado. No pueden dejar que caiga en la trampa que tratan de tenderle.
Cualquiera con media neurona en el cerebro sabe que Tyler no va a dejarme ir así se lo prometa a Harry.
Me siento lenta, torpe y aletargada. Como si mi cuerpo entero estuviese siendo drenado de vida lenta y tortuosamente. Como si mi corazón estuviese a escasos instantes de detener su marcha por completo y nadie pudiese hacer nada para evitarlo.
Estoy agotada y al mismo tiempo tengo tanta hambre, que no sé si el dolor en la boca de mi estómago va a permitirme cerrar los ojos y dormir como deseo.
El sonido de unos pasos arrastrados y lentos llega a mí unos segundos antes de que unos pies calzados en unas desgastadas botas de combate, inunden mi campo de visión. No puedo hacer nada para escapar, sin embargo. Apenas si puedo alzar la cabeza del suelo, así que me quedo aquí, quieta; mientras que quien-sea-que-ha-entrado me incorpora gentilmente y hace que recargue la espalda en la pared de madera que hay detrás de mí.
En ese momento, aparece delante de mis ojos la imagen de un hombre de cabello rubio y ojos castaños.
"Nikolai"
No me mira mientras que me equilibra para que no caiga al suelo. Mucho menos lo hace mientras que estira la mano para alcanzar una cubeta de metal y arrastrarla cerca. Ni siquiera dice una sola palabra cuando introduce la mano en el contenedor y toma un trapo empapado.
Metódicamente, el tipo quita el exceso de agua del material entre sus dedos y, sin esbozar ninguna expresión, comienza a limpiarme. Todo mi cuerpo se estremece cuando la frialdad del agua toca la piel de mi rostro y, a pesar de que la sensación que me provoca es placentera y liberadora, me aparto.
Él no hace otra cosa más que acercarse a mí y continuar con su tarea contra mi voluntad. Una vez que termina con mi cara, comienza a limpiar mis brazos y las partes de piel que deja ver mi ropa.
— ¿Cómo sientes la pierna? —Su acento golpeado hace que suene duro y severo, pero su expresión raya en lo amable—. ¿Duele mucho?
No puedo responder nada debido a la mordaza que hay en mi boca, así que me limito a asentir para hacerle saber que está mal. Que, a pesar de que hace rato que dejé de sentir dolor, algo no va bien.
Él deja escapar un suspiro cansino antes de negar con la cabeza y tomarme por los hombros para acomodarme con cuidado boca abajo. Un gemido adolorido se me escapa en ese momento y murmura algo que suena como una disculpa.
—Voy a sacar la bala —anuncia. El pánico se apodera de mi cuerpo en ese momento; sin embargo, no puedo hacer nada para detenerlo cuando destroza la parte de mi pantalón que cubre la herida. Se asegura, entonces, de limpiar el área con el trapo y enjuaga una navaja suiza dentro de la cubeta antes de desaparecer de mi campo de visión.
Siento su tacto firme y seguro en mi muslo y en la parte baja de mi espalda, y también siento como me presiona con firmeza contra el suelo para evitar que me mueva demasiado.
Mi corazón late a toda velocidad en ese momento y mi pecho se estruja debido al nerviosismo que me invade.
Entonces, el dolor estalla.
Un grito torturado se me escapa en el instante en el que la quemazón en mi pierna se vuelve insoportable. De pronto, hay sangre en mi lengua debido al mordisco que me he dado, y mi cuerpo se retuerce en el suelo debido al ardor intenso que me invade.
Nikolai me sostiene en mi lugar mientras que, con sumo cuidado, trabaja en la herida. No sé cuánto tiempo pasa antes de que el dolor deje de ser intenso. No sé cuánto tiempo pasa antes de que se levante de su posición acuclillada para conseguir un trapo y hacerme un torniquete.
—Será suficiente por ahora —dice, en voz tranquila y serena, al cabo de lo que se siente como una eternidad—. Es un hecho que necesitas puntos, pero por lo pronto, asegúrate de no moverte demasiado.
Yo no puedo responder. Mi cuerpo está en el limbo de la inconsciencia y no puedo hacer nada más que temblar miserablemente debajo de su peso.
Una parte de mí está agradecida con él por lo que ha hecho; sin embargo, soy demasiado orgullosa como para hacérselo saber. Así que en su lugar, me limito a quedarme aquí, intentando absorber la tortura que invade mi cuerpo, sin siquiera intentar pronunciar un 'gracias'.
—Voy a soltarte los brazos para que descanses un rato —anuncia, antes de comenzar a trabajar en las amarras que los sostienen a mis espaldas—. No intentes nada estúpido. No dudaré ni un instante en volarte la cabeza de un disparo si tratas de verme la cara.
Su amenaza suena tan resuelta y fácil, que no puedo evitar preguntarme cuántas veces ha tirado de un gatillo, y cuántas veces ha acabado con una vida de una manera tan sencilla y retorcida.
Un nudo de puro terror se instala en la boca de mi estómago y la impotencia vuelve a mí con toda su fuerza.
Cuando termina de deshacer los nudos en mis muñecas, mis brazos caen a mis costados con languidez y no les toma demasiado tiempo comenzar a hormiguear. Un dolor extraño y diferente se apodera de las rótulas de mis hombros, pero lo agradezco. Lo abrazo y lo acepto porque se encuentra justo a medio camino entre la tortura y el alivio.
Un nudo se instala en mi garganta en ese momento. Una bola de emociones encontradas y pánico se forma en mi pecho. En ese momento, las lágrimas empiezan a agolparse en mis párpados hinchados.
El desasosiego hace estragos en mi estado de ánimo en un abrir y cerrar de ojos, y el llanto desesperado se apodera de mí. Pequeñas respiraciones agitadas brotan de mis labios mientras que el llanto cálido corre por mi rostro en un torrente desesperado.
Quiero que todo esto sea una horrible pesadilla. Quiero tener la certeza de que voy a cerrar los ojos para abrirlos en la habitación de Harry muy temprano en la mañana; sin embargo, sé que no va a ocurrir. Sé que tarde o temprano voy a ser asesinada por un hijo de puta que no ha hecho más que intentar arruinar al hombre que amo.
Sigo sin entender del todo la magnitud de su odio. No comprendo qué fue eso que Harry hizo para que Tyler deseé con tanta fuerza acabar con él...
—No lo entiendo —el acento golpeado de Nikolai me trae de vuelta al aquí y al ahora, y me sobresalta un poco saber que aún no se ha marchado.
En ese momento, poso mis ojos en él. Su figura se encuentra recargada contra una de las paredes enmohecidas del lugar y me mira fijamente. No sé en qué momento se ha levantado y se ha colocado ahí, pero luce como si llevara una eternidad observándome.
Su ceño fruncido en un gesto concentrado y la silueta de sus brazos gruesos cruzados frente a su pecho, le dan un aspecto intimidante y aterrador.
— ¿Por qué una chica como tú se involucró con un delincuente como Styles? —Pregunta, pero sé que no espera una respuesta. No cuando hay una mordaza en mi boca que me impide hablar.
Un suspiro largo y cansado se le escapa al tiempo que niega con la cabeza.
—Las chicas como tú no se fijan en tipos como nosotros —me da la sensación de que hay algo más en el tono de su voz. Algo que raya en la... ¿añoranza? —. No entiendo qué fue lo que hizo para que decidieras... —niega con la cabeza, como quien ahuyenta un mal recuerdo—. No importa ya —dice, para sí mismo—. Dentro de unos días estarás muerta de todos modos, y será gracias a él.
El nudo en mi garganta se aprieta.
—No debiste dejar que se adentrara en tu vida —dice y, por primera vez, suena pesaroso—. Te habrías ahorrado mucha mierda.
~*~
Hace frío. Tanto, que siento como si los dedos de mis pies estuviesen a punto de caerse y, a pesar de eso, en lo único en lo que puedo concentrarme, es en el hambre voraz que tengo en este momento.
No sé cuándo fue la última vez que comí algo. Ni siquiera estoy segura de saber cuánto tiempo he estado aquí encerrada bajo el cuidado de Nikolai. Se siente como si hubiesen sido meses enteros, pero sé que no pudieron haber pasado más de un par de días.
Lo sé porque la hinchazón en mis ojos ha disminuido, pero no lo suficiente; y porque el dolor en mi cuerpo aún existe, pero ya no es tan extremo. Ya puedo luchar. Ya puedo pelear contra las amarras de mis muñecas hasta el cansancio sin sentir como si estuviese a punto de desmayarme debido al insoportable ardor de mis músculos.
Nikolai no ha hecho mucho por hablar conmigo. Se ha limitado estrictamente a vigilarme día y noche, limpiar la herida de bala en mi pierna y darme algo de pan y agua cuando recuerda que soy un ser humano y que necesito alimentarme para no morir de inanición.
De vez en cuando, cuando me nota cansada hasta la mierda, deshace las ataduras de mis manos para dejarme estirarlas un poco; cuando lo hace, sin embargo, no suelta su escopeta. Ni siquiera se atreve a despegar un ojo de mí.
No he sido capaz de ver a Tyler en lo absoluto. No se ha dignado a venir a verificar si aún sigo viva desde aquella noche en la que sacó la mierda fuera de mi cuerpo, y me tomó fotografías para mandárselas a Harry.
Ni siquiera ha venido a traerle algo de comer a su compañero. Es como si se lo hubiese tragado la tierra de la noche a la mañana. Hasta donde yo sé, tampoco se ha comunicado con Nikolai.
Él, sin embargo, no luce afectado por eso. Me da la impresión de que tiene sus propios planes y que, pase lo que pase, no va a salir perjudicado en lo absoluto. Nikolai tiene un as bajo la manga y no estoy muy segura de cómo me siento al respecto.
Es obvio que Tyler y el ruso no se llevan bien y no estoy demasiado entusiasmada de mi posición en medio de esta guerra silenciosa que parece que lidian. Sé que no los he visto juntos demasiado tiempo, pero no se necesita ser un genio para saber que no se agradan en lo más mínimo.
El crujido de la madera en algún punto de la habitación, me saca de mis cavilaciones. No estoy segura de qué ha sido, pero ha sido lo suficientemente fuerte como para sacarme de la bruma adormilada que el hambre ha creado en mi cabeza.
Sé que no puedo moverme demasiado; sin embargo, hago un esfuerzo sobre humano por alzar la cabeza del suelo e intentar ver más allá de la oscuridad de la cabaña.
Apenas si puedo tener un vistazo de las patas de la silla en la que suele sentarse Nikolai, pero es suficiente como para darme cuenta de que no se encuentra cerca. Eso me saca de balance.
Nikolai nunca abandona esa silla. Al menos, no mientras que yo estoy consciente.
Mi corazón se estruja en ese momento y una oleada de pánico se apodera de mí cuando un fugaz pensamiento viene a mi cabeza:
"¿Y si ha decidido marcharse?, ¿y si ha decidido dejarme aquí para que muera de hambre?, ¿y si ha dado por sentado que Tyler no va a volver?"
El terror forma una bola en la boca de mi estómago y un escalofrío recorre mi cuerpo. Estoy a punto de comenzar a luchar una vez más contra las ataduras de mis muñecas, cuando los oigo... El sonido de unas voces acercándose invaden mi audición y una punzada de alivio me recorre de pies a cabeza.
El crujido intenso vuelve y de pronto, las voces son claras y nítidas. Entonces, el sonido de las pisadas enérgicas de alguien invade todo el lugar. Es hasta ese momento que caigo en la cuenta de que, seguramente, el sonido anterior, fue el de la puerta siendo abierta por Nikolai.
— ¡Pero mira nada más qué tenemos por aquí! —La irritante voz de Tyler Lawson llena mis oídos y una oleada de odio hierve en mis entrañas. Es tan intensa, que tengo que apretar los dientes para no gritar de la frustración—, ¡pero si es la domadora de Bestias!
—Vete a la mierda —mascullo en voz tan baja, que dudo que me haya escuchado. Dudo que me haya entendido ya que aún llevo la boca amordazada.
— ¿Qué has dicho? —El tono de su voz es burlón y descarado—, no te escuché.
No respondo. Me limito a clavar la mirada en un punto en la lejanía.
— ¿No vas a responderme, perra maleducada? —Sigue sonando como si estuviese contándole un chiste; sin embargo, hay un tinte irritado en su voz. Entonces, deshace el nudo del trapo que hay en mi boca y repite—: ¿Qué has dicho?
Uno...
Dos...
Tres segundos pasan... Y entonces, el dolor estalla en mi estómago. El sonido que se me escapa suena tan torturado, que Nikolai suelta algo que no logro comprender, pero que suena como una protesta.
— ¡¿Tú también vas a defenderla?! —Tyler espeta—, ¡creí que no te importaba una mierda lo que le pasara, Nikolai!
—Lo único que dije, fue que no creo que sea necesario que la mates de una patada en el estómago, cuando la necesitamos viva —la respuesta del ruso suena neutral y calmada.
—Ocúpate de tus asuntos y déjame arreglar los míos a mi manera —Tyler escupe y, de pronto, su mano se envuelve alrededor de las hebras de mi cabello para tirar de él con violencia. Entonces, susurra contra mi oreja—: ¿Sabías que tu novio está dispuesto a traicionar a la policía con tal de que te entregue a sus brazos?, ¿sabías que es tan patético como para sacrificarse por ti?, ¿lo sabías, pequeña zorra?
Un gemido ahogado se me escapa cuando tira de mí con brusquedad.
—No debiste jugar conmigo la última vez —el tono de su voz es cada vez más ronco y más furioso—. No debiste haber hecho un trato conmigo para luego traicionarme. Ha sido el peor error de tu puta vida, Maya Bassi. Vas a pagarlo caro —Estrella mi cabeza contra el suelo de madera y mi visión se llena de puntos negros—. Todo lo que le ocurra a Harry será tu culpa —una carcajada carente de humor brota de su garganta—. Debes que desde que llegaste a su vida, lo arruinaste todo. Él estaba perfectamente bien, ¿sabías eso? —Vuelve a tirar de mi cabeza y esta vez lo hace tan duro, que casi me incorpora en una posición antinatural—. Rodríguez lo quería para tomar su lugar eventualmente; cumplía con su maldito deber, no causaba problemas... Todo iba bien hasta que apareciste tú, con esa mirada de animal moribundo y toda esa puta calidez falsa... —un suspiro cargado de pesar se le escapa—. Lo arruinaste todo para él y para mí. Yo iba a ser su segundo al mando. Yo iba a pasar de ser un simple distribuidor, al segundo al mando —hace énfasis en esas palabras y tira un poco más de mi cabello. Un gemido adolorido brota de mis labios—. Planeaba matarlo, ¿sabes?... Planeaba que, una vez que fuese el jodido líder, muriera a manos mías para así poder quedarme con todo... Pero lo arruinaste, Maya. Lo complicaste todo y ahora ese imbécil está haciendo millones haciéndose pasar por uno de los nuestros cuando en realidad es un maldito traidor. ¿Sabes lo que podría hacer yo con todo ese dinero?
Sus dedos dejan ir mi cabello y, en el instante en el que mi cabeza golpea contra la madera del suelo, el mundo se difumina.
—Voy a hacerlo pagar, Maya —susurra. Esta vez, su voz suena... extraña. Casi demencial—. Mañana por la noche, cuando llegue a este lugar, va a encontrarte muerta y, entonces, yo voy a matarlo a él. Voy a matarlo no sin antes haberlo hecho confesar delante de todos los socios mayoritarios del negocio, que trabaja para la policía. Voy a acabar con él y contigo, y voy a hacerlos pagar por haberlo arruinado todo para mí.
—Espero que te pudras en el infierno —digo, en ese momento, y mi voz suena lejana incluso a mis oídos, pero el odio y el coraje que hay en ella es inconfundible.
El silencio se apodera de la estancia en ese momento y dura unos largos y tensos instantes; sin embargo, Tyler termina rompiéndolo con una risa amarga y cruda.
—Y yo espero que tu novio se pudra conmigo —suelta, al cabo de un rato, en un susurro ronco y profundo—. No sabes cuánto lo ansío.
Entonces, sin decir una palabra más, abandona la habitación.
~*~
No puedo dormir. Mi mente corre a toda velocidad y no puedo hacer nada más que pensar en lo que ha dicho Tyler y en los retazos de conversaciones que ha tenido con Nikolai.
Al parecer, el día de mañana van a reunirse en este lugar todos los socios grandes del negocio de drogas en el que Harry está involucrado. Todos ellos estarán aquí justo a tiempo para presenciar cómo mi chico de las cicatrices, confiesa que todo este tiempo ha estado viéndoles la cara de idiotas. Estarán aquí para escuchar a Harry confesar que trabaja para la policía.
Estoy asustada hasta la mierda debido a eso.
Mi corazón no ha dejado de latir como loco desde que Tyler llegó y ahora mismo no puedo evitar desear que nunca hubiese aparecido.
La desesperación ha ido en aumento y no ha cedido ni un poco. Al contrario, ha incrementado con cada minuto que pasa. El tiempo se ha convertido en una tortura y mi cabeza corre a toda velocidad mientras que trato de encontrar la manera de advertirle a Harry que Tyler va a matarme de igual forma. Que no tiene caso que tire por la borda todo lo que ha logrado cuando no va a hacer ninguna diferencia. Igual voy a morir.
La angustia y el terror se arremolinan en mi pecho hasta formar una bola de indestructible y gigantesca que apenas me permite respirar. Que apenas me permite pensar con claridad.
Necesito hacer algo para advertirle. Necesito deshacerme de estas malditas amarras para así poder correr a algún lugar con algo de puta civilización, y así poder darle aviso de los planes de Tyler.
Si después de hacerlo, él o Nikolai me atrapan, no me importará en lo absoluto. No lo hará porque Harry sabrá qué es lo que planean y podrá hacer algo para atraparlos a todos sus objetivos en esa dichosa reunión.
Trato, desesperadamente, de idear algo; pero nada viene a mi cabeza. Todo suena absurdo, torpe y fantasioso. No soy una chica con la resistencia física suficiente como para arrastrarse hasta la salida de la choza con una herida de bala en la pierna derecha -que probablemente está infectada-, y escapar así como así. No voy a lograrlo. No cuando la debilidad de mi cuerpo es tan grande. No cuando no puedo siquiera rodar sobre mi espalda para quedar cara arriba...
Una punzada de angustia se apodera de mi cuerpo entero y aprieto los dientes con fuerza para evitar gritar, mientras que trato de deshacer el nudo que sostiene mis manos.
He pasado las últimas horas tratando de deshacerlo sin éxito alguno. No he querido darme por vencida, pero sé que no voy a conseguir liberarme así de fácil. Lamentablemente, se necesita algo más que voluntad para salir librada de esta.
La puerta de la habitación es abierta con brusquedad y toda la sangre de mi cuerpo se agolpa en mis pies. El nerviosismo se apodera de mí en un abrir y cerrar de ojos, y trato de mirar hacia todos lados sólo para tratar de ver quién ha entrado.
Una extraña oleada de alivio me invade cuando me encuentro de lleno con la imagen de Nikolai, acuclillándose mirarme.
En este momento, me encuentro en una posición medio sentada, con la espalda recargada contra uno de los muros de la choza en la que nos encontramos, así que soy capaz de tenerlo casi a mi altura.
Los ojos helados del hombre me miran con fijeza y un escalofrío me recorre entera cuando estira una mano para apartar los mechones húmedos de cabello lejos de mi rostro.
—Las mujeres como tú son peligrosas —musita, pero no suena como si estuviese hablando conmigo—. Navegan por ahí, con aire inocente, y uno se queda aquí, como imbécil, intentando hacer algo por borrar esa expresión asustada de sus rostros... —un suspiro lento brota de su garganta antes de mirar en dirección a la puerta y decir—: Vamos. Háblame de ti. Dame un jodido motivo para deslindarte de toda la mierda por la que vas a pasar ahora.
Su mano se estira para alcanzar mi nuca y deshacer el nudo de la mordaza que hay en mi boca. Esa que Tyler se encargó de poner de vuelta después de haberle dicho que esperaba que se pudriera en el averno.
La sensación placentera que invade a los músculos de mi mandíbula me hace cerrar los ojos con fuerza. Nikolai no dice nada mientras que me tomo mi tiempo moviendo la boca de un lado a otro para desentumecerla, así que me tomo mi tiempo haciéndolo antes de abrir los ojos para encararlo.
Su expresión es serena y tranquila, y no sé cómo sentirme al respecto. No sé qué es lo que pretende que le diga o si realmente va a ayudarme. Honestamente, a estas alturas, no espero nada de nadie y el hecho de que quiera hacer algo por mí, me pone los nervios de punta.
No confío en él.
—No confío en ti —digo, en voz alta. Mi voz suena ronca, rasposa y densa debido a la falta de uso.
Una media sonrisa torcida se apodera de sus labios.
—No espero que lo hagas —dice.
—No creo que trates de ayudarme.
Su cabeza se inclina ligeramente, en un gesto curioso y su sonrisa pierde algo de fuerza.
— ¿Por qué no?
—Porque los tipos como tú no son capaces de hacer nada sin obtener un beneficio más tarde. Yo no tengo nada que ofrecerte, así que pierdes tu tiempo.
Otro suspiro brota de la garganta de Nikolai y, entonces, suelta una especie de maldición en su idioma natal.
—Voy a contarte una historia —dice una vez superado el momento, y se sienta frente a mí, con aire desgarbado y despreocupado—. Hace unos años. Muchos años. Un pequeño delincuente se enamoró —me mira a los ojos con aire enigmático y sé, de inmediato, que habla de sí mismo—. Se enamoró de una chica criada en una buena familia. De esa clase de familias que fomentan tanto la responsabilidad y la honestidad en sus hijos, hasta que estos no son capaces de cometer un acto desleal por miedo a faltar a sus principios... —hace una pequeña pausa—. Este chico se enamoró como un imbécil de ella. Llegó a pensar que podía dejar de ser el delincuente de cuarta que era, sólo para intentar ser un hombre de bien para esa chiquilla... —una risita cruel se le escapa—. ¡Qué equivocado estaba! —Niega con la cabeza—. Nunca supo que su ambición lo llevaría a perderlo todo... A perderla a ella. Nunca supo que el mundo en el que accedió a desenvolverse es uno cruel y despiadado...
— ¿Qué le pasó? —Pregunto, con un hilo de voz.
Los ojos de Nikolai se posan en los míos.
— ¿A ella?
Asiento.
—La asesinaron.
Toda mi sangre se acumula a mis pies.
—Oh, mierda...
—Así que, Maya Bassi, voy a hacerle un favor a ese bastardo traidor —dice—. Voy a tener la misericordia que no pudieron tener con Katinka y voy a dejarte ir —me mira a los ojos—. Mañana a primera hora viajo de vuelta a Rusia para encargarme de los negocios de mi jefe mientras que él está aquí, listo para ver la destrucción de tu novio. Antes de irme, me aseguraré de dejar las amarras de tus muñecas sueltas y un arma justo debajo de la banca que hay en el pórtico de la cabaña; así como el dinero suficiente como para comprar un ticket de avión. Asegúrate de tomarlo todo y de huir lo más pronto posible.
Mis ojos se llenan de lágrimas en ese momento.
—En cuanto a tu chico —se encoje de hombros—. Lo siento, pero tiene qué pagar por lo que ha hecho. No puedo hacer absolutamente nada por él. Lo único que puedo aconsejarte, es que huyas y te olvides de todo lo que viviste a su lado. Cambia tu nombre si puedes. Inicia una nueva vida y no vuelvas a meterte nunca más en problemas. ¿Estamos?
—No puedo dejarlo —mi voz es un susurro tembloroso y torturado.
Él esboza una mueca cargada de pesar.
—Yo cumpliré con ayudarte —dice—. No puedo hacer más por ti. Aprovéchalo porque no suelo ser un tipo piadoso. Aprovéchalo porque no vas a tener otra oportunidad de sobrevivir —habla, y siento como el peso del mundo empieza a cernirse sobre mis hombros.
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