Capítulo 36




La figura de Jeremiah se dibuja delante de mis ojos en el instante en el que la puerta se abre. Una sonrisa radiante se apodera de su rostro cuando me mira.

— ¡Hey, enana! —Dice, con aquel tono despreocupado que usualmente utiliza.

En ese momento el nudo de coraje, frustración y miedo que se había instalado en la boca de mi estómago, se afloja un poco. Sin embargo, no lo deshace del todo.

— ¿Crees que pueda quedarme esta noche en tu apartamento? —Digo, sin más y quiero golpearme por sonar así de directa y necesitada.

La confusión invade sus facciones, pero asiente sin siquiera pensarlo un segundo.

— ¿Qué pasó? —Pregunta, mientras que se aparta de mi camino para dejarme entrar.

La enorme montaña de emociones acumuladas que llevo dentro, se tambalea; pero me las arreglo para encogerme de hombros, y morder la parte interna de mi mejilla para evitar que el torrente de palabras que tengo atoradas en la garganta se libere.


— ¿Maya? —Mi amigo habla a mis espaldas, pero no me atrevo a encararlo—, ¿qué ha pasado?, ¿peleaste con Styles de nuevo?

Mis ojos se cierran con fuerza y tomo una inspiración profunda para ralentizar el ritmo de mi pulso acelerado. Entonces, me giro para encararlo. La expresión perpleja y preocupada de Jeremiah no hace más que acrecentar el peso de la bola de nervios que se ha formado en mi estómago, y quiero gritar. Quiero gritar porque no sé cómo diablos decirle que la policía ha comenzado a investigarlo por culpa de Harry. Porque no sé cómo decirle que estoy aterrorizada hasta la mierda por todo lo que ha pasado últimamente.

Trago duro.

—Necesitamos hablar —digo. Mi voz suena tan temblorosa, que parece que voy a echarme a llorar, cuando en realidad suena de ese modo porque estoy furiosa. Porque estoy ahogándome en la desesperación y la frustración.

La confusión incrementa en sus facciones pero asiente al tiempo que dice—: Seguro. Estás poniéndome de nervios, ¿sabías?

Cierro los ojos y tomo una inspiración profunda para tratar de tranquilizarme. Necesito tranquilizarme...


— ¿Quieres algo de beber? —Jeremiah hace un gesto en dirección hacia la cocina—. ¿Agua?, ¿café?, ¿té?, ¿alguna especie de calmante?, ¿algo?...

Niego con la cabeza. Entonces, él hace un gesto en dirección a los sillones que se encuentran a mis espaldas para indicar que nos sentemos. No quiero hacerlo, sin embargo. No puedo...

—Maya, relájate y dime qué está pasando —Jeremiah empieza a sonar firme y decidido. Su tono me recuerda mucho al que utiliza Harry conmigo cuando estoy al borde del colapso nervioso—. No puede ser tan malo.

—Oh, sí lo es... —asiento y me siento un tanto frenética. Estoy demasiado alterada. Necesito tomar un par de inspiraciones profundas ahora o voy a colapsar.

—Mi definición de 'malo' cambió completamente después de que Harry Styles y tú aparecieron en mi vida, así que...

—Rob está en la cárcel porque venía siguiéndonos a Harry y a mí en un Sedán negro —suelto, así sin más y él enmudece—, Kim intentó asesinarnos a Harry y a mí anoche, y la idiota de la detective que está enamorada de Harry ha mandado investigarte porque sospecha de ti —las palabras me abandonan a toda velocidad y mi ansiedad incrementa con dada una de ellas—. El Gobierno ha tomado a Hayley bajo su custodia y peleé con Harry porque fue él quien sugirió que tienes algo que ver con Tyler y el mundo de mierda en el que está metido.


La vista de Jeremiah está fija en la mía. Su rostro no ha cambiado su expresión; pero el tono de su piel ha palidecido considerablemente. Entonces, frota su cara con las palmas antes de presionar las manos contra sus sienes, en un gesto incrédulo, nervioso y estupefacto.

Mierda... —dice, al cabo de unos instantes. Su voz suena más ronca que nunca—. Oh, jodida mierda...

Cierro los ojos con fuerza.

—Jeremiah, yo confío en ti —me apresuro a decir cuando noto cómo se aparta y comienza a caminar por toda la estancia de manera errática.

—Gracias —dice, pero suena horrorizado—. Eso ayuda.

—Jeremiah escúchame...

—Sólo... —hace una seña que indica que espere—. Dame un segundo. Necesito... Oh, joder, necesito un trago.

Presiona sus dedos índice y pulgar contra el puente de su nariz en ese momento y noto cómo trata de respirar profundamente para calmarse; sin embargo, lo único que consigue es palidecer otro poco.

— ¿Puedes contármelo todo a detalle, por favor? —Dice, al cabo de unos minutos en silencio y, entonces, comienzo a relatarle todo desde un principio.


Le hablo acerca del incidente del Sedán negro y de Rob resultando ser el conductor, le cuento acerca de lo ocurrido con Kim anoche, lo que he hablado con Douglas Schneider acerca de la custodia de Hayley, del interrogatorio al que Paula quiso someterme y de las sospechas que tiene el cuerpo de policías para el que Harry trabaja...

Se lo digo todo y para cuando termino de hablar, Jeremiah se encuentra sentado en uno de los sillones de la estancia, con la cabeza gacha, los hombros hundidos y el cuerpo inclinado hacia adelante.


Nadie habla durante un largo rato. Por un momento, creo que Jeremiah va a pedirme que me vaya y no regrese nunca; sin embargo, se limita a dejar escapar un suspiro pesado antes de encararme.

Su expresión, antes relajada y divertida, es ahora una cargada de preocupación y angustia. Jamás lo había visto de este modo. Jamás había visto tanto miedo en su rostro.

—Maya, yo no tengo nada que ver con ese idiota —dice, con la voz enronquecida por las emociones—. Me importa una mierda lo que piense Styles o los detectives que trabajan con él, pero tú... —se detiene unos segundos y traga duro antes de continuar—: Tú eres mi mejor amiga. Tú si me importas y quiero que sepas que no tengo nada que ver con ese tipo —niega con la cabeza—. No tengo miedo de que me investiguen. No tengo absolutamente nada que esconder y, si quieren buscar hasta debajo de las piedras, adelante. Que lo hagan. Lo único que me importa ahora mismo es que Emma, Niall y tú sepan que no soy capaz de involucrarme con alguien como Tyler Lawson.


El alivio que trae sus palabras a mi sistema, me hace soltar una exhalación larga y pausada.

—Yo sé que no has tenido nada que ver —aseguro—. Es absurdo pensar que lo hagas cuando casi mueres por salvar a Harry. Cuando no has hecho nada más que ayudarnos.

Mi amigo niega con la cabeza.

—Y aún así, Harry está en todo el derecho del mundo de desconfiar, Maya —dice—. Si yo estuviese en sus zapatos, estaría igual. He estado -de alguna manera u otra- involucrado en todo lo que pasó y, si Kim demostró que pudo ser influenciada por Tyler, ¿por qué no habría de ser influenciado yo?... —se encoje de hombros, en un gesto que pretende ser despreocupado, pero que sólo consigue añadirle tensión a sus músculos. Sé que está aterrorizado hasta la mierda—. Entiendo a la perfección la postura de tu novio, Maya. No seas tan dura con él. Sólo hace lo que haría cualquiera en su posición.

—No puedo creer que lo defiendas. No cuando está involucrándote en algo que no te concierne —sueno más dura de lo que pretendo.

—No, Maya —él niega con la cabeza. Su gesto es triste, pero se las arregla para esbozar una sonrisa—. No lo defiendo. Al tipo ni siquiera lo conozco, por el amor de Dios... —deja escapar un suspiro—. Lo que sucede es que está en su derecho de desconfiar de mí. Entiende eso —niega con la cabeza—. La lunática de la mejor amiga de su novia se metió en su apartamento y le disparó la carga entera de una pistola con toda la intención de matarlo; uno de los mejores amigos de un tipo que clama ser amigo de su novia los siguió en un coche por toda la maldita ciudad... ¿Cómo esperas que confíe en mí?, ¿cómo esperas que confíe en su propia sombra, Maya?

Desvío la mirada.

Sé que tiene razón. Sé que Harry tiene todos los motivos del mundo para desconfiar, pero no puedo evitar sentirme traicionada. No puedo evitar sentir que sospecha de todo aquel que ha formado parte de mi vida.

— ¿Qué hago, entonces? —Digo, con la voz hecha un nudo tenso y tembloroso—, ¿me quedo callada mientras que él va por la vida investigando a todo el que me rodea? —Niego con la cabeza—. Entiendo que lo que ocurrió con Kim ha sido algo horrible. Yo todavía no acabo de creerlo; sin embargo, no por ese motivo voy a señalar a las personas que no han hecho nada más que ayudarme. Lo salvaste de ir a la cárcel cuando ocurrió lo de Rodríguez; ¡por Dios!, pusiste en juego tu vida al acompañarme a aquella bodega en la que le dispararon... —niego con la cabeza—. Debería de darte el beneficio de la duda. Debería saber que no eres una mala persona.


Sus ojos se fijan en los míos con resolución y tranquilidad.

—No tengo miedo, Maya —dice y me toma por sorpresa el gesto sereno que esboza—. Si quiere investigarme, adelante. Que lo haga. No va a encontrar nada. Así que cuando termine su paranoia, hazme el favor de decirle de mi parte que puede venir a lamerme el...

— ¡Jeremiah! —Chillo, antes de que alcance a terminar su frase, y él suelta una risotada corta.

—Sólo bromeo —me regala una sonrisa grande y firme, pero hay un destello de tristeza en su mirada. Entonces, me guiña un ojo y añade—: Quita esa cara, por favor, que parece como si estuvieses a punto de vomitar.

—Se siente como si pudiese hacerlo ahora mismo —mascullo, al tiempo que me dejo caer sobre uno de los sofás.

—Más te vale no hacerlo porque acabamos de mandar lavar la tapicería de los sillones —dice, con fingido horror.

Una sonrisa se desliza en mis labios en ese momento y niego con la cabeza.

—Eres un idiota. ¿Cómo puedes bromear en un momento como este? —Digo, y la preocupación se arraiga aún más en mi sistema.

Jeremiah esboza una sonrisa cargada de pesar.

—Nada gano con angustiarme, Maya —dice—. Es mejor dejar que las cosas sigan su curso. Más si te sientes tan tranquilo como yo lo hago ahora.

Mi vista se posa en él y estiro mi mano para colocarla encima de la suya en un gesto tranquilizador.

—Yo te creo —digo—. Sé que no estás involucrado.

Él asiente.

—Lo sé, Maya, y lo agradezco infinitamente —dice y tira de mí para acercarme y envolver uno de sus brazos alrededor de mis hombros—. No te preocupes, ¿de acuerdo?, todo va a solucionarse. Ya verás.

—Eso espero, Jeremiah.

Él me aprieta contra el costado de su cuerpo y deja escapar un suspiro antes de decir—: Si vas a quedarte aquí a pasar la noche, lo mejor será que le avises a Styles. No quiero tenerlo aquí a las dos de la madrugada dispuesto a tirar la puerta.

Es mi turno para suspirar.

—Tienes razón —digo, con pesar—. Será mejor que le envíe un mensaje de texto.

Entonces, tomo el teléfono del bolsillo trasero de mis vaqueros y me dispongo a escribir un texto.



~*~



El estallido melódico se abre paso entre la bruma de mi sueño y la impresión es tanta, que despierto de golpe y me incorporo, medio desorientada. Mi vista adormilada recorre la estancia a toda velocidad y la confusión me invade en ese momento porque no reconozco el lugar en el que estoy.

Mi pulso se acelera en cuestión de segundos y mi mente corre a toda velocidad mientras que trato de recordar qué diablos hago aquí.

De pronto, la habitación se vuelve familiar y conocida. La imagen en mi memoria de la sala de Jeremiah se forma, y me doy cuenta de que este lugar es una réplica exacta. La conversación que tuvimos ayer vuelve a mí a toda velocidad, y me encuentro siendo plenamente consciente del motivo por el cual he despertado en la sala de su apartamento.


La melodía que me despertó aún invade el silencio de la estancia, pero ya no suena tan escandalosa como hace unos momentos. Me toma unos cuantos segundos darme cuenta de que es mi teléfono el que suena de esa manera, pero me estiro en el sillón en el que me quedé dormida para tomarlo entre mis dedos y responder a la llamada que me ha despertado.

No alcanzo a presionar el botón verde que brilla en la parte izquierda de la pantalla. Ni siquiera alcanzo a ver el número en el identificador de llamadas hasta que desbloqueo el aparato y veo el ícono brillante en la esquina superior derecha.

Mi corazón da un vuelco furioso en el instante en el que veo el nombre 'Harry' en mi lista de llamadas perdidas.


Anoche no hablamos en lo absoluto. Me limité a enviarle un mensaje de texto diciéndole que estaba bien y que iba a quedarme en casa de Jeremiah. Él ni siquiera respondió, así que saber que me ha llamado a esta hora de la mañana, me hace sentir un poco menos mierda que ayer.

Mi teléfono vuelve a sonar y pego un salto en mi lugar al sentir la vibración del aparato en mi mano. Trato de tomar una inspiración profunda para ralentizar el latir desbocado de mi corazón, pero lo único que consigo es ponerme más nerviosa.


Me toma unos segundos más armarme de valor pero, una vez que lo hago, presiono la tecla de respuesta y digo contra el auricular—: ¿Sí?

Silencio.

— ¿Diga? —Insisto. Esta vez, con un tono de voz un poco más amable y tranquilo.

— ¿Podemos hablar? —La voz de Harry se abre paso del otro lado del teléfono y un nudo se instala en mi garganta cuando noto la preocupación en su voz.

—Claro —respondo, y trato de sonar serena y relajada.

— ¿Quieres que pase por ti? —Dice, y mi corazón hace una voltereta extraña.

—No te preocupes —digo—, puedo ir a tu casa por mi cuenta.

Silencio.

—En serio, no me molesta en lo absoluto pasar a recogerte —insiste.

—No hay necesidad —digo—. Tomaré el autobús.

Otra larga pausa.

—Maya, es que ya estoy aquí a fuera —el tono avergonzado y tímido que utiliza casi me hace querer salir corriendo a abrazarlo; sin embargo, me las arreglo para quedarme donde me encuentro, mientras que intento controlar la oleada de emociones que me invade.

Oh... —digo, porque es lo único que me sale ahora de los labios.

— ¿Puedes bajar? —Pregunta y suena suplicante.

—Claro —asiento, a pesar de que sé que no puede verme—. Dame unos minutos.

—De acuerdo —dice antes de murmurar una despedida y colgar.

Me toma cerca de cinco minutos encontrar mis zapatos y amarrar mi cabello en un moño despeinado pero una vez que lo hago, me encamino a toda velocidad en dirección a la habitación de Jeremiah. Una vez que estoy frente a su puerta, llamo con suavidad hasta que escucho su voz adormilada del otro lado diciendo algo inteligible.

—Jeremiah, tengo que irme —digo, a pesar de que no he comprendido una mierda de lo que ha dicho con anterioridad—. Te llamo más tarde, ¿te parece?

La respuesta desde el otro lado de la puerta es apenas un gruñido ronco y tomo eso como un malhumorado: 'de acuerdo'. Entonces, vuelvo sobre mis pasos y salgo del apartamento casi corriendo.

No quiero lucir desesperada, pero lo hago. No quiero que parezca como si estuviese a punto de ponerme a gritar de la euforia, pero no puedo dejar de avanzar a zancadas largas por las escaleras del edificio.


Cuando llego a la recepción tengo que detenerme a tomar un respiro. Mi corazón se estruja en ese momento y trato de recuperar el aliento perdido de camino aquí, así que me quedo quieta mientras que inhalo y exhalo un par de veces para acompasar mi respiración.

Tomo un par de inspiraciones más antes de atreverme a continuar avanzando pero, una vez que lo hago, no me detengo hasta que el frío matutino me envuelve y me pone la piel de gallina.

Trato de ignorar la manera en la que mis músculos se tensan debido a la baja temperatura y recorro la vista por toda la calle, en busca del coche de Harry. Mis ojos no tardan demasiado en localizarlo, pero no es hasta que él sale del lado del conductor y comienza a avanzar en mi dirección, que yo me muevo para encontrarlo a medio camino.

No dice nada cuando se detiene frente a mí. Tampoco dice nada mientras que se quita la chaqueta de piel para colocarla sobre mis hombros antes de guiarme hasta su auto.


Una vez dentro, lo miro avanzar por la parte de enfrente del vehículo y entrar en el asiento a mi lado, antes de que introduzca la llave en el conducto y encienda la calefacción. El golpe de calor me hace sentir bien automáticamente y un escalofrío me recorre en ese momento.

Harry no habla para nada mientras que froto mis manos para calentarlas un poco. Yo tampoco hago esfuerzo alguno por decir algo. Ahora mismo, no estoy segura de qué es lo que espero de él.

No he tenido oportunidad de mirarlo a detalle, así que no sé en qué estado de ánimo se encuentra. No me sorprendería en lo absoluto encontrarle molesto. No es muy dado a controlar su temperamento cuando discutimos. A mí tampoco se me da bien, si he de admitir...

Un suspiro se escapa de sus labios en el instante en el que lo miro de reojo. Su expresión es más serena y tranquila de lo que espero; sin embargo, tampoco luce feliz. Es como si estuviese teniendo un debate interno. Como si luchara contra sus impulsos.

¿Honestamente?, no quiero pelear con él; pero tampoco quiero que esto quede así como así. No deseo discutir por lo que ha pasado, pero al mismo tiempo quiero saber qué es lo que pasa por su cabeza respecto a Jeremiah. Quiero saber el motivo por el cuál sospecha...


—Lo siento —Harry habla mucho antes de que yo siquiera me planteé la idea de formular una frase. Mi atención entera se posa en él, pero no respondo; así que continúa—: Lamento mucho no haberte dicho que sospechaba de Jeremiah. Siento aún más haber iniciado una investigación en su contra sin decírtelo. Sé lo mucho que él te importa. Sé que es tu amigo y... —niega con la cabeza—. Tenía que habértelo dicho, Maya. Lo siento muchísimo.

Bajo la vista y dejo que sus palabras se asienten en mi cabeza durante unos instantes antes de responder—: En realidad no tenías qué haberme dicho nada —admito, muy a mi pesar—. Son asuntos de tu trabajo y, me guste o no, son confidenciales —alzo la cara para mirarlo. Entonces, me encojo de hombros—: Lo que sucede es que me sentí... traicionada —una pequeña sonrisa dolida se dibuja en mis labios. No sé de dónde diablos vienen esas palabras, pero salen a toda velocidad y con toda la naturalidad del mundo—. Creí que confiabas en Jeremiah del mismo modo en el que yo lo hago. Creí que confiabas en mí lo suficiente como para contarme que planeabas mandar investigar a mi mejor amigo.

—Maya, confío en ti —dice—. Confío en ti plenamente.

—Lo sé —digo, y sueno más triste de lo que espero—. Pero me habría encantado que me lo contaras. Que confiaras en mí lo suficiente como para hablarme de tus sospechas.

—No quería que enloquecieras, Maya —su tono de voz también está cargado de pesar—. ¡Es tu mejor amigo, por el amor de Dios! —Humedece sus labios con la punta de su lengua—. Si alguien hubiese venido aquí a decirme que Louis o Liam están involucrados con un puñado de delincuentes de mierda, me enojaría como no tienes una idea. Creería fielmente en su inocencia.


Muerdo la parte interna de mi mejilla durante un momento.

— ¿Cuándo planeabas contármelo, entonces? —Digo, en un susurro que suena sereno ya pesar de todo—, ¿Pensabas contármelo siquiera?

—Maya —me mira con aire reprobatorio y triste al mismo tiempo—. Por supuesto que iba a contártelo, amor. Sólo que no quería hacerlo hasta que la investigación hubiese arrojado algo sustancioso. No quería ponerte toda histérica por nada —hace una pausa, antes de añadir—: No tengo nada en contra de él; entiendes eso, ¿verdad?, yo sólo...

Niego con la cabeza.

—Basta —pido—. Ya no sigas —trato de sonreír, pero no estoy segura de haberlo conseguido del todo—. No quiero que trates de hacerme entender tu punto, Harry. No va a cambiar el hecho de que yo confío en Jeremiah. Tampoco va a hacerme sentir mejor respecto a lo que están haciendo; pero no puedo hacer nada —me encojo de hombros, en un gesto que pretende ser despreocupado—. Simplemente, no puedo esperar a que crean en mi palabra para comprobar la inocencia de mi mejor amigo. Las cosas no funcionan de esa manera. Eso lo sé. Sin embargo, no puedes esperar que me sienta tranquila al respecto —desvío la mirada—. Es mi mejor amigo, Harry. Así él me haya jurado anoche que tiene la conciencia tranquila y que no tiene miedo de nada, no puedo evitar sentirme como lo hago —trago duro—. Me preocupo por él. A pesar de que sé que es inocente, no dejo de sentirme como la mierda porque lo he involucrado en algo que no debía. Si esto está pasando, es por mí.

—Deja de culparte —Harry dice, en un susurro amable—. Si él se metió en esto, fue porque quiso hacerlo. Nadie lo obligó a intentar ayudarnos. Pudo haberse hecho a un lado y dejar que te las arreglaras con todo el problema que hubo; sin embargo, decidió quedarse y meter las manos al lodo. Todos estamos en esto por elección propia. No trates de torturarte de ese modo. Por favor, amor. Deja de hacerte eso.

Froto mi cara con mis manos.


—Esto se nos está saliendo de las manos —digo—. Es una cosa tras otra, Harry —un nudo comienza a formarse en mi garganta—. Primero Rodríguez, luego Tyler, la muerte de Liam, el asunto de Rob, la locura de Kim, la investigación en contra de Jeremiah... —la impotencia se arremolina dentro de mi pecho—. A veces siento que esto no va a terminar nunca, ¿sabes?, a veces creo que nunca vamos a estar completamente tranquilos. Siempre va a haber algo que lo arruine todo...

Una mano cálida se posa sobre la mía y vuelco mi atención para encontrarme con la vista de Harry, entrelazando sus dedos con los míos.

—Maya, quiero estar contigo pase lo que pase —dice él, con un hilo de voz—. Sé que todo puede ir de la mierda en cualquier momento y aún así no pierdo la esperanza de tener un maldito día de paz a tu lado. No pierdo la esperanza de poder levantarme un día en la mañana sin tener que preocuparme por un imbécil que ni siquiera vale la pena.

Una oleada intensa y abrumadora de emociones se arremolina en mi pecho, y aprieto su mano en la mía con mucha fuerza.

— ¿De verdad crees que todo esto terminará algún día? —Mi voz suena temblorosa, pero no quiero llorar.

—Estoy seguro de eso —susurra, antes de besarme en la sien.

Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios e inclino la cabeza ligeramente para darle acceso a la zona y él deposita otro beso en mi mejilla.

—Te amo, pequeña —susurra contra mi oreja, y un suspiro se me escapa en ese momento.

—Te amo, torpe —susurro de vuelta, y giro el rostro para que sus labios se encuentren con los míos en un beso suave y casto.


— ¿Estamos bien? —Pregunta, una vez que ha depositado una buena cantidad de besos en mi boca.

Yo asiento y presiono mis labios contra los suyos una vez más.

Un suspiro aliviado se le escapa y no puedo evitar sonreír mientras que enredo mis manos en las hebras largas de su cabello.

—No sabes cuán ansioso estaba por buscarte —dice, en un murmullo ronco y profundo—. De no haber sido por Thomas, anoche habría recorrido la ciudad entera hasta encontrarte.

— ¿Por Thomas? —Pregunto, medio curiosa.

Él niega con la cabeza.

—Me dijo que debía darte espacio. Que no podía ir a afrontarte cuando estabas así de furiosa. Que era un suicidio intentar hablar con una mujer enojada y que debía dejar que tu temperamento se calmara un poco antes de buscarte —dice. Suena fastidiado, pero una pequeña sonrisa ha comenzado a dibujarse en sus labios.

—Por eso no respondiste a mi mensaje... —adivino y él asiente.

—Tuve que encerrarme en la comisaría a trabajar con él para evitar volverme loco y correr a encontrarte —masculla y su gesto me recuerda al de un niño enfurruñado.

Una sonrisa se apodera de mis labios.

—Lamento haber reaccionado como lo hice —me disculpo—. Estaba tan enojada que ni siquiera me detuve un segundo a pensar las cosas —dejo escapar un suspiro—. Jeremiah me hizo ver las cosas de un modo diferente, sin embargo —digo—. Me dijo que él en tu lugar también desconfiaría y que tenía que ponerme en tus zapatos.

Harry une su frente a la mía.

—Si ese tipo no tiene nada que ver con esto, voy a deberle una disculpa inmensa —dice, y suena avergonzado.

Mi sonrisa se extiende sólo porque la conversación que tuve anoche con mi mejor amigo ha invadido mi cabeza en pocos segundos.

—Jeremiah dice que una vez que se compruebe su inocencia te hará lamer su miembro —digo, al tiempo que una carcajada se me escapa.

Los ojos de Harry disparan una mirada irritada en mi dirección pero está sonriendo.

—Ese idiota... —masculla, pero su sonrisa se ha ensanchado—. ¿Es que no puede tomarse nada en serio?

Me encojo de hombros.

—Es parte de su encanto, ¿sabes?

— ¿Crees que es encantador?

—Creo que es dulce —asiento—, y también noble. Todo eso sin tomar en cuenta que tiene un corazón inmenso —mi sonrisa se ensancha otro poco—. Tengo suerte de tenerlo en mi vida. Es increíble.

La mirada de Harry es afilada ahora.

—No es agradable escucharte hablar así de otro hombre, ¿sabes?

Otra risa se me escapa en ese momento.

— ¿Estás celoso?

—Por supuesto que no —dice, con fingida indignación—. ¿Por qué habría de estarlo?

—Porque es guapo —digo—, y honesto, y gracioso, y...

— ¡Basta! —Harry tapa mi boca con una de sus manos y mis carcajadas aumentan. En ese momento, empezamos a forcejear el uno con el otro entre risas y palabras ahogadas.


Luchamos un rato dentro del coche y, una vez que me acorrala contra el asiento trasero y me hace enlistar en voz alta sus cualidades más atractivas, me deja ir. No hemos dejado de sonreír desde entonces. No hemos dejado de acariciarnos las manos y los brazos constantemente mientras que conduce en dirección desconocida.

—Hablé con Douglas Schneider —dice, al cabo de un rato en silencio.

— ¿Acerca de qué? —Pregunto, con aire distraído.

—De la situación de Hayley.

Asiento.

—Supongo que ya sabes que es imposible que yo la cuide, ¿verdad?

Harry suspira.

—Es una mierda que tenga que estar en una institución de gobierno cuando hay alguien aquí que está perfectamente dispuesta a cuidar de ella —dice y un destello de frustración se filtra en su voz.

—Ya ni siquiera sé qué es lo que espero respecto a ese asunto, ¿sabes? —Me sincero—. Una parte de mí desea que Hayley sea capaz de regresar con su madre; pero al mismo tiempo, soy consciente de que Kim no es la persona indicada para criarla. Tampoco quiero que otra familia la tenga porque, por muy egoísta que suene, no soporto la idea de no volver verla jamás. Apenas he pasado unas semanas sin frecuentarla y ya la extraño como el infierno —la tristeza tiñe mi voz—. Lo peor de todo es que tampoco es como si pudiese adoptarla. No tengo nada que ofrecerle. Ni siquiera tengo un maldito trabajo. ¿Cómo pretendo hacerme cargo de una criatura si ni siquiera tengo con qué alimentarla?, un juez no me daría su custodia ni drogado.

Se hace el silencio.


— ¿Maya?

— ¿Sí?

— ¿De verdad quieres adoptarla?

Otro silencio.

—Si... —me sincero y siento cómo sus dedos se aprietan en los míos.

—Entonces cásate conmigo.

Sus palabras caen sobre mí como baldazo de agua helada y, al mismo tiempo, se siente como si algo cálido y luminoso se hubiese encendido dentro de mí.

¿Qué?...

—Cásate conmigo —me dedica una mirada fugaz y el nerviosismo que veo en su expresión hace que mi corazón se acelere a toda velocidad.

—Harry...

—Piénsalo —me interrumpe—. Podríamos adoptar a Hayley. Podría hablar con el comandante para que limpie mi historial y tengamos más oportunidades de obtener su custodia. Tengo un trabajo estable, un apartamento... ¿por qué no intentarlo?

—No quiero que te cases conmigo sólo porque quiero la custodia de Hayley —mi voz es un susurro inestable y débil.

—Quiero casarme contigo porque te amo, Maya —la resolución en el tono de su voz envía un escalofrío por mi espina dorsal—. Quiero casarme contigo porque tengo la certeza absoluta de que es contigo con quien quiero pasar el resto de mis días. Estoy tomando a la pequeña como un maldito pretexto para proponértelo sin sonar como un completo lunático por la premura del tiempo.

Me falta el aliento. Mi pulso golpea con violencia justo detrás de mis orejas y mi corazón parece estar a punto de hacer un agujero para escapar de mi pecho. De pronto, la imagen de él, despertando a mi lado todas las mañanas por el resto de mis días, invade mi cabeza. La sola idea hace que mi estómago se estruje con fuerza y que mi respiración se atasque en mi garganta.

No puedo creer que siquiera lo haya dicho en voz alta. No puedo creer que esté pidiéndome que me case con él cuando todo nuestro mundo es un caos andante. Es una completa idiotez. Una estupidez tamaño monumental y, al mismo tiempo, es la cosa más maravillosa que ha podido pasarme en mucho tiempo...


—Esto es una locura —mi voz suena estrangulada debido al centenar de emociones que me invade.

—Nuestra vida entera es una completa locura, Maya —dice, y suelta una carcajada nerviosa.

Niego con la cabeza, en un gesto incrédulo.

— ¿Eres consciente de lo que estás pidiéndome? —Aún no puedo creer que lo haya dicho. Aún no puedo terminar de procesarlo...

—Plenamente —asiente y me dedica otra mirada rápida.

Se hace el silencio. Ninguno de los dos se mueve. Ninguno de los dos deja de esperar a que el otro diga algo...

"¡Por el amor de Dios, Maya!, ¡es una jodida estupidez!, ¡¿cómo se le ocurre?!" Grita la voz de mi cabeza, pero la ignoro por completo. La ignoro porque el rugido de mi corazón es más intenso y la adrenalina que me invade es insoportable...


—Sí... —digo, al cabo de un inmenso momento y un extraño peso se coloca sobre mis hombros. Este, sin embargo, es agradable y dulce.

Mi voz interior sigue gritándome que es una completa locura, pero el resto de mí se siente al borde del éxtasis. Al borde de la cima del mundo.

¿Sí? —Harry suena incrédulo y aterrorizado. Una sonrisa aliviada se dibuja en los labios del chico a mi lado, pero el asombro y el terror se han apoderado de sus facciones.

—Si —asiento—. Quiero casarme contigo, Harry. Quiero esto contigo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top